CABA
Pedagogía del virus: postales más acá de la grieta

Crónica y voces de un día agitado en CABA, donde los chats del colegio se madrugaron con el desafío porteño al DNU nacional, con hijxs como rehenes de una pelea judicial-política. ¿Qué hacer? ¿Cómo reaccionar frente a la confusión, en medio de una pandemia? La vuelta a la virtualidad, de los chats de madres y padres a las clases por Zoom. La voz de docentes en paro, y lo que pasaba en algunas aulas; lo que dicen lxs chicxs, en casa. Las diferencias entre lo privado y lo público, o los privados de clases. Cómo no caer en la dicotomía entre abrir y cerrar, y tener criterios propios cuando la salud, la educación, el trabajo y la vida nos ponen ante el asombro y el aprendizaje constante.

“Estimadas familias” comienza el mail enviado por el Ministerio de Educación porteño en la madrugada del lunes, a la 1.54.
Soledad lo abrió sorprendida por la hora y por la noticia. El asunto: “Continuamos con las clases presenciales” (pero todo con mayúsculas). El texto: “Queremos contarles que, dada la resolución judicial de público conocimiento, continuaremos con las clases presenciales en la Ciudad de Buenos Aires tal como lo hicimos estos dos meses en todos los establecimientos educativos, dándole continuidad a los planes de organización establecidos por cada institución y aplicando el protocolo vigente”.
Días antes del mail un Presidente había anunciado otro pasaje a la virtualidad educativa durante 15 días en medio de las crecientes estadísticas sobre contagios y muertes, y un Jefe de Gobierno había decidido ir en sentido opuesto, promoviendo la presencia escolar.

Todo ocurre en un año electoral, lo cual permite sospechar que el SARS-CoV-2 no es el único virus suelto en estos extraños tiempos, ni lo único que explica estas batallas de poder, o tal vez de impotencia.
Soledad trabaja como empleada doméstica y vive con su hijo Patricio (11 años) en Villa Alsina. Desde allí el niño debe viajar a la escuela Olegario Víctor Andrade, de Boedo. “Más allá de lo que digan yo tengo mi criterio: que no vaya a clases. Primero porque ni él ni yo somos de riesgo, pero mi mamá que vive al lado, sí”, explica Soledad. “En el WhatsApp de padres de la escuela había dos mamás que querían clases presenciales. Y 23 que no. Estaban de acuerdo con el paro o con clases virtuales. Yo creo que es porque se están viendo más contagios. Hay una mamá que tiene pensamiento de derecha, pero tampoco quería clases presenciales porque le pasa como a mí: sabe que la enfermedad no es solo un riesgo, sino un costo económico y un costo de energía que no podemos permitirnos. Ella sabe que Larreta no le va a bancar ese costo. Así que lo votará, pero no quiere contagiarse”.
Salió del grupo
Escenas de la vida laboral: “Yo trabajaba en cuatro casas, pero en dos se cortó por esto de la pandemia. O sea que me quedé con la mitad del trabajo. Me dijeron que no vaya, por ahora. Pero el ‘por ahora’ puede ser dos semanas, o meses, o nunca más. Si no salgo, no tengo ingresos. Pero si salgo, no me puedo permitir contagiarme. Y mi hijo tampoco”.
Cree Soledad que no se entiende casi nada de lo que pasa: “Pero yo nací en Argentina, así que estoy acostumbrada a que las cosas no se entiendan”. La confusión en tiempo y espacio es uno de los signos de la locura, de la alienación. Agrega Soledad: “Ya de chica me llevaron a ver la Carpa Blanca, y no se entendía nada, o se entendía que estaba todo mal”.
El domingo a la noche, frente al anuncio de Horacio Rodríguez Larreta de continuar con las clases presenciales, el grupo telefónico formado principalmente por madres, ardió. “Unas decían que era una vergüenza que hubiera paro. Otras estaban de acuerdo. Una madre salió del grupo. Dos proponían hablar de los buzos de egresados. Y otra puso ‘váyanse a dormir que son las doce menos cuarto de la noche’. Después llegó el mail del gobierno”.
Soledad logró que su hijo vaya solo tres veces por semana a la escuela: “Así es menos exposición, y menos gasto de boleto. Estoy viendo de dejarlo ir solo, porque sería otro boleto menos. Yo trato de acompañarlo al estudiar, pero siempre es mejor que esté en la escuela, aprende más. Con lo de las tres veces por semana es una especie de equilibrio: que socialice, que aprenda, y que haya menos riesgo”. Antes de la pandemia la escuela era de 8 horas. Pasó a la virtualidad en 2020 y este año comenzó con turnos o burbujas de cuatro horas. “Antes les daban de comer a los chicos todos los días. Ahora les dan una bolsa de comida pero muy cada tanto. Esas cosas también cambiaron”.
Palabras privadas
En una escuela de Almagro hay hojas A4 pegadas en las paredes con palabras que ningún niño pronunciaría: “Responsabilidad”, “Tolerancia”, “Empatía”, “Cuidado”, “Respeto”, “Acompañamiento”. Empatía figura cuatro veces. En la escuela no hay niños ni actividad aparente. Los gremios calcularon un 90% de acatamiento al paro. Una directiva, en la entrada, dice. “No podemos hablar con periodistas” y agrega “buenos días”, frase que aplicada a este lunes parece tan vacía como le ocurre tantas veces a esas palabras impresas con tinta negra y buenas intenciones en A4.
Por la vereda, con mochilas rodantes y uniformes, pasan niños de una escuela privada cercana, que tuvo clases presenciales. Quienes viven lejos de la escuela, en esos casos, suelen ser llevados y traídos en auto, cosa infrecuente para quienes asisten a las escuelas estatales y deben viajar en transporte público.
Así fue la brecha en la Ciudad: privadas con clases y públicas, o privadas de clases.
Me quedé sin datos
“Es un desastre de los dos lados, tanto del Gobierno Nacional como del de la Ciudad. No puede ser que a las 11 de la noche nos enteremos si hay o no clase: no tienen en cuenta ni la organización familiar, laboral ni los sentimientos de los chicos. No están a la altura del momento político y de pandemia en el que vivimos; deberían parar con la política partidaria y electoral y gobernar para el pueblo”, dice Miguel, papá de Lola, de 11 años y de Amanda, de 6. Ambas van a la escuela pública en la Ciudad y no tuvieron clases presenciales. Lola, por el paro de los gremios docentes, y Amanda tuvo clases virtuales.
Lola discute con lo que escucha por televisión: “El año pasado ya lo vimos. Cerrar es para cuidarnos y no contagiarnos ni contagiar”. Lo dijo sabiendo que por 15 días no podrá ir a gimnasia, ni teatro ni a inglés. Cuenta Miguel que desde la escuela mandaron una comunicación el domingo diciendo que no habría clases presenciales. “Horas antes de recibirla, el nivel de incertidumbre en los grupos de WhatsApp fue algo nunca visto: padres, madres y cuidadores que no sabían cómo harían para ir a trabajar y para trasladarse a las escuelas, porque el transporte es solo para esenciales”. El rol que en otros tiempos podían cumplir abuelas y abuelos hoy está en tela de juicio por el riesgo de contagio de quienes no están vacunados o lo están solo con la primea dosis, en un sistema que sigue tomándose sus tiempos.
“Seguimos en estado de alerta y movilización. Este lunes 19 no vamos a las escuelas, paramos. La docencia defiende la no presencialidad en las escuelas”, se lee en un comunicado de Ademys, gremio de docentes de la Ciudad. En CABA, sólo el 15% de les docentes tienen alguna dosis de la vacuna y temen tal vez ser contagiados, y contagiar a su vez al alumnado y sus familias.
En uno de los grupos de WhatsApp una madre virtualizada clamaba ayuda este lunes: “No pude conectar a Santino porque me quedé sin datos en el celular, me pueden pasar lo que hicieron, por favor”. El caso se repite en miles de familias de la Ciudad que al no poder pagar los servicios que proveen Internet, se quedan afuera de la virtualidad.
Hacés algo o te callás
Cuenta Bernardina, empleada pública que vive con su hija que va al 7º grado de un colegio privado de Flores: «La síntesis es una frase del grupo de WhatsApp de mamis: ‘¿A las diez de la noche nos avisan que vamos a arrancar la semana así? Es demasiado’. Ya estamos acostumbradas a resolver lo que no hacen las instituciones. Así que ante el primer indicio de que se nos venía esto, nos pusimos a chequear la información y al mismo tiempo, a organizarnos para ambas opciones, más allá de lo que luego dijeran los anuncios. En el grupo nunca hubo ni un solo comentario con olor a grieta. Creo que a todas les pasó lo mismo que a mí: cuando iba a poner algo, pensaba: mejor acá no: es demasiado. No es un lugar para indignarse ni descargar. Son esos momentos y espacios donde hacés algo o te callás”.
Antes de las 23 del domingo el colegio mandó una nota diciendo que el lunes iba a seguir tal cual lo anunciado el viernes (modalidad virtual) y que durante el día nos iban a avisar cómo seguía todo.
“A las 17 todavía no había ninguna comunicación, o cosas contradictorias. Entonces resolvemos las madres cómo organizarnos para poder trabajar y atender las tareas, si son virtuales, o correr para llevar y traer a los chicos del colegio. Esta semana justo habíamos comenzado a volver a una cierta normalidad de horarios. El año había empezado con una cursada de 4 horas, y en abril ya había alcanzado a 3 días de doble jornada y dos de jornada extendida. Y justo cuando habíamos alcanzado un respiro para poder trabajar sin cargar con todo el peso de la escolaridad encima, se vino esto, que es peor porque es incertidumbre que se suma al cansancio. Yo estuve todo el tiempo muy desconfiada de que las condiciones garanticen que la presencialidad no sea peligrosa, especialmente porque en los horarios de almuerzo, donde obviamente los chicos se sacan el tapaboca, no había control ni burbuja ni nada. Pregunté al colegio y no me respondieron. Sentí cierto alivio con los anuncios de cuidados, pero la verdad es que a mi hija le cambió el humor desde que volvieron las clases presenciales. Cambió la apatía por otra energía. Y eso es algo que no podés obviar.»
La educación vacante
Muy serio baila León frente a la computadora. Tiene cuatro años y está en salita de cinco de un jardín público. Ana, su mamá, embarazada nuevamente, relata: “La primera propuesta que recibimos en febrero fue que tenía que ir una hora y media por día todos los días. Conciliar eso con el trabajo es imposible. Pero a la vez es obligatorio mandarlo si no tenés un justificativo que lo exceptúe, aunque el gobierno no te garantice las condiciones para que el mismo protocolo que confeccionó se cumpla. El riesgo de no mandarlo sin justificativo nos dijeron que es, directamente, perder la vacante”.
Ana no quiere ser mal pensada: “Pero para mí lo que buscan es bajar el grandísimo déficit de vacantes que tienen. La falta de vacantes en la Ciudad es crónica y es mucha, aunque no se difunden datos oficiales. El otro día leí en el diario Tiempo que este año se solicitaron 117 mil para los tres niveles: inicial, primaria y secundaria, pero la recibieron 61.200. El resto, el 47,7% del total, quedó sin lugar asignado”.
Con el establecimiento abierto, el grupo de madres y padres solicitó por carta aireadores que se suponía que el gobierno de Ciudad debía mandar por protocolo. La opción, a la espera de tal milagro y sólo apta para tiempo templado: dejaban abierta la puerta de calle del jardín para que el aire pudiese correr. “Pero con el anuncio del Presidente y después el de Larreta fue una confusión total. León ya dijo que no quiere ver más a esos ‘señores’ en la televisión, sino dibujitos animados. En el grupo de WhatsApp mucha gente dijo que prefiere que sus hijos no vayan a clase hasta que todo esté más claro. Pero hubo que hacer cartas para aclarar la situación por lo que hablábamos antes: el miedo a perder la vacante”. Esta semana León sabrá si va a tener clase presencial o virtual, mientras clama por no seguir viendo a los señores.
Natacha, del barrio Agronomía, también mandó cartas a la escuela pública de sus mellizos para aclarar que no los enviará a clases porque cree que el DNU del gobierno nacional tiene el valor de una ley superior a lo que disponga la Ciudad, y no quiere dejar de cumplirla. “Mi situación es privilegiada, mi marido y yo trabajamos desde casa, tenemos Internet, computadora, y a la vez creemos que el eje del problema no es la educación ni la economía, sino la salud. Creo que las medidas restrictivas tendrían que haber llegado incluso antes, sin esperar los 30.000 contagios diarios. A mis hijos los veo bien, pero tienen períodos de mucha angustia, o en los que no pueden dormir. A mí también me pasa. Creo que es saludable estar angustiado en una situación pandémica tan difícil”.

Salir del binarismo
Juan Giménez dirige la escuela Creciendo Juntos de Moreno (inicial, primaria y secundaria), que no es estatal ni privada, sino de Gestión Social. “Somos el tercero en discordia” cuenta, matizando desde el Conurbano con su experiencia de una escuela autoconstruida, los vaivenes de lo que ocurre en estos días. “Este año armamos dos grupos por año intercalándose una semana cada uno para permitir la presencialidad, y los chicos venían. No faltaban. El año pasado pese a la pandemia armamos una olla popular, la escuela estuvo abierta para salir del binarismo de cerrar o abrir. Abríamos aunque no hubiera clases presenciales para que las familias tuvieran un punto de contacto. La escuela no es solo el lugar en el que se dictan clases, sino que es un elemento más de la comunidad en el territorio”.
La escuela cobra una cuota de 1.500 pesos por alumno. El año pasado los ingresos fueron del 30%. “Nos salvó que hay algunos sueldos que se pagan directamente desde el Estado y las ATP”. Inscribieron de todos modos a quienes no podían pagar, con el plan de trueque por trabajo de mantenimiento de la escuela, y fundamentalmente para que no se sigan cayendo chicos del sistema, explica Juan. “Y hasta pudimos crear un nuevo primer grado, para garantizar que puedan entrar todos los chicos que vienen del preescolar”.
Lo actual: “Todo es muy complejo. El virus no es una pavada, hemos tenido familiares de estudiantes fallecidos, y toda una situación muy tremenda. El año pasado hubo también el suicidio de un chico de 16 años. Entonces es complejo lo pedagógico, pero también lo social”.
En Moreno la conectividad es muchas veces una ilusión óptica y se hace a veces impensable la virtualidad al estilo porteño. “Ya hay profesores que armaron grupos de WhatsApp al menos para estar en contacto con el grupo de chicas y chicos, mandarles algún material, que contesten con algún audio, pero que no se pierda la conexión. Yo veía escuelas que en la virtualidad aparecían en la pantalla con uniformes y hasta preceptores que tomaban lista. Eso es un sector minúsculo. Nosotros no podemos hacerlo”.
En 2020 varios cursos de primaria estuvieron en contacto a través de Facebook. “Con los grandes se va haciendo más difícil, porque consiguen trabajo, porque se desenganchan. El año pasado pudimos mantener un 60% de contacto razonable, pero el resto no tenía conexión, o era muy inestable, y así empezás a perder el vínculo”.
Creciendo Juntos aceptó las restricciones frente a la pandemia. “Vemos lo que está pasando en Moreno” aunque siguen defendiendo como cuestión de fondo la educación presencial: “La educación es presencial. Lo virtual puede ser un rato, pero imagínate que aquí hay familias que no tienen celulares para cada hijo, y ni hablar de computadora. Además, esa virtualidad muchas veces se transforma en un simulacro educativo”.
Por eso Juan tampoco acuerda cuando gremios o escuelas suspenden o postergan las clases con argumentos débiles: “No anda el inodoro, no empiezan las clases. Yo comparto que las escuelas tienen que estar impecables, pero tampoco podés dejar a los chicos en el aire. Acá hay problemas desde siempre. Con Scioli, agravados por Vidal, porque en el macrismo terminaron de destrozar a la educación. Pero hay que romper también esa cosa burocrática de dejar a la familia afuera. Lo estatal perdió la dimensión de la escuela como territorio, y se quedó con la escuela como edificio del que no se apropia la comunidad”.
Por eso Giménez plantea, como suele ocurrir en Creciendo Juntos, que hay que generar cosas nuevas. “Las escuelas tienen que ser un espacio, un motor de organización en las comunidades. Pero si los maestros están en la idea de salvarse, de lo individual… lo individual nos comió a los docentes. Yo tengo mi salario, pero muchas familias no. Entonces, ¿qué hacemos con eso? Cuando caemos en eso se empantana todo en el temor, en el miedo, que permite que rebrote el discurso de que los docentes son vagos que no quieren trabajar. Ese discurso es injusto, porque no siempre es así. Pero es el discurso que gana la batalla comunicacional”.
Juan cree que muchas veces la escuela trata a las familias como maniquíes. “Aquí las familias forman parte activa de la comunidad educativa. Incluso hemos insistido y logrado que intervengan y cuestionen también lo pedagógico. Eso ha generado algunas crisis, nos obligó a hacer cambios, pero no hay que tenerle miedo a los conflictos sino comprende el protagonismo, la participación, la toma de decisiones. Porque ahí está la posibilidad de cambiar las cosas”.
No se sabe qué formas tomará ese proyecto de cambio durante estos meses, entre un virus cada vez más excitado y una sociedad cada vez más confundida. Por ahora, la sensación es que más y más docentes van sumándose al paro. Los días dirán, y se verá mejor el rol político y judicial de personas y espacios de poder que consideran tener entre manos el destino de millones de personas.
Frente a tales incertidumbres, Juan, con los pies en el Conurbano, recuerda algo que siempre plantea Cristina, una de las fundadoras de Creciendo Juntos: “Todo se puede, menos rendirse”.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
- Revista MuHace 3 semanas
Mu 207: Crear lo que viene
- #NiUnaMásHace 3 semanas
Triple narcofemicidio: la respuesta al horror
- #NiUnaMásHace 2 semanas
Lara, Brenda, Morena: Las velas del silencio
- NotaHace 1 semana
Entrevista a Celeste Fierro, tras ser detenida en la flotilla de ayuda humanitaria a Gaza
- #NiUnaMásHace 3 semanas
Femicidios territoriales: las tramas de la violencia