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El Superclásico de la literatura

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La final de la Libertadores convirtió a todos en grandes contadores de cuentos: que vistantes sí, que visitantes no, que se posterga por el shabat… Ariel Scher repone en esta nota un poco de narrativa futbolera -en serio- que inspira al más famoso de los partidos en Argentina: River-Boca, Boca-River. El equipazo: Marechal; Cortázar, Braceli, Sacheri; Borges, Bioy Casares, Dolina, Piñeiro; Fontanarrosa;  Galeano y Soriano; y muchos más.
Están los que creen que el presidente Mauricio Macri fue el primero en hacer ficción sobre el Superclásico cuando en un rato propuso y al siguiente rato depuso que los hinchas visitantes, prohibidos cada fin de semana en las tierras del mismo Macri, regresaran a las canchas por dos tardes. Eso no es cierto. Si lo de Macri suena a cuento y también suena a cuento que el mandamás de Boca, Daniel Angelici, sugiriera posponer los sudores superclásicos de los sábados a causa de la condición sagrada del shabat y por supuesto suenan a cuento mil y un historias de gentes poderosas y de gentes despojadas a las que se les esfuma el mundo cuando Boca y River o River y Boca se preparan para jugar es porque asoma una final de la Copa Libertadores que parece más de cuento que otra cosa. Un cuento original, pero cuento al cabo, que se suma a la larga literatura que inspiró el más famoso de los partidos posibles en la Argentina.
Leopoldo Marechal, por ejemplo, no necesitó que un jefe de Estado entretejiera fantasías sobre un duelo clásico con tribunas de los dos colores. Lo escribió en Megafón y la guerra, una novela editada en 1970: «Había en las tribunas una tensión indefinible, como la de la atmósfera un minuto antes del huracán. Se trataba de aquel ‘olor a bronca’ misterioso y temible que la nariz de ningún porteño deja de olfatear en el aire y que nos emborracha como una pólvora. Cuando los dos teams salieron a la luz por el túnel, el caos de la furia se individualizó en silbidos y aplausos: las jetas hirientes de los que silbaban se volvieron a las jetas borrascosas de los que aplaudían. Y se inició un encuentro maligno y enredado, como si demonios invisibles y de camisetas contrarias inspirasen las accio­nes».
Peronista, proscripto, cautivante, Marechal ya había reunido a Boca con River en los tramos iniciales de Adán Buenosayres («Demonios infantiles, embanderados con los colores de River Plate o de Boca Juniors»), su primera novela, que en 1948 despabiló aplausos en un joven crítico literario llamado Julio Cortázar. En la correspondencia que los dos escritores intercambiaron a través de los años no hay líneas superclásicas, pero sí una confluencia de comprensiones. Nunca se sabe: acaso alguna de esas coincidencias provocó que Cortázar, lejano del fútbol y amante del boxeo, desgranara una mención conjunta para Boca y River en su Libro de Manuel: «Si extrapolás podrían invitar a todos los de Boca o de River a mandarse el Terry Riley un domingo de tarde, repartiéndoles unas quenitas y otra cornamusas fáciles y baratas». Músico estadounidense y singular, Riley soprendió con su obra a muchos públicos pero es posible que el asombro hubiera sido suyo de enterarse que alguien (alguien que puede ser sólo Cortázar) lo situó en interacción con los rituales de la popular.
¿Habrá en los archivos de la literatura algún autor tan creativo como la Conmebol, que anunció que Boca y River se enfrentarían por el título antes de confirmar que no le daba lugar a una protesta judicial del Gremio de Porto Alegre para que River no fuera el finalista? Difícil empatar con semejante audacia imaginativa, pero seguro a esa altura está, entre otras magias, Señor Labruna, el cuento del mendocino Rodolfo Braceli que, tierno y desopilante, entrelaza las vidas de Estupor Corcuera, un maestro provinciano bien de Boca, y Ángel Labruna, ídolo entre los ídolos de River («Señor Labruna, no vaya a tomar a mal lo que ahora paso a contarle: yo soy hincha de Boca, lo soy desde que tengo uso de razón y uso de pasión. Pero eso no me impide tener por usted mi más alta estima y admiración. Yo sé que usted es de River y jugará en River hasta el último minuto del último partido de su vida»). Repetida incorporación a la literatura argentina (Jorges Luis Borges y Adolfo Bioy Casares usan el apellido Labruna al enhebrar la biografía de Honorio Bustos Domecq, la firma con la que estampaban sus cuentos compartidos), Angelito aparece en La traición de Rita Hayworth, traído por Manuel Puig, quien allí introduce al -claro que sí, ya es tiempo de dejar de considerarlo una extrañeza- Superclásico. Bioy Casares, en cambio, no regresa a Labruna pero sí a Boca-River en una brevedad de sus diarios nucleados en Descanso de caminantes. Nadie dirá que no es un ratificación de su ironía irrompible: «Es un gran muchacho De la Rúa. Para presidente, lo voto sin vacilar. Para presidente de un club mediocre, no grande como Boca o River; un club de barrio».
Seducción para los tangueros como Emilio Brameri y El Matrero en Viento en contra («Si alguien habla bien de River, él seguro grita Boca») o para el rock que se oye en 9 de Julio, de Callejeros («Otra vez otro Boca-River/ que termina a las piñas,/ arañando el final»), habrá que esperar por cuánta música hilvanarán el Pity Martínez o Cristian Pavón en medio de las histerias, de las mugres y de los miedos que envuelven a la pelota en esta edad humana. Hasta entonces, quizás la salida consista en leer a otros versificadores notables como Fernando Guibert («Y la silbante víbora en medio del estadio,/ enorme pan abierto, rosca de Reyes, River Plate y Boca») o como Humberto Costantini, reconocedor implícito de la gravitación imperial de Boca y de River en Porteño y de Estudiantes, tributo a su pasión por el club pincha, donde asume lo que sigue: «Uno aguantó silencios,/ miradas bocayunior,/ sonrisas riverplei». La alusión de Costantini (que además cita a River en su cuentazo Inside derecho) sintetiza, dese la literatura, el papel hegemónico de River y de Boca en la Argentina cotidiana, algo que, por si se requiriera una ratificación también de literatura, suscribe Eduardo Sacheri en las muy futboleras hojas de Papeles en el viento: «Son todos de Boca, ahora. O de River, como mucho. —¿Y qué querés? Si en la tele están dale que dale con Boca y River…».
Tal vez el poema entre los poemas superclasiquísimos es de un crack, Héctor Negro, quien hace eje en en esa vida asociada y disociada a un solo tiempo, en ese juego de no ser nunca el otro pero sí ser en relación con el otro, que signa a River y a Boca. «El Riachuelo y El Plata/ Podrán mezclar sus aguas allí cerca,/ Pero River y Boca no se mezclan./ Boca-River, un relámpago largo de impaciencias/ Cien barrios, cien ciudades bien alertas,/ No hay neutrales, no hay sordos y no hay siesta», desgrana en sus estrofas que andan grabadas para las orejas de cualquier futuro gracias al vozarrón de Alejandro Apo.
Ningún texto manifiesta de manera más rotunda esa tensión de gigantes opuestos que una brevedad anotada por Eduardo Galeano en El fútbol a sol y sombra. Es puro Galeano y puro River-Boca: «Creo que fue Osvaldo Soriano quien me contó la historia de la muerte de un hincha de Boca Juniors, en Buenos Aires. Aquel hincha se había pasado toda la vida odiando al club River Plate, como correspondía, pero en el lecho de agonía. Y así pudo celebrar, en el último suspiro: —Muere uno de ellos».
Soriano, cuervo y futbolero al mango, ejerció de cronista de unos cuantos Boca-River, al punto de transformar en bellezas sobre el papel a partidos que habían sido un opio arriba del césped. No fue el único en lograrlo, ya que las memorias del periodismo deportivo obsequian muchísimos relatos tan o más hermosos que los mejores partidos. País de espantos que nunca se volverán olvido, la Argentina cuenta a Enrique Raab entre el centenar de trabajadores desaparecidos durante la última dictadura cívica y militar. Aunque no fungía como cronista de deportes, un artículo suyo, publicado en La Opinión del 18 de abril de 1975, justifica con nitidez que los Boca-River siempre propiciaron crónicas excepcionales y siempre, también, se localizaron en la mira de los habitantes de la Casa Rosada. Nada escapa a los ojos encendidos del maestro Raab: «La presidente de la Nación, se sabe, solicitó personalmente que ese partido fuera televisado: más tarde, después del segundo gol de River, la hinchada de River -los muchachos de la calle Brandsen- contestaron con un estribillo la temprana acusación de gorilismo que los boquenses les habían enrostrado. Cantaron, ante el silencio hostil del sector de Aristóbulo del Valle: ‘Y ya lo ve, y ya lo ve/ la Boca está bailando a pedido de Isabel…».
Quizás la tentación de generar literatura con Boca y River devenga de que, según unos cuantos escritores, pocas cosas son tan decisivas para la edificación de un texto como delinear un buen antagonista y acá, evidencia plena, el antagonista está servido. «Como caerle con la camiseta de Boca a alguien de River», suelta Claudia Piñeiro en su novela Las viudas de los jueves. «Ya sé que el deporte me tenía sin cuidado, pero en los papeles yo era de River y Bertuccio era de Boca y aun así entre nosotros estaba todo bien, a excepción de los días posteriores a cada clásico, eso sí, en los que uno desollaba al otro con precisión de piel roja», enmarca Marcelo Figueras. en Kamchatka, para tornar otra vez en contrapunto de novela al clásico. Alejandro Dolina, narrador del fútbol como pocos, halló rutas que articulan teoría, pasión y literatura para conjeturar sobre ese cara y cruz tan poético como deportivo en una nota en la revista Humor: «Existe un espíritu boquense y un espíritu riverplatense. Ambos son, inclusive, anteriores a la existencia de Boca y River. Boca es el alma romántica. River el clasisismo. Boca es fe y corazón. River es ciencia y cerebro. Cualquier historiador sensible podría reconocer, sin consultar documento alguno, las preferencias deportivas de los personajes de cualquier siglo. Alejandro de Macedonia fue -sin duda- boquense perdido. Aristóteles, su mentor, era de River».

¿Resultará suficiente esa caracterización de Dolina para suponer cuáles de las y de los líderes políticos y económicos que desembarcarán en Buenos Aires para la cumbre del Grupo de los 20 se identifican con Boca o con River? Acaso ellas y ellos intuyan que no oirán rimas amables para su presencia, pero quién sabe cuántos expresarán o se guardarán la tentación de aprovechar el viaje para ser testigos de los rumores de la cancha. «Estuvo en Buenos Aires una semana, lo reportearon en La Nación, vio un Boca-River y comió asado en Sierra de La Ventana»,  fantaseó Juan Sasturain, en El General Rosca, conquistador de la nada, un cuento muy anterior a los días de Macri y del G20 que verifica que, a veces, la literatura desgrana la historia antes que la propia historia: el General Miles al que Sasturain hace desfilar por un Boca-River asume perfiles casi gemelos a los de figuras estridentes que pisarán el cemento porteño. Salida eventual para jefes de Estado que no arrastran el amor de las masas argentinas: palpitarlo por medio de los medios de comunicación. Otro escritor argentino, Pedro Mairal, se los sugiere desde su novela El año del desierto, que, paradójicamente, no remite al 2018 de estas latitudes. «El domingo se juntaron los hombres a escuchar River-Boca», apunta allí, con el estímulo -guiño de la literatura y de la televisión de décadas- de que el comentarista es Enrique Macaya Márquez.
«El picnic que se haría el Negro Fontanarrosa con todo esto», sentenció, certero y en estas horas, un mozo experto de un bar de Congreso que, hasta la inminencia de la definición de la Libertadores, creía que ya no le quedaba asombro por conocer. La frontera de su perplejidad se agrandó luego de escuchar a un hincha de River asegurando que la final está arreglada para Boca, a un hincha de Boca, a un hincha de Boca proclamando que la final está acomodada para River y a unos dirigentes notorios que avisaron que las señales de celular van a ser bloqueadas de algún modo para que el entrenador de River, Marcelo Gallardo, no transgreda la sanción que le prohíbe comunicarse con sus futbolistas durante el partido. Campeón de la narrativa sobre el fútbol, Fontanarrosa vio su primer Superclásico en la cancha en septiembre de 1988, convocado por El Gráfico, cerca de cumplir 44 años. Explicó el misterio entero de semejante partido: «Conocí el mar ya de grande, cuando había pasado la veintena. Estuve después en las pirámidas de El Cairo (el verdadero) atraído por la leyenda de Keops, Kefrén y Micerino, aquel terceto central como nunca más volverían a tener los egipcios. Y vi un River-Boca en cancha de River».
Hay decenas de páginas de Fontanarrosa, devoto de Rosario Central pero minucioso analista de los demás equipos, en las que Boca y River son compañeros de una literatura hermosa. «De Boca sería. En esos pueblos son todos de Boca. El que no es de Boca es de River», contornea a uno de sus entrañables personajes.Por supuesto, eso se lee en un cuento que no habla de este Superclásico. Pero lo merecería.
Es que el cuento se titula Usted no me lo va a creer.

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Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos

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Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.

Por Claudia Acuña

Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.

Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.

Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.

A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Hasta lograrlo.

Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.

Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.

Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.

Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.

Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.

Quizá.

Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.

Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.

La presentación

Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.

Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.

Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».

El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.

Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
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La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

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La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.

Por Francisco Pandolfi

Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.

La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”. 

Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».

Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.

En la conferencia de prensa convocada por la familia de Pablo Grillo, fotógrafo que fue impactado por una granada de gas lacrimógeno lanzada por las Fuerzas comandadas por Patricia Bullrich, Fabián, su papá, habló sobre la salud de su hijo.

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:35:39.538Z

Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.

Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”. 

En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.

La causa, sin avances

Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.

Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”. 

La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.

Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.

Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.

Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, es junto a Paula Litvachky, del CELS, la abogada que representa a la familia jurídicamente. En este video cuenta los avances de la causa judicial:

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:54:48.310Z

Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.

Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.

Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.

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La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

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Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.

Por Franco Ciancaglini.

La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo. 

En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso. 

“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.

La que habla es una de sus hijas, Paula.

El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10. 

Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.

El arma y la palabra

Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.

Es jubilada.

Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.

Tiene tres hijas.

Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.

Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.

Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.

La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.

Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.

El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.

Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.

Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.

Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.

“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.

Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.

Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.

Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.

Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.

La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”. 

¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.

La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.

¿Necesitan algo? “Sí: paz”.

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