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Las detenidas de AMMAR: mujeres sin derecho a la protesta

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En una sala de la Iglesia Evangélica de Flores están participando de un taller de alfabetización. En otro, inician un microemprendimiento de costura. Son integrantes de Ammar Capital, una entidad que nuclea a mujeres en estado de prostitución y que hoy sufre la detención de dos de sus militantes. Fueron arrestadas por policía de civil, el viernes, cuando iban a tomar el colectivo luego de la protesta frente a la Legislatura porteña. La juez caratuló hoy la causa: coacción agravada. Un delito no excarcelable, sancionado con cinco a diez años de prisión. Esta son sus historias.

por Claudia Korol (*)

En el mediodía del lunes nos encontramos en la Iglesia Evangélica de Flores con las mujeres que integran AMMAR Capital (Asociación de Mujeres Argentinas por los derechos humanos), organización que nuclea a mujeres en estado de prostitución, con quienes venimos realizando un taller de alfabetización y escritura. En otra sala de la Iglesia, otro grupo de AMMAR Capital inicia hoy un taller de costura, en el marco de los programas de «formación en nuevos roles laborales».
Entre una y otra actividad, hablamos con Sonia Sánchez representante de la organización, sobre la detención de dos de sus compañeras, producida al finalizar la movilización del viernes contra la reforma del Código de Convivencia. Las detenidas son María del Carmen Ifrain y Marcela Roxana Managua, a quienes policías de civil se llevaron después de seguir al grupo, cuando estaban por tomar el colectivo para regresar a sus casas. Sus compañeras están indignadas y dolidas con la detención. No es fácil pensar en la continuidad de los programas de alfabetización, de costura, con las amigas presas, y con la fuerte y desagradable sensación de que éste es un chantaje bien montado, para frenar la movilización contra las reformas del Código.
Sonia nos dice: «Esto es espantoso. Nosotras simplemente fuimos a luchar por nuestros derechos, y les están haciendo comer esta causa. Fueron «chupadas» al mejor estilo de los militares, cuando íbamos caminando, a las seis de la tarde, para tomar el colectivo para volver a nuestras casas. ¿Por qué tienen que agarrar así a las personas? ¿Por qué les ponen estas causas? Están violando todos nuestros derechos».
Mientras hablamos en el patio de la iglesia, entran nuevas compañeras que traen y buscan información. Una de ellas, fue a visitarlas el viernes por la noche a la Brigada de Investigaciones, donde las detuvieron en el primer momento. El policía que la recibió, intentó amedrentarla. «A usted también la vimos por ahí», la amenazó. «Claro que estuve. ¿Está prohibido movilizarnos por nuestros derechos?».
De la Brigada a Tribunales, de Tribunales a Ezeiza, a la Cárcel de Mujeres. La jueza de instrucción, Silvia Ramond, les colocó la figura de «coacción agravada» a estas mujeres, y a los otros 15 detenidos en la tarde del viernes. Es una figura no excarcelable, por la que pueden corresponder sanciones de cinco a diez años de prisión.

Para que no vuelva a ocurrir

María del Carmen Ifrain está otra vez presa. Conoce bastante de cárceles y prisiones. Una semana antes, cuando junto a Sonia la entrevistamos con Liliana Daunes en el programa de radio de La Tribu Juana Pimienta nos contaba una pequeña parte de su dolorosa historia.
«Todo esto yo lo vivo desde 1978, cuando fue la gran represión, cuando éramos golpeadas en los calabozos, mojadas. Si nos llegaba una apelación de afuera para salir antes, nos picaneaban. Subían los volúmenes de las radios y éramos golpeadas. Nos picaneaban los pechos, éramos arrastradas por los pasillos…Sé lo que es un traslado en los camiones hacia el Instituto San Miguel, lugar en el que nos levantaban a las cuatro y media de la mañana a cortar el pasto con la mano, con unas chinelas de plástico y un uniforme gris. Eso lo viví en mi propia carne y varias compañeras también. ¿Entendés? Nos escupían los alimentos que nos traían de afuera, nos rompían los cigarrillos. A más de una nos obligaban a tener sexo en los baños con los vigilantes. Una simple «francesita» a la carrera para que nos dejaran entrar los cigarrillos. Yo lo viví. Están mis antecedentes ahí, esto es constatable. Tengo cuatrocientas remisiones de 21 días: ¡toda mi juventud presa! Ahora acompaño a las chicas, para que no vuelva a ocurrir eso. Para que no vuelva a ocurrir.»

La cárcel no educa

Las compañeras de AMMAR Capital se sientan en ronda para escuchar la propuesta de formación en nuevos roles laborales. Alguien pregunta. «¿Y cuando aprueben los artículos del Código, cómo vamos a seguir con esto?». «¿Tendremos que hacer recurso de amparo por las compañeras que se reúnan para capacitarse?». Otra compañera dice: ¿Qué va a pasar con las presas? No hay respuestas.

Sonia continúa la explicación: «Ellas son militantes, participamos juntas en todas las marchas. Ahora se están comiendo un garrón. Éste es el país del revés. Menem anoche habló por televisión, es un asco lo que ha dicho, se robó el país, y está en libertad. Siguen castigando a los sectores más vulnerables. Ésta no es la forma de construir una sociedad para todas y todos. Además ellos están provocando la inseguridad. Lo que han hecho el viernes es eso. Pedir mano dura, y poner en la sociedad que nosotras, las travestis, las mujeres en situación de prostitución, los cartoneros, somos los que estamos provocando la inseguridad, y los que no queremos vivir en democracia. En realidad no es así. Nosotras estamos aplicando políticas de inserción social. Microemprendimientos, cursos de alfabetización, de capacitación, de educación. Distribuimos cajas de mercadería, preservativos. Formamos promotoras de salud. Son políticas sociales. Pero lo que nos quieren dar estos legisladores y legisladoras es cárcel. Nosotras no queremos cárcel, queremos políticas sociales de inserción».
«Ya nos están aplicando el Código -agrega Sonia-, porque en realidad lo que están haciendo, es criminalizar la protesta social. Nos están queriendo meter miedo, para desmovilizarnos, pero seguiremos tomando las calles. No es como dice el señor Ibarra, que la gente es violenta, que no quiere vivir en democracia. Nosotras queremos vivir en democracia, pero ésta es una pseudo democracia. Si ellos no quieren ver a las mujeres en situación de prostitución paradas en una esquina, que legislen para insertarnos en la sociedad. Lo único que hacen es castigarnos con cárcel, encerrarnos en la zona roja. No les importa más nada. La zona roja no nos enseña nada, la cárcel no nos educa. Nosotras estamos aplicando políticas de inserción social y ellos nos reprimen. Ése sí es el mundo del revés».

La «caja chica» policial

Una compañera del grupo agrega, para que publiquemos: «Hay varios 0 km. de la policía pagados con nuestro dinero. Porque pagábamos 300 por semana a las comisarías, y 400 por semana al Departamento Central de Policía para poder trabajar. Las más pobretonas pagábamos $ 30 a los patrulleros de la zona. Vuelven a fomentar los abusos, las coimas, a enriquecer la caja chica de la policía. Por eso cuando yo digo que la prostitución es el gran negocio para muchos y muchas, lo es, menos para la mujer que está involucrada. Mauricio Macri, cuando estaba haciendo su campaña, había dicho que estaba mal administrada la prostitución. Muy bien, ya dio el primer paso para comenzar a administrarla. El primer «fiolo» es la policía, pero el segundo fiolo va a ser el señor Mauricio Macri, que quiere administrar bien la prostitución. Seguimos manteniendo a los grandes fiolos ¿me entiendes? Políticos, policía… ¿hasta cuándo?»
Si algo se rompió, con la aprobación de las reformas al Código, es la posibilidad de diálogo y de convivencia en la ciudad. La marginalización de los sectores más vulnerables, la criminalización de la protesta social, son el anuncio de la política que se está legislando, en la que las voces de las afectadas y de los afectados no fueron escuchadas.

Sonia reitera que como organización vienen realizando diferentes propuestas: «Que se siga esta discusión entre los sectores afectados y los ciudadanos y ciudadanas de la ciudad de Buenos Aires, que se siga este debate, a ver cómo podemos llegar a convivir mejor, sin que haya agresiones. Porque la ciudad es para todos y todas. Nosotras estamos en contra de la zona roja, porque discrimina, margina y estigmatiza más todavía a las personas en situación de prostitución».

La organización las educó, y al tomar conciencia de sus derechos, nada fue como antes: «Antes, cuando no estábamos organizadas, que te agarrara la policía y te llevara de los pelos, que te subieran a los patrulleros, nos parecía normal porque creíamos que «estábamos haciendo algo malo». A través de la organización comenzamos a conocer nuestros derechos, y a capacitarnos. A saber que somos mujeres, que somos personas, que somos ciudadanas. Que lo que está mal es la falta de educación, y que eso es responsabilidad del Estado; porque la mayoría de nosotras somos analfabetas, la otra parte tenemos la mitad del estudio. Se aprovechan de nuestra ignorancia. Al organizarnos empezamos a entenderlo. Ahora les va a ser difícil romper con esto, porque vamos a ir enseñando a las compañeras que primero somos mujeres con derechos».

Las mujeres de AMMAR Capital están buscando alternativas a la prostitución. «Nosotras tenemos que sentir libertad interior para decidir qué diablos queremos ser. Aquella que quiere seguir parada en la esquina, la respetamos. Pero que también nos respeten a quienes no sentimos deseos de hacerlo. La mayoría de nosotras cuando salimos a la calle, salimos tapadas, porque por la discriminación que se sufre, vos podés ser fuerte en algunos lados, pero no en toda la vida social. Entonces mientes en tu casa, a tus familiares, en la escuela de tus niños. Por eso digo que somos mujeres NN ante la sociedad, no existimos. Somos mujeres sin rostro. Y ya queremos dejar de ser mujeres sin rostro. Eso es lo que hace nuestra ONG. Fortalecer la autoestima, la identidad. Para dejar de ser NN».

* Claudia Korol es periodista y miembro del Equipo de Educación Popular de la Universidad Popular de Madres de Plaza de Mayo.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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