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Hebe de Bonafini: «El otro soy yo». Reflexiones después de Cromagnon

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¿Cuál es el saldo de lo ocurrido en Cromagnon? ¿Qué simboliza el rock callejero? ¿Cómo reclamar a partir del dolor, sin caer en la política partidista? ¿Cuál es la diferencia entre la realidad y lo que dicen los medios? Hebe de Bonafini cuenta sus impresiones después de las llamas, del aire envenenado, y de las represiones a los manifestantes. Habla, además, de la juventud, la revolución, Kirchner y sus pactos peligrosos, Duhalde, Ibarra, «Juanjo» Álvarez, Moyano, la izquierda, los «transversales», la Iglesia, las presas y presos políticos. Una mirada entre las zonas oscuras y las bengalas.

«El otro soy yo» repite Hebe de Bonafini, como una síntesis que implica, en su caso, todo un programa político. Dice la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo:

-Hubo chicos en Cromagnon que pudiendo salvarse, entraron a buscar a otros. Ahí hubo un sentido de solidaridad absoluto. No pensaron en ellos sino en los otros. Los medios no lo rescatan como algo importante. Hablan de las vidas perfectas. Pero lo más importante que hicieron esos chicos fue jugarse para salvar a otros. Entraron una vez, dos, y algunos no pudieron salir. La solidaridad fue inmensa, intensa. Ellos sí que pensaron lo que yo siempre digo: el otro soy yo.

-¿Qué es eso de las vidas perfectas?

-Los medios plantean que los chicos eran los mejores, buenos, fantásticos, todos trabajaban para mantener a las familias. No es eso lo mejor de esos chicos. La gente se equivoca o los medios lo hacen a propósito, destacando esas vidas perfectas.

-Una canción de Callejeros dice: «Tan perfecto que asusta».

-Claro, me parece que los mejores valores de la juventud nunca se rescatan. Ese pensar en sus compañeros y sus amigos. Los medios en cambio se regodean en la basura: «ponían a los chicos en el baño» escriben, en lugar de decir «qué bárbaro, cómo entraban una, dos o tres veces para salvar gente». No digo que hayan sido todos. Pero muchos lo hicieron.

-Los testimonios muestran que muchos se salvaron gracias a ese empecinamiento de otros chicos. En cambio los bomberos y la policía…

-Eso falta rescatarlo. Y falta pensar. Hay tantas cosas para pensar. Cambió la familia, por ejemplo. Eso se vio. Ahora los chicos muy jovencitos tienen hijos, cuando todavía no dejaron de ser hijos ellos mismos. Todavía están en la adolescencia y a los 17, 18 ya tienen hijos. Pero además necesitan ir a bailar, salir. Y van a esos lugares donde se sienten representados. Yo con esto volví a ver ese cambio en la estructura de la familia. Y entonces una piensa: ¿qué proyecto hay para la juventud? No hay. Y necesitan ser jóvenes, adolescentes, romper los esquemas, ser rebeldes. Y llevan a su bebé como parte de su familia. Esa es la historia. Pero los medios hablan de la basura, o de las vidas perfectas. ¿Por qué nos quieren imponer eso? Si uno de los chicos recogía cartones ¿ya no era tan perfecto? ¿O uno que vivía solo en lugar de mantener a la familia? Los medios buscan siempre una historia lavada, o regodearse en la porquería.

Secuestro de una calesita

La señora de Bonafini, 76 años cumplidos en diciembre, se masajea la pierna izquierda que se fracturó en septiembre de 2003 cuando acometió la inhóspita tarea de limpiar una heladera con el piso de su cocina enjabonado.

En su despacho trabaja sobre el escritorio negro que su hijo Jorge compró cuando empezó a estudiar física. «Cuando cayó la primer casa en que él estaba se lo llevó no sé quién, y un día me avisaron para que pudiera ir a buscarlo. Tengo fotos de mi nieto, de mi hija, de Sergio (Shocklender). Cosas que amo».

En la oficina hay un par de bustos de Ernesto Guevara, uno de José Martí, cuadros pintados por la hija del escritor Osvaldo Bayer, fotos de Hebe con el cubano Fidel Castro y el venezolano Hugo Chávez, un ejemplar de la constitución de Venezuela. No hay fotos de Néstor Kirchner.

-¿Cómo es la relación con estos señores? ¿Se tutean?

-A Fidel y Chávez sí. A Kirchner a veces sí y a veces no. Pero siempre con mucha confianza. Él no se presenta como un presidente. Te agarra la mano, te palmea, es muy afectuoso, muy sencillo, te acaricia, siempre con mucho, mucho afecto.

En ese afecto tal vez esté la clave del sorprendente giro que tuvo la mujer más temida por los gobiernos que se han topado con ella. En 2003, cuando la Argentina vivió elecciones con el piso enjabonado, la señora de Bonafini experimentó un entusiasmo que ha descripto así en un reportaje anterior concedido a lavaca: «Me la pasé diciendo que Menem, Duhalde y Kirchner eran la misma mierda. Y después tuve que ir a decirle: «Señor presidente, me equivoqué, yo dije que usted es la misma mierda que los otros pero no, usted es totalmente distinto». Y se lo reconocí así, sinceramente. Las Madres somos muy libres para decir lo que pensamos. Una vez en un discurso, hace años, dije que alguna vez un hijo nuestro iba a cruzar la plaza, y se iba a sentar en el sillón para ser presidente. Y ahora él me contó que el 24 de marzo de 1976 ya empezó a pensar que quería llegar a presidente. Lo que no soñé es que algo así iba a ser tan rápido».

(De todos modos, se verá, el afecto no le hace perder a Hebe la capacidad de alarmarse frente a determinados gestos del gobierno)

El despacho tiene además un afiche con las madres desaparecidas: Azucena Villaflor, Esther Careaga y María Ponce de Bianco.

Y hay también la foto de una calesita que simboliza una curiosa gesta emprendida por el jefe de gobierno de la Ciudad, acaso en sus ratos libres.

-La calesita está acá enfrente (en la Plaza de los Dos Congresos, frente a la sede de la Universidad Popular de Madres). Fue una pelea muy grande con Aníbal Ibarra, que la quería sacar. Mandaba a secuestrar la calesita. Nosotras hacíamos marchas todos los días y echábamos a la policía. Al final la pusimos. No nos daban luz, y la conectamos clandestinamente. Ibarra entonces la mandaba a cortar. Lo que hicimos fue cerrar el tránsito, y pasamos por debajo de la calle un cable desde la Universidad.

-La batalla de la calesita

-Impresionante, ¿no?

-¿El gobierno no tenía otros temas a los cuales dedicarse?

-No sé. Ibarra mandó gente diciendo que yo podía ser la madrina. Les contesté: no, yo soy la dueña. Somos las dueñas de la plaza. La madrina aparece una vez por año haciendo regalitos. Yo estoy todos los días acá. Al final la ganamos, y la calesita es nuestra.

En la puerta de la oficina hay una foto nocturna que dice «Vivienda de una familia argentina»: se trata de una familia de cartoneros, con la acumulación caótica de objetos que van rescatando del terremoto de la realidad. Hebe dice: «Puse esa foto porque el otro soy yo».

Las bengalas y los bichos

-¿Qué reacción le provocó la noticia sobre lo ocurrido en República de Cromagnon?

-Hay una juventud desamparada, sin proyecto. El proyecto no puede ser una banda de rock.

-Bueno, Hebe, pero divertirse o escuchar rock tampoco es un síntoma de desamparo.

-Hay que ver cómo es el divertimento. Si es el límite, si la bengala es un divertimento… no sé. Se juega con el límite. Nuestros hijos tenían otros límites. Ponían su vida al servicio de la comunidad. Acá están poniendo la vida en algo absolutamente diferente. ¿Cómo te puedo decir? Con lo oscuro, la bengala, la bebida, el encierro, el griterío. La oscuridad. Que la bengala sea la única luz que tienen. O el fanatismo con esas bandas.

-Pero son bandas que los representan. Y con mucha profundidad, a veces, en sus canciones.

-Es cierto, dicen cosas muy fuertes, y me impresiona que son como preguntas. No hacen una bajada de línea política. Son las mismas preguntas que se hacen los pibes, y para las que nosotros no tenemos respuestas. Y ellos van a preguntarse con la banda.

-¿Qué le parecieron las reacciones que se produjeron a partir del incendio?

-Asquerosamente políticas. Hubo mucho uso. Los abogados, no todos, son como los buitres, buscan clientes. Y hay mucho rechazo a la dirigencia política. Rechazo a todos. Eso hay que pensarlo, porque se puede perder contenido político, no digo partidista. Sin contenido político, ¿cuánto van a durar esas marchas, que hay unos en el Once, otros que van a Plaza de Mayo, otros que quieren quedarse por la mitad?

-¿Pero usted cree que el contenido político lo dan los partidos? Parecería que son los que pueden vaciar el verdadero contenido de las marchas. La gente los echa porque no se siente representada.

-La representatividad es el tema. Hubo algo muy impresionante con las asambleas: las mataron los partidos de izquierda. Así nomás, viste, es como esos jazmines que tienen tan lindo perfume (señala las flores que perfuman el despacho) pero de golpe te lo agarran los bichos, la plaga, y te los comen. Esos son los partidos de izquierda, que rompen muchas cosas que florecen. Son como los pajaritos quue están arriba de los hipopótamos, y viven de los gusanitos que los hipopótamos tienen en el cuero. Esos partidos ya se quisieron subir a las Madres, que éramos como el hipopótamo, pero los sacamos para que no vivan de nosotras.

-Pero entonces, ¿cómo hacer política que no sea partidista?

-Creo que se van a dar cuenta de que no se trata de hacer un museo ni un santuario, sino que hay que tener una exigencia clara sobre hacia dónde ir. A tirar a Ibarra, a que no pase otra vez… y para que no pase otra vez no hay que dejar la lucha. No se negocia el espacio de lucha. Hay que ver qué pasó, cuánta corrupción hubo. Meterse en esa. Socializar la lucha, no quedarse sólo con lo de uno. Hay que investigar quiénes son los dueños del lugar, dicen que está Telerman (Jorge) comprometido, que La Trastienda tampoco tiene salidas pero no lo investigan porque es de Telerman. Esas cosas hay que seguirlas. No dejarlas ahí. Que cada familiar sea un investigador y junten todos los recursos.

-Los partidos dirían que eso no es «hacer política».

-Dejalos, nunca entienden nada. Lo que hacen esos chicos que marchan es política, lo que hacemos nosotras es política. Comprar un kilo de zanahorias o un cuarto, porque la plata no te alcanza, no es una cuestión doméstica: es una cuestión del sistema y política. La política es la mejor acción del hombre, porque es la que libera, no la que condena.

-Pero ¿cómo se hace?

-Lo más importante es que uno sea creativo. Que sea dueño de su propia forma de lucha. Que se adueñe de esa forma, que elija. Que le de un carácter diferente, como le dimos las Madres, que de la nada salimos a enfrentar a la dictadura. Creamos una nueva forma de política y de presentarnos en la sociedad. ¿Cuál es la presentación ante la sociedad? ¿Llorar todo el tiempo, todo el tiempo, porque murió mi hijo? No. Lo que más te fortalece es denunciar. No tener miedo. Pero no por mi propio hijo sino por todos. Ellos tienen que visualizar eso y luchar por lo que hicieron solidariamente los compañeros que salvaron a otros hijos aquella noche. Y hay que empezar a armar como una ideología. Para dónde vamos a patear, con quién vamos a compartir ideales. Como vamos a hacer lo que te digo: el otro soy yo.

-Esa gente está aturdida de dolor. ¿Podrá?

-Nosotras pudimos. Primero nos metimos en buscar a nuestros hijos y después en el castigo a los culpables. Por eso hay que pensar. ¿Qué vamos a hacer? ¿Vamos a estar en el Once? ¿Sólo nos va a importar nuestro hijo, o también los demás? ¿Vamos a erigir un santuario para rezarles? No es con velas y un santuario la cuestión, aunque al principio es lo que pudo hacer la sociedad. Pero los santuarios occidentales y cristianos nos llevaron nada más que a la destrucción de la lucha. Porque en vez de luchar, rezan. En vez de resistir, se prende una vela.

Lo que pasa es que hay que romper con la lucha individual. Hay responsabilidades muy grandes que no se van a solucionar con que cada uno haga un juicio.

Los pactos peligrosos de Kirchner

-Responsabilidades: ¿Ibarra?

-Creo que Ibarra se terminó como político. Si no es mañana es pasado, pero se va a tener que ir. Duhalde aprovechó como los buitres, sobrevoló bajito, y nos enchufó a este atorrante, este tipo siniestro que tiene que ver con los asesinatos de (Maximiliano) Kostecki y (Darío) Santillán.

-Usted se refiere a Juan José Álvarez, nuevo secretario de seguridad porteño.

-Sí, porque ya sabemos lo que es, un tipo absolutamente peligroso, tan peligroso como Duhalde que quería aterrizar en la Capital para tener una pata puesta aquí. Y lo consiguió a partir de la muerte y el dolor.

-El señor Álvarez es un duhaldista que amenazó irse con Macri si el gobierno no le daba algún cargo, dicen.

-Es que se ve venir: se van a juntar Menem, Rodríguez Sáa, Rico, Patti y dicen que también Duhalde. Mirá que mafia. Es una basura total: da mucho miedo. Así que vamos a ver que pasa. Esto es como un ajedrez donde cada uno pone sus fichas. Y todos perdemos.

-Pero Hebe, Kirchner es el que dio el visto bueno a la designación de Álvarez.

-Yo creo que Kirchner tiene acuerdos con Duhalde que son esto. Kirchner también firmó pactos cuando ganó con el 22% de los votos, y ahora tiene toda esa lacra que significa Duhalde, que exige tal o cual cosa. Es muy difícil gobernar con el enemigo. se lo decimos siempre al Presidente. Se puede gobernar con el opositor pero no con el enemigo. Duhalde es el enemigo. Juanjo Álvarez es el enemigo. Es muy peligroso todo esto. Es como meterse en la jaula con los cocodrilos.

-Pero son cocodrilos del partido gobernante.

-Por eso no puede tan fácilmente sacárselos de encima. Fijate que Scioli y muchos otros están al lado de Menem. No al lado de Kirchner. ¿Y a Lavagna quién lo puso?

-Duhalde.

-Ahí está. Y el tipo juega mucho para el FMI.

-¿Y los «transversales» del kirchnerismo?

-No tienen fuerza, y además a mí me parece que no tienen que hacer partidos para apoyar a Presidente. Es una cosa muy egoísta políticamente. Hacen partidos para ellos mismos: Duhalde (Eduardo Luis, secretario de Derechos Humanos), Bonasso (Miguel), todos esos. Para mí hay que apoyar al Presidente generosamente en las cosas que están bien, y criticar las que están mal. Se necesitan opositores serios. Tampoco eso de decir que está todo mal, que el Presidente es un dictador poco menos. Para nada es un dictador. Es un hombre cariñoso, carismático, con buenas intenciones. No le es fácil desarmar todo y armar todo de nuevo.

Presas y presos

-Bien, pero uno encuentra la situación de personas presas por reclamar, como el caso de la Legislatura o Caleta Olivia. Ustedes han hecho un ayuno reclamando la libertad de esos detenidos. ¿De quién es la responsabilidad? ¿De gobierno? ¿De los jueces?

-Yo creo que el Presidente tiene muchas presiones para que esta gente siga presa. Pero nosotras le planteamos desde el primer momento el desprocesamiento de los compañeros y la libertad de los compañeros. Se lo dijimos frente a frente. Él habla de federalismo, que hay presos en todas las provincias y no se puede hacer nada. Y yo le dije: bueno, empiece usted, y después lo imitarán los otros. Alguien tiene que empezar y así le podremos exigir a los que sigan reprimiendo, sean de las provincias o de donde sean. Porque no puede haber tanto asesino suelto, tanto ladrón suelto, mientras que la gente que tan justamente pide trabajo -porque encima reclaman una cosa justa- termine presa o procesada. Porque además pasa algo: como lo procesan, ya nunca más va a conseguir trabajo, le cierran todas las puertas.

-Las acusaciones son desproporcionadas. Las privaciones ilegales de la libertad son delitos de secuestro por los que condenaron a Videla y a Massera. Ahora dicen lo mismo de los manifestantes de la Legislatura detenidos en julio.

-Es de terror, el lenguaje y la idea. Cortar una calle o tirar una piedra termina pareciendo tan grave como torturar, asesinar, violar, robar chicos o prenderle fuego a las casas o a los libros. Los tratan de la misma manera. Usan el lenguaje de la dictadura. No somos terroristas. La gente ejerce el derecho a reclamar trabajo. Es un derecho humano.

Si este gobierno no quiere violar los derechos humanos, lo primero que tiene que hacer es que no haya chicos que se mueran de hambre. Para que eso pase, los padres tienen que tener trabajo. Y como no tienen, salen a pedir. Pero ahí los reprimen y los meten presos, y los chicos se mueren de hambre. Y encima parece que no hay que hablar de eso. Hay que decirlo: 100 chicos se mueren de hambre por día en este país. Y aunque el Presidente no lo quiera, esa es una parte flaca del gobierno. ¿Cuántos chicos hay así? ¿Cuatro millones? ¿Seis millones? Uno solo ya son millones. No quiero ser más un número. No quiero ser una estadística. Uno solo es mucho.

-¿Y Kirchner qué le contesta cuando le habla de estos temas?

-Tiene buena voluntad. Se preocupa. Pero yo le dije que si el Estado no se ocupa de los niños, no se ocupa de nada. Estamos haciendo todo un trabajo con los Chicos del Pueblo, que es una organización grande, pero además con todos los chicos de los barrios, aunque no estén agremiados. Por eso vinieron a nuestra marcha de la resistencia. Si no les aseguramos un futuro y un proyecto ¿qué hacemos? A mí se me cae la cara de vergüenza de ver a los pibes comiendo mierda de los tachos, o como la vez pasada en Rosario: resulta que Cargill carga barcos y camiones en el puerto, y se les cae la soja que la comen las ratas y las palomas. Y a pocos metros hay una villa donde los chicos pasan hambre.

-¿Qué responde Kirchner?

-El día de esa marcha nos recibió. Nos contaba que cuando ve a los pibes pidiendo por a esquina, los levanta y busca a la madre. La hermana, la ministra (Alicia Kirchner) también hace eso. Es importantísimo, me parece un gesto fantástico y loable. ¿Pero a cuántos chicos puede levantar? No es lo que quiero para mi país, ni lo que querían nuestros hijos para el pueblo (Hebe calla un instante, mirando el escritorio negro). Si el Presidente considera que nuestros hijos son sus compañeros, tiene que reivindicar esa lucha. No hay nada para inventar. Kirchner fue la vez pasada a Las Flores, a un homenaje a un compañero desaparecido, que dice que no lo delató: gracias a ese chico soy presidente, dijo. (Se refiere a Carlos Alberto Labolita). Entonces, en homenaje a ese compañero que no lo delató, lo mejor que puede hacer el Presidente es ocuparse de los chicos que están sucios, desprotegidos, limpiando vidrios, juntando cartones o comiendo basura. Hablar de otra cosa es una hipocresía. Y en este país hay muchas.

Aborto e independencia de poderes

-¿Por ejemplo?

-Mirá, el otro día me preguntaban del aborto. Yo dije: voy a contar cómo se hacen el aborto las mujeres de los barrios. Siempre hay una que aprendió, y se lo hace a las demás, con agujas de tejer a veces sin desinfectar. Las pasan por arriba del fuego. ¿A alguien le parece que una mujer se tenga que poner agujas de tejer en el vientre para abortar? ¿No es mejor legalizarlo? Del modo actual, mueren miles de mujeres, y nacen niños que después se mueren de hambre.

Y yo digo: ¿quién habla de aborto? La Iglesia. Los curas que no se casan, que no saben lo que es una noche feliz, o son violadores. Entonces, ¿de qué hablan? ¿Qué saben? Y las monjas supuestamente nunca tuvieron relaciones ni formaron familia. ¿Desde dónde hablan? La Iglesia le cercena la cabeza a los chicos en las escuelas católicas, y a los grandes. Te hacen lobotomía.

-¿Le molesta que le digan oficialista?

-No me molesta cuando me lo dice el enemigo. Me jode cuando alguna gente que supuestamente está cerca de Madres, le moleta que tengamos poder. No es que seamos oficialistas. Tenemos el poder de que el Presidente nos reciba y nos escuche. Pero no soy peronista, ni kirchnerista, ni radical ni de ningún partido de izquierda. Somos una organización política sin partido. Nos interesa el socialismo, la solidaridad, y la revolución. La revolución no es salir con un fusil a la calle, la revolución es cuando uno se transforma todos los días y quiere transformar algo permanentemente. La revolución se hace, y lo decían nuestros hijos, cuando uno piensa que el otro soy yo.

-Noto un cambio con respecto a otros momentos. Usted dice «la revolución no es el fusil»…

-No es sólo el fusil. Yo siempre pensé que los pueblos tienen derecho al uso de las armas. Está en la Constitución. Pero hay gente que cree que la revolución es solo salir con un fusil a la calle. Y no. Lo primero es transformarse uno mismo. Ocuparse de los temas en serio. Yo reivindico la lucha armada del pueblo, de Cuba, de Venezuela, la lucha de mis hijos que eran revolucionarios y guerrilleros. Pero lo que nosotras estamos haciendo es la revolución desde otro lado. También es revolucionario abrir una universidad, tener todo lo que conseguimos las madres. ¿Quién se anima a todo esto? ¿Y quién se anima a criticar cuando las cosas están mal diciéndoselo al propio Presidente? Yo le dije a Parrilli (Oscar, secretario general de la presidencia): a vos te asustan mis discursos, pero no voy a cambiar. Y el Presidente me dijo: «no cambie, necesitamos lo que dice usted».

-Insisto en algo. Si hay criminalización de la protesta, intención de disciplinar a quienes reclaman ¿se puede decir que lo hacen los jueces y no el gobierno?

-Yo creo que la justicia está dentro del gobierno. No se puede decir que los jueces son independientes. Todavía hay 440 jueces de la dictadura, que no son independientes para nada. se pueden mandar de vez en cuando algo que no le guste al gobierno, pero no quiere decir que haya independencia de poderes.

Como tampoco hay independencia del Congreso, que el último día de sesiones trabaja 800 horas y saca el Día de la Empanada, el Día del Cuadro, el Día del Turro, disparates y porquerías para justificar el sueldo. Hay que terminar con eso. No hacen nada de lo que espera el pueblo. No me siento representada por nada de eso.

-Habría que hablar de la crisis de la democracia, la crisis de la representatividad.

-Estamos organizando un encuentro de juventudes políticas no organizadas en la izquierda, para ver si sacamos un nuevo pensamiento para hacer política, una nueva forma. Queremos que vengan jóvenes de todo el mundo, calculo que en el 2006, que no sean de partidos. Que sean comunistas o troskystas de alma, pero no con el cartel metido en la cabeza con una jeringa, ni la fotito del Che que ni saben quién es.

-Una novedad de los últimos meses fue la reaparición de la lucha gremial. ¿Qué le pareció?

-Buenísimo, lo de los telefónicos me pareció una maravilla, y lo de los subtes está teniendo fuerza. Me parece bien que refloten los gremios porque la CGT no representa a nadie. Los sindicatos son nuestros enemigos, son de lo peor, y ni hablar de Moyano que es un delator de compañeros, oportunista y chorro, que ahora se pone en el tapete como representante de no sé quién. Una porquería.

-Hablábamos de cómo se castiga a la protesta: lo sufrieron también los chicos y los grandes movilizados por lo de Cromagnon. ¿Qué se busca con esas represiones, asustar a los chicos?

-Se equivocan si creen que persiguiendo a la gente se van a acabar los reclamos. Es al revés. Pero ese es el sistema de Juanjo Álvarez. No para a los que reprimen. No los toca. Así, van a seguir matando.

-Pero ese no puede ser el destino para estos chicos.

-No, por eso yo les diría que es muy lindo vivir por algo, y para algo. No que lo único sea un conjunto de rock, o una letra de una canción. Creo que hay que darle más contenido a la vida. Es muy linda la vida. Se puede acompañar un conjunto de rock. Pero que no sea lo absoluto.

-¿Será lo absoluto? ¿O será que hay una fractura entre el pensamiento y el sentimiento de los chicos, y el de los adultos?

-Y… están en la etapa que los chicos no entienden a los adultos, y los adultos miran a los chicos como a bichos raros.

-¿Quiénes son más raros, Hebe? ¿Los chicos o los adultos?

-(Piensa, mirando otra vez el escritorio negro) Yo creo que los adultos están muy alejados de la realidad de los chicos. No los escuchan. No han aprendido que hay que escucharlos. Y mucho.

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Contra los incendios y la desinformación: sobre la caza de brujas en la Comarca Andina

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La policía provincial, fogoneada por el gobierno local y nacional, detuvo a 12 personas al voleo y sin pruebas como supuestas responsables de los incendios que ya consumieron más de 25 mil hectáreas en la zona. Se trata de vecinas y vecinos que se encontraban conteniendo las llamas o que tienen apellidos mapuche. Frente a la comisaría, una movilización que reclamaba la liberación de estas personas sufrió además el amedrentamiento de una patota ligada al magnate Joe Lewis (uno de sus integrantes, empleado del municipio y cercano al intendente). La policía los dejó actuar sin hacer nada. Lo que hay detrás de esta operación político-mediática: fake news para romper la organización, persecución social, proyectos de extractivismo y entrega de territorios. “El miedo que nos quieren infundir no va a ser un obstáculo para seguir organizándonos, en los territorios y en las calles”, dicen algunas personas que prefieren no dar el nombre pero testimonian en esta nota, explicando todo lo que pasó y sigue.

Por Francisco Pandolfi

Mientras se queman los bosques y la montaña y los valles y las casas, y los animales, empezó una caza de brujas en Chubut y en Río Negro. Una caza de personas que justamente combaten a un fuego que sigue ardiendo en cinco grandes incendios. Que ya quemó más de 25 mil hectáreas. Que ya se llevó una vida: Ángel Reyes, de 84 años. Que ya arrasó con más de 200 viviendas en la Comarca Andina. Y que ya tuvo por lo menos 12 detenidos, al voleo, sin pruebas, y con el cargo de “incendio doloso” (dos de esos detenidos fueron inmediatamente liberados por falta de pruebas).

La persecución que en las últimas horas escaló al extremo, con el Estado sembrando en la población un estado de terror.

Frente a esto: la autogestión. El poder de las comunidades organizadas, ante todos los otros poderes.

Miente, que algo queda

Para entender este presente basta con hacer memoria a no tan largo plazo para comprender un mismo modus operandi. 

“La historia se repite”, decía Hegel. “La historia ocurre dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa”, dijo Marx.

Todos los años ocurren enormes incendios forestales, y según estadísticas oficiales más del 95% son provocados por la acción humana. En enero de 2024 se quemaron casi 7 mil hectáreas en el Parque Nacional Los Alerces, en Chubut. A las horas de su inicio, el gobernador Ignacio Torres responsabilizó a la comunidad mapuche Paillako, tomando la línea de Patricia Bullrich, es decir del gobierno nacional. Pasó un año y no se encontró ni una sola prueba en contra de la comunidad, pero el ataque allanó el terreno que derivó en el desalojo de la lof a comienzos de este 2025. El déjà vu aparece cuando el último miércoles el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, informó que habían sido detenidas tres personas. Este jueves, se sumaron por lo menos 9 detenciones más, según el registro de distintas asambleas que ya no solo deben contar la hectáreas quemadas. 

La patota

Iván González es docente de biología, comunicador en la FM Radio Alas y vecino de Lago Puelo. Ahora está en El Bolsón, combatiendo el fuego y la desinformación. “Las personas a quienes están deteniendo son las que arriesgaron su vida por apagar los incendios. Ni bien nos enteramos de las primeras excarcelaciones nos movilizamos a la puerta de la Comisaría 12, de El Bolsón, para exigir su liberación, cuando de repente llegó una patota montada en caballos que vino directamente a agredirnos. Vimos peligrar nuestra vida, rodeados por mucha gente armada, con cuchillos, palos, amenazándonos de muerte todo el tiempo, aplaudiendo y gritando ‘viva la patria’, ‘mátenlos’. Fue una situación muy violenta”. La policía se destacó por su sospechosa inacción.

Iván explica que, ante las persecuciones, tienen dos estrategias: salir a hablar sin dar nombres propios, o hacer lo opuesto y que sea la exposición el paraguas que los proteja. El anonimato es la opción que elige un vecino de la localidad chubutense de Golondrinas, por una cuestión vital: “Quiero seguir viviendo”. Pone en contexto esa tremenda frase: “Están haciendo un operativo cazando gente; ayer a una amiga que lo único que hizo fue apagar llamas, le allanaron su casa; a otro flaco que por su apellido es del pueblo mapuche, lo levantaron de la puerta del supermercado y se lo llevaron, montando pura espectacularidad”. Agrega un dato clave sobre el grupo parapolicial que el miércoles llegó a caballo a amedrentar en la puerta de la comisaría: “Responde a Joe Lewis (magnate británico dueño de una estancia de 8 mil hectáreas que rodea el Lago Escondido). Lewis, Pogliano (intendente de El Bolsón) y Weretlineck son la misma cosa”. Uno de los integrantes de la patota es empleado del municipio encabezado por Pogliano.

El relato

Nelson Ávalos integra la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), región Noroeste de Chubut. La conversación con lavaca se pospone una y otra vez porque las detenciones aumentan con el correr de las horas. Entre audiencia y audiencia de la formulación de cargos a los detenidos, finalmente explica: “Mientras la gente arriesga su vida y encima la detienen, los gobernadores de Río Negro y Chubut, junto a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, están creando un relato sobre que los incendios (Mallín Ahogado, Epuyén, Trevelín, la comunidad Nahuelpan y el Pedregoso) son producto de una sola causa: una organización que se dedica a realizar actos terroristas para incendiar todo, vinculando siempre al pueblo mapuche tehuelche. Y ahora intentan sumar a gente que voluntariamente busca apagar el fuego”. 

Nelson dice que es muy complejo lo que están viviendo, que es muy difícil de sintetizar. Y subraya lo que cree fundamental poner en evidencia: “El relato de los gobiernos busca justificar que se instale en la región un estado de militarización. Hace unos días, Torres y Bullrich presentaron el Comando Unificado para combatir a ‘las fuerzas terroristas de la Comarca Andina’, y para eso desembarcaron las policías provinciales, la Federal, la Gendarmería, la Prefectura y el Ejército, además de los servicios de inteligencia”. Avalos deduce qué hay detrás: “Proyectos de extractivismo y entrega de territorios a la voracidad de capitales nacionales e internacionales”.

Sobre las detenciones: “La investigación la lleva el fiscal (Francisco) Arrien y se están llevando a cabo las audiencias de formulación de cargos por incendio doloso. Yo creo que mañana estarán todos liberados, porque esto forma parte de un circo de la Justicia y del poder político, para no ir hacia las verdaderas causas que originaron el fuego”.

El Estado de las cosas

“Estamos muy preocupados”. Del otro lado del teléfono habla Viviana Moreno, referente histórica de la Asamblea por el No a la Mina de Esquel. “Hay incendios locales en todos lados, todos los días. Se logran apagar enseguida porque estamos atentos. Son intencionales, porque son de madrugada”, dice. La voz se pone más tensa: “Estamos desesperados, anoche hubo otro incendio en un barrio. Esto que ocurre es una locura. Ya se están haciendo planes de evacuación de los barrios más inmersos en el bosque nativo”. 

Para Viviana, el fuego es el resultado final de una combinación explosiva de factores: un abandono del Estado de los bosques comunales, que deben ser limpiados, raleados sistemáticamente y no sucede; las plantaciones de pinos como monocultivo, altamente combustibles; el cambio climático: altas temperaturas impensadas años atrás, sequía y vientos fuertísimas; y la falta de equipamiento y la precarización laboral de los brigadistas que combaten los incendios forestales”.

Hernán Mondino integra la Brigada de Incendios, Comunicaciones y Emergencia (ICE) del Parque Nacional Los Alerces. Da un marco de la situación: “Pedimos 15 compañeros para reforzar la temporada e ingresaron solamente seis. Y encima, por la política general de gobierno renunciaron cuatro. A esto se suma que los brigadistas tenemos contratos laborales de tres meses. O sea, los números son siempre negativos y de esa política hay responsables concretos que se llaman a silencio. El Servicio Nacional del Manejo del Fuego ahora depende de Patricia Bullrich y en este contexto que vivimos Parques Nacionales sigue despidiendo gente. Estas responsabilidades se quieren ocultar buscando chivos expiatorios o culpables efímeros para desviar lo que realmente pasa”.

El vecino de Golondrinas que pide reserva de su nombre recuerda que desde el catastrófico incendio de 2021, aún hay gente que sigue sin agua, cuatro años después. También dice que sólo en enero, ya debió apagar cuatro veces el fuego iniciado por el chisporroteo de cables y por la quema de transformadores. “Cuando hay viento, están cortando la electricidad, porque saben que eso puede generar más incendios, lo que refleja la falta de inversión. Como no pueden resolver los problemas de infraestructura, por no haber inversión estatal, acusan al pueblo de terrorista, cuando son los gobiernos quienes están generando políticas de terror a favor de sus negociados”. 

Agrega Nelson Ávalos, de la APDH: “Acá se juegan intereses que trascienden a los incendios y se está utilizando el desastre para allanar el camino. Queda demostrado la complicidad estatal con lo que pasó el miércoles con esa patota y la impunidad con la que se movieron: cometieron un delito en flagrancia, a los ojos de la policía, que no hizo nada. Es evidente que su accionar fue avalado y que busca, generando desconfianza, romper un tejido social, una solidaridad de hermandad construida en toda la Comarca”.

La autodefensa de la autogestión

Hay dos movimientos que están sucediendo al mismo tiempo: la persecución, por un lado, y la organización popular que crece cada día un poco más. Iván González, vecino de Lago Puelo, reflexiona: “Todas las acciones que se están haciendo desde los gobiernos son conducentes a desarticular la red comunitaria que se formó para luchar contra los incendios y crear enemigos internos como el pueblo mapuche. El crecimiento inmobiliario en El Bolsón hace que la ciudad casi ya no tenga dónde crecer, porque es un valle encajonado, y entonces se pretende avanzar con loteos inmobiliarios hacia los lugares rurales, justamente como es la zona de Mallín Ahogado”. Iván suma un elemento: “La aprobación del RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones) vino a acelerar la realización de proyectos mega turísticos hoteleros y mineros, en un territorio donde hay una resistencia importante a que no talen los bosques, donde hay muchos productores apostando a la agroecología, donde en definitiva existe un obstáculo importante para sus proyectos urbanizadores”.

Y suma otro más: “A ellos les molesta que haya gente organizada contra sus planes, todos articulados por Joe Lewis. De hecho, es muy sospechoso que el incendio en Mallín Ahogado haya empezado pocas horas antes de lo que iba a ser la novena marcha hacia Lago Escondido, que año tras año visibiliza que se trata de un lago usurpado por un empresario”.

Iván pide no desviar el foco principal: apagar el fuego. “Intentan meter miedo y romper nuestra organización, mientras las llamas siguen descontroladas en la montaña, en las laderas, y ayer ya ni había aviones hidrantes volando. Entonces, si esperamos que 100 brigadistas de los servicios estatales –en un estado de cansancio total, con unas viandas deplorables y casi sin nafta para el uso de motobombas–, apaguen estos incendios no va a ocurrir hasta dentro de varios meses. El desfinanciamiento se traduce en la poca capacidad operativa del Estado para apagar el fuego. Ni hablar cuando hay varios fuegos en simultáneo, como ahora, que son cinco. Los mismos jefes del SPLIF (Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales) y todas las brigadas, reconocen que están con una frazada corta, que sacan de un lado y ponen en otro, que mueven aviones de un incendio al otro y no logran apagar ninguno. Por eso, no nos queda otra que las brigadas de vecinos voluntarios estemos de pie, que hoy cuadriplicamos en cantidad a quienes conforman los servicios estatales. La organización es muy grosa, hay muchísima gente participando”.

Existen roles bien marcados. Están quienes van al frente de la batalla contra el fuego; quienes organizan las viandas –hay un montón de cocinas y en cada una hay siete personas en cada turno–; están quienes se encargan de distribuir la comida; hay gente que organiza los animales; otro equipo ya pensando en la reconstrucción de las casas; uno más, imaginando cómo hacer las estufas para las nuevas viviendas; y otro, ideando cómo volver a reforestar, si con bolitas de arcilla o semillas. Plantea Iván: “La organización de autodefensa es enorme. Y apuntan a derribarla. Por eso estamos repitiendo un versito, que no es ningún verso, y es que a la represión, a su cacería y a los incendios, los combatimos con apoyo mutuo, con cuidados, con autogestión. El miedo que nos quieren infundir no va a ser un obstáculo para seguir organizándonos en los territorios y en las calles”.

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Lohana Berkins: recuerdos del futuro

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“Salteña, comunista, brava, decidida, organizadora de miles de microrevoluciones y megamanifestaciones, Lohana Berkins desarrolló en las calles de Flores una capacidad única, algo así como un super poder capaz de desarmar con pocas palabras la situación más peligrosa, incómoda, violenta. Porque justito ahí, en el momento del temblor, Lohana nos hacía reír. La lección, entonces, es que a partir de ahora tendremos que aprender a producir esa risa destituyente, rebelde, cómplice, conjugadora del miedo. La lección, también, es que a partir de hoy tendremos que leer a Lohana para dimensionar, entre otras cosas, todo lo que representa la práctica en la creación de teoría, eso de poner el cuerpo, para luego poner la cabeza y así, desde la anatomía sensible, inteligente, alerta, voraz, crear políticas. La lección, además, es recordar ahora una de esas creaciones teóricas tan Lohana: todo cuerpo travesti es un cuerpo político”.

Con estas palabras la escritora y periodista Claudia Acuña despidió a Lohana, fallecida el 5 de febrero de 2016. Nueve años después recordamos esta conversación cada vez más actual, publicada en la revista MU 11 bajo el título Anatomía política del cuerpo travesti: “El travestismo primero rompe de cuajo con las certezas, desmantela esta cosa de la binaridad, de la creación divina, porque cuestiona las esencias. El travestismo pone de manifiesto el deseo”.

Lohana Berkins: recuerdos del futuro
Foto: Subcoop.

Salteña, comunista, brava, decidida, organizadora de miles de microrevoluciones y megamanifestaciones, desarrolló en las calles de Flores una capacidad única, algo así como un super poder capaz de desarmar con pocas palabras la situación más peligrosa, incómoda, violenta. Porque justito ahí, en el momento del temblor, Lohana nos hacía reír.

La lección, entonces, es que a partir de ahora tendremos que aprender a producir esa risa destituyente, rebelde, cómplice, conjugadora del miedo.

La lección, también, es que a partir de hoy tendremos que leer a Lohana para dimensionar, entre otras cosas, todo lo que representa la práctica en la creación de teoría, eso de poner el cuerpo, para luego poner la cabeza y así, desde la anatomía sensible, inteligente, alerta, voraz, crear políticas.

La lección, además, es recordar ahora una de esas creaciones teóricas tan Lohana: todo cuerpo travesti es un cuerpo político.

El suyo fue castigado, ignorado, intervenido, encarcelado, explotado. Y en consecuencia, Lohana Berkins murió.

Nos queda, entonces, la gran tarea de cuidar los cuerpos de quienes sufren hoy violencias. Las machistas, las institucionales, las sociales, las culturales, las que nos hacen llorar hoy.

Anatomía política del cuerpo travesti

Conversación con Lohana Berkins con Claudia Acuña, publicada en MU 11, diciembre de 2007.

De mujer a travesti te pregunto ¿cómo puedo hacer una lectura política de tu cuerpo?

Una de las cosas que no ve esta sociedad es el cuerpo travesti. Es decir, ve la identidad, la apariencia, la parte performativa de la travesti, pero lo que a esta sociedad le produce un pánico moral y sexual es el cuerpo de la travesti. Si yo, en cualquier contexto cultural y socioeconómico, pronuncio la palabra “mujer” o “varón” inmediatamente todas y todos pueden referir un cuerpo, con variaciones de a cuerdo a la cultura, pero un cuerpo anatómicamente definido. En cambio, cuando decís “travesti” no imaginan ese cuerpo de acuerdo a sus características físicas. Negado el cuerpo travesti, lo que se lee es su apariencia. Entonces se empieza a encasillar: si tiene barba, se lo encasilla en lo masculino, te remiten al origen al cual -según la sociedad- no se puede escapar. O te remiten al otro extremo, colocándote en lo femenino: te veo como mujer, las travestis son mujeres, y a la hora de la articulación de la lucha y la palabra que pasen al lado de las mujeres. Entonces, la travesti no se puede posicionar como un cuerpo propio. Y, por lo tanto, al negarle la existencia a ese cuerpo, tampoco se le concede ningún derecho. Porque en definitiva, lo único que tenemos es ese cuerpo. Y si hay algo inocente es la representación anatómica del cuerpo desnudo, pero el cuerpo desnudo de la travesti es subversivo, totalmente peligroso. Es intolerable.

Justamente, ese cuerpo desnudo de la travesti te confronta con la posibilidad de pensar por fuera de los esquemas establecidos: no es hombre, no es mujer. ¿Qué es? ¿Es un cuerpo creado? ¿Es un cuerpo que expresa violencia? ¿Abuso? ¿Mentira?

Creo que no es un cuerpo creado, porque en realidad tendríamos que discutir la naturalidad. Yo creo que la naturalidad, en su esencia más profunda, no existe. Cualquiera fuera nuestra orientación sexual, nuestra identidad de género, de por sí hemos sido y somos atravesadas por la superficialidad del mercado. Se nos han creado necesidades que nada tiene que ver con nosotras y nosotros. Y ahí me parece que viene una de las cuestiones profunda que quizás el cuerpo travesti le arranca de manera muy fuerte al patriarcado y al capitalismo mismo: el hecho de qué pasa cuando uno/una es artífice de su propio cuerpo, no ya de su propio destino. Después podemos leer por qué hay esa necesidad de esa construcción del cuerpo, si esas construcciones son deseadas, pero lo que la travesti pone en evidencia es eso de ser arquitecta de su propio cuerpo y a partir de qué lo construye. Otra cosa siniestra que pone en evidencia es cómo la sociedad te pide la evidencia de esa corporeidad. ¿Esto que significa? A nosotras no solo nos piden que tengamos tetas, sino que seamos la evidencia de esa teta.

De alguna manera el mercado llenó ese vacío de representación del cuerpo travesti con sus propios íconos: decís travesti y pensás en Florencia de la V. ¿Es la representación del cuerpo travesti como mercancía?

Yo diferenciaría dos cosas. La primera es que el mercado históricamente cotiza la belleza de la mujer como moneda de cambio: vende la belleza impecable del cuerpo de Florencia de la V. No sólo su cuerpo, a secas. Lo que se le exige a ese cuerpo es la belleza. La segunda cuestión es con respecto al cuerpo travesti en particular: cuando esos cuerpos están en el mercado de la prostitucion son deseados y cotizados. Ahora cuando esos mismos cuerpos abandonan la prostitución, no son deseados por nadie. Porque hasta la misma Florencia está atrapada en esa trampa: para mantenerse en su estatus debe ser un cuerpo despolitizado, que es lo mismo que nos pasaba a nosotras en la prostitución. Un cuerpo a disposición del tipo que no va a comprar conflictos, sino sumisión.

Desde ese punto de vista, no existe cuerpo más politizado que el de la maestra travesti.

Claro: imaginate ese cuerpo puesto ahí, al frente de un aula, para que las niñas y los niños empiecen a romper con la binariedad y empiecen a imaginar un mundo posible donde el diálogo se habilite más allá de ser hombre o mujer. No solo que la vea como un cuerpo construido, sino también que la pueda ver como objeto de deseo en ese mercado de los deseos. Porque ¿qué pasa si el niño o la niña se enamora de la maestra travesti? ¿qué pasa si la quiere, si la admira?¿qué pasa si aprende de esa maestra lo que ella es y lo que no es?

¿Lo que vos estás diciendo es que hoy el cuerpo travesti no puede pensarse sino en función de la prostitución?

Totalmente: no puede pensarse sino es en función del mercado. Ese cuerpo, en cuanto se mantenga en esos márgenes, digamos, de utilidad de un mercado, por supuesto que está cotizado. Siempre digo que las travestis somos el deseo oculto de la burguesía capitalista, pero ¿cuándo seremos el deseo lícito de la izquierda revolucionaria? Porque está bien que Lohana Berkins y determinadas travestis participemos de los partidos de izquierda, pero ¿qué pasaría si el secretario general de un partido de izquierda dice “te presento a mi compañera, Lohana Berkins”, con el mismo orgullo que yo he visto diciendo “te presento a mi compañera dirigente obrera, que luchó en Zanón o en Brukman”? No. Nosotras seguimos estando como ícono de la particularidad. Nosotras quedamos atrapadas en esa cosa del mercado. Y ahí se genera algo bien peligroso que la sociedad no quiere debatir y que en ese sentido se marca más en las travestis: eso de generar genotipos de personas solo para algo. Cuando, por ejemplo, se dan debates sobre la prostitución, ahí se ve lo que realmente la sociedad piensa. Lo primero que surge en torno a la prostitución es si la legaliza o no. Más allá de que este tema merece otro capítulo, lo que señalo es que nunca esos pedidos fueron propiciados por organizaciones de mujeres y travestis en situación de prostitución. Nunca fuimos nosotras a decir “queremos una zona roja”. Siempre lo dicen los otros. Y lo que expresan es algo bien concreto: porque así como en su momento la negritud era sinónimo de esclavitud, las travestis son para esta sociedad un genotipo de esclavitud sexual.

Lección de anatomía

¿Qué pasa con el cuerpo travesti cuando llega a un hospital?

Te contesto con una anécdota concreta. Un día, por un dolor de panza, voy al hospital, al servicio de gastroenterología. Como yo ya había hecho un escándalo en admisión para que me anotaran como Lohana, el primer diálogo con la doctora fue así:

-¿Tuvo abortos? ¿cómo es su menstruación?
-Perdón doctora, acá hay un problemilla: yo mujer no soy.
-¿Cómo que no es mujer? ¿Usted no es Lohana?.
-Sí, soy yo. Pero soy una travesti.
-¡Ahh! Entonces, ¡usted es un hombre!

Me lo dijo levantándose de la silla, como sentenciándome. Ahí le apareció lo policíaco de la medicina. Y aunque le expliqué que estaba equivocada, en la historia clínica escribió: “se niega a dar su nombre”. Y no me estaba negando a dar mi nombre, porque mi nombre es Lohana. La que se estaba negando a ver la realidad era ella. Ahí mismo me fui a hablar con el director del hospital, que me propone consultar la lista de médicos de esa especialidad así elegimos a la doctora más “simpática”. Le digo: “Perdón doctor. A mí me va atender la misma doctora que me atendió, pero bien. Si cuando yo me vaya se pone azufre y se rocía con agua bendita, es problema de ella, pero me tiene que atender. Porque sino le estamos resolviendo el problema a ella, no a mí.

¿Y tu dolor de estómago?

Tuvo que seguir esperando, porque me pasan a otra médica, divina, canchera, pos moderna, pero que no me revisó nunca. No podía relacionarse con el cuerpo de una travesti. Así que pasé a un tercer médico al que le dije:” Si no me vas a revisar, me voy ya”. Nunca indagaron la historia de mi cuerpo, si el haber estado presa influyó en mi salud, si las siliconas me las puse ilegalmente y en qué condiciones, si tomaba hormonas… Mi cuerpo era una cosa tirada ahí, seguía siendo violentado, invisivilizado, porque verlo era para esos médicos alterar, confrontar e interpelar todo un orden de lo aprendido. Es tan fuerte el pánico que producen nuestros cuerpos que absolutamente cancela cualquier diálogo.

¿Qué pone en evidencia el cuerpo travesti? ¿La inseguridad, la ignorancia, lo desconocido?

Creo que el travestismo primero rompe de cuajo con las certezas, desmantela esta cosa de la binaridad, de la creación divina, porque cuestiona las esencias. El travestismo pone de manifiesto el deseo. Cuando las vecinos sensibles de Palermo reclamaron que saquen a las travestis de la puerta de sus casas, ¿a quién realmente querían sacar de la puerta? Al deseo de sus esposos. No pueden admitir que nosotras le pongamos el deseo en la puerta. Cuando una persona ve a una travesti, en realidad, no le molesta la diferencia sino la igualdad: qué me refleja, qué me está sacando a mí que me pone tan loca. Pensemos que una travesti nos enfrenta, incluso, a pensar en nuevas formas de reproducción. ¿Podríamos decir, por ejemplo, que un hombre ha parido un hijo? Sí, si pensamos que una persona que nació mujer y se convirtió en hombre sigue teniendo sus órganos reproductivos. Yo he visto una foto de un tipo de barba pariendo. Algunos dirán que está pariendo una mujer, pero su identidad es masculina. ¿Qué respetamos entonces para referirnos a esa persona: su identidad masculina o su anatomía femenina?

¿Cómo podríamos definir la subjetividad travesti?

Si yo me comparo con una mujer de mi edad, cruce racial y origen social, es evidente que la construcción de los cuerpos y las vivencias fueron absolutamente distintas y que esa diferencia nos van dando un tamiz sobre la vida absolutamente distinto. Es cierto que toda la sociedad, por ejemplo, está atravesada por la violencia. Pero si vos comenzás a hacer un trabajo empírico sobre esa violencia social, podés sectorizarla: los jóvenes pasan por esto, los ancianos por esto otro, las mujeres por aquello. Lo que hace sumamente grave en esta sociedad el tema de las travestis es que todas esas violencias juntas atraviesan sus cuerpos. Si a una travesti le preguntas ¿te encarcelaron?, te responde: sí. ¿Te pegaron? Sí. ¿Te violaron? Sí. ¿Te echaron de tu casa? Sí.¿Se te murió una amiga? Si. ¿Tenés Sida? Sí. Todas esas violencias juntas hacen muy pesadas estas historias. Nosotras somos identidades clocalizantes: toda la mierda debe ser puesta en nosotras. Pero no vemos esta historia de genocidio. Son generaciones enteras que están desapareciendo y la gente y funcionarios siguen pensando en función de que toda esa miseria no es real, es simbólica. ¿No hay mayor crimen que quitarle la niñez a alguien? En las travestis es lo primero que se hace. Una niña travesti es siempre alguien expulsado de su hogar, que a los 13 años ya vive en una comunidad con adultas que tenemos la vida hecha mierda.

¿Otra forma de violencia más sutil, que desactiva la rebeldía, no es la victimización?

Esto de la victimización termina siendo rasgo identitario muy fuerte, porque si vos perdés el discurso de la víctima perdés todo. Es otra de las consecuencias de la exclusión: la victimización termina siendo un rasgo identitario único. Un paso más fuerte es cuando esa misma víctima se convierte en sujeta de derecho. Nunca se nos puede quitar el derecho a denunciar que somos víctimas, pero no nos tenemos que quedar ahí. Vos tenés que revolucionar no solo tu propio sentido, sino también el sentido común de la sociedad. El Derecho debe ser interpretativo de la realidad. Si alguien dice “ya he sido puta y no lo quiero ser más”, el Estado automáticamente tiene que interpretar esa realidad. Lo que pasa acá es que no se lee esa realidad, se ignora. Nosotras tenemos que discutir nuevos derechos civiles y políticos, nuevas constituciones. Debemos participar generar, debatir, no permitir que el sistema siga funcionando así.

Modelos de mujer

¿Se podría decir que una de las características de lo travesti es esa visión performática de sus cuerpos?.

En realidad, la estética de todas las mujeres no es creación de las propias mujeres: es una creación de los varones.

¿Y la estética travesti no es una creación de los varones?

Es la estética que se impuso a las mujeres, sobre la cual las travestis hacen después su propia interpretación. La sociedad genera esos íconos. Lo travesti, entonces, no hace más que dejar en evidencia, bien demostrado, cuáles son esos íconos. En mi época, nuestro modelo era Moria Casán. A lo mejor si hoy una adolescente travesti tuviera que hacer una lectura de qué es ser una mujer, pondría de ícono a Pampita. Ahora, el porqué Moria Casan o Pampita son la estética de una trava no es un tema del trava, sino de la sociedad. Eso te da la clara evidencia de cómo el sistema capitalista genera iconos fuertes que atraviesan a cualquier adolescente y, por supuesto, también a las adolescentes travestis. Esos modelos van cambiando, pero forjan una identidad sobre lo femenino de la que nadie está a salvo. El agravante que tiene esta identificación es que ése cuerpo travesti sólo es valorizado en el marco del a prostitución. Y la prostitución es un condicionante muy fuerte. Por ejemplo, en cuanto a las prótesis. Si la que sube más (a los autos) tiene una de 400 es lógico que la otra se quiera poner una de 500. Ahí el que está definiendo ese cuerpo es el prostituyente.

Algo que llama la atención es que desde hace relativamente poco tiempo la sociedad está pensando a las travestis como una población. Inclusive para moverlas del Rosedal, ya no se las trata individualmente, sino como a una población a la que hay que destinar un sector concreto de la ciudad para que allí sean prostituídas.

Hay que diferenciar la prostitucion de las mujeres y de las travestis: lo único que nos une es que para una y otra el primer fiolo es el Estado. Otra cosa en el sistema prostitucional de Argentina y ahí sí hay diferencias: las travestis no somos atravesadas por el fiolismo, como sí lo son las compañeras mujeres. La explotación sí que es la misma. La otra vez compañera me dijo una cosa que me hizo ver la luz. Ella marcaba la contradicción del Estado argentino: por un lado, el Ministerio nos da los forritos para que nos cuidemos y, por el otro, ese mismo ministerio manda a la policía para que nos reprima. A mí me impactó su manera de señalar estas contradicciones en las políticas de Estado. Porque si el Estado te dice “cuídense del sida”, la pregunta siguiente es: ¿cuídense para qué? ¿Qué posibilidades de vida digna tiene esa compañera?, ¿puede ir al a escuela , cambiar de trabajo? Cuando nosotras vamos al gobierno con estos problemillas, nos dicen: “bueno, las vamos a capacitar”. Perfecto. Pero mientras se produce la capacitación, ¿yo le puedo exigir a alguien que se prostituyó hasta las 6 de la mañana que venga a las 10 a tomar el cursito de peluquería? Es indigno. Y esto habla a las claras del destino de muerte que rodea a la travesti. Esta cosa de la muerte, no solo real, sino de muerte cotidiana. Porque los modelos de identificación que encuentra en el día a día siguen siendo el de la puta. ¿O acaso cuando vas a una tienda o a un bar sos atendida por una travesti? Para ejercer los derechos los tenés que conocer, vivir, incluso para exigirlos tienen que ser una cosa posible. ¿Y qué es lo posible para una travesti más allá de la prostitución? Muchas travestis activistas somos altamente capacitadas, pero no somos contratadas. Un ejemplo: en el campo especifico del sida, donde hay mayor cantidad de dinero destinado a las travestis, esos recursos son manejados por las oenegés y sus técnicos, que después agarran a las travestis y le tiran unos pesos por mes para que salgan a la calle, repartan los forros y les recojan la información que ellos luego presentan para justificar sus trabajos. Nosotras somos llamadas para dar testimonio o para el cotillón. No somos vistas como fuerza productora de trabajo.

Como fuerza de trabajo son vistas en cuanto putas.

Exactamente. Cuando destrabemos eso, vamos a poder decir: “Mirá cuánto avanzó la sociedad”.

La sexualidad travesti

¿Podemos pensar el cuerpo travesti como un cuerpo en rebeldía?

Ojalá las travestis lo pensáramos al cuerpo como una cuestión revolucionaria. Nosotras no estamos a favor de ningún tipo de institucionalidad, pero también no se puede obviar los impactos negativos que produce la no institucionalización, ya sea por no tener acceso a un hospital, a la escuela, ni siquiera tampoco a ningún orden barrial, la salitas del barrio o el grupo de la cooperativa “El trapito feliz” de la villa. Los impactos negativos que produce la ignorancia también afectan la capacidad de rebelarse. Para entender, por ejemplo, que la identidad no puede ser construida solo a partir de un cuerpo. El creer que ser mujer es tener una súper teta. Por ejemplo, cuando nostras hacemos los talleres damos una silueta de una modelo divina, ninguna discute ese cuerpo. Y cuando les decimos “vístanla”, todas la visten como puta, con medias caladas, botas bucaneros, polleras cortas. Yo les digo: chicas, las mujeres tiene sabor, olor , color, dolor.

Cuando ustedes están construyendo ese cuerpo ¿qué pasa con el pensamiento, con el alma, con el lenguaje? Va en conjunto con la transformación del cuerpo, o primero va el cuerpo, y después el pensarse, mirarse, decirse?

Absolutamente esa es la parte más fuerte que pasa con el travestismo. Generalmente, por cuestiones económicas y técnicas, comienza con el cuerpo, que muchas veces es modificado aun en la más tierna niñez. Esta exigencia de la corporalidad, de la definición corporal, es prioritaria porque la sociedad todo el tiempo te está pidiendo que te definas. Ellas acceden entonces a esta cuestión de transformar el cuerpo y no se pueden pensar a sí mismas, qué es lo que son y qué quieren ser. A mí me pasó que, tras mucho años de ser portadora de este cuerpo, recién empecé a pensar hace relativamente poco sobre lo que esa transformación significa. Si este pensamiento se hubiese producido al inicio de mi vida nada de lo que me hice, nada, lo hubiese realizado. Lo hubiera hecho en otras circunstancias, con otros cuidados, sin duda. Pero aun si no hubiese podido acceder a esa transformación, lo mismo yo seria Lohana Berkins. Hoy sé que si yo mañana me saco las tetas, me corto el pelo, sigo siendo Lohana Berkins. No podemos creer que solo puedes ser travesti con ese cuerpo. Eso es lo fuerte que nos ha pasado. Y no estoy siendo moralista: que cada una se haga lo que quiera, pero porque lo quiere, no porque se lo están exigiendo o por esta tremenda creencia que sin ese cuerpo no hay nada.

Algo de cruda realidad hay en esa elección: sin ese cuerpo no hay destino en la prostitución.

Eso es algo que se ve en los propios deseos. Cuando le preguntas en un taller qué quieren ser, te contestan: travesti. O mujer. Quedan tan atrapadas en esa ficcionalidad, y en esa cosa de ser solo travestis. Recién después de mucho trabajo, salen otros deseos: maestra, bailarina, médica. Nosotras lo que le tratamos de lograr es que las travestis comiencen a aceptarse a sí mismas. Y en ese sentido, una cosa muy particular es el truqui.

¿Qué es el truqui?

Es el arte de esconder el pene. Algo tortuoso, que te lastima, pero que se transformó en una exigencia para crear la ficción de que somos mujeres. Y no: somos travestis.

Eso lleva a un tema clave: ¿cuál es la sexualidad de la travesti en cuanto a su propio deseo? Porque a las mujeres, por ejemplo, una llave muy preciosa para nuestra propia conquista del deseo es la masturbación. ¿Esto es algo que forma parte de la sexualidad travesti?

Es algo que no puede formar parte en tanto te digan: sos mujer. Eso inhabilita no sólo tu realidad, sino tu posibilidad de goce. El aceptar nuestro cuerpo, y decir que tenemos un pene es maravilloso, porque eso es ser una travesti. Aceptar el cuerpo como es y las funcionalidades de ese cuerpo es algo muy difícil si estás atrapada en el universo de la prostitución. Si te obligan a hacer veinte cosas para que el tipo no se de cuenta de que vos tenés un pene, entonces, ¿porqué no buscan a una mujer? Si venís conmigo, deseame en mi integridad, gózame y déjame disfrutar a mí, porque sino me estás obligando a seguir siendo la geisha de la prostitución. Y esto no tiene nada que ver con la orientación sexual o la identidad de género. Esto es poder amar su propio cuerpo.

La cooperativa

Para pensar esos cuerpos como cuerpos productivos, más allá del mercado del sexo, se están organizando en una cooperativa. ¿Cuál fue el origen de ese proyecto?

Una de las crisis que nos agarró era ver que si bien nosotras habíamos avanzado en mucha cosas, la gran mayoría sigue viviendo de la prostitución. La gente ya ve bien que nosotras nos sentemos en una mesa de debate, pero no le importa de dónde secamos el dinero para sobrevivir, a cuántos tipos tuvimos que aguantar, a qué violencia nos expusimos. Así que les dije a las chicas: ¿qué está pasando? O estamos transmitiendo algo mal, o no se nos está entendiendo. Paremos y veamos cómo nosotras nos hacemos cargo de nuestra entrada económica, de empezar a debatir en esta cultura totalmente patriarcal porqué no se nos ve como productora de fuerza de trabajo. Y se nos ocurrió esto de la cooperativa. Así comenzaron a aparecer las ideas. Un día Hebe de Bonafini me invita a su programa de radio, se enteró del proyecto y nos dijo que nos amadrinaba. A partir de ahí todo el proceso fue sumamente interesante para ambos lados: para nosotras y para cada funcionario ante el cual teníamos que hacer un trámite.

¿Cuáles son tus miedos frente a esta nueva experiencia?

Yo le tengo miedo al Estado. A mis compañeras no. Toda la vida conviví con compañeras mujeres en calabozo y el conflicto siempre estuvo a punto caramelo y, sin embargo, siempre encontrábamos la forma de resolverlo. La ética de la puta a mí me conduce en toda la vida, por eso nunca tomo una discusión en términos personales. Una crece, y el crecimiento produce mucho miedo, pero no me asusta ese tipo de tensiones porque todas aprendimos a rescatar el valor de la convivencia y el afecto.

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El gobierno en una foto: los dueños de la Argentina

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La foto y las sonrisas podrían ser un emblema de la época. Ocurrieron el 17 de diciembre de 2024 en el hotel Palacio Duhau-Park Hyatt. (Por Sergio Ciancaglini)

De creerse en los trascendidos a la opinión pública, el ministro Luis Caputo, alias Toto, dio cuenta en ese almuerzo de un pollo al horno con puré. Es un plato difundido en estas curiosas tierras, que tal vez Caputo no encontró en fugas anteriores, desparramado en playas cariocas tras “fumarse” 15.000 millones de dólares de reservas “irresponsable e ineficientemente”, según lo denunciaba el entonces panelista televisivo Javier Milei.  

En la foto se ve al actual ministro de Economía junto una serie de personas que en cualquier otro ámbito podrían ser confundidas con jubilados salvo por los trajes, las cuentas bancarias y las prótesis: Luis Pagani de Arcor (primer productor mundial de caramelos y otros productos que no aplican como alimentos); Héctor Magneto de Clarín (que definió a la presidencia de la Nación como “cargo menor”, aunque luego lo desmintió sin éxito ante la versión original del maestro Chiche Gelblung); Sebastián Bagó de los laboratorios ídem; Federico Braun de La Anónima (quien reconoció que lo suyo es  “remarcar todos los días” como actitud ante la inflación); Alejandro Bulgheroni (de Pan American Energy); Cristiano Rattazzi (reconoció que gracias a las actuales políticas la gente come menos carne, pero él también, mezclando pobreza con tips vegetarianos); Carlos Miguens del grupo ídem; Paolo Rocca de Techint, instalado financieramente en la guarida-ducado de Luxemburgo para no pagar impuestos; y Jaime Campos de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) promotora del encuentro y diversas actividades cobijadas en una metódica penumbra. No estaba el presidente: no hacía falta.  

Había otras mesas que reunieron un  total de treinta y tres comensales, tres de ellas mujeres. Había un Blaquier, un Roggio, un Pérez Companc, un Roemmers, y hasta un Duhau (no Park Hyatt), entre tantos. No estaba el más rico, Marcos Galperín, un Elon Musk all uso nostro, emigrado al Uruguay para aliviar impuestos, quien de todos modos fue designado en la Mesa Ejecutiva de AEA junto a Magneto, Pagani y Rocca, por ejemplo. 

Había allí más riqueza reunida que la que posee en conjunto gran parte de las millones de personas del país que intentan seguir aferradas a una supuesta pirámide social que no derrama hacia abajo dinero y bienestar sino escombros y residuos. Afuera del hotel, cuentan, había gente ansiosa por ver qué pasaba dentro. No por AEA, sino por la posible aparición ante sus fans de Luis Miguel, huésped del lugar e intérprete de canciones que entre estos adultos mayores podrían haber encontrado coro. Por ejemplo, “Dame”.   

Antiguamente se mencionaba a este tipo de personas como dueños del país, capitanes de la industria y otros epítetos menos glamorosos. Hoy muchas de esas empresas están trasnacionalizadas y los ex dueños mutaron a CEOS. Había en otras eras emblemas como Franco Macri y Carlos Bulgheroni. Este último, fallecido en 2016 a los 71 años tras convivir desde los 28 con un cáncer de ganglios, es un símbolo: negoció con todas las dictaduras, con gobiernos democráticos, con Occidente, con China y hasta con los talibanes por un gasoducto de Las Mil y una noches, que jamás llegó a construir. Se le conocen pocas frases: “Somos los cortesanos del poder”, y “Los gobiernos pasan, nosotros quedamos” entre las icónicas.  

Los comensales del Duhau tomaron lo que Bulgheroni y también el Macri originario enseñaron. Al menos desde los tiempos de la dictadura lograron que los gobiernos les entregaron todo o casi. Muchos se enriquecieron inoxidablemente gracias al Estado, y supieron enriquecer a militares y funcionarios con los porcentajes correspondientes. Pero a estos empresarios nada, nunca, les resultó suficiente: “Será que no me amas” cantaría el huésped del Duhau. Los gobiernos pasan, ellos quedan. Para la población los resultados de tanto poder acumulado por estos señores en las últimas décadas están a la vista. 

Según las crónicas más serias (La Nación, por ejemplo, que tenía entre los convidados a Julio Saguier, presidente del directorio del diario), el ministro Caputo “contó que la genialidad fue bajar la tasa de interés”. 

En el marco del autopercibido mejor gobierno de la historia, las palabras de ese coloso rock star trasuntan cierto nerviosismo oficial, un trastorno obsesivo compulsivo de alabarse a sí mismo. Pueden parecer reacciones diagnosticadas por un conocido refrán español: “Dime de qué presumes, y te diré de qué careces”. El gobierno presume de un éxito económico inigualable, de un apoyo social inédito, de un crecimiento económico deslumbrante. Lo mismo ocurrió en su momento con otras experiencias como las de Martínez de Hoz, Menem y Macri, por poner una letra. 

El autoelogio oficialista deberá confirmarse o no más adelante, de acuerdo a los designios a veces astrológicos de la familia gobernante y su entorno, que evocan también a otra etapa que se autopercibía como exitosa, comandada por José López Rega (a) el Hermano Daniel, promotor de la idea de Argentina Potencia, del Rodrigazo y recordado, además, por la creación de la Alianza Anticomunista Argentina (o Triple A).   

Volviendo al Duhau, los invitados dijeron a Caputo a través del señor Campos lo que repitieron de distintas formas a todos los gobiernos anteriores:  

“La AEA, conformada por empresarios que lideran empresas muy importantes de nuestro país, quisiera expresarle hoy el compromiso de todos sus miembros de trabajar para que la Argentina deje atrás décadas de estancamiento y se encamine definitivamente en la senda del desarrollo económico y social”. 

La pregunta podría ser: ¿quién les pide tanto? ¿O será como tantas veces, un oficialismo producto del viento a favor, para finalmente descartarlo? Por ahora, solo sabemos que terminó una parte del juego que continuará en este 2025. Tiempo para desearnos un feliz año, aunque esta vez –con todo tan dado vuelta– podría ser prudente plantearlo al revés: que todos tengamos un zilef oña.  

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