Sigamos en contacto

Nota

Vilma Ripoll: «La gente se siente aparateada por la izquierda»

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Vilma Ripoll, ex diputada porteña por Izquierda Unida, hizo varias cosas raras en la política actual: cumplió un acuerdo, dejó su banca de legisladora, y volvió a trabajar como enfermera. Aquí explica su visión sobre la división en la izquierda, el PJ y Kirchner, el nuevo sindicalismo, los

-No es un gesto habitual de la dirigencia política argentina renunciar a un espacio de poder. ¿Por qué dejó su banca de legisladora porteña?
-En Izquierda Unida teníamos un acuerdo programático que incluía también compartir los cargos obtenidos, de manera tal que todas las fuerzas que integran el frente tengan la posibilidad de pasar por la experiencia de llegar a la Cámara. Este tipo de cosas facilita ampliar la unidad. Saber que vas a tener la oportunidad de participar aunque salga electo solo un diputado le da más perspectiva al acuerdo. En la primera Legislatura, como sacamos dos diputados, no tuvimos necesidad de renunciamientos. Los compañeros independientes, como Patricia Walsh, que no son parte de este acuerdo, cumplen todo el mandato. En esta oportunidad, como la única que renovó soy yo, me tocó la posibilidad de demostrar si cumplíamos o no el acuerdo. Resolvimos cumplirlo y traspasar la banca a Marcos Wolman, que es de la otra fuerza.
-¿Y no tiene síndrome de abstinencia?
-No, volví a lo mío porque siempre fui trabajadora, tengo 21 años de antigüedad en el Hospital Italiano. Me parece que hay que dar señales de que no hay que quedarse a vivir de la política, que es lo que habitualmente hacen los diputados que se van. Uno tiene que volver al ámbito del que salió. Eso ayuda una barbaridad, es un cable a tierra. Si no, siempre estás dentro de ese circuito, de esa caja de cristal que tiene resonancia propia y bastante poco que ver con los reclamos de afuera. Además, me parece que esta es una manera de darle señales al resto de la izquierda: nos parece que la tarea pendiente de la izquierda argentina desde el 2001 es avanzar en construir una alternativa grande que ayude a que el tipo que quiere romper con los grandes partidos tenga una opción atractiva, sólida. Alguien que toda su vida estuvo en el peronismo y de repente rompe con él, es difícil que se vaya a un grupito chiquito o a una alternativa con poca entidad o trascendencia. En ese camino, desde 2001, hubo oportunidades. Desaprovechadas, esencialmente por (Luis) Zamora, que no se presentó a presidente cuando tenía el 15 por ciento de intención de voto sin arrancar la campaña. Después no quiso ninguna unidad, cosa que podría haber roto la polarización Ibarra-Macri. Se presentó solo, sacó votos, que después se transformaron en distintas rupturas. Eso da señales de que no quiere gobernar.
-¿Toda la culpa de los problemas de la izquierda la tiene Luis Zamora?
-No, pero era un referente fundamental. Nosotros le ofrecimos lo siguiente: yo me bajaba de la jefatura de gobierno y lo votábamos a él. Pero él tenía que aceptar, porque eso conlleva acuerdos políticos.
Zamora decía que no quería formar un frente con las demás agrupaciones porque el reclamo del «que se vayan todos» también incluía a la dirigencia de la izquierda. Dijo eso y después fue candidato a jefe de gobierno.
Si toda la construcción depende de una sola persona, algo debe estar fallando.
Desde Izquierda Unida le hicimos todas las propuestas. Porque creemos que hay que avanzar en una política de unidad de la izquierda y los luchadores No vemos la posibilidad de avanzar hacia la centroizquierda: para nosotros es una experiencia que ya fue, y que la gente experimentó con la Alianza. Lo vimos con los sectores nuevos que rompen con los viejos partidos. Para ese lado, Zamora tenía una ubicación privilegiada. La gente lo había elegido como una referencia de no corrupción y coherencia política. Le guste a él o no, era la persona a quien había que hacerle el planteo.
-Más allá del nombre de Zamora, ¿por qué tiene tantas dificultades la izquierda para generar unidad?
-Creo que es un mal que arrastramos. Para mí se debe a que en este país existió el peronismo. Y para sobrevivir a él, la izquierda siempre tuvo que recurrir a recursos sectarios. Porque no era fácil. Ahora es mucho más fácil porque el peronismo se está disgregando, se desintegra.
Sin embargo, una vez más, el peronismo parece haber generado su propia oposición. Ayer fue Menem-Duhalde y hoy son kirchneristas versus duhaldistas.
Pero ya no es una organización de la magnitud, de la fuerza y la estructura que tenía. Creo que esa adaptación es la que no ven algunos sectores de izquierda. El cambio que hay que dar ahora es para atraer a sectores de trabajadores que rompen masivamente. Para nosotros es un ejemplo Santiago del Estero, donde tenemos todo un movimiento de base con gente que rompió con el juarismo. Presentamos una alternativa unitaria desde el primer día, y en este momento somos la alternativa de la izquierda.
¿Cuándo dice «nosotros» a quién se refieres?
-Al Movimiento Socialista por los Trabajadores, a Izquierda Unida, a sectores de derechos humanos, al MOCASE, a periodistas, abogados. Movilizan cinco mil en Santiago del Estero… Eso es lo que hay que lograr. Acá es más difícil porque la izquierda tiene partidos que se hicieron en una tradición de sectarismo para sobrevivir a la existencia del peronismo. Fueron sectores de izquierda que dieron la pelea entre trabajadores y acá los trabajadores siempre fueron peronistas. Creo que esa fue la explicación histórica. Lo que le falta a algunas corrientes es ver que ninguna, por si sola, va ser la alternativa de atracción. Hay que unirse, también, a las nuevas comisiones internas que surgen, nuevos sectores de luchadores, que hay un montón.
Precisamente, los nuevos líderes gremiales se reivindican como hombres de izquierda pero se presentan como apartidarios. Son ex de todo, pero actualmente no están con nadie.
Por esa conformación, nadie que ofrezca una salida de un solo sector los va a ganar. Se los puede ganar con una alternativa donde ellos jueguen un rol, y también sus organizaciones. Desocupados, FUBA, telefónicos, ferroviarios, subtes, las nuevas conducciones que limpian a las viejas, todos deben tener un lugar en una organización tipo PT (por el partido brasileño) para decirlo de alguna manera. Donde nadie pierda su identidad pero pueda dar una pelea en común en todos los terrenos, desde lo gremial hasta electoral. Hay sectores que no lo ven y lo único que logran es que la gente huya despavorida. Siguen siendo sectarios, como si el peronismo siguiera igual, no ven que hay cosas nuevas de la izquierda y del peronismo. No es que lo del 2001 se cortó, sino que no surgió el lugar donde expresarse. No hubo alternativa para expresar el «que se vayan todos».
-¿Qué grado de responsabilidad le atribuye a la izquierda en la desmovilización social que se produjo a partir del 2003?
-La máxima, por no haber logrado una alternativa. El proceso, como todos los procesos, tiene picos de ascenso, que después bajan. Pero en la conciencia siempre queda un piso y el nuevo proceso se arranaca desde un escalón mas alto. No es que la gente ahora vuelve a creer en la justicia, ni en el Congreso, ni en los viejos partidos. Se arranca de un proceso en el que ya no creen en nadie, independientemente de que haya habido algunos errores en los sectores de izquierda.
-¿Cuáles?
-Hubo errores, pero también se dio una pelea política feroz con los viejos partidos, como se da ahora en Cromañón. El que dice que no tienen que entrar los partidos a las marchas es el gobierno, que mete su gente, que aparece como independiente. Los que los conocemos sabemos que es así. Lo que pasa es que hay una ruptura muy grande con los políticos, que incluye a la izquierda también: la gente se siente «apareteada» (manipulada por los aparatos partidarios) por la izquierda. Y hay quienes efectivamente aparatean. Hay sectores de izquierda que lo tienen como forma de actuar.
-¿Cómo se aparatea la masacre de Cromañón?
-Ahí no se puede aparatear. Se puede hacer un intento de conducir, pero te desborda. Igual que el 2001. Se puede aparatear una asamblea, una reunión donde metés todos los integrantes de un partido para coparla y así ganás las votaciones, vía el copamiento. Pero no podés aparatear esas movilizaciones.
-¿Qué siente usted cuando va a las manifestaciones de Cromañón y los chicos de quince años le gritan a los partidos que bajen las banderas?
-Nosotros estamos en contra de eso. Porque consideramos que si mi partido apoya y el radicalismo no, y el ARI no, y el peronismo no, se tiene que saber quién acompaña y quién no. Detrás de esa política, que la meten los sectores que no acompañan, está la idea de tapar a los sectores que no van, que no votan la interpelación en la Legislatura, a los que hacen roscas para que haya una comisión investigadora trucha, para sostener a Ibarra. Es una pelea política. Nosotros estamos en contra de que no lleven banderas, pero somos respetuosos de los que están involucrados. Si ellos dicen que no quieren banderas, nosotros los respetamos. Y no llevamos banderas.
-Tal vez las banderas hoy resultan expulsivas para buena parte de la sociedad.
-Al principio, la gente tiene miedo de ser copada. Entonces, la primera reacción es que no haya banderas. Pero después se va viendo, en un proceso, que hay sectores no quieren copar.
-La historia muestra que muchas veces familiares de víctimas de distintas tragedias terminan divididos en tantos pedazos como tiene la izquierda.
-Pero no solo por las fracciones de la izquierda, es por la pelea política que se da por la conducción. Milcíades Peña, que dio la pelea por la interpelación, al otro día fue a decirle a los familiares que no se movilicen, porque la que se movilizaba era la izquierda. Fue a hacerle el juego al gobierno y usó todo su prestigio y la muerte de su sobrino para hacerle la tarea sucia a los responsables del asunto. Lo mandó el kirchnerismo. Ellos utilizan a todas sus figuras para decirle a la gente que nos echen, que echen al sector que dice que para que haya justicia tiene que caerse Ibarra, o que se tiene que romper el pacto de impunidad con Juanjo Álvarez. Ellos tienen más poder que nosotros, tienen aparato, tienen plata para comprar familiares, tienen la prensa que dice que el culpable es el que arrojó la bengala. Es una pelea terrible, para lograr que salga a la luz la tremenda corrupción que había. Para nosotros hay que dar esa lucha, siendo respetuosos de los ritmos de los familiares. Es la única manera de que continúe, porque si no se divide y se frena. Si uno no logra entender ese problema es funcional a Ibarra y Duhalde, que quieren que con este pacto se terminen la movilizaciones.
-Esta lectura a contrapelo de una máxima aplicada por muchas agrupaciones de la izquierda: cuando no podés copar, rompé.
-Es lamentable pero es asi, hay sectores que hacen eso. Nosotros, en cambio, si no podemos incidir, acompañamos.
-Hoy la sociedad repudia la deuda externa, las privatizaciones, habla de distribución de riquezas. Todas demandas de la agenda histórica de la izquierda que, sin embargo, la izquierda no capitaliza electoralmente.
-No solo eso, todos se pintan de izquierda, hasta Kirchner. El doble discurso consiste en decir que ellos hacen esa tarea de izquierda: meten en cana a los genocidas, le pegan a las privatizadas, enfrentan al FMI. Hay un proceso a favor de la izquierda en la conciencia. Habiendo ese proceso si lográramos más unidad y presencia, podríamos desnudar con más fuerza el doble discurso y que sea más escuchada la verdadera salida de izquierda.
-Sin embargo, la unidad parece una expresión de deseos más que una realidad plausible.
-Nosotros hemos establecido mecanismos de todo tipo para evitar herir susceptibilidades. En la FUBA, cada seis meses rotamos los cargos, para compartir las experiencias. En la provincia de Buenos compartimos las lisas con el Partido Socialista. Con Partido Obrero dirigimos la FUBA y, sin embargo, no logramos hacer un acuerdo electoral o piquetero. El PO había dicho que la nueva clase era el piqueterismo, ahora se dio cuenta que no. Nosotros decimos que no se puede militar en los barrios si no le organizás el comedar, y los organizás para pelear. Se muere la gente, hay que ayudarlos a organizarse.
-La mayoría de las organizaciones piqueteras nacieron y se organizaron antes que los partidos de izquierda llegaran a los movimientos de desocupados.
-Es verdad. Pero solos tampoco se organizaban, los organizaron los punteros peronistas, las manzaneras. Ahora rompieron con esa estructura para venir a la izquierda, porque aquí vieron una posibilidad de que no los usen, de que ellos puedan ser protagonistas, de hay que hay reparto equitativo de las cosas.
-¿Y en la izquierda no se repiten las prácticas punteriles?
-En realidad, el grueso de los planes los siguen manejando los intendentes, y cada vez que recortan, lo hacen a la izquierda. Nosotros movilizamos seis veces más que los planes que tenemos. Tratamos de politizar, que la gente se haga dirigente de su barrio, que vaya un poco más allá. Hay pelea por los planes, en ese sentido, nosotros hacemos asambleas que resuelven para quienes van los nuevos planes. Se resuelve en cada local del partido, nunca de manera centralizada. De todas formas, cuando hay plata en el medio siempre hay problemas. Nosotros tuvimos que echar gente de los locales, porque empezó a manejar la comida y sacarla. Vienen del peronismo, entonces vienen con todas las mañas de ese movimiento. Hay que reeducar a esa gente, es toda una tarea.
-¿Se puede cambiar el mundo sin tomar el poder, como plantean las nuevas corrientes de izquierda?
-Son corrientes absolutamente equivocadas, funcionales al imperialismo. Y uno tiene que dar debate. Por eso fuimos al foro de Porto Alegre, una oportunidad interesante, porque ahí van muchos de ellos.
En realidad hay que construir partido. Si no, no se puede tomar el poder. Nosotros no estamos de a acuerdo con que haya un partido único ni nada de eso, pero hay que tener una estructura para dar peleas superiores, de lo contrario no ganas ni un sindicato. Si no tenés un partido no podés interpelar el poder. Nosotros estamos en contra de lo que fue la Unión Soviética, de la estructura de poder de Cuba de partido único, de China que es una dictadura basada en la esclavitud.
-¿Cuando piensa en un partido, piensa en una organización tal cual la conocemos?
-Hay que avanzar en organizaciones donde uno pueda convivir con diferencias, pero donde a la hora de la acción uno pueda ponerse de acuerdo. Además, hay que avanzar sobre las estructuras que actualmente no invitan a la participación.

Nota

83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

Publicada

el

Pablo Grillo
Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

Seguir leyendo

Nota

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Seguir leyendo

Nota

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente.