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25 de Mayo: dos actos en Córdoba, entre la libertad, la represión y una plaza semi vacía

Sin Pacto de Mayo ni Ley Bases, Javier Milei eligió el Cabildo de Córdoba para celebrar el 214° aniversario de la Revolución de Mayo frente a una Plaza San Martín llena por la mitad (entre 4 y 5 mil personas). Fue alabado por los presentes, que chiflaron al gobernador provincial y al intendente municipal. Más temprano, otro acto reunió a las cuatro centrales obreras cordobesas, que previamente habían cortado los accesos al aeropuerto para darle la no bienvenida al Presidente, y fueron reprimidos por la policía local. También fueron detenidas al menos dos docentes que intentaron entrar al acto de Milei con carteles de protesta. Voces e imágenes de un día donde la libertad y la patria se pusieron en actos.
Por Lucía Ceresole desde Córdoba
Foto portada: Juan Cristian Castro
A las 15:12 horas, el presidente de la Nación, Javier Milei sale de una de las quince puertas que tiene el Cabildo de Córdoba.
Saluda y mueve las manos en señal de arenga, mientras un grupo de personas en Plaza San Martín grita desde abajo “¡Libertad!”. Es el 214° aniversario de la Revolución de Mayo.
Milei desaparece sin previo aviso, la muchedumbre hace murmullos y recupera fuerzas para volver a gritar cuando el presidente aparece de nuevo, esta vez con su hermana, Karina Milei, secretaria general de la Presidencia de la Nación. Hasta un nene sentado en una valla grita “¡el Jefe!” y dos chicos que habían levantado sus celulares apenas aparecen deciden hacer un pacto:
— Guardemos los teléfonos, así disfrutamos.
Cuatro horas antes, el cielo no estaba dispuesto a darle la bienvenida a nadie. Las nubes se amontonaban en Córdoba, con un clima frío y expectante. En el 70 dos señores conversan sobre una amiga a la que este mes le aumentaron el alquiler a $75.000. “Tampoco podía pagarlo antes”, dice uno. Como un virus que se expande en un espacio chico los pasajeros empiezan a darse cuenta que no van a poder llegar a su destino. Toda la zona está cortada por la llegada del presidente de la Nación. Y también por una contra-marcha de las cuatro centrales obreras cordobesas: CGT Córdoba, CGT Regional Córdoba, CTA de las y los Trabajadores y CTA Autónoma. También se sumó UTEP.

Inventar o errar
La elección de Córdoba para el acto del 25 de mayo fue bautizada por una diputada local de La Libertad Avanza, Cecilia Ibáñez, como un festejo: “Es una cuestión simbólica de federalismo real”, dijo en Radio Nacional Córdoba unos días antes. Ahora, en Santa Rosa y General Paz, frente a la emisora radial que el gobierno nacional busca privatizar, y donde hoy hay un abrazo simbólico y una radio abierta. Algunos hinchas de equipos cordobeses improvisan un picadito de fútbol delante de una bandera que planta otro tema involucrado en las afrentas privatizadoras: “El club es de los socios”.
Como en un engranaje de un reloj antiguo, Gustavo es hoy una pieza vital. Jubilado e integrante del Foro Solidario Córdoba, sostiene una bandera celeste y blanca que tiene varias postas y 50 metros de largo. Es la última adquisición de la organización y fue pagada con las colectas que hacen en las rondas de jubilados en Plaza San Martín. Ya llevan nueve. Gustavo habla sobre el esquema económico: dice que lo que está ocurriendo es “una expoliación a los flacos bolsillos de la mayoría, que le sacan recursos a los que menos tienen y que las consecuencias están a la vista”. Sigue: “Todo va a caer, ventas, fábricas y comercios. Por eso siempre llevo este cartel que expresa ‘o inventamos o erramos’ porque la reconstrucción nacional es imprescindible”.
Miguel Berrotarán es otra parte vital para que la larga tela, que se extiende como una alfombra patriota en dos cuadras, se sostenga. Jubilado y ex secretario general de la Asociación Bancaria Córdoba explica en causa y consecuencia el desfinanciamiento: “Nos han degradado el 82% móvil y si le agregás que hay un alto grado de precarización en los jóvenes, por lo tanto son trabajos en negro y que los salarios no son sujetos a aportes, no se trasladan a los jubilados. También hay un perjuicio para los sistemas previsionales y obras sociales. Todos pierden aportes”.

En la esquina de Colón y General Paz, la izquierda empieza a encolumnarse; una bandera dice “El Correo Argentino no se vende, se defiende”; una mujer construye una barricada con dos sillas en la entrada de una panadería; empieza a armarse un escenario; una señora pasa sosteniendo un teléfono que apunta a su cara y que muestra lo que hay detrás suyo: “Mirá qué resistencia hay en Córdoba”, le dice a alguien del otro lado.
Sobre el camión, que ahora es un escenario, hay una decena de representantes de organizaciones sindicales. Buscan con los ojos entre la multitud a los suyos, los saludan, posan para las cámaras. Gritan todos juntos “¡La patria no se vende!” hoy, un 25 de mayo, en el 214° aniversario de la Revolución, mientras el presidente todavía no salía desde Buenos Aires hasta Córdoba.
Parece que el cielo ya está dispuesto a dar la bienvenida y brotan los primeros rayos de sol del día. Empieza a sonar el Himno Nacional Argentino.
Una dirigente toma el micrófono y lee el documento que menciona estos conceptos: La patria no se vende, colonia, país soberano, grieta, los de abajo somos mayoría, hambre y caída de la industria, tarifazos, recesión, cementerio de fábricas cerradas, modelo neoliberal, 2001, pesadilla anarcocapitalista, esperanza, memoria, San Martín, Juana Azurduy -ahora son dos voces las que gritan-, no al DNU, no a la Ley Bases, viva la patria.
Al cerrar, alguien suma: “¡Milei culiadazo!”.

Una fiesta libertaria
El camino hasta el centro cordobés implica varios metros, varias calles cerradas y varias vallas. Hay una única entrada por bulevar San Juan y postas de policías que controlan mochilas. Las que hacen el recibimiento en Plaza San Martín, frente al Cabildo de Córdoba, son sus dueñas: las palomas. Hay silencio, no hay música, y hay muchas banderas argentinas.
En las afueras del Patio Olmos, el shopping neurálgico de la ciudad, una nena de cinco años mueve sin parar una bandera argentina y le pregunta a su mamá cuánto falta para llegar a ver a Miei.
Norma “Bety” Luján está despierta desde las 6 de la mañana. En varios autos hicieron 500 kilómetros para llegar a Córdoba desde Santiago del Estero. Fue precandidata a diputada nacional por La Libertad Avanza y es presidenta del partido en esa provincia. Junto a otros votantes y adherentes sostienen una bandera argentina con letras de cartulina pegadas que dice “LLA Santiago del Estero”. Dice: “Somos la segunda fuerza en este momento pero seguramente seremos la oposición más firme en Santiago. El gobierno nacional está cumpliendo lo que prometió. Un par de meses más y vamos a llegar al dígito sostenible que nos va a permitir el crecimiento que merecemos: el despegue económico y la baja de inflación. Esperamos que el presidente vaya a la provincia y ponga sus ojos ahí porque Santiago es una provincia feudal, postergada, sin crecimiento privado”.
La acumulación de expectativa rompe el silencio de espera con gritos y aplausos frente a la llegada de los Granaderos. Alguien grita “¡viva Milei!” todos responden con las mismas palabras. Son casi las 14:00 horas y la plaza muestra varios espacios vacíos. Quienes están se agolpan frente al escenario donde ya está dispuesto un atril esperando al presidente de la Nación que viene en el avión presidencial. Acá también suena el himno pero sólo con la música. Todos levantan la voz y lo cantan, banderas argentinas en alto. Gritan ¡Libertad! y siguen con otro cántico que va a sonar varias veces durante la tarde: “Cristina se va presa”.
Por la Plaza San Martín pasean mascotas y personas haciendo “vivos” en redes sociales. Caminan mirando y hablando a la cámara de sus celulares. Si se encuentran con algún referente de La Libertad Avanza se acercan, le ponen la cámara, sonríen. El encuentro entre votantes, fieles y adherentes cordobeses es una fiesta, pero la convocatoria está lejos de ser masiva.
“De un lado fila de hombres, del otro mujeres”, dice un joven con una gorra que reza “Las fuerzas del cielo” y que maneja la puerta para entrar al “sector preferencial” ubicado frente al escenario. Son jóvenes de menos de 35 años que deciden quién va pasando. La otra posta es la policial donde controlan a los que tienen mochilas. Todos se van acomodando en sus lugares. Nadie sabe que a pocas cuadras la policía reprime con gas lacrimógeno y balas de goma a integrantes de movimientos sociales.

Políticos rockstars
A las 14:50 horas, el gabinete nacional empieza a acomodarse frente al escenario. Así pasan también por las cámaras que muestran lo que ocurre delante con tres pantallas distribuidas a lo largo de todo el Cabildo. El vocero presidencial, Manuel Adorni, aparece en pantalla y todos gritan. “Adorni, Adorni, Adorni”. No ocurre lo mismo ni con el Ministro de Defensa, Luis Petri, ni con el Ministro del Interior, Guillermo Francos. Pero vuelven los gritos cuando aparece Martin Menem, presidente de la Cámara de Diputados de la Nación Argentina. Y aplausos cuando presentan a la vicepresidenta, Victoria Villarruel.
La reprobación tajante y los abucheos aparecen cuando la locutora nombra a dos funcionarios locales: el gobernador de la Provincia de Córdoba, Martin Llaryora, y el intendente de la Ciudad de Córdoba, Daniel Passerini.
Javier Milei se para frente al público de Córdoba, en una plaza todavía con espacios vacíos, lee y dice: “Doctrina, libertad y democracia, cadenas de la tiranía, independientes, padres fundadores, potencia mundial -todos gritan Ley Bases-, Nación empobrecida y analfabeta que pasó a ser la niña mimada de Occidente, propiedad privada, Mitre, Sarmiento Avellaneda y Pellegrini, abandonamos los principios y nos dejamos engañar por los cantos de sirenas, sentar las bases de un futuro distinto para nuestros hijos, fe, Dios, patria, decadencia. prosperidad, Consejo de mayo -algunos gritan plebiscito-, reducción de impuestos -todos festejan-, superávit fiscal, argentinos de bien, ajuste más grande de la historia de la humanidad, arquitectos de nuestro propio destino, libertad peligrosa”.
Una pareja sale de Plaza San Martín y camina hasta el bulevar principal con su mascota, una perra vestida con una campera rosa, atada con una correa.
— Hija, ¿Queres un poco de libertad? -dice la mujer y la suelta.
La perra avanza.

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Pablo Grillo: el retrato que más duele

(Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla, desde la guardia del Hospital Ramos Mejía)
–Un loco hermoso. Solidario. Cabrón al mango. Militante.
Jorge lo cuenta sentado este sábado en las escalinatas del Hospital Ramos Mejía, armándose un cigarro, tomando un breve respiro. Desde el miércoles, como tantas personas, espera. Novedades, partes médicos, intervenciones. Allí está internado, en terapia intensiva, su amigo Pablo Grillo, herido por una granada de gas lacrimógeno disparada por un gendarme durante las protestas contra el ajuste a jubilados y jubiladas en el Congreso. Y en esa espera Jorge describe entonces a su amigo, con una sonrisa y un brillo que le iluminan los ojos.
El mismo día de la marcha habían hablado para encontrarse y movilizarse juntos. Pablo llegó antes, y cuando Jorge lo ubicó en la esquina de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, sobre la calle Hipólito Yrigoyen, ya tenía la cara roja por los efectos de los gases. “En un momento se me perdió, y cuando lo vuelvo a ubicar es cuando lo veo caer”, recuerda.
Al verle la herida –brutal, tremenda, cuyas imágenes ya recorrieron el mundo– lo primero que pensó es que las Fuerzas estaban disparando con balas de plomo. Corrió en búsqueda de una ambulancia. Mientras tanto, fue la acción rápida y precisa de un militante que no lo conocía, lo que posibilitó que Pablo hoy siga luchando por su vida: con su mano detuvo la hemorragia de la herida –brutal, tremenda–, ordenó la disposición de la calle para hacer de escudo ante posibles nuevos ataques, y le indicó a los operadores de salud cómo atenderlo.

Carteles que la gente pega con amor y sensibilidad en las paredes del hospital. Foto: Lina Etchesuri para lavaca
Jorge se subió con él y su amigo a la ambulancia.
Así llegaron al Hospital Ramos Mejía, en el barrio porteño de Balvanera.
Allí el amor solidario de la gente dejó carteles pegados.
Uno de ellos, sujeto con una estampita de Evita, es una síntesis: “Acá pelea por su vida Pablo, víctima del fascismo”.
Acá también, como tantas personas en todo el país, Jorge espera.
Fútbol, militancia & fotear

Pablo en una de sus coberturas callejeras.
Primero fue el fútbol, esa energía que se puso en movimiento con el acompañamiento masivo y en dominó de los clubes más diversos a la marcha de los jubilados: Jorge y Pablo se conocieron en la cancha de Independiente, en Avellaneda.
Segundo fue la militancia, esa energía sensible de personas que saben que las cosas pueden ser distintas: ambos empezaron a militar en el peronismo de ese sur conurbano. “Compartíamos charlas políticas y él me dijo venite”, dice Jorge, que fue y se metió. Vuelve el brillo en los ojos al recordar a su amigo, capaz de tener discusiones larguísimas por esos matices que conforman las paletas de colores en un mismo espacio político.
La amistad los llevó a México, en 2016, cuando a Jorge lo despidieron de su trabajo durante el gobierno de Mauricio Macri. Jorge sólo tenía su indemnización. “No teníamos un peso”, se ríe. Fueron con la perspectiva de trabajar, pero los pocos ahorros previstos para cubrir tres meses se fueron en una semana al tirar carne a la parrilla todas las noches. Tiempo después, Pablo encontró una changa: “Participó de una película independiente yankee haciendo detrás de escena foteando. No le pagaban nada, pero teníamos comida y bebida”. La película se llama Una great movie, dirigida por Jennifer Sharp, y puede verse en YouTube. Allí, entre los créditos, aparece el nombre de la persona que hizo el trabajo de swing/foto fija del film: Pablo Grillo.
Fotear es una de las pasiones que Pablo ofreció al Hospital Interzonal de Agudos de Evita, en Lanús, cuando se acercó en búsqueda de trabajo en 2020, plena pandemia. El doctor Javier Moroni, exdirector ejecutivo de la institución, viralizó un audio que emociona por su tono, su calidez y su amor: “Él es sangre de nuestra sangre. Es hijo de una exjefa del Laboratorio Central del Evita. Nació a través del parto de nuestros médicos. Estuvo en el jardín maternal hasta los 3 años, ese que cuando entramos no funcionaba y ahora funciona. Hacia abril del 2020 golpean la puerta de la dirección y se presenta Pablo diciendo que era alguien del barrio, quería ayudar de cualquier manera y tenía doble pie: uno en jardinería y otro en fotografía. Estaban los pastos largos en ese tiempo. El hospital, abandonado”.

Pablo ayudó con sus propias herramientas porque el hospital no tenía. Cuando llegó el nombramiento de personal en ese año pandémico, fue uno de los primeros seleccionados. “Gratitud que llega hasta hoy”, dice Moroni, y lo ubica como parte de una familia de militantes: “No hubo nunca una actividad donde no estuviera, desde inauguraciones, conversatorios, declamaciones, actos del 24 de Marzo, cuando trajimos el vestido de Evita, cuando hicimos los cuadros de mosaico de Evita y los del Diego”.
Moroni se despide en el audio hablando del dolor que siente: “Estamos frente a un gobierno de asesinos. Eso queda claro y hay que cuidarse, sin dejar de luchar”.
Los ojos de un padre

Fabián Grillo a la salida del Hospital Ramos Mejía. «Es mi ídolo», dice sobre su hijo. Foto: Lina Etchesuri para lavaca.
Si algo sabe la familia Grillo es luchar. Las primeras palabras de Fabián, su papá, el mismo miércoles a la noche y mientras Pablo está siendo sometido a la primera operación de las dos que ya tuvo, no dejan dudas: “Somos una familia de militantes y con orgullo lo decimos. La militancia no es mala”. Describe a su hijo, lo sintetiza, lo humaniza: “Solidario, creativo, inteligente, bueno y cabrón. Una maravilla de persona, es mi ídolo”. Los ojos llorosos lo dicen casi todo. Lo que cuenta complementa: “Me enteré de la bazofia que dijo la ministra (de Inseguridad, Patricia Bullrich); ser militante es un orgullo y él es un militante, pero también es fotógrafo y estaba trabajando, haciendo fotografías de forma independiente, porque él siempre documenta cuando hay este tipo de actividades”.
La “bazofia” con la que mintió Bullrich, también ese mismo miércoles a la noche mientras los médicos intentaban salvarle la vida a Pablo tras haber perdido masa encefálica y sufrir fractura de cráneo, tampoco dejaron dudas: “Trabajaba en el ministerio de Justicia y era candidato en Lanús de Julián Álvarez. Este es uno de los periodistas que dicen que está preso y que se llama Pablo Grillo, un militante kirchnerista que hoy trabaja en la Municipalidad de Lanús”. Mientras la ministra mentía, el “periodista” Luis Majul asentía, servil, con su cabeza.

El jueves realizaron una misa por Pablo en la puerta del Ramos Mejía. Foto Juan Valeiro para lavaca.
La organización Mapa de la Policía, con la ayuda de un perito científico, reconstruyó el momento en que Pablo fue herido por un agente de Gendarmería y demostró en este video cómo se disparó a quemarropa con armas lanza gases que apuntaban a la altura del cuerpo, cuando el reglamento sobre este armamento establece que los disparos deben hacerse con un ángulo de 45º hacia arriba. “Lanzaron el gas lacrimógeno como si fuera una bala. Grillo no fue herido por una mala fortuna, le tiraron a matar”, afirman. Desde el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), agregaron: “Se usó un arma que dispara un tipo de cartucho que ya había matado en 2007 al docente Carlos Fuentealba. Por ese hecho y otros donde en distintas partes del mundo hubo muertos por estos cartuchos de gas, esta arma había quedado prohibida. La prohibición la derogó Patricia Bullrich cuando asumió este gobierno y permitió el uso de un arma que es potencialmente letal”.

Los carteles por Pablo en la puerta del hospital. Foto: Lina Etchesuri para lavaca.
Hermanados
Pablo tiene un hermano que se llama Emiliano, dos años mayor que él (37 y 35). Emiliano está en la puerta del hospital y lleva puesto un buzo de Independiente, con el que quizá hoy hubiese ido (con Pablo) a ver el clásico de Avellaneda ante Racing. Emiliano admite que por dentro “está destrozado”. Su cuerpo cansado y sus ojos tristes lo refuerzan. Cuando habla de Pablo, lo hace con una sensibilidad abrazadora: “Es un pibe laburador, que le gustan mucho las plantas y los perros. Es jardinero del hospital Evita y fue quien lo puso en valor, porque antes estaba abandonado. Mi hermano es una persona que no habla demasiado, porque lo que piensa lo demuestra en sus acciones solidarias que hace cotidianamente. Por eso no es casualidad que tanta gente nos esté acompañando. Esto es fruto de ser una gran persona, que para el otro da todo, sin medir. Desde chiquito fue así. Si hay un amigo que está en la lona, él está acompañándolo, preguntándole si necesita algo, pagándole la SUBE. Una cualidad muy importante de Pablo es la empatía, el estar, el pensar y el intentar ponerse en el lugar del otro”.
Emiliano abre el corazón cuando comparte que siempre fueron muy unidos: “Al llevarnos tan poca diferencia de edad, siempre nos criamos juntos; compartimos el mismo grupo de amigos, las mismas salidas, los mismos clubes. El recorrido de nuestras vidas lo hicimos a la par. Nos une todo”.

Un grupo de Jubiladxs Insurgentes acompañando a la familia y amigxs de Pablo. Foto: Lina Etchesuri para lavaca.
Comunidad mata fake
Es sábado y ya pasaron tres días. En la puerta del Ramos Mejía hay integrantes de Jubilados Insurgentes, que vinieron a visitarlo. También pasan vecinos y vecinas del barrio, preguntando si hay noticias del último parte médico; cómo está, cómo puede ser lo que le hicieron, que fuerza, que gracias, y que por favor dejale un saludo enorme a la familia.
Las muestras de amor son infinitas, y así lo muestran los carteles:
- “Fuerza Pablo. Milei asesino”.
- “Fuerza Pablo. Estamos con vos”.
- “Fuerza Pablo. Estabas trabajando. Qué injusticia!!!”. Firma: Marcela y familia.
- Una foto de perfil hermosa, con Pablo sosteniendo su cámara, su arma tan temida, impresa por la Asociación del Personal Superior de Empresas de Energía (APSEE): “#TodosSomosPabloGrillo”.
- “… Y los libres del pueblo pedimos para Pablo justicia y salud”. Debajo de la P hay una V, símbolo peronista.
- “Fuerza Pablo, los jubilados de los miércoles”.
Las muestras de amor conmovedoras también se vieron el jueves cuando el hospital colapsó por las personas que se acercaron a donar sangre. El lunes, a partir de las ocho de la mañana, la familia solicitó nuevas donaciones, luego de la última operación del viernes. En los balcones que dan al patio del enorme hospital –hay que decirlo: un ícono de la salud pública que atendió a Pablo con un cuadro gravísimo– hay familiares y amigues.
Uno de ellos se lo encontró a Pablo el miércoles, donde bromearon por esas coincidencias de marchas, militancias y calles. “Siempre nos encontramos en estos líos”, se rieron. Y no era para menos: una de las últimas veces que se vieron fue en medio de la represión durante el velorio de Diego Maradona, en noviembre del 2020. Su amigo es hincha de Boca y anuncia: “Por lo que pasó, el miércoles quieren sumarse muchos hinchas más a marchar”.
A una de sus primas se le dibuja una sonrisa. “Pablo es mi personaje favorito”, dice, recordando su humor. “Un pibe que además se anima, sin miedo, y por eso estaba ahí”.
Sus amigas Tamara (35), Nadia (35) y Johana (37) coinciden. “Siempre tiraba chistes, muy alegre”, relata Johana, con quien compartió clases de inglés. Nadia remarca su compromiso: “En la pandemia, cuando sitiaron villa Azul, estuvo ayudando, poniendo el cuerpo. En esas situaciones donde es bisagra estar, ahí estaba Pablo”. Como el miércoles en el Congreso.


Pablo es peronista, “contemporáneo de Néstor y de Cristina”, como las amigas dicen que se describe en redes sociales, enamorado del barrio, de la cancha y fanático de Divididos. Tamara es amiga de la infancia y la trayectoria es bien de barrio: jardín de infantes, primaria y el amado Club Villegas, que además de deportes tenía piletas donde iban a pasar las temporadas todos los veranos. Allí Pablo también jugó a la pelota, categoría 89. Luego vino la adolescencia, las fiestas de 15, los bailes del club, los festivales. “Compartir cada etapa de la vida”, rememora Tamara, nostálgica. Ese mismo barrio que el jueves y el viernes se movilizó por Pablo en las calles, en la plaza, y sigue activo porque no hay fake que rompa tejido social.
Tamara lo expresa bien claro: “Estoy segura que si esto nos hubiera pasado a una de nosotras o a cualquier persona, él habría estado ahí, es más, convocando. Él siempre tira para adelante: es el que empuja”.
Cocinar, pintar y dibujar
Otro amigo es Sebastián, además de compañero de trabajo en el Hospital Evita, y desmiente en todo a Bullrich y compañía: “No saben lo que es como persona. Y lo que hizo por el hospital. Empezó como voluntario y así se ganó su puesto de trabajo. Es jardinero, y es impresionante el trabajo que hizo, solo. Hay dos perros dentro del hospital que lo siguen a todos lados. No van con nadie, solo con él”. Dice, con los ojos empapados: “Lo extraño y lo necesito”.
Andrea, su tía, lo describe en un posteo en sus redes como “un joven lleno de sueños, de proyectos, de amigos que lo quieren. Un apasionado de la fotografía al que le gusta cocinar. Un pibe como tantos, que hoy lucha por su vida”.
Juampi es uno de esos tantos amigos que lo quieren. Cuenta que a Pablo también le encanta dibujar y pintar. Recuerda una anécdota: “Para un 2 de Abril, hizo una bandera en homenaje a los combatientes de Malvinas con la que salieron los jugadores de Talleres de Remedios de Escalada. Siempre estaba disponible para todo lo que el barrio necesitara”. Este club del ascenso salió a la cancha el sábado con una bandera conmovedora: “Fuerza Pablo. Talleres está con vos”.

Los jugadores de Talleres de Remedios de Escalada salieron a la cancha el sábado con esta bandera conmovedora.
Juampi lo conoce desde la adolescencia y los puntos que los conectan siguen siendo varios: el barrio, los dos clubes de fútbol de sus amores (Independiente, cuyos jugadores también posaron con una bandera en su nombre, y Talleres de Remedios de Escalada), los mates compartidos, el truco, el tute y el jodete, y el jugar a la pelota. “Pablo es un chico común, pero a eso le sumaba ser una persona solidaria, que te daba lo que no tenía; cuando había que ayudar a alguien, siempre estaba ahí. Y cuando había que prender el fuego para hacer un asado, también”. A Juampi se le quiebra la voz cuando enfoca en el detalle: “Las mejores pizzas a la parrilla que comí en mi vida las hizo Pablito”. Hace una pausa, y con lo que le queda de voz, completa: “Y las va a seguir haciendo, las pizzas y el sacar fotos, que era su pasión. Va a salir de esta, porque es muy fuerte. Y porque es una genialidad de ser humano, muy chispa, una persona que con solo verlo te genera alegría”.

Previo al clásico de Avellaneda, Independiente se mostró unido en apoyo a Pablo, el club de sus amores.
Pablo estudió en la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA), y también Diseño Industrial en la Universidad Nacional de Lanús (UNL), carrera que no terminó. Tenía sus críticas, que se las compartía a su papá: “Está lleno de chetos que quieren aprender a diseñar la Ferrari argentina. Yo quiero hacer cosas más útiles para el común de la gente”. De hecho, un día mientras ayudaba en la villa Azul, en Quilmes, vio una jubilada que arrastraba una garrafa por una calle de tierra, tratando de llevarla a su casa. Así le surgió la idea, para un trabajo práctico, de un vehículo que transportara garrafas.
Su esencia, además de la impotencia por lo cruel, llevó a familiares, amigos y vecinos a organizar una manifestación para exigir justicia, el viernes por la tarde en Remedios de Escalada. Allí, Federico, otro de sus amigos, lo retrató en C5N: “Pablo es de las personas que más hay que cuidar en este mundo, de las mejores personas que hay, el tipo que le cortaba el pasto a los vecinos viejitos de su cuadra que no podían salir, el que repartía juguetes el Día del Niño a quien le faltaba. Esa era su militancia, y era su militancia todos los días. La de la olla popular, la del estar con quien menos tiene”.

Foto: Lina Etchesuri para lavaca.
Fuera Bullrich
El parte médico del sábado es que Pablo sigue estable, en estado crítico, pero los glóbulos blancos bajaron. “Eso es bueno porque no hay infección”, cuentan los familiares a la salida del hospital. “Es un día a día”, dicen, y agradecen cada presencia, cada saludo.
Jorge, que desde el miércoles sigue presente, piensa: “Siento nervios y tristeza. Impotencia. No es algo que nos sea raro sentir cuando pasamos este tipo de represiones entre 2016 y 2020. Con Pablo recibimos balazos de goma en la Ley Bases. Lo que sí me da bronca es que, aun así, cierta parte de la sociedad siga teniendo una visión completamente inhumana. Si en cualquier gobierno peronista hubiera sido al revés, yo habría sido muy crítico. No puede pasar, por más que no coincida en nada. No corresponde que suceda”.
Esa actitud inhumana le jode más que los dichos de Bullrich: “Porque no esperás otra cosa. Claramente no tiene ningún prurito en decir cualquier cosa ni de participar en cualquier espacio político. La única coherencia que tiene en su vida es la violencia, no hay nada más en su vida que pueda dar. Después de tantos años, ni siquiera se formó en la mentira”.
Tamara: “Al menos esperamos que Pablo no sea una noticia más. No tiene que pasar desapercibido. No es sólo la responsabilidad del gendarme que disparó sino que hay una responsabilidad del Gobierno. El contrarrelato se les cae porque las evidencias son firmes. Es muy claro. Y muy terrible. Pensaba en las veces que salimos a la calle por Maxi y Darío, por Fuentealba, por Santiago Maldonado, y no puedo creer que estoy hablando de Pablo en este contexto. Que quede claro: hay una responsabilidad del Gobierno, del Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich. La prioridad es su salud, pero no perdamos de vista eso”.
Johana: “Quiero que esté con nosotros, es lo único que me importa. Que se levante”.
Jorge: “Tengo una certeza, algo instintivo por así decirlo, y es que no lo veo saliendo de acá al cementerio. Lo veo saliendo de acá, en el tiempo que tenga que ser. Pero bien”.
Dicen que los grillos cantan para defender su territorio. Este Grillo, Pablo, el miércoles por la tarde estaba haciendo eso: defendiendo su territorio, a través de la fotografía. Ahora sigue luchando, sostenido por la salúd pública y por la fuerza de sus familiares y amigos que no lo dejan un segundo solo. Sigue luchando, con leves mejorías día a día pero aún en estado crítico, todavía en etapa de sobrevivencia.
Sigue luchando, Pablo, con esa garra inclaudicable a la que ya estaba acostumbrado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.
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La moto regalada

Crónica sobre la violencia del miércoles de una de las suscriptoras de la revista MU, participante en nuestros diplomados, madre y muchas otras cosas, que estuvo en la marcha de jubilados y jubiladas viviendo en primera persona los enfrentamientos provocados por las fuerzas de seguridad. Su relato del miedo, las imágenes que le provocaron terror. Los gestos de solidaridad y convivencia entre los manifestantes. Y un detalle del relato que explica cómo la propia policía creó situaciones para justificar la continuidad de la cacería y la represión, en las calles con el alma rota.
Por Ludmila Goldsztejn para lavaca.org
Me tiembla la mano cuando quiero escribir lo que temo.
Terror.
La mirada llorosa asomando del trapo que cubría esa cara de ese cuerpo que escapaba…
Ahora tiemblo porque puedo moverme.
Mientras, tomo un rico mate y trato de sacar esto que me aterra cuando en vano quiero pensar en otra cosa o cuando cierro los ojos buscando evadirme.
No hay cómo.
Entonces vuelven esos ojos envueltos en lágrimas y en esa sirena/bocina que salían de las motos policías con tanta fuerza que aturde y los disparos.
Solo veo los ojos y su mano extendida que llegué a rozar pero no pude tocar el miedo me paralizó lo persiguen a él y no pudo escapar.
Llegando a Alsina por Bernardo de Irigoyen se subieron cuatro o cinco motos a la vereda y lo encerraron y nunca apagaron ese ruido y se bajaron de la moto y lo sacudieron hasta que lo aplastaron contra el piso, lo agarraron como si fuera una cosa y lo aplastaron y ni rebotó lo aplastaron contra el piso y no se movió más…
Unas manos me rodearon firmes y escuché: andate de acá, un cartonero con chaleco me trataba de sacar de la escena y ahí me di cuenta de mí y de mi quietud, estaba petrificada tapándome los oídos y viendo ese cuerpo que no se movía, quise gritar, pero no tenía voz y casi me dolió moverme unos pasos atrás de un árbol, me vi moverme sin voluntad, presa de un terror que no conocía.
Andate me seguía diciendo un señor de ojos muy negros y grandes y preocupados,
vení me dice otro señor mucho mayor que venía con otro con un bastón por el medio de Nueve de Julio. Nos vamos, vení, y yo que se me vencían las rodillas, yo joven ellos re viejos. No, no te quedes, ¿querés agua? No pares, no te detengas, nos tenemos que ir, me decía, unos pasos después, me dijo: vamos por el medio.
Lo aplastaron repetía yo. Están cazando me dijo, nos tenemos que ir.
Cruzamos Belgrano por el medio entre piedras y persecuciones y gente corriendo esquivando bondis que avanzaban lento por sus carriles, los policías tiraban a las piernas para que no corran y se abalanzaron sobre quienes creían que tiraban piedras o sobre quienes las tiraban que no eran pocos, cuando agarraban a alguien y lo arrastraban por el asfalto llovían piedras, esto fueron ¿dos cuadras, tres minutos? y el señor me convenció de tomar agua y decirle mi nombre, él se llama Julio y con su señora tienen un centro cultural en Ranelagh, me invitó a que vaya cualquier fin de semana me dio un abrazo y me deseó mucha suerte cuando doblé por Independencia a tomarme el subte sin poder parar de llorar.
Pero antes ¿qué pasó? antes cuando ya nos habían barrido como mierda del Congreso, cuando nos habían gaseado sin asco como a una plaga fumigada, cuando el Congreso ardía aquí y allá y una columna de humo negro se visualizaba desde Nueve de Julio, cuando nos sentamos a descansar y llorar en la fuente a mirarnos las caras y preguntarnos cómo estábamos y ayudarnos y pasarnos agua y limón y óleo para los ojos, cuando casi pudimos descansar tres minutos vino el hidrante y las motos y siguieron los gases y la gente furiosa, frustrada con más o menos miedo siguió para Plaza de Mayo, se iba para uno u otro lado por las avenidas y ahí pasan dos motoyutas y uno se baja y se suba a la otra moto y se van y dejan ahí la moto regalada, en segundos la dieron vuelta y la rompieron como pudieron ahogados de odio o de lo que sea, ¿Por qué? no sé, la furia no es amiga de la sensatez ¿no? y así otra vez, gas y persecución y cacería. Esto se repitió con similitudes y diferencias a lo largo de las calles tristes y avenidas heridas de una ciudad rota, rota dentro de su alma pero, aunque rota, resistiendo.
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La sociedad en movimiento versus el Estado barrabrava

Jubilados e hinchadas generaron una movilización en Congreso que recibió como respuesta un feroz operativo represivo. Al cierre de esta nota el fotógrafo Pablo Griillo (35 años) peleaba por su vida tras ser herido por un ataque policial; había al menos 108 personas detenidas, pero no una lista ni confirmación oficial y en las esquinas de Buenos Aires sonaban las cacerolas mientras vecinas y vecinas marchaban espontáneamente hacia Plaza de Mayo.
La convocatoria de las y los jubilados, con el respaldo de las hinchadas de todo el fútbol argentino, entre otros sectores, tenía hora y lugar: 5 de la tarde en la puerta del Congreso de la Nación. Desde las 14 ya había gente, y a las 16, una masividad suficiente para que las distintas Fuerzas de Seguridad cumplieran la orden de reprimir a mansalva y sin excusa. El objetivo era impedir la concentración de manifestantes para evitar la foto más temida por el gobierno: la de una multitud unida y con camisetas de todos los colores.

Beatriz Blanco, 87 años, golpeada por la policía, cayó golpeando la nuca contra el asfalto. La segunda agresión: ningún efectivo se acercó a ayudarla mientras ella estaba desmayada en el piso. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
Los efectivos de la Policía Federal, la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval y la Policía Aeroportuaria no estuvieron hoy en Bahía Blanca ayudando a la comunidad devastada por la inundación, ni vigilando las valijas que ingresan al país con sospechosa carga, sino dedicadas a tirar balas de goma y gases a diestra y siniestra, a activar hidrantes y -con infiltrados- destruir sus propios patrulleros, hasta transformar la calle en un infierno. En tanto, dentro del Congreso Nacional el oficialismo –conformado por la alianza LLA/PRO que permitió a Javier Milei ser Presidente- protagonizó una pelea a las trompadas cuando se disponía a votar las autoridades de la Comisión de Juicio Político. Martín Menem aprovecho el caos para levantar la sesión.
En tanto, durante el resto de la tarde, se detuvo al menos a unas 108 personas –a la hora de cierre de esta nota no hay listado ni cifra oficial de las y los detenidos-, culpándolas de los hechos que las propias fuerzas de seguridad provocaron para justificar lo injustificable: la brutal represión que dejó decenas de heridos. El caso más dramático: el fotógrafo Pablo Grillo. El impacto de una descarga de gas le produjo una herida en la frente, con derrame cerebral y dejó su vida al borde del abismo.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
En el mismo momento en que Grillo estaba siendo intervenido de urgencia en el hospital Ramos Mejía, la ministra Patricia Bullrich, responsable del operativo, pronunciaba su nombre en la pantalla del canal La Nación+, presentándolo como un militante kirchnerista detenido. Los periodistas que la escuchaban no corrigieron la (des) información. El conductor, Luis Majul, prefirió expresar su “vergüenza”, pero por el desorden.
Los jubilados y las hinchadas –que los medios oficialistas trataron de presentar como barras bravas- seguían en las calles del Congreso, pese a todo. “Este gobierno hizo lo que pocas cosas logran: unirnos”, dirá un hincha de Huracán al posar para una foto -inédita en la Historia argentina- abrazado a otro con la camiseta de San Lorenzo, y al lado de la de Morón, a otra de Almirante Brown, a otra de Boca, y de River, y de Tigre, y de Ferro, y de Los Andes, y etcétera, etcétera, etcétera.

Pablo Grillo estaba sacando fotos cuando fue víctima de un proyectil de gas policial. Una vida en riesgo, por la violencia institucional contra un comunicador. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
Dos horas después de las declaraciones de Bullrich, mientras Grillo seguía peleando por su vida en el quirófano, su papá, Fabián, sintetizaba así a lavaca, la realidad que la prensa oficial deformaba: “Somos una familia de militantes y lo decimos con orgullo porque la militancia no es mala. Y lo digo porque me enteré lo que está declarando esa bazofia de la ministra. Mi hijo es un militante, pero también es fotógrafo y hoy estaba ahí trabajando. Y ahora por culpa de una ministra y un presidente que mandan a matar, la vida de mi hijo está corriendo peligro. Su situación es muy grave, muy grave”, dice entre lágrimas.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
La otra imagen inédita es la que registra el video en el momento en el que un policía derriba a la jubilada Beatriz Blanco, de 87 años, con un golpe artero, que produce un estremecedor estruendo: es la cabeza con canas golpeando en la vereda, mientras el policía se esconde detrás de otros uniformados.
Hay más: cuando la protesta se trasladó a Plaza de Mayo las fuerzas de seguridad reavivó su show represivo, que esta vez incluyó el registro en video de cómo plantaban un arma en el pasto y, algo quizá peor: chorros saliendo de la Casa Rosada, aunque eran de agua.
La cacería siguió por el Obelisco e incluyó la fugaz detención del Padre Paco Oliveira –ataviado con una camiseta de Boca y referente de Curas en Opción por los pobres- quien fue rápidamente liberado al ser reconocido por un comisario: “Soltalo que es cura”, dijo. Eligieron entonces encarcelar al monaguillo que lo acompañaba.

Carlos, el jubilado que impulsó la llegada de hinchas de Chacarita y luego del resto de los equipos. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

River y Boca, esta vez unidos (y unidas). Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
A las diez de la noche, en Diagonal Norte una veintena de personas esposadas y tiradas en el piso esperaba que su destino se definiera de acuerdo al resultado de una disputa abierta entre el intendente Macri, Jorge –a cargo de la Policía de la Ciudad- y Bullrich, Patricia, con las fuerza federales a sus órdenes. En tanto, en varias esquinas porteñas comenzaba a escucharse la característica música del descontento: la de las cacerolas vacías. Y su clásica consecuencia: la marcha espontánea de vecinas y vecinos hacia Plaza de Mayo.
Al momento de escribir esta nota hay mucha información todavía por definirse y al menos una vida en juego, pero tal como lo define Carlos, el jubilado que logró convocar a las hinchadas, lo único certero es que esta historia continuará.

El Estado desparramando personas en el piso, para que no se manifiesten. Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.


Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.

Fotos Juan Valeiro y Lina Etchesuri para lavaca.
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