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Red de mujeres solidarias: «Peleamos por nuestros derechos y también por un país mejor»

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«Las que luchamos por nuestros derechos pero también peleamos por un país mejor, contra el ALCA y la ilegítima deuda externa, contra el hambre y la desocupación, por salud y educación para todos, realizaremos una serie de actividades en conmemoración del Día Internacional de la Mujer», convoca para el 8 de marzo la Red de mujeres solidarias, una organización que nació con la idea de que sus integrantes llevaran la discusión de género hacia adentro de los propios movimientos y que éstos la sumaran a sus reivindicaciones.

«Las que luchamos por nuestros derechos pero también peleamos por un país mejor, contra el ALCA y la ilegítima deuda externa, contra el hambre y la desocupación, por salud y educación para todos/as, realizaremos una serie de actividades en conmemoración del Día Internacional de la Mujer», convoca para el 8 de marzo la Red de mujeres solidarias, una organización que nació con la idea de que sus integrantes -universitarias, profesionales, militantes barriales, asambleístas- llevaran la discusión de género hacia adentro de los propios movimientos y que éstos la sumaran a sus reivindicaciones. Lo que se plasmó -en el marco del Foro Social Mundial de Porto Alegre de 2002- fue una militancia femenina insuflada por los nuevos aires sociales: inmersa en lo cotidiano, flexible, desestructurante, que trabaja en red, sin dogmas ni apuros para conseguir los cambios, tal como desarrolla Cecilia Merchán en esta entrevista. «Desde diciembre de 2001 la problemática doméstica se transformó en pública», sostiene.

– ¿Por qué la agrupación se organizó como una red?

– Porque nosotras tenemos la concepción de que las mujeres nos organizamos centralmente en otros movimientos, por determinadas necesidades. Por ejemplo, en las agrupaciones barriales, la organización de la mujer viene de la mano de la necesidad de resolver el alimento de los niños, la escolaridad, la salud… Por eso lo que nosotros creemos es que la discusión de género tiene que darse al interior de esas organizaciones. Que la tomen las mujeres y que la tomen los hombres. La Red la integran desde movimientos piqueteros hasta un grupo de documentalistas u otro de egresados de la Universidad de Córdoba, entre todos acordamos las discusiones que se van a llevar a cada una de esas organizaciones y también las estrategias de trabajo conjunto. En el caso de Barrios de pie por ejemplo, que tiene distintas áreas (salud, comunicación, cultura) la idea es que el tema del género las cruce a todas ellas.

– ¿No hay, en Barrios de Pie, un área específica de la mujer?

– Hay una delegada por barrio que toma específicamente el tema para encargarse especialmente de que la temática de género sea una parte más de las políticas de las áreas y del movimiento. Por tomar otro ejemplo: la idea es que en la universidad no sean solo las cátedras que tocan la problemática de género las que incorporen estas temáticas. De hecho, tenemos organizadas médicas que se ocupan del género en una materia como patología. Aislarse en una discusión solo entre nosotras, no sirve para avanzar e ir conquistando espacios… Hay que tratar de que las mujeres, desde los lugares donde participan, puedan llegar a ocupar roles de decisión, puedan salir al espacio publico… Esto sin perder de vista que tenemos que sostener espacios solo nuestros cuando creemos que es necesario, cuando se discute un problema de violencia se necesita de un lugar exclusivo para nosotras.

– Tradicionalmente, en la Argentina, la discusión de género se dio en ámbitos exclusivos para mujeres…

-Sin desvalorizar en absoluto esas luchas, nosotros creemos que ese tipo de organización ha tenido un límite en la discusión argentina. En la Argentina, ciertos movimientos de mujeres han estado desvinculados del resto de las mujeres. No pensamos que las mujeres tengamos que tener un montón de definiciones antes de poder avanzar en nuestros derechos. Por el contrario, nosotras muchas veces partimos de menos diez, ni siquiera de cero…

– ¿El modelo tradicional de roles se reproduce en los nuevos movimientos?

– Por supuesto que se da, se da todo el tiempo. Mujeres que en los movimientos ocupan roles de dirección y toma de decisiones, en sus casas crían a sus hijos con el clásico patrón de que las nenas lavan los platos y los nenes no. Estas son cosas que se trabajan a partir de muchísimos debates, de talleres, de una enorme acción. Nosotras creemos que la transformación de género es una transformación sumamente compleja, los roles femeninos y masculinos están tan marcados culturalmente que cambiarlos no es una tarea sencilla, que se vaya a resolver haciendo talleres un par de años seguidos. Es un debate que tiene que ir dándose, paralelo a los otros debates políticos y sociales. Hay mujeres que tienen polenta, que dirigen a 150 personas y les dan de comer a 300 chicos y en sus casas son golpeadas por sus maridos. Por supuesto que la experiencia que hacen de organización y dirección las fortalece tanto, que en un punto logran romper con esa situación. Pero no es de un día para el otro. Es una ruptura más lenta y muy profunda en las vidas privadas de las personas.

– ¿Se logran modificaciones?

– El problema de género es un problema de poder y como todo poder hegemónico nosotras creemos que aunque parezca enorme, no es eterno. Están tan naturalizadas ciertas relaciones de género, que parece que las cosas siempre van a ser siempre así, porque están internalizadas como esquema de poder. Por eso el cambio es un trabajo de hormiga, que a veces es más silencioso y que a veces nos despierta, como pasó con la participación de la mujer en el 2001. La Argentina tiene una tradición de lucha femenina -no feminista- que nosotras reivindicamos absolutamente: Juana Azurduy, La Peñaloza, Evita, las Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas, Norma Plá, que no es muy recordada pero fue muy importante en la lucha contra el menemismo. Y detrás de esas figuras siempre hubo muchas otras mujeres.

– ¿Las mujeres ocupan lugares de dirección dentro de los nuevos movimientos?

-A partir de las transformaciones estructurales que hemos pasado en la Argentina y que hicieron su ebullición en diciembre de 2001, la problemática doméstica se transformó en pública: qué comen los chicos, cómo se los educa, cómo vivir… La política pasa hoy por un debate que, hasta hace pocos años, era del ámbito doméstico.

– ¿Eso hizo que la mujer se volviera protagonista?

– Exactamente, que se volviera protagonista de las luchas y las nuevas expresiones políticas y sociales en la Argentina. Eso no significa que las cuestiones de género estén resueltas. En un comedor popular, la mujer es seguramente la que hace la olla. Esas son las discusiones que nosotros llevamos a los movimientos. Para que podamos compartir tanto las tareas domésticas de nuestros propios movimientos, como las decisiones públicas. Nosotras creemos que desde diciembre de 2001 ha habido un gran avance en la participación pública de las mujeres, pero con grandes límites también. No porque lo privado haya pasado a ser público como eje de la discusión política, se rompieron completamente los esquemas de discriminación, de desigualdad, de roles…Cuando todo el movimiento popular logre entender que lo privado no está distanciado de lo público, habremos dado un salto cualitativo enorme

– ¿Por qué el protagonismo de 2001 no se tradujo en mujeres que aparecen como las caras visibles de esos movimientos?

– En el movimiento Barrios de pie, la mayoría de los coordinadores son mujeres y tienen referentes mujeres muy importantes.

– Pero no son los que aparecen en los medios ni se reconocen socialmente…

-Sí, en ese sentido el referente de Barrios de pie sigue siendo (Jorge) Cevallos. De hecho hay una situación que nosotras no desconocemos sino que por el contrario, sobre eso tenemos que trabajar. Y creo que esto tiene que ver, también con limitaciones propias que tenemos las mujeres; las que participamos tenemos triple jornada de trabajo: la militancia, el empleo -las que lo tienen- y la casa.

– ¿Qué problemáticas aparecen en las mujeres de los movimientos?

-Son múltiples…Nosotras nos abocamos fundamentalmente a algunas cuestiones como la violencia familiar, doméstica, y también la institucional: desde la mala atención en los hospitales hasta la situación de humillación y vejación cuando visitan a sus familiares en las cárceles o cuando, para entrar a la cancha o las bailantas, las palpan varones porque no hay personal femenino. Después está la problemática del trabajo, que tiene varios niveles: por un lado la desocupación, pero también que la mayoría de las mujeres se incorporan al ámbito laboral en peores condiciones que los varones y por un salario más bajo. También la cuestión de la salud, fundamentalmente ligada a la anticoncepción, el aborto, el cuidado de enfermedades venéreas, hiv, cánceres de útero y de mamas y la descalcificación. Aunque parezca mentira hay compañeras que han hecho marchas para exigir dentaduras postizas, además de calcio para el embarazo. Otro tema que nos ocupa es la educación; fundamentalmente son mujeres las que van a los talleres a alfabetizarse

– ¿Por que hay más mujeres analfabetas o porque los hombres no van a los talleres?

– Por las dos cosas. Hay más mujeres analfabetas que hombres analfabetos y también hay una predisposición más alta de las mujeres a ir a aprender, sienten menos vergüenza, a pesar de que a veces los maridos no las dejan, los hijos se les burlan… La división tan marcada que hubo durante mucho tiempo en el mercado laboral, hizo que algunos hombres tuvieran cierto tipo de acceso a la educación.

– ¿La estrategia de acción es siempre a través de talleres?

-Sí, pero no solamente. Los talleres son el trabajito de hormiga, experiencias prácticas, a partir de disparadores…. En Neuquén, por ejemplo, hicimos uno alucinante, cuya consigna era que los hombres tenían que pensar cómo usarían los métodos anticonceptivos si fueran mujeres y las mujeres cómo los usarían si fueran varones… Aparte de reírnos y pasarla bien, se discutió y se fue hasta el fondo. A la vez, tratamos de producir hechos que repercutan en la vida de la sociedad, hacia fuera de nuestros movimientos. Así, por ejemplo, dimos apoyo público a la designación de Carmen Argibay. Salir a apoyarla fue apoyar su trayectoria, apoyar el hecho que hubiera una mujer en la Corte pero centralmente fue acompañar sus opiniones respecto a los derechos de las mujeres, en particular en el tema del aborto. Con el mismo sentido participamos del último Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario. Y también organizamos las actividades públicas en torno del 8 de marzo.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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