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La fila del hambre: El virus de la pobreza

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Los comedores en el centro y la periferia de la Ciudad demuestran que quienes llegan allí no son los mismos de siempre: inmigrantes, trabajadores independientes, madres y padres de familia y hasta jubiladxs hacen fila por un plato de comida. Esta es apenas la foto de una película que incluye a 150 mil personas en en Capital que acuden a alguno – o por día, a varios- de los 471 comedores comunitarios reconocidos por el gobierno porteño. Cuánto creció la demanda. Cuántos platos y viandas se reparten. La suspensión de la misa para dar de comer. Y la desesperación porque «acá nadie mira lo que está pasando: somos invisibles».

La fila del hambre: El virus de la pobreza
Foto: Nacho Yuchark

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Nacho Yuchark

Vi a un hombre llorar de hambre. Las mejillas gastadas, las manos castigadas, los mocasines agotados y él, parado al final de la fila de cuadra y media que espera su turno para retirar el bolsón de comida, derrumbado por la noticia que nadie le adelantó: hay que anotarse.

-Yo sólo quiero comer…

-Espere. Algo vamos a hacer.

El hombre espera.

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Comedor de la parroquia San Carlos, en Almagro. Foto: Nacho Yuchark

No quiere hablar, advierte frenando con la palma de la mano la pregunta, que casi a los gritos responde la mujer que está parada delante:

-Vengo desde Once, con dos de mis tres hijos. Me habían dado el número 68, pero me lo sacaron cuando les dije que no estaba anotada y ahora no sé…espero. No sé cómo funciona. Nunca hice esto.

La mujer espera.

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Sacerdotes Facundo y Fabián de la parroquia San Carlos. Foto: Nacho Yuchark

La primera de la fila está sentada en un banquito de plástico azul. Llegó a las 10 de la mañana y el reparto comienza a las 17. Ese es el reloj de la necesidad: siete horas a la intemperie para recibir un paquete de fideos, una lata de duraznos al natural, cinco saquitos de té, una lata de salsa de tomates, un kilo de yerba, otro de arroz y los tesoros de este reparto, verduras y un trozo de carnaza común.

“Repartimos 200 cajas cada martes y cada viernes. El 70% lo aporta el ministerio de Desarrollo Social de la Ciudad, el resto las donaciones”, explica el párroco Fabián Alonso, con guantes de goma azules y barbijo. “Todos los que estamos ahora atendiendo el comedor somos ordenados (sacerdotes) porque las voluntarias que estaban a cargo ya no pueden hacer este trabajo: son población de riesgo. Y bueno: nosotros ya no damos misa, así que esta es una oportunidad que nos brinda este momento para hacer algo importante en épocas así, que nos obligan a todos cambiar. Y entre todas esas cosas que tenemos que cambiar, la iglesia es una”.

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La cola al comedor da la vuelta la cuadra, de la calle Yapeyú hacia Quintino Bocayuva, en Almagro. Foto: Nacho Yuchark

Hace apenas tres meses que el cura Fabián llegó desde Constitución a la parroquia de San Carlos, que en Don Bosco y Quintino Bocayuba sostiene desde hace décadas un comedor que alimenta a las personas en situación de calle y les acerca, además, ropa, remedios, asistencia social y psicológica, entre otras urgencias. Todos esos servicios se vieron interrumpidos por la cuarentena obligatoria, al igual que el trabajo aportado por las personas voluntarias. Queda en pie la entrega de una ración de comida, de lunes a viernes, desde las 19 , a la que han sumado el reparto de cajas de alimentos dos veces por semana. “Tuvimos que abrir otros espacios porque nos sobrepasa la demanda. Se sumó la parroquia de San Francisco, los viernes, que hace el reparto en el gimnasio de Castro Barros al 200. Nos pidieron ayuda para organizarlo porque no tenían experiencia en este tipo de tareas. Eso se está notando hoy en esta ciudad: no sabemos cómo ayudar a quienes más lo necesitan. O bien porque no tenemos esa experiencia, o bien porque estamos cumpliendo el aislamiento. Y eso resiente la capacidad de respuesta de los centros comunitarios, que dependemos esencialmente de la sensibilidad y el compromiso social. Así que decidimos ponernos a trabajar nosotros, los curas, que para eso estamos: es nuestra tarea pastoral en estas circunstancias tan especiales”.

La fila del hambre: El virus de la pobreza

Los pobres del virus

Este comedor que ya ha atajado tantas crisis, ¿qué nota de nuevo en esta?

Responde el padre Facundo:

-Las personas venezolanas están en una situación muy vulnerable. Muchas sin documentación en regla porque la cuarentena ha parado hasta esos trámites. Es gente que ha venido al país para huir del hambre y ahora se encuentra con esto: no tienen resto. Y sienten mucha vergüenza. Se nota que tienen otra formación o educación, como quieras llamarla, y que estas circunstancias las ha puesto prácticamente en situación de calle. Vienen muy golpeadas de allá y reciben esta trompada acá. Es demasiado…

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Equipo de la Asamblea de San Telmo, encargado del comedor de la calle México. Foto: Nacho Yuchark

A pocas cuadras, sobre la calle que también se llama Venezuela, la fila del hambre se repite en la parroquia Santa María, donde reparten 120 viandas todos los martes y viernes, a las 19. Hoy hay guiso de fideos con carne y verdura, acompañado con un pan, un sándwich y una factura. En la fila solo hay hombres, algunos muy mayores, dos con bastón. “En tiempos normales funcionamos como un comedor, con mesas donde compartimos no solo la comida, por eso vienen muchos abuelos que cobran la mínima y así ahorran unos pesos para poder comprarse los remedios”, detalla Antonio, uno de los cuatro voluntarios que está a esa hora a cargo del reparto. “Ahora nos turnamos porque no podemos estar todos al mismo tiempo, así que escalonamos las tareas para no ser más que cuatro. Arranca el primer turno a las 9 y nos vamos repartiendo tareas y horarios hasta terminar la entrega”.

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Viandas preparadas en la parroquia Santa María. Foto: Nacho Yuchark

Sobre uno de los tablones están ya listas las 120 bolsitas blancas y en un lateral, la bolsa de pan y el fiambre cortado con el que improvisan si la demanda es mayor . “La idea es que nadie se vaya sin comida”.

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El menú del día en San Telmo. Foto: Nacho Yuchark

La misma frase es la que repite al teléfono Javier Mayorca, jefe de prensa del Ministerio de Desarrollo Social de la Ciudad, cuando se le pide datos sobre el hambre en tiempos de pandemia. “La demanda creció un 30%”, precisa. “Antes de la pandemia los comedores recibían una demanda de 100 mill personas. En marzo creció a 115 mil y en abril cerraremos en unas 150 mil”.

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Cola para el comedor de San Telmo. Foto: Nacho Yuchark

Los otros datos que completan este dramático panorama:

· En la Ciudad de Buenos aires hay 471 comedores comunitarios,

· 316 están en barrios populares: villas asentamientos, complejos habitacionales.

· 155 en lo que podríamos llamar el casco urbano.

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Foto: Nacho Yuchark

¿Es requisito que las personas se anoten para recibir la comida?

Responde Mayorca:

Es un requisito para garantizar que come sólo aquel que lo necesita y para garantizar que los recursos del Estado lleguen donde hace falta. También, para dimensionar la demanda.

¿Y cómo es el pulso de esa demanda en este contexto?

-De constante crecimiento. Y a mucha velocidad.

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Foto: Nacho Yuchark

Sobre la estrecha vereda de la calle que también se llama Venezuela, a la altura del barrio de San Telmo, a las 11 de la mañana comienza a hilvanarse la fila del hambre.

Una persona a metro de la otra, plato o tupper en mano, espera.

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Foto: Nacho Yuchark

Sobre el escritorio del comedor está el remito de la mercadería que le ha enviado esta semana el Ministerio de Desarrollo Social porteño:

-60 kilos de carne

-33 kilos de pan

-192 huevos

-254 kilos de zanahoria

-480 manzanas.

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Esa es la única cifra que se corresponde con la fila: por día allí se reparten 480 raciones de comida. El resto hay que estirarlo con donaciones y magia hasta hacerlo coincidir con la fila.

Ahora mismo hay trabajando allí seis personas que hacen malabares para que los ravioles lleguen al dente y calientes a cada plato que se asoma por el umbral. “Dejamos abierta la puerta porque la mercadería que no usamos para la comida del día también la repartimos y eso por la ventana no pasa”, explica Rubén, referente de la Asamblea que sostiene ese comedor desde hace dos décadas.

La fila del hambre: El virus de la pobreza

A su lado, Analía sonríe irónicamente cuando escucha la pregunta sobre cómo reconoce el Estado el trabajo que allí hacen. “Nos dan 52 mil pesos cada seis meses. Se supone que es para pagar los gastos, es decir, no incluye el trabajo que aportamos. Solo para gastos. Pero mensualmente de luz tenemos 13 mil pesos, 5 mil de gas y 16 mil de alquiler, así que no llega a cubrir el 10% de lo que gastamos”.

Rubén sacude la cabeza de lado a lado. No es eso lo que le preocupa. Lo que lo agita y le provoca el insomnio que lo tiene atrapado desde que comenzó la cuarentena es la ceguera. “Nadie está mirando lo que pasa acá. Somos invisibles. Esta gente es la que sale todos los días a ganarse el mango en la calle. Y ahora le sacaron hasta eso. Y a nadie parece importarle”.

La pregunta que le saca el sueño es esa: a quién le importa que alguien llore de hambre.

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Hombre mayor espera con barbijo su turno en el comedor. Foto: Nacho Yuchark

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Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

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La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.

Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.

Fotos: Juan Valeiro.

Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos. 

“Pan y circo”, dice. 

Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro. 

Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.

Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.

Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.

Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El poco pan

La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:

“Si no hay aumento, 

consiganló, 

del 3% 

que Karina se robó”. 

Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”. 

Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”. 

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El mucho circo

Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes. 

Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena. 

“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial. 

Silencio. 

“¿Me pueden decir sí o no?”. 

Silencio.  

Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.

Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”

“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.

La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

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Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival. 

Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:

  • “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
  • “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
  • El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.

El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.

Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

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Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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