Nota
No es magia: crónica de un comedor hoy

El comedor de la Asamblea del Pueblo en San Telmo reparte 580 almuerzos de lunes a viernes, 300 meriendas, tiene un «roperito» y contiene de distintas formas: por ejemplo, familias reciben comida pero no pueden comprar aceite, azúcar o leche. El público, que se duplicó post Covid, pasó de estar compuesto casi únicamente por personas en situación de calle y trabajadores callejeros, a incorporar trabajadores formales e informales a los que no les alcanza para comer. La discusión de los planes, el apoyo a un Salario Básico Universal, y el trabajo no reconocido a quienes contienen el hambre, la inflación, y la angustia.
La cocina es pequeña para la magia que allí ocurre: dar desayuno, almuerzo y merienda a centenares de personas en el barrio de San Telmo desde hace dos décadas, ininterrumpidamente.
El menú invernal de la primera quincena de julio incluye de desayuno mate cocido o té con pan, que a veces viene con manteca o mermelada. El almuerzo siempre arranca con sopa (de verduras, de fideos, de arroz), un plato que va desde polenta con queso hasta pollo al horno con ensalada, y postre que puede ser fruta de estación, pionono con dulce de leche, gelatina. La merienda es siempre leche, con té o cacao, y pan o galletitas.
La pandemia Covid dejó una demanda duplicada y una nueva modalidad: la gente ya no come en la Asamblea de San Telmo, llega con su tupper y retira las raciones. La dimensión del hambre supera al lugar que hay para sentarse.
Analía Casafú, parte de la Asamblea desde hace veinte años, resume así lo que ve: “Notamos, otra vez, la sensación de angustia, pero no por la posibilidad de enfermar, sino porque por más que se labure, no alcanza”.

Del oro líquido a «pintar» la leche
La Asamblea de San Telmo prepara cada mediodía, de lunes a viernes, 580 raciones de comida. La gran mayoría se reparte antes de las 13 horas a gente del barrio que va con su tupper diariamente. Entre las 13 y 13.30 se entregan además alrededor de 40 raciones destinadas a quienes están en la zona, laburando en la calle.
La merienda son alrededor de 300 raciones más; la mayoría son también del barrio o de familias en donde les niñes van a la escuela por la zona. En vacaciones de invierno, que arrancaron hoy, creen que la demanda va a crecer porque estarán quienes almorzaban y merendaban en la escuela. Para atajarlo pusieron computadora y ayuda a disposición para quienes querían a anotarse en las colonias que el Gobierno de la Ciudad ofrecía.
El desayuno es libre, no lo tienen contabilizado; ofrecen una infusión caliente, más en invierno, a todo aquel que lo necesite. La mayoría que llega en búsqueda de un mate cocido y un pan son personas en situación de calle (según el censo popular hecho por organizaciones sociales en 2019, 7.251 personas) y trabajadores que están en la zona.
“La gente que vino siempre es más bien humilde”, dice Analía. “La que empezó a venir en el Covid no tanto. Algunos, de a poquito, empiezan a venir de vez en cuando. Por ejemplo, una señora venezolana que ahora puso un emprendimiento, va saliendo adelante a medida que puede. Siempre tienen las puertas abiertas, porque también está el tema de que pueden estar laburando pero a veces no alcanza”.
Los viernes, además, entregan alimentos secos y algunos frescos para las familias que tienen la posibilidad de cocinar en sus casas.


“Hay un grupo de gente que si tiene que comprar azúcar, o si tiene que comprar aceite, se les vuelve complicado», explica Analía. «Tampoco podemos entregar todas las semanas todos los productos: hay productos que se entregan cada 15 días, 1 vez por mes, depende el grupo familiar, pero no llega a cubrir”.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) en lo que va del año la inflación es de 36,2%. En el último mes, junio, fue de 5,3%. Y en los últimos doce meses -de junio a junio- de 64%.
La Dirección General de Estadísticas y Censos porteña aporta más datos: la Canasta Básica Alimentaria (que establece el límite de la indigencia) aumentó en junio 5,04% y en los últimos doce meses 64,18%; la Canasta Básica Total (que establece el límite de la pobreza) aumentó en junio 4,85% y en los últimos doce meses 60,77%.
Analía le pone cuerpo a los números: “Los costos de los productos alimenticios se dispararon de una manera increíble. El aceite es oro líquido. Junto con el azúcar y la leche, son los productos más codiciados”.
Un ejemplo: la Asamblea de San Telmo entrega a las familias que asisten una vez por mes un paquete de 800 gramos de leche en polvo, excepto los grupos familiares donde hay más de 3 niños: en esos casos entregan dos paquetes. No alcanza. Las familias “pintan” la leche para estirarla: “Le ponen poca leche en polvo al agua para darle el color blanco y que dure todo el mes”.



El comedor de la Asamblea de San Telmo está enmarcado en los Grupos Comunitarios de la Ciudad de Buenos Aires (desde 2002, gestión Ibarra), lo cual hace que reciban por parte del gobierno porteño alimentos secos y frescos que le permite sostener la olla. A la derecha del escritorio donde está sentada Analía, están los remitos de lo que fueron recibiendo la última semana. Algunas coas:
Arroz: 47 kilos
Azúcar: 22 kilos
Puré de tomate: 112 cajitas.
Aceite: 32 botellas de litro y medio
Pan: 50 kilos diarios.
¿Alcanza? “Hacemos que alcance. No es solo que te bajen la mercadería, sino qué haces con eso”.
A lo recibido por parte del gobierno porteño suman donaciones. Por ejemplo las de la panadería Merci, de un panadero francés llamado Antuan, en el Mercado de San Telmo, que les dona pan diariamente. O la que recibieron hace poco de ACNUR, el organismo de las Naciones Unidas encargado de impulsar acciones para protección de refugiados y desplazados por persecuciones o conflictos, que les reconoció el trabajo que hacen con migrantes otorgando una donación de alimentos, herramientas y utensilios para la cocina.
O la ayuda que reciben del zapatero de la calle Tacuarí y México, que les cobra lo “justo y necesario” para arreglar el calzado que les donan y ellos recirculan. O las familias bolivianas que donaron 30 pares de zapatillas para chicos y chicas. Es que además del comedor la Asamblea de San Telmo tiene un “roperito”, un espacio de vestimenta y calzado que reciben y ponen a disposición de quien lo necesita, como la mamá muy joven que tiene a la bebé pegada en su pecho con una mochilita y mientras busca entre los más de veinte cajones de ropa lo que pueda servir para pasar este invierno.


Analía cuenta el próximo proyecto que tienen en mente: armar un equipo que pueda poner en condiciones la ropa que llega, que algunas veces necesita arreglo o limpieza. Para eso están en vías de conseguir una máquina de coser y un lavarropas. “Es una posibilidad para venir y hacer algo. Reunirte con otros y otras hace que tu dinámica vaya cambiando. De lo contrario, te sumís en el ‘estoy mal’, te la pasás con la tele, y se vuelve frustrante. Porque lo que noto ahora es bastante angustia. Vemos, otra vez, la sensación de angustia, pero no por la posibilidad de enfermar, sino porque por más que se labure, no alcanza. Y también vemos mucha gente que se volcó a la recolección de cartón o de lo que haya, sacan una diferencia pero eso significa estar en la calle, que no es fácil”.
¿La salida dónde la ven? “La cuestión pasa por la deuda interna más que la externa. Poder ponerla en lo que es la educación, lo social, fomentar el laburo. Hoy están con lo de planes sí, planes no, y los planes por sí mismos no te llevan a ningún lado: es una locura pensar que una familia va a poder subsistir con 20 lucas. Sí estamos de acuerdo con lo que sería un Salario Universal, que pueda haber una ayuda básica, y que a partir de ahí cada grupo familiar pueda tener la posibilidad de acceder a un laburo. Sabemos que estamos en una etapa mundial muy compleja pero si un producto sale lo que sale es porque lo fijan en precio dólar, y eso nos caga a nosotros. Así estamos: siempre perdiendo porque otros grupos ganan y son los menos. Mientras tanto, la gente trata de subsistir día a día”.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

Nota
Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
- Revista MuHace 2 días
Mu 204: Creer o reventar
- Derechos HumanosHace 3 semanas
Memoria, verdad, justicia y Norita
- MúsicasHace 2 semanas
Susy Shock y Liliana Herrero: un escudo contra la crueldad
- #NiUnaMásHace 3 semanas
Caso Lucía Pérez: matar al femicidio
- Mu202Hace 4 semanas
Comunicación, manipulación & poder: política del caos