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Tres miradas del temblor

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Isidro Casanova, en La Matanza; Moreno en el oeste y la Villa 31 en CABA nos informan qué pasa y qué no pasa en esos territorios golpeados por la inflación y la desestabilización.

Saqueos: Mirada desde Isidro Casanova:

“No son saqueos: son robos”

Edith Garay tenía 10 años en diciembre de 2001. Sigue viviendo en Isidro Casanova, plena zona matancera, y hoy integra la Cooperativa de Trabajo La Matanza, metalúrgica dedicada a la fabricación de tornillos.

“Estamos en un distrito populoso, la gente está indignada porque acá no se está saqueando, se está robando. Hubo dos incidentes en locales de ropa en Gregorio de Laferrere. El Municipio dijo que no había pasado nada, pero es mentira y los propios vecinos trataron de defender esos negocios, porque son trabajadores que se levantan todos los días para seguir viviendo, o subsistiendo, a los que les roban. Y los que roban no se sabe quiénes son:  todos encapuchados. Eran hombres, de noche. Raro. Yo era chica pero me acuerdo de los saqueos de 2001, y eran otra cosa”.

Tres miradas del temblor
Edith Garay, de la metalúrgica Cooperativa de Trabajo La Matanza. Foto: Lina Etchesuri/lavaca.

Edith está asombrada: “Este domingo festejamos el Día de las infancias acá en el barrio, y ponemos una caja de los deseos o caja de los sueños para que los chicos escriban. Vinieron más de 300 personas. Fue lindísimo. A la noche nos pusimos a mirar qué había escrito la gente en la caja. Había algunos deseos que no me esperaba. Uno, con letra de grande, decía: ‘Que gane Milei’, y otro que decía lo mismo y agregaba: ‘para que se arregle el país’. Y en los sobres de los chicos había cartas que pedían dólares: ‘quiero tener 5.000 dólares’, y cosas por el estilo. Los chicos, serían de 7 a 11 años, están hablando de lo que escuchan en la casa o en la tele”. 

¿Cómo se llega a eso? La mirada en el propio territorio: “Escuché a muchos vecinos y compañeros denigrando a veces un poco a los votantes. Yo pienso lo contrario. No hay que enojarse con el que vota o con el que quiere un cambio. La están pasando mal, plantean cosas que para mí no van, pero la culpa es de los políticos que tenemos y también de los que militamos, pero no se generó en los últimos años una propuesta o un cuadro político que esté a la altura de la circunstancia”.  

¿Por qué?

Desde 2003 al 2011 a gente empezó a creer nuevamente en la política. Fue un abismo comparado con lo actual. Después, la política fue cayendo en decadencia. No la política: los políticos. No pondría todos en la misma bolsa, pero este discurso de la antipolítica pega, porque muchos por abajo decimos un montón de cosas de algunos políticos. Para mí captaron ese enojo de la gente con la política, con palabras sencillas, puteando, la gente compró eso y yo lo entiendo perfectamente”.

¿Hubo amenazas de saqueos o conflictos este miércoles, como se diseminaba desde las redes?

En realidad para mí lo están fomentando. Pero de este lado hay mucha gente que no quiere que pase porque ya lo vivió. Yo trato de bajarle el tono a eso, de no sumarme. Porque la verdad es que si le damos una chispita de verdad, va a terminar pasando eso en serio.

¿Qué ocurrió en tu barrio desde las PASO?

Empeoró todo por los aumentos de precios. Un pestañeo, y te subió todo el 20 o 30%. Eso puso indignadísima a toda la gente. El kilo de carne más básica para un guiso está a 4.200 pesos el kilo. Hace 10 días estaba a 2.800. El pan, esperá que le pregunto a mi papá que compró hoy… ¿en serio? Mirá: mi papá dice que entre 1.200 y 1.500 el kilo. Y el azúcar se fue de 650 a 1.000”.

Edith dice que se siente resignada: “Pero igual trato de hablar con todo el mundo para que vean que va a ser mucho peor si viene todo eso que están votando, aunque sé que no puedo decir que esto otro va a ser mejor: estamos endeudados, hasta la gente que está en blanco está muchas veces debajo de la línea de la pobreza, hay una crisis. Pero creo que es menos malo esto que lo otro: mirá lo que te digo”. Agrega: “Lo de los precios de la comida es lo peor de todo. Una familia te compraba medio kilo de carne como para darle sabor a la comida, pero ahora la cuenta te da 6 o 7.000 pesos para un guiso una vez por día. ¿Cómo hacés para llegar?”

Sostiene Edith que seguirá trabajando para que gane el mal menor: “Está difícil la tarea, pero no imposible. Jamás digamos imposible”.

Saqueos: Mirada desde Moreno:

“Si de alguna manera no hay freno a la inflación, es jugar con fuego”

Quien ahora nos  informa, analiza y compara es Juan Manuel Giménez, fundador de la escuela de gestión social Creciendo Juntos, de Moreno.

¿Hay saqueos o no hay saqueos en Moreno?

Hubo, hubo. En el centro de Moreno, a una casa de ropa de la marca Narrow, entraron y le sacaron toda la ropa. Ya pasé el saqueo del 89, y esto no tiene nada que ver con eso.

¿Por qué?

Acá se nota que son, según la información que tengo, 15 o 20 pibes, la mayoría menor de edad, que entraron a robar ropa. No es la gente que vos veías en 2001, y menos que menos en el 89. No tiene nada que ver.

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Cristina Devita y Juan Manuel Giménez, fundadores de la escuela Creciendo Juntos, de Moreno. Foto: Lina Etchesuri/lavaca.

¿Es algo preparado?

No sé, no puedo decir eso, pero sí que no es por falta de alimentos. En el 2001 sí era la olla. En la época de la pandemia, también. Ahora, no. Pero esos jóvenes tal vez, igual, estén desesperados por algo. Que los jóvenes están votando a Milei, es verdad. ¿Por qué? Es para analizar largo y tendido. ¿Que vos me digas si los convoca? Ahí no sé, pero algo hay debajo de todo esto. No es lo mismo que 2001: eso te lo puedo asegurar, era otro miedo. En el 2001 yo no me acuerdo que hayan saqueado casas de ropa: eran supermercados.

¿Miedo a qué se huele hoy?

Si de alguna manera no hay un freno a la inflación, si no agregan plata en los planes… si dejan de mandar alimentos a los comedores… Es jugar con fuego. Esto lo tienen que resolver en 10, 15 días.

¿Cómo?

Con plata en la calle.

¿Alcanza?

Algo hace.

¿Qué análisis político hacen post PASO?

En Moreno Mariel Fernández (actual intendenta, Unión por Todos) gana unas PASO holgadamente, incluso un 12 por ciento arriba de la lista de Massa, 6 por ciento arriba de la lista de Kicilof. Quiere decir que hubo mucho corte de boleta: gente que votaba a Milei y a Mariel… Hacía rato que no se cortaba tanto la boleta para elegir a esta intendencia. Y eso que Moreno fue uno de los municipios que más votos aportó a Massa.

¿Por qué el corte?

Porque básicamente hay una disconformidad bastante grande con este gobierno. Acá el gobierno municipal se ha preocupado por la obra pública – luces, asfalto, residuos-, brindar servicios que no es ayuda social, no son planes. Eso la gente lo valora, lo otro se ve que no.

¿Cómo se explica el voto a Mariel, una joven que viene de una organización social, de un barrio pobre, y Milei, que representa tal vez todo lo contrario?

Por la inflación.

Saqueos: Mirada desde la Villa 31:

“Esto solo se resuelve con la participación de la gente”

Quién informa es Julián Wald, fundador del Club Social y Deportivo El Campito, y de la organización Vecinos organizados de la Villa 31.

¿Cambió algo en el barrio desde las PASO?

No hubo demasiados cambios. Volvió a ganar el peronismo, Milei salió segundo y Larreta tercero, a pesar de la plata que pusieron, que es un escándalo. Pusieron cientos de autos para llevar a votar, no uno: cientos. Y toda esa plata sale del bolsillo de nosotros, no es que la ponen ellos.

Ahora ¿se habla de saqueos?

Hay gente que está agitando, hay rumores, pero no pasó nada. Esto es día a día, hoy capaz no pasa nada y mañana estalla todo.

Tres miradas del temblor

Julián Wald, vecino del Barrio Mugica/Villa 31 (Foto: Nacho Yuchark).

¿Por qué?

Nosotros, desde una posición independiente, hacemos campaña para que no gane la derecha, para que gane el peronismo, pero la verdad es que se está manejando todo mal, no están haciendo nada, pareciera que no están gobernando. Está complicado. Este muchacho está más preocupado por ir al FMI que por gobernar. En nuestro barrio el gobierno de la Ciudad se ha movido mucho, hay mucha obra pública, quizás no de buena calidad, pero hay. Pero el Gobierno Nacional no, y se ve en lo que nos afecta a todos, no solamente acá en el barrio. En Argentina hay cuatro vivos que hacen lo que se les canta: aumenta el dólar, aumentan los precios, son diez empresas que manejan todo, y no los tocan. Evidentemente están empujando para que sea un nuevo 1989: hiper, caos, crisis, y después ellos vienen a arrasar a todos. En el barrio no escapamos de lo que afecta a todos

¿Por ejemplo?

Por ejemplo: los precios. En el barrio, como estamos en zona norte, los precios son más altos que en zona sur: kilo de pan 700/800 pesos. Entonces la gente por más que tenga un plan con esta escalada inflacionaria no hay plata que alcance. Están generando un caldo de cultivo para que estalle. Cuando la gente empieza a ver que se va rompiendo la legalidad…  porque que te aumenten todo todas las semanas es un viva la pepa, y si es un viva la pepa voy y te saqueo. La cosa funciona así. Esto de la inflación hace seis, siete meses la vienen empujando. Y la responsabilidad del gobierno nacional es no plantarse. No podés dedicarte a administrar la crisis. Si sos el candidato del campo popular, no tenés que salir a aguantar: tenés que armar algo.

¿Por qué Milei salió segundo en el barrio?

Hay mucha juventud que lo vota, que está profundamente despolitizada. El asistencialismo que se instauró hace 15 años es nefasto. Se perdió la política como algo transformador y de formación de la gente, de conciencia. Y por otro lado estamos viviendo crisis desde hace muchos años: un sistema que empobrece, que genera laburo precario, y donde hoy vemos un montón de gente que labura por dos mangos y a la que nadie le habla. Y decimos hace años: la clase política funciona hace años como una clase, no decimos casta pero sí clase. Todos tienen buenos sueldos, no la pasan mal, tienen sus punteros, y la gente lo ve acá y en todo el país. Y aparece un tipo que dice voy a mandar a todos a la mierda, vende imagen de rebelde, y nadie se pone a pensar demasiados qué está proponiendo y quién lo acompaña. Son esos factores: la gente está viviendo muy marginada, no hay perspectiva de futuro, hay simplemente perspectiva de poder llegara fin de mes y nada más; y ellos manejan medios, redes sociales y google y es un bombardeo permanente de esa información y tergiversación. Y sumá que en este gobierno son muy tibios, son muy clase media. Para gobernar este país tenés que tener huevos y ovarios, y sino, no te metas. Si sos un gobierno popular te tenes que enfrentar a intereses que son nefastos y vienen haciendo bolsa este país; pero como no lo hacen la realidad estalla.

¿Cómo salimos de esta?

Nosotros planteamos hace muchos años que la democracia representativa está agotada, generó una clase política que está ahí y no termina de resolver nada. Así que esto se resuelve solo con la participación de la gente.

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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

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Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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