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La justicia que consigamos juntas

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El juicio por jurados que debía juzgar a Joel «Chavito» Fernández lo encontró culpable de «homicidio preterintencional» y «privación ilegal de la libertad coactiva agravada por la participación ilegal de dos o más personas». Fernández es el único que llegó a juicio luego de que el abogado Marcelo Biondi continuara con la acusación a pesar de que la fiscal Maria Fernanda Billone desistió de acusar a todos los implicados que la testigo Melody había señalado. Ana, la madre de Melina, acompañada por mujeres del Movimiento Evita, su familia y su abogado declaró: «Es un trabajo que solo (por Fernández) no lo hizo. Pero puedo decir que puedo empezar a confiar en la Justicia».

La justicia que consigamos juntas

Foto: Lina Etchesuri

I.

La presidenta del jurado, elegida por ellos mismos, se paró y caminó hacia el juez.
De frente a él y de espaldas al público y las cámaras leyó que Joel «Chavito» Fernández era declarado culpable, por unanimidad, de “homicidio preterintencional”. Después agregó que también era declarado culpable por “privación ilegal de la libertad coactiva agravada por la participación de dos o más personas”. Por el delito de abuso sexual, lo absolvieron.
Hubo silencio por unos segundos.
El juez tomó la palabra para anunciar que se pasaba a cuarto intermedio hasta el próximo jueves donde se fijará la pena. Luego ordenó la inmediata detención.
El silencio se rompió.
A Joel lo retiraron esposado en medio de sus gritos.
Las cámaras encendieron los reflectores y apuntaron los micrófonos.
Las mujeres que acompañaban a la familia se abrazaron, cantaron y lloraron.
Ana María, mamá de Melina Romero, abrazó a uno de sus hijos, completamente vestido de negro, y le dijo susurrando: “Vamos a casa”.

II.

El 23 de agosto del 2014 Melina Romero cumplía 17 años. Salió de su casa en Martin Coronado a festejarlo en el boliche Chankanab de San Martin. Nunca más volvió.
Su familia hizo la denuncia dos días después. Junto a amigos y compañeros repartieron volantes, organizaron marchas y panfleteadas. Algunos profesores de su colegio escribieron una lección en forma de carta del rol de los medios, que por entonces la llamaban en titulares “fanática de los boliches”.
El cuerpo apareció el 23 de septiembre en los basurales de José León Suárez.
Adentro de dos bolsas negras.
Lo encontraron mujeres del Movimiento Evita.
Esas mismas mujeres están sentadas, durante el último día del juicio, en el público de la Sala A de Tribunales de San Martín. En los pasillos durante los cuartos intermedios. En las escaleras. En la puerta de entrada. Son las que le preguntan a Ana María y su familia si quieren mate, o que vayan a comprar algo para tomar o comer. Son las que los abrazan, comparten cigarrillos contra los nervios o les agarran fuerte las manos. Son las que por celular hacen malabares con hijos, exámenes o trabajos para seguir sentadas ahí.

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Mujeres del Movimiento Evita acompañan desde hace años a la familia de Melina Romero. Foto: Lina Etchesuri

III.

Durante los cinco días que duró el juicio por el femicidio de Melina Romero, Ana María, su mamá, hizo el mismo recorrido: horas y horas dentro de la sala y cada cuarto intermedio salía y se sentaba en alguno de los bancos del pasillo cerca de las puertas por las que volvía a entrar. No sé movió del entrepiso de Tribunales más que para ir al baño. Cada día lo pasó sentada ahí con el pelo tirante para atrás en un rodete y el bastón en el que se apoya para moverse.
El primer día, mientras esperaba para entrar por primera vez a la sala, dijo a lavaca: “Si llegué a este momento, a esta instancia, se lo debo a mi abogado. Estoy completamente desamparada por la justicia”
Su abogado es el Dr. Marcelo Biondi, que unas horas atrás, con corbata violeta, traje y camisa negra posteaba en su Instagram una selfie que decía: “Saliendo para Tribunales si el jurado nos acompaña haremos un poquito de justicia del homicidio de Melina. Mala investigación”
Cuando el abogado comenzó sus alegatos también remarcó llegar hasta la instancia de juicio solos.
Solos significa para ellos sin fiscal.
El juicio por el femicidio de Melina Romero fue por jurado, sin fiscal, y con cuatro defensores públicos al lado de Joel Fernández.

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El abogado Biondi en la puerta de los Tribunales de San Martín.
Foto: Lina Etchesuri

IV.

Desde el lugar asignado al público en la Sala A del Tribunal de San Martin la cruz que está en la pared se ve arriba de la cabeza del juez Adrián Fernando Berdichevsky.
Como el juicio es por jurado, en la sala están sentados los vecinos que fueron convocados para ser –o no- seleccionados.
Hay casi 60 personas sentadas, esta mañana de martes, con un número enganchado en su pecho. Ya completaron el formulario que le entregaron y ahora miran al juez que les explica que el objetivo de la audiencia es comprobar si cumplen los requisitos legales y de ser imparciales.
Lo que sigue son preguntas de los abogados y un cuarto intermedio para seleccionar los dieciocho jurados.
Seis hombres y seis mujeres son los titulares.
Otros tres hombres y tres mujeres son los suplentes.
Pasadas las 13.30 horas arranca el juicio. Después de los alegatos de apertura del particular damnificado y de los abogados defensores, los jurados, con anotador y lapicera en mano que le entregó el Tribunal, escuchan a los primeros ocho testigos.
Es la primera jornada de las cinco que serán en total. Los primeros dos días escucharán a los testigos convocados por el abogado de la familia, Biondi, los días que siguen a los convocados por la defensa.
La primera testigo fue Ana María. Entró caminando ayudada de su bastón. Cuando terminó se sentó junto a su abogado.
Antes dijo a lavaca: “Tengo fe que el juicio es por jurado, gente que no conozco, que se citó acá. Son tres años que llevo de angustia, no son dos días. Y sigo peleando, y me caigo y me levanto y así estoy. Pero tengo que tener fuerzas, ella desde donde está me está dando fuerzas”.

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Ana, la mamá de Melina, escucha la sentencia del Tribunal.
Foto: Lina Etchesuri

V.

Melody es la única testigo que describió como ocurrieron las cosas la última noche que se la vio a Melina.
Relató que en el hecho intervinieron: un menor llamado Toto (sobreseído ante un tribunal de menores), Joel Fernández (Chavito), Elías Fernández (Narigón) y César Sánchez (Pai César).
Melody fue acusada por falso testimonio tras haber detallado cómo Melina fue “drogada y enfiestada”, cómo fue violada por turnos, asfixiada y finalmente arrojada cerca de los basurales de José León Suárez.
La fiscal, María Fernanda Billone desistió de acusar a los implicados. Sin acusación de la fiscal, el abogado solo acusó a Joel Fernández (Chavito).
Billone trabaja en el segundo piso del mismo edificio donde el juicio está sucediendo. Detrás de la ventanilla de la Fiscalía 5 un joven se asoma y nos dice que la fiscal no se encuentra: «Está en una audiencia», agrega.
Melody fue la octava y última testigo del primer día del juicio.
Se sentó frente al micrófono junto a una de las secretarias que le tomaba la mano. Estaba de frente al jurado.
El Dr. Biondi fue el primero en preguntar. Las primeras respuestas: Sobre Melina “no éramos amigas”. Sobre Joel “nos conocíamos de chiquitos”
No quería seguir hablando. “Ya declaré todo lo que tenía que declarar. No quiero saber más nada de lo que me pasó y le pasó a ella. Es feo”, cerró y con un papel se secó las lágrimas.
Hubo un cuarto intermedio para que se tranquilice antes de volver a entrar. El Dr. Biondi volvió a preguntar sobre esa noche. Algunas respuestas de Melody:

  • “Me pasaron a buscar por mi domicilio”
  • “A la madrugada”
  • “Melina, Joel, otros chicos”
  • “Fuimos a una casa. Había estatuillas”
  • “Empezamos a drogarnos”
  • “Empezaron a abusar de ella”
  • “No quería”
  • “Después lo que le pasó a ella, me pasó a mí”
  • “Abusaron de mí”
  • “Joel estaba ahí”
  • “Me tenían apuntada por el fierro para que no dijera nada”
  • “No podía hacer nada”
  • “Era como un descampado, yuyos, pasto”
  • “La tiraron al lado de las piedras”
  • “Piedras adentro de la bolsa”
  • “Era negra la bolsa”
  • “Quiero que se haga justicia por ella y por mí. Tengo una hija, no me gustaría que le pase lo mismo”.

“Nos sigue quedando un trabajo muy grande que tiene que ver con la otra víctima de este hecho: Melody”, dicen las mujeres del Movimiento Evita, que también la acompañan diariamente y quienes, desde los barrios y con otras mujeres, piensan cada día como dar respuestas creativas a los problemas urgentes.
Dan una pista: «La única manera de hacerlo es juntas».

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Foto: Lina Etchesuri

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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Todos los jueves de agosto, presencial o virtual. Más info e inscripción en [email protected]

Taller: ¡Autogestioná tu Podcast!

De la idea al audio: taller de creación de podcast 

Aprendé a crear y producir tu podcast desde cero, con herramientas concretas para llevar adelante tu proyecto de manera independiente.

¿Cómo hacer sonar una idea? Desde el concepto al formato, desde la idea al sonido. Vamos a recorrer todo el proceso: planificación, producción, grabación, edición, distribución y promoción.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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