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Parir una época: apuntes al pie de una no-derrota

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Reflexiones colectivas tras la votación en el Senado de la ley de aborto. Dos horas antes de que se produjera la votación formal en el Senado y cuando ya conocíamos cuáles serían los resultados, realizamos en la trinchera de MU una ceremonia de reflexión colectiva. Lo que sigue son apuntes de lo que allí pudimos pensar juntxs y que compartimos en esta nota con la intención de provocar más. También, con idéntica intención, compartimos nuestro video sobre lo que nos pasó ayer.

Uno.
“La diferencia entre un color y el otro es que hay gente que está defendiendo lo que ya está, y lo que nosotros venimos desde hace tiempo inaugurando es una nueva realidad, atravesando estructuras que no se han movido. Eso no ha parado de crecer, nosotres lo miramos y lo podemos sentir, tenemos bastante resistencia en eso, pero también tenemos la potencia de pasarle la posta a lxs pequeñísimxs que se sumaron, que también vienen del fracaso de lo exitoso en términos de si sale una ley, los números, las cantidades. Pero en realidad ya hemos ganado, venimos ganando. Y hay que tener conciencia de que hemos atravesado todo: generaciones, clases, estamentos… Estamos siendo una tribu y tenemos que tener la conciencia poderosa de que somos una tribu que se está desencajando de lo viejo.
Tenemos que ponernos en otra acción, más incisiva. Esta bueno pensar en estas agendas porque este poder no está esperando que hagamos estas cosas, no están preparados para resistir esto. Ya empezó la separación de la Iglesia del Estado -que por ahí termina siendo en 20 años-, pero es parte de esta nueva época inaugurada. Y que no va a parar. Metámosle adentro de la canasta nuevos temas que no esperan para aturdirlos. Porque si vamos a estar resistiendo al FMI como único recurso y pensando que esta época son los 90 y que esta época es la misma resistencia de siempre, compramos el paquete del fracaso. Tenemos que ser creativos para repensarnos de otra manera y animarnos, animarnos, animarnos… Lo peor que nos puede pasar es burocratizarnos a nosotres mismos. Si la solución va a ser abrazarnos a los Moyanos no construimos nada nuevo. Así que: más insolencia, chiques, más travestitud. Celebremos esta derrota”.
Dos.
“Todo esto es una pulverización que está volando todo. Todo este movimiento que sucede es como patear el hormiguero, y ahí estamos: en medio de eso. Creo que estamos en este momento de construcción y a su vez de deconstrucción, con una esperanza muy verde que es la juventud, que es la gema de todo”.
Tres.
“Nos queda la movilización más multitudinaria que hayamos vivido en los últimos años. Callao llena de gente, tanta que pasaba en un corte espóntaneo la Avenida Corrientes y seguía hasta Lavalle; Avenida de Mayo llena hasta la 9 de Julio. 9 de Julio llena hasta Corrientes. Una U infinita que enlaza cuerpos tuneados con pelucas, glitter, remeras con consignas y carteles que proclaman “Legal o clandestino”.
“Lástima el mal clima”, dijo una piba sonriendo frente a la lluvia constante y helada que caía sobre todxs.
La ocupación del espacio público fue en rondas. Rondas de pibas y pibes coparon los centros del amontonamiento en las avenidas y cantaban versiones feministas del “arroz con leche” a los gritos. Las pibas estaban atentas a lo que pasaba adentro, pero ante las malas noticias que empezaban a circular sólo alzaban más la voz. Poner la voz en estos casos fue gesticular, respirar y sentir para poder gritar. No fue sólo un discurso que se dice frente a una cámara ni desde arriba de un escenario. Esa voz fue aguerrida desde el mediodía hasta la madrugada: nunca paró. No se rindieron. Era una música infinita que mezclaba muchas canciones, pero terminaba en una sola: que sea ley.
La pregunta que circulaba entre muchas, mientras compartían un mate , también fue una constante: ¿esta gente nos representa? Y en las conversaciones citaban una a una las frases de los senadores que habían dispuesto el No.
La que más se escuchaba era la de Urtubey. La cara de las mujeres cuando se recordaban en voz alta que un senador justificó en pleno recinto las violaciones intrafamiliares era de horror y de asco. Y provocaba la pregunta siguiente: ¿de dónde habrá salido esa gente que no nos escucha?
Otro tema de charlas -en la espera interminable- fue el repaso en voz alta de todo lo que se había hecho para llegar hasta ahí. Tanto en rondas de pibas como de mujeres mayores se escuchó: firmé la carta, hice pañuelazo, fui Criada, decoré mi barrio de verde, llevé el pañuelo a todos lados, intervine mi pañuelo, hice talleres en los barrios. Y la lista de balance de las acciones que se habían hecho para ser escuchadas era también infinita. Nos queda que las mujeres pasamos de hacer listas de compras en supermercado a hacer listas de acciones para cambiar el mundo, no es poco.
En medio de todo eso, ante el mal clima que le impidió estar en el escenario, Elena Roger cantó en Mu Trinchera Boutique algo que conmovió hasta las lágrimas a lxs presentes y sintetiza por qué la fiesta no se acaba hasta que sea ley:
Después de todo
Todo llega siempre de algún modo
Las profecías se dan
Apocalipsis de abajo
Un maremoto de amor
Fiesta en la calle
Un orgasmo que nunca se acabe
Día de Resurrección
Y será, y será un fuego, un pantallazo, un rayoluz conmovedor
Una tormenta, una música infinita
Y será, y será un fuego, un pantallazo,
un rayoluz conmovedor
Una tormenta, una música infinita.
Las horas pasaban y como las noticias desde adentro del alambrado seguían sin ser buenas, comenzaron los rumores de posibilidad de represión. Gran parte de carpas y escenarios desaparecieron en pocas horas y la madrugada de la calle fue nuevamente de las pibas. Las pibas, con el símbolo feminista pintado en verde en los cachetes. Para ellas no había ninguna importancia en ningún discurso en especial: sólo querían escuchar el sí o no, y que siguiera el próximo. Tenían la mirada fija mirando al Congreso y si bien no mostraban caras de felicidad, tampoco eran de resignación. Nos queda ese aguante en el cuerpo.
Al borde de las rejas, con el pañuelo verde en alto y sin bajar los brazos -como si estuviesen mostrando un pañuelo de la paz a alguien que está a punto de dispararles-, siguieron. Que sea ley, que sea ley. Como un mantra que ya era un ruego. Un ruego exigente y de pie que se extendía por Callao. Un grito que no podían callar porque cuando lo hacían para respirar se escuchaba un pastor evangélico microfonado desde un escenario en la puerta del Congreso. Mirando sus celulares vieron cómo gente que ni sabían que habían votado les negaban un derecho.
“No están a la altura”, dice una piba a otra.
Gritan una vez más, esta vez bien fuerte: “anti-de-re-chos, anti-de-re-chos”.
Se abrazan, se secan las lágrimas y caminan por Callao tomándose de las manos entre desconocidas, diciéndose unas a otras que se cuiden, que ya a esta hora es prudente ir volviendo, diciéndose que hicieron una jornada histórica, que tarde o temprano va a ser Ley, que no hay que aflojar ahora, y que el mayor triunfo es estar juntas.
Eso: nos queda estar juntxs”.
Cuatro.
El debate todavía no había ni arrancado, pero en la calle ya se sentía: no era una marcha. Ni una movilización. Tampoco un festival. ¿Qué era?
Lo nuevo.
Podemos llamarle: una revolución, en presente.
La verdadera palabra para describir lo que pasó todavía al estamos inventando.
Y hoy sigue: se la llevó cada una para su vida.
Adentro, un Senado blindado no escuchó.
¿Qué pasó?
38 senadores y senadoras votaron por a favor del aborto clandestino. Desde hoy cada hemorragia, dolor, soledad, humillación, muerte, es su responsabilidad.
Perdemos sangre.
Y nos duele.
Después de un debate histórico durante cuatro meses, nadie puede no ver esa sangre que anoche podría haber dejado de derramarse.
Aún si, con las heridas abiertas, ganamos. Algo cambió. Ya no somos las mismas, y tampoco lo somos junto a otras. Nos teníamos desde siempre, pero ganamos redes, y las hermanas se multiplicaron. Ganamos la seguridad de querer vivir de otra manera, con más placer y menos miedo.
En el Senado votaron para continuar con una política de Estado femicida.
En la calle las formas de acompañar, sostener y estar juntas aumentan al ritmo del glitter y la urgencia. Y ahora que si nos ven, también se ve que el movimiento más transversal, heterogéneo, incontrolable y poderoso que tenemos, no tiene representantes. La política toda entró en una crisis de representatividad. ¿Quiénes son estos y estas que deciden sobre nuestras vidas y nuestras muertes?
Nosotras ganamos una pregunta: ¿Qué democracia? Y la infinidad de respuesta que ya estamos creando, criando y probando”.
Cinco.
Me sale hablar del continuum lesbiano, que es algo absolutamente invisibilizado. El continuum lesbiano dice: “Somos lesbianas y nos pasamos conocimiento las unas a las otras a pesar de todo”. Somos un continuum y ese continuum obviamente puede llevar otro nombre, puede ser cualquier continuum: eso lo estamos pensando. Con todos los cachetazos que uno va recibiendo del Medioevo creo que tenemos en claro que seguramente estamos con un montón de diferencias: algunos les gusta el Fernet y a otros la cerveza, pero son cosas zonzas que no nos pueden dividir. Sí claramente nos tenemos que desheredar de los que se caen a pedazos, y no es un discurso contra lo longevo. Estoy acá sumamente esperanzada con sus rostros jóvenes, cargándome de frio con zapatillas mojadas porque la intención es que ustedes y quienes vengan después no vivan en donde nos tocó nacer a nosotras. Sepamos hacer crear redes que nos permitan ser un continuum, que nos permitan seguir luchando con esa conciencia de que no somos aquello. Eso tiene que ser una claridad. Después qué vamos siendo nosotras lo vamos encontrando cada quién, en cada espacio.
Seis.
“Marlene Wayar nos  habla de continuum lésbico para ubicar un concepto de traspaso de conocimiento y de una cadena de solidaridades que no tiene que ser sí o sí marica. Marlene le habla a una juventud presente en MU a horas de que se conozca la votación del Senado y habla de saber criar y crear redes que sostengan ese continuum, ese medio continuo formado por un conjunto infinito de cuerpos que ayer caminaron y bailaron y gritaron y rieron y lloraron y se abrazaron hasta que empezó el nuevo partido.
Muchas sabían en la calle que ese podía ser el desenlace. Y aun así se quedaron. Hasta el final. Bajo la lluvia. Bajo el frío. Bajo la posibilidad de tener que escuchar fuegos artificiales que festejan la continuidad de los abortos clandestinos.
Pero bajo nociones políticas claras.
Las pibas hablan de revolución.
Que perdieron el medio.
Que no le temen al patriarcado.
Al Gobierno.
Al Senado.
A los Urtubey y a las Michetti.
A la Iglesia.
Saben que la sociedad es otra porque ellas son otras y transformaron en otras las relaciones que atraviesan sus vidas, sus trayectorias, sus instituciones, sus deseos.
Hablan de los 38 senadores que no van a votar nunca más.
De un cartel que en medio de la lluvia gritaba: «El futuro es irreversible».
Porque el futuro es hoy.
Porque saben que esto no termina.
Porque esto recién empieza”.
 Siete
“Todo cambió a partir del Ni una Menos, las movilizaciones impresionantes de los últimos años, los paros de mujeres, y la salida a la calle de millones de mujeres y sobre todo las chicas, la generación verde, ajenas a las propias conducciones y referencias del feminismo histórico.
O sea: lo hacían para poder vivir (se veía cuando las mujeres participaban en las acciones que hicimos en cada marcha por femicidios) y no tanto por una postura «racional» filosófica o ideológica. La postura es consecuencia, en todo caso. Pero el motor fue la desesperación, la necesidad de estar juntas, de llorar incluso y abrazarse, como lo vimos en cada movilización. Y el deseo.
No creo que haya sido un tema de concientización, sino de contagio.
Otro cambio para que se haya llegado tan lejos es toda la movida de actrices, escritoras, periodistas, científicas, sindicalistas, arquitectas, cantantes, etc. que se sumaron a todo lo que ya se venía haciendo, pero que contagió muchísimo más allá de la participación concreta.
Y algo también importante es la cuestión del grupo Las Sororas, la transversalidad, la capacidad de reunirse frente a un tema  que, reflejando todo lo anterior, se dio en Diputados para empujar el proyecto.
Se puede decir que el gobierno metió el proyecto para distraer de otros temas, pero no se puede negar quel el tema se convirtió en sí mismo en una potencia enorme y transformadora. Se está debatiendo la cultura, la igualdad, la libertad, el patriarcado, los prejuicios, la representatividad, el control social, los mandatos, la democracia, la violencia, la complicidad del Estado, el oscurantismo, el silencio, el horror cotidiano y de vidas enteras.
Creo que es al revés: con los otros temas nos distraen de éstos.  
La transversalidad de este movimiento es la misma que uno nota en las asambleas por temas ambientales, de recursos naturales y bienes comunes de Esquel y todo Chubut, Famatina, Entre Ríos, Andalgalá, Rio Negro, Córdoba, todo lo que está pasando con los nuevos productores agroecológicos, que le da una potencia enorme a esos movimientos.
Creo que hay una genética muy similar entre esas cuestiones. y una relación entre el extractivismo territorial y el que se aplica sobre nuestros cuerpos, corazones y cerebros.
En esas asambleas no hablan en jerga política sino de vida, y así suman también institucionalmente a funcionarios y diputados, sororos por así decir, que ven en estas cosas lo que hemos dicho tantas veces y repitió Susy Shock ayer: la época.
No se llegó más lejos con el tema del aborto, pero hasta donde se llegó es increíble, y el paso que falta ya vendrá. La confianza la da la calle”.
Ocho
“Tengo en el cuerpo la sensación de un triunfo histórico y en la cabeza el peso de una derrota contra las fuerzas más oscuras que nos han sometido desde que tengo memoria. Quiero quedarme con esa ambigüedad, en esa contradicción. Quiero sentir la incomodidad que me produce ese no saber si reirme o llorar. Quiero convertir ese malestar en un tesoro a desenterrar y observarlo como si fuera una cosa extraña y no como algo que se simplemente se siente, se soporta o se supera, negándolo. Ahí hay una clave oculta y es una de esas grandes, una de esta época, la que parimos estos días en la calle. Es la clave que nos obliga a crear, a no repetir y a comprender que cuando decimos “aborto legal” no estamos hablando de que se sancione una ley, pero también. Es decir, estamos hablando de desalojar de las instituciones a los poderes de la oscuridad, del sometimiento, de la crueldad y del autoritarismo, pero también de sacar de nuestras vidas esas condenas que nos hacen vivir tan mal. Todos los días, tan mal. Hoy me preguntaba un periodista extranjero cómo comenzó este movimiento y trataba de explicarle que, en el puntual reclamo de aborto legal, fue el caso Belén el que encendió el motor social. Belén nos hizo comprender que ninguna mujer que está sufriendo una hemorragia puede ir al hospital y quedar presa. Es algo bien concreto: el hospital convertido en cárcel. Y eso tan concreto es lo que encendió esta mecha. Lo que hizo arder Belén fue este Nunca Más. La respuesta de 38 senadores hoy es: Siempre Más. Debemos pensar, entonces, cómo derrotar a esos 38. No son tantos y lo saben, por eso ahora mismo deben estar organizando cómo apoderarse de más espacios de poder dentro de las instituciones, para garantizarse que lo que hoy hicieron no se convierta en su suicidio político, histórico y social.
En este país aprendimos que para que haya justicia social tiene que construirse primero condena social. Ya construimos esa condena social con respecto al aborto clandestino, pero debemos seguir reforzándola para que no nos obliguen a volver al silencio, la cárcel y la muerte. Si queremos también construir una ley, tenemos que analizar muy autocríticamente qué hicimos, qué no hicimos y qué nos falta hacer. Pero para poder hacerlo tal como lo necesitamos, como nos exige esta época que acaba de nacer, tenemos que definir muy bien dónde y con quiénes pensar lo nuevo. Es en la calle, es entre todes y es de forma tal de que ningún discurso, aparato , orga o kiosco se apodere y distorsione esta fuerza colectiva capaz de lograr lo imposible. Y eso, creo, es lo que todavía no sabemos cómo hacer. Nos queda pendiente aprender a ser libres, nada menos”.
Nueve.
Lo imposible solo tarda un poco más.
 
 
 
 

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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