CABA
Una marcha sin protocolo
Contra los despidos, el protocolo de la ministra Patricia Bullrich y en reclamo de paritarias libres con aumentos justos, el paro general convocado por ATE constituyó la primera movilización sindical y social del año.
Contra los despidos, el protocolo de la ministra Patricia Bullrich y en reclamo de paritarias libres con aumentos justos, el paro general convocado por ATE constituyó la primera movilización sindical y social del año. Se llenaron la Plaza y ocho cuadras completas de Avenida de Mayo. Con el horno porteño a 33°, marcharon sindicatos de distintas vertientes, partidos políticos, cooperativas, trabajadores y trabajadoras por las suyas, y movimientos autónomos, desde la asamblea de Andalgalá hasta la Colectiva Lohana Berkins.
El paro convocado por la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) confirmó que el verano no se fue de vacaciones. A temperatura de horno, una multitud diversa encontró un lugar común en la calle, en la transpiración, en el entusiasmo, y en la necesidad de manifestarse. La policía calculó 50.000 personas. En la práctica se observó una Plaza de Mayo llena hasta las vallas y ocho cuadres de personas que seguían entrando mientras los que estaban salían por las calles laterales.
Los actos se replicaron en diferentes provincias del país como Córdoba, Santa Fe, Río Negro, Entre Ríos y Santa Cruz.
La marcha del Obelisco a Plaza de Mayo fue acompañada por miles de personas pese a las amenazas de los funcionarios de Seguridad de aplicar el autodenominado Protocolo de Actuación de las Fuerzas de Seguridad del Estado en Manifestaciones Públicas, anunciado por la ministra Patricia Bullrich la semana anterior. La pulseada en este rubro había comenzado temprano, cuando grupos de izquierda cortaron el tránsito en Callao y Corrientes. La repetidora mediática atizaba anunciando que el gobierno no aplicaba el Protocolo, y que la situación era caótica, pero la policía –en una actitud lógica- no intervino, ni a los 5 minutos, ni después.
Superar el miedo
Sólo en la 9 de Julio se observaron micros de la Policía Federal, pero desde ahí hasta la plaza, por Avenida de Mayo no hubo un solo policía. “Un alivio, porque vinimos igual, pero con miedo, por eso no trajimos los chicos”, comenta a lavaca.org Sara, 28 años, 2 hijos de 4 y 7 que se quedaron con su tía. Llegó con la columna de su barrio –Lugano, aclara- motivada por una urgencia concreta: “Nosotros tenemos una cooperativa que se ve afectada doblemente. Por un lado, porque todavía no definen si van a seguir apoyando este tipo de emprendimientos, pero además porque echaron a toda la gente que trabajaba en el programa. ¿Quién se va a ocupar ahora? Todavía no tenemos respuesta”.
La herencia
Sobre el escenario montado en Plaza de Mayo habló Hugo Cachorro Godoy, secretario general de ATE Nacional. Su propuesta se fundamentó en un llamado a la unidad para impedir despidos y “parar las políticas de Macri contra los trabajadores y el pueblo”. Otros planteos:
- El gobierno kirchnerista «nos dejó 95.000 trabajadores precarizados en el Estado nacional y 600.000 trabajadores precarios en las provincias y en los municipios».
- «Estamos viviendo una real crisis económica y social en el país, con aumento de la desocupación y la pobreza. Por cada punto de aumento de precios y de inflación significa 30.000 nuevos argentinos que están por debajo de la línea de la pobreza. Tenemos que pelear juntos, los sindicatos, las organizaciones sociales y políticas para parar estas políticas, para cambiar esta realidad y generar un destino de grandeza para todos los argentinos»,
- «Nos despiden en los sectores de la Nación, nos despiden en los municipios y en las provincias; nos estigmatizan a los trabajadores públicos, quieren separar a los trabajadores del Estado del pueblo con el que trabajamos todos los días. Sentimos angustia cuando no podemos lograr incorporar a un compañero despedido y sentimos angustia cuando vemos que tenemos más de 300.000 trabajadores en municipios y en las provincias que cobran sueldos por debajo del salario mínimo vital y móvil».
- «Queremos decirle al presidente Macri que no vamos a permitir ningún despido más en ningún organismo público. Decimos con claridad, también, a los gobernadores y a los intendentes, que esta demostración de capacidad de pelea, de unidad de todos los sectores, de solidaridad y organización se va a multiplicar en cada rincón de la Patria si no abren la paritaria, si no terminan con la precariedad laboral, si no logramos aumentos dignos y no logramos la reincorporación de todos los trabajadores despedidos».
ATE Nacional está integrada a la CTA Autónoma que conduce Pablo Micheli, pero también se movilizó la CTA de los Trabajadores liderada por Hugo Yasky. En esta última se encuadra ATE Capital, que desde noviembre está encabezada por Daniel Catalano. Catalano, justamente, resaltó el hecho de que ambas centrales hayan podido, después de tanto tiempo, actuar juntas.
Dijo además que no aceptarán techo para las paritarias» ni «el ajuste económico sobre los trabajadores, como no aceptamos los grandes aumentos y los tarifazos en los servicios públicos».
Shrek y el burro, presentes
La marcha fue también un espacio para expresarse con creatividad. Por Avenida de Mayo, entre las miles y miles de personas, marcha un camión convertido en escenario.
Arriba, al menos seis personas.
Todas vestidas con trajes y camisas impecables. Todas tienen máscaras del burro de Shrek.
¿Burros?
–Sí, somos burros porque somos CEO’s.
Detrás del camión, marcha la columna del Sindicato de Curtidores.
Pero hay más: sobre el camión también hay un sillón. Una persona con peluquín está sentada charlando con uno de los CEO´s con máscara de burro. Señalan y hablan con gestos ampulosos a una tele chica y vieja que tienen enfrente. La TV está apagada, claro, pero sobre la pantalla han cartel pegado el logo de TN.
La Avenida de Mayo se convierte en una pasarela de gremios, sindicatos, partidos políticos y movimientos autónomos, que desfilan hacia la Plaza cada uno con su bandera, cántico y reivindicación. Salvo en la concordancia de acabar con los despidos, el no a la criminalización de la protesta y las paritarias sin techo, no se percibe homogeneización en las consignas, que sin embargo marchan todas juntas pacífica y ruidosamente.
La Colectiva en A4
En la cabecera de la marcha los representantes de los diferentes grupos participantes comparten la consigna y el reclamo: “Si no hay trabajo qué quilombo se va a armar”.
Por primera vez de esa cabecera participa una representante trans de la Colectiva Lohana Berkins. Es Marlene Wayar que lleva una pancarta que proclama “Furia Travesti”, la frase con la que se despidió Lohana en la carta que hizo pública antes de morir, a principios de febrero. En esta, su primera marcha, la Colectiva que lleva su nombre fue la encargada de cerrar la marcha, con ritmo y desparpajo. Más de 500 personas animaban la calurosa caminata con cánticos que proclamaban: “Olé Olá, Macri no es puto, es liberal. Hacete cargo qué él es heterosexual”. En la primera fila estaba Saya, la hermana de Diana Sacayán, otra emblemática referente del movimiento trans que fue asesinada en noviembre pasado. La bandera de Saya clamaba “Justicia”. Explica por qué: “Hay dos detenidos, pero nuestra preocupación ahora es que no los excarcelen ni los dejen en libertad después del juicio. Y eso implica que tenemos que estar alertas y atentas hasta que el fallo los condene como corresponde. No te podés relajar porque lograr justicia en este país es algo que depende de lo que hagamos todas las personas, no solo un juez”.
El reclamo de la Colectiva Lohana Berkins está expresado en una hoja A4 que reparten entre los manifestantes. El resumen: ley de reparación para todas las personas perseguidas, encarceladas y violentadas institucionalmente por su identidad de género, implementación del cupo laboral trans en la provincia de Buenos Aires y su extensión a todo el país, justicia por Diana Sacayán. Pretenden así que las batallas actuales no sólo se libren por garantizar derechos obtenidos que hoy peligran, sino avanzar. “Trava que se organiza no aguanta más palizas”, grita esa columna. “Y es así nomás: si te organizás es para decir basta, pero también para decir esto me corresponde”, sintetiza la poeta Susy Shock.
Platos en la bandera
Además de sindicatos y partidos, laten banderas de Ministerios, docentes y hasta grupos de personas que parecen estrenar las suyas por primera vez: agrupaciones de estudios académicos, escuelas que marchan por su cuenta, trabajadores del Estado que llevan su propia denuncia. “50 tutores desafectados de Argentina Trabaja”, dice uno. Otra informa en primera persona: “Echada del Ministerio de Cultura. Somos 500 personas, no números”. Arriba, una bandera negra lleva pegados decenas de platos -platos de cocina-, aquellos que alguna vez el ministro de Economía Domingo Cavallo mandó a los científicos a lavar, intentando insultar así a la socióloga Susana Torrado. Debajo, una consigna: “La cultura está de luto”.
Los números, en cambio, se representan en los pedidos por las paritarias, otro de los grandes ejes de la movilización: “Con el 25% no comemos”, “No al techo de paritarias”, “Aumento del 40%, trabajadores de INTA”, y así. Por allí también se ve la columna de Sipreba (Sindicato de Prensa de Buenos Aires) que cantan para reclamar el pago de sueldos adeudados de los trabajadores de Grupo 23.
La calle, el agua y el oro
Una de las columnas más grandes fue la de la Central de Trabajadores de la Economía Popular, encarnada en la Ciudad por cartoneros, manteros y trapitos, y más allá por trabajadores de las cooperativas. Según contaron, la Central creció en estas semanas como coletazo del recorte de programas estatales, reflejado en el crecimiento de afiliados. También ello se vio en ATE: nuevos afiliados, jóvenes universitarios, que portaban sus pecheras por primera vez.
Sobre el césped, a metros de la fuente en la Plaza, tres banderas traían otro reclamo: “El agua vale más que el oro”. Allí están los vecinos de Andalgalá (Catamarca) que hace más de dos semanas acampan frente a Tribunales exigiendo sentencia a la Corte Suprema de Justicia de la Nación respecto a un amparo ambiental para evitar que la minera Agua Rica siga operando en su territorio.
En medio de la alerta amarilla pronosticada para este miércoles –cualquier similitud con la coyuntura política es pura coincidencia- una persona destaca entre la multitud.
Lleva puesto un pantalón negro, una remera negra y una túnica negra.
Desde el rostro le sale un pico que baja en punta de unos 30 centímetros. Quizá más.
-Soy un buitre-, dice.
A metros del buitre, una bandera reza: “Los derechos humanos no son un curro”.
De lejos, como una metáfora, se ve la Casa Rosada.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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