Nota
Coronavirus: la pandemia de miedo, el mes ganado, y cómo dar vuelta la realidad
“Ganamos un mes” dice a lavaca la epidemióloga Silvana Figar en referencia a la velocidad de respuesta local frente al coronavirus, en comparación con lo ocurrido en China y algunos países europeos, aunque el problema recién está empezando. “Y con el correr de las horas se van a ir anunciando nuevas medidas que faciliten cumplir el aislamiento”. Es coordinadora del área de Salud Poblacional del Hospital Italiano y voluntaria en los equipos que enfrentan esta crisis sanitaria. Más allá del tiempo ganado, los modelos matemáticos con los que evaluar los niveles de contagio muestran a la comunidad en zona de riesgo. Frente a eso, Figar propone también pensar otras cuestiones motivadas por el brote mundial de coronavirus COVID-19. ¿Cómo relacionar pandemias y cooperación? ¿Y con el consumo? ¿Con qué paradigmas razonar lo que se está viviendo? ¿Cuál es la función de los miedos y de los medios? Reflexiones frente a las pandemias del siglo 21.

“Las medidas que se están anunciando son perfectas. Los modelos de predicción matemáticos muestran el valor de medidas tomadas a tiempo. Se van a seguir anunciando estrategias para facilitar el cumplimiento del aislamiento y eso da esperanza” explica la doctora Silvana Figar, coordinadora del Hospital Italiano en el área de Salud Poblacional, y parte del equipo de la entidad que investiga temas socioambientales como lo han hecho, por ejemplo, con los efectos en la salud de la aplicación de agrotóxicos en localidades de Entre Ríos como Villa Elisa.
“Argentina está pudiendo contar con información de epidemiólogos de todo el mundo, tenemos incluso un foro internacional en el que estamos interconectados y en el que estamos manejando justamente modelos matemáticos que permiten entender de qué modo se viraliza la enfermedad y la importancia de prevenir a tiempo el problema. Hay mucho aprendizaje que nos llega por esa vía. Desde Europa principalmente, hay epidemiólogos que quieren ayudar planteando que lo que les pasó a ellos no nos pase a nosotros. No estamos solos en eso”.
Sostiene Figar: “Ganamos un mes. No es lo que pasó en China donde hubo cuatro casos con neumonías graves sin causa, internadas, cuyos inicios de síntomas habían sido el 8 de diciembre. Recién a fines de ese mes se reconoció la epidemia. O sea que la circulación viral social era anterior al 8 de diciembre, iba contagiando y enfermando a muchísima gente, y estuvieron más de un mes sin poder dar repuesta”.
“Por eso el problema tiene que ver con haber llegado demasiado tarde. Nosotros, con el diario del lunes, tuvimos la oportunidad de tener ese mes a favor para poder plantear más a tiempo las medidas de contención social, y eso puede lograr que, cuando venga la epidemia, el número de casos se aplane”. Silvana se fundamenta en los modelos matemáticos difundidos por el ingeniero español Tomás Pueyo (residente en los Estados Unidos) en su trabajo “Why you must act now” (Por qué ustedes deben actuar ahora). Allí Pueyo explica que la capacidad exponencial de contagio del virus hace que la única forma de amortiguar el crecimiento de la epidemia sea mediante el aislamiento social, y que esa distancia social es la única capaz de salvar vidas.
Demuestra que los casos reales son muchos más que los “casos conocidos” (hasta 10 o 15 veces más) y que en Wuhan y otras 15 ciudades chinas el aislamiento social fue lo único que detuvo el brutal crecimiento de casos reales.

Explica Figar: “Hay un reporte muy bueno de este lunes en el que China está bajando sus cifras. Está teniendo la misma tasa de casos curados que de nuevos. Eso ameseta la tendencia y permite que se controle mejor la enfermedad”.
Silvana participó además en el Diplomado en Periodismo y Comunicación Ambiental Andrés Carrasco, de la Cooperativa lavaca, y compartió percepciones, datos y reflexiones a partir de lo que está ocurriendo en la sociedad. Algunos de sus conceptos, como para incentivar el debate y las acciones en tiempos en que el miedo puede ser un dispositivo paralizante.
¿Competencia o cooperación?
“Estoy colaborando en el Ministerio de Salud de Nación y de CABA, llamé y ofrecí voluntariamente mis servicios como epidemióloga, dada la situación. En el 107, me consta, se armó un equipo excepcional de seguimiento de los casos que se van presentando. En Argentina estamos con la suerte de tener el diario del lunes, porque Italia, China, ya están pasando por situaciones que a nosotros nos permiten prever cómo trabajar socialmente esta epidemia, esta pandemia. Y, en ese sentido, se nos da esta oportunidad de construir nuevas estrategias que vayan dirigidas a lo que es la prevención de la transmisión social del virus”.
“Uno de los temas que aparecen en estas situaciones es: ¿cómo construir el lazo social que tiene el poder de dar vuelta una realidad social cualquiera sea? Sobre esto hay muchas teorías, hay un montón de sociólogos que apoyan que es posible y, dicho de manera muy dicotómica, lo siguiente: o creemos que los seres humanos sobrevivimos compitiendo o creemos que sobrevivimos cooperando”.
La enseñanza de las epidemias
“Estamos entrando hoy en una etapa que nos convoca a reconstruir el lazo social y a entender cómo es el ser humano trabajando con un concepto de cooperación, de potenciación y creatividad, para la transformación de su contexto tanto ambiental como social. Soy una convencida de que las epidemias vienen a enseñarnos justamente a construir esa cooperación. La epidemia es una enfermedad que le viene al conjunto, a toda la sociedad, con lo cual las respuestas terapéuticas -si me pongo paramédica-, tienen que ser diseñadas desde el conjunto y no a título individual”.
“La historia muestra que las epidemias siempre dan esa oportunidad de que aparezca lo solidario, lo fraterno, el trabajo colectivo comunal. Y, como todo, en las sociedades hay un 20% que piensa así, otro 20% que va a tener conductas individuales que hay que respetar porque probablemente están orientadas desde el miedo, y una masa importante que sería ese otro 60%, que un poco va a ir a donde estos dos extremos lo lleven. Por eso es tan importante en este momento, cuando todavía estamos en una fase de contención, lo que ocurre con aquellos que al miedo lo han podido transformar en la contracara del miedo y lo traducen en acciones activas”.
Lo activo y lo pasivo
“Esas personas que yo menciono como activas, es necesario que empiecen a ser quienes dominan la voz de las sociedades. Voy a ir a un ejemplo: Circuló un whatsapp donde decía: “Si ves una persona que vino del extranjero y no cumple la cuarentena, llamá al Ministerio de la Nación al 0800”. Eso no debería viralizarse si tenemos una malla social que pueda contrarrestar un accionar local de sujetos. O sea: ¿conocés a esa persona? ¿Podés abordarle y hablarle, en vez de tener un miedo y disparar una acción de control por un tercero?”.
“Es decir, yo me hago cargo de mi responsabilidad porque soy un sujeto ya consciente y sé que algo puedo hacer, no me pongo pasivo y espero que un papá Estado me lo resuelva. Y sobre todo, la forma de resolverlo: lo que yo quiero evitar es la militarización de una epidemia. Entonces, si hay algo que sé que se puede hacer, porque lo hemos hecho en la red pública de salud AMBA, hemos trabajado el concepto de salud colectiva, es encontrarnos en esos debates singularizantes en cada contexto, en cada particular. Ustedes ahora piénsense desde lo individual: ¿qué poder tienen de ir a proponer un diálogo para construir con inteligencia colectiva alguna acción, que será útil para la situación particular de ustedes? Entonces es la suma de singularidades y acciones de ciudadanos autónomos o con autonomía relativa, la que hace la transformación”.
El nuevo enfoque
“En ese enfoque es donde podemos hoy hacer algo nuevo, que no está, aunque nuestra sociedad se ve desafiada a ver quiénes somos los actores que ganamos el tejido social, sobre todo las redes sociales, para invitar a las personas a sumarse, a pensarse en particular y con acciones. Otro ejemplo: me están llegando propuestas porque además ya he armado un grupo que lo llamamos de Prevención Biopsicosocial de la Epidemia. Hay gente del ámbito de la salud, pero se han sumado líderes comunitarios, aquellas personas que vienen de merenderos, de comedores, o los que cuidan geriátricos. Tuvimos tres encuentros la última semana. Hay una enfermera con sus instrucciones, compartimos conocimiento e información, saber qué es el virus y qué me puede hacer, se contestan las dudas, pero se contestan dentro de una dinámica también más bio-psico-social, que arranca con el miedo, y sobretodo este miedo que imponen los medios de comunicación que colaboran muy poco”.
“Así empezamos a deconstruir qué herramientas damos una vez que tenemos información, una vez que vemos nuestro espacio particular, y que empezamos a darnos cuenta de que es una oportunidad de trabajar con el otro. Entre los que están ahí: ¿cómo ven que pueden hacer algo? Al principio uno va por el cierre, por todo lo que no se puede hacer. Con tanta información negativa, empiezo a cerrarme, a quedarme sin poder respirar. En estos encuentros que hacemos, y que ustedes mismos pueden hacer, se puede pensar con el otro cómo pasar del ‘no puedo’ al ‘qué es lo que sí puedo hacer’. Y el ser humano en esos casos pasa de la emoción del miedo a una emoción proactiva, si estoy con otro o una otra que me da un incentivo para actuar de otro modo”.
“Entonces es una combinación entre dar información y dar seguridad, y recuperar potencial innovativo y creativo, que cada uno singulariza es su contexto, para dar una solución al problema. En vez de negarlo, en vez de pedirle al Estado que se haga cargo y, menos todavía, en vez de pelearme con el otro porque es el que me trae la mancha, o que se porta mal. Eso lleva a comportamientos sociales que terminan pidiendo mano dura, y al final vemos la respuesta del Estado que, como tampoco sabe qué hacer, saca a todos los militares a la calle y sabemos también todo lo que pasa con eso”.
“Lo que me desvela es entonces cómo nos entrelazamos, porque la sociedad tiene otro nivel de maduración, de entramado, y no da lugar a respuestas de este 20% asustado que cree que hay un malo y entonces la fuerza pública es la que da respuesta y me cuida”.
Cuando no hay grieta
“Sobre la epidemia, hoy no hay circulación viral activa. O sea, hoy yo puedo transitar con mis resguardos de distancia social de cualquier ser humano, porque estoy aprendiendo para la fase que sigue, que es la 3. Entonces, en esta fase es que podemos prever la conducta de miedo a futuro, porque en cuanto la sociedad tome miedo, por ahí gana ese 20% que se aísla y no permite este espacio de construcción del que estamos hablando”.
“Argentina está en una situación tristemente privilegiada porque, a mi juicio, lo que están haciendo Ciudad, Nación y Provincia por suerte es un diálogo continuo, doy fe de eso, lo veo, y las medidas que toman no son políticas, no están jugando a ver cómo queda uno o el otro. Y eso para nosotros, al menos para mi mirada, supera la dicotomía que genera todo lo que socialmente sufrimos por falta de diálogo en una grieta”.
“Por eso también veo una oportunidad para que todo lo que ocurra sea pensado para cuidar a la comunidad. Por primera vez esta epidemia nos viene a decir ‘vamos a lo importante, juntémonos’. Y eso está ocurriendo a nivel liderazgo de la Salud Pública. Para mí eso es maravilloso, me emociona y por eso fui a ofrecerme voluntariamente. Y hay una dedicación al trabajo coordinado como nunca vi también. Nadie duda, estamos todos cansados y la seguimos”.
“Por eso de nuevo vuelvo al concepto de trabajar en red: encontramos un propósito, no nos anteponemos como individuos, ni con nuestro miedo, ni con nuestros intereses individuales. Eso ahí se está viendo, y esa fase es la que nos permite -la fase actual, la fase 2, donde están estos treinta y pico de casos que están todos guardados, y yo doy fe de eso porque lo veo, el equipazo que hay de contención de contacto, un equipo de operadoras coordinadas para cuidar a esas personas. Ver cómo funciona todo eso es emocionante”.
“Algo que también nos regala esta epidemia es el valor del tiempo, y a la gente que está en resguardo, una de las preguntas que le hacen los operadores es ‘qué es lo que siempre quisiste hacer y no pudiste’. Y bueno, hay gente que le gustaba pintar entonces el Estado le llevó los materiales. O una mujer que quería tejer, o historias así, muy singulares, pequeñas, en las que hay vínculo y hay amor”.
La pseudo libertad
“Ahí aparece otro aspecto. El modelo de consumo y la pseudo-libertad que uno tiene en un trabajo que lleva el tiempo vital de la persona. Estas epidemias sabemos que vienen a hacernos pensar en el modelo de producción, de consumo y de formas de relacionarnos productivamente. Ahora hay tres personas a las que se les da de alta, los primeros tres curados de coronavirus. Ellos son quienes no tienen más miedo, porque ya se curaron, están inmunes. Entonces, ¿qué van a hacer? Y eso es interesante de ver, porque perfectamente podrían ser quienes empiecen a cuidar a otras personas, dado que pueden estar ahí. O si se van a individualizar y decir ‘hago la mía’. Es interesante ver qué nos pasa luego de que tenemos coronavirus. Así que bueno, yo no soy experta en eso pero lo veo, es una oportunidad”.
“¿Qué opciones tenemos en lo práctico? Por ejemplo, seguir una dieta saludable, definida como aquello que es lo más cercano a la tierra. Es decir, si vos tenés que abrir un paquete, algo envasado, industrializado, ya se alejó. Todo lo que estés consumiendo está desvitalizado, porque pasó por la industrialización. Entonces tu sistema inmune requiere de propiedades que van más allá de la vitamina C. Como la toma de Vitamina C se difundió ahora, la pongo de ejemplo: si yo la consumo en pastilla, no es la misma vitamina C que si la saco de una naranja, y no es la misma la de la naranja del jugo del frigorífico que la que saco recién del árbol frutal, y ni hablar si ese árbol frutal no está fumigado y es agroecológico”.
“Esto nos lleva a otro tema. Si consumo algo que tiene agrotóxicos, se afecta la salud incluyendo la microbiota y sse afecta el sistema inmunológico. La microbiota es un órgano nuestro: así como tenemos el hígado y el riñón, tenemos una película de bacterias en nuestro tubo digestivo que si no existen, o han sido dañadas, nos impiden estar sanos. Si consumo algo que tiene un agroquímico o un agrotóxico, es obvio que las bacterias se van a ver afectadas. De hecho el glifosato se descubrió como un antibiótico de amplio espectro. Entonces, vuelvo al contexto, cada vez que yo consumo una comida que tiene un proceso que no es natural, estoy afectando mi microbiota y eso va a afectar mi inmunidad, hoy ya se conoce esa relación tan necesaria de nuestras bacterias con nuestro sistema inmune e incluso cerebral”.
“¿Cómo hacemos entonces como sociedad? La creatividad va a aparecer por la pregunta, la pregunta que está abierta, y que nos hace buscar juntos. No hay respuestas. Y creo fuertemente que en ese caso nuestras respuestas son maravillosas si las pensamos colectivamente y en cada particular. Por supuesto el coronavirus puede ser una oportunidad para efectivamente sacar de cuajo la idea de que el modelo productivo actual es necesario para supervivir. En cambio tenemos otras posibilidades, de actuar en cooperación, en colaboración, pensando en otros estilos de vida”.
“¿Un ejemplo? Redes de vecinos podrían conseguir bolsones de alimentos saludables, por ejemplo de la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra). Eso hoy se pueda compartir por redes y generar esa relación de productor y consumidor. Darnos cuenta de que ir a un supermercado es una construcción del modelo, del sistema actual. El coronavirus tal vez permita llegar a ese 60% de personas que pueden estar esperando ideas y acciones de partes de grupos que puedan acercarles formas nuevas de consumo distintas”.
“La epidemia nos trae una novedad: poder reconstruir lazos sociales rotos. Una oportunidad de generar la cooperación y encontrar el lugar en una sociedad que hoy nos necesita a todos. Lo estoy viendo. Un ministerio segmentado en organigramas rígidos se transformó en otra cosa donde el eje es la salud y el entramado para resolver situaciones. Eso saca los egos, hay un propósito común que nos convoca y relega el individualismo. Todos con una energía asociativa muy interesante. Haciendo algo que no es por pánico o miedo o por un interés individualista. Ese tipo de cambios pueden ser el signo de una época”.
“En lo práctico, el tema es evitar que la enfermedad crezca tanto que colapse al sistema de salud, que no haya camas suficientes si la epidemia crece toda junta”.
“Ojalá los periodistas se dejen de hablar de números, de miedo, y se pongan a hablar de la potenciación que genera trabajar en la construcción del lazo social”.

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Campaña: Encontremos a las/los nietos de Oesterheld
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Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
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5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.
Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
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