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Asumió el nuevo presidente, Alberto Fernández, y empieza una nueva etapa. Las calles se mostraron eufóricas y esperanzadas. El presidente dio un discurso cargado de contenido y de medidas concretas: anunció, entre otras cosas, que el país no está en condiciones de pagar la deuda, que parte de los fondos reservados de la AFI serán destinados a las medidas contra el hambre, y se comprometió con la lucha contra la violencia machista, aunque no mencionó el aborto. Crónica desde la calle sobre las expectativas de lo que viene, y el diagnóstico de lo que queda en pie.

Karina, Verónica y Jimena se levantaron temprano para tomarse el tren Sarmiento y cruzarse el Oeste del conurbano desde Ituzaingó hasta Once. De allí llegaron a Congreso y ahora están caminando hacia Plaza de Mayo. “Había muchos nervios. Mucha ansiedad. Y mucha fe: es difícil de explicar qué nos pasa porque las sensaciones son muy profundas”. A su lado marchan de la mano Marcos (21) y Jonathan (28). “¿Qué sentimos? Emoción. Alegría. Felicidad. Orgullo. Igualdad. Y la esperanza de reconstruir un país. ¿Sabés por qué? Porque Macri asumió desde el odio, no desde la convicción”.

El presidente saliente tuvo una breve aparición en el Congreso, cuando dio el traspaso de mando a Alberto Fernández. Tuvo que soportar que cantaran la marcha peronista apenas descorrió el telón rojo, y sentirse blanco del diagnóstico cuando el presidente electo repasó los pésimos índices de su gestión.

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Aurora y Carlos, integrantes de grupos de teatro comunitario de La Plata, vieron la asunción y el discurso de Alberto Fernández en un bar de Bartolomé Mitre y Paraná. Ahora marchan hacia la Plaza. También sonríen, también se emocionan: “Estamos felices de estar viviendo en nuestros sesenta años un momento histórico como éste. Salimos de cuatro años de oscurantismo: todo este tiempo lo tuvimos metido en un grito atravesado en el pecho. Una opresión. Y, de golpe, explota todo. Es felicidad en el sentido filosófico, ético e integral: los pueblos tristes pueden ser vencidos y dominados fácilmente. La felicidad, en cambio, desata endorfina, capacidad de lucha, salir a la calle”.

La calle hoy se vio desbordada de festejos y sonrisas que auguran una nueva etapa con una nueva energía. Otro caso es el de Beatriz (73) y Violeta (66), que llegaron de Córdoba y ahora marchan hacia la Plaza con una latita de cerveza en la mano: “No te podés dar una idea de hace cuánto venimos proyectando este viaje”, revelan.

Violeta cuenta que llegó con la carga de estos cuatro años, con el cuerpo pesado, sintiendo que ya no podía dar un paso más. Y por eso dice que, cuando vio a Alberto y a Cristina, se quebró: “Me largué a llorar. Se me salió todo: recién ahí me di cuenta de que se iban. Más allá de las PASO, más allá de la votación, era como un sueño: hoy vimos cómo se fueron. Somos libres. Y, entre todos, vamos a poner a esta Argentina bien”.

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Ambas subrayan un concepto que fue eje de campaña: “Volvimos para ser mejores”. ¿Qué significa? “Aprendimos a estar unidos. No por nosotros, sino por los que vienen. Hay que insistir en la juventud: explicar las cosas desde la realidad, que es la única verdad, como decía un viejito hace mucho tiempo. Hay que insistir en qué es la patria, en cómo es y qué tenemos que defender. Sembrar cultura, porque si a la masa no la concientizás, nunca llega a ser pueblo. Y es el pueblo el sujeto consciente de lo que se tiene que hacer. Si no contamos ni partimos desde esas raíces, nunca vamos a saber defendernos como país. Nosotros los viejos ya tenemos pasaje cobrado de ida, pero son ustedes los que se quedan. Son el futuro”.

Ya después de que Alberto y Cristina hayan hablado en la Plaza, quedarán los jóvenes encarando esta otra historia que seguirá, como hoy, escribiéndose en la calle. Wanda y Araceli, 21 y 22 años, son de la zona sur del conurbano bonaerense, y dicen: “Sacando todos estos años de gobierno de Macri, hoy estamos atravesando el día con mucha alegría, olvidando todo eso. Después se verán las consecuencias de ese gobierno. Pero hoy por hoy, habernos sacado eso de encima, es una alegría. Que la gente haya tenido memoria y no se haya repetido la historia, está bueno”. Araceli: “Se re siente el ambiente. Se siente mucho más la unión y es un ambiente de festejo”.

Imágenes de estos 4 años: “El hambre, la pobreza. A mí me indigna mucho ver que gente que apoya al gobierno de Macri le sea indiferente la gente que vive en la calle. Nosotras, que venimos del conurbano, vemos a diario en los trenes mujeres con bebés pidiendo monedas; bebés de la edad de mi hija. Lo primero que se me viene a la mente de este gobierno es la indiferencia de mucha gente”.

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Lucas y Valen tienen 21 años y vinieron a estudiar a Capital desde el Chaco. Cuentan: “Hubo mucha represión de la expresión de la gente. Entonces hoy es desquitarnos de eso. Es poder llegar de vuelta a la Plaza de Mayo: los símbolos son importantes y recuperar esto es un acto patriótico y un acto político. No podemos quitar la importancia de la Plaza, de las Madres, de las Abuelas. Las rejas, la construcción que intentaron hacer son para quitar el imaginario de la plaza del pueblo. Y la plaza es del pueblo”. ¿Por qué perdió el macrismo? Valen: “Creo que no estallamos porque vinieron las elecciones, y porque tenemos una fuerte democracia que nos permite expresarnos de esta manera. Nos hicieron bolsa. Supongo que por más que tengas todo sol medios comprados, llega un punto que la gente igual se da cuenta”.

Una de las frases que resonó en la Plaza de Mayo fue de las últimas del discurso de Fernández en el Congreso: “Si alguna vez no cumplo con mi palabra, salgan a la calle a recordarme que estoy fallando”. ¿Qué significa ese llamado? Lucas: “Desde el kirchnerismo fueron muy tibios con muchos temas, como la Ley de Medios”. Valen: “Me gustaría que los medios tengan consecuencias. No puede ser que los medios maltraten a Cristina por ser una mujer en política: nunca se lo hicieron a un hombre. Las portadas de Noticias tienen que tener consecuencias: no se puede seguir condenando el goce de la mujer”.

¿Qué banderas hay que seguir sosteniendo? Los jóvenes estudiantes del Chaco sentencian: “Integrar a la gente de la comunidad LGTB. En la región de la ciencia es importante que las perspectivas sean sociales y variadas, y que haya una integración de las distintas identidades a la ciencia y ala política.

Mirna, Silvia y Patricia, de Villa Ballester, alertan: “Problemas económicos van a seguir existiendo: este desastre no se arregla de un día para el otro. Lo importante es volver a un enfoque de derechos: respetar los derechos adquiridos, que quedaron muy poquitos en pie, y ahora ir por más”. Patricia: “Que el pobre no sea el enemigo, que es lo que instaló esta gente. Si bien estamos mal, tenemos ganas de estar mejor y tenemos ganar de colaborar”.

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Cuál es la magnitud del desastre, según Silvia: “Soy psicóloga. Mi marido perdió el trabajo. La gente llora en el consultorio: de bronca, no solo de perder el trabajo. Porque lo perdieron otros también.” Mirna, trabajadora social: “No solamente los pobres retrocedieron: la clase media, también. Lo que se llamó en otro momento los nuevos pobres, volvieron a aparecer”. Todas viven en San Martín, provincia de Buenos Aires.

Algunas urgencias: “La urgencia directa es la necesidad de que coman los chicos, aunque sea una vez al día”. Otra amiga, empleada doméstica y jubilada con la mínima: “Estoy por debajo de toda cadena alimenticia pero viendo alrededor, todos estamos en la misma. La idea es que los que tenemos un poquito, ver por los que no tienen nada: siempre hay alguien que está peor. La idea es levantar desde abajo”.

¿Qué significa volver para ser mejores? “Siempre el proceso es ir para adelante. Siempre en un proceso se requiere generar nuevas ideas, y criticarse y volver a criticarse. Pasa en el trabajo individual, y en lo social es lo mismo”. Otra: “Es más conciencia social. Comparado con estos 4 años que pasaron, en el caso de Cristina, es una especie de autocrítica el “volvemos para ser mejores”. Las cosas que se hicieron mal, tratar de mejorarlas. Las cosas que no se debieran haber hecho, reverlas. Y las cosas que no se hicieron, hacerlas”.

¿Un ejemplo? “Mejorar en los controles de políticas sociales, porque hubieron muchas, pero faltaron controles: hubo muchos intermediarios que pusieron trabas. Recuerdo que en la AUH se sacaron a los punteros y se les dio las tarjeta directo a las familias: eso está perfecto. No deben haber más intermediarios: es para todos por igual, que no haya nadie que se aproveche de eso”. La amiga: “Si hubieron excesos, hay que hacer controles. No deben ocurrir excesos, en ninguna administración”. La tercera: “Hay descontrol en los planes, por ejemplo en las ayudas a discapacitados, pero la solución no es sacárselos a todos como hico Stanley. Que se compruebe que lo necesitás: para eso es el Estado”.

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Las ideas son múltiples, pero todas tienen hoy un mismo rostro: la sonrisa.

Entre el chau y el hola, todavía suena la música de una Plaza que desconcentra al ritmo del grito cantado de las jóvenes trans del hotel El Gondolín:

-¡Alberto presidenta!

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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