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Lago Puelo: las trastiendas del circo político y judicial, a la caza de docentes
Megaoperativos para detener docentes, publicitados desde las redes sociales de la Policía de Chubut, por el supuesto ataque a la comitiva presidencial, que no contaba con seguridad. Las violaciones en las que incurrió el ministro de Seguridad Federico Norberto Massoni, al exponer mediáticamente a los acusados, varios de los cuales ni siquiera estuvieron en el lugar de los incidentes. Ayer, cuatro nuevas detenciones y tres allanamientos con show mediático incluido. «Es la vendetta contra los docentes», aseguran a lavaca algunos de los señalados, que tras las notificaciones quedaron libres (pero asustados). La persecución político-judicial como parte de las violaciones a derechos humanos, en una provincia en emergencia económica, social y ambiental, que sigue organizándose contra los intentos de instalar la megaminería y reconstruir la vida después de los incendios.
Por Francisco Pandolfi
Todavía no había terminado de aclarar del todo en la Comarca andina, cuando la Policía de Chubut puso play a la segunda parte del circo montado por el ministro de Seguridad provincial, Federico Norberto Massoni, y detuvo a otras cuatro personas acusadas de “resistencia a la autoridad y daños” en los incidentes acontecidos a partir de la visita del presidente de la Nación, Alberto Fernández. El fiscal Carlos Díaz Mayer, encargado de la investigación, dictó además otros tres allanamientos en Lago Puelo. El primer eslabón de una cadena que no parece haber tenido hoy su cierre, había comenzado el lunes por la mañana cuando, en una conferencia de prensa, el mismo Massoni violó el derecho de presunción de inocencia, así como el de preservación de identidad, al exponer una multiplicidad de información sobre los acusados, varios de los cuales ni siquiera habían estado en el lugar de los incidentes.
El modus operandi de hoy fue el mismo que días atrás: mucha parafernalia, mucha cámara, muchas fotos y sobre todo muchísimos policías. Para cuidar la presencia del Presidente, en las afueras del Centro Cultural de Lago Puelo había menos de cinco efectivos provinciales, mientras que para llevar adelante cada allanamiento nunca hubo menos de 30.
“Hoy llegaron alrededor de las siete y media de la mañana a mi casa. Eran aproximadamente 30 policías. Doce ingresaron al interior; y el resto se quedó afuera haciendo un cordón perimetral”, cuenta Iván González, docente, minutos después de ser dejado en libertad en la comisaría de El Hoyo. “Además de la cantidad, llama la atención la manera: escudos y armas larguísimas, todo por una persona”, expresa Paula, su compañera.
Todos los detenidos fueron dejados en libertad tras ser notificados de la acusación, minutos después de haber ingresado, lo cual evidencia la magnitud del escenario armado y la espectacularidad del procedimiento: “El lunes, como otro ejemplo del accionar de la Policía de Massoni, fueron 35 policías a detener a un papá docente y a su hija adolescente. Veinte se quedaron afuera montando el show para los vecinos y quince entraron a su casa para llevárselos”, afirma un maestro que prefirió reservar su identidad por seguridad y que, por ahora, aún no fue allanado.
Massoni tiene una larga trayectoria en la criminalización de la protesta y un particular ensañamiento con las y los docentes, profesión de la mayoría de los detenidos y a quienes mandó a reprimir en reiteradas ocasiones.
“Es una vendetta para los maestros, como si fuera un pase de factura por todo lo que le hicimos pasar”, analiza un docente de Lago Puelo. Otro complementa: “Sabemos que de Seguridad le pidieron al Consejo Educativo muchos legajos de docentes”. Otro testimonio: “Es un intento aleccionador colectivo contra la militancia, contra toda la gente que se está movilizando en Chubut contra la megaminería. La embestida minera es muy fuerte. Todo el tiempo estamos alerta. Y todo el tiempo, es todo el tiempo».
La abuela paterna del actual ministro fue maestra. Su padre, por el que lleva su segundo nombre, fue ministro de Educación y un reconocido dirigente radical que también condujo el ministerio de Economía y ocupó una banca como senador. Ambos abogados, ambos políticos, el diálogo que caracterizaba a Massoni padre no fue heredado por Federico, quien orquestó el “Protocolo para la utilización de armas de fuego en situaciones complejas con agresiones con armas blancas”, cuya resolución fue publicada en el Boletín oficial el 11 de noviembre de 2020. Desde ese día, Chubut se desentiende de los “Principios básicos sobre el empleo de la fuerza y de armas de fuego” que establecen las Naciones Unidas.

Señalada por perseguir también a militantes populares y sindicales, la doctrina Massoni es analizada por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) en uno de sus informes, de febrero de este año: “A la crisis económica, el Estado provincial sólo ha respondido con represión. El contexto de pandemia ha intensificado esta situación encabezada por el Ministro de Seguridad Federico Massoni, que ha generado múltiples informes de violencia institucional que dieron origen incluso a un Habeas Corpus en el que la jueza determinó la vuelta atrás de resoluciones represivas surgidas desde ese ministerio”. Completa la APDH, en el mismo sentido: “En el marco de la profunda crisis económica en la que no se realizan inversiones en servicios esenciales como salud y educación, el Ministerio de Seguridad encarga nuevo armamento”.
Previo a ocupar su actual cargo, Massoni fue nombrado secretario de Seguridad en enero de 2018 y un año y medio después el gobernador Mariano Arcioni lo designó Coordinador de Gabinete, cargo que ocupó sólo cuatro meses, cuando el mismo Arcioni le pidió la renuncia en medio de un elevado conflicto docente donde Massoni fue responsable de una cruenta represión. Sin embargo, sólo unos pocos días pasaron para que Arcioni lo premiara con la conducción de la cartera de Seguridad. Cercano a Patricia Bullrich y a su protocolo, fue un férreo defensor de las pistolas Taser, las mismas que destilan descargas eléctricas.
Las horas parecen contadas para Massoni tras los incidentes del último sábado. Él mismo aseguró que tiene su renuncia a disposición. Podrá ser el fusible que elija sacar Arcioni para intentar descomprimir la situación, pero ni esa decisión ni ninguna otra podrá apagar tanto fuego que hoy sigue mancillando a la provincia: varios focos de incendios siguen activos; la familias que perdieron sus casas aún esperan una contención de Provincia; y parte de las localidades de Lago Puelo y El Hoyo siguen sin haber recuperado ni el agua, ni la luz, ni Internet. El circo de las detenciones continúa; los reproches entre Nación y Provincia también; y ahí, justito en el medio, hay un pueblo que se sigue ayudando a sí mismo, muy solo, diez días después de la catástrofe.
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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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