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Festival por Luciano Arruga: tiempos de organización y lucha

Miles de personas asistieron durante todo el sábado a la Jornada Cultural por los Derechos Humanos a siete años del secuestro, desaparición y muerte de Luciano Arruga en La Matanza. Murgas, charlas, ferias y bandas colorearon un nuevo aniversario de uno de los encuentros políticos culturales y sociales más significativos del Oeste del Gran Buenos Aires.

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Miles de personas asistieron durante todo el sábado a la Jornada Cultural por los Derechos Humanos a siete años del secuestro, desaparición y muerte de Luciano Arruga en La Matanza. Murgas, charlas, ferias y bandas colorearon un nuevo aniversario de uno de los encuentros políticos culturales y sociales más significativos del Oeste del Gran Buenos Aires.
Festival por Luciano Arruga: tiempos de organización y lucha
A Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, la rodean diez chiquitines y chiquitinas del barrio Fátima; la abrazan, le sacan fotos, despliegan una bandera y la entrevistan. La miran y la escuchan. Más allá hay otros niños y niñas jugando a la pelota y cientos de personas sentadas tomando mate u oyendo alguna de las charlas de la Jornada Cultural por los Derechos Humanos, a siete años de la desaparición y muerte de Luciano Arruga.
Su hermana, Vanesa Orieta, no para de reír.
Y dice:
-Tienen que crear siempre los espacios que puedan. Porque ustedes tienen la posibilidad de generar un cambio en el lugar donde viven, acompañados de muchos otros que tenemos que estar ahí dando la batalla.
Los chicos la miraban y asentían.
Antes, mientras esperaban hablar con ella, escucharon que Vanesa decía a algunos periodistas:
-Si nosotros permitimos que las violaciones a los derechos humanos avancen y el número de desaparecidos aumente, lo que estamos poniendo en riesgo es la democracia. La gente vive mal en los barrios, y además tiene que sufrir las diferentes formas de violencia que se derivan de invisibilizarlo. Cuando permitimos que se avancen con medidas de control en los barrios humildes estamos avalando la represión, la discriminación, la crimininalización y estamos, en cierta forma, acompañando un proceso que ha generado la muerte de más de 4000 pibes por gatillo fácil y más de 200 desapariciones forzadas. Creo que podemos tomar conciencia. Y creo que tenemos el poder como sociedad para empezar a generar algún tipo de presión para tomar medidas serias.
Después, justo después de terminar estas palabras, los chiquitines la rodean y la abrazan.
Vanesa Orieta se ríe y la sonrisa le crece más y más.
Festival por Luciano Arruga: tiempos de organización y lucha

Siete años

Felix Guattari -filósofo francés- lo llama estribillo.
Es reconocerse en un ritmo colectivo, sintonizar en un fraseo que se escapa, se hace línea de fuga,  para convertirse en un ritmo propio, inédito, en un movimiento con propio peso y significado.
Como una canción donde siempre se encuentran puntos de identificación.
En este caso, de territorialización.
Porque la plaza 12 de Octubre no es cualquier sitio. Aquí Luciano vivió y rió y lloró.
En este barrio Luciano, con 16 años, se negó a robar para la Policía Bonaerense.
En este barrio Luciano fue detenido ilegalmente y transportado ilegalmente en un patrullero hasta un destacamento que no podía retener personas, mucho menos un niño, a tan solo unas cuadras de su casa. Allí estuvo privado ilegítimamente de su libertad desde las 11 hasta las 19 horas del 22 de septiembre de 2008, según dictaminó el Tribunal Oral en lo Criminal N°3 de La Matanza que en mayo del año pasado condenó a 10 años de prisión a Julio Diego Torales, el oficial principal a cargo de la dependencia policial que convalidó esa detención arbitraria, por torturas físicas y psicológicas.
La última vez que lo vieron con vida fue en ese mismo destacamento, un día como hoy hace siete años.
Cinco años y ocho meses después la lucha de su familia -hábeas corpus mediante- logró encontrarlo. Se enfrentaron cara a cara con la ingeniería social de la impunidad: Luciano “cruzó” a las 3.21 de la madrugada del 31 de enero con ropa que no era de él por un lugar inaccesible de la General Paz “desesperado, como si estuviera escapando de algo”, fue atropellado, murió en el Hospital Santojanni -donde su familia fue a preguntar si había ingresado un joven y le respondieron que no-, lo derivaron al Cuerpo Médico Forense y fue enterrado como NN en la Chacarita. El circuito revela cuál fue la trama de encubrimiento de uno de los crímenes institucionales más resonantes de nuestra democracia. Las prendas nunca aparecieron, y un testigo declaró ante el Juzgado Federal de Morón (donde tramita la causa por “desaparición forzada”) que vio desde la autopista una camioneta doble cabina de la Bonaerense con las luces bajas sobre la colectora de la General Paz. Frente al virus informativo propagado por las corporaciones mediáticas, la familia se vio obligada a librar otra batalla perversa, sintetizada en un grito conciso: “No fue un accidente”.
En el medio, y a lo largo de todos estos años, una fiscal que derivó la investigación en la propia Bonaerense denunciada (Roxana Castelli), otra fiscal que pidió “pinchar” los teléfonos de la propia familia (Celia Cejas) y un juez que lo convalidó (Gustavo Banco, quien dio una entrevista a MU https://www.lavaca.org/mu/mu-82-ni-derechos-ni-humanos/).
Sobre estos tres funcionarios matanceros pesa hace más de un año un pedido de jury político.
La familia espera.
Y así llegamos hasta hoy.
Festival por Luciano Arruga: tiempos de organización y lucha

“No revueltos: juntos”

Nora Cortiñas agarra el micrófono y la tarde se sienta a escucharla.
-Estamos entre familia -dice la Madre de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, con el pañuelo blanco cubriendo su cabeza, al lado de la Madre Mirta Baravalle-. Son días especiales: nos viene bien estar juntos.Tenemos que seguir luchando. Las Madres estamos llegando a los 40 años y estos últimos días hemos escuchado voces que quieren desvalorizar la lucha, como si la cantidad de víctimas del terrorismo de Estado tuvieran una cifra para marcar lo que sufrimos. Es humillante. Este Gobierno está demostrando que quiere que volvamos atrás. Nos impulsa a seguir trabajando.
La aplauden. Nora sigue:
-Este camino va a ser cada día más difícil. No importa, tenemos que reconfortarnos: todos los que fueron torturados, desaparecidos y arrojados al mar están esperando que salgamos. Hay que luchar, pero no revueltos: agarrados de la mano. Hay mucho para hacer.
La tarde se puso de pie para ovacionarla.
Y en uno de sus últimos suspiros congeló una potencia: Nora Cortinas y Mirta Baravalle con las manos entrelazadas y puños en alto, gritando al unísono:
-¡30 mil compañeros detenidos desaparecidos: presentes! ¡Ahora y siempre!

Plantarse al dolor

El buffet fue un éxito: 30 pesos por una hamburguesa o choripán con gaseosa. Al mediodía la promoción estalló en una fila que no dejó un segundo tranquilo a las jóvenes que recibían el dinero y cortaban el pan ni a los que mantenían vivo el fuego de las brasas. Alrededor las organizaciones sociales y políticas habían desplegado sus banderas y montado stands con libros y revistas. Con paso apresurado pero siempre con una sonrisa iban y venían los Familiares y Amigos de Luciano Arruga, que desde hace meses han planificado este festival, que arrancó con un desfile de murgas por la plaza y la instalación de la transmisión de la Red Nacional de Medios Alternativos.
En cada árbol, una bandera que recuerda: “A Luciano lo mató la policía. Lo desapareció el Estado. Lo encontramos luchando”.
Mientras, comienza un panel con familiares víctimas de desaparición forzada y gatillo fácil.
Allí habla Mirta Ponce, mamá de Alejandro Ponce: “A mi hijo lo mató la policía. Le tiraron cascotes, piedras. Lo tiraron al río Paraná como a un perro, porque no sé cómo matarían a una persona”. También habla Luciana Escobar, hermana de Gerardo Escobar: “Hace cinco meses que estoy en la lucha. Mi hermano fue a bailar y no apareció más. Lo busqué 8 días. Apareció flotando en el Paraná. Esto fue desaparición forzada. Lo torturaron con picana eléctrica. Tenía 23 años”.
Los casos se repiten en sus protagonistas: pibes pobres de un lado y fuerzas policiales del otro.
Nombran: Daniel Solano, Franco Casco, Atahualpa Martínez Vinaya, Cristian Farías.
La lista sigue: todos jóvenes de barrios pobres.
Los lugares cambian: Río Negro, Santa Fe, Santiago del Estero, Catamarca, Córdoba.
“La problemática es a nivel nacional”, denuncian cada uno de los familiares y cada testimonio refuerza la sistematicidad de esta práctica represiva. Viviana Alegre, mamá de Facundo Rivera Alegre: “La importancia de reunirnos acá es para mantenernos todos juntos, así podemos hacer más fuerza para encontrarlos”.
Cada testimonio refuerza la idea de la organización para obtener justicia.
Como Angélica Urquiza, mamá de Jonathan Kiki Lezcano: “Mi hijo tenía muchas ganas de vivir: le cortaron las alas a los 17 años. Yo voy a ser su voz. En el dolor me planto y me levanto. Hoy somos madres de esperanza y de fe. Queremos y vamos por la justicia. Nos organizamos”. Kiki fue asesinado junto a Ezequiel Blanco por Daniel Santiago Veyga, un policía federal que, según declaró, “accionó en legítima defensa” cuando quisieron robarle el auto. Veyga estará sentado en el banquillo de los acusados en febrero cuando comience el juicio por el que la familia luchó.

“Reformular la pelea”

Un nene con la remera de la asamblea del No a la Mina de Esquel y la inscripción El agua vale más que el oro juega sobre el pasto con muñecos de Dragon Ball Z, autitos y dinosaurios. Habla con una nena que lleva puesta una remera negra con la cara de Luciano. Entre juegos, música y teatro camina Pablo Pimentel, referente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza, la organización que acompañó a la familia Arruga desde el comienzo de su lucha.
Pimentel entiende que la Jornada Cultural se ubica en un nuevo escenario político, donde -entre otras cosas- el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires habilitó a la Policía Metropolitana a pedir documentos por averiguación de antecedentes. La práctica, sin embargo, se repitió y extendió por todo el país: las policías locales exigen DNI por las calles del conurbano mientras en Chubut el jefe de la policía provincial, Ricardo Hughes, declaró en una radio local que detendrán a jóvenes por usar capucha para “ver qué cara tiene y qué anda haciendo”. ¿Esto es novedad? No: ya sucedía en diversos distritos del país.
Pero Pimentel entiende que hay un nuevo consenso que busca ser instalado.
“Este Gobierno está tirando por la borda un avance que, con las diferencias que pudimos tener con el kirchnerismo, se había logrado instalar en derechos humanos. Ojo: Luciano desapareció durante el kirchnerismo y Atahualpa, también, pero había una decisión política de terminar con esas prácticas. Después, claro, había que romper un montón de estructuras. Pero ahora parece que es al revés: la decisión política viene de arriba y eso habilitó políticamente a este tipo de gestos. Es preocupante: ministros hablando sobre los 30 mil desaparecidos y las cifras. Eso es provocación”.
Pimentel advierte un recrudecimiento. “Lo peor es que hay una porción de la ciudadanía que está de acuerdo, y eso es lo preocupante. ¿Y las víctimas quiénes son? Los pobres. ¿Y dentro de los pobres? Los pibes, que son perseguidos por usar gorrita y ropa de gimnasia. Todos jóvenes”.
¿Cuál es la respuesta? “Hay que estar más organizados que nunca. Nos vamos a tener que fortalecer como grupo, cada uno en su interior. Y también tenemos que reformular la pelea, porque es distinta. Hace un mes y medio era una cosa. Hoy es otra. Hay que ver cómo se encara porque vienen por todo. Y, además, con actitud de venganza, que es lo que preocupa”.

Esa mujer

Anotación: para las carreras de comunicación social no sería tema de tesis una jornada así.
No sería tema la reactivación de la dimensión física de la comunicación social
La expresión colectiva de miles de cuerpos en sintonía sobre el espacio público.
La sensibilidad, aquello que en esta jornada no se dijo con palabras.
Así se desarmoniza la comunicación, cae en un precipicio, en una patología.
Se vuelve egocéntrica, cínica, vacía.
Se burocratiza.
De todo eso se encarga de barrer Mónica Alegre, mamá de Luciano, con palabras que queman:
-Estoy muy nerviosa -dice, pero no se nota-. Quiero agradecer a todas las personas que pusieron el pecho, a todas las familias que vinieron de todos lados. Quiero agradecer a mi querida villa 12 de Octubre. Me da fuerza para seguir luchando contra toda esta mierda que es la injusticia, que es la policía. Digamos de una vez por todas: “¡Basta, no queremos ni un pibe menos, ni una piba menos!”. Por este camino tenemos que seguir. Así: por este camino. Y a no bajar los brazos. A todas las madres que vinieron hoy con todos esos ovarios les digo gracias. A las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, porque esta bandera que llevo es un homenaje a los 30 mil que nos marcaron el camino. Hay algunos que somos malos alumnos y no nos acordamos que perdieron la vida para que nosotros tengamos esta democracia a medias, pero que vamos a defender con uñas y dientes.
Cada palabra llega con una fuerza mayor. Los aplausos y la noche la envuelven.
-A vos, Luciano, a vos te debo todo: me enseñaste a estar acá parada. Te debo todo esto, toda esta gente. ¡Gracias! Me voy y me despido con estas palabras, que a partir de hoy serán mi bandera de lucha y donde vaya las diré: soy Mónica Raquel Alegre, soy de la villa 12 de Octubre y tuve un hijo negro villero que no robó para la policía.

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Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos

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Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.

Por Claudia Acuña

Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.

Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.

Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.

A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Hasta lograrlo.

Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.

Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.

Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.

Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.

Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.

Quizá.

Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.

Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.

La presentación

Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.

Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.

Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».

El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.

Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
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La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

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La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.

Por Francisco Pandolfi

Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.

La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”. 

Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».

Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.

En la conferencia de prensa convocada por la familia de Pablo Grillo, fotógrafo que fue impactado por una granada de gas lacrimógeno lanzada por las Fuerzas comandadas por Patricia Bullrich, Fabián, su papá, habló sobre la salud de su hijo.

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:35:39.538Z

Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.

Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”. 

En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.

La causa, sin avances

Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.

Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”. 

La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.

Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.

Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.

Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, es junto a Paula Litvachky, del CELS, la abogada que representa a la familia jurídicamente. En este video cuenta los avances de la causa judicial:

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:54:48.310Z

Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.

Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.

Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.

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La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

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Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.

Por Franco Ciancaglini.

La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo. 

En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso. 

“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.

La que habla es una de sus hijas, Paula.

El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10. 

Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.

El arma y la palabra

Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.

Es jubilada.

Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.

Tiene tres hijas.

Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.

Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.

Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.

La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.

Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.

El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.

Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.

Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.

Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.

“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.

Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.

Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.

Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.

Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.

La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”. 

¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.

La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.

¿Necesitan algo? “Sí: paz”.

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