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Informe Alerta Argentina: el caso Cromañón

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La masacre producida la noche del 30 de diciembre de 2004 en el local llamado “República Cromañón” ubicado en el Barrio de Once, durante un recital del grupo de rock “Callejeros”, tuvo un resultado devastador, que además de traducirse en victimas concretas, se manifestó como una metáfora de nuestro país, llamado a partir de ese momento por los familiares, sobrevivientes y amigos en lucha Argentina Republica de Cromañón.
Este gravísimo hecho visibilizó el espacio y la importancia que tienen los jóvenes en nuestra sociedad. En el lugar del horror, se encontraban más de 4000 personas, en su mayoría adolescentes que llegaban de diversos barrios del conurbano bonaerense.
La oscura y siniestra “República Cromañón” tenía una capacidad para 1200 personas, sin embargo allí, en el momento del incendio, había más de 4000 personas. Las condiciones de funcionamiento del local eran inaceptables desde todo punto de vista, a tal punto que expertos internacionales consideran que nunca debió ser habilitado. Puntualmente, en la noche del 30 de diciembre, el incendio se habría producido por la combustión de una suerte de tela o lona extendida en el techo, como del tipo “media-sombra”, la cual funcionaba como aislante acústico. En realidad, una “media-sombra” no tiene nada de aislante acústico. Dicha tela habría entrado en combustión al ser alcanzada por una “bengala” o cañita del tipo “tres tiros”. La mayoría de los fallecidos perecieron por asfixia vinculada no solamente al monóxido de carbono sino también al cianuro que se desprendió de la media sombra. Otros murieron entrando a rescatar a otros chicos (según se comprobó, al funcionar muy mal el sistema de Emergencias de la Ciudad, y dejar a las víctimas su propio rescate, el 40 % falleció intentando salvar a otros chicos. Además, al menos una de las puertas de emergencia estaba trabada con candado, con lo cual varios habrían fallecido aplastados por la multitud en el ímpetu de escapar del desastre.
Desde el evitable episodio ocurrido en diciembre de 2004; 194 personas murieron, cientos de personas continúan con graves problemas de salud tanto físicos, como psíquicos. Además de considerar las consecuencias psicológicas, los efectos traumáticas de aquellos que sobrevivieron y de los familiares de las víctimas.
En lo que respecta a la atención de la salud de los sobrevivientes, el estado, desde un primer momento actuó agudizando el malestar de los perjudicados, ya que la respuesta para enfrentar las problemáticas que acarrea este hecho traumático desde un primer momento se enmarcó en contemplar solo o exclusivamente un tipo de tratamiento psicológico de corte individual, condenando a los damnificados a llorar y ampararse en un consultorio privado. Una vez más, el accionar de nuestros gobernantes montando una “política pública” de este tipo, demuestra el nulo interés de remitir a procesos grupales, comunitarios en los que se pueda tramitar una elaboración del duelo colectivamente, ya que el hecho por si mismo es un fenómeno social y colectivo.
Lo que agrava más el panorama es que con el transcurso del tiempo se fue demostrando el poco interés para garantizar aún este tipo de intervención. La respuesta del estado en materia de salud para abordar dicho problema fue deficitaria. Aunque el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a través de diversos medios en los primeros meses haya montado un escenario de política sanitaria destinada a trabajar “activamente ” con los damnificados, en concreto no se destino ninguna acción solvente con respecto a este tema. No se han destinado profesionales para que trabajen específica y conjuntamente con los familiares, con los jóvenes, en las escuelas prácticamente no se ha trabajado el tema.
Desde el estado no se impartió ninguna medida o acción seria y comprometida con la magnitud de lo sucedido. No se ha asumido el carácter público de lo ocurrido, su control y seguimiento como responsabilidad de los estados y los gobiernos.
Los jóvenes hoy
Este acontecimiento nos interpela, denuncia la situación de los jóvenes y adolescentes en nuestra Argentina, que provoca cotidianamente serias consecuencias en la vida de miles de adolescentes. Solo que la agonía cotidiana de los/ las jóvenes no la visualizamos como un homicidio en el que también hay responsabilidades políticas.
Un estudio realizado por Artemio López y publicado, refleja la grave situación de los jóvenes en la actualidad. En lo que respecta a pobreza e indigencia entre los jóvenes 3,5 millones (de entre 14 y 24 años) viven hoy en hogares pobres. De ellos, 1,3 millón son indigentes. La pobreza entre los adolescentes de 14 a 19 años promedia el 55 por ciento. Mientras que la indigencia alcanza al 21 por ciento. En cuento a los adultos de entre 20 y 24 años, la pobreza promedia el 40 por ciento y la ciento y la indigencia el 14 por ciento.
Teniendo en cuanta la heterogeneidad regional, se debe aclarar que en el NOA y NEA son regiones que siguen mostrando los mayores índices de pobreza e indigencia y vulnerabilidad entre los jóvenes.
En lo que respecta a la esfera laboral, el desempleo sigue siendo elevado en muchos contextos y las tasas de desempleo de los jóvenes son especialmente elevadas. Los jóvenes tienes dos o tres veces más probabilidades que los adultos de estar desempleados. Hoy 27,3 por ciento de los adolescentes y jóvenes argentinos se encuentra desocupado, por cuanto no trabaja pero busca activamente insertarse en el mercado laboral. Son 830.000 jóvenes y adolescentes a la búsqueda de un contrato. La tasa de desocupación entre los jóvenes ha crecido desde comienzos de los noventa un 137 por ciento. Todavía duplica la tasa de desocupación de principios de los noventa, cuando era del 13 por ciento.
Entre los jóvenes de entre 18 y 20 años, la exclusión laboral es todavía más marcada: el desempleo ronda entre el 35 y el 40 por ciento. Es decir, 4 de cada 10 buscan trabajo, pero no lo encuentran. 550.000 adolescentes de entre 14 y 18 años desertaron de la escuela secundaria. Hay más de 300 mil adolescentes y jóvenes de entre 14 y 24 años que no estudian ni trabajan. Esta situación es especialmente notoria en adolescentes entre 17 y 19 años.
El trabajo de los jóvenes
Los jóvenes se enfrentan a un escenario de flexibilización-precarización laboral, de desocupación, de la sobre explotación, etc.
Los trabajos que realizan los jóvenes están vinculados a ocupaciones de menor calificación, más sobreexplotadas y mal pagas. En general, los jóvenes acceden a puestos laborales como: repositores/as, cajeras, vendedores, cadetes, peones o empleadas domésticas. La mayoría de los jóvenes o adolescentes que trabajan, trabajan a destajo, con contratos basuras, por sueldos miserables, en pésimas condiciones de salubridad, sin posibilidad de sindicalizarse, sin ningún tipo de cobertura social.
El 68 por ciento de los ocupados adolescentes y jóvenes se desempeña en puestos informales. Para los de 20 años la informalidad ronda el 71 por ciento, en tanto que para los menores de 19 años promedia el 85 por ciento. Son 1,2 millón de trabajadores jóvenes en negro. 7 de cada 10 jóvenes ocupados estén en negro se traduce en los magros salarios que perciben, que para estos trabajadores promedian los 300 pesos mensuales”, es decir, menos que lo necesario para adquirir la canasta básica de alimentos que mide la indigencia.
El futuro incierto
En la actualidad las instituciones tradicionales (escuela, trabajo, salud, etc.) se encuentran degradas y desbastadas por las políticas sociales y económicas implantadas en las últimas décadas.
Como sostiene Graciela Zaldúa: “El mercado neoliberal atravesó las instituciones, en un presente de contingencia y de fragmentación, desestabilizando sus supuestos de educar, cuidar, proteger, sanar. Los efectos de vulnerabilidad y fragilización con relación a los sostenes materiales y simbólicos y los lazos afectivos impactan en la constitución subjetiva, particularmente en la infancia y adolescencia”. (Graciela Zaldúa, 2005)
Los jóvenes, en su gran mayoría, carecen de la posibilidad de generar proyectos futuros, como pensar en un trabajo seguro, independizarse económicamente, contar con la posibilidad de estudiar en la universidad pública y luego ejercer una profesión, etc. En muchos casos sus familiares y amigos más próximos también se encuentran desocupados. Dicha situación sumada a otras (que exige la “posmodernidad” actual), provoca en muchos adolescentes procesos de desubjetivación. Dichos procesos se caracterizan por habitar situaciones marcadas por la imposibilidad, estar a merced de lo que acontezca, habiendo minimizado la posibilidad de decir no, de hacer algo que desborde las circunstancias. Se trata de modos que despojan al sujeto de la posibilidad de decisión y de la responsabilidad. La desubjetivación hace referencia a una posición de impotencia, a la percepción de no poder hacer nada diferente con lo que se presenta (Duschastzky, 2003) . Es prudente aclarar que dichos procesos no son estados puros, homogéneos. Si bien las subjetividades tienden a desvanecerse en el capitalismo actual, debemos considerar que los sujetos tienen potencialidades y que también se producen procesos de construcción de subjetividades reflexivas, creativas.
En este contexto las faltas de alternativas para los jóvenes son múltiples, desde la falta de educación, la discriminación, violencia familiar, falta de espacios culturales y recreativos, falta de empleo, vivienda y salud, son problemas a los que miles de jóvenes se enfrentan día a día.
Los mecanismos de exclusión impacta de diversas formas sobre los jóvenes, no sólo hace referencia a una situación de inequidad y discriminación en lo pertinente a bienes y servicios sino que alude a las subjetividades que quedan, de este modo ubicadas fuera de los circuitos formales de la sociedad. Lo cual impacta considerablemente sobre la subjetividad de los jóvenes y la determinación que ejerce sobre la salud mental, incidiendo directamente en la producción de malestares colectivos de frustración.
Las problemáticas actuales a las que cotidianamente se enfrentan los jóvenes afectan considerablemente el desarrollo de su autonomía, creando una sensación de “falta de lugar”. (Cecilia Moise, 2000)
Las privaciones a las que son expuestos los jóvenes y adolescentes son diversas, y afecta considerablemente sus capacidades creativas, su realización en el plano simbólico, en la posibilidad de expresión y de transmisión de sus pensamientos, vivencias y sentimientos.
La criminalización de los/as jóvenes
Un cóctel peligroso es ser pobre y joven. Se criminaliza, se judicializa a la pobreza y la juventud. Las causas de gatillo fácil cada año se van incrementando. Según el informe presentado en diciembre de 2005 por la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi): “El gatillo fácil es practicado como herramienta de control social. Desde el 10 de diciembre del año pasado el aparato represivo estatal mató un total de 183 personas en hechos de gatillo fácil, por la tortura, en cárceles y comisarías, lo que lleva la cuenta, desde diciembre de 1983, a 1888. Las policías federales, provinciales, los servicios penitenciarios federales y provinciales, la gendarmería y la prefectura están matando una persona cada 48 horas, lo que incrementa la frecuencia que el año pasado era de una muerte cada 60 horas. El 44,6 por ciento de las muertes se produjo en cárceles y comisarías, o con posterioridad a ser liberados pero a raíz golpizas recibidas durante la detención. Este porcentaje incluye los hechos de tortura. El resto de los casos corresponden al denominado gatillo fácil, que a su vez contiene fusilamiento o ejecución de “delincuentes” reales o presuntos; homicidios en ocasión de discusiones o prepotencia, asesinatos de terceros ajenos a hechos reales, causas fraguadas que resultaron en homicidios, y otras circunstancias. Respecto de las fuerzas involucradas, casi el 80 % corresponde a la policía, un 69 % las provinciales sumadas y 10 % la federal; 13,8 % a los servicios penitenciarios, 1,2 % a la Prefectura, el 1,7 % a la Gendarmería y el resto a otras fuerzas. La provincia de Santa Fe es la de mayor cantidad de casos en proporción a la cantidad de habitantes, seguida por Catamarca, Buenos Aires, La Pampa, Corrientes, Córdoba y Capital Federal. El 64 por ciento de las víctimas son jóvenes de 15 a 25 años, y más de la mitad eran menores de 18″.
La lucha contra la impunidad
Desde un primer momento los familiares y víctimas de Cromañón reclamaron justicia. Enfrentando a los distintos poderes involucrados. Exigieron a la justicia argentina que actuara sobre los responsables directos e indirectos. Por lo cual se involucró a los inspectores, al director de habilitaciones, al secretario de Seguridad y Justicia del Gobierno de la Ciudad, a Aníbal Ibarra, y al jefe de Bomberos. Entendiendo que la cadena de responsabilidades no terminaba en Omar Chabán el gerenciador del local y su hermano, Yamil Chabán
Hasta este momento en la causa principal hay 25 procesados, entre ellos el dueño de la discoteca, Omar Chabán, los miembros del grupo Callejeros, funcionarios del gobierno de la ciudad y policías. En el juicio político que se le inció al Jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, se lo encontró responsable político de la masacre y se proclamó su destitución.
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4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

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La familia de la joven asesinada en Capilla del Monte volvió a viajar de Buenos Aires a Córdoba para reclamar que se asigne urgentemente un fiscal en la causa y que se investigue su femicidio. Hace 4 años el cuerpo de Cecilia fue encontrado luego de estar 20 días desaparecido; su familia denuncia una trama local que involucra a la última persona que la vio con vida, el ex boxeador Mario Mainardi, jamás investigado, y la complicidad de la justicia de Cruz del Eje, representada por Paula Kelm, que buscó inculpar a un perejil. Gracias a la lucha familiar se logró anular esa línea de investigación, que culminó en un juicio nulo, pero desde entonces no se retomó la instrucción; y pese a que en diciembre se anunció que un nuevo fiscal tomaría la causa, eso no sucedió, y las dilaciones siguen. Crónica de una nueva reunión con promesas y sin hechos, cuando la impunidad se hace cada vez más grande y el reclamo, también: “Verdad y justicia para Cecilia Basaldúa”.

Por Bernardina Rosini

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa ya perdieron la cuenta de las veces que han viajado desde la ciudad de Buenos Aires a Córdoba con el único objetivo de lograr justicia por su hija. Han perdido esa cuenta pero no la cantidad de días que contabiliza la impunidad: 1460, es decir, cuatro años. 

En efecto, hace cuatro años (el 25 de abril de 2020) encontraron el cuerpo de Cecilia Gisela Basaldúa en un codo del Río Calabalumba en Capilla del Monte, luego de veinte días de estar desaparecida. Cuando Daniel y Susana llegaron ayer a los Tribunales en Córdoba Capital, se los ve invadidos por la bronca y el hartazgo. Son cuatro años sin Cecilia y a la par sostienen que las líneas de investigación han sido deliberadamente manipuladas y el material probatorio  de contundencia, ignorado

La última vez que estuvieron parados sobre esa vereda fue el pasado 7 de diciembre, tras reunirse con el Fiscal General Juan Manuel Delgado. Celebraban la noticia: “Tenemos fiscal, vinimos con 3.000 firmas de apoyo pidiendo fiscal y lo tenemos. Es el Nelson Lingua y comienza el 1° de febrero, después de la feria judicial”. Cinco meses después, otra vez viajan 700 kilómetros para golpear la puerta del Palacio de Justicia pues tal designación no sucedió y la causa acumula once meses sin fiscal a cargo de la instrucción.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas
Daniel Basaldúa y Susana Reyes, papá y mamá de Cecilia: viajaron desde Buenos Aires para mantener una reunión y reclamar justicia por su hija.

El baile del fiscal

Mientras los Basaldúa llegaban el 25 de abril nuevamente a Córdoba para pararse frente a Tribunales y exigir justicia, fueron notificados que la Fiscal General Adjunta Bettina Croppi los convocaría a una reunión. 

Antes de ingresar al edificio Daniel comparte la situación actual de la causa “Nos vienen diciendo que no designan fiscal porque falta una firma: me cuesta creerlo. No puedo hacer nada más que venir y reclamar. Hasta ahora la única justicia que logramos fue que no metan preso a un inocente”. 

Hoy le cuesta hablar; tiene un nudo en la garganta y el rostro de su hija estampado sobre el pecho. “Sólo espero que esta investigación vaya tras los verdaderos sospechosos, tras Mario Mainardi, última persona que vio a Cecilia con vida, quien tenía pertenencias de ella y las regaló; la policía y la fiscal Paula Kelm contaban con ésta y más información y nunca lo investigaron. No podemos creer que Mainardi, que dijo trabajar en Uber porque no podía acreditar ingresos, tenga más poder que Diego Concha, quien fue durante décadas Director de Defensa Civil de la provincia y sin embargo hoy está preso”. 

Daniel pasa lista de todos los uniformados que participaron del caso y que hoy se encuentran desplazados, procesados o presos por distintas causas: el común denominador es la violencia de género. 

Mientras las abogadas ingresan junto a los padres de Cecilia a la reunión, afuera les esperan periodistas, agrupaciones feministas, trabajadores de la Secretaría de Derechos Humanos y familiares víctimas de violencia institucional. Repiten el colgado de banderas, los carteles con rostros de otras víctimas, y los cantos que se recitan como mantras: “¡¡Queremos fiscal, queremos fiscal, queremos fiscal!!” y “¡¡Justicia, justicia, justicia!!”.

Al salir, Giselle Videla -una de las abogadas de la familia- comparte lo conversado en la reunión: “Para iniciar nos han pedido disculpas puesto que en noviembre nos dieron la seguridad que tendríamos fiscal apenas finalizada la feria judicial. Como hoy no hay fiscal, y están subrogando fiscales de otros territorios que toman la causa por un plazo corto de tiempo, el avance es mínimo. Nos informaron en relación a esta situación que la designación de Nelson Lingua espera la firma del gobernador, Martín Llaryora. Ahora bien, nos enteramos que será designado como Fiscal reemplazante, y no como Fiscal titular puesto que Lingua no ha rendido el concurso que lo habilita para ese cargo; debe rendirlo ahora y recién en julio- agosto podremos saber si será finalmente el fiscal titular de la causa”. 

Para que se entienda: desde que el tribunal absolviera a Lucas Bustos en julio del 2022 reconociendo su inocencia y su no vinculación al crimen, y ordenara una nueva instrucción para dar con los responsables del femicidio, la causa demoró meses en ser asignada a un fiscal. Luego recaería en el Dr Raymundo Barrera de Cruz del Eje, fiscal que, hábil con el calendario, entre feria judicial y licencias llegó a junio del 2023, mes en el que se jubiló. 

Por la presión de la familia Basaldúa, en diciembre el mismísimo Fiscal General anunció la designación del Lingua el 3 de febrero; eso no sucedió y no hay certeza de que Lingua resulte el fiscal que definitivamente dirigirá la instrucción, puesto que no cumple con los requisitos.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

Preguntas sin respuesta

Es mediodía y el cielo se refleja en las ventanas del edificio neoclásico de la calle Caseros; da la impresión que adentro estuviera vacío, que sólo es una fachada. “Hoy, 25 de abril se cumplen cuatro años de la aparición del cuerpo sin vida de Cecilia Gisela Basaldúa” lee Susana de la pantalla de su celular; ella también lleva una remera con el rostro sonriente de su hija. Sigue:

Cuatro años de impunidad y de violencia sistemática por parte del Poder Judicial a quienes pedimos y exigimos justicia por ella. La causa volvió a foja cero en el 2022 luego de pasar por un juicio vergonzoso.

El tiempo pasa y los asesinos de Cecilia siguen libres e impunes. No tenemos fiscal ni respuestas” y continúa “¿Cómo vamos a llegar a la verdad? ¿Qué fue lo que pasó con Cecilia? ¿Por qué tardó tanto en aparecer? ¿Dónde está Mario Mainardi? ¿Por qué la fiscal Paula Kelm ordenó tan rápidamente detener a un joven sin tener pruebas? Todas estas preguntas nos conducen una y otra vez a un círculo cerrado de impunidad entre funcionarios judiciales que se jactan en demostrar un abuso de poder constante”. 

La carta leída en la vereda, casi sobre la calle, concentra todas las preguntas que la investigación del femicidio debiera responder. 

Y la carta también cierra como se espera que cierre la investigación: “Verdad y Justicia para Cecilia Basaldúa”.

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La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Séptima entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa de lavaca Lina Etchesuri.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Ese jueves hacía 38 grados de calor pero parecían 43. El calor quemaba y picaba.

Faltaba el aire, el que había estaba caliente y la humedad pegoteaba.

El día que acompañé a la Ronda haciendo fotos para este proyecto, fui descubriendo imágenes a medida que los pasos y las sillas de ruedas daban vuelta como siempre, hace 2392 jueves.
La ronda siempre me emociona. Mucho. Las miro a las madres y veo proyectada las fotos de sus hijxs en su mirada, hacia delante, repitiendo Presente como un mantra de presencia y resistencia. Lxs veo a ellxs en imagen, mirando de frente en su juventud detenida. Veía a Elia, que ronda en silla de ruedas, con la foto de su hijo Hugo Meidan, desaparecido el 18 de febrero de 1977, hace 47 años, y pensaba si ese día hizo tanto calor, si la luz tenía esta misma inclemencia.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

En las rondas transcurre un tiempo extraño, persistente y atemporal. Las hermanas abrazan las fotos de sus desaparecidxs, gritan sus nombres con contundencia, caminan junto a las madres, junto a nosotrxs.

Transforman el tiempo y la imagen en un futuro posible.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Sobre Lina

Soy Lina Etchesuri. Fotógrafa, editora y docente

Soy parte de la cooperativa Lavaca desde hace más de 12 años donde hago todo lo que me describe y más. Me hace sentir muy orgullosa y feliz.

Estudié con Filiberto Muganini en el Rojas durante los 90s. Hice la carrera de fotógrafa en la Escuela de foto y artes visuales de Avellaneda, durante el 2001 y los años siguientes. 

Me seguí formando en talleres visuales con mi querida Julieta Escardó y muchxs más.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Viajé haciendo fotos durante algunos años: conocí al subcomandante Marcos y le saqué una foto en la que se está riendo. Estuve en Cisjordania, Palestina, durante 3 meses, viviendo retratando la vida bajo la ocupación. 

Junto con algunas personas y amigxs fundamos MAFIA en 2012, un colectivo de fotógrafxs que sigue hasta hoy.

Coordino talleres de foto e imagen.

Soy mamá de Fermin.

Y me encanta hacer todo lo que hago.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Melo y Ricardo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

Un abrazo contra la motosierra

La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

Un abrazo contra la motosierra

Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

Un abrazo contra la motosierra

Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

Un abrazo contra la motosierra

La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de $150 mil por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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