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La profesora de filosofía a la que le labraron una contravención por dar una clase pública: «El atentado es contra el pensamiento crítico»

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Lavaca conversó con Mónica Cragnolini, Doctora en Filosofía y docente de la Universidad de Buenos Aires a la que la policía le labró un acta contravencional por estar dando una clase pública como método de lucha. Qué tiene que ver su materia, Filosofía de la animalidad, con lo que pasa en el país y le sucedió a ella. Cómo va a discutir su culpabilidad. Y lo que está en juego con la lucha docente y estudiantil que siguen de paro en 57 universidades de todo el país.

Mónica Cragnolini es Doctora en Filosofía, profesora de la Universidad de Buenos Aires desde hace 35 años y una de las mayores especialistas en Nietzsche en el país. En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires da clases en dos materias de la carrera de filosofía: Filosofía de la animalidad, y Metafísica. Además Cragnolini es investigadora principal del CONICET y tiene un vaso currículum académico que incluye libros en torno a Derrida, la biopolítica y la alteridad. Desde ese lugar y ese pensamiento Mónica interpreta lo que le sucedió el viernes 17 en la puerta de la Facultad de Filosofía y Letras donde trabaja: ese día la policía le labró un acta contravencional por estar dando una clase pública en repudio al desfinanciamiento de la universidad en particular y de la educación pública en general.

Al igual que otras 56 facultades en el país, la de Filosofía y Letras en la que Cragnolini trabaja no empezó el segundo cuatrimestre. Muchas de ellas mantienen las clases públicas como método de lucha. «Tomaron mi documento y me dijeron que me llegaba el acta a mi casa; todavía no llegó. No me dieron una copia. Ellos se fueron a la comisaría a hacerla”, relata a lavaca la situación.

Mónica entiende que la contravención es por obstruir la vía pública. Antes de que la policía le labrara el acta, resistió la medida de la clase pública cuatro veces: “Primero vinieron a preguntarme qué hacía, después volvieron a decirme que lo que hacía era una falta contravencional, a la tercera vez dijeron que sino levantaba la clase iban a avisar a fiscalía, y a la cuarta dijeron que la fiscalía había dicho que si no dejaba un carril libre para los autos me tenían que levantar un acta contravencional”.

Mónica consideró que liberar un carril era peligroso para los alumnos, ya que muchos automovilistas pasaban y los insultaban.

Para que se entienda: la justicia contravencional regula lo que sucede en la calle. Sus principales víctimas son los manteros y las trabajadoras sexuales. El sistema funciona así: un policía ve una situación y llama a la fiscalía que por teléfono le da el aval para actuar. Los policías son así los ojos del fiscal, que no presencia los operativos. Y de esta manera manejan la arbitrariedad de la situación, y también los negocios.

La justicia contravencional y de faltas de la Ciudad de Buenos Aires es una justicia sin juicios. La mayor parte de los trámites se dirimen en las llamadas “probation”, que es una suspensión de juicio a prueba en la que por adelantado el acusado asume su culpa y realiza tareas comunitarias o una donación económica. Pero a lo que la justicia no está acostumbrada – fiscal que acusa, policía que labró el acta, defensa que recomienda «agarrar» la probation- es a reunir pruebas, es decir, a discutir la culpa. Mónica, adelanta a lavaca, piensa discutir su culpabilidad: “Yo la voy a discutir porque yo lo que leí en el artículo 78 es que no pueden entrar en conflicto los derechos constitucionales contra las contravenciones. Entonces yo entiendo que hay un derecho constitucional a la libre expresión, a la protesta y a al defensa de los derechos laborales y ahí si entran en contradicción. Eso lo dice específicamente en ese punto”.

La profesora de filosofía a la que le labraron una contravención por dar una clase pública: «El atentado es contra el pensamiento crítico»

El artículo que presuntamente le imputaron a Cragnolini.

El eterno retorno

Las clases públicas no nacieron ayer: se dieron con todos los gobiernos y en todas las facultades del país. Es un método de lucha límite que sobreviene a paros y otras metodologías para intentar forzar un cambio de postura – en general inflexible- de las autoridades para la comunidad educativa. Desfinanciamiento, precarización de las condiciones de estudio y de trabajo y pérdida de poder adquisitivo para el salario docente son algunos de los principales reclamos históricos que vuelven año tras año.

Mónica lleva 35 años solo como profesora regular de la Universidad de Buenos Aires. Desde esa mirada larga, y en medio de un aula en la que estudiantes reciben sus diplomas de grado y posgrado, analiza con lavaca el actual conflicto docente: “La policía, después de lo de Fuentealba, se cuida mucho con los docentes por una cuestión de tolerancia a las manifestaciones docentes. Posiblemente esto sea un indicio de una arremetida, de ir cada vez más fuerte contra los docentes, como van contra los trabajadores. En mi caso particular lo que pasó es que por el hecho de ser la única profesora que estaba en ese momento en la calle, el único curso, la policía parecía no saber de qué se trataba. Como que no estaba al tanto de que había un paro docente, ni qué significaba, y lo vio como un acto individual mío. Todo empezó con un conductor que se bajó del auto y empezó a arremeter contra los estudiantes, un estudiante lo fue a parar, y empezó a decir «son todos unos vagos, unos improductivos, por qué no se meten adentro».

El famoso discurso de «para qué sirven las humanidades». ¿Qué se le responde a ese conductor? 

¿Hay que explicarle? Acá la cuestión va más allá de las humanidades: tiene que ver con todas las universidades. Nosotros estamos defendiendo no solamente nuestro salario sino el futuro de sus hijos y de sus nietos. Con este ataque que hay, lo público es lo que está en juego. Ahora, explicarle a alguien que cree que lo único relevante del conocimiento tiene que ver con la producción tecnológica, en lo agropecuario, etcétera, es muy difícil. En general está la idea de que lo que nosotros hacemos es del orden de un lujo innecesario en la sociedad. Acá lo más importante es hacerle ver a esa gente que estamos defendiendo el espacio que van a ocupar sus hijos, sus nietos y las generaciones futuras.

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En ese momento estaba dando la materia Filosofía de la animalidad. ¿De qué trataba la clase?

La tesis que manejaba en esa clase es que la clase trabajadora está en una condición animalizada para el gobierno. ¿Por qué? Porque piensa a los trabajadores como bestias de producción reciclables, como todo el mundo piensa a los animales.

Parece que algo de relación tiene la filosofía con la realidad…

Totalmente. Yo justamente lo que decía a los estudiantes es que esta materia, Filosofía de la animalidad, en un gobierno que supuestamente es amigo de los animales en realidad es una paradoja. Lo que pienso personalmente, y es el camino que hice desde el pensamiento, es: uno no puede llegar al problema de la animalidad si no pasó antes por el problema de la alteridad, por la cuestión del otro. Y en este gobierno si hay algo que no saben, que no conocen, que no les interesa es el problema del otro. Entonces es una cuestión de snobs, de cools preocuparse por “los animalitos”; aparece como algo de una determinada clase social. Posiblemente han hecho encuestas, focus groups para ver a quiénes les interesa y si a aquellos que los votan les interesan los animales de compañía. Lo único que les preocupa son los animales de compañía.

¿Cree que también hicieron encuestas y focus groups a ver si a esas personas les importa la educación pública?

El proyecto del gobierno con respecto a la educación pública es el mismo con respecto a la salud pública y a todos los ámbitos de lo público, de los que considera que no debe ocuparse. Hacen como una especie de desgaste para ir borrando de lo público a docentes, médicos, enfermeros, etcétera, para que por las condiciones de trabajo no puedan llevar la existencia de manera digna, y así vayan abandonando esos espacios. Es como una desertificación de lo público. Es un gobierno que está interesado en los negocios privados. Entonces posiblemente esto también sea parte de un proyecto de erradicar todo lo que es gratuito para fomentar la posibilidad de que algunos de sus amigos tengan negocios en la universidad.

O una profesora como usted, por ejemplo, vaya a una facultad privada

Claro, que todos los docentes vayan. La idea es que ya no podemos seguir enseñando porque no hay condiciones de trabajo y porque no tenemos un sueldo digno y tengamos que… Ahí sí sería “caer”, ahí sería claramente “caer” en la universidad privada. Esa sí que es una «caída».

Es cierto que se ataca a lo público en general, pero también en particular a los gremios docentes e incluso a los profesorados públicos, donde se forman esos docentes.  ¿Cree que hay un ataque al rol docente?

En toda forma de gobierno en la cual se gobierna tratando de tapar muchas cosas, de lo que se trata es que nadie piense lo que está pasando. Los ámbitos de educación universitaria y de escuela media son espacios de formación de pensamiento crítico. El atentado es contra eso.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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