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Represión y desalojo de cartoneros
A palazos, noventa cartoneros fueron desalojados –literalmente- de Pampa y la vía. Después de intentar cargar infructuosamente las responsabilidades en la justicia contravencional, el Gobierno de la Ciudad admitió que impulsó la medida. Pero el decreto que ordenó expulsar a los cartoneros no fue firmado por un funcionario con potestad para hacerlo. Hoy martes habrá una marcha a la Jefatura de Gobierno para repudiar los hechos y varias organizaciones presentarán una denuncia por abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público contra el policía a cargo del operativo y el ministro de Ambiente y Espacio Público, Juan Carlos Piccardo.
La imagen se asemejaba demasiado a una fumigación. Un puñado de hombres vestidos con chaquetas verdes, de la empresa AESA, mangueraban con chorros de gran presión los terrenos de Pampa y la vía, donde hasta el viernes pasado 90 cartoneros acampaban en reclamo de la vuelta del Tren Blanco. Mientras tanto, un par de camiones cola de pato –esos que se utilizan para recoger y compactar basura- que pertenecían al Gobierno de la Ciudad hacían puré los cartones que los recién desalojados habían juntado durante días para ganarse unos pesos que les permitan subsistir. Una mujer joven contemplaba la escena llorando desgarrada y asida a una reja. Sólo atinaba a preguntar: “¿Ahora a dónde vamos a ir?” El llanto, desolador, era el colorario de lo que había sucedido minutos antes, cuando casi una centena de policías de la comisaría 33 y de la Guardia de Infantería echaron a palazos a los adultos, niños y abuelos que acampaban –sin metáforas- en Pampa y la vía, frente a los durmientes del Ferrocarril Mitre. No solo hubo golpeados y lastimados, sino también ocho detenidos –entre cartoneros y vecinos solidarios-, acusados de resistencia a la autoridad.
Lo que tardó demasiado en dilucidarse fue a qué autoridad resistían. El Gobierno de la Ciudad arguyó la existencia de una orden judicial para desalojar el predio. Se la adjudicó a Marcela Solano a cargo de la Fiscalía contravencional Nª 3. Solano fue la funcionaria pública que inició una causa –que ahora tramita en la justicia penal- contra la integrante de lavaca Claudia Acuña, a quien acusa de haber pintado el graffiti que denunciaba “el código penal es la coima policial”. También fue la funcionaria que ordenó a la policía hacer trabajo de inteligencia sobre la periodista e identificar a todas las mujeres que ingresaban a su domicilio.
Sin embargo, la fiscalía contravencional general –que suele preferir el perfil bajo- salió por cuanto medio pudo a desmentir la intervención de Solano. Sus voceros se esmeraron en detallar que la fiscal no tenía facultades para desalojar el predio porque no había allí actividades lucrativas y que sólo había recibido una denuncia de vecinos de Belgrano, realizada en la comisaría 33ª. En la presentación acusaban a los cartoneros de una supuesta “ocupación indebida del espacio público, suciedad, presencia de menores, presunto maltrato a los transeúntes y presuntos robos y hurtos”. La fiscal –informaron fuentes oficiales- sólo verificó una contravención por “ensuciar bienes públicos”.
No obstante, en la Defensoría Contravencional General apuestan a que ni siquiera este acta prosper: “No hubo intención de ensuciar, sino que simplemente fue resultado del uso. Lo más probable es que el acta sea desestimada”, conjeturaron ante lavaca.
El acta que la policía blandía a la hora de llevar adelante el operativo, con la primera resolana, no tenía el logo de la Justicia Contravencional sino el del Ministerio de Ambiente y Espacios Públicos porteño, a cargo de Juan Carlos Piccardo. Pero el documento estaba lleno de irregularidades. No sólo que no cumplía con mínimos aspectos formales, como la fecha en que fue confeccionado, sino que además lo firmaba un jefe de gabinete de asesores, que no tiene rango ni potestad para ordenar un desalojo.
El escrito justificaba la expulsión de los cartoneros argumentando que existían productos inflamables que ponían en riesgo la seguridad de las personas. Después de las desmentidas de la Fiscalía, el ministro Piccardo salió a respaldar públicamente la medida. Y sus laderos lanzaron una curiosa explicación: la culpa de lo que pasó es de los intendentes del conurbano que no desarrollan políticas de inclusión para los cartoneros.
Ante tantas irregularidades en el procedimiento, el defensor general de la Ciudad Mario Kestelboim, realizó un pedido de informes al Jefe de Gobierno Mauricio Macri para que de cuenta de los motivos por los que llevó a cabo el desalojo con la fuerza pública. Los cartoneros, a su vez, presentarán una denuncia por abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público contra Víctor Hugo Fensore, que encabezó el operativo policial. Una de lascuestiones que deberá dilucidar la justicia es quién dio la orden de reprimir a la Policía Federal, que depende del Ministerio de Justicia de la Nación, encabezado por Aníbal Fernández.
Los cartoneros también denunciaron y contra el ministro Piccardo y a su jefe de Gabinete, Rodrigo Simón, uno de los funcionarios que estampó su firma en el decreto administrativo que ordenó el desalojo.
La presentación judicial se realizará este martes 26, minutos antes de la marcha a la que convocaron los cartoneros frente a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad. Allí, los cartoneros insistirán en que vuelva a funcionar el Tren Blanco, la formación ferroviaria que estaba especialmente adaptada para que los carros repletos de cartones pudieran ser transportados a los barrios del conurbano.
Los cartoneros habían decidido acampar en Pampa y la vía después de que el 28 de diciembre pasado –sí, el Día de los Inocentes- la empresa TBA levantara ese tren. Desde entonces, la Ciudad colocó una flota de camiones para reemplazar el servicio ferroviario. Pero la nueva modalidad exige a abuelos, adultos, niños y niñas levantar hasta un metro setenta sus carros repletos de cartón, que llegan a pesar 200 kilos. La tarea parece titánica.
Además, los camiones no llegan a todos los barrios. Por ese motivo, algunos cartoneros se ven sometidos a la extorsión de algunos de los dueños de los depósitos que les compran los desechos: ponen a disposición un transporte a cambio de la exclusividad de la venta del material recolectado a un precio vil. Por eso, los cartoneros de Pampa y la vía habían aclarado en una bandera: “No queremos vivir acá, queremos un trabajo digno”.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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