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Votación a puertas cerradas, represión y paro en hospitales: los principales puntos de la ley contra los residentes
Miles de trabajadoras y trabajadores de la salud marcharon al Obelisco en rechazo a la ley que la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó a puertas cerradas y con represión. El proyecto estipula una jornada laboral de 64 horas semanales para residentes a cambio de un salario y condiciones que denuncian como la consagración de la precarización del sector. Testimonios en primera persona y la voz de legisladores que describen una sesión de escándalo.
Por Alejandro Volklind
Luego del masivo paro en los hospitales públicos de la Ciudad de Buenos Aires, miles de trabajadores y trabajadoras de la salud marcharon sobre avenida Corrientes hasta el Obelisco para repudiar la ley que ayer votaron a puertas cerradas y con represión los 34 legisladores que responden a Horacio Rodríguez Larreta.
La ley aprobada reglamenta la tarea de los residentes y concurrentes en la Ciudad y, entre otras cosas, estipula una jornada laboral de 64 horas semanales para los residentes a cambio de un salario por debajo de la línea de pobreza y, aunque parezca absurdo, les niega la categoría de trabajadorxs.
La masividad del paro de hoy y la adhesión de asociaciones de médicos históricamente enfrentadas sólo puede ser entendida por la centralidad que tienen los residentes en el sistema de salud de la Ciudad.

Sin residentes no hay Hospital
Mayra estira el guardapolvo blanco en el asfalto de la calle Corrientes y bajo un sol rabioso escribe con letras grandes: sin residentes no hay hospital.En la marcha, la frase se vuelve un mantra: se canta y se escucha en cada conversación hasta cobrar fuerza de verdad. “El residente es el médico que te revisa si vas a la guardia, el que sigue a los pacientes internados, al que llaman en medio de la noche, el que no duerme durante más de 36 horas. Sin residentes no hay hospital, y si no hay hospital no hay salud pública”, explicaCarla a lavaca, médica que va por su tercer año de residencia. “Hoy en día con mis compañeros brindamos atención durante 12 horas todos los días, ya sea en guardia externa, sala de internación general o terapia intensiva, ocupándonos de temas médicos y, muchas veces, no médicos, pero siempre con responsabilidad”.
Además, tienen entre ocho y cuatro guardias obligatorias por mes, cuyo pago está incluido dentro del sueldo básico y no tienen un descanso posterior al finalizar la guardia, con lo cual terminan uniendo dos jornadas laborales consecutivas, lo que determina que trabajen durante 36 horas seguidas. “Irónicamente –advierte Carla- nuestro trabajo es insalubre y, encima, no reconocido por el sistema de salud”.

“Nos tienen que valorar”, exige Mayra. “Son 10 años de estar estudiando. Que no nos consideren profesionales y nos repriman como ayer me parece una vergüenza”.
Esta negación por reconocer como trabajadores y trabajadoras a residentes y concurrentes es uno de los puntos más repudiados de la ley que votaron en soledad los legisladores que responden a Horacio Rodríguez Larreta, pero no el único.
Hecha la ley…
Algunos puntos de la ley 2828 votada ayer en la legislatura porteña:
- Consolida una jornada laboral de 64 horas para los residentes, mientras un médico de planta en la Ciudad tiene una jornada de 30 horas semanales.
- Deslinda el salario de los residentes del salario de planta, “legalizando» un salario para el residente que recién inicia de $35.000, cuando el Indec porteño estableció la línea de pobreza para una familia de cuatro miembros en $35.436.
- Mantiene a los concurrentes como trabajo gratuito y sin ningún tipo de derecho laboral, mientras cumplen un papel fundamental en las áreas de Psicología de los Hospitales.
- Disfraza la guardia como formación intensiva.
- Incorpora un régimen de disciplinamiento que incluye sanciones, suspensiones y rescisión del contrato, por motivos tan vagos y subjetivos como cometer “una falta grave a la moral de la administración”.
- Habilita estar un año más a disposición para trabajar como residente si el servicio lo requiere, evitando así abrir cargos de planta y concursos.
“Hoy les residentes mantenemos los servicios de pie y eso es producto que el gobierno de la Ciudad no habilita cargos de planta”, advierte Belén, trabajadora social y residente del Santojanni, señalando un punto clave del mecanismo de precarización que sostiene el sistema de salud.
Precarizar a los palazos
El proyecto votado ayer fue despachado en sólo ocho días. El miércoles 20 de noviembre la Ministra de Salud de la Ciudad, Ana María Bou Pérez, se hizo presente en la reunión de Comisión con la iniciativa bajo el brazo. Dos días más tarde ya tenía dictamen para ser discutido por los legisladores en la próxima sesión, pese a los cuestionamientos de legisladorxs y residentes. “Nosotros teníamos un proyecto propio que fue descartado de manera express, con la misma velocidad con la que aprobaron la propuesta oficial”, asegura a lavaca Gabriel Solano.
Esta prepotencia legislativa quedó de manifiesto ayer, cuando el proyecto se sometió a votación mientras fuera del recinto 1500 residentes y concurrentes intentaban ser escuchados. La sordera y el cinismo también se vivieron dentro de la Legislatura, que ni siquiera dejó de sesionar cuando afuera la Policía de la Ciudad y el personal de seguridad de la Legislatura comenzaron a reprimir a lxs trabajadorxs de la salud e impidieron que siete legisladores y legisladoras que habían salido para tratar de calmar la situación ingresaran nuevamente al recinto a votar.
“Lo que pasó ayer en la Legislatura fue escandaloso”, asegura a lavaca Andrea Conde, legisladora de Unidad Ciudadana. “En la mitad de la discusión la Policía empezó a reprimir a una multitud. Yo intenté salir del recinto pero nos cortaron el paso. Mientras estábamos intentando frenar la batalla campal de la puerta, en vez de ir a un cuarto intermedio como ha pasado en otras oportunidades cuando se desbordan las cosas, ellos continuaron como si nada sucediese y terminaron votando solos, con 34 votos positivos de Vamos Juntos y las 5 abstenciones de Evolución. Ninguno de los legisladores de la oposición que estábamos ahí pudimos votar porque estábamos afuera tratando de parar la represión”.
Conde brinda un dato que marca el nivel de cinismo de los legisladores oficialistas: “Apenas votaron, levantaron la sesión y se fueron a comer sushi atrás, como si nada hubiese pasado”
Contra los guardapolvos blancos
La ministra de salud Bou Perez se despidió de su cargo dejando como corolario una ley que repudió todo el arco de trabajadorxs de la salud. Ahora, desde el 10 de diciembre, ocupará una banca en la Legislatura porteña, la misma que ayer vivió una de sus sesiones más escandalosas.
La ley 2828 suma una avanzada más contra trabajadorxs, en una gestión que intentó el cerrar cinco hospitales y unificarlos en un solo edificio y que negó a lxs licenciadxs en enfermería, instrumentación quirúrgica y bioimágen su carácter de trabajadorxs de la salud, tomándolos como empleadxs administrativos.
Esta semana el jefe de Gobierno confirmó que quien ocupará el sillón de Bou Perez por los próximos cuatro años será Fernán González Bernaldo de Quirós, histórico asesor de Rodríguez Larreta y vicedirector del Hospital Italiano.
Mientras tanto la calle canta:
- “Che Larreta, che Larreta / qué asustado se te ve / con hospitales parados / y residentes de pie”
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Campaña: Encontremos a las/los nietos de Oesterheld
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Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
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5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.
Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
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