Nota
El coronavirus eres tú: medios y miedos
Por Claudia Acuña. Periodista, autora de No estás sola, fundadora de lavaca.org

1.
Estamos viviendo tiempos insólitos que nos obligan a soportar pruebas imposibles. Y a superarlas o morir. No sólo a la Humanidad, sino a los gobiernos, ya sean progresistas, comunistas, neoliberales, fascistas: a todes y cada uno. Leemos en estos días tremendos, por ejemplo, la noticia de que el primer ministro de Inglaterra, Boris Johnson -el único que hasta ahora había decidido no ordenar medidas drásticas- recibió un informe del Imperial College of Science Technology and Medicine de Londres que pronostica que el número de muertos en ese país puede rondar las 20 mil personas, pero de no tomarse acciones de “aislamiento social” superará el millón. Hasta hoy los muertos en ese país suman 55 y los infectados, 1.543, pero ante la difusión de este informe, la ciencia no le dejó ni dudas ni opción. https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/coronavirus-inglaterra-boris-johnson-nid2344244
Leída esta noticia desde este lejano sur azotado por el glifosato, el dengue y la deuda externa, entre otras pestes, es lógico recordar las lecciones de un científico como Andrés Carrasco, quien nos enseñó a reconocer la diferencia entre la que llamó “la ciencia digna” y la tecnocracia corporativa. ¿Cómo distinguirlas en momentos así? No podemos: esa es la realidad. Y eso significa que hay una opacidad tal que nos permite imaginar la escena del Primer Ministro británico recibiendo el informe como si se tratara de un capítulo de Black Mirror, o –y, mejor dicho, al mismo tiempo- analizarla como una advertencia oportuna y certera. Estamos en un momento en donde el acceso a la información está monopolizado, controlado e imposible de chequear con fuentes nobles, sociales y globales. A ciegas, nos queda lo que siempre nos salvó: la reflexión crítica y responsable. Y la memoria, que nos ayuda a vislumbrar el porvenir.
No hizo falta leer informes del Imperial College , por ejemplo, para movilizarse en todo el planeta durante el año pasado para reclamar acciones urgentes para salvar a esta Tierra de esta forma de producir desastres. Lo que nos pasa, lo advertimos de las formas que pudimos. No alcanzaron, pero fueron contundentes y aunque tener razón no nos pone a salvo, al menos nos protege de la indiferencia, que es el único remedio que ahora nos queda para salvarnos.
2.
El Presidente de la Nación, Alberto Fernández se reunió ayer en la Casa Rosada con empresarios de medios de comunicación. ¿Qué medios? La noticia informa que de la reunión participaron Jorge Fontevecchia (Perfil), Daniel Hadad (Infobae), Daniel Vila (América), Fernán Saguier (La Nación), Jorge Rendo, Martín Etchevers (Clarín), Marcelo Figoli (Grupo Alpha), Alberto Pierri (Canal 26), Víctor Santa María (Grupo Octubre) y Francisco Fascetto (Popular). A ellos el Presidente les pidió colaboración para comunicar la necesidad de que “la mayor cantidad de gente se quede en su casa” durante los próximos días. https://www.pagina12.com.ar/253378-el-presidente-se-reunio-con-empresarios-de-medios
Los que no fueron convocados somos los medios que hemos logrado sobrevivir al virus del monopolio informativo, gracias al sostén cotidiano de lectores y audiencias que nos abrazaron en momentos que nos condenaban a obedecer o morir. La invisibilización de esta forma de comunicación no atada a ningún otro interés que no sea el social es un síntoma y una noticia. El síntoma es el mismo que se manifiesta cuando leemos que las medidas económicas y paliativas de esta crisis que anunció el gobierno no incluyen a la mitad productiva del país, esa que sobrevive infectada por el monotributo, el empleo en negro, la changa, la precarización, la venta en el espacio público y la economía social, y que nos permitió resistir a décadas de crisis de los mercados “formales” que son, finalmente, los que sostienen a este sistema que apesta.
¿Nos informan así que no hay botes para todos en este Titanic?
¿Lo que nos queda entonces es clamar “botes para todes”, o empezarlos a producir?
¿Cómo?
No lo sabemos.
Como ante cada crisis, estamos condenados a crear las opciones que el sistema no es capaz de producir.
Esa es la noticia.
3.
Estamos viviendo un experimento social sin precedentes, que nos obliga a recluirnos en casa y eso significa que aquellos que no tienen casa, o que conviven con una multitud o con un golpeador, o aquellas a las que el hambre no les da esa opción –como bien lo planteó la activista travesti Violeta Ríos Alegre en su carta el Presidente-, por poner solo algunos ejemplos, no están a salvo. La pregunta es de qué.
También significa que no sabemos ni imaginamos todavía qué consecuencias sociales tiene la repetición del término “aislamiento social” en un país que desafió dictaduras y crisis económicas con los pies, en la calle y a puro abrazo. El término “aislamiento social” es algo a cuestionar, no a repetir. Porque si de lo que se trata es de cuidarnos, lo que estamos haciendo al no salir ni producir encuentros, es un acto de “protección social”, de comunión, no de aislamiento. La lucha contra el fascismo está en los matices, nos advierte María Galindo, desde la experiencia boliviana, que tanto nos infecta, por cercana, por querida y por aleccionadora sobre el arte de sobrevivir a los genocidios, ancestrales y actuales.
4.
No tenemos antecedentes de un encierro obligado y global, pero sí una imagen que nos viene del arte, que siempre advierte y salva. Es la escena de Natalie Portman en la película V de Venganza, cuando la obligan a estar en una celda, con hambre y terror. No lo sabe, hasta que lo advierte: la celda está abierta. ¿Cuándo, cómo y por qué se dio cuenta? Lo que vivió en el encierro lo hizo posible. Sin esa experiencia, de aislamiento, pero también de conexión profunda con los demás, no fue capaz de salir de allí, transformada. Quizá sea eso lo que tengamos que ganar con esta prueba: perder los miedos.
Es en esa película, justamente, donde nos aclaran:
“¿Cómo ha podido ocurrir? ¿Quién es el culpable? Bueno, ciertamente unos son más responsables que otros y tendrán que rendir cuentas. Pero, la verdad sea dicha, si estás buscando un culpable, solo tenés que mirarte al espejo. Sé porque lo hiciste, sé que tenías miedo”.
La pregunta es a qué temer.
Nota
Campaña: Encontremos a las/los nietos de Oesterheld
Nota
Cien

Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día.
La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán.
En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.
En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas.

En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica.

En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.
En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.
Más información en www.observatorioluciaperez.org
Nota
5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje
Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.
Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
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