Nota
MU en Chubut: Zafar para contarla
Desde el martes, la Comarca andina integrada por Lago Puelo, El Hoyo y el Bolsón atraviesa, quizá, las horas más tristes de su historia. Se calcula que se incendiaron 50 mil hectáreas, más de 300 casas se convirtieron en cenizas, al menos dos personas fallecieron, junto a incontables animales, vegetación y vida. ¿Qué significan esos números? ¿Qué hay detrás, o por delante? A Nadia, en Lago Puelo, se le quemó la vivienda y además estuvo a punto de agrandar las cifras del horror: junto a dos hijos y su compañero se vieron literalmente rodeadxs por el fuego. Cómo zafaron, y lo que vieron cuando la vida llega al límite: quién ayuda y quién no, qué prende y qué apaga los incendios cotidianos.
Textos de Francisco Pandolfi y fotos de Nacho Yuchark desde Chubut
Toda la provincia de Chubut está declarada oficialmente en emergencia económica. Pero también social, ambiental, educativa, y muchos etcéteras más. La Comarca no es la excepción, donde también prevalece la crisis habitacional, hídrica y eléctrica. En ese contexto provincial y municipal, el Pinar, una de las ocupaciones más viejas de la localidad de Lago Puelo, hasta el martes a las cinco de la tarde cobijaba alrededor de 170 viviendas. Una era la de Nadia, que la había logrado cerrar “con mucho esfuerzo un par de días antes de que el incendio la destruyera por completo”, narra.
La voz de Nadia está desgastada, fatigada. La carraspera tiene una causante concreta: se le metió un infierno en la garganta, una caldera en las cuerdas vocales, en el pecho, en la memoria: “Cuando vi humo me alerté, le dije a mi compañero y su amigo si podían ir a fijarse la situación y yo seguí revocando en el interior de la casa, sin creer que se iba a prender todo”, empieza un testimonio desgarrador.
Nadia tiene 32 años. Es artesana en la feria de El Bolsón. Nació en Morón, en el oeste de la provincia de Buenos Aires y vive hace una década en la Patagonia. Cinco años atrás se estableció definitivamente en el Pinar, que está emplazada en medio de un bosque precioso, en un valle de ensueño repleto de pinos oregones, que hoy es el apocalipsis.
Allí vive junto a sus dos hijos: Sion, de 7; y Luna, de 3. Con ellos estaba al inicio de la catástrofe más espeluznante que ha sufrido la Comarca.
“La casa era toda de barro, acústica, entonces ni escuchaba lo que pasaba afuera, hasta que Sion me dice ‘má, hay mucho humo’. Lo tranquilicé, le dije que estaba muy lejos. No le mentí: realmente el fuego estaba muy lejos. Dejé el barro y miré por la ventana hacia el otro lado. Vi el cielo naranja, como muchos atardeceres; pensé que era el sol, quizá mezclado con un poco de humareda, pero jamás imaginé que ese color podía tratarse del fuego”, explica de forma acelerada, como quien tiene la imperiosa necesidad de escupir lo atragantado, una llaga que lleva mucho más de siete días.
La calma que intentaba manifestarle a sus hijos cambió en un instante, precisamente cuando Juan, su vecino, llegó gritando desesperado, para sumergirla en una película de terror, en la vida real: “Rasta, salgamos ya, ya, ¡ya!, que se viene el fuego”. A partir de ahí, siguieron cinco horas de pelear con la máxima inteligencia por la supervivencia. “Fue tan desesperante que no sabía qué hacer; estaba sola con mis hijos, con una pata ortopédica porque en enero había sufrido una doble fractura de peroné. Metí un par de cosas en la mochila y salimos desesperados. Nos subimos los cuatro al auto y cuando quisimos salir por arriba, el fuego ya estaba a metros; intentamos llegar a otra salida, pero en una ráfaga el incendio se nos cruzó por delante. Dimos marcha atrás y caímos en la cuenta de lo peor: todo el Pinar estaba cercado por las llamas. Nos bajamos del auto y empezamos a correr hacia arriba con mis chicos a cuestas. Cuando estábamos por llegar a la cima, otra vez se nos cruzó el fuego casi en nuestros ojos; volvimos corriendo para abajo, cruzamos el arroyo, y otra vez el fuego. Ahí sí, creímos que no teníamos escapatoria”.
Atrapadxs sin salida
“El fuego estaba en los 360 grados. No había ningún lugar por donde salir. No había solución, íbamos a morir calcinados”, recuerda, ronca, con los ojos húmedos. Quizá fue su muerte, vista tan cercana; y la muerte de sus propios hijos, tan latente, tan posible; quizá fue todo ese naranja que nada tenía que ver con la contemplación de un mágico atardecer, que la iluminó en el momento justo. “A metros de donde estaba mi casa quedaba una sola pelopincho sin haberse derretido aún. Tenía nada más que 10 cm de agua, pero era la única opción que nos quedaba. Corrimos sin parar. Tiré a los nenes adentro y luego nos tiramos nosotros dos. Ni bien nos metimos boca abajo, el fuego pasó por al lado y destruyó la casa de Juan. Cuando pudimos, agarramos la lona de una pelopincho rota que estaba cerca y nos envolvimos los cuatro; como último recurso, a unos metros encontramos una chapa y nos la pusimos de techo. Y ahí nos quedamos, sin más nada que hacer, esperando…”.
El fuego avanzaba muy rápido, iba haciendo círculos, remolinos. “Abrazaba la pileta, pero no la tocaba. El calor y el humo ya eran insoportables, así que casi siempre estábamos debajo del agua, que bien pegados al suelo nos alcanzaba a tapar. Cuando no aguantábamos más, salíamos unos segundos, respirábamos un poquito y nos volvíamos a meter”, rememora con un detalle tan descriptivo que abruma. Alrededor de tres horas estuvieron dentro de la pelopincho. “Fueron eternas. Los nenes gritaban ‘vamos a morir, vamos a morir’; ‘quiero que sepas que sos la mejor mamá del mundo. Yo les decía que íbamos a sobrevivir, hasta que colapsé, y les dije que sí, que tenían razón. Yo no podía más”.
Los caminos de salvación se agotaban: “Con la poca batería que le quedaba a Juan llamamos a Defensa Civil y, como nunca nadie del Estado vino a hacer un croquis del barrio, no sabían dónde mierda estábamos”.
La respiración empezaba a reducirse. Ya habían respirado demasiado humo. “El agua ya estaba recubierta de hollín. Nos mojábamos la boca y escupíamos. Teníamos una sequedad increíble de tanto calor. Llamamos tres veces al 107, sabían que nos íbamos a morir asfixiados y lo único que nos decían era que ya habían elevado el mensaje, pero nunca aparecieron. Después nos enteramos que cuando el “último” vecino en ser evacuado salió de El Pinar, desde el SPLIF (Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales) le aseguraron que ya no quedaba nadie en ninguna casa”.
Sin respuesta estatal, Juan llamó a su compañera que estaba en El Bolsón para que viniera a rescatarlos. En paralelo, el compañero de Nadia junto con otro amigo la buscaban desesperadamente por los centros de refugiados, luego de que les confirmaran que en su barrio no quedaba nadie. Como no la encontraban, burlaron la seguridad y entraron a El Pinar. Gritaron, desde la cima del valle. Y desde debajo de una chapa y una lona, dentro de una pelopincho, renació la esperanza. Les devolvieron el alarido. Entonces, envueltos en una frazada seca, se metieron entre las llamas a rescatarlos. “Cuando escuchamos el pedido de Nadia pidiendo ayuda no lo dudamos. Empezamos a caminar. No se veía nada. Las llamas eran del doble de largo que los pinos más altos. Entramos con una frazada seca cada uno, de esas truchitas, no las que son de pluma; así llegamos hasta allá en medio del fuego. Les juro que no tengo ni una ampolla y eso que estaba en zapatillas deportivas, sin guantes ni ropa ignífuga”, relata el amigo, quien pide no revelar su identidad. “Era difícil creer que realmente no vendrían a buscarnos, pero en un momento debimos asumir que efectivamente no lo iban a hacer”, agrega.
Terrorismo y flores de bach
“Vinieron por el medio del incendio, fue una locura total lo que hicieron. En ese momento el fuego todavía era inmenso. Cuando ya estábamos los seis planeando qué hacer, apareció la compañera de Juan por un camino superior, donde había mermado un poco el fuego y quedaban brasas. Como venía de afuera sabía el panorama y nos dijo que había que salir urgente porque el fuego estaba volviendo también de ese lado”.
Nadia tenía todo el cuerpo mojado y sentía que el fuego se le pegaba en la piel, como quien levanta temperatura de un sacudón. Juan estaba en ojotas, que se le iban derritiendo al andar sobre la parrilla de brasas. Eligieron pasar “por el arroyo seco, el único lugar donde se podía cruzar porque las piedras estaban calientes pero no se prendieron”, rememora ella, a quien se le va dibujando en el rostro una tenue sonrisa, a medida que llega al final de la proeza.
“Trepamos lo más rápido posible, en la absoluta oscuridad y cuando llegamos a la cima, la sensación fue indescriptible. La ruta estaba cortada, todo era una catástrofe, un terrorismo puro, era el fin del mundo”, cuenta y esa mueca sonriente que había atinado a surgir, desaparece de repente: “Había un agente del SPLIF apostado en la salida, le imploramos que nos sacara de ahí, que nos llevara a cualquier lado, pero nos dijo que no podía; le contamos toda la situación, nos vio salir de la muerte; vio a mis hijos desnudos; pero igual se fue a la mierda”. Finalmente, un voluntario que pasaba con su camioneta les paró y los llevó a El Bolsón, donde los derivaron al hospital para hacerles una serie de estudios y después a un hostel, sólo por dos días. Luego, a la calle, otra vez.
Pasó una semana de “ese terrorismo puro”, “del fuego intencional”, y su casa terminada, hoy es un pedazo de tierra donde la comunidad la está ayudando a construir un techito de madera provisorio, ladeado por una lona verde y bolsas de plástico negras. Debajo, una pequeña carpa, rota, sin los parantes firmes. “Acá nunca vino ningún funcionario, salvo en la época de las elecciones que trajeron una bolsa de cemento” dice, mientras sigue acumulando broncas: “Llamamos miles de veces a la municipalidad para que, por ejemplo, nos trajeran ripio para los caminos de salida. Pero ni eso, nunca trajeron nada”. Su amigo, que la escucha mientras clava una madera del techo, la corrige: “Sí que traen, pero problemas. Desde que nos pasó esto, tampoco vino nadie del Estado. Pero nadie, eh. La única ayuda fue del pueblo, que nos ofreció todo lo que se les ocurra, hasta flores de bach”.
Y sentencia, porque a esta historia de resistencia, de dolor y de mucho amor; a esta historia tan particular, la atraviesan veinte años de lucha: “Ningún incendio es casual y siempre está relacionado a una clara acción del gobierno provincial y nacional en contra de quienes cuidamos los bosques nativos, protegiendo a las empresas mineras, extractivistas, siempre a costa del pueblo”.
Nota
Septiembre en Mu Trinchera Boutique
Obras de teatro, música, comida rica, dos ceremonias especiales, y una propuesta para las infancias: este septiembre te esperamos en nuestro espacio (Riobamba 143, CABA) con todas estas propuestas. Recordá que si sos suscriptor, tenés descuentos.
Sábado 7 de septiembre, 20.30hs
TERROR DE ARRABAL
Tres barrios porteños, tres leyendas urbanas y la pesadilla de una inquilina en busca de hogar. Terror de Arrabal es un unipersonal de narración oral que recorre leyendas urbanas de la Ciudad de Buenos Aires en el camino de una inquilina que mudanza tras mudanza no para de chocar con lo paranormal.
Entradas por Alternativa Teatral
Domingo 8 de septiembre, de 13 a 17 hs
PACHA URBANA
Una ceremonia para testimoniar la vida y celebrar el placer del encuentro colectivo.
Un ritual para nutrir el cuerpo y el alma, con el escenario urbano de fondo, con nuestros pies sobre el territorio que nos cobija.
Empanadas salteñas, bebidas, DJ y fiesta: todo incluído.
Anfitriona y cocinera: Carla Morales Ríos
Musica en vivo y DJ: Big Mama Laboratorio
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Sábado 14 de septiembre, 20 hs
NENA GORDA
Un biodrama que surge de la convicción de que una herida personal es un interesante y genuino punto de partida para la creación. En éste caso, el foco está anclado en lo más íntimo y a la vez universal: el cuerpo propio y la mirada de los otros sobre él.
Regresar, a través de sus objetos, al cuarto de la infancia; aquel sitio que alberga aún el recuerdo, las memorias, los deseos de otros proyectados sobre nosotros.
Una foto. Una pequeña bailarina clásica llamativamente gorda es el disparador para preguntarnos ¿Qué tiene que cambiar para que el cuerpo de una niña sea suficiente?
Entradas por Alternativa Teatral
Domingo 15 de septiembre, 18 hs
MARYTA DE HUMAHUACA
KILLA RAYMI (la Fiesta de la Luna)
Maryta de Humahuaca, cantora indígena, jujeña, llega a Buenos Aires para presentar sus nuevas canciones en una ceremonia con artistas invitadas.
Entradas por Alternativa Teatral
Viernes 20 de septiembre, 21 hs.
Maca Mona Mu
Nos invita a recibir la Primavera
presentando su disco Ruca.
Canciones enhebradas a través del elemento fuego para iluminar, abrigar, cocinar y encender nuestros sentidos.
La voz de Maca Mona Mu narra emociones íntimas que exponen la nueva sensibilidad de esta época.
Sábado 21 de septiembre, 20.30 hs
SER EVA, por Eva Basterra Seoane
Textos y canciones para no olvidar, el arte para testimoniar y celebrar la vida.
La Eva artista, la que se rebela, la que se entrega, la lucha, la que grita, la que muerde, la que sueña, la que vive.
Un encuentro mensual, con una invitada especial en cada ocasión. En esta oportunidad: Graciela Daleo, docente, investigadora, sobreviviente de la ESMA.
Eva es escritora, cantora, murguera, feminista, hija de Víctor Basterra y Laura Seoane, sobrevivientes de la ESMA. El testimonio de Victor fue crucial en el Juicio a las Juntas Militares, inmortalizado en un texto de Jorge Luis Borges.
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Domingo 22 de septiembre, 16 hs
FESTIVAL MOSTRES E INFANCIAS
¡Primer Festival para Infancias libres y Todo Tipo de Familias, porque deseamos que crezcan en toda su diversidad!
Habrá:
-Ronda de Lectura con hadas travas madrinas: Susy Shock, Luz Ventura, Eugi
-Juegos participativos y Juegos cooperativos: Amarella y Amarellita.
-Talleres organizados por la Editorial Muchas Nueces.
-Música en vivo: La Banda de les Mostres, Susy Shock, Sofia Dieguez, Lelé Música, Amarella, Mika De Frankfurt, ¡y más amigues!
Entradas por Alternativa Teatral
Nota
Diez años después: comienza el juicio por el femicidio de Nancy Fernández
Comienza este martes el juicio por el asesinato de Nancy Fernández que se extenderá entre el 3 y el 6 de septiembre en el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 7 de San Isidro. Por Anabella Arrascaeta.
Nancy tenía 36 años cuando el 2 de mayo de 2014 fue encontrada en su casa semidesnuda, violada y asfixiada. Venía reclamando justicia por su hija, Micaela Fernández (14), que un año antes había sido secuestrada, violada y asesinada (ambas en la foto de portada). Sin embargo, se caratuló el caso de Micaela como suicidio. El acusado es Juan Carlos Corvalán, conocido narco de la zona. Nancy y Micaela eran parte de la comunidad qom Yecthakay, de Tigre.
Esta historia, situada en el Municipio de Tigre, se teje entre muertes e impunidades. El crimen de Micaela Fernández fue caratulado como suicidio, y sigue impune. Este martes comienza entonces el juicio por el asesinato de su madre, Nancy Fernández, que se extenderá hasta el viernes 6 de septiembre en el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 7 de San Isidro. Hay un solo imputado por el femicidio: Juan Carlos Corvalán, narco de la zona.
El entramado detrás de estas muertes sigue aún sin visibilizarse.
Nancy Fernández, de la comunidad qom del Tigre. La asesinaron porque seguía denunciando que el caso de su hija Micaela no había sido un suicidio, sino un asesinato (Foto de Canal Abierto)
Los crímenes
En 2013, cuando Micaela Fernández desapareció, su madre Nancy fue a la Comisaría 6ª de Talar pero no le quisieron tomar la denuncia; había sido secuestrada y violada por varios hombres. Cuando su hija apareció días después, con golpes, cortes en la cara y el pelo cortado, Nancy insistió en denunciar lo sucedido y otra vez volvieron a negarle ese derecho. En una entrevista con la TV Pública, Nancy reveló que la policía la llevó a la comisaria, donde la ataron y golpearon. Cuenta Nancy en el video: “India de mierda, me dijeron, te callás la boca, no vas a hablar vos”.
El 17 de febrero de 2013 Micaela apareció asesinada en la casa de Dante “Pato” Cenizo. Tenía un tiro en la cabeza. La investigación de su muerte estuvo a cargo del fiscal Diego Molina Pico, de la Fiscalía de El Talar, que a los pocos meses archivó la causa caratulada como suicidio. Dante “Pato” Cenizo solo estuvo preso por venta de drogas.
Un año después, mientras Nancy, reclamaba justicia y denunciaba la complicidad policial en la trama, la encontraron en su casa semidesnuda, violada y asfixiada. Ahora, diez años después, su muerte llega a Tribunales.
El reclamo de justicia
Nancy y su familia son parte de la comunidad Qom Yecthakay del partido de Tigre. Micaela tenía una hermana: Lisette Fernández, que tenía 12 años cuando asesinaron a su hermana, y 13 cuando asesinaron a su mamá. Cuando cumplió la mayoría de edad tomó el reclamo de justicia y se rodeó de las organizaciones que desde el territorio acompañan los reclamos por los femicidios locales.
La misma red que acompaña por ejemplo el reclamo de justicia por Luna Ortiz (asesinada en 2017 cuando tenía 19 años) estará presente en los Tribunales acompañando a Lisette.
“Es importante el acompañamiento porque es una causa fuerte. Esta red de mafia territorial se creía que al matar a Nancy y al morir su abuelo Eugenio de tristeza, Lisette no iba a hacer nada por su corta edad, pero cuando cumplió los 19 años decidió salir como particular damnificada, y es importante levantar junto a ella el pedido de justicia”, dice a lavaca Marisa Rodríguez, mamá de Luna Ortiz y miembro de la red que acompaña el pedido de justicia por Nancy y Micaela.
Marisa Rodríguez, la mamá de Luna Ortiz, junto a Lisette, hija de Nancy y hermana de Micaela que retomó el reclamo de justicia ante la audiencia que comenzará este martes 3.
Esa red garantiza por ejemplo que durante esta semana Lisette tenga cómo trasladarse al juicio, y se quede a dormir cerca de Tribunales. También organiza que la joven tenga la comida para la semana y las actividades de acompañamiento que sucederán en la calle mientras el proceso transcurre, además del claro apoyo y contención.
El juicio marca la posibilidad de empezar a desarmar el entramado de impunidad. Un primer paso en un largo camino que se inicia por juzgar como femicidio el crimen de Nancy, y que después pueda dar lugar a lo que todavía no se hizo increíblemente: vincular la muerte de Nancy con el crimen de su hija Micaela, y poder poner luz en la trama de responsabilidades y complicidades que mantuvieron durante 10 años sus femicidios sin justicia.
Nota
Talento eterno
Ricardo Talento –actor, director, dramaturgo y docente, fundador del Circuito Cultural Barracas y uno de los principales impulsores del teatro comunitario– se “mudó de casa”, como dicen las Madres de Plaza de Mayo cuando alguna de ellas parte hacia otras dimensiones. El recuerdo de Luis Zarranz, periodista, escritor y autor de del libro Actores Sociales, de Lavaca Editora: una investigación, descripción y guía sobre una experiencia de una profundidad única en el mundo, con Ricardo Talento como uno de sus emblemas. En esa obra Luis explica el rol del teatro comunitario en la reconstrucción del tejido social tras la dictadura, hasta el presente. Y en esta nota cuenta sus batallas, sus conceptos, lo que fue capaz de crear con la mirada siempre puesta en lo grupal. Su debate tanto con el liberalismo como con el progresismo sobre lo que significa el arte como producción social y autogestiva. La definición de la palabra “talento” que le falta a los diccionarios. El retrato de un imprescindible que supo combinar alegría, entusiasmo y comunidad.
Por Luis Zarranz
(foto de portada publicada por la Asociación Argentina de Actores y Actrices)
Ricardo Talento tuvo un apellido que le calzaba justo. Su virtud no estaba solo en su capacidad actoral o dramaturga sino en algo más trascendental y difícil de hallar: la potencia para generar proyectos artísticos comunitarios a lo largo y ancho del país.
En ningún lugar de eso que llamamos mundo existe algo similar –en términos de extensión, recorrido, articulación, transformación y hecho cultural– como el teatro comunitario argentino. ¿Qué es? Teatro de y para vecinos y vecinas. En nuestro país, más de sesenta grupos conforman una red nacional de enorme vitalidad en la que se fusionan conceptos tales como comunidad, arte, identidad, celebración, autogestión y juego: todo como parte de una unidad teatral.
Sin embargo, lo que hace más interesante aún al teatro comunitario es la generosidad fundacional con la que creció. Y es precisamente ahí donde emerge la figura de Talento junto con la de Adhemar Bianchi como directores de los dos primeros grupos del país: fueron ellos quienes durante los días aciagos del 2001 salieron por los barrios a propalar el encuentro de vecinos a través del arte, lo que permitió que surgieran diversos grupos hasta en los lugares más inimaginables del país.
Eso es Talento.
A partir de ese impulso, en pueblos de no más de seiscientos habitantes, por ejemplo, comenzaron a surgir grupos de teatro comunitario en los que participaba buena parte de la comunidad: la vieja estación de tren abandonada pasaba ser un escenario para una función, lxs vecinxs contaban ellxs mismxs la historia del lugar, es decir su historia.
Talento vio allí el hecho cultural en toda su dimensión transformadora.
Antes, mucho antes, en la década del setenta había participado en el Centro de Cultura Nacional José Podestá, en el grupo La Podestá y en el Grupo de Teatro Cumpa. En 1987 comenzó a dirigir al grupo de teatreros Los Calandracas. Finalmente, en 1996, en plena sobredosis menemista, fundó el Circuito Cultural Barracas y, junto a Adhemar, creó “El Fulgor Argentino Club Social y Deportivo”, la gran obra del primer grupo de teatro comunitario, Catalinas Sur de La Boca, hermano mayor del Circuito de Barracas.
Imagen de la actual versión de El fulgor argentino, espectáculo organizado y creado en1996 por Ricardo Talento y Adhemar Bianchi, cuyo éxito lo renueva año año. Foto Lina Etchesuri
Pero todo el párrafo anterior engendra un error: nada de lo que haya hecho Talento podría conjugarse en singular. Sus iniciativas siempre propiciaron el encuentro con el/la otro/a para, a partir de allí, crear proyectos de índole grupal.
Su nombre y apellido nunca fueron un nombre propio sino sustantivos colectivos. Por eso le preocupaba tanto combatir la aparente capacidad individual de un artista. Ese fue su verdadero arte: dialogar con la época para transformarla en comunidad: “Creemos que el arte es un derecho de todos. El mundo liberal creó la figura del artista como para decir que están los que se permiten desarrollar su actividad y tienen un don. Están diciendo que otros no lo tienen. Y, además, que se trata exclusivamente de una producción personal. Es un nefasto concepto liberal y hay otro del progresismo: la idea del arte como herramienta, como una utilidad. Nosotros creemos que en sí es transformador”.
Eso es Talento.
Así, en 2001, bajo su dirección, el Circuito Cultural Barracas parió una de sus emblemáticas obras: El casamiento de Anita y Mirko. Un casamiento como una excusa para generar un espacio de encuentro, intercambio y diversión que amortiguara la crisis neoliberal que, como un tsunami, arrasaba con todo. La fórmula que crearon lxs vecinxs fue medicina para curar el agobio, la desesperación y el desencuentro. Y fue también un éxito teatral que lleva veinte años ininterrumpidos de funciones agotadas sábado tras sábado, con más de 70 vecinxs actores en escena.
El Casamiento de Anita y Mirco, obra y experiencia emblemática del Circuito Cultural Barracas desde 2001, otra muestra de la capacidad de Ricardo para reunir lo social y lo artístico y hacer una fiesta (literal y divertidísima) que comparten y actúan con el público más de 70 vecinas y vecinos del barrio. Foto Lina Etchesuri para lavaca .
Hace un tiempo, en una charla para una nota de lavaca, Talento me dijo: “En todo estos años cambió el clima político y el social, pero sigue esa necesidad de jugar, aunque sea por dos horas, a que no tenemos paranoia el uno del otro. En el fondo, el Casamiento es una ficción: ficcionamos que nos conocemos, que nos podemos divertir juntos, que podemos compartir una mesa sin que nos conozcamos. No es poca cosa”.
Eso es Talento.
Más Talento: “El teatro es la última ceremonia humana que le queda al ser humano. Cuando la comunidad la toma, vuelve a darle encarnadura, sentido. Porque a veces el teatro se vuelve una ceremonia hueca, no de comunicación sino de exhibición: de habilidades, de construcciones artísticas. Una de las cosas por la cual el teatro comunitario tiene tanta repercusión en el público es porque al tomarlo la comunidad vuelve a tener sentido esta ceremonia celebrativa. El vecino produce con otro vecino, que es el espectador: hay empatía y todos juntos estamos participando de un hecho colectivo”.
Así, con esas pócimas, Talento supo dialogar y protagonizar su tiempo: con otros/as: “Creatividad significa cómo puede imaginarse uno de otra manera, cómo puede modificar el entorno y puede construir política. Estás desarrollando prácticas a nivel comunitario, de construcción política, partiendo de la posibilidad de imaginar de otra manera. Y ejercerla, además, porque no es que lo decís teóricamente y después te vas a tu casa solo. No, lo estás ejerciendo todo el día en la práctica, con otros”.
Cómplices y compinches. Adhemar Bianchi y Ricardo Talento, creadores de espacios de encuentro, intercambio y diversión para escaparle a la desesperación y los desencuentros. Foto LAVACA
Pocas veces palabra y acción se sintieron tan a gusto: eso sí es Talento.
Otra vez, cuando participó del Foro Social de Porto Alegre puso en discusión la frase “Otro mundo es posible”, leiv motiv de esos encuentros. Talento planteó dos cosas: primero que nada iba a ser posible si no éramos capaces de imaginarlo. Y, segundo, que no había que plantear otro mundo posible sino este, el de aquí y ahora, el que se manifiesta en el más político de los ámbitos: el cotidiano.
Eso es Talento.
Hay personas que dejan una huella tan imborrable de su paso por el mundo que resulta imposible mencionarlos en pasado, su tiempo es tan actual que siempre están en presente: eso es también es Talento. Y, por eso mismo, siempre están y estarán vivas: cada vez que un grupo de teatro comunitario se junte, cada vez que empiece una función, cada vez que surja otro grupo más, Ricardo Talento estará ahí, como parte inescindible de esa acción.
La Real Academia Española, que poco sabe del mundo real, admite tres definiciones de “talento”: “1) inteligencia (capacidad de entender). 2) aptitud (capacidad para el desempeño de algo). 3) Persona inteligente o apta para determinada ocupación”.
Le falta la más trascendental de las definiciones: “Talento: sustantivo colectivo teatral y comunitario”.
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