Nota
Veganos, carnívoros, gauchos y otras cuestiones políticas
La irrupción de grupos veganos y animalistas en una exhibición de la Sociedad Rural y la respuesta violenta que provocó hace emerger problemas políticos y productivos cruciales ignorados por la campaña electoral y por el periodismo del espectáculo político. Algunas cuestiones, lecturas y herramientas para abrir debates que consideren la salud, la vida, la producción y el futuro, más acá de la grieta.
Foto: Nacho Yuchark
Jóvenes con carteles denunciando el sufrimiento animal y el cambio climático, con la respuesta de empujones y rebencazos de paisanos que defienden ese territorio que no es suyo sino de las exhibiciones rurales de sus patrones, mientras desde las tribunas el público acompaña el enfrentamiento repudiando a los invasores al grito de “basuras” y aplaude a los jinetes que topetean jóvenes desde sus caballos.
Los 40 activistas enrolados en organizaciones como Voicot, Acción Animal o Direct Action Everywhere (acción directa en cualquier parte) se lanzaron a la pista principal de La Rural en un intervalo del concurso de aperos con pancartas en las que se leía principalmente la palabra “Basta”, y reclamos contra la muerte y el sufrimiento de los animales. Así provocaron todo lo que provocaron.
¿Qué dejó ver y qué no todo este acontecimiento?
Algunos apuntes para salir del show.
Lo que no se habla. Estos temas involucran el presente y el futuro, pero casi nunca forman parte de las campañas electorales, ni de la agenda de los medios, dedicados a otras hipnosis. Esta vez cambió la historia por la aparición disruptiva de los activistas en uno de los emblemas del modelo de agronegocios.
La atracción de la carne. Los veganos rechazan el consumo de animales y sus derivados (lo que incluye carnes, huevos, lácteos, pescados). Empiezan por denunciar el sufrimiento y muerte de los animales. Es una posición filosófica y práctica que denuncia principalmente –de modo expreso o tácito- a la industria ganadera que a través de los feed lots concentra el 90% de la carne que se consume en el país.
Ganado dopado. En los feed-lots se concentran y hacinan multitud de animales, alimentados a granos y no a pasto. Esto cambia una cuestión: dejan de ser rumiantes, al ser alimentados por granos que además son transgénicos (por eso el boom del monocultivo de soja, que Argentina exporta para alimentar ganado chino y europeo, principalmente). Los animales viven sobre sus propios deshechos y deben ser tratados con toda clase antibióticos, medicamentos, vacunas y anabólicos que evitan enfermedades por las condiciones de hacinamiento, y se les acelera el crecimiento para rentabilizar la producción. A esto se agrega la denuncia sobre el estrés de animales criados de tal modo, y los efectos en sus cuerpos en el momento en el que van al matadero.
Efectos y cáncer. En términos prácticos, los animales son convertidos además en un producto, en una mercancía. Los efectos de toda esta combinación tanto en la carne como en quienes consumen esa carne, son desconocidos aunque merecerían ser investigados por la salud pública local y global. Dato (casi) oculto: en 2015 la Organización Mundial de la Salud a través del IARC (sigla en inglés de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer) catalogó a la carne procesada (hamburguesas, salchichas, etc) como “cancerígena” y a las carnes rojas como “posiblemente cancerígenas”.
El cambio climático. Los activistas señalan otra cuestión invisible: la industria ganadera genera más emisiones de gases con efecto invernadero que todo el transporte mundial. Sin embargo la tendencia global es a incrementar el consumo de carne en alrededor de un 70% en los próximos 30 años, lo cual rompería los límites de calentamiento global aceptables aún en el caso en el que se dejaran de utilizar definitivamente los combustibles fósiles (necesidad que también forma parte de la agenda del presente y del futuro).
El consumo. El problema de la industria masiva de la carne revela la importancia de encarar una transición a estilos de consumo que al menos reduzcan la incidencia de la carne y los derivados animales en la dieta humana.
Lo que no se aclara. La posición vegana descubre este problema, aunque no siempre queda clara la diferencia entre la producción masiva de los feed lots, y lo que realizan productores agroecológicos, campesinos y comunidades originarias también con animales. La posición filosófica frente a la muerte de otras especies resulta diferente en términos prácticos si se habla de una corporación, o de los métodos de cría que utilizan campesinos por ejemplo del MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero), la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra) o comunidades indígenas. Hay allí saberes y prácticas que no chocan con el medio ambiente y que funcionan como indicios de cómo recuperar un tipo de producción agropecuaria más sana.
Más sobre este tema:
Qué es la UTT, qué propone y cómo se pueden comprar alimentos a precio justo y sin venenos
Otra producción limpia. Otro caso que no se menciona es el de los productores agroecológicos extensivos (que ya abarcan unas 80.000 hectáreas en el país) que utilizan la ganadería a pastos haciendo una rotación que permite nutrir y fertilizar suelos devastados por el monocultivo y los agrotóxicos. Esa recuperación de suelos es la que a su vez permite elaborar otras producciones de alimentos, granos, hortalizas, que no son transgénicas ni requieren ser fumigadas, y que son las que permiten pensar en una nueva matriz de producción y de alimentación.
Un ejemplo de este tipo de diseño de campo:
El monocultivo. El debate sobre la producción de carne introduce un tema que en este episodio los grupos veganos y animalistas no han alcanzado a tocar: otro efecto de los feed lots (además de maximizar ganancias empresarias) es que permiten el vaciamiento de los campos para realizar monocultivos transgénicos, como lo vive la Argentina con la soja en modo creciente desde 1996. Ahí se encuentra la base del agronegocio con diversos efectos: deforestación (para ampliar la frontera agropecuaria), contaminación (empezando por más de 12 millones de habitantes de los pueblos fumigados en las zonas sojeras, y los múltiples casos de cáncer, malformaciones y enfermedades denunciadas a lo largo de los últimos 20 años), contaminación del agua (la Universidad de La Plata ha verificado la presencia de glifosato en el agua del Río de la Plata, en la lluvia y en los algodones de venta comercial). En Malvinas Argentinas, Córdoba, la movilización social logró un hecho inédito y altamente político: se logró expulsar a Monsanto que intentaba instalar allí una planta de procesamiento de semillas. En Entre Ríos, la movilización provincial logró detener una ley de ampliación de fumigaciones y un fallo del Tribunal Superior de Justicia alejando las fumigaciones a 3.000 metros (aéreas) y 1.000 metros (terrestres). El presidente Macri dijo que ese fallo es “irresponsable” y el candidato Alberto Fernández planteó que hay que “buscar un punto intermedio”, lo cual permite sospechar que el conflicto seguirá abierto, gane quien gane.
La matriz social. Con los campos vaciados, y en manos principalmente de escasas corporaciones y grupos dedicados a los negocios, la Argentina se ha convertido en uno de los países más urbanizados del planeta: 92% de sus habitantes viven en zonas urbanas, con todos los problemas que eso genera. La vida rural está al borde de la extinción, lo cual agrava el hacinamiento urbano. Las recientes experiencias agroecológicas proponen un cambio de rumbo, recuperando suelos, campos y posibilidades de vida que además aportan a desarrollos objetivamente sustentables.
Sobre este tema:
El hambre. Los defensores del monocultivo de soja plantean que esa producción y exportación termina sirviendo para alimentar a la humanidad. La realidad: con todos los años de viento de cola, producciones cada vez mayores, 400 millones de litros de venenos rociados en el país, y cosechas récord, Argentina no parece haber alimentado a la humanidad ni a su propia población, que sufre cada vez más los efectos de la crisis mientras el modelo se sigue enriqueciendo. El hambre pura y dura, el consumo cada vez menor de alimentos, las familias que pasaron a comer una sola vez por día, los comedores sociales y eclesiásticos atiborrados, y la desnutrición como signo del presente vuelven a estar en el centro de la realidad.
Pesticidas e industria. El planteo vegano deja abierto un dilema: no comemos animales ni sus derivados, pero ¿cuál es la opción? ¿Las proteínas vía soja transgénica (que es donde comienza gran parte del problema)? ¿El consumo de frutas y verduras que universidades y organismos oficiales han demostrado contaminadas por pesticidas en un 70%? ¿La comida empaquetada de la industria? Estos dilemas no son para retrucar el pensamiento vegano, sino para abrirlo a cuestiones que no se alcanzan a solucionar con el viraje a una dieta sin carnes ni derivados animales que, vale decir, en tiempos de crisis económicas se vuelven más compleja.
Para leer sobre estas cuestiones:
Los medios. Las acciones del sábado pasado confirman lo que sabe cualquier persona o grupo que atraviesa por una situación conflictiva: la censura e invisibilización actual sobre lo social no es ya solo producto del Estado sino también de los propios medios. Si no se gana la calle, el espacio público, si no se rompen de algún modo moldes y estereotipos, cualquier reclamo por legítimo que sea suele ser ignorado o criminalizado. Que el conflicto sea tomado por los medios tampoco es una garantía de nada, pero a veces permite salir de la oscuridad y ampliar los márgenes del debate. Lo que más ruido hace parece seguir siendo mantener la movilización.
Lo generacional y lo político. Meterse en el centro de la Rural con una protesta inédita fue pura política, en el sentido genuino de la palabra para discutir o al menos abrir un debate sobre alimentación, las formas de producción y la cultura, también. Los jóvenes tal vez sean parte de una generación que intenta lo político sin creer ni confiar en lo partidario, lo cual dificulta lecturas simplistas en contextos electorales. El nivel de compromiso y de movilización (más allá de los acuerdos o rechazos que puedan generar sus ideas) son un indicio de interés por lo público, de falta de apatía, de no resignación a la fragmentación social ni a mandatos que cada vez se hacen más anacrónicos. En cualquier caso, no parece haber detrás de esa búsqueda otra cosa que la búsqueda de mejores formas de vida. Cualquier debate que apunte a esas cuestiones es crucial frente a modelos productivos y sociales que arrasan con bienes comunes y recursos naturales, que empobrecen, aíslan, contaminan y enferman.
Salidas. La organización internacional Grain publicó un informe en el que no solo describe la situación y los efectos de la industria ganadera, sino que plantea opciones: alejarse de carnes y lácteos de origen industrial, detener los llamados acuerdos de libre comercio e inversión, reducir el consumo de carne y eliminar la superproducción, apoyar la producción en pequeña escala y a los mercados locales.
Estos apuntes veloces merecen ser ampliados y corregidos, buscando nuevas conversaciones, nuevos horizontes; el conflicto en la Rural ha sido, en todo caso, apenas otro disparador para escuchar otras voces y otras propuestas que mes a mes profundizamos en nuestra agencia www.lavaca.org y la revista MU.
Aquí aún más material para quienes estén interesados en estos temas, y que siga el debate:
El Atlas de la carne – Hechos y cifras sobre los animales que comemos editado por la Fundación Heinrich Boll.
Nota
Más allá de tu vereda: un documental sobre personas en situación de calle en CABA

Más allá de tu vereda.
Así, a secas, es el nombre del documental que acaba de estrenarse.
No es un documental más. Así se llama el programa de radio de y para personas que viven o vivieron en la calle, que se realiza semanalmente en la organización Sopa de Letras. Esta cobija y aborda la problemática así como la salud mental, desde hace más de 10 años en el barrio porteño de Parque Patricios.
El documental explicita la importancia de la radio, el valor de la comunicación, la potencia de lo colectivo, la necesidad de comunicarse, y que alguien escuche del otro lado, o mejor aún: al lado. Y también refleja la historia de Víctor Rodríguez Lizama, su director, que tiene 64 años y vivió varios en situación de calle.
El Cuervo, como le dicen a Víctor por su fanatismo por San Lorenzo, visibiliza en primera persona junto a otrxs protagonistas lo que se ve a diario, pero no tanto. Lo que se sabe, pero no tanto.
En Más allá de tu vereda, Víctor entrevista a muchos de los integrantes del programa que se emite en Radio Parque Vida (105.9) desde hace más de tres años.
Marcela dice que antes sólo escuchaba. Y que ahora se animó a decir.
Luciana dice que perdió un poco la timidez. Y que, quizá, eso la ayudó a crear la sección “la música que nos hizo”.
Cata dice que encontró un espacio para hacer arte. Para animarse a leer sus poesías.
Alicia dice que antes hablaba “poquito”. Y que ahora “habla un poquito más”.
Lautaro habla cuando llora, emocionado. Dice que no tenía experiencia. Y que ahora se sorprende de sí mismo.
Juan Bautista dice que es el encargado de informar las noticias. Y que ahora sí, alguien escucha su punto de vista.
Cristian dice que está más atento a su alrededor. Tanto, que ahora se anima a opinar.
Víctor dice que hasta no hace mucho, había personas que no agarraban el micrófono. Y que ahora no lo quieren soltar.



Termina el documental, con una última imagen; pantalla en blanco y una sola línea en letras negras.
«A todos los que estuvieron en situación de calle y ya no están».
Hay aplausos, hay felicidad, hay valoración.
Hay orgullo.
Luego, se abre el micrófono para que quien quiera diga lo que quiera.
Jorgelina: “Hagamos más radios”.
Adrián: “Podría estar en cualquier otro lado, haciendo cualquier otra cosa en este momento y gracias a ustedes estoy acá, me ayudaron un montón desde lo emocional”.
Cierra Víctor Rodríguez Lizama, con la remera puesta de su San Lorenzo querido y su pelo repleto de canas:
“La finalidad de este documental es mostrar cómo a través de la salud mental podemos llegar a la gente invisibilizada, que está ignorada. Ojalá que se reproduzca en otros lugares, que sirva de herramienta para salir adelante. Hoy hay mucha más gente viviendo en situación de calle. Además de haber vivido mucho tiempo, participé de los censos populares. Recientemente censamos en la comuna 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución) y sólo acá contamos 1480 personas, por donde vos camines están. En la olla popular que hacemos en el Parque Lezama se ve algo similar al 2001. Más personas en calle y más hambre”.
Detrás del Cuervo hay un pizarrón donde se completa al nombre de su documental:
“Más allá de tu vereda,
hay otra realidad,
atrás de tu puerta”.
Al costado, un mural con un puñado de palabras escritas en letra cursiva:
“Hasta que no quede ni una sola persona en situación de calle,
allí seguiremos estando”.
Nota
La muerte ocurre en vida: se fue Mary, jubilada que no recibía medicamentos oncológicos

Este domingo a la madrugada murió María Teresa López, asambleísta contra la contaminación en su ciudad natal, Caleta Olivia, luego mudada a Capital Federal y parte del grupo Jubilados Insurgentes. Mary se enfermó de cáncer producto de la contaminación que ella misma denunciaba, y luego fue abandonada por el Estado en modo motosierra: el PAMI se negaba a entregarle medicamentos, pese a amparos judiciales a su favor. Una historia que genera bronca e impotencia, pero que a través del recuerdo de sus compañeras de lucha se revela como una lección de vida, en el más profundo sentido de la palabra: lo colectivo frente a lo personal, la idea de no perder el tiempo, la movilización permanente, la generosidad, la sabiduría, y qué es la muerte.
Por Franco Ciancaglini
Algunos dirán que Mary era bajita y otros que tenía el porte enorme de Nora Cortiñas.
Desde la pandemia solía esconder su sonrisa detrás de un barbijo, aunque sus motivos de alegría eran cada vez menos:
- su salud era cada vez más delicada;
- los medicamentos oncológicos no llegaban;
- y la lucha que encaró desde siempre —primero en su Caleta Olivia natal contra la contaminación, luego contra el sistema de salud público y, al final, como parte del grupo Jubilados Insurgentes— cada vez implicaba poner más el cuerpo.
Fue su cuerpo lo que, este domingo 21 de julio, dijo basta.
Mary se convierte así en algo odioso: un símbolo. Un símbolo de la muerte sistemática que genera un sistema que enferma y abandona. Pero también en un símbolo de lucha por la vida, en el sentido más profundo de la palabra.

Contaminada
María Teresa López nació en 1959 en Caleta Olivia, Santa Cruz. Falleció el domingo pasado a sus jóvenes 67 años, en un hotel de la calle La Rioja, en Once, ciudad de Buenos Aires. Sí: vivía en un hotel. Sola, producto del desarraigo que le produjo tener que trasladarse para atenderse de un cáncer de hígado.
Ese fue el diagnóstico médico: una metástasis que avanzó en el último tiempo al ritmo frenético de una motosierra.
La causa que no figura en su partida de defunción es aquella que ella misma denunció hasta el final: a Mary le negaban medicamentos oncológicos indispensables para su tratamiento.
Lo que tampoco figura en su partida es que Mary fue arrancada de su Caleta Olivia natal porque se enfermó, al igual que decenas de personas de esa localidad, producto de la contaminación del agua por actividades extractivas en la zona.
Contaminada
La vida de Mary fue la de una militante social de una estirpe rara: austera, firme, silenciosa, estudiosa, imparable.
Sus compañeros reconstruyen sus historias: que de chica le hicieron un test de inteligencia y un profesional le dijo a su madre que ella era más o menos superdotada; que seguramente podría hacer dos carreras universitarias a la vez; que terminó la secundaria antes de tiempo y luego cursó dos carreras; que se enganchó con el ambientalismo muy joven y empezó a investigar cuando las empresas petroleras negaban la contaminación de las napas de agua.
Formó parte de la Asamblea Ambiental de Caleta Olivia, desde donde luchó sin descanso contra la contaminación provocada por el fracking. Mucho antes de enfermarse, denunciaba que el agua que llegaba a las casas estaba contaminada con petróleo. Lo sabía por la evidencia científica más contundente que tiene una comunidad contaminada: que sus vecinos, familiares y amigos enfermen y mueran.

Ante los medios Mary describía lo que vivía y veía alrededor: “La gente se muere o queda discapacitada”. En una entrevista para el programa Conciencia Solidaria, precisaba sobre su territorio:
- “Caleta Olivia… tiene un problema grave: falta de agua potable, y encima está contaminada por la industria petrolera. Los muestreos de agua que hemos sacado y analizado han dado positivo: está contaminada el agua que estamos tomando.”
- “La situación es muy grave, se está muriendo muchísima gente de esas 11 localidades, 9 están en terrible condición… además tuvimos un caso muy grande de gastroenteritis que afectó a 340 personas”.
También contextualizó el vínculo entre agua contaminada y salud pública: “Los metales pesados son cancerígenos, mutagénicos, van mutando de una generación en otra… nacen chiquitos con problemas… o fallecen de cáncer».
Denunciaba en Caleta Olivia la presencia de hidrocarburos, arsénico y metales pesados en el agua, además de enfermedades poco frecuentes que, como decía ella, “no tienen cura” y crecen en esa región patagónica. Alertaba con claridad: “No es solamente cáncer, sino Enfermedades Raras o Poco Frecuentes. Muchos pacientes no están bien atendidos… La situación se agrava cuando se trata de estas patologías: solo se ofrecen tratamientos paliativos.”
Un mal día le tocó a ella, ya con la certeza profunda de que la contaminación ambiental fue parte del combustible de su cáncer de hígado.
En agosto de 2015, en un foro en defensa del agua organizado en Comodoro Rivadavia, otras asambleístas como Lidia Campos, de la asamblea contra el fracking de Allen (Río Negro), la conocieron personalmente luego de años de tramar resistencia contra el extractivismo: “En el Foro en Comodoro había gente de todos lados… Y estaba Mary, que ya tenía problemas, como un problema en la boca del estómago… No se sabía bien… Uno tapa esas cosas y habla de la lucha, la salud quedaba en segundo plano. Mary no era de hablar de lo personal; siempre se preocupaba más por lo colectivo».

La describe así: “Era menuda, callada. Pasaba desapercibida. Pero cuando abría la boca, te dejaba con la boca abierta. Sabía muchísimo. Y tenía una convicción inquebrantable.”
Recuerda Lidia que, en 2019, Mary pasó de la denuncia mediática a la judicial: presentó un amparo colectivo ante la Corte Suprema contra la contaminación del agua con hidrocarburos, arsénico y metales pesados. Denunciaba así, ante el máximo tribunal argentino, el abandono del sistema cloacal, basurales a cielo abierto, y exigía la puesta en marcha de una planta de ósmosis inversa paralizada (actualidadjuridicaambiental.com). En ese expediente Mary detallaba:
- “Frecuentes interrupciones en el suministro… agua contaminada con hidrocarburos totales y arsénico… napas freáticas contaminadas por fracking…”.
- Solicitaba medidas cautelares urgentes: provisión gratuita de agua apta, saneamiento cloacal, cierre de basurales y puesta en funcionamiento de la planta de ósmosis inversa.
Esa presentación inédita, que firmó ella misma, reflejaba años de trabajo comunitario, denuncias y… enfermedades. Pero su denuncia fue ignorada, archivada y judicialmente ninguneada: tras seis años, la Corte se declaró “incompetente” y desestimó el recurso, sin resolver la situación de fondo.
Mary no se rindió: en 2020 fue caminando hasta Balcarce 50 para presentar a través de Mesa de Entradas de la Casa Rosada una carta firmada por una red de organizaciones en defensa del agua dirigida a Alberto Fernández, denunciando la contaminación del agua y relacionándola lúcidamente con argumentos que el ex Presidente daba como recomendaciones durante la pandemia.



Lidia Campos es la que recupera y comparte a lavaca este documento, y la que como asambleísta define su legado: “Lo que ella hizo fue histórico. Vale la pena hablarlo para las próximas generaciones… En esta época hemos perdido tanta humanidad que a nadie le importa. Pero acá hay alguien que dio su vida. Dio, literalmente, su vida.”
El último recuerdo que Lidia conserva data del 14 de julio de 2023, durante una jornada de lucha contra Mekorot, la empresa nacional de agua israelí que intentaba desembarcar en Argentina con intenciones sospechosas. Relata Lidia: “Ella estaba afuera del Anexo del Congreso con los Jubilados Insurgentes para protestar… Después fuimos a una confitería. Le pregunté si había comido al mediodía… no había comido nada. Le sugerí unos tostados o medialunas con queso. Pidió un té. Cuando llegó lo que pedimos, no lo pudo comer”. Igual, se sacaron esta hermosa foto compartiendo. Y ese mismo día, antes de despedirse, Mary le regaló una pashmina rosa a Lidia para protegerla del frío.

Abandonada
Cuando se enfermó y vio que su asamblea se desarmaba –entre otras cosas precisamente porque muchos enfermaban- Mary se trasladó a Buenos Aires. Pretendía resistir y atenderse bien, cosa que logró durante muchos años: su lucha logró que PAMI le asignara el Hospital Italiano para su tratamiento.
Tuvo un cáncer controlado que se descontroló al ritmo del deterioro del sistema de salud: primero Macri, luego Fernández, la pandemia y finalmente Milei como garrotazo final.
Desde 2023 su situación empeoró drásticamente. Su compañera Zulema, de Jubilados Insurgentes, relata: “El PAMI decía que tenían medicamentos para esa patología, pero no eran los que había indicado su médica… entonces no los aprobaban. A veces los recursos judiciales salían favorables, pero el PAMI tampoco los entregaba. La impotencia era terrible».
Sino miren este video.
María Teresa López dice claramente: “El mecanismo es simple: es eliminarnos, gastando menos… llegar al déficit cero… matándonos.”
El video la muestra junto a sus compañeros de Jubilados Insurgentes en un reclamo frente al PAMI por sus medicamentos.
Sigue: “Es más fácil eliminarnos de manera nefasta e inhumana… Para mí ustedes son asesinos, y les importa un bledo”.
Hoy, un año y mes después, Mary tenía razón.
Zulema continúa: “Ella no podía hacer la quimio porque la droga fundamental no estaba… íbamos al PAMI con compañeros, hacíamos reclamos, pero no facilitaban nada. Cuando le autorizaban un tratamiento de ocho sesiones, solo le entregaban dos dosis. Nos confesaron que no se molestaban en dar el tratamiento completo porque muchos morían antes… Pero Mary resistía, resistía… llegó un momento en que el cuerpo no resistió más».”
Una de las últimas veces de manifestación ante el PAMI, sin Mary, el personal de seguridad preguntó por ella en la puerta: “¿Cómo está Mary?”
La respuesta era obvia: mal.
Insurgente
Pese al deterioro físico, Mary se unió a los Jubilados Insurgentes. Entendió que el sistema no solo descarta a quienes enferma, sino también a los que ya no pueden “producir”.
Zulema recuerda: “¡Tenía un carácter! Ese carácter es el que la hizo resistir cuando muchos se daban por vencidos”.
Llegó a ese espacio dos años atrás, íntimamente vinculada con su enfermedad. “Se metió en todo lo legal… recursos, fiscalías, Comodoro Py… sabía de litigio ambiental”, dice Zulema.
El 12 de junio de 2024, durante la lucha contra la Ley de Bases, estuvo firme en Plaza los Dos Congresos. “Nosotros la cuidábamos porque estaba débil, pero se escapaba, quería seguir.” Conocía a todos. “Era muy luchadora. Y hablaba con energía. Siempre nos pedía que unamos las luchas».
Lo que posiblemente sea su último legado lúcido: unir las luchas del ambientalismo con las banderas de los jubilados.
Sobre su convicción, Zulema dice: “Cualquier cosita que ella hacía la asumía con total responsabilidad… vino con cartulina, se traía el cartel… Cuando asumió Milei hizo un cartel que decía ‘Toda la clase política es responsable de la debacle del país’, lo diseñó ella misma”.

Otra anécdota: “Una vez vino a una reunión, con anotador en mano, ya predispuesta. Algunos comenzaron a hablar de su vida personal, y se enojó. Se levantó, juntó sus notas y se fue. Dijo: ‘acá se pierde tiempo, no van a llegar a nada’. Pero volvió. Con dramas y todo, no quería perder el tiempo: estaba alerta. Era consciente de que la tarea era enorme, y le ponía ímpetu”.
Mary sabía que no le quedaba mucho tiempo y por eso nunca bajó la guardia.
Siguió yendo cada miércoles a las rondas frente al Congreso, siempre con barbijo, para cuidarse y cuidar. Participó del Malón de la Paz, llevó agua, militó con grupos ambientalistas, jubilados y religiosos. Organizó actos, escribió cartas, e insistía en que el 22 de marzo, Día Mundial del Agua, había que salir a las calles. Siempre. Aunque lloviera, aunque doliera.
Porque Mary enseló que la muerte no es algo que ocurre al final: es eso que va sucediendo en vida ante la indiferencia, el silencio de los tribunales, el apagón de las protestas, la descomposición del cuidado, la impunidad de los contaminadores y la complicidad del silencio.
La muerte es el abandono.
La muerte es el olvido.
Y en ese sentido, Mary sigue más viva que nunca.
odas las agrupaciones de jubilados que se juntan los miércoles a protestar en Congreso, preparan un homenaje a Mary y, a través de ella, “a todas las víctimas del sistema y de este plan siniestro de exterminio de los más vulnerables”.
Será mañana, después de la marcha, en un acto en Plaza de Mayo.
Mary: gracias.
Hasta mañana.
Nota
Pablo Grillo: llaman a indagatoria al gendarme Guerrero a seis meses de un disparo criminal

El 2 de septiembre el gendarme que disparó una granada de gas lacrimógeno por fuera de todos los protocolos de la fuerza deberá comparecer ante la justicia. La decisión la tomó la jueza María Servini de Cubría más de cuatro meses después del hecho. Pablo Grillo luchó por su vida, perdió masa encefálica y hoy se encuentra en plena rehabilitación. Todo lo que deberá explicar Héctor Guerrero y que implica a su principal defensora y la responsable de la violencia estatal: Patricia Bullrich.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cuatro meses y una semana pasaron desde el miércoles 12 de marzo. Ese día, durante otra violenta represión a la marcha de jubilados y jubiladas, el Gendarme Héctor Guerrero le disparó fuera de toda legalidad una granada de gas lacrimógeno al reportero gráfico Pablo Grillo, cuyo impacto casi lo mata, y por el que perdió parte de la masa encefálica, estuvo casi tres meses internado en terapia intensiva en el Hospital Ramos Mejía y por el que hoy continúa en proceso de rehabilitación. Cuatro meses y una semana pasaron hasta hoy, lunes 21 de julio, en el que la jueza María Servini citó a indagatoria al gendarme, autor material de lanzamiento, para el próximo 2 de septiembre.
Es decir: entre la ejecución y la audiencia habrán pasado 131 días, casi seis meses, casi medio año.
El camino de la in-justicia
En un primer momento, la jueza había rechazado el expediente y el caso había pasado al Juzgado Federal N° 12, donde tramitaba otra denuncia por los mismos hechos. Como ese juzgado estaba vacante y subrogado por Ariel Lijo, quien también se declaró incompetente y declinó la competencia, el expediente regresó al Juzgado N° 1 el 28 de marzo y la jueza Servini lo tiene en sus manos desde el 10 de abril, a la vuelta de una licencia.
La cronología detalla el tiempo que una familia debe atravesar para exigir justicia por un hecho de violencia estatal: desde el 21 de marzo en que el papá, la mamá y el hermano de Pablo se presentaron en la causa como querellantes, solicitaron se llame a Guerrero a declarar “en calidad de imputado, por tentativa de homicidio agravado por abuso funcional, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público”. Pero no hubo respuesta. Por eso, el 6 de junio, reiteraron el pedido con estos argumentos: “Desde el inicio de la investigación, todas y cada una de las pruebas recabadas por el Juzgado corroboran lo que planteamos en nuestra querella del 21 de marzo: el cabo primero Héctor Jesús Guerrero de la Gendarmería Nacional Argentina fue el autor del disparo de la pistola lanzagases que hirió de gravedad a Pablo Grillo el 12 de marzo a las 17.18hs”. Y agregaron: “En el pedido que presentamos ante la jueza Servini ofrecemos una descripción de los hechos y un análisis pormenorizado de los elementos de prueba existentes hasta el momento”.
Y no hubo dos sin tres: el 15 de julio se le volvió a exigir al Juzgado que lo cite a Guerrero.
Y la tercera fue la vencida: este lunes, Servini citó a prestar declaración indagatoria al cabo Guerrero como autor del disparo con cartucho de gas lacrimógeno calibre 38mm que impactó en la cabeza de Pablo Grillo. La audiencia será el 2 de septiembre a las 10.
Guerrero es el primer efectivo formalmente imputado en la causa por el operativo policial del 12 de marzo.
Desde la querella informaron: “El juzgado ordenó la realización de una pericia balística a cargo de la División Balística de la Policía de la Ciudad para reconstruir con el mayor nivel de precisión técnica posible el disparo que hirió de gravedad a Pablo. Si bien la jueza consideró que ya existen elementos de prueba contundentes respecto de la responsabilidad de Guerrero para esta instancia, sostuvo que la pericia es necesaria para afianzar la reconstrucción de la dinámica del hecho”.
La pericia tendrá como objetivos precisar:
-La trayectoria y velocidad del proyectil que impactó en la cabeza de Pablo Grillo;
-La posición del arma al momento de efectuarse el disparo y el ángulo de salida del proyectil;
-Analizar si el proyectil impactó previamente contra otra superficie, y si eso alteró su dirección o energía.
-Las ubicaciones de Grillo y de Guerrero al momento del disparo.
El juzgado también ordenó, previo a la pericia, una inspección en el lugar del hecho (la esquina de Hipólito Yrigoyen y Solís) que incluirá un relevamiento fotográfico terrestre y aéreo y la elaboración de un croquis detallado de la escena.
Además, le prohibió a Guerrero la salida del país.
Compartimos el perfil de Pablo que realizamos en la edición 203 de MU.
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