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Un muerto cada 21 horas en manos de las fuerzas de seguridad

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“Cambiemos es el gobierno más represor desde la vuelta de la democracia en 1983: desde 2015, el promedio es de un asesinado cada 21 horas». Esa la síntesis del informe anual que la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) presentó en Plaza de Mayo en un acto en el que participaron Nora Cortiñas y Sergio Maldonado. Las cifras del informe. El factor Bullrich. Los “femicidios de uniforme”. Y el análisis de la abogada María del Carmen Verdú: “La represión no es un error o exceso: es una política de Estado”.

Por Luis Zarranz

Como todos los años, la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), presentó su “Informe Anual de la Situación Represiva”, en Plaza de Mayo, con la participación de Nora Cortiñas (Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora) y Sergio Maldonado, entre cientos de familiares víctimas de la violencia estatal, sentados con carteles colgados al cuello de sus hijos, sus sobrinos, sus nietos.
“Hay organizaciones y organismos que colaboran para que nuestros casos lleguen a juicio, pero no es suficiente”, subrayó el hermano mayor de Santiago Maldonado. La familia aún se encuentra a la espera de Justicia tras su apelación al cierre de la causa que dictaminó el juez federal Gustavo Lleral en noviembre del año pasado, luego de revelarles que estaba siendo extorsionado.
“Ustedes siempre quienes tienen que estar al frente del reclamo de Verdad y Justicia. No hay quién pueda reemplazarnos”, continuó Sergio. “Somos los familiares los que tenemos que llevar la entereza de esa lucha. Los organismos pueden acompañar, pero atrás o al costado. Hay que entender que hay días que no queremos luchar. Que queremos llorar y abrazar. Que hay días que abrimos la puerta y hay 300 mil personas y otros que no hay nadie. Pido Verdad y Justicia por todos ustedes por sus familiares, por los 30 mil, por todos los desaparecidos en dictadura y en democracia. Y por Santiago. Necesitamos más pibes solidarios como Darío Santillán y Santiago Maldonado, y menos Chocobar y Patricia Bullrich”.
Las palabras resonaron fuerte en una Plaza de Mayo que recibió la contundencia de los números del informe de la CORREPI, que permite comprender la dimensión de la política represiva: “Cambiemos es el gobierno más represor desde la vuelta de la democracia en 1983: desde 2015, el promedio es de un asesinado cada 21 horas».
Éste y otros datos de enorme impacto dan cuenta de la vitalidad del aparato represivo, a 43 años del último golpe cívico militar, cuyo aniversario será repudiado en las calles, una vez más, este domingo 24 de marzo.
Algunos de los datos más impactantes de la investigación que CORREPI presenta y actualiza año a año:

  • “Un total de 1303 personas fueron asesinadas por el aparato represor del Estado durante la gestión de Cambiemos”.
  • Desglose: del 11 al 31 de diciembre de 2015: 50 casos. En 2016: 442. En 2017: 451. En 2018: 333, sin contar 150 muertes en lugares de detención aún no informadas. En 2019, hasta el 12 de febrero: 28.
  • “Desde 1996, fueron asesinadas 6535 personas por el aparato represor”.
  • “En sus tres primeros años de gobierno, el gobierno de Mauricio Macri y sus aliados ya es responsable del 20% del total de muertes ocurridas desde diciembre de 1983”.
  • «La Policía de la Ciudad mató a 48 personas en 26 meses”. Duplicó los casos que tuvo su fuerza antecesora, la Metropolitana, en cuatro veces más de tiempo: 22 casos en ocho años”.
  • «Una de cada cinco mujeres asesinada en contexto de violencia machista es a la vez víctima de violencia estatal»
  • “En los últimos tres años fueron detenidas más de 550 personas en contexto de protesta social”.
  • “Más del 85% del total de personas asesinadas por el aparato represivo estatal estaban en un calabozo o caminaban por un barrio”.
  • “La casi totalidad de las muertes en comisarías corresponde a personas que no estaban detenidas por acusaciones penales, sino arbitrariamente arrestadas por averiguación de antecedentes o faltas y contravenciones”.
  • “El 44,5% de las muertes corresponde a personas de 25 años o menos”. Si se suman a los de 25 a 35 años, el porcentaje se eleva al 70%.
  • “En relación a la población/casos, la provincia de Buenos Aires continúa primera, con muy poca diferencia con las que la siguen: Tierra del Fuego, Santa Fe, Chubut y Mendoza. En un segundo pelotón aparecen La Pampa, Río Negro, CABA, Santiago del Estero y Córdoba”.
  • “Las dos modalidades más frecuentes de la represión son las muertes de personas detenidas (46,8%) y los fusilamientos de gatillo fácil (38,3%).
  • Durante los gobiernos kirchneristas hubo, en promedio, un muerto cada 30 horas.

Haciendo historia

CORREPI produjo el primer informe, mucho más artesanal que los que elabora ahora, en 1996, después de que el entonces presidente Carlos Menem brindara su versión respecto a porqué crecían las denuncias sobre fusilamientos policiales: “Hay periodistas de pluma fácil”, se atrevió a decir. La frase fue revalidada por el entonces ministro de Interior, el servilletero Carlos Corach, que en una de sus habituales entrevistas al bajar de su departamento, sostuvo “¿Dónde están los nombres?”.
Así, como respuesta urgente, un ínfimo equipo de militantes, ligado a familiares de víctimas de la represión, presentó un primer informe con 262 de personas asesinadas por el Estado desde el fin de la dictadura. El listado se presentó en Plaza de Mayo, cuando una delegación de familiares, se lo llevó a Corach para que, por fin, pudiera ver “los nombres”.
Desde entonces, la presentación del informe anual es un ritual de la lucha antirepresiva, que incluye casos de gatillo fácil (fusilamientos); muertes de personas detenidas (en gran parte, tras recibir torturas), fusilamientos en movilizaciones, muertes intrafuerza o intrafamiliares (casos en que, para “resolver” un conflicto interno o familiar, el autor utiliza los recursos represivos que le provee el Estado); entre otros.
María del Carmen Verdú es una de las históricas referentes de CORREPI. En diálogo con lavaca, analiza e interpreta qué (nos) dicen estos datos sobre la violencia represiva:
¿Cuál es el dato más sobresaliente?: “Sin dudas, que el ritmo de las personas asesinadas sigue creciendo al mismo ritmo, o mayor, que al inicio de la gestión Macri. La curva de crecimiento histórica coincide, obviamente, con los momentos de profundización del conflicto y de crisis social (años 1989, 2001, 2008 o 2015), en donde hay un salto y luego un amesetamiento. Acá, lo que se comprueba es que desde diciembre de 2015 a hoy, todos los días sigue subiendo: es una constante. Tan sostenido en el tiempo no había ocurrido nunca antes. Por eso, el número promedio de la gestión de Macri es de una muerte cada 21 horas”.
Política de Estado: “La represión es política de Estado y no un error, un exceso, un abuso, un defecto, o un problema no resuelto. La diferencia sustancial de la política de Cambiemos respecto a las anteriores es que por primera vez no lo tenemos que estar explicando nosotros, porque lo explica Patricia Bullrich por cadena nacional. La diferencia es abismal por el efecto que produce en las Fuerzas y en el Poder Judicial: por primera vez en los 35 años de democracia, un gobierno en bloque sale a decir: ‘Esta es nuestra política’,  ‘Es la decisión que hemos tomado como Estado’. Son frases textuales de Bullrich, Michetti y del propio Macri”. Antes, cuando lo mataron a Carlos Fuentealba, por ejemplo, Aníbal Fernández y Cristina Fernández dijeron: ‘Investigaremos hasta las últimas consecuencias’. Cuando se armó la visibilidad pública del caso, la estrategia del gobierno fue aportar testigos a la causa, sacarse fotos con la mamá: cuando las cosas se las iban de las manos y se producía un rebote importante, el gobierno se intentaba despegar y lo presentaba como un hecho individual repudiable. Ahora, en lugar de eso, lo reciben a Chocobar, el policía que fue filmado fusilando por la espalda, recién salido del procesamiento, y dicen que necesitamos muchos policías como él. Eso es una orden explícita al resto de las Fuerzas para que sigan disparando”.
Mujeres: “Los casos de mujeres que son víctimas de la violencia represiva son pocos (600 sobre 6500), en términos proporcionales, porque el 90% de los casos de gatillo fácil son víctimas varones jóvenes: el sujeto a disciplinar en los barrios. Lo mismo ocurre en las cárceles. Son infinitamente más los varones porque la población masculina de cárceles es muy superior a la de mujeres, pero en la relación población/cantidad de casos es parejo”.
Mujeres II: “Si se toman el total de casos en los que la víctima son mujeres (596 casos), la mayoría, 349 son femicidios. Casos intrafamiliares en los que miembros de fuerzas de seguridad asesinan a su pareja, a su ex, su hija, o a su suegra, Es lo que denominamos ‘femicidios de uniforme’ y representa alrededor del 20% de todos los casos: ningún oficio u ocupación tiene un porcentaje tan elevado. Cuando se cruzan la violencia patriarcal con la estatal, se potencian”.
Medios de (in)comunicación: “Estamos discutiendo sobre el pibito de 8 años que robó una joyería, aunque sea un hecho absolutamente excepcional, porque los medios bombardean con casos de ese estilo. El conjunto de la política represiva no solo se administra a punta de pistola o picana, sino que además de lo que es violencia directa hay toda una serie de mecanismos de cooptación de concesos para legitimar lo que se ve y para naturalizar lo que debe ser invisibilizado. Ésa es la función que cumplen esas usinas propagandísticas oficiales disfrazas de medios de comunicación. Basta con leer los títulos. No es lo mismo decir ‘valiente miembro del orden abatió un precoz delincuente’, que ‘un policía hijo de puta le metió un tiro a un nene de doce años’”.

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Blas Correa, y la condena a 11 policías responsables de su muerte: “Esto recién comienza”

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11 agentes policiales fueron condenados por la muerte de Blas Correas en agosto de 2020 en Córdoba, después de 7 meses, 36 audiencias y el testimonio de más de medio centenar de testigos. La sentencia es histórica no solo porque demostró cómo funciona la máquina de violencia institucional, sino porque incorpora la capacitación a todos los agentes de la policía en el trato a víctimas, en el uso de armas de fuego, y obliga que se profundicen los exámenes psicotécnicos periódicos. Estos argumentos fueron planteados por la familia de Blas, que dice: “Marchando el 24 de marzo por mi hijo entendí en el lugar que estoy: vi mujeres marchando durante 40 años y así voy a morir yo, como las abuelas. Ese es el camino”.

Por Bernardina Rosini desde Córdoba. Fotos: Amnistía Internacional Argentina | Nicolás Bertea

“Prometo hacer todo lo posible para que las cosas cambien”.  

Soledad Laciar en una carta dirigida a su hijo. 

Soledad Laciar es la mamá de Valentino Blas Correas, el joven de 17 años que la noche del 5 de agosto de 2020 salió a comer una pizza junto a cuatro amigos -Mateo, Cristóbal, Camila y Juan Cruz- y quien horas se convertiría en una nueva víctima de la policía de Córdoba. 

Vale recordar: los cinco jóvenes regresaban a casa a bordo de un Fiat Argo cuando divisan un control vehicular; Juan Cruz (19 años, quien conduce) al ver que uno de los policías tiene un arma en la mano, se asusta, se saltea el control. Entonces se escuchan disparos. Seis. Uno de impacta en la espalda de Blas, quien siente la herida y le pide a Camila que le de la mano. Van rápidamente a un clínica, la primera que ven, lo bajan a Blas pero en la puerta se niegan a recibirlo, lo suben nuevamente al auto, intentan llegar al Hospital de Urgencias pero nuevamente son detenidos por un control policial; no los dejan avanzar y los obligan bajarse del auto; los amigos de Blas desesperados ruegan que atiendan al amigo herido pero los agentes policiales niegan cualquier asistencia, les piden documentos y hablan por radio. 

Así muere Blas, en el asiento trasero del auto, solo. 

Pero el horror no termina ahí: en minutos las dos duplas policiales que participaron del tiroteo se reúnen y resuelven plantar un viejo revólver calibre 22 y así intentar justificar sus disparos. El elenco policial interviniente lo conforman 13 agentes. 11 acaban de ser condenados (debajo de la nota, el detalle de las condenas).

Hacer historia

La sala del primer piso de Tribunales II en la ciudad de Córdoba está repleta, desborda hacia los pasillos. Amigos de Blas y de los sobrevivientes, hinchas de Belgrano (club del cual Blas era fanático), Abuelas de Plaza Mayo, el Secretario de Derechos Humanos de la Nación, madres que llevan remeras de sus hijos también víctimas fatales de la policía, mucha prensa, y ningún funcionario.

Es una jornada histórica, no sólo por la cantidad de agentes policiales condenados, sino porque la sentencia reconoce a Blas Correas, a su familia y a los sobrevivientes, como víctimas de actos de violencia institucional. Soledad Laciar, la madre, luego señalaría que éste reconocimiento fue el momento más conmovedor de la lectura, puesto que señala a la maquinaria en su totalidad.

Y es que la Cámara 8ª del Crimen de la ciudad de Córdoba dió lugar al señalamiento de la familia de Blas, por un lado, con respecto a la ampliación del alcance de responsabilidades y ordenó investigar al ahora ex Ministro de Seguridad de Córdoba y actualmente legislador por el oficialismo, Alfonso Mosquera, y a la actual jefa de la Policía, Liliana Zárate. 

Al primero, por presuntos actos de corrupción y malversación de caudales públicos al entregar un vehículo judicializado a uno de los comisarios. Mosquera declaró en el juicio que se trató de “una gauchada personal”.

En cuanto a Zárate -que se desempeñaba como titular de Recursos Humanos de la fuerza para aquel entonces- se la responsabiliza de que los policías Lucas Gómez y Javier Alarcón (autores de los disparos) se encontraran en ejercicio a pesar de que sus legajos estaban nutridos con varias imputaciones anteriores al hecho y, en el caso particular de Alarcón, de no haber aprobado una práctica de tiro. A Zárate se la investigará por omisión de los deberes de funcionario público y por las falencias en la formación y el control de los agentes policiales.

El Tribunal también indicó que se inicie investigación judicial y se identifique a los uniformados policiales que durante esa madrugada detuvieron el Fiat Argo y no permitieron que los amigos de Blas lo llevaran al hospital a pesar de la evidente necesidad de atención médica.

Conforme con la sentencia, la mamá de Blas expresó: “Siento que me acerqué enormemente a la justicia, confieso que tenía muchas dudas. Pero para mí es importantísimo que hayan incorporado la capacitación a todos los agentes de la policía en el trato a víctimas, en el uso de armas de fuego, que se profundicen los exámenes psicotécnicos periódicos. Un mes más o menos en las condenas no me significa nada, pero que se realicen cambios para asegurar que ésto no siga pasando, es lo que me importa”.

Además de las capacitaciones a la totalidad de los agentes de la fuerza, se indicó al Ministerio de Seguridad que se retenga el armamento a todo policía que repruebe las evaluaciones de tiro.

“Esto recién comienza” añadió Soledad, porque ahora asegura que irá tras los demás responsables, estará pendiente de la implementación efectiva de lo expresado en la sentencia, y acompañará a las demás familias que buscan justicia por sus hijos. “Ahora será buscar justicia para Joaquín Paredes, tenía 15 años. Les pido que nos acompañen, que no les quede lejos Cruz del Eje”.

Unas horas antes de conocerse la sentencia Soledad ya lo había adelantado “Marchando el 24 de marzo por mi hijo entendí en el lugar que estoy: vi mujeres marchando durante 40 años y así voy a morir yo, como las abuelas. Ese es el camino”.

Las condenas:

  • Lucas Gómez (37) y Javier Alarcón (33) ,autores del homicidio calificado por ser integrantes de la Policía y agravado por el uso de arma de fuego y por la tentativa de homicidio contra los cuatro otros chicos:  condena a reclusión perpetua, inhabilitación absoluta y especial para desempeñar empleo y cargo público.
  • Wanda Esquivel (34), la oficial que plantó el arma que luego se quebró y confesó el delito fue condenada a 3 años de prisión domiciliaria.
  • La oficial  Yamila Martínez (25) fue condenada a cuatro años y tres meses de prisión e inhabilitación especial por tres años.
  • Leando Alexis Quevedo, condenado a cuatro años de prisión.
  • El cabo Ezequiel Vélez (25), a dos años y seis meses de prisión, por lo que no irá a prisión al ser la pena menor a tres años.
  • El subcomisario Sergio González (44); subcomisario Enzo Quiroga (36); comisario inspector Walter Soria (45); el comisario inspector Jorge Galleguillo (46)  el comisario Juan Antonio Gatica (46) condenados por falso testimonio, encubrimiento por favorecimiento personal a cuatro años y diez meses de prisión.
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Daniel Solano: la Corte confirmó la detención de los 7 policías condenados por homicidio

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Los siete policías condenados a prisión perpetua por el asesinato de Daniel Solano, el joven salteño de 27 años desaparecido en Choele Choel el 5 de noviembre de 2011, fueron detenidos tras el rechazo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación a un recurso de queja de los efectivos, y así deberán empezar a cumplir la pena en prisión por primera vez desde la sentencia. El juicio concluyó el 1 de agosto de 2018, pero desde entonces los oficiales Sandro Berthe, Pablo Bender, Juan Barrera, Pablo Albarrán Cárcamo, Pablo Quidel, Diego Cuello y Héctor Martínez estaban en libertad, a la espera de la resolución de la Corte. “Nunca los sacaron de la policía: tenían libertad, cobrando sueldo y portando armas”, dice Leandro Aparicio, uno de los abogados de la familia Solano, que subrayó su “satisfacción” por el fallo: “Uno está golpeado, pero esto da energías para poder avanzar. No hay muchos casos en los que se detengan a 7 policías”.

La desaparición de Daniel se produjo tras un episodio de violencia policial en la vereda de un boliche de la ciudad. Antes había reclamado por su sueldo y el de sus compañeros como trabajadores rurales de la empresa Agrocosecha, tercerizada de Expofrut Argentina. Aparicio: “Fue un homicidio más allá de la desaparición, y fue un homicidio en un contexto de trata de personas, que está denunciada en la justicia federal de Roca, como está denunciado el narcotráfico, pero la causa no se mueve como se debería. Está parada. Pero esto va a servir para darle un impulso a toda esas cuestiones pendientes”.

Pedidos de justicia por Daniel Solano en 2012, a meses de su asesinato.

Entre esas cuestiones, en abril habrá audiencias por la acusación a otros cuatro policías, entre ellos Tomás Vega, a quien la familia lo señala como el “nexo” con la empresa: “Vega estuvo cuando le pegaban a Solano en el boliche. Vio todo eso. Y fue el que estuvo a cargo de la investigación los primeros día de la desaparición”.

Daniel sigue desaparecido. Gualberto, su papá, murió en medio del juicio, sin poder llegar a la sentencia por homicidio, y fue el principal motor de la causa que denunció la desaparición forzada y la connivencia judicial y estatal bajo un reclamo concreto que repitió una y otra vez a lo largo de seis años y medio: “Quiero encontrar el cuerpo y llevarlo”. No se detuvo un día: hizo huelgas de hambre, inició acampes y se encadenó al juzgado para exigir respuestas. Así reveló la trama de explotación laboral en Río Negro, la corrupción judicial que cubrió el caso y logró la detención de los oficiales que hoy están presos. Aparicio lo recuerda: “Nosotros tenemos esperanza de que el cuerpo aparezca. Algún policía capaz que se puede quebrar, o Vega mismo, sabiendo lo que se viene, puede dar información. Hemos hecho lo imposible para que aparezca el cuerpo”.

Compartimos la investigación de MU sobre este caso:

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Sí, podemos: 20 años del No a la Mina de Esquel

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Esquel está cumpliendo 20 años del histórico plebiscito en el que por más del 81% de los sufragios la comunidad votó «No a la Mina» y rechazó así la instalación de la megaminería en la región. A qué le dijeron que «Sí», desde la nota histórica que se hizo desde MU en uno de los tantos viajes, el primero, a la madre de muchas batallas.

El 23 de marzo se cumplieron 20 años del rechazo a la megaminería en Esquel, símbolo de lucha contra los proyectos contaminantes, inconsultos, impuestos en silencio y con violencia, y símbolo también de la democracia participativa, la organización y una lucha que se contagió a otros lugares del país.

En estos días hubo recitales, charlas, caminatas, marcha el 23 de marzo, y este domingo culminará la celebración con un ascenso al cerro Calfu Mahuida, un modo de simbolizar ese contacto permanente de la comunidad de Esquel con la naturaleza.

La historia viva cuenta que un puñado de vecinas y vecinos, que fueron cada vez más, comenzaron a reunirse, a estudiar la situación, a ir a escuelas, clubes, barios, difundiendo capilarmente, en una movilización a la vez inmensa, lo que se estaba tramando para hundir a Esquel en la megaminería. El 4 de diciembre de 2002 fue la primera marcha que reunió a más de 6.000 personas. Nunca desde entonces se dejó de marchar el 4 de cada mes.

Esa creación de movilización involucró otro hecho histórico: se había formado la Asamblea No a la Mina, grupo apartidario, horizontal, democrático, diverso, expresión de las nuevas formas de organización social que emergían en el país tras la crisis de 2001.  

El mecanismo asambleario en el que participaba todo el que quisiera, llevó a presionar la situación hasta obtener la posibilidad de la que se celebraron ahora 20 años: el 23 de marzo de 2003 se realizó un plebiscito en el que la comunidad rechazó por más del 81% de los votos al proyecto que intentaban imponer la empresa Meridian Gold y el Estado. Esquel hizo nacer aquel No, pero además generó un contagio en diferentes lugares en que se manifestaban  conflictos ambientales en todo el país (Gualeguaychú, Famatina, Andalgalá, como emblemas de una actitud ciudadana no ha dejado de crecer hasta hoy frente a diferentes situaciones territoriales, de salud, y hasta de derechos humanos). Se ponía en foco al modelo extractivo.

Desde aquellos años Esquel ha pasado por situaciones de todo tipo que han sido reflejadas tanto en lavaca.org como en la revista MU:

  • la intención de dar vuelta la decisión de la población a través de campañas de acción psicológica y desinformación;
  • el espionaje a vecinas y vecinos que integraban la Asamblea, por parte de la AFI, como forma de amedrentamiento y control social;
  • las presiones políticas y hasta laborales que sufría toda persona involucrada con el proceso asambleario;
  • el contagio fundamental de la acción de Esquel a toda Chubut, que se pobló de asambleas en todo el territorio, incluyendo a las comunidades de pueblos originarios, siempre rechazando los proyectos y negociados minero-estatales;
  • las trampas legislativas detectadas cuando se obtuvo la foto del diputado Gustavo Muñiz (del Frente para la Victoria) chateando por celular con el gerente Gastón Berardi de Yamana Gold, la empresa que había asumido el proyecto para impedir y ningunear la Iniciativa Popular presentada por la ciudadanía para que se convirtiera en Ley;
  • las represiones a los manifestantes en Rawson, cuando la lucha debió concentrarse en la capital provincial; el acoso mediático a toda esta movida en defensa de la naturaleza por parte de buena parte del sistema mediático, dependiente de pautas publicitarias estatales y privadas.
  • Y, por nombrar algo de lo más relevante en los últimos tiempos, el Chubutazo, o “Chubutaguazo”, con que la provincia movilizada logró dar vuelta de un modo comovedor en 2020 un nuevo intento de legislación que bajo el disfraz de una “zonificación” provincial buscaba lo de siempre: ir por la minería. La ciudadanía logró tumbar esa intentona y reponer la ley que prohíbe los megaproyectos extractivos.
  • Otro detalle de estos tiempos: ya hay una tercera generación de integrantes de las asambleas participando plenamente, un sub-17 que demuestra el alcance de todo lo que se ha realizado, también desde el punto de vista inter-generacional.

Esquel fue el nacimiento de la resistencia de Chubut, que no significa solamente un rechazo al saqueo y la contaminación, un No, sino también múltiples Sí:

  • Sí: sí a la vida.
  • Sí a la reivindicación por la positiva de otras formas de producción que no impliquen la destrucción.
  • Sí a la necesidad de licencia social para cualquier proyecto, de cuidado de ambiente como forma de preservación de la vida y el trabajo.
  • Sí a nuevas formas de relación entre lo humano y la naturaleza. A nuevas relaciones también entre las personas para plasmar la idea de que el agua vale más que el oro, y de que el futuro es posible.

Como homenaje a todo eso aquí puede verse la primera de las notas publicadas en MU sobre la asamblea de Esquel: “La madre del No”, para conocer esa experiencia histórica hecha de resistencia, inteligencia, generosidad y, también, alegría.  

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LA NUEVA MU. Lo que está en juego

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