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Adams Ledesma, periodista y delegado villero

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Adams Ledesma fue asesinado el 3 de setiembre en la Villa 31bis. Tenía 33 años y era uno de los responsables de la señal de tevé comunitaria Mundo Villa y delegado de la manzana en la que vivía desde hace décadas. «No fue un ataque callejero ni un afano. Fue el hecho más violento que sufrió esta villa en los últimos años» aseguran los vecinos. Las hipótesis que circulan por la villa son dos y ambas están relacionadas con el destino que Ledesma estaba dándole a su flamante canal de televisión.
Adams Ledesma, periodista y delegado villero
«Vamos a escrachar a los que vienen en 4 x4 a comprar droga al barrio», había anunciado a los periodistas que lo entrevistaron cuando inauguró la señal, hace apenas dos meses. «Ésa era su gran misión: luchar contra la droga en el barrio. Todos lo sabemos porque él lo dejaba en claro en cada conversación». Su lema: «Mi única línea divisoria es la droga», repetía para explicar con quién estaba dispuesto a dialogar y con quién no.
En un barrio en donde el gobierno macrista apostó a la división y al enfrentamiento, Ledesma era un puente entre los bandos enfrentados por el reparto siempre insuficiente de la ayuda social. «Acá el macrismo compró con prebendas al 75% del barrio, pero el cuarto que no cedió molesta un montón». La tensión actual está relacionada con el plan de urbanización en la que ese cuarto de vecinos está trabajando desde hace varios años y que, a fuerza de empeño, presión y esfuerzo consensuado, lograron que llegue a la Legislatura para su aprobación. Diluyeron así los planes de erradicación, pero también fueron testigos de un efecto inesperado: la zona se convirtió en el territorio donde se dirime uno de los dramas sociales de la actualidad: la falta de techo. En los últimos tiempos, la villa fue escenario de nuevas tomas que tensaron el clima entre los recién llegados y los que vecinos veteranos que temían que se pusiera en riesgo el plan de urbanización, para el cual se había censado a toda la población. «Hace unos días se quisieron tomar unas casas vecinas a la de Adams -señala un vecino-. Él intervino para evitarlo y dijo que iba a filmarlos si trataban de reincidir». Esa es la otra hipótesis que recorre el barrio.
A las dos teorías las sostienen una misma lógica homicida: ¿muerta la cámara se acabó la rabia?
El multimedio villero
Adams Ledesma, periodista y delegado villeroLedesma era parte del equipo que desde hace dos años edita el periódico Mundo Villero, dedicado a informar sobre la vida y los problemas del barrio. Con el impulso del debate por la Ley de Medios creció la idea de ampliar esa experiencia a la radio. En cuanto comenzó las averiguaciones para la instalación de la antena, se encontró con la posibilidad de que el proyecto se convirtiera en un canal de tevé. Se asoció en el proyecto con Victor Ramos (hijo del legendario Abelardo Ramos), un documentalista que durante el menemismo fue jefe de gabinete de la Secretaría de la Función Pública y que desde 2004 es consultor del BID. Guionista de tevé y fundador de la oenegé SOS Discriminación, Ramos dirigió la película  Las 21 Barracas que retrata la guerra de pandillas en la villa 21.
Esa mezcla -delegado villero, documentalista oenegero- posibilitó  que se formalizara el trámite para obtener la licencia del canal de tevé en un barrio en el que los operadores de cable trazan su propio aparheid: «La villa 31 y la 31 bis son las únicas de la ciudad que no tienen acceso a la TV por cable, porque todas las señales pasan por arriba de la autopista. Y la empresa no toma el pedido si decís que vivís acá, por miedo y prejuicio», explicó Ramos. Ledesma y los integrantes de SOS acudieron a la Justicia: «El juez Roberto Gallardo hizo lugar a nuestro pedido y solicitó en su fallo que ‘ante la situación de emergencia incomunicacional del barrio se legalice la distribuidora’. También contempló la propuesta que hicimos de la obtención de una señal propia», señalaron los responsables de la nueva señal: Canal 31.
Así nació Mundo Villa tevé.
A los vecinos les ofrecieron el servicio de cable a cambio de 70 pesos mensuales. «Como muchas de las cosas que suceden en esta villa, el proyecto tuvo más impacto afuera que adentro. Ledesma salió mucho en los medios y se convirtió en otra cosa: un delegado con cámara», explican sus vecinos.

La paradoja
Adams Ledesma, periodista y delegado villero«Nadie puede negar que Ledesma se rompía el lomo por el barrio», dicen incluso quienes se definen como sus enemigos en la interna barrial. No puede comprenderse en otro contexto por qué Ledesma respondió al llamado de un vecino, a las 4 de la mañana, para que se haga cargo de reparar la luz que había sido cortada. Era el delegado de su manzana y esa era su responsabilidad.
Poco después, dos vecinas que se dirigían a su trabajo lo encontraron tirado y con varias puñaladas. La ambulancia llegó como es habitual en la villa: horas después.
Ahora, cuando su familia y vecinos reclaman justicia, las múltiples actividades sociales que tejían la vida de Ledesma son interpretadas por muchos más como un problema que como una virtud.
Por un lado, sus vecinos resaltan el carácter profesional que él quiso imponerle a su canal. «Podés tener la verdad, pero para decirla acá también tenés que tener quién te cobije y para lograr ese respaldo es más importante tu compromiso social que tu trabajo periodístico» dice con sabia síntesis uno de los referentes del barrio. No es un reproche, sino una descripción cruda de la realidad. Desde esa perspectiva, Ledesma fue asesinado por pretender ser más periodista que delegado. «Y acá no podemos cambiar la realidad del barrio de arriba hacia abajo. Es un error que se paga muy caro». El vecino señala que incluso las movilizaciones por reclamo de justicia que se organizaron después del asesinato fueron motivadas por el reconocimiento a su trabajo social. «Pero en esta villa hay delegados muy jugados a los que nadie puede tocar», resalta para reforzar la idea. Ledesma merecía ser uno de ellos, pero eligió tomar distancia para ubicar a su medio en el medio, tal como suelen inculcarle a los periodistas para que se pongan en línea profesional.
Resulta una paradoja que la identidad profesional de Ledesma no sea ahora claramente reconocida por sus colegas. En especial, frente al panorama que abre la nueva legislación, que sembrará en territorios bien distintos a los acostumbrados a periodistas sociales que, como Ledesma, convierten su casa en redacción, su militancia en noticia y su vida en trinchera.
FOPEA, un foro de defensa de la libertad de expresión, emitió muy rápidamente un comunicado con el que le otorgó a Ledesma la identidad que hoy muchos le niegan. Incluso decidió formar una comisión investigadora para seguir el tema. La Asociación de Prensa boliviana -país en el que nació Ledesma- se dirigió al gobierno argentino para exigir que investiguen su caso. También el portal Diario sobre Diarios mostró su interés por encuadrar el caso como un ataque a la profesión. Sin embargo, la Comisión para la Libertad de Expresión del Senado solicitó pruebas que demuestren que el asesinato estaba vinculado al periodismo. No objetaron tal cosa cuando Joaquín Morales Solá clamó impunidad en los salones del Congreso, en los días en que se ventiló el tema de la complicidad de ciertos periodistas con la última dictadura. «No nos van a callar aunque haya un muerto» advirtió para victimizarse.
El caso Ledesma condensa todos los interrogantes que abre el cambio de paradigma que nos toca hoy interpretar.
¿Quiénes son los protagonistas de los ataques a la libertad de expresión?
¿Cómo defenderlos?
¿Qué representa el campo de batalla territorial para el periodismo social?
¿Cuáles son sus potencialidades y sus desafíos, pero también sus peligros y sus trampas?
Nadie nos prepara para responderlos.
Tampoco hay espacios para debatir la cuestión de fondo que sostiene todos estos interrogantes, la gran tarea: cómo construir la identidad del comunicador social.
No sólo desde dónde, sino con quién.
En eso nos obliga a pensar hoy Ledesma.
Y esa es hoy nuestra deuda.
Adams Ledesma, periodista y delegado villero
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

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Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.

Por María del Carmen Varela.

La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen

La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia. 

La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.

Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.

La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional.  A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.

Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.

Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro. 

MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA

Viernes 30 de mayo, 20.30 hs

Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

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Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.

Por María del Carmen Varela

La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.

La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro
Gabriela Pastor en escena. Detrás, Juan Zuberman interpreta a un ciego que toca la guitarra.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario.  Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.

El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.

Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.

Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.

La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.

Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA

Domingos 18 y 25 de mayo, 20  hs

Más info y entradas en @perlaguarani

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