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Parir una época: apuntes al pie de una no-derrota

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Reflexiones colectivas tras la votación en el Senado de la ley de aborto. Dos horas antes de que se produjera la votación formal en el Senado y cuando ya conocíamos cuáles serían los resultados, realizamos en la trinchera de MU una ceremonia de reflexión colectiva. Lo que sigue son apuntes de lo que allí pudimos pensar juntxs y que compartimos en esta nota con la intención de provocar más. También, con idéntica intención, compartimos nuestro video sobre lo que nos pasó ayer.

Uno.
“La diferencia entre un color y el otro es que hay gente que está defendiendo lo que ya está, y lo que nosotros venimos desde hace tiempo inaugurando es una nueva realidad, atravesando estructuras que no se han movido. Eso no ha parado de crecer, nosotres lo miramos y lo podemos sentir, tenemos bastante resistencia en eso, pero también tenemos la potencia de pasarle la posta a lxs pequeñísimxs que se sumaron, que también vienen del fracaso de lo exitoso en términos de si sale una ley, los números, las cantidades. Pero en realidad ya hemos ganado, venimos ganando. Y hay que tener conciencia de que hemos atravesado todo: generaciones, clases, estamentos… Estamos siendo una tribu y tenemos que tener la conciencia poderosa de que somos una tribu que se está desencajando de lo viejo.
Tenemos que ponernos en otra acción, más incisiva. Esta bueno pensar en estas agendas porque este poder no está esperando que hagamos estas cosas, no están preparados para resistir esto. Ya empezó la separación de la Iglesia del Estado -que por ahí termina siendo en 20 años-, pero es parte de esta nueva época inaugurada. Y que no va a parar. Metámosle adentro de la canasta nuevos temas que no esperan para aturdirlos. Porque si vamos a estar resistiendo al FMI como único recurso y pensando que esta época son los 90 y que esta época es la misma resistencia de siempre, compramos el paquete del fracaso. Tenemos que ser creativos para repensarnos de otra manera y animarnos, animarnos, animarnos… Lo peor que nos puede pasar es burocratizarnos a nosotres mismos. Si la solución va a ser abrazarnos a los Moyanos no construimos nada nuevo. Así que: más insolencia, chiques, más travestitud. Celebremos esta derrota”.
Dos.
“Todo esto es una pulverización que está volando todo. Todo este movimiento que sucede es como patear el hormiguero, y ahí estamos: en medio de eso. Creo que estamos en este momento de construcción y a su vez de deconstrucción, con una esperanza muy verde que es la juventud, que es la gema de todo”.
Tres.
“Nos queda la movilización más multitudinaria que hayamos vivido en los últimos años. Callao llena de gente, tanta que pasaba en un corte espóntaneo la Avenida Corrientes y seguía hasta Lavalle; Avenida de Mayo llena hasta la 9 de Julio. 9 de Julio llena hasta Corrientes. Una U infinita que enlaza cuerpos tuneados con pelucas, glitter, remeras con consignas y carteles que proclaman “Legal o clandestino”.
“Lástima el mal clima”, dijo una piba sonriendo frente a la lluvia constante y helada que caía sobre todxs.
La ocupación del espacio público fue en rondas. Rondas de pibas y pibes coparon los centros del amontonamiento en las avenidas y cantaban versiones feministas del “arroz con leche” a los gritos. Las pibas estaban atentas a lo que pasaba adentro, pero ante las malas noticias que empezaban a circular sólo alzaban más la voz. Poner la voz en estos casos fue gesticular, respirar y sentir para poder gritar. No fue sólo un discurso que se dice frente a una cámara ni desde arriba de un escenario. Esa voz fue aguerrida desde el mediodía hasta la madrugada: nunca paró. No se rindieron. Era una música infinita que mezclaba muchas canciones, pero terminaba en una sola: que sea ley.
La pregunta que circulaba entre muchas, mientras compartían un mate , también fue una constante: ¿esta gente nos representa? Y en las conversaciones citaban una a una las frases de los senadores que habían dispuesto el No.
La que más se escuchaba era la de Urtubey. La cara de las mujeres cuando se recordaban en voz alta que un senador justificó en pleno recinto las violaciones intrafamiliares era de horror y de asco. Y provocaba la pregunta siguiente: ¿de dónde habrá salido esa gente que no nos escucha?
Otro tema de charlas -en la espera interminable- fue el repaso en voz alta de todo lo que se había hecho para llegar hasta ahí. Tanto en rondas de pibas como de mujeres mayores se escuchó: firmé la carta, hice pañuelazo, fui Criada, decoré mi barrio de verde, llevé el pañuelo a todos lados, intervine mi pañuelo, hice talleres en los barrios. Y la lista de balance de las acciones que se habían hecho para ser escuchadas era también infinita. Nos queda que las mujeres pasamos de hacer listas de compras en supermercado a hacer listas de acciones para cambiar el mundo, no es poco.
En medio de todo eso, ante el mal clima que le impidió estar en el escenario, Elena Roger cantó en Mu Trinchera Boutique algo que conmovió hasta las lágrimas a lxs presentes y sintetiza por qué la fiesta no se acaba hasta que sea ley:
Después de todo
Todo llega siempre de algún modo
Las profecías se dan
Apocalipsis de abajo
Un maremoto de amor
Fiesta en la calle
Un orgasmo que nunca se acabe
Día de Resurrección
Y será, y será un fuego, un pantallazo, un rayoluz conmovedor
Una tormenta, una música infinita
Y será, y será un fuego, un pantallazo,
un rayoluz conmovedor
Una tormenta, una música infinita.
Las horas pasaban y como las noticias desde adentro del alambrado seguían sin ser buenas, comenzaron los rumores de posibilidad de represión. Gran parte de carpas y escenarios desaparecieron en pocas horas y la madrugada de la calle fue nuevamente de las pibas. Las pibas, con el símbolo feminista pintado en verde en los cachetes. Para ellas no había ninguna importancia en ningún discurso en especial: sólo querían escuchar el sí o no, y que siguiera el próximo. Tenían la mirada fija mirando al Congreso y si bien no mostraban caras de felicidad, tampoco eran de resignación. Nos queda ese aguante en el cuerpo.
Al borde de las rejas, con el pañuelo verde en alto y sin bajar los brazos -como si estuviesen mostrando un pañuelo de la paz a alguien que está a punto de dispararles-, siguieron. Que sea ley, que sea ley. Como un mantra que ya era un ruego. Un ruego exigente y de pie que se extendía por Callao. Un grito que no podían callar porque cuando lo hacían para respirar se escuchaba un pastor evangélico microfonado desde un escenario en la puerta del Congreso. Mirando sus celulares vieron cómo gente que ni sabían que habían votado les negaban un derecho.
“No están a la altura”, dice una piba a otra.
Gritan una vez más, esta vez bien fuerte: “anti-de-re-chos, anti-de-re-chos”.
Se abrazan, se secan las lágrimas y caminan por Callao tomándose de las manos entre desconocidas, diciéndose unas a otras que se cuiden, que ya a esta hora es prudente ir volviendo, diciéndose que hicieron una jornada histórica, que tarde o temprano va a ser Ley, que no hay que aflojar ahora, y que el mayor triunfo es estar juntas.
Eso: nos queda estar juntxs”.
Cuatro.
El debate todavía no había ni arrancado, pero en la calle ya se sentía: no era una marcha. Ni una movilización. Tampoco un festival. ¿Qué era?
Lo nuevo.
Podemos llamarle: una revolución, en presente.
La verdadera palabra para describir lo que pasó todavía al estamos inventando.
Y hoy sigue: se la llevó cada una para su vida.
Adentro, un Senado blindado no escuchó.
¿Qué pasó?
38 senadores y senadoras votaron por a favor del aborto clandestino. Desde hoy cada hemorragia, dolor, soledad, humillación, muerte, es su responsabilidad.
Perdemos sangre.
Y nos duele.
Después de un debate histórico durante cuatro meses, nadie puede no ver esa sangre que anoche podría haber dejado de derramarse.
Aún si, con las heridas abiertas, ganamos. Algo cambió. Ya no somos las mismas, y tampoco lo somos junto a otras. Nos teníamos desde siempre, pero ganamos redes, y las hermanas se multiplicaron. Ganamos la seguridad de querer vivir de otra manera, con más placer y menos miedo.
En el Senado votaron para continuar con una política de Estado femicida.
En la calle las formas de acompañar, sostener y estar juntas aumentan al ritmo del glitter y la urgencia. Y ahora que si nos ven, también se ve que el movimiento más transversal, heterogéneo, incontrolable y poderoso que tenemos, no tiene representantes. La política toda entró en una crisis de representatividad. ¿Quiénes son estos y estas que deciden sobre nuestras vidas y nuestras muertes?
Nosotras ganamos una pregunta: ¿Qué democracia? Y la infinidad de respuesta que ya estamos creando, criando y probando”.
Cinco.
Me sale hablar del continuum lesbiano, que es algo absolutamente invisibilizado. El continuum lesbiano dice: “Somos lesbianas y nos pasamos conocimiento las unas a las otras a pesar de todo”. Somos un continuum y ese continuum obviamente puede llevar otro nombre, puede ser cualquier continuum: eso lo estamos pensando. Con todos los cachetazos que uno va recibiendo del Medioevo creo que tenemos en claro que seguramente estamos con un montón de diferencias: algunos les gusta el Fernet y a otros la cerveza, pero son cosas zonzas que no nos pueden dividir. Sí claramente nos tenemos que desheredar de los que se caen a pedazos, y no es un discurso contra lo longevo. Estoy acá sumamente esperanzada con sus rostros jóvenes, cargándome de frio con zapatillas mojadas porque la intención es que ustedes y quienes vengan después no vivan en donde nos tocó nacer a nosotras. Sepamos hacer crear redes que nos permitan ser un continuum, que nos permitan seguir luchando con esa conciencia de que no somos aquello. Eso tiene que ser una claridad. Después qué vamos siendo nosotras lo vamos encontrando cada quién, en cada espacio.
Seis.
“Marlene Wayar nos  habla de continuum lésbico para ubicar un concepto de traspaso de conocimiento y de una cadena de solidaridades que no tiene que ser sí o sí marica. Marlene le habla a una juventud presente en MU a horas de que se conozca la votación del Senado y habla de saber criar y crear redes que sostengan ese continuum, ese medio continuo formado por un conjunto infinito de cuerpos que ayer caminaron y bailaron y gritaron y rieron y lloraron y se abrazaron hasta que empezó el nuevo partido.
Muchas sabían en la calle que ese podía ser el desenlace. Y aun así se quedaron. Hasta el final. Bajo la lluvia. Bajo el frío. Bajo la posibilidad de tener que escuchar fuegos artificiales que festejan la continuidad de los abortos clandestinos.
Pero bajo nociones políticas claras.
Las pibas hablan de revolución.
Que perdieron el medio.
Que no le temen al patriarcado.
Al Gobierno.
Al Senado.
A los Urtubey y a las Michetti.
A la Iglesia.
Saben que la sociedad es otra porque ellas son otras y transformaron en otras las relaciones que atraviesan sus vidas, sus trayectorias, sus instituciones, sus deseos.
Hablan de los 38 senadores que no van a votar nunca más.
De un cartel que en medio de la lluvia gritaba: «El futuro es irreversible».
Porque el futuro es hoy.
Porque saben que esto no termina.
Porque esto recién empieza”.
 Siete
“Todo cambió a partir del Ni una Menos, las movilizaciones impresionantes de los últimos años, los paros de mujeres, y la salida a la calle de millones de mujeres y sobre todo las chicas, la generación verde, ajenas a las propias conducciones y referencias del feminismo histórico.
O sea: lo hacían para poder vivir (se veía cuando las mujeres participaban en las acciones que hicimos en cada marcha por femicidios) y no tanto por una postura “racional” filosófica o ideológica. La postura es consecuencia, en todo caso. Pero el motor fue la desesperación, la necesidad de estar juntas, de llorar incluso y abrazarse, como lo vimos en cada movilización. Y el deseo.
No creo que haya sido un tema de concientización, sino de contagio.
Otro cambio para que se haya llegado tan lejos es toda la movida de actrices, escritoras, periodistas, científicas, sindicalistas, arquitectas, cantantes, etc. que se sumaron a todo lo que ya se venía haciendo, pero que contagió muchísimo más allá de la participación concreta.
Y algo también importante es la cuestión del grupo Las Sororas, la transversalidad, la capacidad de reunirse frente a un tema  que, reflejando todo lo anterior, se dio en Diputados para empujar el proyecto.
Se puede decir que el gobierno metió el proyecto para distraer de otros temas, pero no se puede negar quel el tema se convirtió en sí mismo en una potencia enorme y transformadora. Se está debatiendo la cultura, la igualdad, la libertad, el patriarcado, los prejuicios, la representatividad, el control social, los mandatos, la democracia, la violencia, la complicidad del Estado, el oscurantismo, el silencio, el horror cotidiano y de vidas enteras.
Creo que es al revés: con los otros temas nos distraen de éstos.  
La transversalidad de este movimiento es la misma que uno nota en las asambleas por temas ambientales, de recursos naturales y bienes comunes de Esquel y todo Chubut, Famatina, Entre Ríos, Andalgalá, Rio Negro, Córdoba, todo lo que está pasando con los nuevos productores agroecológicos, que le da una potencia enorme a esos movimientos.
Creo que hay una genética muy similar entre esas cuestiones. y una relación entre el extractivismo territorial y el que se aplica sobre nuestros cuerpos, corazones y cerebros.
En esas asambleas no hablan en jerga política sino de vida, y así suman también institucionalmente a funcionarios y diputados, sororos por así decir, que ven en estas cosas lo que hemos dicho tantas veces y repitió Susy Shock ayer: la época.
No se llegó más lejos con el tema del aborto, pero hasta donde se llegó es increíble, y el paso que falta ya vendrá. La confianza la da la calle”.
Ocho
“Tengo en el cuerpo la sensación de un triunfo histórico y en la cabeza el peso de una derrota contra las fuerzas más oscuras que nos han sometido desde que tengo memoria. Quiero quedarme con esa ambigüedad, en esa contradicción. Quiero sentir la incomodidad que me produce ese no saber si reirme o llorar. Quiero convertir ese malestar en un tesoro a desenterrar y observarlo como si fuera una cosa extraña y no como algo que se simplemente se siente, se soporta o se supera, negándolo. Ahí hay una clave oculta y es una de esas grandes, una de esta época, la que parimos estos días en la calle. Es la clave que nos obliga a crear, a no repetir y a comprender que cuando decimos “aborto legal” no estamos hablando de que se sancione una ley, pero también. Es decir, estamos hablando de desalojar de las instituciones a los poderes de la oscuridad, del sometimiento, de la crueldad y del autoritarismo, pero también de sacar de nuestras vidas esas condenas que nos hacen vivir tan mal. Todos los días, tan mal. Hoy me preguntaba un periodista extranjero cómo comenzó este movimiento y trataba de explicarle que, en el puntual reclamo de aborto legal, fue el caso Belén el que encendió el motor social. Belén nos hizo comprender que ninguna mujer que está sufriendo una hemorragia puede ir al hospital y quedar presa. Es algo bien concreto: el hospital convertido en cárcel. Y eso tan concreto es lo que encendió esta mecha. Lo que hizo arder Belén fue este Nunca Más. La respuesta de 38 senadores hoy es: Siempre Más. Debemos pensar, entonces, cómo derrotar a esos 38. No son tantos y lo saben, por eso ahora mismo deben estar organizando cómo apoderarse de más espacios de poder dentro de las instituciones, para garantizarse que lo que hoy hicieron no se convierta en su suicidio político, histórico y social.
En este país aprendimos que para que haya justicia social tiene que construirse primero condena social. Ya construimos esa condena social con respecto al aborto clandestino, pero debemos seguir reforzándola para que no nos obliguen a volver al silencio, la cárcel y la muerte. Si queremos también construir una ley, tenemos que analizar muy autocríticamente qué hicimos, qué no hicimos y qué nos falta hacer. Pero para poder hacerlo tal como lo necesitamos, como nos exige esta época que acaba de nacer, tenemos que definir muy bien dónde y con quiénes pensar lo nuevo. Es en la calle, es entre todes y es de forma tal de que ningún discurso, aparato , orga o kiosco se apodere y distorsione esta fuerza colectiva capaz de lograr lo imposible. Y eso, creo, es lo que todavía no sabemos cómo hacer. Nos queda pendiente aprender a ser libres, nada menos”.
Nueve.
Lo imposible solo tarda un poco más.
 
 
 
 

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Hasta siempre, Mirta

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Lo dijo con una sonrisa, amorosa, y con la mirada encendida, directo a los ojos: “El miedo es para los cobardes”. Fue un jueves de puro sol, cuando le preguntamos si tenía miedo en este contexto, antes de comenzar una nueva ronda que justo ella, con otras trece madres, fundó el 30 de abril de 1977, cuando buscaban con desesperación a sus hijos e hijas.

Mirta Acuña de Baravalle buscaba, además, a un nieto o nieta: su hija Ana María, a quien secuestraron el 26 de agosto de 1976 junto a su compañero Julio César Galizzi, estaba embarazada. Mirta murió este viernes sin saber qué pasó con ellos.

Su despedida será de 16 a 19 en el hall del Municipio de San Martín, el partido donde ella vivía, donde jugaba al scrabble sin cansarse, y donde seguía todos los jueves las rondas de Madres Línea Fundadora por las transmisiones de medios comunitarios, mandando saludos en vivo y recordatorios que una hermana leía sobre otras personas desaparecidas.

Tenía 99 años, la mirada encendida y la sonrisa amorosa, para indicarle a nuevas generaciones que la lucha sigue.

Gracias, Mirta.

Presente, ¡ahora y siempre!

Hasta siempre, Mirta

Mirta en las marchas masivas del 24 de Marzo, marchando por la memoria, la verdad y la justicia junto a sus compañeras de Madres Líneas Fundadora. Foto Lina Etchesuri para lavaca

24 de Marzo de 2017. Mirta acompañada por Victoria Moyano, nieta recuperada. Foto Lina Etchesuri para lavaca

Hasta siempre, Mirta

Esta foto fue tomada el 29 de febrero de este año y fue el último jueves de ronda donde estuvieron las tres Madres Líneas Fundadora juntas: Nora Cortiñas (fallecida el 30 de mayo), Mirta Baravalle (en el centro) y Elia Espen. Consultada sobre si tenía miedo en un contexto de discursos de odio y negacionistas, Mirta respondió a Lavaca con una sonrisa: “El miedo es para los cobardes”. Foto Lina Etchesuri para lavaca

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S.O.S. Garrahan: el desfinanciamiento del hospital modelo

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Un guardapolvo blanco, pintado de letras rojas en el dorso: “Salud en lucha”. Una pancarta naranja, con letras negras, que grita: “El Garrahan es insalubre”. Lo que adorna a las instalaciones del centro pediátrico de referencia en salud pública, gratuito, de altísima calidad y de máxima complejidad donde se atiende a infancias de todo el país, refleja el contexto de lucha: seis paros en diez semanas. Una movilización el martes pasado a Plaza de Mayo. Otros paros por venir. Y un festival que se está organizando para el 8 de noviembre. Seis mil laburantes que dijeron basta, que ya no se puede, que así no se sigue. Los reclamos son tan centrales como diversos: salario, condiciones laborales y presupuesto. Todos, repercuten en un problema tan primordial como poco tenido en cuenta: la salud mental de sus trabajadoras y trabajadores.

Por Francisco Pandolfi

Lo que pasa puertas adentro de esta entidad emplazada al sur de la Ciudad de Buenos Aires llevó a que en 2019 se creara la Comisión de Condiciones de Trabajo Insalubres y Agotamiento Prematuro del Hospital Garrahan. 

Ivone Malla tiene 55 años y es, desde hace 12, médica hepatóloga del hospital e integra la comisión desde su nacimiento. Le cuenta a lavaca por qué surgió la necesidad imperiosa de organizarse y de ponerle ese nombre: “En 2019 empezamos a notar la situación compleja en la que estábamos. El grado de sufrimiento que padecíamos por estar expuestos durante tanto tiempo, todos los días, muchas horas por día, bajo una presión insoportable un tercio de nuestra vida. Armamos un grupo de whatsapp, primero entre cinco, seis personas, y en menos de una semana éramos 200. Hicimos reuniones y armamos la comisión con integrantes de distintas áreas del hospital. Y decidimos armar un informe que es contundente por los datos que denuncia. El documento de 40 páginas tiene cifras como estas: “En el Garrahan muere casi un paciente por día. La mayor parte es menor de un año y un cuarto menor a un mes”.

La salud de quienes cuidan la salud

Ivone actualiza algunos datos del informe presentado en marzo de 2020: 

–El 26 por ciento de las licencias que se piden en el hospital se deben a trastornos de depresión y problemas de salud mental.

–Hicimos una encuesta y uno de cada 2 trabajadores del hospital toma psicofármacos.

–Otro dato alarmante tiene que ver con la tasa de suicidios. El hospital duplica a la tasa del país, que es de uno cada 12 mil personas por año. En el Garrahan somos 6 mil laburantes y tenemos un trabajador por año que se suicidó. De hecho, cuando empezó este reclamo se mató un compañero. Obviamente este no es un número oficial, porque pedimos el registro a las autoridades y no brindan la información, pero nosotros sabemos bien lo que pasá acá. 

Frente a este escenario, desde la Comisión proponen medidas concretas: “Demostramos con datos fehacientes que el trabajo que realizamos afecta nuestra salud física y mental y amerita la aplicación de un régimen especial que contemple las condiciones de trabajo insalubres y/o agotamiento prematuro a los que estamos expuestos, y limite la exposición con reducción horaria sin afectar nuestros salarios (de ocho a seis horas el área médica y de siete a seis la enfermería), licencias por estrés (de cinco a quince días anuales) y reducción de nuestros requisitos jubilatorios (25 años de servicio, mínimo 50 años de edad y 82% móvil). 

Ivone sentencia: “Se habla mucho del modelo Garrahan, que la manera de sostenerlo es que pasemos más horas en el hospital y debe suceder todo lo contrario. Un motivo por el que se están yendo muchos profesionales es por los bajos salarios, porque aunque siempre cobramos poco el ajuste de los últimos meses es feroz, pero otro factor es por ese mismo modelo Garrahan que te obliga a quemarte, a dejar la salud, porque te exprime a tal punto de ser expulsivo. No podemos continuar un sistema que no cuida la salud de quienes cuidamos la salud pediátrica de mayor complejidad del país”.

La situación de insalubridad de las y los trabajadores del Garrahan es gravísima.

El sueldo más bajo de la historia 

Norma Lezana es la Secretaria General de la Asociación de Profesionales y Técnicos. Tiene 62 años y hace 36 que trabaja en el hospital, cuando ingresó meses después de la inauguración del Garrahan, el 25 de agosto de 1987. “Estudié en la universidad pública y recuerdo cómo mi sueño era trabajar en ese lugar que se estaba construyendo. Yo armé mi vida en paralelo a este hospital de tanto prestigio, que sigue solucionando las enfermedades más graves y raras de los niños y niñas de Argentina, que no son números. Cada historia es un pacientito, un nombre, una familia. Cada caso requiere una reunión, un equipo interdisciplinario detrás, esa siempre fue la intención acá, así nos formamos y así creció el Garrahan”, dice Norma, ya con los ojos vidriosos. 

Esa labor en equipo, hoy la replican para otro tipo de lucha: “Ahora nos toca defender la importante misión que tiene esta institución, en un momento en el que quienes trabajamos estamos cobrando el sueldo más bajo de la historia. En menos de un año, la inflación fue de 236% y nuestro salario apenas subió el 100. Este cambio fue de golpe, entonces no hubo manera de acomodarnos, porque no podés de un día para el otro dejar de pagar internet, de mandar a tu hijo al colegio, ya no pagar los impuestos. Es angustiante lo que estamos viviendo. Una compañera el otro día me dijo que empezó a pagar el alquiler con el crédito que te da Mercado Pago, que te cobra mucho interés y en poco tiempo ya no va a tener sueldo. Otra me dijo que no tenía de dónde sacar para el campamento escolar de su hijo. Yo gastaba 5 mil pesos de luz y me vinieron 100 mil. Es muy estresante, esto antes no pasaba”. 

Desde las distintas organizaciones que forman la vida política del hospital dan números concretos: los operarios y técnicos no llegan a 500 mil pesos. De enfermería a 750 mil. 900 mil del área médica con aproximadamente 15 años de experiencia. Ivone expresa: “Necesitamos una recomposición salarial del 100% y un sueldo inicial igual a la canasta familiar, que hoy está en 1.500.000 mil pesos”. Completa Norma: “Los sueldos más bajos están bajo la línea de la pobreza y los de la mayoría, salvo los de los médicos más antiguos y los cargos de conducción, tampoco llegan a cubrir la canasta básica. Frente a esto, nuestro sueldo subió un 1 y un 2% en las últimas paritarias, que es lo que firmó UPCN con el gobierno nacional. Por eso denunciamos al sindicato, a la CGT y a la CTA, porque firmaron esto calladitos, como si no se dieran cuenta la situación que vivimos”.

Norma es licenciada en nutrición y pone el foco en lo que compra (o no) la gente y en lo que mira (o no) el Gobierno nacional: “Veo changuitos vacíos, poca fruta, verdura y lácteos. El salario no es algo que nos puedan recortar, porque no es un gasto. Pero este gobierno es insensible, cruel, lleno de mercenarios. Pueden hablar de déficit cero, de que Caputo es el mejor ministro, pero la realidad es que varios enfermeros después de trabajar diez horas, cuando salen a las 7 de la mañana de acá se van a otro trabajo y no a descansar. Puede ser libertario o no libertario, pero si esta es la realidad sólo queda claro que es un gobierno pésimo”. 

Mientras tanto, la perspectiva del Ejecutivo: “El Ministro de Salud Mario Lugones acaba de presentar un plan estratégico de recorte del 20% en la salud. Es criminal esta decisión. Y sólo se explica con el lobby que está haciendo la gestión privada. Los funcionarios son sus gerentes y nos están llevando a un retroceso tremendo”.

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Hay salarios iniciales que no llegan a los 500 mil pesos.

El éxodo de trabajadores

Josmar Flores Arnéz es licenciado en bioimágenes, tiene 36 años y hace 15 que trabaja en el servicio de neurointervencionismo del hospital. “Desde hace varias semanas luchamos por una recomposición salarial y por mejores condiciones de trabajo. Este año convivimos con un presupuesto congelado que duró los primeros seis meses. El Ministerio de Salud mandó una ampliación de ese presupuesto, pero es insuficiente. Por eso exigimos la apertura de paritarias y un porcentaje acorde que por lo menos nos empate con la inflación. Las categorías más bajas no pueden cubrir ni lo básico, como vestirse, comer, educarse”. 

Josmar es delegado de la junta interna de ATE y comparte un dato que refleja la situación extrema: “No nos quisieron decir el número concreto, pero desde la propia Dirección confesaron que en los últimos 9 meses renunció la misma cantidad de profesionales que en los últimos 9 años. Si bien esta situación no empezó con este gobierno, sí la profundizó muchísimo y potenció el éxodo de profesionales. Esa pérdida no se recupera”.

Guido Gromadzyn es neurocirujano y parte de Trabajadores Autoconvocados del Garrahan. Tiene 40 años y desde 2009 recorre estos pasillos. Su cumpleaños de 15 no está siendo el más feliz: “Nunca estuve tan preocupado, porque la salud pública está peor que nunca. El hospital hasta ahora, había sido un oasis al realizarse las técnicas más avanzadas y nunca nos faltó nada. Si bien muchas veces tuvimos conflictos de sueldo, es muy preocupante sentir cómo el hospital de a poco se va debilitando y desmantelando desde el recurso humano, y desgranando todo el trabajo interdisciplinario tan característico del Garrahan. Siempre tuvimos los mejores profesionales y ahora están renunciando porque no llegan a fin de mes, profesionales que tienen alquilar y les es imposible, hipermegaespecialistas que ya no les conviene hacer las jornadas extendidas de 8 horas cobrando un sueldo miserable y entonces se van a trabajar a otro lugar o directamente fuera del país”. 

Guido mira el futuro: “Es lo que más me preocupa. Somos un hospital escuela y va a llevar años y décadas formar este tipo de profesionales. Esto va a repercutir directamente en la salud de los chicos y si sigue así va a empeorar, porque muchos compañeros nos dicen: ‘Yo estoy hace 15 años, siempre me puse la camiseta, pero más allá de marzo no aguanto’. Es desesperante saber que en poco tiempo el gobierno está rompiendo todo y que nos va a llevar muchísimo reconstruirlo”. 

Sobre el financiamiento freezado, Norma Lezana pone números: “Al presupuesto que teníamos de 60 mil millones del año pasado, que estuvo congelado todo el año y que en junio se acabó, llegó un refuerzo de 90 mil millones de pesos, o sea, un tercio más. Pero eso no tiene nada que ver con la realidad. Solo por poner un caso: el medicamento gammaglobulina aumentó 10 veces, y lo mismo sucede con el resto de los remedios, insumos y obras. Por eso en salud no se puede ajustar, pero el ministro Lugones es el hombre manos de tijera, solo piensa en recorte, recorte y recorte”. 

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Hay motosierra, licuadora y también organización como defensa de la salud pública.

El ministro que nunca pisó el hospital

El Juan Pedro Garrahan lleva ese nombre por un reconocido pediatra. En cuanto a su sostenimiento, depende un 80% del Ejecutivo nacional y un 20% del gobierno porteño. Cuando a principios de octubre asumió el ministro Lugones, una de sus primeras decisiones fue echar a todos los integrantes del Consejo de Administración, al otorgar un bono por única vez de $500 mil pesos a las y los trabajadores. Contextualiza Ivone: “El bono no fue una dádiva, sino el producto de varios meses de reclamo y además se obtuvo con recursos genuinos que producimos con nuestro trabajo, ya que ese dinero salió de una caja donde va la plata que se recauda de las obras sociales de los pacientes. Esa caja sigue existiendo, pero el mensaje de la patronal fue que ya no se repartirá entre las y los trabajadores”.

Josmar agrega: “Cuando Lugones se reunió hace 15 días con el nuevo Consejo de Administración (presidido por Soraya Anis El Kik) dijo públicamente que el presupuesto del hospital garantizaba su total funcionamiento, pero nosotros sabemos que no es así”. Da un ejemplo: “En una de las terapias especializadas en pacientes inmunosuprimidos donde sí o sí debe haber una determinada ventilación, en estos últimos días de calor los aires acondicionados no funcionaron. Y no funcionan desde hace varios meses porque dicen que no hay plata para arreglarlos. Da otro: “No solamente se nota en las habitaciones de los pacientes, también en los entrepisos técnicos donde está toda la maquinaria, hay mucha precariedad en el ambiente, con paredes, techos y pisos rotos”. Otro más: “En los vestuarios del personal hay humedad, hay ratas, hay baños clausurados”. Y explica el por qué de las palabras del ministro Lugones: “Nunca pisó el hospital”.

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A 37 años de su inauguración, sus trabajadores denuncian cómo lo están desmantelando.

La resistencia

Por año, el Garrahan atiende 660 mil consultas. Realiza 12 mil cirugías. Trata el 40% del cáncer infantil del país. Hace más de 100 trasplantes pediátricos de órganos, lo que representa al 50% de toda la Argentina.

Eso, y muchísimo más, es lo que está en juego. 

Tras la marcha blanca del martes pasado, donde confluyeron con las clases públicas universitarias, ayer se consensuó en la asamblea del Garrahan continuar el plan de lucha. Se votaron dos paros: el jueves 31 de octubre, con permanencia y distintas actividades. Y el viernes 8 de noviembre, con un abrazo cultural y social en defensa del hospital, y con el cierre de un festival musical.

Guido Gromadzyn: “Hace meses que reclamamos y, aunque esto nos está llevando un montón de desgaste mental y emocional, vamos a seguir organizándonos para que esto le llegue a toda la comunidad y así evitar que esto se desbande aún más. Vamos a seguir, porque aunque este gobierno parezca que nunca escucha, siempre sirve hacer ruido”.

Cierra Norma Lezana: “Hay mucho en riesgo y no sé si la población es consciente de lo que se puede llegar a perder si no hay un cambio de rumbo en un gobierno que no dialoga, que no entiende lo evidente. Acá estamos preparados para resistir, porque si no resistimos nosotros, no lo va a hacer nadie. Estamos fortalecidas y convencidos de que vale la pena defender todo lo que significa nuestro hospital Garrahan”.

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Desalojo a una comunidad originaria en Jujuy: el poder político detrás de la violencia policial

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La comunidad originaria kolla de Guerrero, al sur de la provincia, fue desalojada este martes en medio de una violenta y desproporcionada represión policial: “Casi 200 policías para un puñado de mujeres, niños y ancianos”. Hubo detenciones y vejaciones: “Les hicieron sacar toda la ropa; los tuvieron contra una pared con los brazos arriba por tres horas y si querían bajar los brazos, les pateaban las canillas”. La complicidad entre la Justicia y el poder político. La figura del empresario de medios y ex vicegobernador peronista Guillermo Jenefes, cuya familia reclama esas tierras. La voz de la comunidad desterrada, que hace siglos vive en ese territorio: “Pasaron las topadoras por nuestras casas, por nuestra chacra. Arrasaron con todo, no quedó nada”.

Por Francisco Pandolfi

En Jujuy, a la gente originaria la destierran de su tierra, por ejecución de la policía, por orden de la Justicia y por decisión de la política. 

Los desalojos de las comunidades indígenas no son una excepción, sino una regla a piaccere de quienes manejan la provincia del norte del país. Fueron moneda corriente en la última parte de la gestión de Gerardo Morales. Y lo son desde que el pasado 10 de diciembre lo reemplazó Carlos Sadir, quien fuera su Ministro de Hacienda y Finanzas. Este martes, cinco familias campesinas fueron arrancadas de su tierra ancestral en la localidad de Guerrero, al sur de la provincia de Jujuy, a 20 kilómetros de la capital, San Salvador. Una comunidad que contaba con personería jurídica desde 2008, otorgada por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) y con el plano catastral que marcaba los límites de su territorio, publicado incluso en el Boletín Oficial de la Nación (resolución 62/2018). Ni ese marco legal impidió un operativo violento y descomunal conformado por más de 150 policías, luego que la jueza Lis Valdecantos Bernal, a cargo del Juzgado 7° de Primera Nominación en lo Civil y Comercial, ordenara el desalojo.

No se trata de un terreno más. Detrás de este desalojo se encuentra la todopoderosa familia Jenefes, que reclama las tierras como propias. Guillermo Jenefes fue vicegobernador de Jujuy entre 2011 y 2015, en la administración peronista de Eduardo Fellner. En ese lapso, nombraron a la Valdecantos Bernal como jueza. Guillermo Jenefes también fue uno de los constituyentes que votó a favor de la Reforma (in)Constitucional que el radical Gerardo Morales impuso el año pasado a espaldas del pueblo. Guillermo Jenefes además es un robusto empresario de medios de comunicación de Jujuy. Juan, su hijo, denunciante de la comunidad indígena, es diputado provincial por el PJ.

Fotos: comatoconvocada.jujuy

Arrasa-miento

Lorena Durand integra la comunidad kolla de Guerrero recientemente despojada. Cuando la contactamos desde lavaca, pidió si la podíamos llamar “en quince minutos” porque estaba entrando al colegio de sus hijos a justificar por qué no fueron a clase esta semana. Se la nota agitada. Con un dejo de agotamiento en el habla y en la respiración, que persiste en el aire cuando termina cada oración. Minutos después, lo primero que dirá son dos palabras, con múltiples significados: “Acá estamos”.

El acá estamos literal es en el portón de ingreso de su comunidad. “Nos acercamos a pedir por nuestros animales. Y a darles agua y comida, pero no nos dejaron. Además de animales grandes, como vacas, caballos y ovejas, quedaron gallinas, gatos y un corderito al que estábamos dándole mamadera. Una abogada proteccionista nos está ayudando y logró que nos los entreguen, aunque por tandas. Ayer nos devolvieron algunas perras, en un estado deplorable, golpeadas, asustadas. De 30 gallinas nos dieron 11, todas muy lastimadas. La Policía demolió nuestras casas, pasaron las topadoras cuando la orden judicial decía solamente desalojar. No deberían haber tocado las viviendas y creemos que en esa demolición aplastaron a muchos animales”.

El acá estamos, Lorena también lo dice suspirando injusticia y una lucha que seguirá, ahora sin un techo donde vivir, y en una abismal desigualdad de condiciones. Habla de corrido, como quien necesita diseminar lo que está pasando lo más rápido y contundente posible. “Los animales grandes no los vamos a sacar, porque sacarlos sería perder nuestra posesión y no lo vamos a hacer”. Y repite, porque cree que hay oraciones que necesitan subrayarse: “Y no lo vamos a hacer. Nosotros acá estábamos en uso y posesión de nuestra tierra, vivíamos, teníamos árboles frutales, nuestra chacra y los animales, que son nuestra principal fuente de ingreso. Todo fue arrasado. Todo. No quedó nada”.

Fotos: comatoconvocada.jujuy

Jenefes, el patrón

De fondo, se escuchan los bocinazos de gente autoconvocada que se acercó a apoyar a las familias. Hay mucho ruido en este desalojo: “Somos una comunidad aborigen con reconocimiento nacional, pero en Jujuy Guillermo Jenefes maneja absolutamente todo: el poder político, la policía, todo, todo, todo. Él quiere sacarnos del terreno para fraccionarlo y venderlo; al resistir estamos yendo contra el gran patrón de la provincia”.

Lorena argumenta: “Nosotros no somos una comunidad improvisada como él nos quiere hacer ver, no estamos fuera de regla. Hasta tenemos personería jurídica otorgada a nivel nacional. Figuramos en el ReNaCI (Registro Nacional de Comunidades Indígenas) y en el ReTeCI (Programa de Relevamiento Territorial de Comunidades Indígenas), además de tener nuestra carpeta técnica aprobada por el Estado Nacional. Desde Buenos Aires mandaron un equipo técnico y corroboraron nuestra existencia y preexistencia en este lugar, donde estuvieron nuestros antepasados mucho antes que cualquiera. Pero hoy, con el poder y el dinero que tiene, Jenefes hace lo que se le antoja”.

Fotos: comatoconvocada.jujuy

Una peli de terror

El martes a la mañana arremetió un operativo encabezado por efectivos del CEOP (policía provincial), con más de diez patrulleros, caballos y armas de fuego. Detuvieron a seis integrantes de la comunidad “por resistencia a la autoridad” y los liberaron algunas horas después. Cuenta Lorena: “Nos pasaron por encima. Vinieron casi 200 agentes para desalojar a un puñado de mujeres, niños y ancianos. A mi nene de 10 años le doblaron los brazos hacia atrás. Fuimos violentados y vulnerados, la situación fue totalmente caótica y traumática. Se llevaron a dos personas mayores de 70 años, sin comida, ni bebida, incomunicados. A mi esposo y a mi primo los golpearon, los vejaron, les hicieron sacar toda la  ropa “para buscarles los celulares”; los tuvieron contra una pared con los brazos arriba por tres horas y si querían bajar los brazos, les pateaban las canillas. De terror la violencia que generaron, no hay palabras para describir lo que pasamos”.

Hay más. Clemencia Farfán tiene 99 años y vivió allí toda su vida. Es la abuela de Lorena: “La sacaron de la cama donde estaba, la empujaron a su silla de ruedas y la llevaron afuera, le cerraron las puertas de su propia casa y la pusieron de espaldas a su tierra. Fue terrible lo que hicieron y con muchísima brutalidad”. Su abuelo Carlos falleció hace tres años y está enterrado en su territorio. “El mayor miedo que tenemos es que saquen el cadáver de nuestro abuelo. Nos dieron 72 horas para que lo saquemos. ¿Cómo vamos a sacarlo de su tierra? Ellos están tratando de borrar todas nuestras huellas, causando el mayor daño posible antes de que regresemos a nuestro hogar, porque saben bien que hicieron las cosas mal, que la orden de la jueza está totalmente fuera del orden constitucional”.

Un puñado de kollas

La vocera de la comunidad asegura que la jueza Lis Valdecantos Bernal firmó el desalojo porque Jenefes, cuando era vicegobernador, la nombró en ese cargo. “Le pagó el favor y puso una firma donde no había argumento, pero Guillermo Jenefes mueve los hilos de todas las marionetas: el Poder Judicial, la Policía y el resto de los políticos. Él hace ostentación de su poder, a diestra y siniestra, sin importarle nada”.

La disputa la tierra lleva 17 años sin ninguna resolución: Explican desde la comunidad: “Si Jenefes tuviese algún papel que demostrase que es suya o de su familia, ¿alguien podría creer que el conflicto jurídico seguiría? No, nos hubieran sacado desde un principio. No hay ni un papel que corrobore que el terreno es de él, pero la jueza debió pagar el favor. Este hombre es dueño del canal 7 –la única señal que llega a todo Jujuy– y tiene mucha injerencia en el canal 4, por eso en la provincia no se nos abren los micrófonos”. 

Además de un posible negocio inmobiliario, en zona de majestuosas yungas, pura vegetación verde y cerros, Lorena apunta a otro foco de la persecución: “Jenefes es una persona cuyo orgullo no le permite mirarnos como iguales. Odia que un puñado de kollas ose pararse delante de él, mirarlo a los ojos y decirle: ‘Vos no sos mi patrón’. El país tiene que saber que los desalojos a las comunidades originarias están siendo cada vez más frecuentes. Los terratenientes están tomando un impulso que debemos frenar. Lo que nos hicieron debe ser la gota que rebalsó el vaso”. Concluye, desde la puerta de su comunidad, aunque del lado de afuera del portón: “Somos la comunidad aborigen de Guerrero, pertenecientes al pueblo kolla, de piel oscura y estamos orgullosos de serlo. Acá estamos, y acá estaremos”.

Desalojo a una comunidad originaria en Jujuy: el poder político detrás de la violencia policial

Fotos: comatoconvocada.jujuy

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