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A dos años de la desaparición de Luciano Arruga

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El próximo sábado 29 de enero con un feria cultural que incluye debate y recitales, se conmemora el segundo año de la desaparición de Luciano Arruga. La cita es desde las 10 de la mañana en Juan Manuel de Rosas y Quintana, Lomas del Mirador. En esta extensa charla con lavaca, familiares y amigos que impulsan el reclamo de justicia, recuerdan a Luciano y hablan sobre qué significa la impunidad y la violencia de Estado hoy.
A dos años de la desaparición de Luciano ArrugaEstán juntos por el cerebro, la piel y el corazón. Familiares y Amigos de Luciano Arruga es un grupo de jóvenes decidido a varias cosas, que irán contando, alrededor de una idea: no dejarse envenenar por la resignación, ni por la indiferencia, ni por el odio.
Participan Damián (abogado, vecino y ex novio de Vanesa), Fermín (albañil), Anabela (la hemana de Fermín), Laura (profesora de Educación Física) y Vanesa. Vanesa Orieta es la medio hermana de Luciano. O mejor, su hermana y media. Una joven que según las etiquetas usuales podría ser considerada “empleada de oficina” o “estudiante de sociología”, pero que ha demostrado ser mucho más que las etiquetas desde el momento en que se cargó al hombro la pasión por no dejar que el caso de la desaparición de su hermano caiga en el olvido: en una segunda desaparición. Cuerpo pequeño, voluntad enorme, astigmatismo compensado con una mirada muy profunda sobre lo ocurrido y lo que simboliza esa situación para el presente.
¿Desde cuándo existe Familiares y Amigos de Luciano Arruga?
Vanesa: En realidad, se fue dando de la forma que creo que se deben dar todas las cosas. Primero hubo un interés de parte de los familiares de salir a denunciar. A esta intención se unieron los amigos, de a poco. No es que todos despertamos en el mismo momento. Algunos al principio no entendían, o tenían otras ideas. Creo también que por la misma intención de apoyarnos, querían darnos la posibilidad de pensar que Luciano realmente podía volver.
(Vanesa se refiere a que cierta esperanza de encontrar a Luciano hacía que muchos creyeran mejor moderar las denuncias, lo cual a su vez se convierte en una trampa de tiempo perdido).
Vanesa: Nosotros teníamos mucha seguridad de lo que estábamos denunciando. Los primeros que ayudaron fueron diferentes organizaciones, partidos políticos más alineados a la izquierda y a los derechos humanos. Pero con el correr del tiempo notamos que un poco se hacía imposible poder llevar adelante una organización con ideas tan diferentes, que empezaron a entrar en discusiones muy profundas, que realmente nos hacían daño, que no teníamos ganas de escuchar, que creíamos que nos desgastaban muchísimo.
Ahí se tomó la decisión de disolver la Coordinadora. Y eso dio lugar a Familiares y Amigos, con la idea de participar desde un lugar más personal, y de trabajar con los niños y con los jóvenes del Barrio 12 de Octubre, tratando de crear una conciencia en nuestros vecinos.
Laura: Habrá sido un año después de la desaparición de Luciano.
Vanesa: Hay que reconocer que el espacio de la coordinadora ayudó, nos dio la posibilidad, en el momento de plena angustia, de no estar ocupándonos de cosas que podían hacer otros compañeros. Pero en esas ganas de querer siempre ocupar el primer lugar, llegaban a nosotros esas discusiones y peleas entre diferentes personajes y partidos. No importa quiénes. Pero eso nos hacía mal, y no servía para lo que nosotros pretendíamos, que era lo que estamos haciendo ahora. Familiares y Amigos, tomando las riendas de lo que quiere llevar adelante, y de la forma que utiliza para hacer ese estilo de denuncia. No dejamos de participar con otras organizaciones, ni mucho menos, porque son parte también de esta lucha, pero tratamos de que, en definitiva, terminen escuchando la forma en que nosotros queremos trabajar.

Sin hablar de personas, hay una lógica del problema. ¿Cuál era? Ha ocurrido muchas veces en los movimientos sociales: la tensión entre los partidos o grupos políticos que quieren dirigir las decisiones y las discusiones. Y los que no quieren ser dirigidos, y responden: “Tenemos nuestra propia voz”.
Laura: El tema del desgaste no fue solamente porque ellos quieran decidir cuál es la voz que nosotros tenemos, sino que el caso tomó una relevancia demasiado importante. Todos querían hacer bandera de lo de Luciano, y ahí puede ser que algunas personas desvíen el interés, y donde Vanesa y los más cercanos a ella dicen: “Bueno, vamos a hacer un corte acá”. Mucha gente se desgastaba por las discusiones, y lo que estaba bueno era que esa gente siguiera luchando.
Cuando se olvida lo micro
Laura: El caso tomó tanta dimensión macro, que entendimos que lo micro quedó en nada
-¿Qué es lo micro?
-El trabajo en el lugar. No había fotos de Luciano en el barrio, ni laburo con los chicos. La militancia del día a día la estaban haciendo otros amigos de Vanesa, como Anabel y Fermín. Otros, como Damián, desde el lado de la abogacía. Entonces los amigos decimos: “¿Por qué no hacemos un trabajo en el barrio, por qué nosotros, en vez de ir a leer documentos en un acto político, no nos ponemos a pintar la calle, a trabajar con los nenes en el barrio, a hacer carteles?”.
-En vez de discursos, acciones concretas.
Laura: Claro, había mucha discusión política sobre tal cosa, sobre tal otra, y veíamos que lo que teníamos que estar haciendo, que era referirnos al entorno de Luciano, y a la gente a la que le puede pasar lo mismo, no lo estábamos haciendo.
-Parece que muchas veces hablar demasiado, enreda las cosas. ¿Habría que pensar que “haciendo la gente se entiende”?
Laura: Sí, siempre teniendo en cuenta que el caso de Luciano tomó dimensión no sólo por la lucha de la familia Vanesa y la familia, sino por las organizaciones, los abogados, los partidos. Fueron los que nos ayudaron e impulsaron el caso de Luciano.
-Sin embargo, muchas veces hemos visto que la diferencia que hace que un caso se logre llevar a fondo es la estructura familiar. Que estén los partidos puede ser importante, o no. Pero que esté la familia es crucial. Si los familiares o amigos no están empujando, acompañando, el resto no funciona. No porque no lo quieran hacer, sino porque pierde consistencia. Sin la mamá de Iván Torres en Comodoro Rivadavia, es difícil que ese caso hubiera llegado a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Pero ya que hablamos de Familiares y Amigos, ¿cómo es la relación que reùne al grupo?
Laura: Mi relación es con Vanesa, de amistad desde que tenemos 11, 12 años, compartimos toda la vida juntas, la escuela, la familia, el barrio, el deporte que practicamos.
Anabel: Yo también. Y Lu era como mi compinche en el barrio.
Damián: Yo primero conocí a Vanesa, a Luciano después. Éramos un grupo de amigos.
(Se empieza a armar un debate entre los chicos, miradas intencionadas, hasta que Vanesa toma la posta).
Vanesa: La cosa es así, Damián fue mi novio durante cinco años casi, conoce gran parte de mi vida, y creo que es una de las personas que más conoce la vida de Luciano. No es un dato menor ese.
-¿Por ejemplo?
Damián: Cuando conocí a Vane su familia estaba viviendo en la pieza de un hotel de Flores. Después se tuvieron que ir al barrio 12 de Octubre. Vane y yo vivíamos cerca de donde ellos se instalaron. Luciano estaba cartoneando para ganarse unos pesos, y surge una oportunidad de trabajar en una fábrica. Trabajamos juntos durante 6 o 7 meses en una fábrica de fundición de metales que elaboraba accesorios para calzado, como hebillas, por ejemplo (era la segunda mitad de 2008). Luciano tenía 16 años en ese momento. Cuando desapareció (enero de 2009) estábamos en una temporada sin trabajo en la fábrica, se suponía que retomábamos un tiempo después. Se habían incorporado amigos de Luciano, y al final estábamos todos trabajando ahí.
Laura: Y vos eras el capataz.
Damián: Trataba de ordenar un poco, y trabajaba con ellos. Llegamos a trabajar juntos hasta 14 horas por día. Ves más a tus compañeros de trabajo que cualquier otra cosa. También vino Marito, que tenía 13 años, el hermano menor de Luciano, barría, nos daba una mano.
A dos años de la desaparición de Luciano Arruga
Antídoto contra la locura
Chequeando las edades Vanesa cuenta que el cumpleaños de Luciano es el 28 de febrero. “En realidad nació un 29 de febrero, pero era bisiesto”. Laura sonríe: “Hoy tendría cuatro años”. Damián, con el doble oficio de obrero y abogado, relata que en la fábrica cobraban unos 9 pesos la hora, en negro como ocurre generalmente en este tipo de fábricas: “Las condiciones son deplorables, y el trabajo en blanco no existe”. Es parte del contexto de la vida de Luciano Arruga. Empieza a meterse en la conversación Anabel, mirada penetrante, puro barrio.
-¿Qué tal sobrellevaba Luciano las 14 horas de trabajo?
Damián: Se reía todo el tiempo, porque en realidad estábamos todos juntos, él estaba con sus amigos. Siempre comentábamos que era muy difícil que se diera la oportunidad de trabajar todos juntos en un mismo lugar. Además, cuando estás más de diez horas viéndole la cara a alguien, se genera una atmósfera de broma permanente para soportarlo, tenés que agudizar el ingenio, todos se hacían cargadas, sobre todo los chicos entre ellos, a ver quién era más rápido. La fábrica genera eso. Te tenés que reír porque si no te volvés loco trabajando 14 horas ahí.
-Un trabajo alienante te saca de quicio.
Anabel: Más si tenés 15 años.
¿Y Marito?
Damián: Pero él era como la mascota, porque tenía 13 años. Lo cuidábamos mucho, cobraba lo mismo que nosotros la hora, pero trabajaba menos porque lo protegíamos más porque era el más chiquito.
Anabel: Lo que tenía Lu es que trabajaba un montón. Agarraba un carro que era enorme, salía a juntar cartones, venía con el carro engordado, y el pibe tiene la fuerza para hacer ciertas cosas. No todos los pibes son como Lu, rebuscón…
Damián: Marito también, cuando aprendía algo nos pasaba el plumero a todos.
-Vanesa, ¿cómo es la familia? Porque vos sos media hermana de Luciano.
Vanesa: Soy la única hija de la pareja de mi mamá, Mónica. Después ella se vuelve a juntar y tiene a Luciano y mis otros hermanos.
-¿Y vos con quién vivías?
Vanesa: Viví y me crié con mi abuela. Siempre tuve una relación así con mi mamá, con idas y vueltas porque pasó por diferentes procesos, tuvo sus parejas, se juntó, se separó, su relación era violenta y su marido nunca la acompañó en la crianza de sus hijos. Los terminó criando sola: mis tres hermanos eran chiquitos cuando mi vieja se queda sola. Y yo también era chica, eso dificultaba que yo me pudiera ver con mi mamá. Eso pasa en determinada situación: de golpe dejás de tener contacto porque no tenés guita para viajar en colectivo. Mi mamá estaba en la lona totalmente, viviendo en una casilla en Florencio Varela con sus tres hijos, después la vuelvo a ver cuando la echan del hotel de Flores. Les dejaron todas las cosas adentro y los echaron a la calle. Mi vieja y los tres chiquitos tuvieron que dormir en la calle. Ahí, entre comillas, me hice responsable de la situación que estaban pasando, y se mudaron para el barrio 12 de Octubre (una villa de una manzana, rodeada de chalets, en Lomas del Mirador).
¿Habías perdido relación con tu papá?
Vanesa: Con mi papá siempre perdí relación, no tengo ninguna.
Changas y voley
Vanesa tiene 27 años, y todo esto ocurría cuando ella tenía 24. “Te hablaba de mi abuela, es una señora grande, costurera, siempre laburó y vivió de lo que cosía. Con eso me pudo criar y permitió que llegara hasta donde llegué, que será mucho, será poco, pero puso gran parte de su vida en esa máquina de coser para que yo hoy pueda estar defendiendo la situación de mi hermano”.
-¿Desde qué edad trabajás?
Vanesa: Siempre. A los 15 años o antes ya hacía changuitas. Con Laura trabajé en la coonia de vacaciones. Y esto es importante: me crié con mi abuela, pero vivíamos en una sociedad de fomento. Yo no podía pagar las cuotas para jugar al voley, pero me dejaban jugar, rodeada de mis amigas y sus familias. Fueron también mis familias. Iban a Villa Gesell a un torneo, yo no tenía plata, pero alguien la ponía y me llevaban. Laura, su familia, otras amigas y otras familias, son personas que generaron algo bien importante en mí.
¿Qué es lo desfavorable?
Mónica y sus tres hijos, Luciano, Mauro y Mario, se mudaron a la villa.
Vanesa: Apareció un angelito. En realidad era una señora mayor que ya no podía vivir sola. Era una casilla, y le deja un cuarto a mi mamá. Eran cuatro metros cuadrados, dos por dos. Había dos cuchetas. En una dormía Luciano con Maurito, y en la otra Mario con mi vieja. Condición bastante desfavorable. O humillante, yo diría. Sin baño. Tenían que ir a la estación de servicio que estaba sobre la avenida Mosconi. Lo que pasó es que la mujer se estaba dejando morir, en esa misma casa. Situación fea. Después la internaron, y mi madre tuvo que atrincherarse porque la querían sacar, pero ya no tenía dónde ir. Al final se pudo quedar. Pero fue toda una vida en la que ella y mis hermanos rodaron por muchos lugares, viviendo mucha violencia, situaciones muy miserables. Eso calculo que hizo que Luciano tuviera otra actitud ante la vida, porque él reconocía lo que le ocurría, entendía lo que pasaba, era muy compañero con mi vieja, y era…, ocupó un lugar muy especial en la familia, porque era ese hombre que le faltaba a la casa, que hacía que uno tuviera más confianza cuando él estaba ahí.
Damián: Eso se notaba en que siempre estaba queriendo hacer algún trabajo. Hasta cuando fue la primera detención de Luciano (22 de septiembre de 2008) él estaba en la fábrica. A las 7 estábamos juntos, Salió para sacar el documento, y ahí lo secuestran los policías. Hubo tortura, Vanesa y la madre estuvieron esperándolo en la puerta del destacamento escuchando los golpes que le daban y los gritos. Diez horas: lo tuvieron desde las 9 de la mañana hasta la s 7 de la tarde.
¿Él hizo algún comentario sobre qué era lo que le estaba ocurriendo con la policía?
Damián: Luciano hablaba todo el tiempo -y los amigos también- de lo que estaba pasando en el barrio. Los pibes saben muchas cosas, que a veces se guardan porque se están amenazados, saben hasta dónde tienen que hablar. Luciano mismo le reveló algunas cosas a la familia, pero les dijo: “Esto es para que lo sepan ustedes nada más”. Los chicos de los barrios se vuelven muy hábiles para protegerse. Saben que la vida de ellos no vale nada. Que no pueden hablar de más, les puede ir la vida en eso. De hecho, cuando Luciano se niega a robar para la policía ya estaba frito, ya había visto la cara del tipo que le estaba ofreciendo. Y ya sabía. Todos sabían.
Y saber lo convertía en un peligro.
Damián: Claro. Pero algunos detalles y algunas cosas sí las hablaban. Todos decían que la policía estaba presionando a los chicos para que roben para ellos. El comienzo del desastre fue la instalación del destacamento en Lomas del Mirador. Ahí se generó una enorme caja negra policial que recluta a los pibes para que roben para la policía.
Modismos bizarros
La aparición del destacamento, dándole respuesta a los vecinos que pedían más seguridad, se convirtió en la cáscara donde se empollaba la mayor inseguridad: la propia policía ofreciendo “trabajo” a los chicos, zonas liberadas para robar, y protección para las familias. Se suma Fermín al grupo. Es albañil, rápido de palabra y de ideas, amigo de Vanesa y Luciano.
Fermín: Yo soy muy andador y conozco a muchos pibes. El tema que para entrar a los barrios la policía, ¿qué hace? Había un chabón, que era el que reclutaba a los pibes. ¿Y qué hacía este chabón? Viste los modismos del barrio son bastante guarros, bizarros, como quieras decirles. El chabón se metía entre los pibes, haciendo ciertas situaciones, fumando, para entrar en confianza. El chabón agarraba y a los pibes los tomaba, dentro del amiguismo. Operaba con ese sistema.
Damián ¿trabajás como abogado?
Damián: Estoy trabajando con algunas causas, la causa de Luciano y algunas otras, mientras mantengo, como para poder organizarme, el trabajo en la misma fábrica en la que estábamos con Luciano.
S: En tu caso, ¿cuál es tu actividad, trabajás, estudiás?
Recordemos: Fermín es albañil, Vanesa es administrativa en Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires, Laura es profesora de Educación Física y Anabela hace de todo un poco: ayuda la albañilería a Fermín, que además es su hermano, y como secretaria a Damián, que es su amigo.
H2: Yo soy albañil. Yo me dedico a la construcción, en plano general, albañilería, plomería, gas.
S: ¿En tu caso?
M: Yo soy profesora de educación física.
S: ¿Ejercés?
M: Sí. Trabajo como administrativa.
S: ¿En una oficina?
M: No. En Desarrollo Social, desarrollo del Plan Vida. En provincia.
M: Yo trabajo para Fermín, y ahora soy la secretaria, también de Damián, hago algunas cosas de los juzgados.
S: Me gustaría volver a pegar el salto hacia delante. ¿Qué los movilizó para organizarse…? En el mismo barrio, había un grupo de amigos…
M2: Nosotros somos amigos de antes, de toda la vida.
S: ¿En tu caso, amigo de Vanesa o de Luciano?
Fermín: De Vanesa y de Luciano, lo conocí de chiquito, por cuestiones, amigos, familiar, iban a la escuela juntos, nosotros nos conocemos de toda la vida.
H: Fermín es el hermano de Anabela.
M: Es un grupo donde hay varios hermanos y hermanas.
S: Después de la desaparición de Luciano, ¿cuándo es que empieza la movida? ¿Cómo es que el barrio, como participaban ustedes, consolando o acompañando a Vanesa, haciendo qué? ¿Qué es lo primero?
V: En realidad, todo… acá lo que hay que tener en cuenta es que todos tenemos una actitud muy desprejuiciada. Ante el peligro, sobre todo. Si no se entiende que nosotros somos un grupo que no tenemos miedo a ninguna situación que en otra situación podría generar miedo, no se entiende este grupo. Nosotras, con Anabela, cuando nos enteramos de lo que había pasado con Luciano, porque ya teníamos la presencia de una persona que nos dijo “Con Luciano pasó esto y esto”, lo primero que hicimos con ella fue ir al destacamento, y decir “nosotros sabemos lo que ustedes hicieron con Luciano”, desde la locura que nosotros teníamos también de sabe algo que había pasado con Luciano y no tener una puta prueba para decir “esto es lo que tengo para demostrarte a vos, fiscal, que no me atendés durante 45 días, que a mi hermano le pasó esto”, porque la justicia accionó de esta forma. La justicia lo que hizo fue frenar la causa, pararla durante 45 días, desviarla, plantarnos policías en el barrio, intervenir los teléfonos, investigar qué estábamos haciendo nosotros. Y en ese desconcierto que teníamos nosotros, al día 45 nos enteramos de lo que pasó con Luciano.
S: Ese momento es el día 45, cuando vos decís “nos presentamos”.
V: Nosotros tomamos como el día 45. No sabemos si es…
Fermín: Era el día de mi cumpleaños. Conozco muchos pibes de todo el barrio, y realmente nosotros nos enteramos de esa forma, el día de mi cumpleaños, apareció un pibe equis y me dijo: “Che, loco, está Vanesa acá y yo esto no me lo puedo guardar, pasó así, así y asá, averigüen sobre estos datos que yo te doy. Fue la policía”. Y ahí en esa espontaneidad que yo me entero de la información, lo primero que hago es comunicárselo a mi hermana y a ella, que dentro de la espontaneidad, ellas fueron solas. Dentro de lo que era mi cumpleaños, éramos un montón de personas las que podríamos haber hecho eso. Pero dentro de lo que es el modismo, imaginate que uno siempre se maneja con el unipersonal, no comprometer al que conoce, sino por una cuestión de situación personal, uno explota porque sí. Y en este caso fue el único momento donde se pudo decir a las policías que estaban encubriendo y todo, que estaban ahí, estaban las papas calientes, y ellas fueron las únicas que pudieron hacerlo. Eso es lo que más gratifica del momento, que hubo un espacio para poder hablar cara a cara y decir “loco, fuiste vos, vos, y vos sos un otario”.
V: Un poco empezó así. Entendiendo que nos íbamos a mover de esta forma. Que empezamos enfrentándonos con la policía, y creo que eso fue fundamental, eso fue lo que nos dio la fuerza para decir “sigamos delante de esta manera”, pero al mismo tiempo entendíamos que nosotros solos no podíamos, porque tarde o temprano nos iba a caer la pero parte de la policía, de la policía más violenta, tratando de generarnos ese miedo. No lo hicieron directamente, de ponernos la mano encima. Pero varios de nosotros sufrimos diferentes formas de amenazas, de persecución. Anabela la sufrió realmente mal. Vivió… Ella tuvo que soportar…
S: ¿Qué pasó?
Anabela: Estuve detenida en la 13ª de La Tablada. Cerca de APDH, justo. Me intercepta un móvil, me preguntan qué estoy haciendo, por qué tengo la remera que tengo, a qué me dedico, digo que trabajo para un grupo de abogados, me dejan que me vaya, después me llaman de nuevo, me preguntan otra cosa, me dejan que me vaya, y a las seis cuadras yo iba con una moto, me atropelló la policía, en la moto, me tiraron al piso, me pegaron, me agarraron la moto, me subieron a un patrullero…
S: ¿Con qué vehículo te atropellaron?
Anabela: Con un tipo Corsa, un patrullero común y después se acercó una camioneta y se llevó la moto. De ahí me llevaron por la 13ª de Tablada, ahí me metieron adentro de un baño, me pegaron varias personas, llamaron a una testigo, y la testigo me tiró encima, le dije que lo que estaban haciendo estaba mal, que se vaya de ahí, que avisara que yo estaba ahí. La mujer se fue horrorizada, obviamente, no hubo ningún testigo. Ahí estuve en imaginaria, detenida con los presos varones, después me llevaron a dar vueltas amarrocada arriba de una camioneta. Después de 40 minutos me di cuenta de que estaba dando vueltas por Ciudadela, reconozco un barrio, les digo que me lleven para el Carrillo, que estaba muy lastimado, que me habían lastimado mucho, que por favor me llevaran. Y después me llevaron a la Científica de San Justo, que en la Científica le dije al médico que me habían pegado, porque estaba segura de que no me iban a dejar llamar a nadie, que por favor se hiciera cargo, me dijo que me arregle con ellos, así que me subieron al auto y me llevaron de nuevo a la 13ª. Ahí quisieron llegar a un arreglo, que no entendí muy bien cuál era. Ofrecí plata, me dijeron que no, pedí llamar a mi familia, dije que mi hermano respondía por mí, intentando por si querían plata, igual no tenía en ese momento pero para…
S: Pulsear…
Anabela: Intenté todo para llamar por teléfono.
H: Es un procedimiento habitual en el Gran Buenos Aires, la policía cuando te da demasiadas vueltas, vos sabés que cuando están haciendo eso es porque quieren plata. ¿En el barrio cómo reaccionamos frente a eso? En el barrio hacemos una colecta, hacemos lo que sea, para ir y dejar la plata en la comisaría, porque las comisarías no se manejan con las fiscalías. Ellos mantienen la gente detenida sin informar a fiscalía, para recolectar en su caja negra. A lo mejor quieren 500, a lo mejor quieren 1.000, a lo mejor quieren 5.000, han pedido barbaridades.
Anabela: Sin informar en su libro de entradas, quizá, no sólo a la fiscalía, sin informar en ningún lado.
H: Normalmente esas cosas no las hacen figurar en ningún lado. Todas las entradas, y muchas cosas que son, digamos…
M: Igual, dejá que Anabela termine de decir cómo llegó a lo de Vanesa.
Anabela: De ahí ofrecí, me dijeron que no, me pegué un cagazo bárbaro.
S: Ofreciste una cifra.
Anabela: No, no ofrecí una cifra. Dije que mi familia, que respondían por mí. Así, cualquier cosa, y ahí me asusté mucho, escribí con saliva mi nombre en la comisaría, en la pared, escribí con saliva mi nombre porque la verdad no sabía qué iba a pasar. Después de un par de horas me hicieron firmar algo para quedarme en libertad, me dieron la libertad, y cuando salí de la comisaría me llamaron de nuevo, di unos pasos, me llamaron de nuevo…
S: ¿Adónde, al celular?
Anabela: Me llamaron de ahí, otro policía, me dijo “vení, vení”, y me dijeron “Ahora subite a esa camioneta”. Me subí a la camioneta, que me quedé unos minutos, de ahí me pasaron a buscar, otro policía, y me pasaron de auto, un auto que no era de la policía, un auto particular, y ahí empezó una recorrida… Otra recorrida, donde el tipo me decía que si yo estaba con él no me iba a pasar nada, yo le dije que estaba muy nerviosa, frenamos en la calle Soldado Argentino, en San Justo…
H: … la estación de San Justo, en la plaza…, la estación de San Justo, las vías del tren…
M: Es un lugar espantoso. A la noche no hay nadie, nadie, nadie, no pasa ni un auto.
Anabela: De ahí veo que con eso que le dije que estaba muy nerviosa, que quería irme, pero que bueno, él ya tenía mis datos, porque ya tenían mis datos, mi teléfono, que me buscara, y así que él agarró por una calle, agarró por otra, se metió en contramano justo en la casa de Vanesa, dobló en contramano en mi casa, y cuando bajó un poco la marcha, me tiré del auto y corrí, corrí, me metí en los monoblocks y fui hasta la casa de Vanesa y le toqué el timbre a las 4 de la mañana, que no me quería abrir porque no sabía qué estaba pasando.
Fermín: A posteriori, después, al otro día llamó el policía éste, como tenía los datos de ella. Este policía llama, como que le hacían decir… Yo atiendo el teléfono y digo “Hola, quién es”, “Habla el turco, ¿está Anabela?”, y digo “¿quién es el turco?”. “No, no, el turco, un amigo, me conoce, por una situación que pasó ayer”. Le digo: “¿Qué turco? Acá se pudre todo, loco, si no me das tu nombre y apellido, acá no vive ninguna Anabela”, “No, que soy el turco, soy un amigo”. “Bueno, acá tenés a Bin Laden, acá no llamés más porque te exploto”. Yo soy muy agresivo en esos casos, cuando alguien no me dice su nombre y apellido, o te corto o te quiero matar por el teléfono. En la previa ya sabía eso, me había contado que un policía le había tomado el teléfono de mi casa y ya estaba alerta.
S: Es un teléfono directo, de línea.
Fermín: Claro, sí. Así que uno estaba también a la expectativa, imaginate que con la bronca, la bronca de saber lo que pasó, imaginate que uno, como te decía antes, como ellas fueron en un primer momento al a comisaría a decir lo que había pasado, también estaba en mi modismo de tener que ir hasta la comisaría, ahí, y querer hacer un desastre. Uno también un poco de contención psicológico, como te trabajan estas dos, es terrible, uno amaina un poco las broncas.
Laura: Cuando Vanesa estaba contando que fueron al destacamento, cuando nos enteramos, el contexto en que nos enteramos, que ellas dos solas y que después otras noches se armen situaciones en este destacamento, no es una cuestión menor, no estás yendo a denunciar un robo, “me robaron”, no, estás yendo a denunciar algo que hicieron ellos. Era una cosa así, una locura. Les estás yendo a decir en la cara que sabés, “vos sos el asesino”, y este mismo tipo te puede meter a vos, a las dos, agarrarlas de los pelos y las mete adentro. Entonces eran momentos bastante duros, y de bastante dolor y al mismo tiempo bronca, y al mismo tiempo nosotros sabíamos que lo que estaba pasando ellas, aunque estén en un momento de dolor, era muy grave. No es “ah, la policía mató a mi hermano”, como si fuese algo normal una muerte por una policía. Nosotros sabemos que una situación de secuestro por parte de la policía no es normal, una situación de tortura no es normal, una situación de desaparición no es normal. No eran chicas que iban y decían “ay, secuestraron a mi hermano, le pegaron a mi hermano”, como algo común en el barrio. Todos vivimos en un contexto y venimos de una historia, desde los políticos, desde…, que sabemos que esas no son cosas normales. También sabemos el peligro que hay que ir a denunciar a la misma gente que lo hace, y sin embargo uno va y lo hace, sale de adentro de las entrañas. Pero me parece que ellas lo cuentan como algo muy natural, y vale recalcar que todas saben de lo que están hablando cuando hablan de esto, o de lo que estaban haciendo.
S: ¿Cómo fue, después de que se meten en la comisaría y les dicen a los tipos…? ¿Qué les dicen y qué les contestaron ellos?
V: Nosotras no reunimos con…, había varios personajes que están en nuestras cabezas. Te digo así, como nosotras manejábamos los nombres de los tipos. Uno era el Cara Cortada, otro era un pendejo que le decíamos “el pendejo”, y entramos discutiendo. Nos llevan a una oficina, que era la oficina central del destacamento.
S: ¿Ustedes diciendo qué? ¿Dónde está Luciano?
V: No, nosotros diciendo que teníamos que hablar con alguien responsable, porque teníamos que decir algo que sabíamos, que Luciano había estado ahí, en ese lugar, y que queríamos hablar con alguien, que alguien responsable viniera a hablar con nosotras.
S: Esto fue en el día 45.
V: Fue en el día 45. El responsable que cayó era el responsable de calle en ese momento, que era Herrera, Ariel Herrera, que Ariel Herrera había tomado la posición de policía bueno, el policía que iba a decirle a mi mamá “yo pongo la foto de su hijo en el patrullero”, y mientras tanto recolectaba información de lo que íbamos haciendo. Entonces, cuando entramos lo primero que le decimos a Herrera es: “Herrera, ya sabemos que Luciano estuvo acá, que ustedes acá lo golpearon”, la actitud de “decime dónde está mi hermano”, con total desesperación, de que me diga dónde lo habían dejado a Luciano. Por supuesto que era un sinsentido esto, pero ese espacio a nosotros nos permitió marcarles el rumbo, por más que no sirviera para nada. Nosotras dijimos “Nosotras sabemos esto y vamos hasta el final con esto, y no vamos a parar y ustedes van a terminar en cana”, y nos descargamos, no importaba. Gritamos, los amenazamos, y nos fuimos diciéndoles que la comisaría se prendía fuego, ésa fue nuestra última expresión cuando salimos del destacamento: “este destacamento lo prendemos fuego”. Después de eso, muchas veces más pasamos por el destacamento, el destacamento pasó a ser nuestro, nosotros llegamos hasta a escribir paredes delante de los policías adentro, a gritarles, a decirles que se metieran adentro porque no tenían nada que decir. Eso, por supuesto, ese espacio, nosotros fuimos ocupando un lugar importante en el barrio. Nuestra denuncia ya era una denuncia con fuerza.
S: El día 45, ¿Por qué ustedes se enteraron de algo?
V: Nosotros ahí nos enteramos de que Luciano había estado detenido en el destacamento.
S: ¿Cómo?
S: Porque esta persona que es testigo, la persona que es un testigo, que hasta el día de hoy está con cierta seguridad, que en realidad nunca la tuvo, porque fue amenazado, le pusieron un arma…
H: … al pibe lo fueron a buscar a la casa, le tocaron el timbre de la casa, lo levantaron, lo llevaron en un auto civil, lo encañonaron y le dijeron que no declare más. Y después le dieron un par de vueltitas, le comieron el coco, y después lo tiraron en Casanova para que se vuelva caminando. Imaginate.
V: El relato del pibe fue: “a tu hermano lo vieron en el destacamento”. En realidad, fue “a tu hermano lo vieron en el destacamento. Y ahí lo vieron prácticamente muerto”. Esto me lo dijo él y no me podía mirar a la cara, cuando me lo estaba diciendo él a mí no me miraba a la cara. Y nosotros en ese momento lo que yo sentí era lo que me faltaba a mí para ir y decirles “listo, ya está muchachos”…
S: Se confirmaba lo que sospechabas.
V: Yo, desde el primer momento sospeche que la policía tenía algo que ver, mi vieja sospechaba lo mismo, cuando fuimos al destacamento, a los días de estar desaparecido Luciano, ese lugar se estaba limpiando, había olor a lavandina. Se hace el habeas corpus, directamente, al otro día, inmediatamente. Sin saber mucho…
Laura: Por las dudas se hizo un habeas corpus enseguida, la primera acción, porque lo que Vanesa sentía muy fuerte era el sentimiento de que había pasado algo con la policía.
Anabela: Yo hasta los 45 días dije que Luciano estaba en otro lado. Que estaba en Flores, que se había ido con un amigo.
S: Tenías esa impresión.
V: Varios tenían esas impresiones. Hay gente que hoy no está acá, pero que hoy lucha con fuerza, pero que en ese momento, cuando yo decía “es momento de que hagamos una marcha, que vayamos a los medios”, me decían “no, esperemos a ver si…”. Frenamos…
Laura: Nosotros frenamos un montón de impulsos de amigos de Vanesa, por no sumarnos a esta cuestión de pensar que podía ser la policía, hasta que llegó ese testigo.
S: No entendí la idea.
Laura: Nosotros, los amigos de Vanesa. Vanesa nos decía “seguramente fue la policía”, o fue esto o lo otro, “la policía está implicada”, nosotros frenábamos los impulsos, pará, no hagamos una marcha, pará, no hagamos esto, esperemos a ver qué pasa. Aguantemos. Nosotros frenamos.
H: Uno creía todavía que no…
Laura: También, creer que había sido la policía, y todo esto que yo te contaba antes, de saber contextualizar lo grave de la situación, a uno no lo deja de sorprender, no lo deja de decir “no puede ser que esto pase”, es algo muy terrible.
Anabela: También pasó, que creemos que tiene lo mismo que ver, la muerte de Landolina, el florista de Susana. Landolina es el personal trainner de Coppola, y vive en el barrio de Lomas del Mirador, también murió, y después apareció otra persona que era un pibe de barrio con un montón de droga arriba de un auto, y la familia sin…
Laura: El mismo día 4 de marzo que aparece el testigo que confirma que Luciano había estado ahí, en esa misma semana hay dos muertes de dos personas muy mediáticas en Lomas del Mirador, en un lugar en el que nunca pasa nada, nunca pasó nada. Nunca pasó nada. Nada.
Y a los dos días, el 8 de marzo, o el 6 de marzo, se hacía una marcha por estas muertes, contra la inseguridad en Lomas del Mirador, en el mismo momento que estábamos descubriendo que Luciano había estado en este destacamento que lo habían pedido los mismos vecinos.
Eso en el libro lo explica mucho mejor Damián.
V: Igual, una cosita quiero aclarar. Yo creo que también, si hay algo que frena, la actitud que tanto mi vieja como yo teníamos, tozudamente, de denunciar a la policía desde el primero momento que Luciano desapreció, creo que tiene que ver un poco con el miedo que genera, hacer una denuncia contra la policía, y más si esa denuncia tiene que ver con la desaparición de un chico. No es que vos ibas a denunciar que lo tuvieron detenido un par de horas por averiguación de antecedentes. Estábamos denunciando “este chico desapareció y nosotros creemos que la policía algo hizo con él”, porque no sabíamos qué era ese algo.
Laura: Ser tan conscientes del contexto…
V: Y que conocemos a la policía del conurbano. La conocemos, sabemos los gorditos que hay. Sabemos la caripela.
H: En donde se esconden en cada esquina para sondear. Hay muchas cosas que uno, dentro de lo que es el barrio de uno, decís: a las 10 de la noche están durmiendo en la plaza, a las 11 y media de la noche están pidiendo pizza, a las 12 están pidiendo…
Laura: A la una están tomando falopa en la oficina…
H: Hay muchos modismos de la policía que uno los conoce con transitar en la calle.
Anabela: Por estar en la calle.
H: Por darle la vuelta. Y uno le da la vuelta, y lo ves… Pestañeo, que vamos en cana, no, no puede, ¿por qué?…
S: Vos te escapaste del auto en plan corajudo total. ¿Cuándo fue?
Anabela: Bajó un poco la marcha del auto y yo con el codo pude levantar el…
S: ¿Qué sospechabas que te podía pasar?
Anabela: Pensé que me iba a llevar para coger en algún lugar, no pensaba…, plata no había, no me violaron ahí adentro. Ya había pasado por todos los límites, me hicieron firmar falopa, me habían liberado, este tipo estaba haciendo algo amigable para seducirme también, porque él me decía algo como “vos, si estás conmigo esto no te va a volver a pasar nunca más”. El como queriéndome enamorar a mí, entró en esa circunstancia.
V: Acá hay algo también. Anabela, cuando la detienen, tenía el sticker de Luciano.
Laura: Prendedor.
V: Le hacen preguntas de Luciano. Cuando ella le quiere explicar algo, porque ella encima se pone en el papel de querer explicarle el caso de Luciano, el tipo le dice “No, no me expliques nada, ya lo sé”. Yo creo que hay una actitud muy perversa en esto, cuando ella se va, “no, volvé”, te subo a un patrullero, después te subo al auto de civil. Generar terror. Es siniestro esto. Estuvo desde la 7 de la tarde hasta las 3 de la madrugada ahí. Mi amiga llega a las 3 de la madrugada a mi casa.
S: ¿Cuándo fue?
H: A los 5, 6 meses.
S: ¿La fecha?
Anabela: No me acuerdo.
S: Junio, Julio.
Anabela: Más, mucho más. Hace muchísimo.
H: Fines de 2009 ponele.
Está la denuncia en fiscalía, porque se hizo la denuncia.
H: Imaginate que al otro día de pasar esto nosotros vamos al policlínico de San Justo para hacer el precario policial, que era para eso, viste, donde te sacan la muestra de los golpes, de lo que le pasó. La misma policía de la 1ª de San Justo extrae ese precario policial y no nos querían entregar el precario. Que uno va cuestión civil, nosotros no fuimos ni con abogado ni nada, fuimos al policlínico, “necesito hacer un precario policial porque pasó esto y esto”. Automáticamente le empiezan a hacer todos los análisis. Cuando llenan toda la data los médicos, agarran a un policía que normalmente siempre está dentro del hospital, agarran ese precario y automáticamente se lo llevan, sin avisar nada, y nos tienen horas, horas dentro del hospital, chamuyando que el precario lo estaban haciendo, sabiendo ellos que el precario lo tenía la comisaría 1ª de San Justo, de la mano de enfrente.
Anabela: La denuncia se hace en la comisaría.
H: Eso es civil. Y a nosotros no nos podían dar el precario porque como fuerza de seguridad la policía tiene que hacer la exposición por su lado. No es que uno independiente puede hacer…, bah, puede hacerlo pero tiene que hacer la denuncia a la comisaría.
Anabela: ¿Qué queremos decir con esto? Que vos vas a pedir al policlínico de San Justo un precario policial y te van a mandar al frente con la policía. Lo mismo que pasó con Luciano. Luciano también fue a pedir el precario policial ahí, y tampoco hicieron nada. Cuando a mí me…
S: ¿El precario qué es?
Anabel: El precario policial es…
H: … médico. El problema es que el policlínico de San Justo está frente a la comisaría de San Justo y trabajan en complicidad. Los médicos, por acción u omisión trabajan en complicidad con esa comisaría.
Laura: Está la 1ª de San Justo, el policlínico de San Justo y la Municipalidad de La Matanza en la misma cuadra. A la vuelta la Brigada. Eso es un lugar estratégico de operaciones de toda La Matanza, no es un lugar menor La Matanza del país. En San Justo se maneja toda la cuestión de lo que te imagines.
S: ¿Cuál fue la primera acción que uno puede pensar que hicieron? La primera fueron ustedes yendo a la comisaría.
V: Una marcha.
Anabela: Una marcha, y siendo también seguridad para no…
Laura: Nos metimos en la marcha de la inseguridad de estos dos muertos.
S: ¿Fue el 6 de marzo de 2009?
Anabela: Sí. Para que la seguridad sea para todos. Para eso nos metimos.
V: Con una intención clara que la foto de Luciano apareciera en los medios de comunicación. Nosotros decíamos: si la foto aparece en los medios, si es que Luciano todavía está en algún lugar, quizás alguien… porque también pensábamos que podía estar secuestrado, que eso que él había contado de que la policía quería meternos en un grupo de jóvenes que robaban, quizás él estaba secuestrado, por algún policía, siguiendo con esta actividad.
S: Que se viera la imagen.
V: Claro, porque si alguien había visto a Luciano, nos iba a dar la información. La reacción de los vecinos, que lo comenté varias veces, algunos nos decían “acérquense” y nos daban el espacio, y otros nos gritaban “ahí vienen los villeros”. Ahí es donde se notaba que estaba bastante dividido el tema, algunos nos rechazaban y otros nos aceptaban, pero teníamos que pelearla.
S: 6 de marzo, ¿a la tarde?
V: A la tarde.
S: Movilización organizada por vecinos de Lomas del Mirador…
V: Vecinos organizados en alerta, VALOMI.
S: VALOMI, pidiendo más seguridad.
H: Después de los crímenes, fue tapa de Clarín al otro día, fue muy importante esa marcha.
S: Era por lo del florista… Ustedes se meten.
H: La marca de ellos empieza desde la Plaza de bomberos, casi vendría a ser lindando con Ramos Mejía, San Martín y Humboldt, que agarraba todo Mosconi, San Martín, y después hasta General Paz. Nosotros nos acoplamos, salíamos desde el barrio 12 de Octubre, nos juntábamos, íbamos por Bolívar, Mosconi, y nos juntábamos en el cruce de San Martín y Mosconi, que era justo el cruce donde ellos doblaban, nosotros doblábamos para ir para el lado del destacamento. Nosotros para ir al destacamento para poder, como uno ya venía con ganas explosivas de decir lo que pensaban…
H2: Hubo un escrache al destacamento, un escrache que se hizo…
(Hablan varios a la vez)
Laura: Mini escraches al destacamento hubo varios.
S: Estamos hablando del 6 de marzo. ¿En qué consistió?
H: Se hizo todo improvisado. En realidad, ni siquiera sabíamos que íbamos a ir a la marcha que hacían los de clase media. Nosotros lo que hicimos fue juntarnos en el barrio y marchar. Nos metimos en la marcha, nos metimos en el centro…
S: Una marcha propia.
Varios: Claro.
H: La primera marcha nuestra fue ésa. Una bandera improvisada, nos metimos ahí.
S: ¿La bandera qué decía?
S: “Buscamos a Luciano”.
(Hablan varios a la vez sobre la bandera)
H: Ésa fue la mejor bandera que quedó. La tenés en las imágenes. La que está encabezando el blog…
S: Hablen todos, pero de a uno…
H: Termino de cerrar eso: cuando vamos a la marcha, de ahí… Decía “Buscamos a Luciano”. Nos abrimos paso entre todos los vecinos, una marcha bastante importante, con lo que te decía Vanesa, con algunos insultos, con alguna gente que apoyaba, que nos decía que nos acerquemos al escenario, y de ahí nos vamos al escrache ese que se improvisa en ese momento. Porque el destacamento queda a tres cuadras de ahí, una cuadra y media, del cruce de San Martín y Mosconi, el destacamento queda a una cuadra y media.
S: Se abren de la marcha…
H: Y nos vamos al escrache que ahí surgió, éramos 30, 40, 50 personas, que nos vamos a hacer un escrache ahí.
S: Me decís que salió en el diario.
H: No, salió en el diario la marcha del 6 de marzo de Landolina y …
V: Nada, ni una cosa chiquita de costado. Las cámaras directamente…
H: Cuando hablaba ella le apagaban la cámara.
Anabela: Era muy obvio, que decían “ahí vienen los villeros”.
S: Llegaban ustedes con la bandera, se metían ahí, y vos querías que se viera…
V: Estaba la presencia del demonio máximo de Lomas del Mirador, de Gabriel Lombardo, un hijo de puta manifiesto, que llegábamos al lugar donde él estaba con las cámaras, y él hablaba al oído de los tipos, que no sé qué carajo les diría, pero la actitud era de no, de no filmar. Pero no se podía entender que esa basura tuviera tanta autoridad, no sé qué le diría al tipo.
H: Está subido a eso. Ese tipo es una rata que aprovecha ese momento de estos dos crímenes, que fueron crímenes sanguinarios, no sé si el del gimnasta o el del otro, que aparece una pileta llena de sangre, cuerpo mutilado. Como demasiado preparado. Lombardo se sube a esa ola, en ese momento y fue en un momento de fama que tuvo.
Laura: Y encima después no le termina de salir del todo bien, porque la familia de una de las víctimas presupone que la policía libera la zona. Que ellos no compartían primero la cuestión de defender a la policía, porque pensaban que había liberado la zona, que no compartían que VALOMI los defienda.
S: ¿Qué familia?
Laura: Ana Landolina.
H: Es la viuda de Hernán Landolina. No sé si es el gimnasta o el florista…
Laura: Es el entrenador, porque sale con una camioneta…
S: Esta familia es la que se abre un poco…
Laura: Ese mismo día terminan diciendo que ellos creen…
H: Se dan cuenta de la situación de cómo viene, y ahí se abren, y entra la posibilidad de poder hablar nosotros, de hablar Vanesa en ese momento, le da el espacio para poder hablar. Que en ese momento, cuando le dan el espacio, ahí es donde habla Lombardo y le cortan la cámara. Como que hay un momento donde se ve que le ponen la cámara adelante, la empiezan a filmar, y se la apagan.
Laura: Claramente, apagan las cámaras, directamente.
S: La otra cuestión era la de los insultos a ustedes cuando llegan.
V: Sí, villeros. Ahí vienen los villeros.
H: Igual también era una actitud que en algún punto nos tenían miedo, porque nosotros éramos 50 personas, y ellos eran 5.000, sin embargo se tuvieron que abrir y nosotros entramos, y los insultos venían de lejos, como que nos tenían un poco de miedo, en el fondo.
Laura: Entrábamos con un montón de nenitos andando en bicicleta, tocando redoblantes, abuelas con carteles. O sea…
S: 50 personas del barrio.
H: Del barrio, amigos, allegados.
S: Llegan hasta ahí, se apagan las cámaras, ¿y se van?
V: Vamos al destacamento, porque hacemos un escrache.
H: La marcha hace esto. Nosotros nos juntamos en la esquina, ellos venían por San Martín, nosotros veníamos por Mosconi, se juntan en la esquina, se hace la charla, y bueno, la misma marcha de ellos dobla en Mosconi y agarra para el lado de la General Paz, y nosotros, en vez de seguir la marcha con ellos, doblamos para el lado de San Martín, para el lado del destacamento.
S: ¿Qué charla?
H: La charla es donde ella habla, que le apagan las cámaras.
S: ¿Pero qué pasó, vos estabas hablando en el acto?
V: No, en ese acto no, porque había un escenario. Yo nunca llegué al escenario. Pero como estaban las cámaras ahí lo que intenté fue, mientras hablo con los vecinos, porque yo iba hablando… Una situación rara en realidad. Nosotros fuimos entrando y como que se fue abriendo un poco. De un lado, las voces se escuchaban dispares, unos decían “ahí vienen los villeros”, otros decían “vení, acercate”. Cuando vamos avanzando todos, mientras tanto vamos diciendo “Luciano es un chico que está desaparecido, creemos que fue la policía”, manejábamos todo así, queremos llegar a las cámaras. Cuando tenemos las cámaras ahí, porque las cámaras por lo general están todas en el mismo lugar, se daba esta situación, de que este personaje, Lombardo estaba ahí, bajaría una línea que no sé cuál era, y no había una recepción de parte de esos medios que estaban ahí. Era muy puntual lo que decía: “Necesito que la foto de este chico salga”. Pero nada. No se conmovían. Yo quería que se conmovieran, al menos. Pero no había nada de eso.
Anabela: También había una cuestión de que Lombardo se había juntado con De Narváez, había toda una cuestión política en ese momento.
S: Es asombroso el tema para los medios, hay una marcha, un chico desaparecido, sería lógico que… Da la sensación que… Me quedo pensando. Si es porque eran villeros, es una explicación.
Laura: Una porque eran los villeros, y otra porque Lombardo ya sabía de la cuestión de Luciano, ya sabía que estaba la policía implicada, trabaja en conjunto con la policía, él se encarga de limpiar lo que la comisaría hace, diciéndole a los medios de comunicación “a éstos no les den bola, son unos negros de mierda”.
V: “Este pibe es un villerito con 20.000 causas”. Eso fue lo que él dijo en varios medios. Primero fueron 20.000 causas. Fue así: una seguidilla. Primero dijo que nosotros estábamos delirando y que Luciano había tenido una discusión con la familia y que había agarrado su mochila y se había ido a Córdoba, y que él lo había visto con una mochila. Esto lo inventó, literalmente, porque el tipo nunca pudo conocer que hubo tal discusión, porque no la hubo, pero mucho menos que el pibe se fue con una mochila a Córdoba. El asoció Córdoba porque el padre vive en Córdoba, y esto hasta llevó que se investigara esto, que es lo más terrible, que se investigara lo que este delirante decía. Después cambió su discurso. Se puso más duro, dijo “este pibe es un villerito con 20.000 causas. Vamos, no vamos a investigar la desaparición de este pibito que estaba robando”. Después, cuando nosotros fuimos poniéndonos más duros, hablando de la actitud de él y de lo que generaba él, cambió, “no, no tiene 20.000 causas, pero es un villero”.
S: Eso se podría decir que es el nacimiento en la calle, una actividad concreta, con marcha, escrache.
V: Eso es fundamental, porque es ahí donde nosotros, creo que sin saberlo, empezamos a conocer estas dos caras. Que teníamos, sí, una parte de los vecinos que estaba todo bien, y nos hacían llegar a las cámaras, pero que había otros que nos trataban como los villeros. ¿Y qué, los villeros no tenemos derecho, los villeros tenemos que soportar que haya chicos desaparecidos de 16 años? Sentimos en ese momento también, por lo menos yo desde lo individual, sentí que había que hacer algo más, que yo no me podía quedar con esto de que algunos medios masivos de comunicación tomaran el caso de Luciano. Acá tenía que haber un acompañamiento de los vecinos, tenía que haber muchísimos medios alternativos tomando la causa de Luciano. Que las diferentes organizaciones, partidos políticos que tuvieran ganas de levantar esta bandera la levantaran. Porque empezábamos a comprender al mismo tiempo, y relacionándonos con otros familiares, que no era Luciano solo. Que acá había una actitud corporativa, una institución que salía a matar chicos, que disparaba sin necesidad. Que nosotros estábamos viviendo, y creo que hasta ahora no terminamos de caer que Luciano va a cumplir dos años de desaparecido. Creo que nos pesa, pero caemos en algunos momentos en eso.
Laura: Y en un escenario en que esta policía sigue manejando igual que hace dos años, con esta misma impunidad, en todos los barrios, y que este barrio de Lomas del Mirador sigue en esta misma postura de que algunos te apoyan y otros te ignoran. En el mismo barrio, después de dos años de que todo se sepa.
S: 6 de marzo hacen esto. A la noche, el 7 de marzo, ¿qué dijeron? Vos pensaste “hay que seguir”. ¿Qué pensaron?
V: Lo que pasa es que esos días, por lo menos para mí, eran para mí muy desordenados. Tenés que entender que hasta ese momento nosotros no teníamos nada, no teníamos acompañamiento, no teníamos abogados que trabajaran específicamente la causa de Luciano. Yo tuve una primera etapa junto con Damián y después, a los abogados que se incorporarían, de golpear puerta por puerta. ¿Qué quiero decir con esto? Y…, a la Secretaría de Derechos Humanos de Nación, a la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia, ir a ver al diputado tanto, al ministro de Seguridad tanto…
Laura: Al secretario del intendente…
V: Hubo que empezar a moverse en el mundillo político, que este sistema te impone esto. Que vos primero tengas que acudir a estas personas para comentarles lo que está ocurriendo en un barrio, para que sean conscientes de que hay un chico desaparecido en determinado lugar. Y eso nos llevó prácticamente un año entero, sin ser exagerada. Realmente gastamos zapatillas golpeando puertas y puertas. Mientras tanto teníamos otra organización que se estaba gestando, pero iba en paralelo. Mi familia no tuvo vida durante un año. Realmente te digo. Nosotros nos levantábamos a la mañana, íbamos a ver al primer garca de turno que nos tocaba ir a ver, sabiendo que nos íbamos a encontrar con un burócrata, con un político de mierda que no tiene sensibilidad alguna, pero nosotros necesitábamos decirle “esto está pasando, ¿qué podés hacer desde tu espacio?”. Y mientras tanto desde lo que nosotros considerábamos esa base, que queríamos empezar a afianzar, trabajarla, trabajarla. Fue primero una coordinadora, fue después Familiares y amigos. Pero nosotros entendíamos que más allá de golpear puerta por puerta y decirle a cada uno de los políticos de turno que esto había ocurrido con Luciano, mientras tanto teníamos que afianzarnos nosotros como grupo para generar muchísimo más y para poder instalar un tema que tenía que ver con la problemática.
S: Cuando golpeabas las puertas, abrías la puerta, y te encontrabas con burócratas, gente que…, “ni sensibilidad”, ¿qué quiere decir? ¿Ni hipocresía?
Laura: De querer sumar un voto…
V: Que no tienen nada que ver con la historia que vivo. Yo venía de ver la miseria de mi mamá, de ver las lágrimas de mi mamá, de ver la cara de mis hermanos, si entender absolutamente un carajo de lo que estaba pasando, y me tenia que sentar, o con minas que estaban subidas arriba de unos tacos altos, con un montón de collares caros preguntándome quién era yo y qué había pasado con Luciano Arriaga o Arroga o el primer apellido que se les ocurriera, sentándome a hablar con esas mujeres, que por supuesto estaban alejadas años luz. Funcionarias, mujeres, hombres, no importa quiénes, funcionarios que no tienen nada que ver con la realidad que vive uno, que no entienden lo que vos les querés explicar, que todo el tiempo te están mirando con cara de lástima, cuando vos no querés que te tengan lástima, vos lo que querés es que te escuchen, te subestiman, al mismo tiempo, te tratan de nena, o de criatura. No, tratame como a una persona, escuchame sin tenerme lástima. Porque yo vengo a hacer una denuncia seria, y vos sos un funcionario público, y me tenés que dar una respuesta. Entonces, ellos no brindan respuestas. Ellos te preguntan: “¿Y yo en qué te puedo ayudar?”. Yo ahí me fui dando cuenta de cómo funciona esto, como a un familiar le cuesta llegar a ese lugar, y cómo le cuesta a un familiar después expresar lo que quiere. Porque cuando te dicen “decime en qué te puedo ayudar”, y vos no entendés ni siquiera en qué lugar estás, y en qué me podés ayudar vos, desde qué lugar, haciendo qué. Si yo no entiendo esto, si esto es grande para mí, si yo recién entro a esta secretaría de Seguridad, por decirte una pelotudez. Vos llegás sin saber adónde te metés, con quién te metés, que alcance tiene esa persona.
S: ¿En qué me podés ayudar? Traelo a Luciano acá.
V: Yo me considero que nunca ocuparía un cargo, por lo menos en las condiciones que están dadas, pero me imagino que estando en presencia de un familiar, mi postura sería totalmente diferente. Por empezar, creo que no seguiría sentada en mi sillón muy tranquila con cara de piedra, con miles de collares, la cara estirada, preguntando, “a ver, qué pasó con tu hermano”, lo primero trataría de recibir a la persona de otra forma, tratando que sienta que lo que está pasando realmente me preocupa. No sé, creo que igualmente nunca en mi vida sería una persona tan fría y tan siniestra como todas las personas que yo conocí.
Considero que de todos modos uno tiene que enfrentarse a esas personas, simplemente para decirles que uno está, que uno salió de determinado lugar, y que a pesar de todo lo que costó estar en ese lugar, tiene la posibilidad de hablar con ellos de igual a igual. Y demostrarles que son unas verdaderas basuras.
S: Y este elenco que atiende burocráticamente. Lo vi con lo de Bariloche, el gobernador atendía al os familiares mirando para otro lado.
Laura: Preocupación cero, sensibilidad cero, calidez cero.
S: Educación diría, modales. Me estás hablando de un problema…
Anabela: Ese 4 de marzo cuando entramos había uno abierto de piernas, se rascaba, y se reía cuando nos contestaba. Cuando fuimos al destacamento.
V: Casi nos agarramos a piñas ese día.
De hecho fue él que nos puso el brazo a Anabela y a mí, porque nos íbamos, nos íbamos al humo, porque hizo desatar lo peor de nosotras.
S: No era Herrera.
V: No, era otro tipo que estaba ahí sentado.
S: Y los burócratas. Todos los que se encontraron eran de este estilo, no hubo excepciones.
V: No. Hay excepciones…
Anabela: El otro día estuvimos en un escrache de Cacho Castaña, fuimos ahí, tratamos de desplegar una bandera en el recital, vinieron, nos sacaron. Tratamos de entrar de nuevo, hubo gente…
Laura. Estaba el gobernador, aclarale.
Anabela: Estaba Scioli, y estaba Balestrini. No, Espinosa (¿)
Laura: Balestrini un poco difícil.
Hace poquito, hace un mes. Cacho Castaña en La Matanza…
S: Y se mandaron ustedes.
V: La intención es escrachar a Daniel Scioli, que no nos atendió en ningún momento. Jamás. De hecho, nos dejó plantados.
Anabela: Cacho Castaña se sienta en la mesa con Mirtha Legrand, dice que a los negros hay que ponerlos en un paredón y matarlos a todos.
S: ¿Eso lo dijo?
Anabela: Una semana antes del escrache. Que a los negros había que ponerlos en un paredón y matarlos a todos.
S: ¿Dijo eso, en televisión?
Anabela: Sí. Poné en google “a los negros hay que matarlos a todos. Cacho Castaña”, y va a aparecer seguro.
V: Nos sacaron, quisimos entrar de nuevo en el recital.
S: ¿Era en la calle?
Anabela: Sí. Entre medio encontramos amigos de Rubencito Caraballo, el chico que murió en el recital de Viejas Locas, les dijimos “ayúdennos a llevar esta bandera que nos reprimieron allá adelante”, y los padres que estaban con esos chicos dijeron “ustedes ahí no se metan”, seguimos con la bandera caminando, como sea, vinieron más gorilas, por suerte dos personas del público dijeron “estos chicos son del barrio y estamos en democracia, abrí el paso porque si no se pudre todo”, y llegamos delante de todo, pero cuando llegamos delante de todo nos bajó toda la policía federal que estaba ahí cuidando. Estaba la Federal. Porque imaginate, había 4.000 personas solamente en gradas, y tres cuadras de palco en sillas, mucha gente. Pidieron apoyos de seguridad. Y entre medio de todos esos policías había un policía…, viste que te das cuenta de que siempre hay uno, uno que zafa, que te quiere tirar una buena, pero que es fácilmente tapado, en este caso el muchacho dijo “Flaca, yo te entiendo, tengo hijos”, casi lo decía llorando, y en el momento que dijo eso vino un tipo de civil, le dijo “¿vos tenés que estar acá o del otro lado de la valla?”, “No, pero no me hagas esto”, “Andate del otro lado de la valla porque vos no tenés nada que hacer acá”. Al cana. Viste que ellos se tratan así, se soretean entre ellos, imaginate lo que queda para vos. Y yo me quedé agarrada de la reja, con este pibe, y una policía atrás decía “negra de mierda, negra de mierda”. Todo el tiempo, no tenía otra cosa para decirme. No me conocía, lo único que era para ella…
S: Tienen hasta poca variedad para el insulto.
Anabela: A nosotros también nos pasa que gritamos y después nos quedamos…, vamos y gritamos a otro.
S: ¿Por qué te decía esto?
Anabela: Porque estábamos ahí con la bandera. Yo les decía “ustedes abran la bandera, porque si no tienen un escándalo”, y no había manera de hablar conmigo. Una cosa en la cabeza, aunque pase muchas situaciones, porque ahí pasé muchas situaciones, pasé angustia, corrí, lloré, me reí, me dolió cuando me pegaron. Pasás por un montón de cosas pero estás bien claro y bien firme con lo que querés, querés abrir una bandera y que lean “Luciano Arruga está desaparecido”, y ahí no te importa nada, y si la tipa estaba ahí diciendo “negra de mierda”, tampoco, no te afecta. Lo único que hace es fortalecerte. Es lo mismo cuando a una mina le dicen “puta de mierda”, te das cuenta que ya se le acabaron…
(Hay una interrupción)
Igual, es un escrache de más de dos años, porque nos metimos en cualquier lado.
S: Vanesa contaba lo de golpear puertas. Ustedes hicieron esa marcha, y después de eso, de ir a ver funcionarios, ¿qué siguieron dándose como organización?
Anabela: Por ejemplo, nos empezamos a juntar con toda la gente que sea del conurbano bonaerense que hayan tenido problemas con la policía. Por ejemplo con la familia de Diego Lucena, y ahí nos damos cuenta de que Fecter (¿) y Sosa, que son los que dejan morir a Diego Lucena en un patrullero son también los que están adentro de la causa de Luciano, trabajando en Lomas del Mirador. Nos encontramos, pasa lo de Rubencito Carballo, la familia Blasco, muchas familias, la familia de Caito, muchos casos del conurbano bonaerense, y ahí nuclearnos con ellos para hacer todo. Cuando cumple años Caito, se hace una actividad en el barrio de Caito. Cuando pasa un mes de Luciano, se hace algo en lo de Luciano, cuando pasa algo de Diego Lucena…
S: ¿La idea es cada mes hacer algo?
Anabela: Nosotros todos los meses hacemos algo.
S: Estábamos en la del 6 de marzo. Después de ahí, ¿cuándo siguieron?
Anabela: El siguiente mes, y el siguiente, y el siguiente.
S: El 30 de marzo habrá sido, el 31.
H: Ponele. Siempre se concentra alguna actividad para fin de mes. Para hacer que nuestra historia se escuche, hicimos un trabajo de hormiga de ir a aparecer en todos los lugares donde hay una situación, es ir, aparece, poner la bandera. También fue un caso como, cuando fuimos a Manu Chao, nosotros fuimos…, éramos 4, que nosotros fuimos, abrimos la bandera, afuera, y después por amiguismo, que mi hermana conocía a unos pibes de La Colifata, pudimos entrar una bandera el primer día, porque el festival fue en Floresta, el recital de Manu Chao, dos días en Floresta. Un sábado y un domingo. Fuimos el primer sábado, que pudo entrar ella, que también tuvo repercusión porque había muchos pibes que conocían el caso de Luciano, que nosotros, cuando entramos el segundo día, que ya pudimos entrar los cuatro, pudimos entregar folletería a la productora de Manu Chao, también entregamos una remera, entramos a la cancha y pudimos hacer un movimiento dentro de la cancha que más allá de nosotros ser cuatro personas, hubo un gran grupo de gente que estaba dentro del campo que se puso a gritar lo mismo que nosotros.
S: ¿Qué gritaban?
Anabela: Hay una canción de Manu Chao que se llama Desaparecido, entonces los dos días tratamos que en ese tema sea el momento en que nos acompañen, porque también un recital es un momento de alegría. A nosotros tampoco no nos gusta hacer esto. No nos parece…, marchamos con alegría, hacemos todo con alegría, pero más nos gustaría juntarnos a tomar una cervecita juntos en casa. Entonces… usar el momento ese como que es un tema…
S: ¿La canción cuál era?
Anabela: Desaparecido.
V: Cuándo llegará, cuándo llegará…
Anabela: En el estribillo dice eso… Cuándo llegará…
H: “Cuándo llegaré”, y ahí decían Luciano, “Dónde llegaré”, Luciano.
Anabela: Manu Chao ahí pudo darse cuenta de la situación…
Laura: Pudo darse cuenta mucha gente…
H: De la situación.
V: Fuimos a sacar una remera, pudimos ir a un palco.
Laura: Fue el 21, 22 de noviembre del año pasado.
Anabela: Ojo que para los ocho meses de la desaparición de Luciano nosotros ya habíamos hecho un festival en el barrio con 5.000 personas, que tocaron Manos de Filippi.
S: Cuéntenmelo.
V: Todos los meses hicimos una actividad. Todos los meses hicimos festivales, y lo que intentamos siempre, cada vez que hicimos una actividad tenga mucho de alegría. Nosotros intentábamos…
S: Para relatar, ¿qué tipo de actividades hicieron? El escrache a la 8ª.
V: Es que no me voy a acordar así, de mes a mes.
S: Lo que les parezca lindo recordar.
Todos: El escrache.
Anabela: El escrache de los 4 meses. El recital…
V: El escrache, sí, fue a los 4 meses, fue interesante, porque ahí se trabajó muy bien con la gente de HIJOS Oeste, ellos con su forma de escrache, la preparación, la garra que le ponen previo al escrache.
Anabela: … que nuclean con la Mesa de Escrache. Que la Mesa de Escrache no es, no se levanta un día uno y va a escrachar…
V: Se hace un trabajo.
Anabela: Ellos trabajan re seriamente, se arma re bien, se explica por ejemplo que Quintana era un centro de detención clandestino.
Laura: Ya en ese escrache, cuando las chicas estaban participando en la coordinadora, empiezan a hacer la difusión del escrache en el barrio, ya la policía empieza a parar a la gente que estaban difundiendo el escrache. Eso no es un dato menor.
S: Lo interesante en el caso del escrache, fue esa red que se armó…
Laura: Participó gente del barrio, gente amiga, gente de muchas organizaciones, participó mucha gente de ese escrache.
V: Salió muy bien.
S: Qué era lo raro, lo distinto, qué fue lo que se hizo en ese escrache.
V: Lo bueno, lo raro y lo raro, era que nosotros, imaginate, veníamos con la historia que te contamos al principio de pasar por una marcha y encontrarnos con vecinos que nos apoyaban y otros que nos gritaban “villeros”, y en el escrache nos pasó de ver vecinos en las puertas de sus casas, que no acompañaban, quizás, la marcha que estábamos haciendo rumbo a la 8ª, pero estaban en la puerta diciéndonos “bien, los acompañamos, está todo bien”. La actitud era otra.
S: Haceme la película, qué era el escrache.
Contestan: Gente caminando, era una marcha, muchas cuadras…
Laura: Una macha de 20, 25 cuadras, desde San Martín y Mosconi…
H: Por calles internas de Lomas del Mirador, y la gente salía a la puerta de la casa.
Laura: Pintando paredes y que la gente no tenga problemas.
S: ¿Qué pintaban?
V: Aparición con vida de Luciano.
Laura: Dónde está Luciano, Aparición con vida de Luciano, … (¿) la pobreza.
V: De López también, era un año de Julio López que se cumplía.
Anabela: Entonces también en todas las calles donde había señalización, en San Martín y Mosconi borrábamos el nombre de las calles y poníamos Luciano Arruga y la cara de Luciano, y en la otra poníamos Julio López y la cara de Julio López.
Laura: Durante 25 cuadras, en todas las intersecciones, en todos los carteles, esténciles de Luciano y de Julio López, y la gente miraba y no protestaba, los vecinos que estaban en la puerta de su casa, nadie decía “eso está mal”.
Anabela: Hoy los carteles siguen estando, inclusive los que dicen “ex centro clandestino a 100 metros”, “a 50 metros”. Esos carteles siguen estando.
S: Las señalizaciones siguen estando.
Varios: Todo, todo.
V: Y habían hecho la gorra de un policía, gigante, grande, grande, y terminamos prendiendo fuego la gorra, y todos bailando alrededor de la gorra prendida fuego. Hay un video. Pero había mucha gente, que fue lo que realmente nos llamó la atención, y nos empezó a cambiar un poco el espíritu, de ver que este trabajo minucioso de agarrar a los vecinos, de decirles “este centro clandestino de detención operó en los 70 de esta manera, hoy en democracia tiene un desaparecido, se llama Luciano Arruga, ¿por qué desapareció Luciano?, ¿qué pasaba si a Luciano le ponían un arma en la mano?, ¿quién iba a salir perjudicado? Ese vecino que había pedido el destacamento. Les cambiamos mucho la película a los vecinos. De hecho hoy uno pasa por un negocio y conocen la historia, y la acompañan. No están en la marcha pero la conocen, y manifiestan que estuvo mal, que era lo que nosotros buscábamos.
S: ¿Qué más?
V: San Martín y Mosconi, donde tocó Las Manos estuvo muy bueno.
H: Impresionante. Un festival que hicimos en San Martín y Mosconi, a la vuelta de la comisaría. A los 8 meses.
Tenemos algunas lagunitas, pero después hubo…, estuvo el escrache, después Las Manos, después lo de Rubencito Carballo, lo de los familiares, que se hicieron los festivales en Plaza de Mayo. Después vino lo de CQC.
S: ¿Qué fue?
H: Que vienen los pibes…
S: Tenemos que describir qué es lo que pasó.
V: Sigamos con el tema de las actividades.
H: Después, antes del año… El que fue a la vuelta, Las manos de Filippi, cuando tocó a la vuelta. Tenemos a los 8 meses.
S: ¿Cuánto están calculando, cuando dicen mucha gente?
V: Y… cientos… No entiendo nada.
H: Cuatro cuadras.
Anabela: Eran 500 personas en el escrache, y lo otro también, más de 500 personas.
Laura: El escrache 500 personas seguro, porque había tres cuadras de personas movilizándose.
H: A posteriori de eso, del vino el festival de Las manos de Filippi, que hicimos en el barrio. Después vino lo del tema de Cromañón, que fue en diciembre, que compartimos la actividad con el juicio ético, los familiares que entrábamos, que fue la entrada a la Plaza de Mayo, la toma de la ciudad, para fin de año, que la gente que entraba con los familiares, nosotros entrábamos con familiares, estaba la gente de Cromañón, estaba la gente de las organizaciones, que entraban por todos los puntos, de diagonales, que entraban a Plaza de Mayo, y estaba el juicio ético, compartiendo del juicio ético, hicimos participación ahí.
V: Eso fue emocionante, cuando se hizo el juicio ético por lo que había ocurrido en Cromañón nos invitaron, yo estuve ahí, cada uno de los que estaban dentro del juicio tenía que hacer una lectura, a mí me tocó leer el caso de Luciano. Fue seguir relacionándose con familiares nuevamente, desde otro lugar, habiendo perdido sus hijos en otra situación, diferente, pero al mismo tiempo igual, tiene que ver con la desidia de funcionarios, de policías, que no actúan de la manera que tendrían que hacerlo. Fue meter la lucha en otro espacio.
Anabela: Una actividad bastante movilizante, por lo menos para mí desde lo emocional, fue la primera marcha del 24 de marzo. Luciano desaparece en enero, el 24 de marzo, con estos 45 días que ya habían pasado, que ya sabíamos que había sido la policía, ir a una marcha del 24 en un lugar totalmente distinto del que íbamos hace diez años. Nosotros todos los años veníamos a adherir a la marcha del 24, a tomar mate, como una cuestión social que muchos hacemos, y ese año ir con una bandera que buscábamos a un desaparecido en democracia, que era el hermano de nuestra amiga de toda la vida, y que las Madres nos dan el lugar para ir adelante con la bandera de los 30.000 desaparecidos, también fue un lugar, desde lo emocional muy movilizante.
S: ¿Con la Asociación o con Línea Fundadora?
Todos: Con Línea Fundadora.
Anabela: El otro día también, estuvo la Marcha de la Resistencia, no llegamos a caminar las 12 horas, pero estuvimos diez horas caminando completas. Y también era importantísimo, para nosotros estar acompañando, ahora lo sentimos de otra manera.
Laura: Ya veníamos haciendo, por motu proprio, cosas que pensábamos que estaba bien estar en esos lugares, acompañar, de repente se convierten en algo propio, en algo que también es propio, y que la gente que está manifestando por desapariciones en dictadura entiende que hay que dar un lugar a estas desapariciones en democracia. O acompañan. Estar ahí con un caso propio para mí fue como terrible.
Anabela: Conocíamos bien, a los 12 años Vanesa nos leía fragmentos del Nunca Más, estábamos ahí. Sentados, leíamos fragmentos del Nunca Más.
V: Nunca los terminábamos porque llorábamos.
S: ¿Eso de dónde venía, de dónde surgía el interés por estos temas? ¿De la escuela?
V: A esa edad, los 12 años, ya trabajábamos en Casanova.
Laura: Eso después.
Anabela: Siempre, creo que nacemos con esa madera ya.
V: Con esa inquietud. Capaz que…, yo no tenía por ahí, un referente, no teníamos muchas personas de decir “esta es la persona que yo agarro como modelo y copio esto que hace o que lee”, yo tenía un Nunca Más y lo tenía.
Laura: Es como la música que te enterás, que te vas enterando por un amigo, por el amigo de un amigo, que existe una banda y la escuchás, que son los Redondos, otro día Los Piojos. Y también aparecen los libros, “mirá que pasó esto en algún lugar alguna vez”, por lo que se enteran los adolescentes de las cosas, por los amigos.
V: Y lo de los Redondos, y matan a Bulacio. Todo tiene que ver. También conocíamos las cosas que pasaban en nuestro barrio. Nosotros también…, vivimos ahí, veíamos muchas cosas, tenemos amigos también que ya no están, o que están y están de determinada forma. Estamos…
Fermín: Dentro de lo que son los espacios que uno, ponele, a raíz de esto de Luciano nosotros, siempre uno estuvo haciendo sus actividades por afuera, que dentro de lo que es una militancia, hablando de militancia, cada uno hizo sus actividades sin tener una bandera política. En el caso de mi hermana, o de ella, que iban a hacer laburo dentro de merenderos. Yo lo que hice durante todos estos años que yo ando, dentro de mi espacio, que yo siempre me caractericé en arreglarles las casas a la gente, en el gremio mío de la construcción, cualquier problema que tenía uno en la casa, “andá a buscar a Fermín, que te arregla la luz”, se te rompió el agua, “andá a buscarlo a Fermín”, o ciertos modismos laborales. Siempre fui un chabón que podía responder para cualquier tipo de situaciones dentro de lo que es el barrio, arreglarles los problemas dentro de las casas, que eso uno lo tomaba más como una cuestión militante, pero una militancia más social, más que una cuestión de banderas. Por eso la participación que uno tenía dentro de lo que eran marchas, ajenas a lo que uno conoce, uno se sentía identificado por esa cuestión. “Uh, mirá esto”. No tener una casa propia también involucra muchas situaciones, te afianza vínculos con gente que realmente no te conoce. O dar una mano presentando un abogado, “che, tengo un kilombo”, “andá y hablá con aquel que te puede tirar una mano”. Por eso la cuestión, como vivimos dentro del barrio, como nos conocen en Lomas del Mirador, es una cuestión que es muy de amigos, mucho amiguismo.
S: Para decidir qué acciones llevar adelante, ¿qué hacen? ¿Cuántos son más o menos?
Anabela: Somos 7. Tenemos mucha confianza. No necesitábamos la aprobación de ninguno. Si a mí se me ocurre ir a escrachar a Cacho Castaña, no va a venir a decirme que eso está mal. Si a alguno se le ocurre ir a una reunión de algo, no…
S: ¿Cómo toman las decisiones?
Anabela: Las tomamos espontáneamente.
S: A uno se le ocurre algo…
H: Claro, más o menos, uno se dedica a decir: “hay una actividad con gente por allá”, por una cuestión independiente, más allá de que seamos un grupo, uno va, se interioriza del tema, lo explota, se fija de qué forma se puede producir algo con lo que vos estás, y después directamente traerlo y decir “tengo armado esto, cuándo lo hacemos”, lo único que se plantean son fechas.
Laura: Si hay una actividad, nos juntamos en la casa de alguno. Total, somos todos amigos.
S: Uno dice “el escrache”. Ahí intervino…
H: Espontaneidad. Podemos ir dos o tres…, o…
V: Hablamos por ejemplo con Alejo de HIJOS, que iba con nosotros a la secundaria, entonces “che, mirá, queremos hacer este escrache, cómo lo podemos hacer”: entonces alejo dice “Hablo con Mesa de Escrache”, y lo hablamos. Después se hace una bola, se habla con la gente de otras organizaciones.
Anabela: Lo que tiene de muy interesante la Coordinadora por la Aparición con Vida de Luciano es eso, que si bien la izquierda está desunida, dentro de la coordinadora hay gente del Polo Obrero, del PTS, del Darío Santillán, gente del socialismo libertario. Está muy bueno el espacio.
S: ¿Por qué un espacio así llama, a qué responde?
Anabela: Que hay diferentes intereses. Son los intereses de los partidos.
S: Por una nota que estuvimos preparando había familiares que estaban con casos de pedofilia, jodidísimo, una historia tremenda. Y los mismos papás nos decían: la jodimos cuando nos quisimos juntar todos. Vos sabés más de este tema, al estar todos juntos en la causa necesitás que cada uno firme, entonces, uno que se te pone a la retranca te frenaba todo. A veces conviene… Lo que pasa con los pueblos originarios, que no están concentrados sino en red, entonces si vos te compraste un cacique, no arrastra a todos los pueblos originarios, sólo a uno, pero el resto sigue independiente. Los intereses, cuando están todos juntos, parece hacer que la máquina no funcione.
H: La diferencia entre toda esa burocracia de los partidos y nosotros, es que nosotros somos amigos, y nos conocemos desde chicos, hay una cuestión de afecto y de resolución de cosas que no tienen que ver con intereses, sino con una causa común, que además se resuelve en una mesa un sábado a la noche y sanseacabó. En cambio los partidos, es más complejo, porque entre ellos mismos hay intereses.
Laura: Y el afecto te lleva al apoyo. Si Vanesa organiza hoy una actividad por su cuenta con otra gente, sabe que si hay un problema ahí el respaldo de los amigos va a estar. Si Anabela va a un escrache, y pasa algo, sabe que el respaldo de la gente va a estar en el omento, si Fermín…. Cualquiera que tome una decisión, no necesita consultarlo, porque sabe que ese respaldo tiene una seguridad, que el respaldo de los amigos está.
S: Ayúdenme a hacer una agenda de los recursos que tienen ustedes. Uno es la amistad, el afecto. Es un recurso.
V: La alegría es el primero.
S: ¿Qué es la alegría?
V: El humor, la alegría.
S: ¿Que es la alegría?
V: ¿Para nosotros? ¿Qué es la alegría?
Anabela: Creo que fue todo.
H: Fue la base de poder mantener, más allá de que uno, uno es puteador, es bastante cabrón, entre nos, y darle alegría a la actividad que uno tiene, mas allá del dolor que uno tiene es lo que más a uno le da vínculo y garantía de poder seguir laburando. Eso es lo que más te da ganas. Más allá del dolor que uno puede llegar a tener, vos sabés que con la alegría que uno te puede dar, con la compañía, los pares que uno tiene, eso es lo que a vos te genera más ganas de poder ir a explotar situaciones que realmente yo quizá nunca hice, en este formato. Yo lo hice por cuestiones independientes, en otros casos. Pero en este formato de estructura yo, en mi barrio, hacer todo este laburo, para mí resultó algo muy nuevo. Nunca fui profeta en mi tierra, y en este momento me considero que ahora estoy laburando en el pleno en esto. Y realmente reconozco la situación, con quién uno tiene que mediar, con quién uno se tiene que preservar ciertos márgenes. Porque dentro de lo que es la coordinadora, o la gente con la que uno trata diariamente, hay gente a la que vos le podés expresar muchas situaciones, y a otros no. No todas las personas están capacitadas para manejar toda la información. Porque algunos por debilidades, o ciertos márgenes de situaciones, uno está a la expectativa de qué podrían decir o que no.
H: En cuanto a que vos decías qué es la alegría. Para nosotros la alegría con respecto a esto, lo que pasó, la alegría primaria, lo primero que tuvimos que hacer era hacer reír a Vane frente a esta tragedia, frente a algo tan terrible, tratar de ayudarla como sea y empezar a reírnos de a poco, y a construir a partir de eso, porque se nos estaba hundiendo alguien que queríamos mucho, y empezar a construir a partir de eso. A lo mejor eso es lo que en la teoría fría, en lo que puede ser una reunión más fría de partidos no se da, que es todo muy teórico.
V: No me permitieron caer en eso. Cuando se me planteó un panorama muy politiquero, tenía mis amigos que me decían “no te enganches acá, dejá de lado esto”, y siempre tuve la capacidad de escuchar y de saber entender hasta dónde, hasta dónde sí y hasta dónde no. Creo que me ayudó mucho escuchar a mis amigos, y entender que no me convenía meterme por ahí, en algunas discusiones mas políticas, que no llevaban a nada todo lo que nosotros queríamos generar.
S: Lo que hacen, los escraches, todo eso, es político, en el sentido de que es público, se hace en la calle. ¿Qué es lo politiquero? ¿Qué es la charla politiquera?
V: Lo que yo asocio como politiquero por ahí son esas discusiones intrapartidos, cuando hablándolo de una forma vulgar y corriente, el que quiere expresar quién la tiene más larga. Yo soy el que la tiene más larga, yo soy el que quiere que esto se haga de esta forma y no de otra. Cuando empiezan a juzgar desde lo político lo que vos estás haciendo, por ejemplo, en una causa, y empiezan a meterse hasta con personas que uno quiere. Porque son allegados, porque manejan la causa de una forma determinada, y se cae en discusiones de libro, de manual. Entran a discutir política de manual. Y yo no creo en esa política de manual, creo en las personas, creo en la fuerza que generan las personas, creo en lo que generan las personas con alegría, creo en las personas relacionándose con diferentes expresiones artísticas. Creo que esas expresiones artísticas a uno le permiten mantenerse vivo, incorporar esa alegría que te proporciona moverte con gente que te puede brindar desde su lugar artístico todo su amor y toda su alegría. Y creo que nosotros intentamos, en cada una de las actividades, mechar esto, la pintura, la música, el color, cosas que nos dan vida.
Laura: Eso puede ser la alegría.
S: Un filósofo, viejísimos, hace 600 años, planteaba que la alegría era el factor de la acción, que si hay una acción posible de la persona es porque hay alegría, pero alegría no entendida como hacer reír, sino como esa cosa de plenitud, de vida, que hace que algo crezca. Cuando ves una planta linda, te provoca alegría, no de que te rías, sino de algo que está potente. Hablaba mucho de la relación de la acción con la alegría, que una cosa es inevitable con otra.
V: Trasladándolo a las personas, a mí me genera alegría ver a un vecino del barrio 12 de Octubre en una actividad en alguna actividad que estamos haciendo nosotros. Me genera alegría ver a los chicos del barrio 12 de Octubre con una guitarra, o tocando una batería. Me genera alegría ver que ese movimiento cada vez se va haciendo más grande, que cada vez son más las personas que se concientizan. Me genera mucha alegría eso.
S: En el barrio, hablamos de marchas, escraches, el trabajo más barrial, ¿en qué consiste?
V: Hacemos apoyo escolar, como nuestra actividad central. Y después empezamos a hacer un taller de murga, que por diferentes cuestiones no lo pudimos llevar adelante.
H: … por radio abierta. También entre lo que yo hago, cada dos por tres voy a arreglar la casa de alguno, tema de cloacas, para evitar los modismos que hay adentro del barrio, como en el barrio está Marcelo, que es el puntero del barrio, que maneja la…, es una cooperativa del barrio,
H2: … la municipalidad…
H: Claro. Hicieron una cooperativa en el barrio 12 de Octubre, que la maneja este chabón, Marcelo, que ellos cobran cierto margen de plata para que les hagan la cloaca en la casa. Como yo no cobro nada, ciertos vecinos me llaman a mí, “negro, vení, tengo que hacer esto, dame una mano”…
S: Apoyo escolar a…
V: Desde chiquitos hasta adolescentes.
H: Además, el apoyo escolar se hace en la casa de Mónica, en la misma casa donde vivía Luciano.
Anabela: Y se hizo una biblioteca también, en la casa de Mónica, de consulta.
S: ¿Cómo armaron la biblioteca?
Anabela: Donaciones.
H: Y gente del FEL (¿) también.
V: Donaciones, los libros son todas donaciones.
S: ¿De dónde las donaciones?
H: Un grupo dentro de la coordinadora, los que estábamos laburando dentro del apoyo escolar, a los que conocen, decirles si tienen algún libro de primer grado, 2º, 3º, pasen por acá.
S: No había habido biblioteca.
Anabel: No había habido nunca un baño. Estamos hablando de que ahora hay un lugar donde se hace apoyo escolar.
Laura: Se construyó la casa, por la gente de Mavi Rock.
S: ¿Cómo?
Anabela: La gente de Mavi Rock
V: Acá la casa de mi vieja se transforma en un momento, pasa de ser ese lugar feo, triste, oscuro, a ser una casa, hoy un hogar. Hoy es un hogar y en movimiento, que es lo más importe. Porque ahí la gente de Mavi Rock, que es una banda del oeste, que se forma cuando fallece Mavi, que es la hija del cantante y de la baterista de la banda. Mavi muere por leucemia, y los padres, para canalizar ese dolor, calculo, forman esta banda, que es muy conocida en la zona oeste, tiene mucha gente, muchos seguidores de nuestra edad, adolescentes, y cuando conocieron la historia de Luciano, que la conocen por un amigo nuestro, se solidarizan inmediatamente, y es Mavi, más que nada el padre de Mavi, el que pone la plata para transformar la casa. Que hoy es una casa habitable.
Anabela: Una casilla transformarla en una casa.
H: Una casa de madera. Muy humilde, no tenía baño, pero por lo menos tiene baño. Se pudieron hacer algunas divisiones, pero siempre en el mismo lugar.
V: Es un lugar que hoy es confortable vivir. Hoy es nuestro espacio, por supuesto que este espacio es hoy, nosotros como grupo no queremos quedarnos solamente en apoyo escolar, queremos tener un espacio grande, queremos brindar otro tipo de actividades. Tenemos una idea de lo que queremos, sabemos donde vamos, sabemos que esto cuesta mucho, por eso pensamos que la forma de poder realizar lo que queremos, sin que existan algunas discusiones indeseables, es de esta forma, animándonos a hacer Familiares y amigos, este grupo pequeño, pero con muchas ganas, con muchas fuerza, que ha perdido el miedo hace rato, se propone seguir avanzando, con un espacio que va a estar dentro de Lomas del Mirador y que va a ser para los chicos, para los niños y para los adolescentes. Y para nosotros un lugar donde poder seguir expresando lo que queremos expresar.
S: ¿Cuántos chicos alrededor del apoyo escolar hay?
V: Y…, son varios.
H: 15, 20.
V: De todas las edades.
H: En la semana se van distribuyendo los pibes.
Laura: Y que es un barrio de una manzana.
H: El lugar donde hacemos apoyo escolar es un lugar de 3 x 3.
S: Pero todas las cosas empiezan siendo chiquitas.
V: Sí. Igual la idea es…
Anabel: Hicimos una bandera un día que decía “cerremos el destacamento, armemos un centro cultural”.
V: Con esa idea como que también se labura.
S: ustedes a la vez tratan de hacer como una usina de ideas de cosas para hacer. ¿Eso como funciona? Estamos hablando de los recursos, alegría, afecto, amistad, ¿creatividad?
¿Qué hacer?
V: En realidad, creo que lo que pensamos, todo lo que podemos utilizar como forma de expresión y de denuncia, lo tenemos que hacer. Las paredes son una forma….
S: Las paredes del barrio.
V: Sí. Las paredes que podemos pintar las pintamos, lugar donde podemos volantear, volanteamos. Buscamos…, Lomas del Mirador es un lugar bastante conservador, donde siempre se movió lo peor de derecha, meterle otra forma de informar, de protestar, ya es un cambio rotundo. Montarles un escenario, con un par de bandas tocando, pintando una pared, y haciendo un poco de ruido, ya es mucho para Lomas del Mirador.
Laura: Una cosa más. Vos decís cómo pensamos una serie de ideas. Hay ideas que surgen de las necesidades. Que Fermín vaya a arreglar una casa surge de una necesidad. Que Vanesa tenga que armar un apoyo escolar surge de la necesidad de chicos a los que les va mal en la escuela. Que Anabela y Damián estén revisando situaciones judiciales de gente que vive en el barrio 12 de Octubre, que tiene problemáticas, esas ideas nacen de los problemas de la gente. No nacen de una reunión, “pensemos donde pegar carteles”, sino que la gente tiene problemas, nosotros los conocimos, y por alguna cuestión cada un pudo ayudar.
S: Me quedé con una confusión. Lo del destacamento centro cultural, ¿qué es, una propuesta, una bandera?
V: Es una bandera que tenemos desde el primer momento.
S: ¿Qué dice la bandera?
V: Cerremos el destacamento de Lomas del Mirador, abramos un centro cultural. Esa es nuestra principal consigna. Nunca se cumplió. Pero bueno, es una bandera que seguimos sosteniendo. Nosotros vamos por el cierre del destacamento de Lomas del Mirador, convertirlo en un centro cultural.
S: Meterle una muestra … (¿) el otro día. ¿Funcionó eso?
V: En San Martín y Mosconi. Funcionó porque lo que nosotros pretendíamos era en esa esquina que fue la esquina donde se hizo la marcha tan multitudinaria por la seguridad, que los vecinos vieran la muestra, que se detuvieran un segundo, y que preguntaran. Eso funcionó.
Laura: Toda la gente que estaba ahí estaba haciendo algo. Mientras estaba la muestra, que Vanesa le iba a contando a la gente, había otros que estábamos pintando, y estaban los chicos de … (¿) que estaban tocando, y ellos haciendo el monolito. Toda la gente que estaba ahí estaba haciendo algo.
S: ¿En qué medida, porque ustedes son un medio de comunicación, también, en qué medida esa comunicación que hacen al hablar con los vecinos, con la gente, cambió en algo la cabeza, la opinión o no de alguno de los vecinos.
V: Cambió bastante. El ejemplo, creo, más claro, es que nosotros logramos que Gabriel Lombardo perdiera cierta credibilidad, por lo menos en lo que a nosotros nos corresponde militar con mucha fuerza, que esa porción del barrio 12 de Octubre, que la zona residencial que lo rodea, que era el sector que más lo seguía a este personaje. Eso se termino desintegrando, se conformó otra Asociación de Vecinos en Alerta…
S: ¿Por qué pasó, qué fue lo que ocurrió?
V: A esto voy. Nosotros logramos que esta otra asociación de vecinos que se conformó empezara a tomar, si bien esto de seguir hablando del tema seguridad, pero entendiendo que había una problemática de fondo, que tenía que ver con la vulnerabilidad en la que vivían muchísimas familias. Eso se logró porque nosotros instalamos un tema, porque a base de mucho esfuerzo logramos desestabilizar un discurso para implantar otro. Con esta temática. Decirles a los vecinos que había una realidad, que había chicos que estaban siendo mandados a robar por la misma policía. Ponerlos en conflicto con este tema hacía que empezaran a ver, en definitiva, esa otra realidad que no les comentaba nadie, porque veían solamente un medio de comunicación.
S: Cuando Palomi plantea el discurso mano dura, seguridad, ¿por qué se cae eso? ¿Vos pensás que es por la apertura de conversación que hacen ustedes, porque todos se dieron cuenta de que el tipo era un trucho?
V: Creo que hay un conjunto de cosas. Un poco tuvo que ver con que yo tengo una idea un poco más superflua para unos que tiene que ver con que tarde o temprano, todo eso que generás, que es pura violencia, se tiene que volver en tu contra. Partiendo desde ahí, que por ah í no es muy sustentable lo que digo, creo que este hombre generaba muchísima violencia, y nosotros todo lo contrario. No queríamos generar violencia sino lo que pretendíamos era hacer una denuncia sobre un chico que estaba desaparecido. Creo que golpeamos un poco en el corazón de las personas hablando de un chico desaparecido de 16 años. Creo que un poco la falta de tacto de él, la capacidad nuestra de poder llevar a los vecinos una problemática que tenía que ver con esto que comentábamos antes, con la captación de menores en el barrio 12 de Octubre. Y creo que al mismo tiempo varios se acoplaron a esto. No fue solamente nuestra lucha. Yo creo que superó, tanta policía corrupta, superó hasta a los medios masivos de comunicación, que tuvieron que empezar a hablar de lo que estaba ocurriendo con la institución policial, federal o bonaerense. Se dieron un conjunto de cosas. Creo que llega un momento donde todo ya es intolerable, y hay que tratarlo, quieras o no, tenés que hablarlo.
S: Pero en términos más cotidianos, ¿tienen contacto con los vecinos?
Anabela: Todo el tiempo, vivimos ahí, trabajamos ahí.
S: ¿Y cómo es el contacto con los vecinos? Con el vecino que dice “ay” que mira a Mirtha Legrand…
Anabela: Primero los vecinos no te dejan pegar carteles, y después esos vecinos se acercan y te dicen “no te metás”, y después el mismo vecino pasa por ahí por donde estás, y dice “bien chicos, por la fuerza”.
Laura: O la gente te pregunta: “¿de ese chico no se sabe nada, no apareció?”, como si fuese una cuestión de que el pibe se fue a algún lado. Y de a poco este trabajo de hablar con la gente, hablar con los chicos, “esto es grave”, “este mismo policía que desaparece a un pibe del barrio mañana viola a tu hija, mañana roba en tu casa, o te manda a alguien”, entrar con ese discurso de la seguridad también con el vecino.
S: ¿O sea que ustedes al hablar habilitaron que la gente algo que sospecha lo pueda decir?
V: Sí…, nosotros les hablamos también desde lo más básico, no somos muy rebuscados. Le decimos: “Vos sabés que Pérez va a pedir pizza a la pizzería”, “Sí”, “Vos sabés que Pérez le pide plata al supermercado”.
S: Es un policía.
V: Pérez es Pérez, es un policía.
S: Un policía, digamos.
H: Un policía, simbólico, digamos, el policía más, como si fuera el sargento García…, no el sargento García era bueno, éste es un gordo hijo de puta, es como el símbolo del policía de mierda del barrio.
Anabela: Incluso le puso un arma en el pecho a Luciano y le dijo que se lo iba a volar.
V: Entonces, desde lo cotidiano, desde lo que vive el vecino día a día, y el vecino te dice “sí, es verdad”. Entonces, digo, de ahí que ese mismo policía secuestre a una mujer para redes de trata, que secuestren a un pibe para robar, no hay mucho. Esto es una escalada, si no parás eso sigue y sigue hasta el infinito, le digo. Lo que ocurrió con Luciano quizás es el infinito. Si no seguimos parando esto todos vamos a terminar de la misma forma. O porque nos mate un policía, o un pibe que nos manda la policía para robarnos. Creo que cuando les empezamos a hablar más, la gente no es estúpida, la gente lo que tiene es mucho miedo.
Laura: Pero no es fácil tampoco. Porque el vecino de Lomas del Mirador te puede decir “sí, sí”, que está de acuerdo, y en la acción no apoya, no vive lo mismo. No es fácil. La gente escucha, la gente ve, la gente no es tonta, la gente sabe, pero tampoco…, de ahí a la acción hay un paso bastante importante, que es lo más difícil, para mí.
H: Es un camino bastante largo, la educación del vecino clase media de Lomas del Mirador, pero creo que lo positivo es que ya no nos insultan, que lo positivo es que ya miran, ya no insultan como antes, no es el vecino facho que sale y dice “villero”. Es como que ya empiezan a cambiar su mentalidad, empiezan a ver lo que está pasando. Porque además saben que a partir de la instalación del destacamento empiezan los robos en Lomas del Mirador, empiezan los tres prostíbulos que instaló este destacamento de Lomas del Mirador, y que Lombardo está íntimamente ligado a esto, porque él lo inaugura junto con Espinosa. Los vecinos se dan cuenta de eso. Ahora, no podemos esperar de un día para otro convertir a un nazi en un guevarista, pero por lo menos están en una actitud expectante, ya miran, ya no insultan, y ya no respetan.
Anabela: Es un camino muy largo, muy largo. Pedir el cierre del destacamento no es una pavada. Para la gente que la policía se vaya del barrio, no es una cuestión…
V: Pero eso es en una segunda etapa. La gente te dice “Y…, está todo bien que ustedes pidan justicia, yo acompaño, pero cerrar el destacamento…”, pero está bien, nosotros creemos que es un avance, nosotros no vamos al choque con los vecinos, lo vamos a terminar ganando, de cierta manera, con paciencia, es un trabajo de hormiga. Nos metimos en la cabeza que si vamos a gritar no vamos a conseguir nada. Vamos por la buena, tratando de dialogar, tratando de hacerle entender a nuestro vecino qué es lo que nosotros queremos. Y creo que también eso fue lo que provocó en el vecino ganas de acompañar. Que nosotros nunca fuimos con la intención de romper ni de quemar nada, a pesar de que las ganas las tenemos, yo tengo ganas de ir y prender fuego el destacamento, pero sé que estratégicamente no me conviene. Porque nosotros también miramos estratégicamente. Somos unos personajes raros que nos animamos a ir a una comisaría y decir un montón de boludeces a un tipo que nos puede pegar un tiro en la cabeza. Pero después somos unos estrategas, sabemos de qué forma meternos en el bolsillo a nuestros vecinos. Y nosotros queremos meternos en el bolsillo a los vecinos, que nos crea, y una vez que tenemos eso, poder pelear junto con ellos otras cosas, que creemos que van a venir. Van a venir de a poquito, si nosotros trabajamos como venimos trabajando.
S: ¿Cómo es el mundo?
V: El mundo, para mí, es realmente injusto. Es un mundo injusto, es un mundo que me causa mucha tristeza ver, siempre tengo en la cabeza que mientras un chiquito se esté muriendo de hambre en cualquier parte del mundo, el mundo sigue siendo triste para mí, a pesar de que mi lucha trate de ponerle alegría, para que mi paso por esta vida no sea tan mala, pero el mundo no me deja ver algo que a mí me gustaría ver. Gente feliz, chicos jugando, jugando y divirtiéndose. El mucho es triste, el mundo tiene guerras, tiene pibitos muriéndose de desnutrición. Cosas que el hombre hasta el momento no entendió que tienen que terminar.
S: Me quedé pensando en algo más. Hay una dificultad permanente entre los movimientos y las experiencias que y o conozco, Cromañón, lo que ustedes pueden haber estado en contacto, que parecería que siempre hay una situación como que cada grupo está ensimismado en su problema. Por ejemplo, a la gente de Cromañón, en las marchas del 24 no los dejaban ir. Eso no era de derechos humanos.
Anabela: Lo que pasa es que justo en Cromañón hay una problemática, desde que pasa el accidente todos arman una agrupación, una mamá arma una ONG en la esquina, los sobrevivientes, que son sobrevivientes, los que no dicen que son sobrevivientes, y van y limpian ese lugar todos los días, porque si no la gente que no cobra nada, pero que van a allá a limpiar, no existiría ese lugar.
S: Pero ustedes… Una pregunta, yo veo que a veces a la vez Cromañón, por ejemplo, piensa en el tema de Cromañón y le cuesta a veces abrirse a otros grupos. Como que el tema es Cromañón. Organismos de derechos humanos, no Madres, muchas veces son como narcisistas. A lo de Cromañón no le dan bola. Cromañón ve su tema, como que cuesta que los que sufrieron algo…, les pregunto cómo lo vivieron. Acá un día vinieron las Madres. Ahí parecería haber un tono donde eso se puede abrir. Decían de los partidos políticos, que están sus intereses. Pero les quería preguntar si ustedes percibieron si hay esto de que cada uno está muy encerrado en sí mismo.
V: Yo creo…, lo vivimos. Yo lo viví en lo personal, y tuve que escuchar. No quiero particularizar, eso me pasa, pero de escuchar que este caso sí era un desaparecido de determinada forma, Luciano no podía ser considerado como un desaparecido en el mismo formato que era considerada esta persona desaparecida. Es triste, doloroso, poque yo creo que siempre estamos hablando de seres humanos, y me cuesta moverme en el mismo sentido que se mueven, por ahí, las organizaciones que tienen una forma muy específica de ver la figura del desaparecido, si fue un militante, y cosas que yo no tengo en mi cabeza, la verdad.
Pero también me pasa por ahí hasta con familiares que han perdido a algún miembro de su familia en democracia, de entrar en discusiones, choques, de porque a tu casa lo nombran más que a mi caso… Y creo que esto es lo que se genera cuando realmente uno quiere levantar la bandera muy alto, cuando uno realmente quiere que su caso sea el más hablado. Y cuando yo me empecé a relacionar y ver que estas cosas ocurrían es cuando dije “no quiero que Luciano sea el caso más hablado, quiero que hablemos de la problemática que tiene que ver con el gatillo fácil”, pero creo que siempre me vas a escuchar decir que saquemos un poco la imagen de Luciano. Porque me ha pasado vivir situaciones tan dolorosas con otros familiares, discutiendo precisamente de por qué sí hablar de un caso y por qué no hablar de otro, que la verdad…, a mí me generan mucho dolor, porque se está hablando, por sobre todas las cosas, de seres humanos, de personas que ya no están. A mi me da vergüenza, y no lo tolero. Pretendo trabajar de otra forma, y pretendo que el movimiento que nosotros podamos generar sea algo ejemplificador, y que otros puedan por ahí seguir un poco el rumbo que nosotros seguimos. Ojalá que lo podamos hacer de la forma que nosotros nos plantemos hacerlo, y creo que si realmente, ejemplo, el pedido de aparición con vida de Julio López, justicia por los 194 chicos que murieron en Cromañón, la muerte de Mariano Ferreira, todas las muertes, todas las vidas que se han perdido, todas algún día puedan ser habladas desde un lugar común, entendiendo que murieron por una situación determinada, que tiene que ver con la irresponsabilidad de funcionarios públicos. Siempre es más de lo mismo. Son personas pobres muriendo en manos de políticos miserables, de policías corruptos, de gente de mierda. Son los hijos de los trabajadores. Empezar a hablarlo en este sentido.
Laura: Que todo tiene que ver con todo, que no es casualidad.
V: Mientras tanto, seguir levantando la bandera más alta cada uno por su lado, se sigue muriendo gente, se siguen muriendo compañeros nuestros, hermanos nuestros. Personas que son víctimas de este sistema, que al final hablamos tanto del sistema, del sistema, y parecería ser que nos cagamos en lo que decimos acerca del sistema, y terminamos siendo parte de este sistema de mierda, dividiendo nuestro cerco, haciendo lo que realmente nos impone este sistema, trabajando de forma individual, cagándonos como sigue el otro su causa, cagándonos en que también mi causa es de derechos humanos, igual que la tuya, que la del otro, sin importar si este es un villero y este es un militante, sin importar si este tiene cara de villero y este tiene cara de Che Guevara. Son todos seres humanos, todos víctimas pobres que terminaron perdiendo su vida en una situación desgraciada, pero al mismo tiempo, todos somos conscientes de que esas vidas se han perdido se podrían haber evitado. Siempre. Siempre. Porque tiene que ver con cuestiones planificadas de ante mano, creo. Son vidas perdidas por mentes que ya sabían lo que querían generar.

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La Ronda en la mirada de Alejandra López

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Octava entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa Alejandra López.

Toda la producción de La Ronda será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Por Alejandra López

Cuando Claudia Acuña me propuso que fotografiáramos la Ronda de las Madres con un grupo de colegas, acepté sin dudar con gran alegría por varias razones. Por una lado, la urgencia del registro ahora que se nos van poniendo viejitas, y por otro, la necesidad de emprender un proyecto colectivo.

La Ronda en la mirada de Alejandra López

He ido muchas veces a la Ronda. Una de mis primeras veces, yo fotógrafa debutante, lloré durante toda la cobertura y una de las Madres (no sé quién fue) me retó con ternura: “Sin llorar”, me dijo, y repitió: “Sin llorar”. 

La Ronda en la mirada de Alejandra López

Siempre hay algo de esa primera vez: la emoción, la admiración sin límites, y,  sobre todo, el asombro ante esa capacidad increíble de sostener el ritual de lucha durante 47 años.

La Ronda en la mirada de Alejandra López

Hice mis fotos el jueves 21 de marzo, en la Ronda número 2397.

Hoy más que nunca #memoriaverdadyjusticia.

Mi humilde homenaje a estas mujeres que, junto con Abuelas, son nuestro faro.

La Ronda en la mirada de Alejandra López
La Ronda en la mirada de Alejandra López
La Ronda en la mirada de Alejandra López
La Ronda en la mirada de Alejandra López

Sobre Alejandra López

Retratista.

Empezó a trabajar profesionalmente en 1990 haciendo fotografía teatral y en la revista El Porteño.

Durante 14 años fue fotógrafa de staff de la revista Viva del diario Clarín, donde fotografió a innumerables personajes del espectáculo y ha publicado en revistas como Elle, La Nación Revista, Brando, Harper’s Bazaar, Le Figaro Magazine, Bacanal.

Actualmente se dedica a la fotografía para gráficas de teatro y cine, colabora con la revista L’Officiel y es reconocida además por sus retratos de escritor, algunos ya icónicos, para editoriales de libros como Penguin Random House y Planeta.

Ha realizado numerosas muestras: Retratos (2001), La máscara (en el Festival Internacional de Teatro), Retratos de la Memoria, (imágenes de sobrevivientes del Holocausto) en el Museo Judío de Frankfurt, Calendario FOE 2009 y en junio del 2011, la exposición Algunos escritores, en la Fotogalería del Teatro San Martín. En 2021, realizó Ese día, una serie de retratos de víctimas sobrevivientes del atentado a la Amia. En 2023, Belleza Marrón, en el Centro Cultural Borges, (ensayo en colaboración con la agrupación Identidad Marrón).

Para ver más: en Instagram @alejandralopezfotografa

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La historia de las Madres de Plaza de Mayo: Érase una vez 14 mujeres…

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Se cumplen hoy 47 años de la primera aparición de las Madres en la Plaza de Mayo. La fecha llega en un momento en el que lavaca ha puesto en marcha un registro fotográfico colaborativo sobre las actuales rondas de Madres: una forma de homenaje, sabiendo que la memoria no es hablar del pasado, sino comprenderlo para actuar en el presente y el futuro.

Esta es una recorrida entonces, con un resumen del antes, el durante y el después de la instauración del terrorismo de Estado. Cuenta el nacimiento de la organización de estas mujeres que salieron a reclamar por la vida y, frente al horror y la desaparición de sus hijos e hijas, y lograron lo que parecía inconcebible: transformar el dolor en acción. ¿Cómo lo hicieron? Un recorrido por las últimas décadas, y algunas cuestiones prácticas sobre los tejidos, los territorios, las brujas y los alumbramientos. El video que muestra parte de la historia.

Por Sergio Ciancaglini

La historia de las Madres de Plaza de Mayo: Érase una vez 14 mujeres…
La historia de las Madres de Plaza de Mayo.

Había una vez un país con nombre de mujer, donde la muerte andaba suelta persiguiendo a los sueños, acorralando a la vida. Y en ese país de nombre plateado, los sueños y la vida tuvieron que aprender cómo enfrentar a los verdugos.

La historia suele ser infinita, ¿cómo contarla?

Habría que hablar de un siglo XX Cambalache, que empezó con el país granero del mundo, con trabajo para pocos, democracia para pocos, dinero para menos, alguna ilusión de tiempos mejores, seguida de décadas infames. Surgió luego un gobierno que generó una expectativa de más justicia, y más democracia. La política empezaba a estar en las calles, en las plazas, en la cabeza y en el corazón de cada persona.

Ese gobierno fue tumbado en 1955 por los poderes económicos, políticos y militares de siempre. Poco antes los golpistas habían bombardeado con la aviación militar a transeúntes inocentes en plaza de Mayo. Más de 300 muertos. Que hubiera más igualdad de oportunidades, o mejor distribución de la riqueza, era una maldición que había que mutilar. Tierra extraña; aquí siempre hubo una envidia al revés. Los ricos envidiaron a los pobres, odiaron que los pobres pudiesen mejorar.

En 1956 aquella dictadura fue pionera: secuestró ilegalmente a decenas de personas acusándolas de planear una rebelión. Los militares ordenaron los fusilamientos en los basurales de José León Suárez. Fue la Operación Masacre, como la llamó Rodolfo Walsh en un libro inolvidable. Lo que nadie sabía, ni siquiera Walsh, es que la Operación Masacre apenas empezaba.

Poco después, en una pequeña isla del Caribe frente a las narices de los Estados Unidos, hubo una revolución que se proclamó socialista. Los militares argentinos temieron que esa revolución fuese contagiosa, y gatillaron sus armas junto a los de todo el continente.

Siguieron los tiempos de proscripción política, censura, gobiernos civiles derrocados, gobiernos militares que se iban tumbando entre ellos, mientras las fuerzas armadas actuaban como tropas de ocupación en su propio país, como trincheras contra la democracia, en nombre de la lucha contra el socialismo.

Frente a eso, crecía la resistencia de quienes que no se resignaban al silencio, la censura, ni al olvido. Resistían los mayores, con una especie de nostalgia por el pasado. Y resistían también los jóvenes, como añorando el futuro, pero un futuro que querían construir con sus propias manos.

El surgimiento de las Madres de Plaza de Mayo

Un argentino que había puesto la mente y el corazón para aquella revolución en la isla del Caribe, fue capturado y fusilado cuando quiso hacer algo parecido en Bolivia. Le decían Che. Los que lo mataron no sabían que lo estaban inmortalizando. El mundo se ponía violento. En todo el planeta oleadas de jóvenes salían a reclamar justicia, igualdad, rechazo a la guerra y la muerte, un mundo distinto.

En la Argentina las dictaduras seguían tropezando con las resistencias. Hubo un Cordobazo, un Rosariazo, la juventud se movilizaba pintando paredes y pintando proyectos. La democracia seguía presa. La violencia militar seguía libre. Nacieron las organizaciones guerrilleras, que quisieron agregarle armas a toda esa resistencia.

Tal vez esta historia haya que comenzarla, entonces, en 1972. El 22 de agosto en Trelew hubo una nueva versión de la Operación Masacre. Allí habían detenido a miembros de varias agrupaciones guerrilleras. Fueron acribillados a balazos, indefensos, con el falso pretexto de un intento fuga. Mataron a 16. Hubo tres que sobrevivieron por milagro, y contaron lo que había pasado. Tal vez en aquel momento, cuando el crimen fue evidente, los estrategas militares empezaron a diseñar la represión del futuro: matar sin evidencias.

Las movilizaciones protagonizadas fundamentalmente por la juventud, empezaban a ser gigantescas. La trinchera militar no soportó la correntada de tantos sueños, y en 1973 la vida pareció cambiar. Una multitud obligó a liberar a los presos políticos. La ilusión no duró demasiado.

Fue una danza alucinada.

Cámpora ganó las elecciones. Volvió Perón. En Ezeiza las patotas de la derecha peronista acribillaron a las columnas juveniles. Perón apoyó a esos grupos, contra la juventud. Cayó Cámpora. Asumió Lastiri que era el yerno de José López Rega. López Rega era ex policía, nazi militante, secretario privado de Perón, ministro de Bienestar Social, y astrólogo esotérico. Como si su brujería funcionara, concentró cada vez más poder. Lastiri llamó a nuevas elecciones que ganó Perón. Ocho meses después, murió Perón y asumió su esposa Isabel. La sociedad miraba aturdida, mientras el sistema de la muerte se instalaba alrededor de López Rega, que organizó a los matones policiales, militares y a las patotas de la derecha, para crear un monstruo al que llamaron Triple A. Alianza Anticomunista Argentina.

La Triple A era un escuadrón de la muerte, un grupo paramilitar con vía libre para salir a matar. Estudiantes, intelectuales, sacerdotes, artistas, sindicalistas, obreros: la sucesión de fusilamientos se hizo cotidiana, el terror empezó a ser la genética de cada día.
La lista es macabra. Cientos de víctimas. Por recordar algunos: Rodolfo Ortega Peña, diputado nacional y abogado de presos políticos. Carlos Mujica, sacerdote del Tercer Mundo, Silvio Frondizi, uno de los principales intelectuales que dio la izquierda argentina, Julio Troxler, que había sobrevivido a los fusilamientos de 1956. Atilio López, uno de los dirigentes del Cordobazo, que durante la breve etapa camporista fue vicegobernador de Córdoba.

Los bombardeos en Plaza de Mayo y la matanza en los basurales habían sido premoniciones.
Los fusilamientos de Trelew fueron una secuela.

La Triple A fue el perfeccionamiento del crimen mafioso.

El terrorismo de Estado y la desaparición forzada

Pero ahora imaginemos.

Imaginemos por un momento que hubiera miles de masacres como las de los basurales de José León Suárez. Imaginemos que hubiera de pronto miles de fusilamientos como los Trelew. Y miles de Triple A matando por las calles con absoluta impunidad.

Eso fue la dictadura militar, cuando los militares dieron el golpe de Estado para imponer la máquina de matar corregida y aumentada al infinito. Fue hace exactamente 30 años. Le pusieron un nombre que sería cómico, si no fuera tan patético. Proceso de Reorganización Nacional. El comunicado número uno que emitieron decía:

Se comunica a la población que, a partir de la fecha, el país se encuentra bajo el control operacional de la Junta de Comandantes Generales de las FF.AA. Se recomienda a todos los habitantes el estricto acatamiento a las disposiciones y directivas que emanen de autoridad militar, de seguridad o policial, así como extremar el cuidado en evitar acciones y actitudes individuales o de grupo que puedan exigir la intervención drástica del personal en operaciones.

Más que nunca, la muerte andaba suelta persiguiendo a los sueños, acorralando a la vida. Pero esta vez, además, inventaron una especie de acto de magia superior a los de López Rega. La magia más perversa que alguien pueda imaginar.

No más bombardeos, ni basurales, ni fusilamientos en cárceles, ni homicidios mafiosos a la luz del día.

Los perseguidos, las víctimas, iban a desaparecer.

No iban a estar más: secuestrados y esfumados de la noche a la mañana.

Los militares creían que al no haber cuerpos, al no haber pruebas ni quedar en evidencia, nadie podría acusarlos de crimen alguno.

Eso es el terrorismo de Estado. Las Fuerzas Armadas se dedicaron a la muerte clandestina, mientras en público sus jefes iban a misa a ser bendecidos, a comulgar, y a la salida sonreían. En sus discursos hablaban de la ley, el orden, la paz y el progreso.

Empezó la cacería. Zonas liberadas, gritos en la noche, secuestros de gente indefensa, la absoluta desaparición de la justicia.

Hay bibliotecas enteras que podrían leerse para entender lo que pasó. Pero hay también una carta. Apenas un año después del golpe Rodolfo Walsh –otra vez- escribió en la clandestinidad su Carta abierta a la Junta Militar, donde explicó lo que nadie se atrevía a decir.

Hablaba de un lago cordobés convertido en cementerio lacustre. De personas arrojadas desde aviones militares al Río de la Plata, cuyos cadáveres afloraban en las costas uruguayas. Denunciaba un sistema de tortura absoluta, intemporal y metafísica, aplicada tanto con métodos medievales como el potro o el torno, como con la tecnología de la picana eléctrica, para machacar la sustancia humana. Hablaba de las guarniciones y comisarías convertidas en campos de concentración. De las mentes perturbadas de los militares que torturaban. Decía, apenas un año después del golpe y en medio de la censura y el terror: “Quince mil desaparecidos y desaparecidas, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror”.

Pero hay otro párrafo, que cada día se entiende mejor. Le decía a los militares:”Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.

Ahí estaba la clave para entender el crimen: la miseria planificada.

Walsh fechó esa carta el 24 de marzo de 1977, distribuyó varias copias, y un día después fue secuestrado por los militares.

Nunca más se supo de él.

Es otro desaparecido.

Érase una vez 14 mujeres: La historia de las Madres de Plaza de Mayo

En esa noche, hubo un parto.

En medio de la oscuridad, un alumbramiento.

Nació una historia.

Muchas madres y padres salieron a buscar a sus hijos. Salieron de sus casas, salieron del útero de su rutina habitual a enfrentar al aparato represivo más imponente de la historia del país. Llevaban impresas en la piel la desesperación y el amor, y de allí les nació el coraje. Recorrieron hospitales, caminaron juzgados, se atrevieron a ir a comisarías y cuarteles. Buscaron a las morgues. Nadie sabía nada. La ley del silencio. Cada día era la esperanza de una noticia. Cada noche era la frustración del silencio.

Los padres varones, de a poco, volvieron a sus trabajos.

La mayoría de las madres eran amas de casa: tenían intacto el tiempo y la sensación de que no había otra cosa que hacer que dedicar cada hora, cada minuto y cada segundo de vida a la búsqueda.

Estaban solas, moviéndose, preguntando inútilmente, aturdidas por tanto silencio. De a poco, empezaron a cruzarse por los mismos laberintos, a reconocerse y a descubrir que había otras que compartían esa especie de señal que cada una llevaba como un código secreto en la mirada: la desesperación y la incertidumbre.

Ese fue un primer triunfo contra el aislamiento. Comenzaron a encontrarse, reunirse, acompañarse. Estar juntas fue el modo de escaparle al terror de estar solas. Pero fue mucho más que eso.

Un día, esas mujeres se descubrieron a sí mismas en una iglesia militar, donde un cura psicópata les recomendaba santa paciencia y las confundía con rumores, insinuaciones y desinformaciones. Intuición femenina: les estaban mintiendo sistemáticamente, nadie hacía nada por salvar a sus hijos.

Una de esas mujeres dijo: Basta.

Y dijo: tenemos que ir a la Plaza de Mayo, tenemos que hacer ver y oír lo que nos pasa. Era una mujer con nombre de flor.

Y ese grupo de mujeres decidió que Azucena Villaflor tenía razón: su lugar sería la Plaza de Mayo.

La plaza sería el territorio de estas madres.

No tenían oficina, pero habían encontrado un lugar espacioso, aireado, iluminado y muy céntrico.

No tenían sillones mullidos, pero había bancos de plaza.

No había escritorios, pero tenían las faldas para apoyar allí las carpetas, expedientes, cuadernos o que hiciera falta.

No tenían alfombras, sólo baldosas y unas palomas revoloteando.

No tenían recepción, pero podían verse de lejos mientras iban llegando. No tenían teléfonos, pero se pasaban papelitos con mensajes, informes, o futuros puntos de encuentro.
Ocultaban esos mensajes en ovillos de lana, por si la policía o los militares se les cruzaban en el camino.

No querían que las descubrieran. Ya que tenían los ovillos, llevaban agujas y tejían en la plaza, mientras iban pasándose información, inventando qué hacer, cómo buscar, cómo evitar la impotencia de no hacer nada. Penélope tejía esperando el regreso de su marido. Ellas tejían juntas las acciones para buscar a sus hijos y denunciar lo que estaba pasando.

La primera vez fue el sábado 30 de abril de 1977. Eran sólo 14 en la Plaza de Mayo. Como no había casi nadie, decidieron volver el viernes siguiente. Después, una de las madres avisó, como atajándose de los malos augurios: “Viernes es día de brujas”. A la semana siguiente empezaron a encontrarse los jueves, el día que nunca más abandonarían, para escaparle a las brujas.

La policía empezó a desconfiar. Por el Estado de Sitio, se impedía cualquier reunión de tres personas o más, por ser potencialmente subversiva.

Para decir la verdad, en este caso tenían razón: buscar la vida era subversivo. Como pájaros de uniforme, los policías empezaron a revolotear alrededor esas mujeres que hablaban y tejían de los asientos de la plaza. Ordenaron: “Caminen, circulen, no se pueden quedar acá”. Ellas se pusieron a caminar y a circular alrededor del monumento a Belgrano, en sentido contrario a las agujas del reloj: como rebelándose contra cada minuto sin sus hijos.

Marchaban, cada jueves, en las narices del gobierno dictatorial más temible. La plaza ya era el territorio de las Madres.

Algunos periodistas extranjeros descubrieron esas raras vueltas y vueltas. Consultaron a los militares. Les contestaron que eran unas mujeres trastornadas, unas Madres Locas que andaban buscando a gente que no estaba en ningún lado. Gran parte de la sociedad prefería no darse por enterada. La censura bloqueaba orejas, cerebros y corazones. Las madres locas eran las únicas que parecían cuerdas, tejiendo y circulando al revés que las agujas del reloj.

En octubre de 1977 se sumaron a la peregrinación a Luján, que congregaba a un millón de jóvenes. El problema era cómo encontrarse y reconocerse en la multitud. Alguien propuso que todas se pusieran un pañuelo del mismo color. Lo del color era un problema, pero entonces una de las madres tuvo una ocurrencia: ¿Por qué no nos ponemos un pañal de nuestros hijos? No existían los pañales descartables y la mayoría de las madres todavía guardaba los de tela, tal vez pensando en los nietos.

Frente a la Basílica, reclamaron y rezaron por los desaparecidos y desaparecidas. Todos los que estuvieron pudieron verlas, identificadas con los pañales blancos en sus cabezas. Poco después hubo una marcha de los organismos de derechos humanos, que terminó con 300 personas detenidas, incluidos –por error- varios periodistas extranjeros. Gracias a tanta eficiencia, el mundo empezaba a enterarse de lo que ocurría. En la comisaría las Madres rezaban Padrenuestros y Avemarías. Los policías no se atrevían a incomodar a mujeres tan devotas. Entre rezo y rezo, haciendo cruces, miraban a los uniformados, les decían “asesinos”, y seguían rezando. Amén.

El hecho de reunirse, romper el aislamiento, buscar a sus hijos, se convirtió en sí mismo en un delito. Diciembre de 1977, un oficial de la marina que se hacía pasar por hermano de un desaparecido organizó el secuestro y desaparición de tres de las madres, dos monjas francesas y otros familiares y amigos. Así era el coraje militar.

Las madres estaban organizando la colecta para publicar una solicitada el 10 de diciembre, denunciando las desapariciones.

El 8 de diciembre secuestraron a Esther Careaga y a Mary Ponce de Bianco en la Iglesia de Santa Cruz, junto a ocho personas más, incluida la monja francesa Alice Domon. Esther era paraguaya. Ya había encontrado a su hija adolescente, a la que los militares habían liberado. Las otras madres le habían pedido que volviera a su casa, que ya no se arriesgara más. Esther no les hizo caso, decidió seguir junto a ellas hasta que encontraran a cada uno de sus hijos.

Dos días después, desapareció la mujer con nombre de flor. El terror de aquellos tiempos superó todo lo imaginable. Desaparecían quienes buscaban a los desaparecidos y desaparecidas. Pero los militares habían sido selectivos: secuestraron a quienes todas siempre consideraron “las tres mejores madres”. Sin Azucena, había que elegir: seguir, esconderse, o volverse a casa. Para las madres no hubo demasiadas dudas: ahora no solo debían buscar a sus hijos e hijas, sino también a sus amigas y compañeras. Lograron sobreponerse a la parálisis y al terror, para seguir su marcha.

Azucena había parido la idea de que las madres se organizaran para nunca más estar solas en su lucha. Y había dicho algo: “Todos los desaparecidos son nuestros hijos”. Así estaba socializó la maternidad, potenció a cada madre y le dio grandeza a cada minuto de resistencia.

Llegó el Mundial 1978. El fútbol tapando de gritos y sonrisas la realidad, mientras a pocas cuadras de la cancha de River seguían torturando gente en la ESMA. El mundial fue oxígeno para los militares: para seguir matando y seguir castigando cada vez a más gente con la miseria planificada. Las madres cambiaron sus lugares y horarios de reunión. No todos los jueves iban a la Plaza, para evitar que las detectaran. Cuando iban, la policía les largaba los perros. Cada una llevaba un diario enroscado para sacarse a los perros de encima, una de las pocas cosas útiles para las que servían los diarios de esa época.

Muchas veces detenían o demoraban a alguna de ellas en las comisarías. Se les ocurrió una idea: cuando una iba presa, se presentaban todas y pedían ir presas ellas también. Los policías veían llegar a decenas y decenas de mujeres que exigían ser encarceladas junto a su compañera. Una vez fueron tantas las que exigieron ser detenidas, que tuvieron que llevarlas en un colectivo de la línea 60.

Madres locas, dirían los policías, que no sabían bien qué hacer: muchas veces las soltaban para sacárselas de encima.

Cuando en la Plaza le pedían documentos a una, todas las demás se acercaban a la policía a entregar también los suyos. Cientos de documentos, cédulas y libretas cívicas, que la policía tenía que verificar. De paso, las madres se quedaban más tiempo en la plaza.

En 1979 llegó al país la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. También el fútbol jugó en contra. El mundial juvenil tenía a todos pendientes de Maradona, y los militares aprovecharon para que relatores de fútbol y periodistas radiales llamaran a la gente a Plaza de Mayo, y que de paso repudiaran a quienes hacían cola para declarar ante la Comisión. Querían mostrar lo que llamaban “la verdadera imagen del país”. Decían: “los desaparecidos algo habrán hecho”, o “por algo será que se los llevaron”. Los hinchas, sin embargo, no molestaron a los que estaban esperando para hacer sus denuncias.

Ya era la época de la plata dulce, la fiesta de las multinacionales, el dólar barato, miles de argentinos gastando en el exterior lo que nunca habían sabido ganarse, gracias a la miseria planificada de millones.

Los diarios y las revistas no sólo censuraban la información para defender su negocio, sino que hacían campañas por los militares: “Los argentinos somos derechos y humanos”. Confirmado: nunca hay que subestimar la estupidez humana, la capacidad de negación, el tamaño de la crueldad.

En ese 1979 hubo otro parto, otro alumbramiento: las Madres decidieron crear la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Si todas estaban en peligro, esa era una forma de mantener la lucha viva. La casualidad, o el destino, determinaron que la asociación fuese creada en una fecha imposible de olvidar: 22 de agosto. Habían pasado siete años de la masacre de Trelew, aunque parecían siete siglos.

Los militares asesinos argentinos inventaron un conflicto contra los militares asesinos de Chile, que a todos les servía para ganar tiempo en el poder. En esos días fue muy próspero el negociado de la fabricación de ataúdes, hasta que el Papa intervino. Secuestros clandestinos y desapariciones en la noche, permitían mirar para otro lado. Guerra abierta entre gobiernos tan vecinos y tan beatos era demasiado. Hasta para el Vaticano. Amén.

Seguían encontrándose en plazas y bares. Para que no las descubrieran cambiaban el nombre. Si iban a ir a Las Violetas, decían Las Rosas. Ellas mismas llevaban en sus carteras las carpetas, las denuncias, los expedientes.

Recién en 1980, gracias a los apoyos internacionales, las Madres pudieron tener una oficina. Pero también ese año decidieron volver a su territorio, la Plaza de Mayo, para nunca más abandonarla.

Fueron un jueves, al jueves siguiente las estaba esperando un escuadrón entero, con las armas gatilladas. Ellas cambiaban el horario, circulaban por donde no las veían. Poco a poco envolvieron a la Pirámide de Mayo con sus marchas que nadie podía detener. Llevaban diarios enroscados. Pronto aprendieron de sus hijos, y llevaban también botellitas de agua y bicarbonato por si las esperaban con gases lacrimógenos. No necesitaban gases para llorar. Pero habían decidido transformar el llanto en acciones.

Los militares eran la rigidez y la violencia. Las madres eran la fluidez y la energía. Los militares y la policía eran la muerte. Los verdugos. Las madres eran la vida.

Se editó el primer boletín de Madres, se iba ganando apoyo afuera y adentro. Los militares llamaron a los viejos políticos a dialogar, como abriendo el paraguas frente a la crisis económica y a su propio desgaste. Pero las Madres estaban simbolizando dónde estaba la verdadera política, y quiénes eran sus nuevos protagonistas. En 1981 lo demostraron retomando la Plaza y haciendo la primera Marcha de la Resistencia. Solas, pocas, pero juntas, resistiendo 24 horas seguidas.

Vinieron épocas de ayunos, de tomas de iglesias y catedrales. Los jóvenes, sobre todo, se conmovían. Nació la consigna “aparición con vida”.

El 30 de abril de 1982, hubo manifestaciones de protesta en Buenos Aires contra la situación económica, la miseria planificada, con la policía reprimiendo a todos. Dos días después, se llenó la Plaza de Mayo para aplaudir a los militares que habían invadido Malvinas, creyendo que así se iban a reciclar en el poder en una especie de brindis perpetuo.

Las Madres dijeron que la guerra era otra mentira. Los militares que secuestraban cobardemente, torturaban clandestinamente y asesinaban tirando cuerpos al río, no podían convertirse de un día para otro en patriotas impecables y valerosos guerreros. Por decir eso, acusaron a las Madres de antinacionales. Ellas inventaron un cartel: “Las Malvinas son argentinas. Los desaparecidos también”. Muchos que acompañaban a las Madres las criticaron: había que estar del lado de la guerra, del lado de los militares. El tiempo mostró quién tenía razón sobre los guerreros, entre ellos el mismo que había delatado a Azucena, Esther y Mary.

La derrota de los militares resucitó la posibilidad de la democracia. Se abrió la multipartidaria, formada por cantidad de partidos y políticos muchos de los cuales, durante los tiempos más duros de la represión, habían sido expertos en el arte de callar.

En 1983 hubo elecciones, Alfonsín llegó a la presidencia, y las madres hicieron la marcha de las siluetas para que nadie olvidara a los ausentes. En los afiches decían que esos hijos e desaparecidas habían luchado por la justicia, la libertad y la dignidad.

El gobierno formó la CONADEP, la comisión nacional para la desaparición de personas. Las madres desconfiaron, no quisieron integrarla. Siempre prefirieron la calle, y no las comisiones. Crearon un periódico, la Asociación iba creciendo y seguía reclamando aparición con vida y castigo a los culpables.

En 1985 Alfonsín las citó, pero luego no las atendió porque tenía que ir al Colón, según la explicación oficial. Las Madres tomaron la Casa Rosada, y se quedaron ahí instaladas como forma de resistencia pacífica. Esas acciones mostraban la grieta entre los discursos sobre los derechos humanos que hacía el gobierno, y la realidad. Y mostraban cómo el protagonismo político se desplazaba de los políticos de museo, a los movimientos generados en la sociedad para enfrentar los problemas tomando las riendas de sus propias decisiones.

Se hizo el juicio a las Juntas, pero sólo hubo dos condenas a prisión perpetua. Las de Videla y Massera. Los otros jefes militares recibieron penas bajas, o fueron absueltos. Las Madres opinaron del siguiente modo: se levantaron y se fueron de la sala de audiencias.

Seguían las acciones, marchas, escraches a los militares en sus casas, viajes y campañas en todo el mundo, la lucha contra las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, La lucha contra las rebeliones de Semana Santa y de los carapintadas, La marcha de las manos, La marcha de los Pañuelos, cuando taparon la casa de gobierno de pañuelos blancos, los premios internacionales.

El apoyo a los conflictos, a las huelgas, a los reprimidos y a los perseguidos.

Empezaban a hacer propia una idea: el otro soy yo.

Las Madres, además de denunciar lo que había ocurrido con sus hijos, hicieron otra cosa: comenzaron a levantar las mismas ideas y sueños por las que esos jóvenes habían luchado.
Por eso sintieron que aún sin estar, sus hijos las estaban pariendo.
Aquellas amas de casa desgarradas por la desesperación, habían logrado transformar el dolor en acción y en pensamiento.

Todas estas luchas se multiplicaron al infinito cuando Menem llegó a la presidencia para perfeccionar, en democracia, la miseria planificada: privatizó el país, regaló el Estado, masificó el desempleo, protegió a toda clase de mafiosos, asesinos y corruptos, y además los puso a gobernar con él. De paso indultó a todos los militares que habían sido condenados.

Hubo más de lo mismo cuando subió De la Rúa, y las madres estuvieron allí, nuevamente en la plaza, el 19 y 20 diciembre, cuando ese gobierno intentó imponer el Estado de Sitio y se dedicó a reprimir a miles y miles de personas hartas de tanta decadencia y de tanta mentira. Nuevamente las plazas se llenaron de balas, y de jóvenes muertos.

La historia reciente es más conocida, las Madres y su universidad llena de jóvenes, de movimiento, de conferencias, de proyectos. Las Madres y su flamante radio, para que se escuche cada cosa que hay que decir. La intervención en cada lucha contra las mafias, contra la miseria, contra la muerte.

Y cada jueves, como siempre, las madres circulando, tejiendo solidaridad, construyendo este territorio de la Plaza para que sea el espacio de todos.

Había una vez un país con nombre de mujer, donde la muerte andaba suelta persiguiendo a los sueños, acorralando a la vida. Y en ese país de nombre plateado, los sueños y la vida tuvieron que aprender cómo enfrentar a los verdugos. Las madres están dejando esa herencia.

Cómo convertir al dolor, en acción.

La parálisis y el miedo, en lucha.

La desesperación, en coraje.

Las lágrimas, en acciones.

Para acorralar a la muerte, como el primer día:

tejiendo luchas,
haciendo circular los sueños,
y alumbrando la vida.

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Nota

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

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La familia de la joven asesinada en Capilla del Monte volvió a viajar de Buenos Aires a Córdoba para reclamar que se asigne urgentemente un fiscal en la causa y que se investigue su femicidio. Hace 4 años el cuerpo de Cecilia fue encontrado luego de estar 20 días desaparecido; su familia denuncia una trama local que involucra a la última persona que la vio con vida, el ex boxeador Mario Mainardi, jamás investigado, y la complicidad de la justicia de Cruz del Eje, representada por Paula Kelm, que buscó inculpar a un perejil. Gracias a la lucha familiar se logró anular esa línea de investigación, que culminó en un juicio nulo, pero desde entonces no se retomó la instrucción; y pese a que en diciembre se anunció que un nuevo fiscal tomaría la causa, eso no sucedió, y las dilaciones siguen. Crónica de una nueva reunión con promesas y sin hechos, cuando la impunidad se hace cada vez más grande y el reclamo, también: “Verdad y justicia para Cecilia Basaldúa”.

Por Bernardina Rosini

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa ya perdieron la cuenta de las veces que han viajado desde la ciudad de Buenos Aires a Córdoba con el único objetivo de lograr justicia por su hija. Han perdido esa cuenta pero no la cantidad de días que contabiliza la impunidad: 1460, es decir, cuatro años. 

En efecto, hace cuatro años (el 25 de abril de 2020) encontraron el cuerpo de Cecilia Gisela Basaldúa en un codo del Río Calabalumba en Capilla del Monte, luego de veinte días de estar desaparecida. Cuando Daniel y Susana llegaron ayer a los Tribunales en Córdoba Capital, se los ve invadidos por la bronca y el hartazgo. Son cuatro años sin Cecilia y a la par sostienen que las líneas de investigación han sido deliberadamente manipuladas y el material probatorio  de contundencia, ignorado

La última vez que estuvieron parados sobre esa vereda fue el pasado 7 de diciembre, tras reunirse con el Fiscal General Juan Manuel Delgado. Celebraban la noticia: “Tenemos fiscal, vinimos con 3.000 firmas de apoyo pidiendo fiscal y lo tenemos. Es el Nelson Lingua y comienza el 1° de febrero, después de la feria judicial”. Cinco meses después, otra vez viajan 700 kilómetros para golpear la puerta del Palacio de Justicia pues tal designación no sucedió y la causa acumula once meses sin fiscal a cargo de la instrucción.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas
Daniel Basaldúa y Susana Reyes, papá y mamá de Cecilia: viajaron desde Buenos Aires para mantener una reunión y reclamar justicia por su hija.

El baile del fiscal

Mientras los Basaldúa llegaban el 25 de abril nuevamente a Córdoba para pararse frente a Tribunales y exigir justicia, fueron notificados que la Fiscal General Adjunta Bettina Croppi los convocaría a una reunión. 

Antes de ingresar al edificio Daniel comparte la situación actual de la causa “Nos vienen diciendo que no designan fiscal porque falta una firma: me cuesta creerlo. No puedo hacer nada más que venir y reclamar. Hasta ahora la única justicia que logramos fue que no metan preso a un inocente”. 

Hoy le cuesta hablar; tiene un nudo en la garganta y el rostro de su hija estampado sobre el pecho. “Sólo espero que esta investigación vaya tras los verdaderos sospechosos, tras Mario Mainardi, última persona que vio a Cecilia con vida, quien tenía pertenencias de ella y las regaló; la policía y la fiscal Paula Kelm contaban con ésta y más información y nunca lo investigaron. No podemos creer que Mainardi, que dijo trabajar en Uber porque no podía acreditar ingresos, tenga más poder que Diego Concha, quien fue durante décadas Director de Defensa Civil de la provincia y sin embargo hoy está preso”. 

Daniel pasa lista de todos los uniformados que participaron del caso y que hoy se encuentran desplazados, procesados o presos por distintas causas: el común denominador es la violencia de género. 

Mientras las abogadas ingresan junto a los padres de Cecilia a la reunión, afuera les esperan periodistas, agrupaciones feministas, trabajadores de la Secretaría de Derechos Humanos y familiares víctimas de violencia institucional. Repiten el colgado de banderas, los carteles con rostros de otras víctimas, y los cantos que se recitan como mantras: “¡¡Queremos fiscal, queremos fiscal, queremos fiscal!!” y “¡¡Justicia, justicia, justicia!!”.

Al salir, Giselle Videla -una de las abogadas de la familia- comparte lo conversado en la reunión: “Para iniciar nos han pedido disculpas puesto que en noviembre nos dieron la seguridad que tendríamos fiscal apenas finalizada la feria judicial. Como hoy no hay fiscal, y están subrogando fiscales de otros territorios que toman la causa por un plazo corto de tiempo, el avance es mínimo. Nos informaron en relación a esta situación que la designación de Nelson Lingua espera la firma del gobernador, Martín Llaryora. Ahora bien, nos enteramos que será designado como Fiscal reemplazante, y no como Fiscal titular puesto que Lingua no ha rendido el concurso que lo habilita para ese cargo; debe rendirlo ahora y recién en julio- agosto podremos saber si será finalmente el fiscal titular de la causa”. 

Para que se entienda: desde que el tribunal absolviera a Lucas Bustos en julio del 2022 reconociendo su inocencia y su no vinculación al crimen, y ordenara una nueva instrucción para dar con los responsables del femicidio, la causa demoró meses en ser asignada a un fiscal. Luego recaería en el Dr Raymundo Barrera de Cruz del Eje, fiscal que, hábil con el calendario, entre feria judicial y licencias llegó a junio del 2023, mes en el que se jubiló. 

Por la presión de la familia Basaldúa, en diciembre el mismísimo Fiscal General anunció la designación del Lingua el 3 de febrero; eso no sucedió y no hay certeza de que Lingua resulte el fiscal que definitivamente dirigirá la instrucción, puesto que no cumple con los requisitos.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

Preguntas sin respuesta

Es mediodía y el cielo se refleja en las ventanas del edificio neoclásico de la calle Caseros; da la impresión que adentro estuviera vacío, que sólo es una fachada. “Hoy, 25 de abril se cumplen cuatro años de la aparición del cuerpo sin vida de Cecilia Gisela Basaldúa” lee Susana de la pantalla de su celular; ella también lleva una remera con el rostro sonriente de su hija. Sigue:

Cuatro años de impunidad y de violencia sistemática por parte del Poder Judicial a quienes pedimos y exigimos justicia por ella. La causa volvió a foja cero en el 2022 luego de pasar por un juicio vergonzoso.

El tiempo pasa y los asesinos de Cecilia siguen libres e impunes. No tenemos fiscal ni respuestas” y continúa “¿Cómo vamos a llegar a la verdad? ¿Qué fue lo que pasó con Cecilia? ¿Por qué tardó tanto en aparecer? ¿Dónde está Mario Mainardi? ¿Por qué la fiscal Paula Kelm ordenó tan rápidamente detener a un joven sin tener pruebas? Todas estas preguntas nos conducen una y otra vez a un círculo cerrado de impunidad entre funcionarios judiciales que se jactan en demostrar un abuso de poder constante”. 

La carta leída en la vereda, casi sobre la calle, concentra todas las preguntas que la investigación del femicidio debiera responder. 

Y la carta también cierra como se espera que cierre la investigación: “Verdad y Justicia para Cecilia Basaldúa”.

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