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Racimos de ideas
Los cluster audiovisuales. En estos espacios autogestionados y abiertos se comparten experiencias y datos concretos. Los temas: financiación y espacios de exhibición que críen público.
Al sur de Buenos Aires, en el centro cultural Padre Mugica de Banfield, se está discutiendo el futuro del cine. Ahí hoy se reúne el Cluster Audiovisual de la Provincia de Buenos Aires, un espacio autogestivo, abierto y específico. Asisten realizadores y estudiantes de realización del conurbano, de La Plata y de la Capital Federal. También están presentes para hablar de su proyecto los responsables del circuito de distribución y exhibición llamado No sólo en cines.
La asamblea arranca con una enumeración de las diferentes fuentes de financiación que existen para proyectos de producción audiovisual: créditos, subsidios, montos, cuotas, plazos de devolución, objetos, materiales, requisitos, dependencias gubernamentales, figuras jurídicas y porcentajes; son parte de una jerga que a priori puede resultar engorrosa y burocrática, pero que por suerte, acá, en Banfield, fluye con ligereza porque este es un espacio puramente pragmático.
El realizador que se pregunta cómo llevar a la realidad eso que hasta ahora es solamente una idea, encuentra en el cluster una serie de información útil que proviene no de los manuales de instrucciones de negociación con la burocracia, sino de la experiencia y el aprendizaje de gente que, más de una vez, atravesó esas instancias y quiere compartir esa información. Los clusters bonaerenses son cinco y ya están hablando de un “proceso de clusterización del área audiovisual”, que se está dando también en Bariloche, Córdoba y Chaco-Corrientes.
Las patas en cuestión
a traducción literaria del término cluster es “racimo”. José Campusano, cineasta, miembro de una asamblea ambiental de Berazategui, integrante de la productora Cine Bruto y presidente de uno de los clusters de la provincia de Buenos Aires, enumera algunas de sus características:
“Este espacio es para aprovechar las experiencias y aprendizajes de otros. Se te pueden pasar años de tu vida y no te enterás. Hay gente que procura que nadie se entere. El cluster es una figura que no tiene los vicios de un sindicato o de una cámara empresaria. Es mucho más ágil y marcha a la par de los tiempos de producción. Para acceder a la información no hace falta ser miembro.”
Los clusters, además, buscan incidir en la legislación vigente en materia de realización cinematográfica. Continúa: “Las patas más débiles del área cinematográfica son la proyección y la distribución. Hay una cuestión de perjuicio latente para los directores, productores y actores, al ver que su obra queda invisibilizada después de años de esfuerzo. Buscamos romper con ese canon que hace que las películas lleven años de producción y duren quince días en cartelera. Otro problema son los tiempos del INCAA. No podés crecer como productora si cobrás en tres años, con una inflación como la que hay y con un presupuesto chico”, explica Campusano. Y con respecto al IVA que grava la actividad agrega: “En Colombia no sólo está desgravada, sino que te devuelven el 40% de lo invertido. En 2001 Cavallo le devolvió la autarquía al INCAA, pero le aplicó ese impuesto a la actividad. Con los apoyos del INCAA, ese 21% está perdido. Los créditos que hoy otorga la industria tendrían que ser por montos muy mayores. La mano de obra calificada tendría que estar diseminada a lo largo de todo el país”.
Otro punto: “No es conveniente que para filmar en determinado rango de captación haya que recurrir exclusivamente a técnicos de Palermo.”
Abriendo ventanas
n la segunda parte de la asamblea, Emi Romero, director de Topos, habla del camino que lo llevó a convertirse en distribuidor y exhibidor. A ese impulso por no ver morir en dos semanas de cartelera a la película que le llevó ocho años de su vida lo llamó No sólo en cines.
Emi relata: “Unos meses antes de estrenar Topos, en septiembre de 2012, nos encontramos con que no nos agarraba ningún distribuidor. Se trata de una película con Gabriel Goity, Leonor Manso, Mauricio Dayub, Osqui Guzmán, es decir, actores conocidos. El Gaumont se negó a pasar la película. Los argumentos eran: ´Estamos saturados de películas´, ´Tu película no es de la onda del Gaumont´, ´Es mejor que vaya al Arte Cinema´. Llamamos todos los días, hinchamos las pelotas y al final nos dijeron que sí. Finalmente, estuvimos en el Gaumont, el Cosmos y el Arte Cinema.” Continúa Emi: “Yo vengo del palo del teatro, entonces se me ocurrió que podíamos pasar la película en teatros, además de los cines. Hablé con Lautaro Delgado, que actúa en Topos, y me dijo que por cómo es mi película, tendría que haberla estrenado en circos. Yo lo miré con cara de: ¿¡cuántos circos puede haber en Argentina!? Pensé que lo más parecido a un circo es un lugar donde haya alguien que haga malabares y ahí pensé en un par de centros culturales de Capital que conocía. Así nos enteramos de la movida MECA, que son los centros culturales unidos contra las políticas de vaciamiento de Macri, que ya intentó cerrar varios lugares. Empezamos a charlar también con el Konex, el Borges, La Oreja Negra, El Matienzo y otros lugares que mueven miles de personas.”
Emi Romero se dio cuenta de que tenía al alcance de la mano una serie de espacios que estaban dispuestos a pasar su película y decidió armar con ellos un circuito. Llamarlo “alternativo” sería caer en una trampa que le quita su verdadero potencial. Veamos.
Emi Romero, luego de algunas negociaciones con el INCAA, consiguió que el instituto le diera un certificado de Exhibidor Ambulante y proyectó su película en los centros culturales, pero cortando tickets INCAA. Es decir, que las entradas vendidas en esas funciones quedaron guardadas en el registro formal de asistencia a salas del instituto. Concretamente, el hecho de cortar tickets INCAA permitió completar una ecuación que pone de manifiesto la crisis del sistema de exhibición, en el cual el comportamiento exitista del mercado deja sin lugar a películas que además de riesgo estético, tienen potencial como para acceder a un gran público. Explica Emi: “A tres meses del estreno formal nos llegaron las estadísticas de Gaumont, Cosmos y Arte Cinema: casi 3.000 espectadores. Con No sólo en cines estamos superando los 8.000 espectadores”.
Continúa Emi: “Esto nos llevó a pensar que algo así no podía ser sólo para Topos. Ahora estamos terminando de cerrar la programación de abril con un montón de películas que no tuvieron lugar en salas y que se van a estrenar en paralelo al circuito tradicional. Estamos creando estadísticas, cortando tickets INCAA, para después juntarnos con quien sea para decir: ´esto es lo que hicimos, necesitamos apoyo, como por ejemplo proyectores para los lugares. Además, proyectar en los centros culturales implica un costo cero”.
Todo es posible
n definitiva, la importancia de No sólo en cines consiste en la construcción de un sistema de exhibición en manos de los propios realizadores, que quite del medio al vendedor, una figura impuesta por el mercado que se lleva una parte importante de la ganancia por un trabajo cada vez menos eficaz y más dañino para los creadores (cualquier similitud con el mercado de diarios y revistas es pura coincidencia).
Al sur de Buenos Aires, en el centro cultural Padre Mugica, se está discutiendo el futuro del cine. José Campusano, el maestro de ceremonia, cierra la asamblea con palabras sencillas pero iluminadoras: “Todo se puede, pero tratan de educarte para que vos creas que hay cosas imposibles. Es más trabajoso pelear desde la imposibilidad de no obtener resultados fehacientes que sumarte a proyectos de este tipo y comprobar que uniéndote, lo que parecía tan lejano termina siendo tan acorde a tus expectativas.”
Por las calles del sur resuenan así palabras que recuerdan a Glauber Rocha, el cineasta brasileño que formó parte del movimiento cine novo. A fines de los 60 escribió: “El producto cultural, para existir y circular, necesita de un mercado. Un producto cultural que se opone a la ideología estética de los fascismos dominantes debe crear su propio mercado. Debe revolucionar el viejo mercado”. Rocha se refería en esas líneas a la distribuidora latinoamericana DIFILM, pero lo que no se imaginaba es que hoy sus palabras explican el sentido de estos racimos.
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