Nota
Feliz año viejo: el INTA amenaza con sancionar a un ingeniero por fomentar la agroecología

César Gramaglia, ingeniero agrónomo y miembro del INTA de Villa Dolores, Córdoba, tiene abierto un sumario por el INTA cordobés en el que amenazan censurarlo suspenderlo por haber planteado en un programa radial que la agroecología permite producir cultivos sin aplicación de pesticidas agroquímicos. Una reacción anacrónica y con resonancias autoritarias de (se supone) viejos tiempos, por parte de la entidad regenteada por Juan Cruz Molina Hafford que nada parece tener que ver con la ciencia ni con la libertad ni con la producción. Lo que plantean las sociedades científicas y los gremios y la nota publicada en la revista MU sobre parte del trabajo de Gramaglia en Traslasierra. Por Francisco Pandolfi.
La Ciudad de Villa Dolores, al centro oeste de Córdoba, no le escapa a la general de la provincia en materia económica: el sector agropecuario es uno de sus motores. Tampoco este municipio –donde la papa es el cultivo más importante de la región–, con respecto al peso específico que tiene el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
El ingeniero agrónomo Juan Cruz Molina Hafford es el director regional del INTA Córdoba, organismo denunciado por abrirle un sumario administrativo con intención de sancionar por al menos seis días y disciplinar y censurar a César Gramaglia, quien hace 15 días recibió una notificación del organismo que revela que su sumario se acerca a una resolución.
Gramaglia es técnico extensionista del INTA local y gran apoyo de proyectos agroecológicos en la zona de Traslasierra principalmente. Desde su casa en Villa Dolores narra a lavaca la crónica de un hostigamiento que no viene de ahora ni tampoco es unidireccional, sino que apunta a desprestigiar una idea, un modelo, un futuro distinto: “Todo comenzó cuando asumió el cargo Molina Hafford, a mediados del 2018. Al poco tiempo, me invitaron a integrar un comité técnico para brindar un intercambio internacional con Bolivia, con el objetivo de promover la agroecología y desde el Centro Regional de Córdoba me negaron la posibilidad, sin haber ningún motivo para impedirlo. Ahí ya empezó la censura y la persecución ideológica”.
Gramaglia plantea que esa situación no fue una excepción: “Existen también otros casos concretos, como en marzo de 2019, cuando el INTA lanzó un curso virtual de agroecología. Me invitaron a integrar el equipo de docentes y de nuevo la autoridad máxima del INTA se opuso. O sea, otro adoctrinamiento”.
Sigue: “Como corolario, a principio del 2020 se me inició un sumario administrativo a partir de una entrevista que di en una radio local, una FM de Traslasierra, donde manifesté que existen otras alternativas para el control de plagas –en ese caso de la langosta– además de utilizar insecticidas de síntesis química. Esa fue la frutilla del postre para que se profundizara el ataque, que no se trata de una discusión técnica productiva, sino política. Ese es el mar de fondo”.
–¿Qué es lo que molesta?
–No hay que tomarlo como algo unipersonal, sino llevarlo a la pluralidad, hablar de nosotros, porque existen varios compañeros de esta institución y de otros organismos de ciencia digna que han sufrido las persecuciones políticas ideológicas de las autoridades de distintas instituciones públicas. Siempre es contra quienes promovemos un modelo de producción de alimento más sano, más seguro y más soberano. Acá estamos tocando intereses económicos y políticos porque lo que sostiene al actual modelo de agricultura, con un enfoque industrial, son importantes sumas de dinero vinculadas con la producción y la comercialización de insumos químicos. Como el mío, ha habido otros casos que se han traducido tal vez no en un sumario administrativo, sino que ante semejante persecución ideológica los técnicos toman la decisión de pedir el pase hacia otro centro regional de la Argentina para trabajar con libertad. Varios técnicos tomaron la decisión de la autocensura, de no hablar más del sistema agroecológico, por estar expuestos a recibir sanciones de las autoridades.
En el caso de Gramaglia se trató de una suspensión de 6 días. Si se observa con detenimiento, que un ingeniero agrónomo plantee que se puede producir sin utilizar pesticidas es algo que debería celebrar y promover una organización como el INTA. En este caso, además de la Sociedad Argentina de Agroecología o CLACSO, por nombrar a algunas entidades del ámbito científico, el sindicato ATE-INTA repudió el castigo impuesto y la calificó la sanción como “injusta, arbitraria, antidemocrática y persecutoria”. “Advertimos que la sanción a César Gramaglia representa de manera fiel el modo en que algunos pretenden censurar, amedrentar, disciplinar a quienes están comprometidos con la agroecología”.
Cierran el comunicado: «Por el derecho a pensar y trabajar en libertad en una institución de prestigio mundial como es nuestro INTA».
Walter Pengue (Ingeniero Agrónomo con especialización en Mejoramiento Genético Vegetal y Magister en Políticas Ambientales y Territoriales, además de miembro de sociedades agroecológicas internacionales y de la Academia de Ciencias del Ambiente) escribió al INTA cuestionando «un bozal mediático que restrinja nuestro derecho a opinar y por lo tanto a pensar» y focaliza el caso como un ataque a «derechos humanos y democráticos que pudieran pretender conculcársele».
Un negocio que ataca a la naturaleza y a la alimentación
Antes de ser favorecido con el cargo de Director del Centro Regional Córdoba del INTA, desde el 2011 hasta enero de 2018 ocupó el cargo de Secretario de Agricultura, en el Ministerio de Agricultura y Ganadería de la provincia de Córdoba. Sobre sus antecedentes habla desde Córdoba el pediatra y neonatólogo Medardo Ávila Vázquez, integrante de Médicos de Pueblos Fumigados: «Pocos recuerdan que era funcionario de De la Sota. Es un lobista del agronegocio, de la Mesa de Enlace, todo lo que hizo fue de terror y ahora se hace el técnico del INTA. Cuando hicimos los estudios epidemiológicos en el pueblo agrícola de Monte Maíz (se detectó una elevada contaminación con glifosato en asociación con incremento de casos de cáncer), fue él quien trató de bloquear que el municipio dictara una ordenanza contra las fumigaciones, pero se la ganamos. Otras denuncias no prosperaron porque De la Sota y Schiaretti siempre controlaron la Justicia».
El abogado ambientalista que llevó a cabo las denuncias se llama Darío Ávila. Recuerda: “En mayo de 2015 Molina Hafford era el secretario de Agricultura y Ganadería de Córdoba y por lo tanto era la autoridad de aplicación de la ley provincial 9164, que regula la utilización de productos químicos y biológicos de uso agropecuario, es decir la ley de fitosanitarios provincial. En aquel entonces presentamos un reclamo administrativo solicitando que gestionara ante el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria, el SENASA, la exclusión del glifosato de la nómina de productos autorizados. Tomamos como base fundamental y científica la publicación de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, dependiente de la Organización Mundial de la Salud, que en marzo de 2015 había reclasificado al glifosato como probable cancerígeno”.
Agrega: “A su vez, la ley provincial de fitosanitarios también dice que la autoridad de aplicaciones, en ese caso la Secretaría de Agricultura, podía adoptar en forma inmediata las medidas que considere necesarias para el resguardo y preservación de las personas, el medio ambiente, la flora, la fauna o los bienes de terceros. Por supuesto que no hubo respuesta ni ningún tipo de pronunciamiento”.
César Gramaglia lo padece desde hace cuatro años y también tiene mucho que decir: “El único antecedente laboral que ha tenido el actual jefe máximo del INTA Córdoba antes de su ingreso, fue haber ocupado el cargo de Secretario de Agricultura del gobierno provincial, cuando históricamente esa dirección se la designa a un profesional que ha hecho carrera interna en el INTA, que mamó desde chico la institución. Esto no ocurrió y uno se da cuenta que fue una jugada política de un gobierno ligado con la promoción del agronegocio, la prédica de las mal llamadas ‘buenas prácticas agrícolas’ y cercano a los miembros de la Mesa de Enlace; un gobierno que considera que aplicando de manera responsable el paquete de tecnologías de insumos químicos no produce ningún daño sobre la salud de los alimentos, las personas y el ambiente, cuando esto no es así. Por eso proponemos un cambio del actual modelo hegemónico de producción de alimentos basado casi exclusivamente en la incorporación externa de insumos químicos como fertilizantes, herbicidas insecticidas, fungicidas, que no solamente tienen un impacto negativo sobre el agro-ecosistema desde el punto de vista económico, porque se incrementan sus costos de producción. También se ha comprobado científicamente que genera externalidades negativas sobre el ambiente, además de impactos negativos socialmente, porque el actual sistema favorece sólo a las grandes escalas de producción, demostrado en los resultados que arrojó el Censo Nacional Agropecuario que dice que durante los últimos años han desaparecido el 25% de los pequeños y medianos productores”.
En julio pasado, Juan Cruz Molina Hafford fue designado por cuatro años más en el cargo.
Vivita y coleando
César Gramaglia nació hace 55 años en Vila, pueblo rural santafesino de 1200 habitantes. En 1991 se egresó como ingeniero agrónomo en la Universidad del Litoral y desde el año siguiente comenzó a formarse “hacia otro modelo de producir alimentos, con un enfoque orgánico, porque en ese momento se hablaba poco de Agroecología; la decisión fue transitar un camino alternativo”. En esa senda llegó al INTA de Villa Dolores en 2007, por la que hoy es hostigado.
–¿Qué logran con este amedrentamiento?
–Es muy simple: buscan mantener el statu quo. Sostener la propuesta del agronegocio, aumentando la eficiencia de la aplicación de los agroquímicos. El objetivo de las políticas públicas que hoy se están tratando de implementar a través del INTA es que nada cambie. En este momento, a nivel nacional se está redactando una nueva tanda de proyectos para implementar durante los próximos cuatro años. Y el centro regional del INTA Córdoba en ninguno ha contemplado como eje temático a la agroecología. O sea, está desconociendo la demanda de un grupo de productores y de la sociedad civil que reclama por la transformación del actual modelo de producción de alimentos.
Gramaglia, quien lanzó un mensaje de fin de año promoviendo la agroecología y una alimentación sana, agrega una percepción: “Miles de personas reconocen que más allá de una sanción personal, se busca sancionar a la agroecología de manera global, lo que demuestra dos cosas: por un lado, que se trata de una ciencia que puede traer respuestas a las consecuencias negativas del actual sistema agroalimentario globalizado. Y por el otro, que la agroecología está vivita y coleando, más que nunca”.
Aquí podés leer la nota publicada en MU en julio de 2022, en la que se recorre el camino agroecológico en Traslasierra, en el que Gramaglia ha tenido un papel relevante, experiencia que incluye a comunidades y sus huertas orgánicas y también a importantes productores de papa y uvas.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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