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Enero Autónomo 2005: Lo que dice el silencio

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Un grupo de mujeres comparte el almuerzo de sus hijos y la charla. Hablan sobre cómo trabajan los temas de violencia contra la mujer, de las ONG y de cómo buscar alternativas autónomas. Cuatro son de Nueva York y tres juegan de locales. En otro rincón, otra mujer habla sobre el significado del silencio y de los miedos.

Hermanas

Las mujeres están sentadas a la sombra de los sauces. Es la hora del almuerzo de sus hijos y comparten esa ceremonia que mezcla papilla y charla. Todas tienen mucho en común y en esa cotidiana ceremonia se están enterando de cuánto. Dos pertenecen al MTD de Solano, una al de Allen y cuatro son inmigrantes que residen en la ciudad de Nueva York: una tiene sus raíces en Chile, otra en Brasil, la tercera en Costa Rica y la cuarta en la India. No han venido desde tan lejos para hablar sino para escuchar, dicen. Y explican por qué.

La que cuenta su historia y la su organización Hermanas y hermanas (Sisters and Sisters) es Adjoc. Ella vive en Bushwick, un barrio dentro de Brooklyn, donde han trabajado con 300 mujeres jóvenes en temas relacionados con la violencia personal e institucional. Tienen un programa al que llaman Freedon School (Escuela Libertaria, aclara) donde a través de debates, artes y técnicas de educación popular intentan crear un espacio de reflexión y lucha contra la violencia de género. Así, al menos, era el trabajo que hacían desde el 96, cuando arrancaron, hasta hace muy poco. «Ahora todo está cambiando». El motivo del cambio es un replanteo esencial que se hicieron con respecto a la financiación que recibían de una fundación. «En los Estados Unidos no existe, prácticamente, ninguna organización que no esté financiada por una ONG. No hay modelos autónomos: todas fueron cooptadas. Y eso a nosotros nos creó siempre mucho conflicto porque teníamos conciencia de que era dinero sucio que limpian entregándoselo a organizaciones de base. Nosotros empezamos este trabajo de manera voluntaria y terminamos llenando papeles y hablando con burócratas. Eso nos creó una incomodidad y muchas preguntas, acerca de si nuestro camino no estaría siendo manipulado. También nos dimos cuenta que en las reuniones hablábamos siempre las mismas. Que las más jóvenes nunca tenían nada que decir acerca de cómo trabajar, qué hacer y cómo hacerlo. Y la nuestra es una organización de mujeres jóvenes: si ellas no hablan, la organización misma pierde su sentido. Hicimos entonces una reflexión grupal. Nosotros habíamos recorrido un camino. Habíamos comenzado demandando primero justicia para casos de violaciones y muertes. Luego, nos dimos cuenta que este sistema es tan corrupto, violento y patriarcal que no tenía sentido dedicar nuestra energía a corregirlo. Debíamos crear nuestras propias herramientas y así comenzamos a trabajar para enfrentarlo. Con nuestro arte, nuestra información, nuestra formación. Tuvimos el privilegio de criar algo nuevo allí donde no había nada. Y las que llegaron después encontraron mucho ya hecho. Pues bien: nos había llegado la hora de dejarlas criar a ellas. Nos sacamos el peso de encima de recibir el dinero de la Fundación y ahora estamos en pleno proceso de reformulación, de construir alternativas».

Sobre lo hecho hasta ahora, Adjoc rescata la idea que refleja el nombre de la organización: si tienen un problema de violencia, no llaman a la policía, lo resuelven entre hermanas. Recurren, por ejemplo, a las técnicas que aprendieron del teatro invisible. Intervenciones callejeras, donde representan situaciones de violencia e interactúan con los vecinos que se convierten así en «actores» de la escena. El grupo prepara el guión, la seguridad por si hay desbordes e interpreta a los personajes. «Queremos que la gente deje de ser público en este tipo de situaciones y actúe: pase a la acción.» También han trabajado con casos concretos de denuncias de abuso. «Primero reunimos información sobre el abusador, luego pensamos juntas qué hacer y por último lo vamos a buscar y lo señalamos, no con violencia, sino con arte». Otra de las mujeres le explica que el método es argentino y se llama «escrache».

Se suma al grupo una integrante del Colectivo Situaciones y la conversación cambia entonces de hemisferio y de lo que se conversa ahora es acerca de la experiencia que el MTD de Solano y el Colectivo Situaciones han compartido sobre la lectura de un texto: El maestro ignorante. Mava y Natalia van turnándose para relatar el origen del texto y las conclusiones que la lectura en común le han dejado: las ventajas de no saber y la posibilidad de crear conocimiento a partir de aprovechar esa ignorancia. En tanto, los bebés saborean un yogurt.

Silencios

Transcripción textual de los dichos de Aneli de las Nieves Jara Sáez, integrante del MTD de Allen, Rio Negro, en el taller de salud en la tarde de hoy, viernes 21,refiriéndose a las conductas que sanan (y a las que enferman) en lo cotidiano. «Las compañeras tienen miedo de hablar por el temor de lo que pueda resultar al decir algo. No se sienten seguras de sí mismos porque creen que lo que puedan decir afecte a algunos compañeros. Cuando se resuelve algo en asamblea, los compañeros dicen estar todos de acuerdo por miedo a decir no. Por eso después resulta que todas tenemos que hablar. ¿Cómo podemos eliminar los silencios y los miedos? Podemos haciendo que las compañeras digan sus opiniones sin temor, ya que todos pensamos y opinamos distinto. Algunas no se animan a contar una verdad porque tienen miedo a que los compañeros se enojen, por miedo a la bronca de los demás. Esperamos que en alguna asamblea podamos estar a gusto para opinar sin miedos y con confianza. El egoísmo y el individualismo, a veces nos provocan estar en silencio en una asamblea. El silencio crea la desconfianza «.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
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