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El fin de la impunidad: Lo imposible tardó un poco más

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La maravillosa frase es de Raquel Robles, de la agrupación HIJOS, a quien -entre muchos otros- también le pertenece la histórica jornada del martes 12. Formalmente, la Cámara de Diputados dio media sanción a la nulidad de las leyes de punto final y obediencia debida. Pero ese día se convertirá en un símbolo de cómo la resistencia logra vencer a la impunidad.

La Cámara de Diputados sancionó la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que ella misma había puesto en marcha en 1986 y 1987, para limitar los juicios contra militares acusados de una variada gama de violaciones a los derechos humanos, que incluyen el homicidio, la desaparición forzada de personas, la tortura sistemática y el robo de niños y bebés durante la dictadura que existió entre 1976 y 1983.

Afuera del Congreso, uno de los sectores más tozudos, obcecados y conmovedores de la sociedad, el que a lo largo de estas décadas no dejó de defender los derechos humanos, vivió un día de risas y lágrimas, que empezaron cuando se escuchó el audio del recinto en donde se votó por unanimidad, a las 16.35, el decreto que hace imprescriptibles a todos los delitos de lesa humanidad. El Estado, después de mucho tiempo, empezaba a dejar de amparar a los genocidas.

Beatriz Cristina Sarti mostraba su bellísima sonrisa, en una foto blanco y negro sobre el pecho de su madre, que lloraba, abrazada a otras Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora. Beatriz Cristina Sarti fue secuestrada a los 22 años, el 17 de mayo de 1977. Su madre lloró al escuchar que Diputados aprobaba el decreto que deja de cobijar a los que hicieron desaparecer a Beatriz. Unos pasos más atrás, un señor que literalmente exhibía una sonrisa de oreja a oreja, hacía cortes de manga mirando al cielo.

Es difícil calcular el número. Pero es interesante el cálculo que estimaba en más de 30.000 a las personas que se apostaron fuera del Congreso con la idea de garantizar mediante la movilización el tratamiento y la aprobación de la nulidad de las leyes de olvido que permitirá -si es ratificada por el Senado posiblemente la semana próxima- reabrir las causas contra militares que habían logrado la impunidad amparándose en la teoría de que se limitaron a obedecer órdenes de sus superiores.

La convocatoria resultó inabarcable: todos los organismos de derechos humanos, movimientos de desocupados, piqueteros, sindicatos, agrupaciones políticas, centros de estudiantes, universidades, comunidades indígenas, homosexuales, cooperativas… se calcula que más de 200 entidades llamaron al acto, aunque el número resulta débil. Como dijo el diputado Luis Zamora durante la sesión, ese sector que se moviliza y presiona cuenta además -y contó siempre- con la gigantesca simpatía de la sociedad: nunca hubo una sola encuesta en los últimos 20 años, en la que no quedase clara una voluntad mayoritaria de hacer justicia. La estupidez según la cual la sociedad esperaba que los políticos discutieran ayer sobre cómo crear fuentes de trabajo o mejorar el nivel de vida de los argentinos fue pronunciada por diputados del partido Recrear, del señor López Murphy. La perversión del argumento no merece mayores comentarios: si no se hubiese discutido sobre este tema, puede sospecharse razonablemente que los diputados no hubiesen aprovechado la jornada para solucionar el resto de los problemas del país.

Otro diputado cercano a la subnormalidad, Ricardo Bussi, hijo de Antonio Domingo Bussi, general acusado de múltiples violaciones a los derechos humanos, dijo que todo este afán de justicia es inútil: «Nadie le va a devolver los muertos a la señora de Carlotto».

La frase puede ser calificada de muchas formas y tiene muchas interpretaciones, políticas y psiquiátricas. Pero además existe una paradoja. Estela, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, busca que le devuelvan a alguien vivo: su nieta desaparecida. Se supone que fue entregada a allegados a los represores. A su hija Laura ya se la devolvieron, asesinada. Estela vio en el ataúd los cartuchos de bala con que la fusilaron. El mismo tipo de cartucho usado por las llamadas fuerzas del orden fue encontrado hace un año, cuando dispararon contra la casa de Estela en las afueras de La Plata.

Estela había estado en el escenario, con esa sonrisa que tanta vida y tanta muerte no han logrado borrarle. A su lado andaba bailando a ritmo de murga doña Nora Cortiñas, luciendo el pañuelo blanco de las Madres, y una vincha con la palabra «Nulidad». Bajo el escenario, y dos generaciones más abajo, estaban los H.I.J.O.S, cantando como brasileños: «Mamá yo quiero/ mamá yo quiero mamar/ la nulidad, la nulidad/ que vayan presos y todo el año es carnaval». Un muñeco reproduciendo a un Jorge Rafael Videla verdoso, con traje a rayas, era agitado por los manifestantes. Había también fotos del almirante Emilio Massera y de Alfredo Astiz, tocados con sus respectivos gorros de preso.

Graciela Daleo, desaparecida en la ESMA, lloraba de pura emoción abrazándose con Adriana Calvo de Laborde, la mujer que parió a su hija sobre el piso del vehículo policial en que la secuestraban. Ambas sobrevivieron. Se aplaudió, tal vez como nunca en vida, cada vez que se mencionó a otro hombre que estuvo desaparecido durante la dictadura , maestro, luego legislador, socialista, y dotado de la escasa virtud de la coherencia: don Alfredo Bravo. (en el recinto, la diputada Lilita Carrió dedicó a su memoria esta jornada).

Había políticos, como Marcelo Ramal del PO, Crisitian Castillo del PST, Vilma Ripoll o el perenne Patricio Echegaray. Ramal contaba que en la Villa 31 un grupo de muchachos le ofrecieron armarle un partidito de fútbol y que él jugara para la foto proselitista (es candidato a jefe de gobierno y a legislador) por una módica suma, asegurándole que lo dejarían incluso hacer unos goles. Ya lo habían hecho con el señor Caram, candidato radical a la jefatura de gobierno, que pudo así jugar como uno más de la villa. Cerca del palco había militantes de Izquierda Unida, de la Corriente Clasista y Combativa, y de cuanta agrupación uno pueda imaginarse.

Detrás del palco, pegadas a la valla que separaba a todo este universo del edificio del Congreso, había fotocopias con las fotos de los desaparecidos. Ya no se sabe cuántas marchas recorrieron. Allí estaban, mirando todo, Cassano, Ofelia, de ojos grandes y rulos. Lusi, Graciela, sonriendo. Garrone Rojo, Héctor, un muchacho de ojos tristes. Astudillo, Jorge Omar, con la foto carnet de corbata. Juárez Hugo Pastor, con rulos altos y bigotes de los ’70. Esportuno, Carlos, de perfil con el mentón apoyado en la mano, meditando quién sabe qué. Delpech, Luis María, con una sonrisa enorme. Daglio, Miguel Ángel, con bigotazos de chamaco. López, Mauricio, con anteojos gruesos de carey. Dominici, Oscar José, de patillas largas y gomina para la clásica foto del DNI. García, María del Pilar, de ojos grandes y flequillo de nena. Gez, Horacio, que aparece como un nene. Rodríguez, Julio, con un parecido a Darío Santillán -varias veces recordado durante el acto-. Carrizo, Miguel, un chico con camisa a cuadros y un nudo gigante de corbata. Zunino de Rossini, Lidia; Molteni, Liliana (una adolescente), el jopo de Calderón, José Roberto; el peinado alto de los ’60 de Goldstein de Genjovich, Mónica; los ojos de una claridad que ni la fotocopia blanco y negro puede disimular de Bojanich, Liliana… y así, personas, historias, vidas.

Cerca de la medianoche quedaba muy poca gente en los alrededores del Congreso, y los diputados ya habían resuelto dejar de fatigar los micrófonos. La obediencia debida y el punto final, dos leyes con las que la llamada dirigencia política intentó la amnesia social, ya son nulas. Queda por ver qué ocurrirá con los indultos a esos viejos patéticos que jamás fueron verdaderamente libres. Jorge Luis Borges, cuando fue al juicio contra las juntas militares, escribió que para los carceleros «la cárcel es, de hecho, infinita». No falta mucho para saber si eso se trata de algo más que una frase borgeana, y para resolver el principal dilema que ayer quedó planteado entre risas y lágrimas: saber si en la Argentina la justicia seguirá siendo una desaparecida.

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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