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Las 89 vidas de Miryam

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Es símbolo y maestra de cómo pensar el país partir de la alimentación. Este miércoles 9 cumplió 89 diciembres y recibió infinitos saludos, agradecimientos y festejos. Es el emblema del concepto de Soberanía Alimentaria. Trabajó con Ramón Carrillo y con René Favaloro. Estuvo desaparecida. Participó en las ollas populares durante las crisis. Sus experiencias, y la apuesta por el optimismo. Vicentín, AF, la soja, los chanchos chinos, el comunismo, la agroecología, la sensibilidad para comprender la época. Y un detalle misterioso: ¿qué es la Soberanía Alimentaria? La nota que publicamos este año en MU. Con ustedes, Miryam Gorban. Por Sergio Ciancaglini.

Las 89 vidas de Miryam
Foto: Julieta Colomer

«Vos decís algo, y no te dan pelota. Lo dice el Presidente, y entonces ya es noticia”, protesta y ríe. 

Miryam Kurganoff de Gorban –Kita para la familia y la gente amiga, clase 1931, criada en Añatuya, nutricionista de cuando nadie hablaba de eso, dos veces Doctora Honoris Causa, marxista “de comunión diaria”, cocinera de empanadas antológicas y timonel de una vida que es una travesía asombrosa– es injusta consigo misma. 

Hace 24 años está hablando de Soberanía Alimentaria. Desde la soledad absoluta ha sido tan insistente, clara, convincente y cabeza dura (o sea, cabeza abierta) que le han terminado por dar tanta pelota, que hasta el Presidente amplificó el tema. Se puede sospechar, al revés, que es a él a quien no le dieron la pelota que esperaba al relacionar, acaso desacompasadamente, Soberanía Alimentaria con su proyecto de expropiación o salida a la situación empresario/delictiva del grupo Vicentín. 

Aclara Miryam: “Creo que él lo pensó bien pero después, por las presiones, el gobierno se achicó. Expropiar esa empresa no era la Soberanía Alimentaria, pero sí un avance, y principalmente una forma de recuperar herramientas para el país. Vicentín te daba dos puertos cuando hoy casi todos los puertos del país son privados. Googlealo, y es de terror. O nos daría herramientas para la exportación. No hay flota mercante, línea de bandera que comercialice, ferrocarriles, el neoliberalismo se llevó puesto todo. ¿De qué corno estamos hablando?”

Se enoja Miryam pero enseguida se pone contenta porque está viviendo en casa de su hija y están allí una de sus nietas, con bisnieta en brazos. Cuatro generaciones de mujeres. Miryam fue mamá 5 veces, desde1953. Dos hijas (Silvia y Claudia), luego un varón, Sergio, que murió a los 3 meses en medio de la epidemia de polio. El segundo varón, Jorge, fue víctima a los 35 años de otra pandemia: accidente automovilístico. A Miryam la templanza le viene de lejos. El quinto hijo es Marcos, que hoy está preparando un libro sobre su madre. Tiene 9 nietxs y 8 bisnietxs.    

Las 89 vidas de Miryam
En el consultorio dietético que puso en su casa, antes de trabajar en el Güemes con el doctor René Favaloro.

La cuarentena la hizo ducha en el manejo de las plataformas para participar en toda clase de seminarios, conversatorios, encuentros, reuniones de su CALISA (Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina) o del Diplomado Andrés Carrasco de Comunicación Ambiental. “Tengo dos o tres reuniones por día. Estoy en todas partes”. 

Se ha reunido virtualmente con ministros, legisladores y funcionarios que tratan con afecto y respeto a una mujer cálida, que no se olvida de ser volcánica cuando hace falta. El día de la noticia de la expropiación de Vicentín, en junio, se permitió ilusionarse con el proyecto, pero envió dos señales: 1) “Si no hablan del acceso a la tierra y de agroecología, señor Presidente, no es Soberanía Alimentaria” y 2) “no le firmo un cheque en blanco a nadie”. 

La bisabuela me mira por la pantalla y recuerda que en 1996 viajó a Roma a una cumbre mundial sobre alimentación organizada por la FAO, en la que conoció al hondureño Rafael Alegría: “No me olvido más. Es uno de los fundadores de Vía Campesina. Hoy está perseguido en su país. Se sentó horas a explicarme lo que significa la alimentación como un tema político y no técnico. Me enganché totalmente”. 

¿Qué es la Soberanía Alimentaria? Miryam propone las palabras de Vía Campesina: “El derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Esto pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. Defiende los intereses de, e incluye a, las futuras generaciones. Nos ofrece una estrategia para resistir y desmantelar el comercio libre y corporativo y el régimen alimentario actual”. 

La definición reivindica luego la producción local, la agricultura familiar, la sostenibilidad ambiental, social y económica, el comercio transparente, los derechos de los consumidores, el derecho de acceso a la tierra, al agua, a las semillas, a la biodiversidad. Plantea finalmente: “La soberanía alimentaria supone nuevas relaciones sociales libres de opresión y desigualdades entre los hombres y mujeres, pueblos, grupos raciales, clases sociales y generaciones”. 

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Miryam en los 50, en un acto contra el despido de ferroviarios.

Mongo Pirulo

¿Esa definición tiene puntos de contacto o de choque con el actual gobierno? “Vos ves que hay debates internos, es un gobierno heterogéneo y con el marco económico, social, sanitario, cultural, es difícil avanzar. Hay pasos que parecen tímidos, pero son importantes. Un ministro como (Juan) Cabandié que en vez de disfrazarse de planta y hacer pavadas, habla del glifosato y se mete con los incendios. O la creación de la Dirección de Agroecología. Esas cosas las destaco porque si no, ¿para qué lo hacen?”

Por cosmética, puede pensar la gente desconfiada, si no se les da poder para actuar realmente: “Pero siento que ahora nos están escuchando. Eso lo valoro”. 

Miryam & los chanchos: “Lo que pasa es que el gobierno se reúne con el Consejo Empresario Mongo Pirulo para sembrar más soja o poner megagranjas de chanchos, y tendrían que recibirnos también a nosotros que estamos planteando que no podemos seguir agravando la situación social y sanitaria. Es como me enseñaron las mujeres peruanas en una marcha: ‘No estamos en la protesta, sino que tenemos propuestas, y entonces exigimos respuestas’. En el caso argentino, esto no se arregla con más soja o con armar un gran chiquero. Por eso proponemos la agroecología. Y en el caso de los chanchos, como dice siempre Remo Vénica (de la granja Naturaleza Viva), que haya miles de pequeñas granjas, producción local que estimule la agricultura familiar sin afectar el medio ambiente, y no pocas megagranjas con miles de vientres cada una, abuso de antibióticos para el rápido crecimiento, animales chapoteando en su propio estiércol, contaminación de la tierra, el agua y el aire”. 

Dato: En el siglo pasado los cerdos fueron el símbolo para la izquierda de capitalismo y opresión. Hoy el sistema alimentario coloca a dichos animales como uno de los emblemas del hacinamiento y la muerte. China viene de una peste anterior a la del Covid-19 que mató a más de 200 millones de cerdos de sus megagranjas (¿el coronavirus masivo será culpa solo de murciélagos o pangolines?) y está entusiasmada con sacarse parte del problema de encima, criando porcinos en Argentina. Allí está el origen del negocio.  

La concentración parece justamente la clave en la que coinciden los negociadores chinos y argentinos.  

Claro, solo ven las divisas de la soja. Y más teniendo ahí a Felipe Solá. Metió el monocultivo sojero (al aprobar los transgénicos en 1996) y ahora va a querer meter el rmonocultivo de cerdos. Por eso proponemos hacerlo, pero de otro modo. Y es un dato que hayan postergado el acuerdo con China hasta noviembre, diciendo que quieren incluir un artículo de cuidado ambiental. Eso es porque escucharon las movilizaciones y reclamos. Habrá que seguir insistiendo.

¿Qué le dirías a Solá si te lo cruzás? 

Lo que le digo a todos. Que me expliquen cuál es el beneficio del modelo sojero. Enriqueció a unos pocos, envenenó la tierra, la gente, y nos contaminó la vida. Están los pueblos fumigados como testigos de las consecuencias del modelo. Que se hayan desmontado miles de hectáreas de bosques para la soja es un atentado total a la naturaleza. Y encima seguir haciéndolo en plena pandemia, ¿qué es? Te lo digo como changuita santiagueña: no podemos salir a andar, pero ellos siguen fumigando y dicen que es “tarea esencial”. Increíble. Sobre todo cuando tenés la agroecología que te está demostrando que se puede producir en campos grandes, a gran escala, y exportar alimentos. Hay más de 80.000 hectáreas agroecológicas para cereales, oleaginosas y ganadería, y cada vez más producción intensiva de verduras y frutas sanas. Nos siguen vendiendo el modelo de agrotóxicos porque es el negocio de las corporaciones. Así que con esas cosas yo voy a seguir siempre igual con los funcionarios: rompiéndoles la paciencia.   

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Con Marcos, su hijo menor, y sus nietxs mayores: Marcela y Sergio. A fines de los 70, después de su secuestro. La risa de Miryam como apuesta a la vida.

Una mocosa con Carrillo 

Las charlas con Miryam nunca son lineales, se pueden ir por las ramas o por las raíces para dejar ver el árbol y los bosques. Mezclan entusiasmo y ganas de contar aventuras (y algunas desventuras): la experiencia como riqueza que se comparte. 

Dice: “Habría que fijar una política alimentaria. Yo quiero exportar. Pero si estamos en un plan contra el hambre, primero resolvamos el problema interno. No es un tema de Cancillería. Es un tema de Hacienda, Salud Pública, Medio Ambiente. Me gustaría que haya una Dirección de Alimentación como quiso hacer Ramón Carrillo, con el que alcancé a trabajar”. 

Salto repentino de 70 años. Para ubicarnos antes de llegar a Carrillo: Miryam creció en Añatuya, Santiago del Estero, donde se habían instalado los Kurganoff: “Un lugar de mucha miseria, veías las viudas jóvenes de negro que no tenían jubilación ni un carajo, mucha penuria de la gente, incluso de mis compañeros de escuela que se quedaban a comer en casa porque vivían a leguas y estudiaban magisterio como salida laboral”. 

Su padre vendió máquinas de coser Singer y luego fue corredor de toda clase de productos, desde perfumes hasta discos, a lo Melquíades en Cien años de soledad, y su madre instaló una librería escolar. “Veníamos de estar sin comer, pero las cosas mejoraron. Igual, me dolía la penuria que había alrededor: eso te queda pegado en la piel”. 

Conoció al conscripto Luis Gorban que tenía 20 años y vivía en Córdoba. Ella tenía 17. “Luis era comunista, militaba en la Universidad de Córdoba. Yo tenía la sensibilidad social, él me dio el marco teórico que entendí totalmente”. Se enamoraron, hubo años de noviazgo con mucha carta y poco encuentro. No existían los mails ni Facebook, entre otras antigüedades. 

Miryam marchó a Buenos Aires a casa de unas tías: “Quería estudiar Medicina pero tenía que dar como 14 reválidas porque era maestra y no bachiller. Supe que existía la tecnicatura de dietista. Por lo menos tenía que ver con la salud, y me anoté”. Luis se mudó a Buenos Aires, terminó Medicina en La Plata, y se casaron en 1951. “Ese mismo año me recibí de dietista, y Ramón Carrillo que era el ministro de Salud nombró director de Alimentación a mi profesor Horacio Storni, y a mí”.

Storni la tenía como alumna predilecta, y casi la lleva a atender a Evita. ¿Cuál fue el problema? “No quise afiliarme al Partido Peronista. Yo no era antiperonista. Había visto en Añatuya la alegría de la gente, la diferencia entre beneficencia y solidaridad, que es lo que transmitía el peronismo. Pero no aceptaba afiliarme”. Luego Storni cambió de puesto, la Dirección quedó desarticulada pero Carrillo ordenó armar un plan de alimentación para todos los hospitales del país. Solo quedaba Miryam como dietista, que organizó el plan. Carrillo la convocó y cuando la vio le preguntó a la secretaria: “¿Quién es esta mocosa?” Mejoró todo cuando le dijeron que la joven venía de Santiago del Estero, como él. El programa de la veinteañera empezó a implementarse, luego tuvo a su primera hija (1953) y se mudó hacia otras zonas de la vida.

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Miryam y Luis Gorban. Amor, medicina y militancia.

La cosmetóloga y Favaloro     

Miryam habla de las posibilidades productivas argentinas: moras, higos, granadas, tunas mejores que el kiwi, mangos antológicos que se tiran en Formosa, paltas, espárragos, arándanos, aceite de oliva, producciones no transgénicas de la RENAMA (Red de Municipios y comunidades que apoyan la Agroecología) y la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra). Cuenta de la centolla y los langostinos en medio saqueo de la riqueza pesquera y menciona el caso de una niña estaba asombrada porque vio en una granja gallinas vestidas: “Claro, tenían plumas. Nunca había visto”.  

Recuerda que en 2015 el ministerio de Salud de Daniel Gollán la invitó a dar una charla con miles de trabajadoras de esa cartera: “Les voy a cobrar esta charla. Me van a tener que pagar con un aviso, una publicidad oficial que hable de la salud, porque no hay ni una”. Recibió un aplauso, pero ninguna publicidad. 

¿Qué aviso lanzaría Miryam? “Uno que diga: ‘dale la teta a tu hijo para que crezca sano y feliz. Basta de darle cocacola y comida chatarra pensando que así va a ser rubio y de ojos celestes: así va a ser un enfermo. Y hay que hablar de la teta. Porque van y hacen encuestas en los barrios sobre la ‘lactancia materna’ y las mujeres no saben de qué les están hablando” dice Miryam, alérgica a los lenguajes vacíos de las burocracias estatales y oenegeísticas. Agrega: “Es que no estamos teniendo una política comunicacional que nos cambie la cabeza colonizada que tenemos. Tendría que haber mensajes que digan: tome agua, la bebida de los pueblos fuertes”.

Paralela a su experiencia con Carrillo, la militancia en el Partido Comunista la había llevado a estar en la creación de la Unión de Mujeres Argentinas. “Ya en aquella época reclamábamos igual salario por igual tarea. No se hablaba de feminismo, eso vino después”. Miryam pasó de Salud Pública al Instituto de Nutrición que funcionaba en el Pasteur, con el doctor Pedro Stramesi: “Un gran maestro de cocina”. En 1953 comenzó su seguidilla de partos y a fines de los 50 fue convocada al Sanatorio Güemes para encargarse de la alimentación. El trabajo y la crianza en simultáneo la obligaron a renunciar. “Ya estábamos en Lomas de Zamora, y puse en casa un consultorio de Dietética y Cosmética. Me tenía que ganar mis ingresos” dice como justificándose. “Ahí me aparecían todos los  trastornos alimentarios, desnutrición, obesidad, diabetes”. Empezaba a intuir en qué medida la alimentación era un tema personal, y a la vez social y político, mientras saltaba de su consultorio a militar en reclamos contra el despido de ferroviarios durante el frondicismo. “Siempre fue así, haciendo de todo. Balconear, nunca jamás –cuenta, y cita a Pablo Neruda-. Confieso que he vivido”.

Desde el Sanatorio Güemes volvieron a llamarla en 1972 para acompañar una hazaña científica: el doctor René Favaloro había desarrollado en los Estados Unidos la técnica del by-pass coronario, pero había decidido reinstalarse en el país y trabajar en el Güemes. “Me hice cargo del Departamento de Alimentación para profesionalizarlo al máximo: había 3.000 empleados, enfermeras y médicos, la guardería con más de 100 hijos de trabajadores y 1.000 camas, incluyendo a los pacientes de alta complejidad. Fue una experiencia impresionante” dice sobre su rol como directora de esa especie de industria destinada a nutrir y salvar vidas.  

Miryam desaparecida

La nada se resolvía con sopa, puré y compota. “Teníamos 15 nutricionistas. Armábamos las comidas según los pacientes, no eran un número sino un nombre.  Investigábamos los alimentos y hacíamos encuentros con los médicos, incluido Favaloro que nos escuchaba asombrado. Presentábamos las tablas nutricionales. Me acuerdo que no sabían cuánta sal tenían los grisines y decían: ‘¿nosotros estamos comiendo eso?’ Hasta el agua mineral estudiamos”. 

Memoria: “Favaloro era un tipo sencillísimo, el médico rural de Jacinto Aráuz, su pueblo. A las 7 de la mañana estaba operando. Al mediodía daba una vuelta y comía algo sencillito, un sándwich y agua. A las 7 de la tarde seguía ahí adentro. Cuando podía, recorría el país para enseñar y transmitir lo que sabía. Era esa cosa del científico de verdad, generoso, que piensa en lo social y no en el lucimiento o en el escalafón de su carrera. Lo que después conocí en Andrés Carrasco (ex presidente del CONICET, quien descubrió los efectos del glifosato), y lo que antes había sido el propio Carrillo”.      

Llegó el golpe de Estado de 1976 y a fines de ese año sus dos hijas fueron secuestradas por participar en centros estudiantiles universitarios. Silvia (hoy médica) estaba embarazada. “No sabíamos en esa época lo de los robos de bebés. La nena nació después, le pusieron Marcela pero siempre decimos que tendría que llamarse Milagros”. 

Las patotas militares se llevaron del Güemes a la propia Miryam y su Citroën celeste en 1978. “Yo nunca dejé de militar, y además con mi marido éramos gente muy conocida. Vos imagínate que se atendían con Luis y venían a casa  Mercedes Sosa, Álvaro Yunque, Horacio Guaraní, Juan Carlos Castagnino, Ramón Ayala, Cesar Isella, Armando Tejada Gómez. Osvaldo Pugliese no, pero lo recibimos en un acto en Lomas. Yo digo que lo mío habrá sido una delación mal barajada: en el Güemes habían secuestrado a la comisión gremial y Jorge Tanco y otras cinco compañeras siguen desaparecidas”.  

La llevaron al centro clandestino El Banco, en La Matanza, donde organizaba secuestros, torturas y desapariciones Julio Simón, más conocido el “Turco Julián”, policía de cruz esvástica en el llavero, que sigue cumpliendo condena por múltiples delitos de lesa humanidad. “Me tenían encapuchada y encadenada a un cubil para perros. El que me torturaba era otro. El Turco daba las órdenes y, ¿sabés qué hacía?: Tomaba anfetaminas para aguantar y quedarse todo el día ahí, el guacho. Como robaban los discos de los secuestrados un día pusieron uno y era de César Isella, sobre Salvador Allende. Se ve que yo me sonreí. El Turco dijo: “Mirá la bolche, cómo ser ríe”, y rompió el disco. Estaba totalmente pichicateado”. 

Reconoce Miryam que pese al miedo siempre intentó estar tranquila: “Vino un coronel a interrogarme, a jugar de policía bueno. Me dijo: “Usted tendrá mucho odio, pero tiene que comprender lo que hacemos porque de muchos camaradas son una lápida en el cementerio’. Le contesté: ‘Lo felicito. Ustedes por lo menos tienen una lápida. ¿Dónde están nuestros compañeros? Ni lápida tienen’. Siguió la discusión y le dije: ‘Mire, yo estoy muy tranquila porque hubo un Nüremberg’ y el tipo no habló más”. En otro momento le dieron lápiz y papel para que delatase nombres de su organización. Miryam hoy estalla en carcajadas al recordarlo: “Les puse a Victorio Codovilla, que ya se había muerto. Ellos querían saber del aparato, pero de esos meollos yo nunca supe nada”. Le secuestraron su agenda. “Creían que había lenguaje cifrado. Vieron ‘Aceite’, llamaron y era Molinos, donde hacíamos los pedidos. Una compañera de hemoterapia me había regalado un libro y me lo dedicó: ‘A la jefa’”, pero estos creían que era una jefa guerrillera y no la jefa de un servicio”. 

Mientras ella seguía detenida, su marido Luis habló con Favaloro quien le dio una carta para el comandante del Cuerpo I del Ejército, Guillermo Suárez Mason. “Hubo mucha movida denunciando mi caso, pero creo que es a Favaloro al que le debo la vida”. Dos semanas después del secuestro, le informaron que iban a liberarla. “Me llevaron a otra habitación y había que esperar bastante. Les pedí algo para leer y me trajeron la novela El día del chacal (de Frederick Forsyth, sobre un intento de asesinar a Charles De Gaulle por parte de la derecha terrorista francesa). Cuando tuvieron todo listo para irnos les dije: ‘Esperen que me faltan dos páginas’. No lo hice para provocarlos. Realmente estaba interesante el libro y no me quería perder el final”.      

Es difícil calcular cuánto poder hubo en esa tranquilidad: “Siempre fui así. Hay gente que agacha la cabeza pero para mí somos todos iguales. Estuve con la gente más famosa y la más anónima, y eso te enseña a moverte. No pisoteás, ni rendís pleitesía porque el otro esté en un escalón distinto al tuyo. Pero bueno, lo cierto es que puedo contarla. ¿Cómo no ser optimista”. 

Es una optimista de la voluntad y del corazón que puede contar su experiencia en las crisis del 89 y la de 2001: “Estuve en la alta complejidad y también en las ollas populares donde se establecen las relaciones y las resistencias más increíbles”.    

Puede contar sus premios infinitos, pero refunfuñar inmediatamente: “¿Cómo me dan a mí dos doctorados Honoris Causa, y a Favaloro no le dieron ninguno ni lo tuvieron como profesor universitario? Dejame de joder”. Me envía un video en el que Favaloro dice en los 90: “Esto más que neoliberalismo es un  neofeudalismo” y “no concibo a un universitario sin compromiso social. Tiene que contribuir a que la sociedad sea cada vez mejor, más solidaria y más justa”. Ella agrega: “Eso es la ciencia digna, como lo que representó Carrasco y hoy toda una camada de gente joven que quiere hacer cosas en serio y no a sueldo de las corporaciones”. 

Razonamiento sobre el presente: “El problema es que no podemos articular lo que hacen los pueblos contra la minería, los pueblos fumigados, los que producen agroecología y tantas otras luchas”. A la vez, más que buscar grandes articulaciones, lo suyo es el contacto personal, la charla, el viaje, lo local, la siembra. Queda como debate: ¿serán las grandes articulaciones las que funcionan (lo que Miryam piensa), o serán los infinitos gestos pequeños y cotidianos (lo que Miryam hace) los que terminan generando los cambios de cultura, los contagios de sensibilidad, de modos de ser y de actuar? ¿Serán las dos cosas, o cada una según el momento? 

La Soberanía Alimentaria abrió a la joven comunista a un territorio que es pura actualidad, juventud, fertilidad, horizontalidad, creación. “Es algo universal, algo que crece no desde arriba sino desde abajo. Son otras palabras, otros lenguajes, otros tiempos. Pero siempre se trata de cambiar el capitalismo”. 

Todo lo que hace tal vez no tenga que ver con haber sido militante, dietista, matriarca nutricionista, detenida-desaparecida, referencia internacional, doctora honoris causa y todo lo demás, sino con la sensibilidad para entender la época y hacer el magisterio que imaginaba aquella chiquilina de Añatuya a la que se le pegaba a la piel lo que veía alrededor. Con esa sensibilidad se la ha pasado ejerciendo como maestra, nutriendo la vida, las ideas y las acciones de mucha gente dispuesta a cambiar la cultura, la mesa, las relaciones y el futuro. Al estilo de la más célebre imagen de Miryam: sonriendo, con el cuchillo entre los dientes. Y aplicando siempre uno de los más saludables oficios en este mundo: romper las paciencias.

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Mujeres trabajadoras en la calle: “Juntas, llegamos a todo”

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Los feminismos siguen siendo el único movimiento que tiene la capacidad de transversalizar la unidad, amplia, y poner en Avenida de Mayo, de cara a Plaza Congreso, cuadras y cuadras de columnas que van desde el sindicalismo, a los movimientos sociales, a la izquierda, al kirchnerismo. 

Aún cuando por Hipólito Yrigoyen ingrese la enorme columna de la intersindical feminista seguida por poco del oficialismo; y por el otro costado, por Avenida de Mayo, ingrese la izquierda; todos los espacios comparten plaza a menos de un mes de elecciones generales que definen quién presidirá el país. 

Esa es la noticia: seguimos transversalmente en la calle. 

Video: Sebastián Smok.

De la economía popular a la formal

“Creían que el movimiento había desaparecido porque no estaba en la calle, pero estábamos en cada uno de nuestros territorios, ahí también damos la batalla y la lucha”, dice Leonor Cruz, Secretaria de Géneros y Diversidad de la CTA Autónoma, frente a la enorme columna de trabajadoras que son protagonistas de esta marcha. Las tres banderas que encabezan: UTEP, CTA y CTA Autónoma. De la economía popular a la economía formal, todas adentro.

Mujeres trabajadoras en la calle: “Juntas, llegamos a todo”
La cabeza de la marcha de este 28 S. (Foto: Sol Tunni).

Junto a ellas también marchan familias de víctimas de femicidios: Marta y Guillermo, mamá y papá de Lucía Pérez; y Daniel y Susana, papá y mamá de Cecilia Basaldúa, que salieron desde la sede de MU junto a un grupo de mujeres que les siguen con los pañuelos blancos que bordan dos palabras: Nunca Más. 

Mujeres trabajadoras en la calle: “Juntas, llegamos a todo”
Foto: Sebastián Smok.

No con el FMI

Dice Leonor: “La derecha más fascista de nuestro país tiene una agenda muy clara contra el feminismo, quieren ir contra cada uno de los derechos que hemos conquistado con sangre y a fuerza de lucha; pero no lo vamos a permitir. Estamos en la más amplia y diversa unidad de vuelta en la calle porque a la derecha la vamos a enfrentar, pero también vamos a decir: no es con el FMI, porque somos las trabajadoras, las precarizadas, las compañeras del barrio, las que más sufren el ajuste”. 

Leonor llegó a Plaza Congreso desde Tucumán, trayendo lo que se ve fuera del centro porteño: “En nuestra Argentina profunda lo que se ve es la pobreza, en todas sus dimensiones, pero el movimiento feminista en la provincia es lo más fuerte que hay, es donde está la unidad y donde nosotras resistimos”.

Sobre la transversalidad habla también Silvia León, referente de ATE Nacional: “Hoy el objetivo tiene que ser que las derechas no avancen en nuestro país. Los 30 mil compañeros desaparecidos y muertos no murieron en vano, y las víctimas de femicidio tampoco”. 

Silvia, rodeada de pañuelos verdes, sostiene junto a las familias de víctimas de femicidios, que tienen las fotos de sus hijas colgando en el pecho, los pañuelos blancos. Los feminismos honran el legado que los derechos humanos construyeron en la calle, con los pies. Dice Silvia: “Nosotras peleamos por soberanía, por educación, por salud, y también seguimos el camino de las Madres, las Abuelas, de los 30 mil, pero también de los familiares. Hay un tiempo que se termina, el de la verticalidad, el del verticalismo y del patriarcado, ahora toca construir transversal y federalmente”

Mujeres trabajadoras en la calle: “Juntas, llegamos a todo”
Foto: Sol Tunni.

Significado de la libertad

Marta y Guillermo, llegaron desde Mar del Plata a las siete de la mañana; junto a Susana y Daniel, se colgaron las fotos de sus hijas en el pecho: Lucía Pérez y Cecilia Basaldúa, dos femicidios territoriales emblemáticos, donde las tramas narco barriales marcaron como alerta una emergencia que traen las periferias.  

¿Por qué recorrer la Ruta 2 durante toda la noche para marchar? Contesta Marta Montero, mamá de Lucía: “Para gritar que no vamos a permitir perder nuestros derechos, lo que hemos conquistado en este tiempo de lucha que no es solo el reciente, me voy más lejos: en este tiempo de democracia que es el tiempo en el que podemos salir, podemos luchar, y también decir lo que pensamos. Todo esto está en peligro, no podemos permitir que venga alguien a decirnos lo que tenemos o lo que podemos hacer, que corten nuestros derechos y lo conseguido: por ejemplo un ministerio. Todas las mujeres no tenemos la suerte de que nos acompañen los gremios, las organizaciones; hay muchas mujeres que están solas, pero vos sabés que hay una puerta que podés golpear y que se va a abrir. Ahora corremos el peligro de que todo eso se termine».

Mujeres trabajadoras en la calle: “Juntas, llegamos a todo”

Marta Montero y Guillermo Pérez, los padres de Lucía (Foto: Sebastián Smok)

¿Por qué creés que quieren que se termine?

Porque somos muchas, hemos tomado la calle, hemos salido, y nuestra palabra se ha hecho escuchar. Y así hemos logrado cambios: el más importante fue el aborto legal. Es imposible no pensar hoy en día que una mujer no tiene derecho de poder decidir sobre su vida.Yo soy una persona de fe, creo en dios, en la virgen, pero no creo en que alguien pueda decirnos que esto tiene que ser de una sola manera porque creo en la libertad de las personas, y si alguien no quiere tener un hijo es respetable. 

Libertad es una palabra hoy disputada, ¿qué significa?

Libertad significa levantarme, salir a la calle y decir lo que pienso sin censura de nadie, poder acompañar a alguien, poder hablar, poder estar. El libertario es otra cosa: son los que nos quieren vender que vamos a estar mejor por cosas que no terminamos ni de entender, es un juego de palabras siniestro que termina en opresión. 

Mujeres trabajadoras en la calle: “Juntas, llegamos a todo”

Foto: Sol Tunni.

¿Qué tienen que hacer los movimientos feministas?

No los tenemos que dejar avanzar. A mí no me representa una persona que esté con una agresividad tal que se le nota, en su manera de hablar, de moverse, a mi no me representa esa violencia, pero estamos viviendo en un momento muy difícil que hoy todo es violencia. El enojo hoy está peor que nunca, o tal vez tenga otra visibilidad, antes se tapaba más, hoy lo ves en un medio, en una red social, es más visible, por eso parece que pasa más. 

¿Cómo volvemos para volver a ser marea?

Es muy importante creer en nosotras mismas, en el valor que nosotras tenemos, valorar quienes somos. Es muy importante no tener miedo, no tener miedo al ridículo, estar seguras de lo que hacemos, de lo que queremos y si tenemos que salir a defender a una compañera, a una hermana, salir y hacerlo con convicción propia. Lo más libre que una puede hacer es salir. Si no es con cada una de nosotras, hasta acá no se hubiese llegado, sin las mujeres luchando por su propia vida, las más grandes ayudando a las más chicas, y las más chicas, por ellas mismas. Esa es la hermandad, todas nos necesitamos, yo sola no puedo, te necesito a vos, a otra, a la hermana, sola es imposible. Necesitamos la confianza en nosotras mismas, evitar la competencia. Nosotras luchamos por la vida, por eso luchamos por todas. Solas no llegamos a nada, pero juntas llegamos a todo.

Mujeres trabajadoras en la calle: “Juntas, llegamos a todo”

Daniel y Susana (padres de Cecilia Basaldúa), Guillermo y Marta. Foto Sebastián Smok.

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Foto: Sebastián Smok.
Mujeres trabajadoras en la calle: “Juntas, llegamos a todo”
Foto: Sebastián Smok.
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Foto Sol Tunni.

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Foto: Sol Tunni

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Foto: Sebastián Smok

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Resultados en la Cumbre Científica de Naciones Unidas: Argentina con agrotóxicos al 100%

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El total (100%) de participantes argentinos en una investigación internacional sobre agrotóxicos “presentó un rango de 6 a 13 plaguicidas en orina, un rango de 2 a 10 plaguicidas en sangre y un rango de 0 a 18 plaguicidas en materia fecal”. El problema incluye a personas que viven lejos de las fumigaciones, por lo que se consideró a estos plaguicidas como «omnipresentes». Se encontraron además los venenos en los alimentos, el polvo del hogar, los granos de cultivos, animales, alimentos para animales, suelos y agua.

A través de una conferencia virtual desde Nueva York, durante más de 3 horas, el proyecto SPRINT reveló este miércoles 27 -Día de la Salud Ambiental- los resultados del estudio realizado en Europa y en la provincia de Buenos Aires (como principal exportadora de soja para alimentación animal).

Entre los venenos detectados están obviamente el glifosato (genotóxico y probable cancerígeno) y el clorpirifos (que pese a estar prohibido en Argentina se sigue vendiendo hasta en los supermercados). El informe señala además los “cócteles”, que mezclan químicos para aumentar la potencia de cada veneno, reuniendo hasta 120 plaguicidas.

La dirección del INTA prohibió a la doctora Virgina Aparicio (que integró en la investigación) participar en cualquier instancia actual del proyecto, y hablar con la prensa, siendo que se trata de un tema de salud pública.

Algunos de los datos que, pese al silencio y a la mordaza oficial, se revelaron en el marco de la Cumbre Científica de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

En alimentos: “el total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 22 plaguicidas en la muestra de alimentos”.

En el polvo del hogar: “el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 43 a 86 plaguicidas en polvo del hogar”.

Granos de cultivos: “el total de muestras analizadas en Argentina presentó un rango de 0 a 8 plaguicidas en grano”.

En animales: “el total de animales analizados en Argentina presentó un rango de 1 a 12 plaguicidas en orina, un rango de 0 a 16 plaguicidas en materia fecal”. (Los de sangre continúan pendientes).

En alimento para animales: “un rango de 5 a 25 plaguicidas en alimento animal”.

En suelos: “el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 0 a 12 plaguicidas en suelo”.

Agua superficial: en “el total de muestras analizadas presentó un rango de 10 a 28 plaguicidas en agua superficial”.

Por Anabel Pomar

Resultados en la Cumbre Científica de Naciones Unidas: Argentina con agrotóxicos al 100%

Resultado global presentado sobre las concentraciones de glifosato en seres humanos. Argentina lidera esa tabla con absoluta comodidad.

En el día de la celebración del día de la salud ambiental, miércoles 27 de septiembre, en Nueva York, EE. UU., en el marco de la Cumbre Científica de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGA78) por primera vez para grandes audiencias pudieron conocerse parte de los resultados del proyecto europeo SPRINT (siglas en inglés de Transición Sostenible de Protección Vegetal: Un Enfoque de Salud Global 2020/2025).

¿Qué es el SPRINT? Es un proyecto financiado por La Unión Europea (UE) que busca identificar los residuos de los agrotóxicos, en ecosistemas y en humanos, y analizar el peligro de la sinergia (la combinación o mezcla) entre los plaguicidas hallados. Esto último, algo jamás contemplado a la hora de aprobar esos peligrosos venenos en el mercado, ni en el llamado “viejo continente”, ni en nuestro país.

En 2021 los muestreos en el marco de ese proyecto además de realizarse en los 10 países europeos participantes se ampliaron a la provincia de Buenos Aires. 

¿Por qué se incluyó a nuestro país?  Por ser el principal exportador de soja para alimentación animal al mercado europeo.

Entre las principales conclusiones del evento de este miércoles en NY, pudieron escucharse las voces de expertas y académicos participantes de ese proyecto. Contaron, basados en rigurosa información, cómo los agrotóxicos usados en la agricultura veneno-dependiente están contaminándolo todo. Cuerpos, comida y ambientes. Una de las palabras que más se repitió en las presentaciones, fue “omnipresente”. Los agrotóxicos están en todos lados: incluso en donde no son utilizados.

Entre los cuadros con centenares de nombres de moléculas químicas usadas en la agricultura, destacan algunos de los agrotóxicos más fumigados en nuestro país. El herbicida glifosato, y su metabolito AMPA, en los primeros puestos. Y para los muestreos en Argentina, en cantidades hasta tres veces superiores en algunas matrices. También el clorpirifos, recientemente prohibido en el país pero que se puede seguir comprando en cualquier góndola de supermercado en el sector de insecticidas.

Resultados en la Cumbre Científica de Naciones Unidas: Argentina con agrotóxicos al 100%

Resultados de plaguicidas en las muestras en orina.

El momento de la presentación es importante ya que este próximo 13 de octubre la Unión Europea deberá votar si decide re-autorizar el uso del glifosato. Desde la coordinación del SPRINT aseguraron que a la brevedad la información –que ya fue presentada en la euro-cámara– será publicada y distribuida al público general para lograr mayor difusión. También aseguraron que esperan que tales resultados impidan que se concrete la renovación del peligroso herbicida.

Omnipresentes

 Ver la presentación de esos estudios que respaldan una afirmación que muestra la magnitud del daño, estremece. Hasta las personas que consumen o producen alimentos sin usar agrotóxicos tienen sus cuerpos contaminados. Y aquellas que consumen alimentos libres de agrotóxicos, también. El cuadro completo muestra que la exposición ambiental llega a todas las personas, no solo a quienes producen con venenos o viven en zonas rurales. Y por todas las rutas de exposición.

Resultados en la Cumbre Científica de Naciones Unidas: Argentina con agrotóxicos al 100%

Los resultados de los venenos en materia fecal.

En los hogares

Como ejemplo se puede mencionar lo que se encontró al medir el polvo de hogares, presentado por Daniel M. Figueiredo, de la Universidad de Utrecht de Países Bajos. Los resultados indican que los agrotóxicos llegan a impactar en los organismos más por los ambientes que por la dieta misma: también son una ruta de exposición directa. El más detectado es el glifosato y su metabolito AMPA, en un cóctel de sustancias químicas peligrosas en un rango de entre 25 y 120 plaguicidas.

Otra constante: los cócteles de agroquímicos. No hay una sola sustancia sino decenas o cientos, mezcladas para aumentar la  potencia del veneno. En el caso presentado impactaban tanto a los vecinos de producciones convencionales cómo orgánicas.

A su turno, Hans Mol de la Universidad de Wageningen de Países Bajos, en la presentación de lo hallado en muestras de fluidos humanos –en los que el glifosato vuelve a estar entre lo más detectado. Los resultados señalan que hay presencia del herbicida genotóxico y probable cancerígeno en orina en el 86,1% de los argentinos muestreados y en el 35,2% de los europeos, mientras al analizar las heces humanas se detecta ese plaguicida en el 70,5% de las personas residentes en Europa y en el 100% de los bonaerenses.

Para el caso del clorpirifos, el 3,7% de europeos tiene en sus heces ese tóxico, mientras que para la Argentina el número asciende a 37,7%. Nuevamente salimos campeones, esta vez de otro podio tóxico.

La mordaza

En la conferencia virtual –toda en inglés– que  duró tres horas y a la que asistió lavaca y aproximadamente un centenar de personas conectadas desde distintas partes del mundo, no estuvo la investigadora a cargo del proyecto en Argentina, la doctora Virginia Aparicio.

Lavaca consultó a la investigadora del INTA el porqué de su ausencia que para la decena de personas conectadas desde Argentina no pasó desapercibida. Aparicio no tiene autorizado por orden directa de la dirección de ese organismo estatal participar de ninguna instancia del SPRINT, ni hablar con la prensa.

Lavaca se comunicó con el INTA (socio número 16 identificado como CSS11-Buenos Aires dentro del proyecto SPRINT) pero nuevamente, como sucede desde hace meses, no hubo respuesta oficial.

El organismo público impidió que hasta el día de hoy los resultados de lo muestreado en nuestro país se difunda. En julio de este año, pese a esa censura oficial, la vaca pudo conocer los resultados de ese muestreo en territorio y población bonaerense y publicarlo.

Del muestreo en Argentina participaron 73 personas. De las 73, 1/3 consumidoras, 1/3 habitantes de pueblos pequeños y “vecinos de productores”. Y 1/3 productores agropecuarios de los cuales la mitad usa plaguicidas y la otra mitad trabaja agroecológicamente. También se incluyó un monitoreo en 14 establecimientos rurales. Se tomaron pruebas en ambiente, alimentos, grano y muestras biológicas en animales.

“El total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 13 plaguicidas en orina, un rango de 2 a 10 plaguicidas en sangre y un rango de 0 a 18 plaguicidas en materia fecal” es una de las revelaciones de la  investigación.   

En los ambientes en los que esas personas se mueven a diario, “el total de participantes argentinos presentó un rango de 7 a 53 plaguicidas en las pulseras” de detección.

La vida cotidiana asediada

En las consideraciones preliminares de esos estudios personales que trascendieron se consigna: “Las mezclas de residuos de plaguicidas están presentes en los cuerpos humanos. Las personas se exponen a los plaguicidas en su vida cotidiana (datos de pulseras). La mayoría de los residuos son peligrosos para el ecosistema y los humanos”.

En alimentos, “el total de participantes argentinos presentó un rango de 6 a 22 plaguicidas en la muestra de alimentos”.

En el polvo del hogar, en “el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 43 a 86 plaguicidas en polvo del hogar”.

Granos de cultivos, en “el total de muestras analizadas en Argentina presentó un rango de 0 a 8 plaguicidas en grano”.

En animales, en “el total de animales analizados en Argentina presentó un rango de 1 a 12 plaguicidas en orina, un rango de 0 a 16 plaguicidas en materia fecal”. (Los de sangre continúan pendientes).

En alimento para animales, en “un rango de 5 a 25 plaguicidas en alimento animal”.

En suelos, “el total de muestras analizados en Argentina presentó un rango de 0 a 12 plaguicidas en suelo”.

Agua superficial (en la zona de trabajo de SPRINT) en “el total de muestras analizadas presentó un rango de 10 a 28 plaguicidas en agua superficial”.

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Nota

Tucumán: condenan a un funcionario judicial y en el fallo recomiendan colgar placas en Tribunales que digan «un ambiente violento de trabajo afecta el servicio de justicia»

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Un funcionario judicial de Tucumán fue condenado por abuso sexual: 4 años, obligación de reparación económica, capacitación y placas en Tribunales. El hecho no es aislado: el Observatorio Lucía Pérez lleva adelante un registro que incluye 420 funcionarios (integrantes del Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial, de las cúpulas de las Fuerzas de Seguridad y de la Iglesia Católica) denunciados por violencia de género. Los argumentos e implicancias de un fallo ejemplar.

Jorge Edmundo Mistretta, exjefe de despacho de la Secretaría Electoral del Juzgado Federal N° 1 de Tucumán, jubilado desde 2019, fue condenado a cuatro años por abuso sexual contra dos de sus empleadas. Los abusos ocurrieron en 2013 y 2015: incluye tocarle los pechos a una de ellas y querer besarla, comentarios sexuales groseros, e intento de tocar a otra de las denunciantes. 

En el fallo del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Tucumán, compuesto por la jueza María Noel Costa, y los jueces Carlos Enrique Jiménez Montilla y Enrique Lilljedhal, se ordenó: 

  • La inmediata detención, aunque cumplirá prisión domiciliaria por su estado de salud.
  • Una indemnización de $4.4 millones de pesos y 3.6 millones de pesos para cada una de las víctimas.
  • La realización de un programa de capacitación sobre perspectiva de género y en política de prevención, sanción y eliminación de la violencia contra la mujer.
  • Se solicitó a Recursos Humanos de la Corte Suprema de Justicia Nacional que “se arbitren los mecanismos administrativos necesarios por una medida restaurativa que contemple la incorporación a una de las oficinas judiciales de esa jurisdicción -de la Cámara o del Tribunal Oral -, debiendo garantizar la ‘no revictimización’ de una de las víctimas”.
  • Además se recomendó que se coloquen placas en tribunales donde sucedieron los hechos que digan: “Un ambiente violento de trabajo afecta el servicio de justicia. No a la violencia ni al acoso”.

Los fundamentos se conocerán el próximo 29 de septiembre.

El “caso” no es aislado. El Observatorio Lucía Pérez lleva adelante un registro de denuncias por violencia de género contra integrantes del Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial, de las Fuerzas de Seguridad y de la Iglesia Católicas. 

El registro incluye ya 420 funcionarios denunciados, entre intendentes, diputados, fiscales, sargento, jueces, asesores, concejales, cabos, decano, sacerdotes y un largo etcétera. De todos los denunciados 99 son del Poder Judicial, al igual que Jorge Edmundo Mistretta; 139 del Poder Ejecutivo; 62 del Poder Legislativo; 67 de la Iglesia Católica; y 53 de las cúpulas de las fuerzas de seguridad.  

El padrón de funcionarios denunciados se puede ver acá

Tucumán: condenan a un funcionario judicial y en el fallo recomiendan colgar placas en Tribunales que digan «un ambiente violento de trabajo afecta el servicio de justicia»
El Poder Judicial es el segundo del Estado con más denuncias. Datos de Observatorio Lucía Pérez.

El Estado argentino se comprometió en 2020 a llevar un registro público de funcionarios judiciales denunciados por violencia de género como parte de un acuerdo amistoso alcanzado en el marco de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Hasta el momento lo hizo de forma incompleta y escasa, por ello comenzó a realizarlo, de manera autogestiva, el Observatorio Lucía Pérez que sumó además otros poderes para completarlo y con esa información reflexionar acerca de qué relación hay entre la ausencia de políticas públicas de contención y prevención y estas prácticas impunes.

Lo que se ve: la consigna “El Estado es responsable” se hace carne en la sistematización de esta información. No lo es solamente por omisión, o ineficaz: es un Estado violento. 

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