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Mundial de Fútbol Femenino: El día de la arquera

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Argentina perdió el segundo partido del Mundial Femenino de Fútbol pero «la arquera nos invitó a una fiesta», le escribe Analía Fernández Fuks a Delfina Corti, en otro intercambio de cartas que van y vienen de un pueblito de Francia a Buenos Aires. La figura fue Vanina Correa, arquera argentina, quien atajó un penal, un mano a mano y pese a la derrota fue la figura del partido. Las miradas sobre el 0-1 frente a la poderosa Inglaterra, la clave de los nombres, la predicción de Fontanarrosa, la historia de las invisibilizadas, la sombra de Amadeo Carrizo y la liberación de Higui: todo eso y más en la mirada lúcida e informada de estas dos periodistas.

Buenos Aires, 14 de junio 2019

Anuka:
Acá faltan quince para las doce de la noche y hace un rato terminé de releer a Fontanarrosa. Durante todo el partido, me acordé de él con cada atajada de Vanina: “Se la queda Correa. Salvó Correa, otra vez. Fenomenal, Correa. Correa es notable, hoy”. Y no me refiero, solamente, a lo espectacular de sus atajadas.
(Aunque, acá, hago un paréntesis para preguntarte: ¿vos viste cómo se estira para atajar esa pelota en el penal?).
Cuando te digo que me acordé del Negro es porque en cada atajada se me vino encima aquello que escribió en “Los Nombres”: “Porque también la cosa está en los nombres, en cómo suenan. Porque se puede estar transmitiendo agarrado al micrófono con las dos manos, casi pegado el fierro a la boca, y la camisa abierta, transpirada y abierta, y ahí valen los nombres, tienen que venir de abajo, carraspeados, desde el fondo mismo del esternón, tienen que llegar como un jadeo, lastimarte, tienen que ser llenos, digamos macizos, nutridos”. Nutridos, Anuka. Y yo creo que Correa es un nombre nutrido. Probablemente, sea su doble r. Esa fuerza que recae en esas dos letras cuando uno pronuncia su apellido. Esa fuerza de su nombre que acompañó la fuerza de sus atajadas.
Por eso, cuando llegué, quise releer aquel cuento mientras pensaba en la Flaca, como le dicen. Me puse a pensar en aquella jugadora que estuvo seis años sin jugar a la pelota, madre de dos mellizos; en aquella jugadora que todas las mañanas se come alguna puteada en el trabajo porque cobra impuestos en la Municipalidad de Villa Gobernador Gálvez; en aquella jugadora que ataja en una liga no profesional y provincial, que no pertenece a la AFA; en aquella jugadora que participó de todos los mundiales oficiales que jugó nuestra Selección y atajó aquel día que perdimos 11-0 contra las alemanas en el 2007.
Y, mientras releía, también me puse a pensar “¿qué hubiera escrito Fontanarrosa si hubiera visto a Vanina Correa, arquera de Central, de su querido Central, ser la figura del partido?”. Y resulta que, sin saberlo, descubrí que el Negro escribió sobre ella tiempo atrás, escribió sobre la Flaca y sobre el partidazo que jugó hoy frente a Inglaterra. Lo hizo en algunos fragmentos de sus cuentos. Como, por ejemplo, en uno que decide bautizarla la “Pichona de Cristo” y dice así: “Y bueno, te la hago corta. ¿Sabés quién nos salvó de que nos cagaran, pero que nos cagaran a goles? (La) “Pichón(a) de Cristo”. ¡Dios mío lo que sacó es(a) animal!”. También, lo hizo en otros cuentos donde decidió no ponerle un nuevo apodo y retomó la Flaca, como todos la conocen: “¿Viste que hay partidos en que por ahí te agarran mal parado y los primeros diez, quince minutos, te cagan a pelotazos?… Acá no. No. Fue así todo el partido…Decí que estaba (la) Flac(a)”.
Rosarina y canalla. Como Fontanarrosa. Quizá por eso, hoy los asocié a los dos. Quizá por eso, se me vino Fontanarrosa durante el partido. Y, quizá por eso, en cada atajada de la santafesina, cada vez que el relator repetía una y otra vez su apellido, entendí aquello a lo que se refería el Negro: “¿Cómo puede haber un arquero García por ejemplo, García, qué se va a decir? Volóoo García, si queda en la boca esa sensación desierta y adormecida de cuando uno come pastillas de menta, volóoo García, qué mierda va a volar. Que se quede parado para eso”.
Hoy, volóoo Correa. Ahora sí. Voló con esa misma fuerza que genera la doble r de su apellido. La cosa, también, está en los nombres.
Delfina.

Vanina Correa

Deauville, 14 de junio 2019

Delfi:
El frío costero se cuela por la ventana del hotel de ruta donde me alojo en esta madrugada de un pueblo de 3.700 habitantes, al norte de Francia, en la región de Normandía a cuarenta y cinco minutos del estadio de Stade Océane donde Vanina Correa acaba de atajarle un penal a Parris a los 27 minutos del primer tiempo. Lo intuyo: nuestro intercambio será un devenir de guantes, travesaños y penales. ¿La FIFA le dará el premio a mejor jugadora a una integrante del equipo que perdió? Eso nos habíamos preguntado con las compañeras periodistas cuando terminó el partido, después, claro de haber festejado cada una de sus atajadas. Y sí, eso sucede por primera vez en esta edición. El reconocimiento es para la arquera argentina que mete en el bolso el segundo premio del equipo en este Mundial.
Y yo garabateo reflexiones para compartirte:
1. Alex Greenwood le gana las espaldas a Adriana Sachs en el área, Ruth Bravo llega a ayudarla en la marca y en su afán de quitarle la pelota, la toca de atrás. Quin Liand cobra penal, sin dudar. Nikita Parris, la número siete inglesa se para frente a Vanina Correa, a doce pasos exactamente. El estadio, que por momentos, suena a cantos tímidos y prolijos de la hinchada rival y a eufóricos gritos argentinos, está en silencio. La arquera de Rosario Central mira fijo a la la delantera del Olympique de Lyon que mira la pelota. Quin Liang da la orden. Entre que Nikita patea y Vanina ataja la pelota pasan exactamente tres segundos. ¿Cuántas cosas caben en tres segundos? Quizás quepa una historia entera. Una historia que las cruza a ellas en la cancha y que también las precede. En las tribunas, entre las 20294 personas, dos pioneras del fútbol femenino inglés y siete del argentino miran la escena y recuerdan ese partido del 21 de agosto de 1971 donde se enfrentaron en el estadio Azteca. Quizás cabe la historia de esas futbolistas, las inglesas y las argentinas, que llegaron hasta México sin apoyo de sus federaciones. Quizás quepa la historia de Leah Caleb y Gill Sayell, que al volver de ese Mundial les prohibieron seguir jugando en el fútbol inglés. Quizás quepa la historia de Elba Selva, Marta Soler, Eva Lembesis, Blanca Brucoli, Teresa Suárez, Angélica Cardozo y Betty García que tuvieron que coser su propia indumentaria para jugar ese Mundial. Quizás en esos tres segundo quepa la historia de las que fueron durante años invisibilizadas.
2. La escucho a Vanina después del partido decir que está triste, que pese a su desempeño y al reconocimiento que le dieron está triste. Las compañeras pasan detrás de ella en zona mixta y le palmean la espalda y la abrazan. Dicen: “Sin ella, otro hubiera sido el resultado”. Pero Vanina no sonríe ahí frente a los celulares y micrófonos que la graban. Qué puesto tan complejo, pienso. Me acuerdo de Débora, amiga psicóloga del deporte y cordobesa que me contó alguna vez que cuando trabajaba en un club los que más llegaban al consultorio eran los arqueros. Y recuerdo a mis compañeras de fútbol que cada sábado ocupan ese lugar en la cancha, de su responsabilidad de ser la última de la manada. De esa soledad en la medialuna del juego.
3. En el arco propio, los festejos son del otro lado de la cancha y la rabia siempre cae en casa. Pero no, esta vez la arquera, figura destacada. La arquera, protagonista de la jornada.
4. La arquera, que a pesar de que el equipo haya perdido, nos invitó a una fiesta.
5. Hoy es 14 de junio, dos días después de que en Argentina se conmemora el día del arquero por Amadeo Carrizo. Hace dos años un 12 de junio, el movimiento feminista consiguió la libertad de Higui. En aquel entonces pedimos que sea conmemorado como el día de lxs arquerxs que luchan. Quizás así celebre la lucha Vanina Correa.
Anuka

Mundial de Fútbol Femenino: cartas de París a Buenos Aires

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Blas Correa, y la condena a 11 policías responsables de su muerte: “Esto recién comienza”

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11 agentes policiales fueron condenados por la muerte de Blas Correas en agosto de 2020 en Córdoba, después de 7 meses, 36 audiencias y el testimonio de más de medio centenar de testigos. La sentencia es histórica no solo porque demostró cómo funciona la máquina de violencia institucional, sino porque incorpora la capacitación a todos los agentes de la policía en el trato a víctimas, en el uso de armas de fuego, y obliga que se profundicen los exámenes psicotécnicos periódicos. Estos argumentos fueron planteados por la familia de Blas, que dice: “Marchando el 24 de marzo por mi hijo entendí en el lugar que estoy: vi mujeres marchando durante 40 años y así voy a morir yo, como las abuelas. Ese es el camino”.

Por Bernardina Rosini desde Córdoba. Fotos: Amnistía Internacional Argentina | Nicolás Bertea

“Prometo hacer todo lo posible para que las cosas cambien”.  

Soledad Laciar en una carta dirigida a su hijo. 

Soledad Laciar es la mamá de Valentino Blas Correas, el joven de 17 años que la noche del 5 de agosto de 2020 salió a comer una pizza junto a cuatro amigos -Mateo, Cristóbal, Camila y Juan Cruz- y quien horas se convertiría en una nueva víctima de la policía de Córdoba. 

Vale recordar: los cinco jóvenes regresaban a casa a bordo de un Fiat Argo cuando divisan un control vehicular; Juan Cruz (19 años, quien conduce) al ver que uno de los policías tiene un arma en la mano, se asusta, se saltea el control. Entonces se escuchan disparos. Seis. Uno de impacta en la espalda de Blas, quien siente la herida y le pide a Camila que le de la mano. Van rápidamente a un clínica, la primera que ven, lo bajan a Blas pero en la puerta se niegan a recibirlo, lo suben nuevamente al auto, intentan llegar al Hospital de Urgencias pero nuevamente son detenidos por un control policial; no los dejan avanzar y los obligan bajarse del auto; los amigos de Blas desesperados ruegan que atiendan al amigo herido pero los agentes policiales niegan cualquier asistencia, les piden documentos y hablan por radio. 

Así muere Blas, en el asiento trasero del auto, solo. 

Pero el horror no termina ahí: en minutos las dos duplas policiales que participaron del tiroteo se reúnen y resuelven plantar un viejo revólver calibre 22 y así intentar justificar sus disparos. El elenco policial interviniente lo conforman 13 agentes. 11 acaban de ser condenados (debajo de la nota, el detalle de las condenas).

Hacer historia

La sala del primer piso de Tribunales II en la ciudad de Córdoba está repleta, desborda hacia los pasillos. Amigos de Blas y de los sobrevivientes, hinchas de Belgrano (club del cual Blas era fanático), Abuelas de Plaza Mayo, el Secretario de Derechos Humanos de la Nación, madres que llevan remeras de sus hijos también víctimas fatales de la policía, mucha prensa, y ningún funcionario.

Es una jornada histórica, no sólo por la cantidad de agentes policiales condenados, sino porque la sentencia reconoce a Blas Correas, a su familia y a los sobrevivientes, como víctimas de actos de violencia institucional. Soledad Laciar, la madre, luego señalaría que éste reconocimiento fue el momento más conmovedor de la lectura, puesto que señala a la maquinaria en su totalidad.

Y es que la Cámara 8ª del Crimen de la ciudad de Córdoba dió lugar al señalamiento de la familia de Blas, por un lado, con respecto a la ampliación del alcance de responsabilidades y ordenó investigar al ahora ex Ministro de Seguridad de Córdoba y actualmente legislador por el oficialismo, Alfonso Mosquera, y a la actual jefa de la Policía, Liliana Zárate. 

Al primero, por presuntos actos de corrupción y malversación de caudales públicos al entregar un vehículo judicializado a uno de los comisarios. Mosquera declaró en el juicio que se trató de “una gauchada personal”.

En cuanto a Zárate -que se desempeñaba como titular de Recursos Humanos de la fuerza para aquel entonces- se la responsabiliza de que los policías Lucas Gómez y Javier Alarcón (autores de los disparos) se encontraran en ejercicio a pesar de que sus legajos estaban nutridos con varias imputaciones anteriores al hecho y, en el caso particular de Alarcón, de no haber aprobado una práctica de tiro. A Zárate se la investigará por omisión de los deberes de funcionario público y por las falencias en la formación y el control de los agentes policiales.

El Tribunal también indicó que se inicie investigación judicial y se identifique a los uniformados policiales que durante esa madrugada detuvieron el Fiat Argo y no permitieron que los amigos de Blas lo llevaran al hospital a pesar de la evidente necesidad de atención médica.

Conforme con la sentencia, la mamá de Blas expresó: “Siento que me acerqué enormemente a la justicia, confieso que tenía muchas dudas. Pero para mí es importantísimo que hayan incorporado la capacitación a todos los agentes de la policía en el trato a víctimas, en el uso de armas de fuego, que se profundicen los exámenes psicotécnicos periódicos. Un mes más o menos en las condenas no me significa nada, pero que se realicen cambios para asegurar que ésto no siga pasando, es lo que me importa”.

Además de las capacitaciones a la totalidad de los agentes de la fuerza, se indicó al Ministerio de Seguridad que se retenga el armamento a todo policía que repruebe las evaluaciones de tiro.

“Esto recién comienza” añadió Soledad, porque ahora asegura que irá tras los demás responsables, estará pendiente de la implementación efectiva de lo expresado en la sentencia, y acompañará a las demás familias que buscan justicia por sus hijos. “Ahora será buscar justicia para Joaquín Paredes, tenía 15 años. Les pido que nos acompañen, que no les quede lejos Cruz del Eje”.

Unas horas antes de conocerse la sentencia Soledad ya lo había adelantado “Marchando el 24 de marzo por mi hijo entendí en el lugar que estoy: vi mujeres marchando durante 40 años y así voy a morir yo, como las abuelas. Ese es el camino”.

Las condenas:

  • Lucas Gómez (37) y Javier Alarcón (33) ,autores del homicidio calificado por ser integrantes de la Policía y agravado por el uso de arma de fuego y por la tentativa de homicidio contra los cuatro otros chicos:  condena a reclusión perpetua, inhabilitación absoluta y especial para desempeñar empleo y cargo público.
  • Wanda Esquivel (34), la oficial que plantó el arma que luego se quebró y confesó el delito fue condenada a 3 años de prisión domiciliaria.
  • La oficial  Yamila Martínez (25) fue condenada a cuatro años y tres meses de prisión e inhabilitación especial por tres años.
  • Leando Alexis Quevedo, condenado a cuatro años de prisión.
  • El cabo Ezequiel Vélez (25), a dos años y seis meses de prisión, por lo que no irá a prisión al ser la pena menor a tres años.
  • El subcomisario Sergio González (44); subcomisario Enzo Quiroga (36); comisario inspector Walter Soria (45); el comisario inspector Jorge Galleguillo (46)  el comisario Juan Antonio Gatica (46) condenados por falso testimonio, encubrimiento por favorecimiento personal a cuatro años y diez meses de prisión.
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Daniel Solano: la Corte confirmó la detención de los 7 policías condenados por homicidio

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Los siete policías condenados a prisión perpetua por el asesinato de Daniel Solano, el joven salteño de 27 años desaparecido en Choele Choel el 5 de noviembre de 2011, fueron detenidos tras el rechazo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación a un recurso de queja de los efectivos, y así deberán empezar a cumplir la pena en prisión por primera vez desde la sentencia. El juicio concluyó el 1 de agosto de 2018, pero desde entonces los oficiales Sandro Berthe, Pablo Bender, Juan Barrera, Pablo Albarrán Cárcamo, Pablo Quidel, Diego Cuello y Héctor Martínez estaban en libertad, a la espera de la resolución de la Corte. “Nunca los sacaron de la policía: tenían libertad, cobrando sueldo y portando armas”, dice Leandro Aparicio, uno de los abogados de la familia Solano, que subrayó su “satisfacción” por el fallo: “Uno está golpeado, pero esto da energías para poder avanzar. No hay muchos casos en los que se detengan a 7 policías”.

La desaparición de Daniel se produjo tras un episodio de violencia policial en la vereda de un boliche de la ciudad. Antes había reclamado por su sueldo y el de sus compañeros como trabajadores rurales de la empresa Agrocosecha, tercerizada de Expofrut Argentina. Aparicio: “Fue un homicidio más allá de la desaparición, y fue un homicidio en un contexto de trata de personas, que está denunciada en la justicia federal de Roca, como está denunciado el narcotráfico, pero la causa no se mueve como se debería. Está parada. Pero esto va a servir para darle un impulso a toda esas cuestiones pendientes”.

Pedidos de justicia por Daniel Solano en 2012, a meses de su asesinato.

Entre esas cuestiones, en abril habrá audiencias por la acusación a otros cuatro policías, entre ellos Tomás Vega, a quien la familia lo señala como el “nexo” con la empresa: “Vega estuvo cuando le pegaban a Solano en el boliche. Vio todo eso. Y fue el que estuvo a cargo de la investigación los primeros día de la desaparición”.

Daniel sigue desaparecido. Gualberto, su papá, murió en medio del juicio, sin poder llegar a la sentencia por homicidio, y fue el principal motor de la causa que denunció la desaparición forzada y la connivencia judicial y estatal bajo un reclamo concreto que repitió una y otra vez a lo largo de seis años y medio: “Quiero encontrar el cuerpo y llevarlo”. No se detuvo un día: hizo huelgas de hambre, inició acampes y se encadenó al juzgado para exigir respuestas. Así reveló la trama de explotación laboral en Río Negro, la corrupción judicial que cubrió el caso y logró la detención de los oficiales que hoy están presos. Aparicio lo recuerda: “Nosotros tenemos esperanza de que el cuerpo aparezca. Algún policía capaz que se puede quebrar, o Vega mismo, sabiendo lo que se viene, puede dar información. Hemos hecho lo imposible para que aparezca el cuerpo”.

Compartimos la investigación de MU sobre este caso:

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Sí, podemos: 20 años del No a la Mina de Esquel

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Esquel está cumpliendo 20 años del histórico plebiscito en el que por más del 81% de los sufragios la comunidad votó «No a la Mina» y rechazó así la instalación de la megaminería en la región. A qué le dijeron que «Sí», desde la nota histórica que se hizo desde MU en uno de los tantos viajes, el primero, a la madre de muchas batallas.

El 23 de marzo se cumplieron 20 años del rechazo a la megaminería en Esquel, símbolo de lucha contra los proyectos contaminantes, inconsultos, impuestos en silencio y con violencia, y símbolo también de la democracia participativa, la organización y una lucha que se contagió a otros lugares del país.

En estos días hubo recitales, charlas, caminatas, marcha el 23 de marzo, y este domingo culminará la celebración con un ascenso al cerro Calfu Mahuida, un modo de simbolizar ese contacto permanente de la comunidad de Esquel con la naturaleza.

La historia viva cuenta que un puñado de vecinas y vecinos, que fueron cada vez más, comenzaron a reunirse, a estudiar la situación, a ir a escuelas, clubes, barios, difundiendo capilarmente, en una movilización a la vez inmensa, lo que se estaba tramando para hundir a Esquel en la megaminería. El 4 de diciembre de 2002 fue la primera marcha que reunió a más de 6.000 personas. Nunca desde entonces se dejó de marchar el 4 de cada mes.

Esa creación de movilización involucró otro hecho histórico: se había formado la Asamblea No a la Mina, grupo apartidario, horizontal, democrático, diverso, expresión de las nuevas formas de organización social que emergían en el país tras la crisis de 2001.  

El mecanismo asambleario en el que participaba todo el que quisiera, llevó a presionar la situación hasta obtener la posibilidad de la que se celebraron ahora 20 años: el 23 de marzo de 2003 se realizó un plebiscito en el que la comunidad rechazó por más del 81% de los votos al proyecto que intentaban imponer la empresa Meridian Gold y el Estado. Esquel hizo nacer aquel No, pero además generó un contagio en diferentes lugares en que se manifestaban  conflictos ambientales en todo el país (Gualeguaychú, Famatina, Andalgalá, como emblemas de una actitud ciudadana no ha dejado de crecer hasta hoy frente a diferentes situaciones territoriales, de salud, y hasta de derechos humanos). Se ponía en foco al modelo extractivo.

Desde aquellos años Esquel ha pasado por situaciones de todo tipo que han sido reflejadas tanto en lavaca.org como en la revista MU:

  • la intención de dar vuelta la decisión de la población a través de campañas de acción psicológica y desinformación;
  • el espionaje a vecinas y vecinos que integraban la Asamblea, por parte de la AFI, como forma de amedrentamiento y control social;
  • las presiones políticas y hasta laborales que sufría toda persona involucrada con el proceso asambleario;
  • el contagio fundamental de la acción de Esquel a toda Chubut, que se pobló de asambleas en todo el territorio, incluyendo a las comunidades de pueblos originarios, siempre rechazando los proyectos y negociados minero-estatales;
  • las trampas legislativas detectadas cuando se obtuvo la foto del diputado Gustavo Muñiz (del Frente para la Victoria) chateando por celular con el gerente Gastón Berardi de Yamana Gold, la empresa que había asumido el proyecto para impedir y ningunear la Iniciativa Popular presentada por la ciudadanía para que se convirtiera en Ley;
  • las represiones a los manifestantes en Rawson, cuando la lucha debió concentrarse en la capital provincial; el acoso mediático a toda esta movida en defensa de la naturaleza por parte de buena parte del sistema mediático, dependiente de pautas publicitarias estatales y privadas.
  • Y, por nombrar algo de lo más relevante en los últimos tiempos, el Chubutazo, o “Chubutaguazo”, con que la provincia movilizada logró dar vuelta de un modo comovedor en 2020 un nuevo intento de legislación que bajo el disfraz de una “zonificación” provincial buscaba lo de siempre: ir por la minería. La ciudadanía logró tumbar esa intentona y reponer la ley que prohíbe los megaproyectos extractivos.
  • Otro detalle de estos tiempos: ya hay una tercera generación de integrantes de las asambleas participando plenamente, un sub-17 que demuestra el alcance de todo lo que se ha realizado, también desde el punto de vista inter-generacional.

Esquel fue el nacimiento de la resistencia de Chubut, que no significa solamente un rechazo al saqueo y la contaminación, un No, sino también múltiples Sí:

  • Sí: sí a la vida.
  • Sí a la reivindicación por la positiva de otras formas de producción que no impliquen la destrucción.
  • Sí a la necesidad de licencia social para cualquier proyecto, de cuidado de ambiente como forma de preservación de la vida y el trabajo.
  • Sí a nuevas formas de relación entre lo humano y la naturaleza. A nuevas relaciones también entre las personas para plasmar la idea de que el agua vale más que el oro, y de que el futuro es posible.

Como homenaje a todo eso aquí puede verse la primera de las notas publicadas en MU sobre la asamblea de Esquel: “La madre del No”, para conocer esa experiencia histórica hecha de resistencia, inteligencia, generosidad y, también, alegría.  

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LA NUEVA MU. Lo que está en juego

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