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Las nuevas fronteras: Introducción

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Por el Colectivo Situaciones
La edición
El texto que Tinta Limón presenta al público argentino es resultado de un intercambio: parte de la invitación que nos hizo el colectivo El Kilombo Intergaláctico de Carolina del Norte, Estados Unidos, a publicar en castellano la entrevista que le realizaron al Subcomandante Marcos tras La Otra Campaña y concluye con una perspectiva de la situación mexicana actual a cargo de Raquel Gutiérrez Aguilar.
El Kilombo Intergaláctico hizo la entrevista desde sus propias preocupaciones como colectivo compuesto por migrantes chicanos, estudiantes y gente de color viviendo en Estados Unidos. La publicaron en inglés a fines del 2007 (Paper Boat Press) y creyeron indispensable una edición en la lengua original de aquella conversación. Nosotros, agradecidos por el ofrecimiento, lo completamos con otra voz, también mexicana: invitamos a Raquel a que escriba un epílogo.

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«Las nuevas fronteras» en forma directa

Tinta Limón Ediciones hizo su presentación como editorial militante hace cuatro años con la publicación de El fuego y la palabra, una historia del EZLN en su fase pública y un repaso de su trayectoria clandestina. Como apéndice, Gloria Muñoz Ramírez, autora del libro, incluyó un informe sobre las Juntas de Buen Gobierno, iniciativa entonces reciente –y poco conocida– del EZLN y las comunidades indígenas del sureste mexicano.
A El fuego y la palabra, que fue difundido a través de una extensa e intensa gira de presentaciones, le siguió en 2006 Bienvenidos a la Selva, un libro de textos y entrevistas compilado por el Colectivo Situaciones, que toma como punto de partida la sorpresiva aparición de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona para recorrer distintas facetas de la realidad mexicana –por entonces en pleno debate pre-electoral– y varias cuestiones discutidas por dicho manifiesto político: desde la complejidad de una autonomía política y económica a la relación con las instituciones estatales y sus representantes, pasando por los llamados gobiernos progresistas de la región y su relación con las prácticas neoliberales.
De este modo, el texto que presentamos en esta ocasión significa para nosotros continuar un trabajo de acompañamiento –es decir: de difusión y debate– de las iniciativas zapatistas que fueron, desde su comienzo, fuente de inspiración de diversas experiencias colectivas de las que hemos formado parte. Hoy, con esta entrevista, nos interesa el pensamiento sobre una política capaz de imaginar cómo saltar las fronteras: las más evidentes que separan el Norte del Sur con murallas, con uniformados y discursos racistas; pero también las que se multiplican hacia dentro de cada país. Teniendo en cuenta la extensa y dispersa geografía mexicana, nos llama la atención también el modo en que la migración aparece desde las propias comunidades zapatistas: a la vez que las fragmenta, las prolonga del otro lado de la frontera. Y siguiendo ese desplazamiento: ¿hay influencias de los movimientos migrantes en el zapatismo?
Finalmente, ¿qué significa la aparición de miles de vidas sin territorio fijo? Al mismo tiempo poblaciones en tránsito que ya no tienen una identidad originaria a la cual volver y una dispersión de rebeldías que no quieren ni pueden tener un punto único de convergencia.
Las preguntas
Las preguntas formuladas por el Colectivo El Kilombo Intergálactico, enfocadas en los procesos identitarios abiertos, las migraciones, los modos de estar en tránsito, los intercambios posibles entre comunidades diversas –en fin, en el deseo colectivo de traer al presente una comunidad multirracial como fueron los quilombos en toda la América mestiza que fugaba y resistía a la dominación española y portuguesa–, parecen encontrarse con las preguntas que formula la situación actual del EZLN. El proceso iniciado en La Otra Campaña y que dura hasta hoy lleva a los zapatistas más allá de su territorio. No se trata, como en otras oportunidades, de una convocatoria a la selva Lacandona (Aguascalientes), tampoco a una marcha que tiene como centro los reclamos indígenas (como fue la Marcha del Color de la Tierra), sino de una invitación a construir un terreno común, nuevo, en buena medida desterritorializado, con el desafío de abrirse al protagonismo de otros actores y dinámicas.
Luego del fracaso de los diálogos con la dirigencia política nacional, las Juntas de Buen Gobierno fueron el fruto de un proceso de crecimiento hacia dentro, de profundización de las experiencias de autoorganización de las comunidades.. Esta experimentación en el terreno del auto-gobierno constituye el nivel más alto de construcción de instituciones que los movimientos han logrado desarrollar por fuera del estado. Y su aparición pública fue tras el llamado “silencio zapatista”, momento fundamental para la reelaboración de su constitución política.
La Otra Campaña, por su parte, obligó a los zapatistas a volver a investigar, a preguntar y a escuchar y llegar hasta el otro lado. El recorrido emprendido –con la propuesta de conclusión en una asamblea constituyente– se emparenta con la historia mexicana de confeccionar “planes” (Plan de Ayala, Plan de Chihuahua, Plan de Guadalupe, etc..) en cada ciclo de lucha popular. Planes que se proponen como mapas de las resistencias de ese inmenso y complejo territorio.
Finalmente, en esta entrevista también aparece la necesidad de un respeto, de una escucha (una modestia), como condición de posibilidad para abrirse a otras luchas, para establecer un diálogo con ellas y no simplemente tomar nota de sus reclamos. Modestia como premisa de una situación común con los otros, donde la presencia de cada quien, mucho más allá de lo mediático, funda una existencia en común.
El zapatismo, desde su aparición pública, fue más allá de una reivindicación indígena, indigenista o indianista. Pudo inaugurar, dice Marcos, un “fundamentalismo de raza”, pero no lo hizo. Ahora, tiene por delante otro desafío: el que le impone la generación del 94: la que creció luego del levantamiento del primero de enero y que radicalizó ese movimiento de apertura a otras formas de política no identitarias. Esa apertura parece depender, en buena medida, del diálogo con otras experiencias, otras formas de autonomía y otros modos de vivir el territorio.
El contexto
La América Latina que emerge de la ola reciente de luchas contra el neoliberalismo, en sus diversas experiencias, es portadora de preguntas fundamentales, disidentes, sobre el modo en que (no) queremos ser gobernados, en que (no) queremos el trabajo, y sobre qué significa construir formas prácticas de relacionarnos en un nuevo tiempo y espacio. Estas preguntas sobre cómo avanzar en la creación de nuevos
terrenos de luchas y de comprensiones colectivas se vuelven centrales cuando –de modo evidente en una parte del Cono Sur de América– el discurso legitimador neoliberal ha sido sustituido por enunciados más híbridos, que contienen, en ocasiones, consignas y experiencias de los propios movimientos de resistencia. ¿Cómo atravesar este período en que las iniciativas autónomas deben afrontar la complejidad de un espacio común con gobiernos (como el de Bolivia) que se nutren de una complicada dialéctica con movimientos anticoloniales largamente resistentes? ¿O, como en Argentina, donde el grueso del movimiento de los derechos humanos encuentra en esa dialéctica un espacio de concreción a muchas de sus demandas fundamentales sobre la justicia y la memoria?
Desde estas preguntas, en nuestro caso, nos sumamos a este diálogo que aspiramos a que no deje de ampliarse en el respeto que los zapatistas proponen como modo de reconocimiento entre las luchas. Diálogo que se nutre desde una presencia viva: la que dice “aquí estamos”, como afirma en las últimas páginas Raquel Gutiérrez.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
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