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Todos contra Toledo: la izquierda peruana ante el alzamiento de Andahuaylas

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En los 90, la izquierda peruana -que llegó a representar más del 30% del electorado y contaba con uno de los más importantes movimientos sociales del continente- fue literalmente barrida del mapa político-social del país. Atrapada entre el fuego cruzado del senderismo -que asesinó cientos de cuadros y militantes populares- y el terrorismo de Estado del régimen de Alberto Fujimori, la izquierda social y la política vivieron un proceso de desgaste y dispersión que la redujeron a su mínima expresión. Raúl Zibechi presenta los sucesos de la reciente toma de la comisaria policial de Andahuaylas a través de dos entrevistas: una Hugo a Blanco, el legendario dirigente campesino y guerrillero de los 60, y otra a Javier Díez Canseco, ex secretario general del desaparecido Partido Unificado Mariateguista (PUM). Por Raúl Zibechi.

En los 90, la izquierda peruana -que llegó a representar más del 30% del electorado y contaba con uno de los más importantes movimientos sociales del continente- fue literalmente barrida del mapa político-social del país. Atrapada entre el fuego cruzado del senderismo -que asesinó cientos de cuadros y militantes populares- y el terrorismo de Estado del régimen de Alberto Fujimori, la izquierda social y la política vivieron un proceso de desgaste y dispersión que la redujeron a su mínima expresión.

Hugo Blanco, el legendario dirigente campesino y guerrillero de los 60, y Javier Díez Canseco, ex secretario general del desaparecido Partido Unificado Mariateguista (PUM), son algunos de los pocos sobrevivientes del naufragio que mantienen en pie una ética de compromiso. Blanco sigue activo apoyando a sus 70 años y con su salud quebrantada, a los movimientos más dinámicos y menos institucionalizados, participando activamente en los foros sociales de su país. Diez Canseco dirige actualmente el Partido Democrático Descentralista, y ocupa una banca en el parlamento. Ambos comparten una visión crítica del movimiento «etnocacerista», se rehusan a integrarse al coro -de derecha e izquierda- que acusó a los alzados de «fascistas» y culpan de la crítica situación que atraviesa el país al régimen de Alejandro Toledo, al que acusan de corrupto, neoliberal y autoritario.

Javier Diez Canseco

– ¿Cómo calificaría los sucesos de Andahuaylas?
– La toma de Comisaria Policial de Andahuaylas, la madrugada del 1 de enero, por Antauro Humala y elementos de su movimiento -denominado «etnocacerista»- no es una acción armada protagonizada por militares. La toma se produjo sin armas, por sorpresa y, en la dependencia policial se hacen de las armas. No hay muertos en la operación. Los 4 policías muertos vienen después, en un enfrentamiento en otro punto de la ciudad y mueren, luego también, un «etnocacerista» por acción de un francotirador del ejército, así como un estudiante de Andahuaylas por la misma razón, aparentemente.

¿-Qué es el movimiento etnocacerista?
-Antauro Humala es un mayor del ejército en retiro y su movimiento denomina a su gente «reservistas», término dado a quienes han servido en las fuerzas armadas y están en la reserva; pero no todos son ex militares.
La ideologia etnocacerista es una concepción que combina una identidad étnica o racista, una concepción militarista y putchista, profundamentamente autoritaria (amenazas de fusilamientos a diestra y siniestra), así como un ultranacionalismo que linda con la xenofobia.
La acción fue, desde mi concepcion, militarista y aventurera, sin posibilidad alguna de éxito y con el fin de colocarse electoralmente.
Algo preocupante es que el «movimiento» tiene apoyo de oficiales generales en retiro como el ex general Bobbio, y ha venido propugnado un golpe militar para sacar a Toledo.
Mi enfoque es que lo ocurrido es parte de una crisis sistémica general y que Humala fue hábil en apoyarse en dos demandas nacionales que muchos sostenemos: se necesita otro gobierno (el país esta abrumado, agotado, hastiado de la corruptela, ineptitud y servilismo con el poder económico de Toledo) y hay necesidad de un cambio de régimen político (lo que va de la mano con el hastío frente al Congreso) y de una Asamblea Constituyente elegida por el pueblo.

– Según todos los datos, los rebeldes tienen apoyo o simpatías de la población. En ese sentido, y en vista de los sucesos de Puno de este año, ¿la situación social en amplias zonas del país está en la base de los sucesos de Andahuaylas?
-Sin duda, las demandas mencionadas tienen amplio respaldo y la oposición de los partidos tradicionales no ha hecho nada por ellas, no han hecho real oposicion y se afilian al continuismo neoliberal. Pero el accionar violento, militarista y aventurero no tiene ese apoyo. Ya detenidos, el sector de la poblacion andahuaylina que los apoyaba se ha ido calmando. Aunque otros respaldaron, con movimientos pequeños en diversos puntos del país, creo que la ideología etnocacerista y su autoritarismo no deben provocar ni provocan apoyo. Pero la protesta, la reacción frente al gobierno, es amplia.

– ¿Existe alguna conexión entre el movimiento y Montesinos, como afirma una parte de la izquierda peruana?
– No es imposible. Las incoherencias, además, son notorias. El hermano de Antauro, Ollanta (nombre de su semanario), ha sido hasta hace poco agregado militar de Toledo en Europa y luego en Seúl, con ingresos mensuales de varios miles de dólares (dicen que más de 8,000). No parece coherente.

– Algunas «formas» que asume el movimiento, lo conectan con movilizaciones sucedidas en la historia del Perú, que han sido definidas como milenaristas. En este aspecto, ¿hay algo en común con la forma que asumió el senderismo?
– No hay conexión con ningún milenarismo, aunque pretenden reivindicar el incanato dentro de una concepción autoritaria, vertical y muy propia del militarismo.

– ¿Estamos ante un nuevo «ciclo de violencia» como el que comenzó a principios de los 80?
– Es difícil predecir esto.

– Más en general, ¿como ve la situación política del país, que parece marchar hacia un segundo gobierno de Alan García?
– El país afronta una crisis sistémica, que rebasa al gobierno de Toledo y requiere soluciones más de fondo. Encara una crisis de su sistema de representación y político, y sufre una inequidad impresionante, con los ricos cada vez más ricos y los pobres igualmente pobres. No creo que caminamos a un nuevo gobierno de García, lo siento estancado y muy vinculado al gran capital, al coqueteo y la búsqueda del visto bueno de la gran empresa. Difícilmente será alternativa.

Hugo Blanco

– Los sucesos de Andahuaylas, protagonizados por el movimiento etnocacerista, han sido calificados por la mayor parte de los analistas de izquierda como de corte «fascista», aludiendo a la ideología de su portavoz y a las supuestas conexiones con el fujimorismo. ¿Coincide con esa valoración?
– El movimiento surgió contra Fujimori y fue apoyado por todos quienes estuvimos contra el dictador. Me parece que es una estupidez decir que tiene conexiones con Fujimori. Sobre su ideología, se puede hablar de extremismo pero no de fascismo. Más extremista fue Sendero Luminoso pero a nadie se le ocurre decir que fue fascista. El fascismo es una ideología representativa de los intereses del gran capital. Humala está contra ese gran capital.

-¿Cómo explica el hecho de que sectores importantes de las poblaciones andinas muestran simpatías abiertas con los etnocaceristas?
– En su periódico habla contra los enemigos del pueblo en forma sencilla, habla de las cosas que interesan al pueblo y refleja mucho el sentimiento de ese pueblo, por ejemplo cuando dice que hay que fusilar a los corruptos. Yo no estoy de acuerdo con eso, pero una cosa es que yo no esté de acuerdo y otra la impotente rabia de la gente contra la corrupción. Esa rabia se expresó cuando el pueblo de Ilave mató a puntapiés al alcalde o cuando el pueblo de Azángaro (ambos en el sur del país), indignado ante la corrupción de autoridades judiciales y policiales pagados por los ladrones, quemó vivo a un ladrón.

-Al parecer, las realidades económico-sociales imperantes en el país permiten pensar que hay condiciones para que se desarrollen amplias luchas sociales. Pero los sucesos más significativos de los últimos años, no han sido protagonizados por las organizaciones populares sino que han sido «desbordes» desde abajo. ¿Cree que el movimiento popular está a la altura de los desafíos?
– Depende a qué llamas organizaciones populares. Yo llamo auténticas organizaciones populares a las que han protagonizado esos «desbordes», mis esperanzas están depositadas en ellas. Esto no quiere decir que desprecie a las otras, creo que son necesarias y espero que sean parte del proceso, pero la vanguardia está en los «desbordes».

-¿Hay condiciones político-culturales en Perú hoy para el surgimiento de algo similar a lo que fue e senderismo? ¿Cómo valora hoy, 20 años después, los resultados del Sendero de los 80?
– Desgraciadamente, si no surge un movimiento rebelde, anti-sistema, que apoye, intente unificar e impulse los «desbordes» que tienen un profundo sentido antisistémico (contra la corrupción, en defensa de la ecología, por una auténtica democracia), sí, es posible el resurgimiento de Sendero.
El resultado de Sendero Luminoso han sido más de 70.000 muertos, fundamentalmente indígenas y una dictadura que aplastó al movimiento popular, a la cual pudimos expulsar cuando Sendero fue derrotado, fundamentalmente por el movimiento campesino.

-¿Coincide con la propuesta del subcomandante insurgente Marcos de «no tomar el poder»?
– Él dice «No se trata de tomar el poder sino de construirlo». Coincido con esa apreciación que yo la expondría en otra forma: Primero el pueblo, no un partido en nombre de él, tiene que construir poder. Creo que en el Perú estamos haciendo eso desde abajo, poco a poco en forma dispersa, estoy porque se supere esa dispersión, pero eso será hecho por el propio movimiento no por una vanguardia que dé línea. El proceso de construcción de poder es permanentemente agredido por el enemigo, esa agresión le enseña a defenderse. Cuanto más avance en la construcción de poder, más fuerte será la agresión y mayor el aprendizaje del pueblo para defenderse. Creo que el proceso llevará inevitablemente a confrontaciones fuertes, el enemigo no ha de conciliar. El poder popular tendrá que desplazarlo por la fuerza para desarrollar su propia verdadera democracia. Pero ese será el paso final. Lo malo de la izquierda, por lo menos en el Perú, es que siempre pensaba en la toma del poder sin haber construido el poder popular, por lo tanto unos tomaron las armas declarando que «salvo el poder todo es ilusión», con ese objetivo todo estaba justificado, incluyendo masacres a campesinos calificados de «soplones». Otros se acomodan con gobiernos «progresistas» como Velasco Alvarado o Toledo. Por último hay quienes «toman el poder» apoderándose en forma antidemocrática de las direcciones de los gremios.
Creo que esa obsesión por la toma del poder ha hecho mucho daño, por eso vi con simpatía la declaración de Marcos. Desgraciadamente no fue entendido y siguen abundando los «tomadores de poder».

– Por último, ¿cómo ve a la izquierda continental? ¿Cree que ha sacado conclusiones de las derrotas de los 70-80? ¿Cuáles serían?
– Es indudable que nos encontramos en un período muy bueno. Tengo 70 años y nunca vi una Sudamérica tan avanzada. Nuestros pueblos han avanzado mucho en diversas formas.
Creo que la izquierda, por lo menos en el Perú, pecó de sectarismo, dogmatismo y verticalismo. Además una parte optó por la lucha armada que no reflejaba el sentir de la gente y por lo tanto produjo el reflujo. Otra parte se dejó absorber por el sistema. Me parece que debemos corregir esos errores. Creo que falta más atención a los «desbordes», pero en forma modesta, no yendo a «dar línea».

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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