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Neka Jara en Roma: la autonomía explicada a los europeosAraceli Fulles: la mala noticia y la respuesta del barrio
Integrante del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de Solano, piquetera y luchadora social, Neka Jara es todo eso y mucho más: se trata de una mujer que habla por boca de sus convicciones y compromiso cotidiano. Ese discurso y ese tono es lo que le valió que fuera invitada a presentar su experiencia en la construcción de una herramienta política autónoma en diferentes países europeos. Diego Rosemberg, integrante de lavaca, está en Roma (ganó un premio con el que gobierno italiano distingue a periodistas latinoamericanos) y allí se citó con Neka para conversar sobre temas tan diversos como la renuncia del candidato Menem, la Torre Eiffel y la extorsión electoral contra la que tuvieron que luchar en su barrio.
Sabía que Neka Jara, una de las militantes más emblemáticas del Movimiento de trabajadores Desocupados (MTD) de Solano, estaba en Roma y quería reunirme con ella. Llame al contacto que tenía y me propuso que nos encontráramos en el Coin. «¿Y qué carajo es el Coin?», preguntó Jara, a la mujer que me daba las indicaciones de cómo llegar, hablando un voluntarioso cocoliche. Su voz se escuchaba lejana a través del teléfono, pero con esa firmeza que impone respeto y que tanto la caracteriza. El Coin, finalmente, resultó ser un moderno shopping ubicado frente la Piazza San Giovanni, un lugar poco apropiado para encontrarse con una piquetera del conurbano bonaerense. Tal vez por eso, ella me esperó en la puerta y, con sus anfitrionas, marchamos a comer una pizza, sentados en el cantero de una plaza. Nélida Jara -tal es su verdadero nombre- llegó a Roma invitada por el Laboratorio Político, una organización italiana interesada en divulgar la propuesta autonomista del MTD. Por eso le propusieron recorrer toda la península, de norte a sur, para que cuente cómo se organizan los desocupados de Solano. Estuvo en Sicilia, Palermo, Nápoles, Roma, Catania, Cuomo y Parma. Antes, agasajada por distintas redes de solidaridad con América Latina, había recorrido el País Vasco, París, Tolouse y Amsterdam. «Ya estoy un poco cansada de hablar «, confiesa después de una gira que ya superó los dos meses. Esta es la segunda vez que Jara llega a Roma. El año pasado el Laboratorio Político ya la había invitado, cautivado por su participación en el Foro de Porto Alegre. Y, sobre todo, por su condición femenina: «Una de las principales rupturas del movimiento piquetero con las formas de dominación tiene que ver con quebrar la cultura machista. La política parecía un espacio reservado a los hombres y creo que las mujeres debemos ganarlo», señala. -¿Cómo lograron las mujeres convertirse en protagonistas de la lucha piquetera? No me va a decir que los piqueteros no son machistas… – El rol de la mujer tiene que ver con el tipo de construcción en el MTD. Es una construcción barrial, territorial, muy vinculada al quehacer de todos los días, a la vida con los chicos, a la escuela. Son todas cosas que la mujer tiene muy asumida. Además, la desocupación significa un quiebre y una frustración muy grande para el hombre: deja de ser el sostén de la casa. Toda la vida lo prepararon para ser el jefe de la casa, el que para la olla. Ante la necesidad familiar, la mujer sale a ocupar su lugar. Cuando empezamos en el MTD, el 90 por ciento de sus miembros éramos mujeres. Ahora está más equilibrado; se puede decir que somos mitad y mitad. Pero los hombres llegaron atraídos por las mujeres. Y se pudo construir una experiencia de apertura, de diálogo. Discutimos desde la horizontalidad, uno de nuestros valores, porque de acuerdo a la manera que uno emplea para relacionarse existe la dominación o no. – ¿Cómo son tomados estos viajes por sus compañeros? No hay algunos que los ven como un privilegio o como contraproducentes para esa construcción horizontal? -No queda muy bien que esto lo diga yo, pero la primera vez me eligieron, además de por ser mujer, fue como un reconocimiento a mi trabajo en el Movimiento. Y en esta oportunidad vengo porque yo ya tenía la relación construida de mi vista anterior. Si venia otro compañero iba a tener que empezar todo de nuevo. De alguna manera, nos dividimos. Por ejemplo, otro compañero es el que viajó a Canadá. Lo importante es que siempre, antes de cada viaje, lo discutimos en asamblea. -¿Y se aprueban los viajes de manera sencilla? – En general se aprueban sin problemas. Algún pequeño grupo plantea cierta duda. En general son compañeros de todos los días, que sienten el peso de la ausencia. O sienten sobrecarga de trabajo.
Entre talleres y conejos
Jara es una de las fundadoras del MTD de Solano, allá por 1997. Psicopedadoga de profesión, trabajaba en un hospital y en un instituto de filosofía quilmeños hasta que comenzó a aparecer en la televisión cortando rutas y tomando edificios públicos. Entonces, fue despedida. Ahora, a los 40 años, Neka es una de las responsables de la granja donde el MTD cría conejos y pollos para el autoconsumo. También se encarga junto a otros compañeros de los talleres de educación popular. «Es sobre lo que más me
preguntan en Europa», cuenta y agrega: «Yo explico que trabajamos a partir de la reflexión de los chicos, de sus necesidades. Vemos cómo juegan, qué manifiestan. Y construimos con ellos mismos el conocimiento. No se trata de instrucción sino de construcción. Esta misma fórmula también la usamos con los adultos, para analizar los proyectos políticos autónomos, la prevención de la salud y los nuevos valores como la igualdad, el compañerismo». Neka enumera los otros talleres productivos de su MTD: zapatería, panadería, albañilería, herrería, huerta. Viejos y silenciosos muros imperiales se convirtieron en testigos casuales de su relato. La mujer pierde su mirada dura en ellos y se abstrae por un momento. Un bocinazo la vuelve al mundo: «Qué linda es esta ciudad. Impresiona pisar tanta historia», dice. Pero no puede con su genio y agrega: «Lástima que sea una historia de mierda, imperialista», sentencia sin apelaciones mientras se acomoda su remera negra con la leyenda «antifascismo», escrita en vasco. Hace pocos minutos, Jara se acaba de enterar de la renuncia de Carlos Menem a disputar el ballottage y lejos de estar contenta se la nota preocupada. «Creo que va a haber más represión -pronostica- Se vienen tiempos para estar atentos. Porque Menem controla a una parte de las fuerzas policiales y de la justicia y va a buscar el quiebre. Nuestro trabajo fuerte, pienso, debe darse en los barrios. Es un momento para conformar un movimiento creativo, que no sea dogmático. Ese es nuestro gran desafío». – ¿Cómo afectaron estas elecciones al interior del MTD? – A nosotros nos provocó una baja muy fuerte de compañeros. Ahora seremos unos 1000, contando a todos, chicos, grandes, ancianos. Más o menos la mitad de los que éramos. Durante la campaña electoral, el gobierno hizo todo lo posible por cooptar compañeros e institucionalizarnos. Realizó un movimiento grande de control mediante el asistencialismo y los planes sociales. Se compraron piqueteros a través de la necesidad de comida, de chapas para los techos… -¿Esto implica un fracaso de la construcción autonomista? – No, de ninguna manera. Fue un ataque muy fuerte. Nos infiltraron gente, a algunos les ofrecieron desde droga hasta plata. Sin embargo, seguimos siendo un número grande. Nosotros preveíamos que esto iba a pasar, por eso trabajamos fuerte en las relaciones sociales. Por eso insistimos en la autonomía. En la medida que resolvamos nuestras propias cosas en nuestros propios tiempos el Estado tendrá menos lugar para la extorsión. -¿Siguen pensando en que fue correcto llamar a no votar teniendo en cuenta el alto índice de sufragio positivo que hubo en las elecciones? – Hace mucho tiempo que los integrantes del MTD no votamos. Aunque no es una coacción, el quiere puede hacerlo. Pero como movimiento pensamos que las elecciones no solucionan nuestro problema. – ¿Pero tampoco hablan de tomar el poder? – El problema no es el poder, sino para qué se quiere el poder. Y sobre todo cómo se construye el poder. Si tomar el poder significa dictadura o dominación, no lo queremos. No queremos ser dominadores. Creemos que cada pueblo tiene que ser autónomo. Como dice el zapatismo: queremos un mundo donde quepan muchos mundos, que no nos digan cómo tenemos que ser, qué tenemos que consumir. EL MTD no puede trasladar su lucha a la del pueblo mapuche. Sí puede articular la lucha con ellos, pero cada uno tiene su historia. Y el Estado siempre es autoritario y hegemónico, no importa de qué color sea el gobierno Por eso tenemos que articular la acción directa para las reivindicaciones con acciones concretas que nos otorguen autonomía. Porque cada vez que el Estado da algo, manipula. El Estado administra hasta la pobreza y eso es humillante. Dentro de nuestra pobreza nosotros queremos sentirnos dignos. Nosotros no decimos que estamos explotados, decimos que estamos excluidos. Y no buscamos incluirnos, sino crear una organización alternativa. Hija de un obrero peronista y una madre radical, Jara escucha hablar de política desde la cuna. Siempre tuvo militancia social dentro del barrio y allí conoció al sacerdote Alberto Spagnolo. En defensa de ese cura tomó durante dos años la parroquia, cuando la Iglesia quiso expulsar al clérigo por albergar en el pulpito a los desocupados. La historia terminó cuando todos, cura incluido, fueron desalojados por la infantería. Por entonces, Neka ni se imaginaba viajar por el mundo. «Jamás pensé que iba a estar acá. El otro día un compañero parisino me quiso llevar a conocer la Torre de Eiffel, yo estaba muy cansada y le dije que no quería. Me trato de loca, me dijo: ‘Sabes cuanta gente quisiera estar en tu lugar’. -¿Y al final fue? – Sí. Y me pregunto que me pareció. «Ridículo», le conteste. – ¿A veces no se siente como un animalito en exposición, que la llevan de acá para allá para mostrarla? – Yo me siento autónoma y libre. Digo y hago lo que pienso y siento. Si veo que hay intereses que no aportan a la construcción o que son agresivos o provocativos, me planto. Y soy muy perceptiva. Cuando hay algo que jode, digo: «No». Ayer, en una reunión, un troskista empezó a correrme, a decirme que era situacionista, que citaba a Gramsci, que abonaba la teoría de (Tony) Negri, que de nada valía un movimiento que no tuviera incidencia en el poder. Todo muy agresivo. Y, encima, cuando empecé a
contestarle se puso a leer un articulo. Agarre y le dije que me estaba faltando el respeto y que no le iba a contestar. Todo el auditorio me empezó a aplaudir. «Ya nos tenemos que ir», le dice una de sus acompañantes del Laboratorio Político. A Jara la esperan en Márquez, a tres horas de Roma para volver a hablar de autonomismo. Después viajará nuevamente a España a llevar otra vez allí su desobediencia. «No soy desobediente -corrige-Soy rebelde. Porque lo que hacemos no es infringir derechos sino reclamar por el ejercicio de nuestros derechos. Si no pagamos la luz es porque los servicios públicos deben estar al servicio de la comunidad y no al de unos pocos aprovechadores».
Y así se despide, con el mismo tono firme y decidido con el que infunde respeto
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Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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