Nota
Plaza de los prostituyentes
Plaza Once cambió de nombre. Desde este miércoles pasó a llamarse Plaza de los Prostituyentes. Fue así rebautizada para denunciar el tráfico y la explotación sexual, en una acción pública que sirvió para lanzar Ninguna mujer nace para puta, el libro que escribieron la boliviana María Galindo y la argentina Sonia Sánchez. Fue una mezcla de escrache colorido, con pinturas sobre el piso: «La prostitución no es un trabajo». Una procesión posterior, por avenida Corrientes, finalizó en el Centro Cultural Ricardo Rojas, donde Liliana López Foresi fue la conductora del acto de presentación de este trabajo editado por lavaca que analiza los cimientos de una nueva forma de construir vínculos que permitan a las mujeres organizarse y rebelarse.
Plaza Once, desde este miércoles, pasó a llamarse Plaza de los Prostituyentes. Una centena de mujeres decidió rebautizarla para denunciar el tráfico y la explotación sexual, en una acción pública que sirvió para presentar Ninguna mujer nace para puta , el libro que escribieron la boliviana María Galindo y la argentina Sonia Sánchez y que acaba de editar lavaca.
Mujeres de todas las edades, acompañadas por un grupo minoritario de hombres, se calzaron una banda cruzada en el pecho que las consagraba como Miss Puta. La excepción era Galindo cuya banda lucía los colores de la bandera boliviana y la leyenda “Eva”, en letras doradas. Cada manifestante, además, enarbolaba una escoba, ese símbolo que caracterizó durante siglos a las brujas, esas rebeldes que eran estigmatizadas, acusadas de pactar con el diablo, y que durante la inquisición solían terminar en la hoguera
Las escobas habían sido disfrazadas de mujeres. Estaban cubiertas por vestidos de diversos colores y modas. Y cada una llevaba en su pecho, como estandarte, un cartel con la consigna “Ninguna mujer nace para puta”. “Estamos aquí para rebautizar esta plaza, una zona liberada para fiolos y policías”, anunció Sonia Sánchez, una de las autoras del libro. “Estamos aquí para construir teoría y propuesta –agregó María Galindo, la responsable de elaborar el concepto y la propuesta que refleja la consigna Ninguna mujer…-, pero no desde la Academia ni desde el púlpito. Las nuevas teorías se crean en la calle. Salen de la calle y vuelven a la calle”.
Sánchez y Galindo hablaban mientras agitaban con ambas manos sendos envases de aerosol. De pronto, los destaparon y marcharon hacia el centro de la plaza rodeadas de todas y todos los manifestantes. La autora boliviana escribió sobre el piso, en perfecta caligrafía manuscrita, el título del libro: “Ninguna mujer nace para puta”. La autora argentina era la encargada de fijar consignas y conceptos: “La prostitución no es un trabajo” o “Acá mandan los fiolos”. Entre pintada y pintada, Sonia proclamaba: “En esta plaza yo he sido explotada. Acá el hambre me hizo prostituta. Este libro para mí es una dulce revancha. Esta es la toma de la palabra directa: por mí no van a hablar más los fiolos ni los parásitos. Decimos basta, la prostitución no es un trabajo; es explotación sexual y es un gran negocio”.
Forros
Mientras las autoras hablaban al pie del mausoleo a Rivadavia, en un cantero de la plaza se reunían dos decenas de mujeres en situación de prostitución convocadas por abogados y militantes –que repartían preservativos entre las mujeres- de la Central de Trabajadores Argentinos. Ninguna de ellas participaba de la actividad ni quería emitir opinión sobre la acción publica que transcurría a diez metros de distancia. “Acompañamos a las chicas tienen algún problema con la policía”, explicaba un abogado vinculado a la central sindical.
“Para organizarnos y tomar la plaza no pedimos permiso a los políticos, los intelectuales, los sindicatos. Tomamos la calle, el espacio público, para desestructurar radicalmente el sistema y construir un lugar donde todas y todos podamos pensarnos felices”, arengó Galindo.
Enseguida, las manifestantes formaron una extensa fila india encabezada por las autoras y comenzaron una procesión que arrancó a contramano por la avenida Jujuy. Las mujeres llevaban vinchas con la leyenda “todas tenemos cara de puta” y acariciaban el cielo con sus escobas. También portaban retratos de Romina Tejerina –la joven que fue condenada a 14 años de prisión por matar a su bebé nacido, producto de una violación- y una serie de mujeres en estado de prostitución que tenían sus rostros tapados con las cajas de alimentos que el gobierno les provee. “Este es un estado proxeneta, que te da forros y alimentos para que te sigas prostituyendo, en vez de darte un trabajo que te saque de la calle”, señalaba Sonia.
El subcomisario sorprendido
Muchos transeúntes miraban sorprendidos y preguntaban con asombro “¿Qué es esto?” Dos hombres de remera roja, sentados en una esquina de la plaza se lamentaban: “Justo que vinimos a ver su levantábamos algo, enganchamos la manifestación”. Otros, leían las consignas de las pancartas y preferían el chiste fácil y poco sutil. Pero ellas, no se amilanaban y los interpelaban.
La procesión dobló en Corrientes y cortó la calle a la altura de Azcuénaga. Mirando a los autos que tronaban sin cesar sus bocinas, gritaron: “Ninguna mujer nace para puta”. Y siguieron caminando a paso firme hacia el Centro Cultural Ricardo Rojas, al 2000 de Corrientes, donde se realizó la presentación del libro.
La sala Leopoldo Sosa Pujato quedó totalmente sobrepasada. Todas las sillas estaban ocupadas. Había gente en el piso, muchísimos vieron el acto de pie, y muchos se quedaron afuera. “Soy feminista y acuerdo con todo esto. La prostitución es un trabajo, el fiolo explota sexualmente a la mujer y la policía y el Poder Judicial son cómplices. Hay 4.000.000 de mujeres que anualmente son ingresadas al circuito de la explotación sexual”, explicaba una mujer mayor canosa que se había apoderado de la primera fila.
Afuera, se había acercado un subcomisario, preguntando por los organizadores. El hombre, preocupado, había dejado apostado a decenas de efectivos en la puerta del centro cultural: “¿Qué van a hacer?”, preguntó con autoridad. “Presentar un libro”, fue la respuesta que obtuvo. Las cejas del comisario se arquearon. “¿Y después?”, continuó el interrogatorio. “Terminará el acto y cada uno se irá a su casa”, le contestaron. “¿Y para qué me mandaron acá con 40 hombres?”, masculló sin que nadie pudiera darle esta vez una contestación.
El silencio y la subversión
Adentro, custodiada por las escobas que fueron prolijamente colocadas a su espalda, Liliana López Foresi oficiaba como maestra de ceremonias en el acto de presentación. “Me parece fantástico la eliminación de eufemismos y que sean las propias protagonistas quienes hablen de sus problemas y no otros que los interpretan, resignificando sus palabras y construyendo otra realidad”, abrió la periodista, elogiando el libro.
Desde entonces, Galindo y Sánchez se alternaron en el micrófono para desgranar una y otra los principales conceptos del libro. “Este trabajo no es la patética recolección del testimonio de nadie. Es un desafío, ¿cómo nos vamos a organizar las mujeres? Estamos hartas del fracaso de nuestras organizaciones y movimientos, por eso es necesario repensar todo. ¿Vamos a convertirnos en un sujeto político? ¿Seremos subversivas o seguiremos siendo convidadas de la mesa patriarcal? Este libro es un planteo político, ideológico y filosófico. La anfitriona del cambio social es la puta, que no ha sido excluida sino omitida en todos los sistemas económicos, políticos e ideológicos. Por eso la puta puede desarticular y ser altamente subversiva”.
Sánchez eligió hablar del silencio. Dijo que la mujer ya llega muda a la prostitución, una práctica que simplemente fortalece un silenciamiento que se ha construido año tras año. “Esta mudez está hecha de violencia psicológica y física. Y mientras nosotras callamos hablan todos: el Estado proxeneta, el sindicalismo proxeneta y el fiolo, que está en la casa de todos. Recuperar la palabra es un acto de rebeldía y desobediencia. Por eso para mí este es un día muy feliz”. La sala empezaba a llenarse de atención, entrecortada con los aplausos.
Juntas, revueltas y hermanadas
La autora argentina también habló sobre la soledad de la puta y sobre los parásitos que viven de ella: “¿Quiénes son los parásitos? Políticos, policías, la Iglesia, las empresas, el Estado, los abogados, las ONG, las trabajadoras sociales, las psicólogas. Produce dolor nombrar a los parásitos, porque ves la mierda y las mentiras que te han rodeado. No se olviden que el parásito es el que vive de tu esfuerzo físico y mental. Los desafío a que encuentren sus propios parásitos. ¿Ustedes son capaces de nombrarlos?”
“El tema de las putas no es exclusivo de las putas”, agregó Galindo cuando volvió a tomar el micrófono y pidió un esfuerzo conceptual: “Basta de interpelar a la puta, interpelemos el libre albedrío de ser marido y prostituyente, de ser cura y prostituyente, de ser hermano y prostituyente. En el pacto prostituyente-prostituta –que no es un pacto-, ¿dónde te colocas tú?”
La boliviana también habló del espacio político que ocupa el libro. “¿Qué sentido tiene colocarse en las filas de inclusión que plantea el neoliberalismo?”, se preguntó. “El espacio político desde el que hablamos es insólito, indigesto, insoportable, inaceptable. Es la alianza entre quienes tenemos prohibido aliarnos. Somos indias, putas y lesbianas. Juntas, revueltas y hermanadas. No tiene valor juntarse desde el concepto que somos todos iguales. Primero porque es una ficción, después porque sería una homogeneización que haría tabla rasa con nosotras. Ninguna lesbiana es lesbiana y punto, ninguna puta es puta y punto. Ninguna madre es madre y punto. Eso sería solamente vernos desde el lugar que el sistema nos asignó”.
Con esa intervención de Galindo, seguida de una ovación, finalizó la presentación del libro en el Rojas. Pero la marcha de las putas continúa. El viernes 8 a las 20, habrá una nuevo encuentro en el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales (Ramos Mejía 841), el sábado 9 a las 10 la reunión será en el Comedor Felices Los Niños, del Bajo Flores (teléfono 4918-9907) y el último encuentro se llevará a cabo el miércoles 13 a las 19 en el Instituto Gino Germani, Uriburu 950.
Nota
La Estela: tierra guaraní en escena

Las actrices Casandra Velázquez e Ivana Zacharski crearon un unipersonal sobre una niña litoraleña que descubre aventuras al amparo del monte misionero. El calor agobiante, la siesta obligatoria, los árboles de yerba mate y las leyendas de ese territorio se cruzan con la inspiración de Clarice Lispector como punto de partida.
Por María del Carmen Varela
A la hora de la siesta el pueblo entra en una pausa obligatoria barnizada por un calor agobiante. Ni el sueño ni el sofoco detienen a la niña, que abandona su cama con sigilo y logra escapar al amparo del monte. Encuentra en la intemperie el abrigo que no es costumbre en su casa. Cada día la espera una aventura distinta, aunque no siempre hay juego y risas. Rebelde, divertida, decidida, busca compañía para sus andanzas y si no la encuentra, transita en soledad. La salvación a cielo abierto, la naturaleza como sostén y una fascinación: “La Estela”.
La actriz y bailarina Casandra Velázquez y la actriz y directora de teatro Ivana Zacharski dieron luz a esta niña litoraleña sumergida en la vastedad de un paisaje indómito y deslumbrada por Estela, la joven esquiva con mirada de pantera. Ivana y Casandra se conocieron a sus 18 años tomando clases de actuación con Pompeyo Audivert en el Teatro Estudio El Cuervo, poco tiempo después de que cada una viniera a estudiar teatro a la Capital. Casandra nació en Rosario y creció en Venado Tuerto (Santa Fe), Ivana es de Apóstoles, Misiones, donde se desarrolla esta historia que juntas llevaron a escena. Este universo, recorrido por Ivana, de tierras guaraníes surcadas por árboles de yerba mate y leyendas de peligros a la hora de la siesta, fue la inspiración para La Estela.
Ivana tenía ganas de dirigir un unipersonal y eligió a su amiga Casandra para actuarlo. El punto de partida fue un cuento de Clarice Lispector: La relación de la cosa. Casandra: “Los primeros encuentros fueron sin texto, nos acercamos a la obra desde el cuerpo, la respiración y la carne. En los primeros ensayos bailé un montón, unas danzas extrañas, medio butohkas, transpire, canté, corrí, toqué el bajo. Ivana empezó a escribir y yo a probar y actuar todos esos textos e hipótesis, el insomnio estaba presente, la obsesión con el tiempo, los fantasmas del futuro, algo vinculado a la materialidad del agua y el devenir del río. Aparecieron unos cuentos protagonizados por distintas niñas en paisajes litoraleños. Nuestro personaje de ese momento: una mujer en medio del insomnio, se contaba esos cuentos a ella misma para poder dormir”.

Foto: Gentileza La Estela.
Después de que Ivana hiciera un taller de escritura con Santiago Loza y Andrés Gallina, la historia fue tomando fuerza. Cuenta Casandra que algo se abrió y comenzó a aparecer la trama: “La obra apareció y nos empezó a hablar. Nos metimos adentro de esos cuentos, de esos paisajes y de esas niñas y dejamos de lado todo lo demás. Apareció algo muy mágico entre nosotras, algo de eso que las obras permiten, que es crear un universo común, descubrir conexiones y relaciones nuevas. Sentía que la obra estaba apareciendo y tenía voz propia, apareció el cuerpo de la obra y una forma de narrar”. Casandra recorre el escenario y su fuerza expresiva invita a adentrarse en la historia de esta niña llena de vitalidad y asombro. La vemos en su habitación, presa del calor de la tarde, en busca de libertad y juego, invocando protección divina cuando algo se le escapa de las manos, trabajando en el puesto rutero, pateando una pelota, como se patea a la injusticia, hipnotizada al descubrir la mirada felina de “la Estela”.
El entusiasmo de la juventud, las tragedias inesperadas, las súplicas, el goce de la novedad caben en ese cuerpo palpitante de sueños. Ivana y Casandra apelaron a sus propias vivencias para hilar la narración. Casandra: “Las dos pasamos nuestras infancias y adolescencias medio punkis en distintos paisajes litoraleños, lejos de esta ciudad, sus ritmos y velocidades. Había algo de ese universo común, de elegir siendo muy chicas irnos de las ciudades donde crecimos, que empezó a operar, casi telepáticamente. El ejercicio de revisitar esos paisajes y poblarlos de ficción fue fascinante, mirar el mundo con ojos de infancia nos abrió mucho permiso y nos devolvió mucha vitalidad, nos permitió vincularnos con la violencia, el dolor y la crudeza de crecer desde un lugar de mucho delirio y mucho juego. La obra es bastante impune en ese sentido, el relato no pide permiso, ni da explicaciones, sólo sucede. Justicia poética, decimos, un conjuro de liberación”.
Al cabo de dias de ensayo, la voz de la niña litoraleña comenzó a asomar y Casandra hizo un trabajo específico con la coach vocal Mariana García Guerreiro. El actor Iván Moschner también se sumó a pulir el fluir de la voz. Escuchar radios misioneras, discos y entrevistas a Ramón Ayala y otrxs artistas misionerxs colaboró con esa tarea. La niña que sube el escalón hacia la adolescencia, la que se enfrenta al monte y sus amenazas, se abre paso en la oscuridad con la lumbre de su irreverencia. Salvar y ser salvada, desafiar la imposición de la siesta, para correr a soñar despierta.
La Estela
El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960, CABA
Sábados a las 18 hs, hasta el 27 de septiembre
@laestela.obra
Nota
Litio: nace un nuevo documental

Este viernes 29 de agosto se presentará un nuevo contenido de Cooperativa de trabajo lavaca: Litio. Un documental dirigido junto a Patricio Escobar que refleja la lucha de las comunidades originarias y el paralelismo entre la reforma (in)constitucional de Jujuy, como experimento hacia la Ley Bases votada a nivel nacional.
“Te cuento esta historia, si me prometés hacer algo. ¿Dale?”.
Así arranca el documental Litio, una historia de saqueo y resistencias, que continúa…
Un documental independiente y autogestivo de cooperativa lavaca y dirigido en conjunto con Patricio Escobar, que traza un hilo conductor entre la reforma (in)constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Este proyecto tiene algunas particularidades: por un lado, no se trata de una única pieza audiovisual, sino de varias. Una más larga, de 22 minutos; y otras más cortas, de menos de 6 minutos. Por otro lado, se propone un documental en construcción permanente, al que se le irán agregando nuevas piezas de una cadena extractivista que parece no tener fin. Para esto, creamos una página web (que también estrenaremos el viernes 29) en la que iremos agregando los nuevos eslabones que surjan a futuro relacionados al oro blanco.
LITIO muestra cómo viven las comunidades de la puna jujeña en la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, y a la par, zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. Dato insoslayable: para obtener un kilo de carbonato de litio se utilizan hasta dos millones de litros de agua. Las imágenes se entrelazan con los ostentosos congresos mineros, la represión policial a las manifestaciones por la reforma (in)constitucional y la resistencia de un pueblo que no otorga la licencia social a la explotación minera.
“¿Cuánto cuesta, cuánto vale… nuestra Pacha?”, cantan las comunidades originarias. Esa bandera hecha canción – y esa pregunta- se construye a través de distintas entrevistas a las comunidades Santuario de Tres Pozos, Lipán, El Moreno, Tres Morros, Potrero de la Puna, así como a otros actores. También evidencia el silencio de las autoridades, que no quisieron hacer declaraciones públicas. “Todas las Salinas están cuadriculadas de pedimentos mineros. Allí viven las comunidades y debajo, en el subsuelo, están las minas”, cuenta Alicia Chalabe, abogada de las comunidades.
El documental plantea una premisa: la reforma (in)constitucional de Jujuy en 2023 impuesta por el entonces gobernador Gerardo Morales –a merced de la explotación del litio, ya que modificó el régimen de agua, de tierras fiscales y de la propiedad privada, y ratificó la propiedad exclusiva de la provincia sobre los recursos naturales, entre los que incluye el subsuelo y el mineral de litio– fue el experimento que sirvió de antesala a la Ley Bases aprobada en 2024. Esta profundizó no sólo la matriz extractivista mediante enormes beneficios fiscales a empresas mineras, petroleras y del agronegocio, sino también las relaciones carnales con Estados Unidos y particularmente con Elon Musk, dueño de la empresa Tesla que construye autos eléctricos, para lo cual el litio es fundamental.
LITIO termina con tres palabras, y se erige como punto de partida:
“Esta historia continuará
¿Dale?”.
Te invitamos a seguir construyendo esta historia, este viernes 29 de agosto a las 20, en MU Trinchera (Riobamba 143, CABA).

CABA
Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?
Por María del Carmen Varela
Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?
La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.
Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.
¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.
Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.
En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.
Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.
NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA
Miércoles 30 de julio, 21 hs
Próximas funciones: los viernes de octubre


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