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Las 4 fantásticas: compañía teatral Piel de Lava
Cuatro actrices, directoras y dramaturgas. Una retrospectiva de sus quince años, más una obra nueva sobre machismo y extractivismo. Un cuerpo colectivo que capta la sensibilidad de una época. Trayectoria y futuro del nuevo teatro argentino. Esta nota fue publicada en la edición 122 de MU. ▶ LUCÍA AÍTA
“Entrar en silencio: ensayo”, indica un cartel en una puerta del Teatro Sarmiento. Al entrar vemos un pasillo oscuro. El objetivo es llegar a la sala en la que el grupo teatral Piel de Lava se entrena con una misión maratónica: hacer una retrospectiva de todas sus obras, y producir una nueva creación.
Un sonido funciona como guía para llegar a destino. No es el canto de las sirenas que prometen las leyendas, pero es igual de bello: se escucha fuerte y claro que cuatro mujeres se ríen a carcajadas.
Caminamos, entonces, hacia las risotadas. Bingo.
Cuatro mujeres charlan y toman café mientras leen guiones. Son Pilar Gamboa, Elisa Carricajo, Laura Paredes y Valeria Correa, actrices, directoras y dramaturgas. Las cuatro se miran actuar unas a otras, dan indicaciones y se dan aliento mientras usan el nombre de sus personajes como si fueran personas reales. Transforman una sala del teatro oficial en una fábrica de arte que funciona durante más de seis horas seguidas de forma ininterrumpida. Y al mismo tiempo, se comportan como si estuvieran en una reunión en el living de una casa.
Las Piel de Lava no son sirenas pero sí una leyenda. Cualquiera que hable de investigación grupal las tiene como referencia. ¿Por qué? Porque no existen experiencias que se les parezcan en su particular forma de trabajar, producir, dirigir y escribir obras teatrales. Ni con tanta trayectoria, ni con tanto futuro. Las Piel de Lava no son sirenas: son obreras de la actuación. Y el detrás de escena de cualquiera de sus obras es, en sí, un espectáculo.
¿Cuáles son las particularidades de esta leyenda? Piel de Lava es un equipo de creación formado y comandado por mujeres. Son conocidas por ser fieles a la sensibilidad con la que sus cuerpos leen la época y por la forma en la que logran una voz colectiva de escritura.
El tiempo no para
Piel de lava comenzó en 2003 y lleva realizadas cuatro obras, una película y un libro que compila esa escritura grupal. El festejo de los quince años juntas tiene un fixture heroico:
- Realizar nuevamente sus cuatro obras: Neblina, Colores Verdaderos, Tren y Museo.
- Dictar un workshop de ocho clases en creación grupal.
- Estrenar una obra nueva, que ya tiene nombre: Petróleo.
Durante esos días las actrices serán oficinistas, terroristas infiltradas en una banda pop, o mujeres que van a un congreso religioso. Las Piel de Lava dicen que hacer una retrospectiva implica revisitar muchos materiales que fueron producidos cuando tenían otros cuerpos y otras cabezas. “Esto nos llevó a hacernos muchas preguntas sobre qué había que recuperar, qué cambiaba con el tiempo y qué nos motivaba de volver a hacer estas obras”, dice Laura Paredes. “Cada obra habló de lo que queríamos hablar en ese momento y ahora pensamos cómo volver a hacernos esas preguntas hoy. Cómo hacer de nuevo esas obras sin forzar el papel carbónico porque hay otro peso y otra voz en cada una”, suma Pilar Gamboa.
No es la primera vez que este grupo de mujeres reflexiona sobre el paso del tiempo. Pilar, Valeria, Elisa y Laura son las protagonistas de la película La Flor dirigida por Mariano Llinás, un monstruo de experimentación cinematográfica que dura 15 horas y llevó 7 años de rodaje. En La Flor uno de los temas centrales es el registro del proceso del paso del tiempo en el cuerpo de estas cuatro actrices, mientras ellas actúan cinco historias en las que interpretan los roles más variados.
Con respecto a esos cambios, Elisa habla del paso del tiempo como un valor positivo: “Es buenísimo tener veinticinco años pero también está bueno que haya pasado todo lo que vivimos en el medio. Es algo bueno ser joven pero también es buena la experiencia acumulada, y hay que saberla valorar”. Las Piel de Lava reflejan así algo que las mujeres tenemos poco permitido: vivir el paso del tiempo con alivio. “El sistema pide que tapes el paso del tiempo, las arrugas, las ojeras. Y que si sos madre no puedas volver a trabajar. Nuestra forma de producir, en cambio, nos permite no maquillar el paso del tiempo y poder trabajar siendo madre. Mostrarlo ya es dar el mensaje de que nosotras lo estamos haciendo y se puede. Ni siquiera es un gesto apropósito: nos sale así”, dice Valeria, una de las tres del grupo que actualmente están en plena crianza de niñxs pequeñxs.
Las Piel de Lava suman la reflexión temporal al contexto de la marea feminista: no toda empezó hoy y con nosotras. “Los resultados de la lucha feminista empiezan a verse después de años de lucha. Piel de lava es eso: surgen estos resultados y esta forma de trabajo después de años de trabajar juntas. No es de un día para el otro”, dice Pilar.
Es entonces cuando, en pleno contexto de paro internacional y feminismo movilizado, las Piel de Lava le dieron la vuelta y agregaron un nuevo desafío: actuar de hombres.
Machos petroleros
“Vamos a ser hombres”, avisa Laura y lo explica en la pregunta de la nueva obra: cómo son cuatro hombres en la Patagonia trabajando en la industria del petróleo. Laura: “Nos pone muy en jaque buscar esos hombres. Lo primero que aparece a deconstruir es el imaginario que tenemos como masculino porque a veces está más cercano de lo que una cree, en una misma. Tiene que ver con ciertos usos del espacio, de la voz. O, por ejemplo, hasta sentarse más cómoda en la silla”.
Elisa: “Lo de travestirnos nos permite investigar el género desde lo físico. Pero las obras siempre cruzaron estos temas porque somos mujeres. Es nuestro cuerpo y nuestra historia lo que se pone en juego al investigar”. Laura agrega: “Todo el trabajo nos tira metáforas tremendas de las que no éramos ni conscientes y que empezaron a aparecer. Como la imagen de algo que perfora la tierra y la hace mierda. Como un sistema que ya fue y que está cayendo”.
Pilar cuenta que para ella es muy interesante permitirse esas preguntas para las que no tenemos respuestas aún. Laura: “Hay que pensar muy bien a partir de este nuevo paradigma cómo no volverse didácticas. Cómo abordamos esto que es nuevo sin generar una nueva moral y sin decirle al público lo que quiere escuchar”.
Es esa búsqueda genuina y grupal la que las llevó a investigar sobre lo más profundo del sistema, que plantean que está muriendo: machismo y extractivismo.
Humor, ansiedad, seriedad
Nos hicieron tantas veces la pregunta: “¿Entre mujeres y siguen juntas?”, dice Valeria con voz de hartazgo cuando se toca el tema de la obra. Y se autoresponde: “Sí, mujeres que trabajan juntas es una fiesta. Es al revés: porque es entre mujeres es que estamos juntas. Y justamente el feminismo es poder sostener esto entre mujeres cuando la vida te pide que te ocupes de tantas otras cosas. Hay que ponerle siempre el valor a tu grupo”. Pilar suma casi a coro: “El mundo te pide que compitas y te pelees, quiere batalla, por eso se sorprenden con la continuidad”.
Cuando tienen que definir cómo funciona el grupo, las Piel de Lava dicen que su motor es la risa y el disfrute que sienten cuando están juntas. “Las ideas al principio surgen por una cuestión lúdica. En el fondo, si nos cargamos de risa es que funciona. En el mejor sentido, el humor es una característica del grupo”, dice Elisa. Pilar acota: “Es lo que nos dice que estamos vivas. Es la nafta. Puede sonar naif pero el motor sigue siendo la carcajada que nos causa la pavada de la otra”.
Valeria: “Se puede entrenar cómo acomodar la pasión entre las cuatro. La pasión tiene que estar”. Laura suma: “Nosotras hacemos teatro porque es el lugar de goce y de disfrute. Aunque eso sea después lo más serio de mi vida. A otros grupos puede ser que los una otra sensibilidad. Es encontrar qué instrumentos toca cada grupo. Eso sí se entrena: es aprender a ver qué agudezas encontrás en las formas de relacionarte”.
Elisa cuenta que otra pregunta que les hacen mucho y les resulta rara es: “¿Quién dirige o quién escribe de verdad?” Y levanta la voz de verdad. “Lo plantean como si la idea de la grupalidad no funcionara o fuera una farsa. Como si en realidad hubiera alguien que toma las decisiones y se oculta. La idea en el workshop es compartir un poco algo de la anarquía que somos, que la vean en acción”. El resto señala que también ven como algo muy machista y retrógrado la idea de que sí o sí tiene que haber alguien que ponga orden. “Hay un erotismo repartido. Se reparte todo el tiempo ese deseo cuando no hay uno que toma las decisiones. Es aprender a ver que la respuesta casi siempre está en el medio entre lo que dice cada una. Nadie gana. Lo que gana es el resultado del trabajo en sí mismo”, dice Pilar.
Un ensayo de Piel de Lava es ver en seguida que se toman esa anarquía muy enserio. Por momentos son cinco personas hablando a la vez. Por momentos circula la dirección y todo se discute en rondas que parecen asambleas. “No hay jerarquías. Es cierto que se tarda más. Pero por ahí haya que tardar más en todo”, dice Elisa y vuelve a una concepción del tiempo distinta a la de las corridas actuales. Valeria remata: “Juntarse y hacer cosas es la única que nos queda. No hay otra salida”.
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