CABA
Victor Abramovich: «Todavía no construímos un Estado democrático»
Víctor Abramovich entra campechano a la señorial sala de profesores de la Facultad de Derecho de la UBA. Acaba de dar clase sobre Derechos Humanos, el mismo tema que también enseña en la Universidad Nacional de Lanús. Ex Director Ejecutivo del Centro de Estudios de Legales y Sociales es, desde 2006, uno de los vicepresidentes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, donde tiene a su cargo la relatoría para Colombia, Cuba, Guatemala y Nicaragua. Además, es Relator Especial sobre los derechos de las mujeres en el continente. Tres décadas después de que la dictadura militar tomara el poder, en esta entrevista repasa la agenda de los derechos humanos en la Argentina de hoy.
-A treinta años del nacimiento de los organismos de defensores de los derechos humanos en la Argentina, ¿cuál cree que es la agenda en la que deben trabajar hoy?
-El movimiento que surgió durante la dictadura era más compacto y tenía objetivos específicos: resistir a la dictadura y buscar verdad, justicia y memoria. Si uno mira a las organizaciones históricas, la reapertura de los juicios a los represores hace que su agenda no sea vieja, sigue teniendo vigencia. Además, se están discutiendo políticas de la memoria en las provincias, el espacio de memoria en la ESMA. Pero la agenda de hoy es mucho más amplia. Hay temas que tienen que ver con formas de violencia extendidas y estructurales, como la violencia policial, la violencia carcelaria, la violencia del código Penal. Hay ejecuciones extrajudiciales, torturas en cárceles y comisarías y al aparato penal del Estado le falta racionalidad. ¿Y quiénes son las víctimas de esta violencia? Se trata de problemas que están muy vinculados con procesos de exclusión social. Ahí se abre más la agenda de los derechos humanos que deben bregar por la igualdad, por los derechos civiles y los derechos sociales.
-¿Por qué tras 24 años de democracia subsisten prácticas propias de la dictadura, como las torturas y las ejecuciones extrajudiciales?
– Más allá de avances que se dieron en la transición democrática, todavía no se ha logrado construir un verdadero Estado democrático. Si se miran ciertas instituciones como la Policía o la Justicia eso queda muy claro. Un estado democrático no sólo tiene que declamar principios sino que los debe incorporar en las prácticas concretas de sus agentes e instituciones. Pero no se trata sólo de un problema de malas políticas, también tiene que ver con cuáles son las demandas sociales. ¿En qué medida es un problema para la sociedad que haya este nivel de violencia en las cárceles? Si no es importante para la sociedad, tampoco lo será para las políticas. Pero estos niveles de violencia institucional son incompatibles con ideas de derechos humanos y de democracia.
-Usted habló de la incorporación de los derechos sociales a la agenda de los derechos humanos. Sin embargo, el derechos a la vivienda, al trabajo, a la salud si bien tienen rango constitucional no son de ejercicio real.
-Se ha avanzado bastante, por lo menos a nivel conceptual, en un reconocimiento de los derechos sociales: ya pueden ser exigibles en los tribunales, igual que los derechos civiles y políticos. Hay tribunales que ya establecieron que algunas prestaciones sociales del Estado no son una gracia, un favor que se le hace a una persona, sino que se trata de la contracara de un derecho. Existen fallos, por ejemplo, que le restringen el grado de arbitrariedad de la administración a la hora de otorgar prestaciones sociales. Eso es muy importante, porque cuando mayor es el grado de discrecionalidad del Estado es menor el reconocimiento de ciudadanía y hay más posibilidades de corrupción, falta de transparencia y manipulación política. En la Facultad de Derecho, por ejemplo, las posiciones que plantean que los derechos sociales son apenas un decálogo de buenas intenciones o un programa de acción para los gobiernos eran mayoría hasta hace unos años y ahora quedaron reducidas a una minoría
-¿Esa misma Facultad que ahora reconoce a los derechos sociales es la que vota como decano a Atilio Alterini, un colaborador de la última dictadura militar?
-Paso (risas).
-¿Cómo se trasladan esos avances que usted llama conceptuales a la práctica concreta?
-No es menor que haya avances conceptuales, porque pueden tener consecuencias fácticas, le dan más poder a las personas. Temas como la desaparición forzada de personas o la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad se puede traslucir en avances concretos en reclamos judiciales de derechos. Por otro lado, la Corte obligó a que el Estado defina un sistema de ajuste en las jubilaciones de manera tal que guarden relación con los salarios de los trabajadores. No le dice cómo lo tiene que hacer, pero lo conmina a que lo haga. La Corte también exigió un plan de saneamiento del Riachuelo al gobierno. Además, hubo avances en materia de usuarios y consumidores y se ha revisado la legislación de riesgos del trabajo, que a partir de los 90 era muy restrictiva.
-Pero ahí aparece otro tema. Mientras que el trabajo informal ronde el 40 por ciento el reconocimiento de derechos laborales apenas comprende a una porción de la sociedad.
-El otro tema vinculado a los derechos humanos son las condiciones económico-sociales. Es el otro plano de la cuestión. Si bien hubo avances importantes si se piensa en la época de la crisis, me parece que aún hay problemas graves: la tasa de informalidad laboral o los niveles salariales que no recuperaron los niveles previos a la crisis. Hoy el empleo en sí mismo no garantiza la salida de la pobreza. Y eso es un gran problema para el ejercicio de los derechos humanos.
-Con el advenimiento en América latina de distintos gobiernos que ejecutan políticas tendientes a atender los derechos sociales recrudecen las denuncias de violaciones a los derechos humanos. ¿Cómo se explica esa situación que parece paradójica?
-El problema es que en muchos análisis de los derechos humanos de la región hay un escenario de fuerte polarización política, casi como un clima de Guerra Fría. La lógica es estar con un gobierno o en contra de él. Eso nubla un poco los análisis, porque si uno dice que hay violaciones a los derechos humanos parece que es enemigo de ese país y si no lo dice, resulta que se convierte en un aliado. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos debe tener un enfoque de los problemas que salga de esa polarización. Una de las formas en que se expresa esa polarización política es tratar de volver a plantear la disyuntiva entre derechos sociales y derechos civiles. A algunos les parece que la mejora en los derechos sociales es irrelevante si el Estado afecta la libertad de expresión y otros que consideran que limitar los derechos civiles para realizar los sociales es un mal menor. El desafío de la Comisión es tener una visión integral.
Gualeguaychú, el vigor de la democracia
–Usted describió avances en el reconocimiento legal de los derechos humanos. Sin embargo cada vez con más frecuencia surgen novedosas organizaciones sociales para exigir el cumplimiento de sus derechos con métodos menos convencionales que los estrados judiciales: me refiero a movimientos como el de Gualeguaychú o el de Famatina. A veces parece que es la única manera de hacerse escuchar.
-Creo que no son contradictorios estos movimientos con las instancias judiciales. De hecho, en su discurso también aparecen elementos del derecho: la violación al tratado del río Uruguay, por ejemplo, invocada por los asambleístas de Gualeguaychú. Se da la pelea en el ámbito político y también en el escenario judicial. Los organismos de derechos humanos del 70 nunca abandonaron la Plaza y también dieron batalla en los tribunales. Hoy son muy importantes los movimientos que interpelan al Estado, como los que denuncian la represión policial en la provincia de Buenos Aires, los que se movilizan por los crímenes de la Dársena en Santiago del Estero o en su momento por el caso María Soledad, en Catamarca. Está claro que la política ya no se dirime sólo en los debates de los partidos y en los espacios formales de la representación, como el Congreso. Hoy la democracia es una práctica sumamente compleja y este tipo de reclamos colectivos tienen que ver con el desarrollo la democracia, que no se reduce sólo a lo electoral. Estas manifestaciones fortalecen la democracia porque propician la reinserción del ciudadano en el sistema político.
-No obstante, las mayores críticas que reciben estos movimientos –sobre todo de los medios de comunicación- es que su accionar por fuera de la representación formal socava las instituciones democráticas.
-Están muy lejos de eso. Esos críticos tienen la idea de que la democracia tiene que estar dentro de un envase formal. Pero, ¿qué debates hay en el Congreso de la Nación? Una ciudadanía activa que reclama en la calle, en los tribunales, que obliga a definir políticas y a introducir temas en la agenda de gobiernos, construye una democracia mucho más vigorosa y activa que la que promueve la idea de la democracia reducida a la participación electoral. Y tampoco hay verdadera representación de toda la sociedad cuando se habla de Consejo Económico-Social, donde se reúnen empresarios y sindicatos, que ya no representan a todos los trabajadores.
-¿El sistema representativo encontró sus limitaciones?
-Se dio mucho este debate con el auge de la protesta social, durante la crisis. Hay intereses sociales que ya no están representados en los partidos, en los sindicatos, y está bueno que tengan un cauce dentro del sistema democrático. Por eso era importante garantizar la protesta social que, lejos de deteriorarla, vigorizaba la democracia con mayor nivel de participación. Sin embargo, hoy todavía existe la criminalización de la protesta: vemos el caso de los trabajadores del Subte, del Hospital Francés. Una cuestión que está pasando es que las formas de protestas cambiaron. Hoy el mundo sindical, por ejemplo, tomó los métodos de los sectores informales, como el corte de calle o el bloqueo. Me parece que el Estado no estaba acostumbrado a enfrentar estas metodologías. Las nuevas formas de protesta no encajan en las políticas de gestión de conflictos que manejan los funcionarios. Esto puede hacer que los conflictos deriven en la justicia en vez de que se gestionen desde la política.
El caso López
-¿Qué significa que treinta años después del golpe haya otro desaparecido? ¿Qué revela la apatía generalizada ante esta nueva desaparición?
– Marca que lo que construimos no es suficientemente fuerte. Es importante, valioso, se han logrado pisos mínimos, pero todavía no construimos un estado democrático. Tardamos treinta años en realizar los juzgamientos, si esto se hubiera hecho hace veinte, tal vez la historia sería otra.
-¿Cómo observó la reacción de los organismos defensores de los derechos humanos ante la desaparición de Julio López?
-Creo que al principio hubo mucha sorpresa. Si bien todo el mundo decía que podía haber represalias y a pesar de que había habido amenazas, hasta ahora no se habían consumado hechos graves de violencia contra víctimas y testigos. Se había eliminado la hipótesis de la desaparición del radar. Cuando fueron pasando los días se cayó en la cuenta de que estábamos frente a una desaparición, vinculada los sectores que estaban siendo investigados en los juicios.
¿La política de la memoria que impulsa el gobierno confundió a los organismos de derechos humanos?
-No creo. Nadie se plantea como hipótesis que el gobierno sea el autor de la desaparición. Lo que están detrás de esto son los que quieren frenar las causa y el gobierno las impulsa. Lo que pasó, me da la sensación, es que en la Argentina se había llegado a la idea de que ciertos niveles de riesgo habían bajado considerablemente. Hace unos años Estela Carlotto firmó un documento en contra de la Policía bonaerense y al otro día casi la matan, le tiroteraron la casa. No obstante, no estaba incorporado en los organismos que los sectores que están siendo juzgados cuentan con recursos y espacios para realizar acciones considerables.
-Pero era al Estado a quien había que exigirle la protección de los testigos y ahora, también, es el responsable de que avance la investigación sobre el paradero de López.
-Son dos cosas. Me parece que un hecho de este tipo sorprendió también al Estado: no había políticas de protección adecuada, todavía se está discutiendo cómo deben ser. Se siguieron los juicios sin conciencia ni de las organizaciones ni del gobierno ni de la Justicia de que había riesgos altos para los testigos, los jueces, los fiscales, las víctimas, los abogados. Por otro lado, las instituciones no avanzan en la investigación por un problema estructural: la justicia tiene un nivel de deficiencia en las investigaciones altísimos. Los grandes crímenes de este país están impunes, por ejemplo la causa AMIA.
-Y sin embargo, las cárceles están superpobladas.
-Uno de los temas institucionales más importantes en materia de defensa de derechos humanos es una drástica reforma del Código Penal. Que las cárceles estén llenas no quiere decir que se investigue algún delito sino que se abusa de la prisión preventiva. Funciona como una pena anticipada. La falta de eficacia de fiscales para investigar y jueces para controlar garantías es manifiesta.
-La tendencia de los últimos años no apunta a resolver esos abusos del Código Penal. Las leyes impulsadas por Juan Carlos Blumberg o el nuevo Código Contravencional porteño buscan profundizar este modelo de justicia.
– Es verdad, no ha habido mejoras en ese sentido.
La discriminación a la mujer: un patrón cultural
-¿Cuál es la situación de la mujer en América latina?
–Si uno mira en una perspectiva histórica hay avances importantes. Veinte años atrás, en casi todos los países de América latina, las mujeres eran consideradas incapaces de derecho. Tenían incapacidad para contratar, no administraban bienes de la sociedad conyugal ni ejercían autoridad sobre hijos. También hubo avances en el reconocimiento de ciertos problemas, como la violencia sobre la mujer tanto a nivel familiar como social. Quizá estos avances se den más en el reconocimiento de derecho que en la efectividad.
-Sin embargo, la mujer sigue siendo discriminada en la mayoría de los ámbitos.
– Hay temas cruciales que están pendientes: Por ejemplo mejorar en términos de igualdad la participación de la mujer en el trabajo, mejorar sus salarios. También hay que mejorar la calidad y participación de las mujeres en la política, en los sistemas de justicia. Muchas cuestiones aún deben resolverse, como la subsistencia del tratamiento penal del aborto.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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