CABA
Parir una época: apuntes al pie de una no-derrota
Reflexiones colectivas tras la votación en el Senado de la ley de aborto. Dos horas antes de que se produjera la votación formal en el Senado y cuando ya conocíamos cuáles serían los resultados, realizamos en la trinchera de MU una ceremonia de reflexión colectiva. Lo que sigue son apuntes de lo que allí pudimos pensar juntxs y que compartimos en esta nota con la intención de provocar más. También, con idéntica intención, compartimos nuestro video sobre lo que nos pasó ayer.
Uno.
“La diferencia entre un color y el otro es que hay gente que está defendiendo lo que ya está, y lo que nosotros venimos desde hace tiempo inaugurando es una nueva realidad, atravesando estructuras que no se han movido. Eso no ha parado de crecer, nosotres lo miramos y lo podemos sentir, tenemos bastante resistencia en eso, pero también tenemos la potencia de pasarle la posta a lxs pequeñísimxs que se sumaron, que también vienen del fracaso de lo exitoso en términos de si sale una ley, los números, las cantidades. Pero en realidad ya hemos ganado, venimos ganando. Y hay que tener conciencia de que hemos atravesado todo: generaciones, clases, estamentos… Estamos siendo una tribu y tenemos que tener la conciencia poderosa de que somos una tribu que se está desencajando de lo viejo.
Tenemos que ponernos en otra acción, más incisiva. Esta bueno pensar en estas agendas porque este poder no está esperando que hagamos estas cosas, no están preparados para resistir esto. Ya empezó la separación de la Iglesia del Estado -que por ahí termina siendo en 20 años-, pero es parte de esta nueva época inaugurada. Y que no va a parar. Metámosle adentro de la canasta nuevos temas que no esperan para aturdirlos. Porque si vamos a estar resistiendo al FMI como único recurso y pensando que esta época son los 90 y que esta época es la misma resistencia de siempre, compramos el paquete del fracaso. Tenemos que ser creativos para repensarnos de otra manera y animarnos, animarnos, animarnos… Lo peor que nos puede pasar es burocratizarnos a nosotres mismos. Si la solución va a ser abrazarnos a los Moyanos no construimos nada nuevo. Así que: más insolencia, chiques, más travestitud. Celebremos esta derrota”.
Dos.
“Todo esto es una pulverización que está volando todo. Todo este movimiento que sucede es como patear el hormiguero, y ahí estamos: en medio de eso. Creo que estamos en este momento de construcción y a su vez de deconstrucción, con una esperanza muy verde que es la juventud, que es la gema de todo”.
Tres.
“Nos queda la movilización más multitudinaria que hayamos vivido en los últimos años. Callao llena de gente, tanta que pasaba en un corte espóntaneo la Avenida Corrientes y seguía hasta Lavalle; Avenida de Mayo llena hasta la 9 de Julio. 9 de Julio llena hasta Corrientes. Una U infinita que enlaza cuerpos tuneados con pelucas, glitter, remeras con consignas y carteles que proclaman “Legal o clandestino”.
“Lástima el mal clima”, dijo una piba sonriendo frente a la lluvia constante y helada que caía sobre todxs.
La ocupación del espacio público fue en rondas. Rondas de pibas y pibes coparon los centros del amontonamiento en las avenidas y cantaban versiones feministas del “arroz con leche” a los gritos. Las pibas estaban atentas a lo que pasaba adentro, pero ante las malas noticias que empezaban a circular sólo alzaban más la voz. Poner la voz en estos casos fue gesticular, respirar y sentir para poder gritar. No fue sólo un discurso que se dice frente a una cámara ni desde arriba de un escenario. Esa voz fue aguerrida desde el mediodía hasta la madrugada: nunca paró. No se rindieron. Era una música infinita que mezclaba muchas canciones, pero terminaba en una sola: que sea ley.
La pregunta que circulaba entre muchas, mientras compartían un mate , también fue una constante: ¿esta gente nos representa? Y en las conversaciones citaban una a una las frases de los senadores que habían dispuesto el No.
La que más se escuchaba era la de Urtubey. La cara de las mujeres cuando se recordaban en voz alta que un senador justificó en pleno recinto las violaciones intrafamiliares era de horror y de asco. Y provocaba la pregunta siguiente: ¿de dónde habrá salido esa gente que no nos escucha?
Otro tema de charlas -en la espera interminable- fue el repaso en voz alta de todo lo que se había hecho para llegar hasta ahí. Tanto en rondas de pibas como de mujeres mayores se escuchó: firmé la carta, hice pañuelazo, fui Criada, decoré mi barrio de verde, llevé el pañuelo a todos lados, intervine mi pañuelo, hice talleres en los barrios. Y la lista de balance de las acciones que se habían hecho para ser escuchadas era también infinita. Nos queda que las mujeres pasamos de hacer listas de compras en supermercado a hacer listas de acciones para cambiar el mundo, no es poco.
En medio de todo eso, ante el mal clima que le impidió estar en el escenario, Elena Roger cantó en Mu Trinchera Boutique algo que conmovió hasta las lágrimas a lxs presentes y sintetiza por qué la fiesta no se acaba hasta que sea ley:
Después de todo
Todo llega siempre de algún modo
Las profecías se dan
Apocalipsis de abajo
Un maremoto de amor
Fiesta en la calle
Un orgasmo que nunca se acabe
Día de Resurrección
Y será, y será un fuego, un pantallazo, un rayoluz conmovedor
Una tormenta, una música infinita
Y será, y será un fuego, un pantallazo,
un rayoluz conmovedor
Una tormenta, una música infinita.
Las horas pasaban y como las noticias desde adentro del alambrado seguían sin ser buenas, comenzaron los rumores de posibilidad de represión. Gran parte de carpas y escenarios desaparecieron en pocas horas y la madrugada de la calle fue nuevamente de las pibas. Las pibas, con el símbolo feminista pintado en verde en los cachetes. Para ellas no había ninguna importancia en ningún discurso en especial: sólo querían escuchar el sí o no, y que siguiera el próximo. Tenían la mirada fija mirando al Congreso y si bien no mostraban caras de felicidad, tampoco eran de resignación. Nos queda ese aguante en el cuerpo.
Al borde de las rejas, con el pañuelo verde en alto y sin bajar los brazos -como si estuviesen mostrando un pañuelo de la paz a alguien que está a punto de dispararles-, siguieron. Que sea ley, que sea ley. Como un mantra que ya era un ruego. Un ruego exigente y de pie que se extendía por Callao. Un grito que no podían callar porque cuando lo hacían para respirar se escuchaba un pastor evangélico microfonado desde un escenario en la puerta del Congreso. Mirando sus celulares vieron cómo gente que ni sabían que habían votado les negaban un derecho.
“No están a la altura”, dice una piba a otra.
Gritan una vez más, esta vez bien fuerte: “anti-de-re-chos, anti-de-re-chos”.
Se abrazan, se secan las lágrimas y caminan por Callao tomándose de las manos entre desconocidas, diciéndose unas a otras que se cuiden, que ya a esta hora es prudente ir volviendo, diciéndose que hicieron una jornada histórica, que tarde o temprano va a ser Ley, que no hay que aflojar ahora, y que el mayor triunfo es estar juntas.
Eso: nos queda estar juntxs”.
Cuatro.
“El debate todavía no había ni arrancado, pero en la calle ya se sentía: no era una marcha. Ni una movilización. Tampoco un festival. ¿Qué era?
Lo nuevo.
Podemos llamarle: una revolución, en presente.
La verdadera palabra para describir lo que pasó todavía al estamos inventando.
Y hoy sigue: se la llevó cada una para su vida.
Adentro, un Senado blindado no escuchó.
¿Qué pasó?
38 senadores y senadoras votaron por a favor del aborto clandestino. Desde hoy cada hemorragia, dolor, soledad, humillación, muerte, es su responsabilidad.
Perdemos sangre.
Y nos duele.
Después de un debate histórico durante cuatro meses, nadie puede no ver esa sangre que anoche podría haber dejado de derramarse.
Aún si, con las heridas abiertas, ganamos. Algo cambió. Ya no somos las mismas, y tampoco lo somos junto a otras. Nos teníamos desde siempre, pero ganamos redes, y las hermanas se multiplicaron. Ganamos la seguridad de querer vivir de otra manera, con más placer y menos miedo.
En el Senado votaron para continuar con una política de Estado femicida.
En la calle las formas de acompañar, sostener y estar juntas aumentan al ritmo del glitter y la urgencia. Y ahora que si nos ven, también se ve que el movimiento más transversal, heterogéneo, incontrolable y poderoso que tenemos, no tiene representantes. La política toda entró en una crisis de representatividad. ¿Quiénes son estos y estas que deciden sobre nuestras vidas y nuestras muertes?
Nosotras ganamos una pregunta: ¿Qué democracia? Y la infinidad de respuesta que ya estamos creando, criando y probando”.
Cinco.
Me sale hablar del continuum lesbiano, que es algo absolutamente invisibilizado. El continuum lesbiano dice: “Somos lesbianas y nos pasamos conocimiento las unas a las otras a pesar de todo”. Somos un continuum y ese continuum obviamente puede llevar otro nombre, puede ser cualquier continuum: eso lo estamos pensando. Con todos los cachetazos que uno va recibiendo del Medioevo creo que tenemos en claro que seguramente estamos con un montón de diferencias: algunos les gusta el Fernet y a otros la cerveza, pero son cosas zonzas que no nos pueden dividir. Sí claramente nos tenemos que desheredar de los que se caen a pedazos, y no es un discurso contra lo longevo. Estoy acá sumamente esperanzada con sus rostros jóvenes, cargándome de frio con zapatillas mojadas porque la intención es que ustedes y quienes vengan después no vivan en donde nos tocó nacer a nosotras. Sepamos hacer crear redes que nos permitan ser un continuum, que nos permitan seguir luchando con esa conciencia de que no somos aquello. Eso tiene que ser una claridad. Después qué vamos siendo nosotras lo vamos encontrando cada quién, en cada espacio.
Seis.
“Marlene Wayar nos habla de continuum lésbico para ubicar un concepto de traspaso de conocimiento y de una cadena de solidaridades que no tiene que ser sí o sí marica. Marlene le habla a una juventud presente en MU a horas de que se conozca la votación del Senado y habla de saber criar y crear redes que sostengan ese continuum, ese medio continuo formado por un conjunto infinito de cuerpos que ayer caminaron y bailaron y gritaron y rieron y lloraron y se abrazaron hasta que empezó el nuevo partido.
Muchas sabían en la calle que ese podía ser el desenlace. Y aun así se quedaron. Hasta el final. Bajo la lluvia. Bajo el frío. Bajo la posibilidad de tener que escuchar fuegos artificiales que festejan la continuidad de los abortos clandestinos.
Pero bajo nociones políticas claras.
Las pibas hablan de revolución.
Que perdieron el medio.
Que no le temen al patriarcado.
Al Gobierno.
Al Senado.
A los Urtubey y a las Michetti.
A la Iglesia.
Saben que la sociedad es otra porque ellas son otras y transformaron en otras las relaciones que atraviesan sus vidas, sus trayectorias, sus instituciones, sus deseos.
Hablan de los 38 senadores que no van a votar nunca más.
De un cartel que en medio de la lluvia gritaba: «El futuro es irreversible».
Porque el futuro es hoy.
Porque saben que esto no termina.
Porque esto recién empieza”.
Siete
“Todo cambió a partir del Ni una Menos, las movilizaciones impresionantes de los últimos años, los paros de mujeres, y la salida a la calle de millones de mujeres y sobre todo las chicas, la generación verde, ajenas a las propias conducciones y referencias del feminismo histórico.
O sea: lo hacían para poder vivir (se veía cuando las mujeres participaban en las acciones que hicimos en cada marcha por femicidios) y no tanto por una postura «racional» filosófica o ideológica. La postura es consecuencia, en todo caso. Pero el motor fue la desesperación, la necesidad de estar juntas, de llorar incluso y abrazarse, como lo vimos en cada movilización. Y el deseo.
No creo que haya sido un tema de concientización, sino de contagio.
Otro cambio para que se haya llegado tan lejos es toda la movida de actrices, escritoras, periodistas, científicas, sindicalistas, arquitectas, cantantes, etc. que se sumaron a todo lo que ya se venía haciendo, pero que contagió muchísimo más allá de la participación concreta.
Y algo también importante es la cuestión del grupo Las Sororas, la transversalidad, la capacidad de reunirse frente a un tema que, reflejando todo lo anterior, se dio en Diputados para empujar el proyecto.
Se puede decir que el gobierno metió el proyecto para distraer de otros temas, pero no se puede negar quel el tema se convirtió en sí mismo en una potencia enorme y transformadora. Se está debatiendo la cultura, la igualdad, la libertad, el patriarcado, los prejuicios, la representatividad, el control social, los mandatos, la democracia, la violencia, la complicidad del Estado, el oscurantismo, el silencio, el horror cotidiano y de vidas enteras.
Creo que es al revés: con los otros temas nos distraen de éstos.
La transversalidad de este movimiento es la misma que uno nota en las asambleas por temas ambientales, de recursos naturales y bienes comunes de Esquel y todo Chubut, Famatina, Entre Ríos, Andalgalá, Rio Negro, Córdoba, todo lo que está pasando con los nuevos productores agroecológicos, que le da una potencia enorme a esos movimientos.
Creo que hay una genética muy similar entre esas cuestiones. y una relación entre el extractivismo territorial y el que se aplica sobre nuestros cuerpos, corazones y cerebros.
En esas asambleas no hablan en jerga política sino de vida, y así suman también institucionalmente a funcionarios y diputados, sororos por así decir, que ven en estas cosas lo que hemos dicho tantas veces y repitió Susy Shock ayer: la época.
No se llegó más lejos con el tema del aborto, pero hasta donde se llegó es increíble, y el paso que falta ya vendrá. La confianza la da la calle”.
Ocho
“Tengo en el cuerpo la sensación de un triunfo histórico y en la cabeza el peso de una derrota contra las fuerzas más oscuras que nos han sometido desde que tengo memoria. Quiero quedarme con esa ambigüedad, en esa contradicción. Quiero sentir la incomodidad que me produce ese no saber si reirme o llorar. Quiero convertir ese malestar en un tesoro a desenterrar y observarlo como si fuera una cosa extraña y no como algo que se simplemente se siente, se soporta o se supera, negándolo. Ahí hay una clave oculta y es una de esas grandes, una de esta época, la que parimos estos días en la calle. Es la clave que nos obliga a crear, a no repetir y a comprender que cuando decimos “aborto legal” no estamos hablando de que se sancione una ley, pero también. Es decir, estamos hablando de desalojar de las instituciones a los poderes de la oscuridad, del sometimiento, de la crueldad y del autoritarismo, pero también de sacar de nuestras vidas esas condenas que nos hacen vivir tan mal. Todos los días, tan mal. Hoy me preguntaba un periodista extranjero cómo comenzó este movimiento y trataba de explicarle que, en el puntual reclamo de aborto legal, fue el caso Belén el que encendió el motor social. Belén nos hizo comprender que ninguna mujer que está sufriendo una hemorragia puede ir al hospital y quedar presa. Es algo bien concreto: el hospital convertido en cárcel. Y eso tan concreto es lo que encendió esta mecha. Lo que hizo arder Belén fue este Nunca Más. La respuesta de 38 senadores hoy es: Siempre Más. Debemos pensar, entonces, cómo derrotar a esos 38. No son tantos y lo saben, por eso ahora mismo deben estar organizando cómo apoderarse de más espacios de poder dentro de las instituciones, para garantizarse que lo que hoy hicieron no se convierta en su suicidio político, histórico y social.
En este país aprendimos que para que haya justicia social tiene que construirse primero condena social. Ya construimos esa condena social con respecto al aborto clandestino, pero debemos seguir reforzándola para que no nos obliguen a volver al silencio, la cárcel y la muerte. Si queremos también construir una ley, tenemos que analizar muy autocríticamente qué hicimos, qué no hicimos y qué nos falta hacer. Pero para poder hacerlo tal como lo necesitamos, como nos exige esta época que acaba de nacer, tenemos que definir muy bien dónde y con quiénes pensar lo nuevo. Es en la calle, es entre todes y es de forma tal de que ningún discurso, aparato , orga o kiosco se apodere y distorsione esta fuerza colectiva capaz de lograr lo imposible. Y eso, creo, es lo que todavía no sabemos cómo hacer. Nos queda pendiente aprender a ser libres, nada menos”.
Nueve.
Lo imposible solo tarda un poco más.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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