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Re-evoluciones: entrevista a Marcos Pastrana

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Es referente de la comunidad diaguita de Tafí del Valle, Tucumán. Plantea que es tiempo de reflexionar y de darle poder a las ideas. Percibe esperanza en los jóvenes y en el autorreconocimiento. Habla de una Argentina mutilada, y de un Estado minero, sojero y energético. La diferencia entre autoridad y autoritarismo. Jujuy, el litio y el territorio. Y los tres pasos que debe darse con los pueblos originarios que, según Marcos, están más fuertes que nunca. Una mirada ambiental, social y filosófica sobre el presente.

Texto: Francisco Pandolfi

“Hay un concepto vital para la vida que es ser agradecido, así que gracias por acogerme”, dice Marcos Pastrana en una de sus disertaciones y refleja en esta charla en la que no dejará de compartir saberes, de escuchar y decir, de pensar y enseñar.

Marcos es parte de la comunidad diaguita Valle del Tafí, en Tafí del Valle, Tucumán. Tiene 77 años que lleva en su tupida cabellera blanca, en sus manos que demuestran el trabajo arduo como zafrero desde la adolescencia y en sus pies que siguen caminando los territorios donde sea necesario contar. “Como todo anciano, no me tengo que preparar para una conferencia; solo tengo que recordar y transmitir. Antes me preparaba, hasta que una vez mi maestro quechua José Flores me dio una lección: ‘No son tus egos los que están en juego’. Desde ahí no necesité más ponerme a estudiar, contesto lo que me preguntan, recuerdo y cuento” dice  mientras una de sus manos se mueve, incontrolable, espasmódicamente. “Es rebelde y movediza, y eso que es la derecha” ríe, y hace reír.

El encuentro con MU fue en Rosario, a raíz del Congreso de Salud Socioambiental. Sobre un chaleco bordó Marcos tiene colgada una bufanda-bandera con los colores de la whipala. “Hicimos muchas revoluciones, es tiempo de re-evolucionar, de reflexionar”, expresa con paz y firmeza. En la hora y media de reportaje, este dirigente indígena volcará pensamientos profundos y urgentes, sin urgencias al decirlos, susurrándolos con su voz calma, pausada. Habla como camina, Don Marcos Pastrana. Habla para el presente y habla para el futuro también, aunque le dé menos relevancia: “No hay que obsesionarse, lo mejor e importante es el tránsito. El futuro está garantizado, va a venir y gozará de buena salud; llega a cada instante. Lo que cuenta es qué hacemos hoy con las ideas”.

Sobre violencia y conciencia

No es una entrevista coyuntural sino un un diálogo que apunta más allá de lo temporal. “Hubo tiempos en que se creía que nos habían extinguido y no, estábamos vivos. Los pueblos originarios no declararon ninguna guerra, no tomaron ningún país, no diseñaron ningún arma de exterminio y nadie los pudo exterminar. Cayeron todos los imperios en la historia de la humanidad, el egipcio, el griego, el romano, con todo el poder político y económico, y los pueblos originarios no desaparecieron porque están sostenidos en su filosofía de vida, su visión cósmica y sus saberes, haceres, sentires. Cuando las cosas parecen que están muy mal, no lo están tanto; las comunidades están cada día más conscientes de qué las afecta. No damos tanta importancia a los diagnósticos técnicos científicos, sino a los de convivencia, de derechos, sobre cuestiones de estrategias de conciencia porque al poder no lo vamos a derrotar con la fuerza. Por más que nos esforcemos en derrocar a un poder, los cambios se van a producir a través de la conciencia, no de la violencia”.

Dijo que siente a los pueblos más conscientes, ¿en qué lo nota?

En haber percibido de qué se trata; hemos peleado nuestro lugar durante siglos, está plasmado en esa historia que no se escribió. Cada uno de los líderes políticos o religiosos cuenta su relato y su ley. Los pueblos originarios no tenemos religión, tenemos espiritualidad, visión cósmica y respeto por lo que nos rodea. Este es el concepto básico del Buen Vivir, con leyes naturales, con solidaridad, reciprocidad y complementariedad. Porque lo diverso no tiene porqué ser confrontativo, una articulación tiene lo convexo y lo cóncavo (se toca el codo). Y se articulan y armonizan para crear un hecho positivo, un movimiento, una finalidad, para multiplicar su esfuerzo. En cada mirada que hacemos a la biodiversidad vas a encontrar ejemplos múltiples de esto: el pájaro que come las semillas diseminadas por el viento o las abejas que polinizan. Son ejemplos de diversidad, complementariedad y solidaridad; solo el humano combate, compite, destruye. ¿No seríamos más fuertes los humanos si compartimos los derechos con el resto de la biodiversidad? La vida es una ceremonia, todo vuelve: las flores, las hojas. Amar la vida no es amar nuestra vida, es amarla en toda la integralidad.

¿Cómo percibe a la juventud?

Tengo mucha esperanza. Hoy los jóvenes están manejando otra terminología, hablan de derecho natural, de territorio. Los derechos territoriales tienen que empezar a hacerse carne en la conciencia de los pueblos y las comunidades, sean rurales, campesinas, urbanas. El verdadero indígena ya lo tiene, porque el territorio es lo que amalgama todas esas cuestiones; y debe ser continuo y contiguo, sin sufrir mutilaciones. Hace 20 años cuando empezábamos a luchar contra la megaminería muchos jóvenes que vivían en la urbanidad me decían: “Marcos, nosotros no tenemos territorio”; hoy eso cambió, hay una conciencia incluso en quienes viven en la urbanidad, al entenderlo como territorio urbano. Antes estaba el concepto de poseer algo y eso se fue transformando. Al territorio vos no lo poseés, pertenecés a él. Territorio es todo: su aire, su superficie, su gente, su música, su forma de caminar, de ser, de hablar; donde crecen las plantas que son tu medicina; donde viven los animales. Todo es territorio, muy por encima de la propiedad privada que cada uno puede tener.

No debería sufrir mutilaciones, pero son una constante. 

Por un sistema de poder financiero internacional y poder global que viene de hace centurias, que quita los derechos territoriales y lo peor es que quita el concepto… el concepto que estaba desapareciendo de la mente de los pueblos, del derecho adquirido, del derecho privado. Si tengo que adquirir un derecho, sea por dinero, por una ley, es porque no lo tenía, cuando el verdadero derecho nace con uno, es inmanente; vive con uno, lo tiene toda su vida. ¿De dónde lo heredamos? Hoy recién estamos por reconocer los derechos de la Madre Naturaleza, esos derechos que tenemos gracias a los ancestros de las especies, a los saberes de la biodiversidad. Tiene memoria el pájaro, la planta, el aire, el río, guardan toda la memoria. El ser humano solo la guarda un poquito y no lo acepta. Hace su historia humana y de ahí nace la cultura, pero la relatan historiadores, antropólogos, geólogos, periodistas, políticos, con sus propios intereses. No niego que hay referentes de estas actividades que dejaron huella certera, pero son los menos. Los pueblos construyen la historia, pero la relatan otros.

Re-evoluciones: entrevista a Marcos Pastrana
Manos trabajando y pies sobre la tierra. Pastrana disertó en la universidad y habló con MU: “¿No seríamos más fuertes los humanos si compartimos los derechos con el resto de la biodiversidad?”

La política y lo que no sirve

Marcos Pastrana es un pensador de su comunidad, histórico luchador contra la megaminería en general y contra la Minera Alumbrera en particular. Escuchado y respetado por las asambleas socioambientales, Marcos Pastrana tiene el don de la experiencia. Del haber viajado a cada pueblo donde se necesitara resistir ante la avanzada voraz de los extractivismos. Tiene el don de la constancia, también, porque sigue convencido de que las batallas hay que multiplicarlas y para eso hay que poner el cuerpo. Su cuerpo. Y su palabra, para que nunca más las penas sean suyas y los relatos sean ajenos. “Para contrarrestar eso es fundamental el autorreconocimiento, que es la capacidad de generar espacios y estrategias que pongan en valor cuestiones olvidadas. Sin embargo, hay manifiestas intencionalidades de quienes manejan este llamado sistema en borrar de la memoria la historia de los pueblos y las personas; y eso va en contra de la dinámica natural de los jóvenes. En el caso de los que ya hemos vivido un largo tiempo, cuando estudiábamos nosotros mismos éramos los salvajes, los que por suerte habíamos sido civilizados; cuando a uno lo mandaban a la escuela la madre nos decía “hijo, andá para ser alguien”, pero uno no necesitaba estudiar para ser indio. Y además, el territorio va conmigo. Ese territorio contiene dentro la biodiversidad que me acompaña y contiene. De este territorio y de esa biodiversidad nacen nuestras instituciones para interrelacionarnos, por eso la interculturalidad es con todos los elementos de la biodiversidad. Esas instituciones o esas autoridades se generan demostrando talentos, dones, que descubrimos a través del uso de los cinco sentidos, que lamentablemente ya no se están usando como antes y es por eso que el talento va desapareciendo.

Habla de pérdida de integridad e integralidad. ¿Qué significa?

Si te sacan un brazo estás perdiendo integridad, hay cosas que ya no podés hacer; y si te ponen una prótesis jamás va a ser lo mismo. Lo mismo sucede cuando el hombre quiere recrear alguna actividad creada por la naturaleza. También se pierde integralidad, porque se aceleran o destruyen procesos destinados a llevar espacios muy largos de tiempo. La minería es un ejemplo clarísimo de eso. El hombre ha clasificado a la minería en tres tipos: 1) La personal, de la extracción de las piedras preciosas. 2) La extracción de los áridos. 3) La mega-minería. Esta última no es minería, es anti minería. Es saqueo, es esclavitud, es matanza, es corrupción, es contaminación, es trata de pueblos. La verdadera minería es fundacional, es creadora de la vida, la ha hecho el pájaro, la hormiga, la caca, el viento, el aire, porque son procesos a lo largo de los años para crear ecosistemas. Pero la megaminería causa impactos sociales, ambientales y financieros económicos superiores a 20 veces la renta exacta. Y esos pasivos ambientales los pagamos las comunidades. Las mismas empresas dicen que el gasto de agua que tienen es de 100 millones de litros diarios. Esto es realidad pura, comprobable por donde lo mires, pero los políticos lo prefieren ignorar y no es porque sean bobos.

¿Cómo se sale de este pozo cada vez más profundo de rifar los recursos naturales mientras se enferman los pueblos y territorios?

Volviendo a la fuente, tener bien claro de dónde partimos. Es la única manera de estar todos juntos porque si llegamos a mitad de tabla, ya unos son radicales, otros peronistas; unos católicos y otros protestantes. Volver a la fuente es arrancar desde los cuatro elementos esenciales para la vida como lo son el agua, el aire, la tierra y el fuego, y no puede faltar ninguno. Ahí ya tenemos una base para empezar y luego ir al siguiente paso, que es el territorio. ¿Y quienes integran el territorio? Los pueblos. Hay que devolver los pueblos a los territorios y los territorios a los pueblos para evitar zonas de sacrificio. En la Constitución Nacional figura que los pueblos no deliberan ni gobiernan, sino a través de los representantes y así te están cerrando las puertas a cualquier tipo de reclamo, que es lo que ahora está haciendo Morales en Jujuy, judicializando y criminalizando. Distinto sería que la Constitución dijera el pueblo delibera y gobierna a través de sus representantes; por eso la propuesta que hacemos nosotros, aunque parezca utópica, es necesaria, porque no hay nada que sea difícil ni caro en la vida, ni fácil ni barato: sirve o no sirve y no pasa por el dinero, que es lo que menos necesitamos.

4 de copas en camioneta

Resuena la frase: “El dinero es lo que menos necesitamos”. ¿Cómo entenderlo, en un contexto de tanta pobreza, en un momento histórico donde los estímulos materiales crecen a pasos agigantados? ¿Cómo explicarlo, cuando ciertos sectores acuerdan que lo único que puede salvar a la Argentina es el ingreso de dólares al país? Escuchemos a Marcos: “La justicia tiene dos caras: una represiva y una reparadora. Ponemos énfasis en la represiva y esa represión puede ir desde una multa, si la persona es poderosa, o si no lo es, la silla eléctrica. Pero el daño se sigue produciendo, no repara. Entonces, lo que ha roto el dinero no lo devuelve el dinero. El hombre no puede recrear ninguna de las funciones de la biodiversidad, nunca va a ser lo mismo. ¿Quién tiene la capacidad de restaurarse a sí mismo? Entonces debemos dejar de molestar. Argentina está mutilada, rompieron la integridad, la integralidad, la continuidad, la contigüidad de los territorios, sean indígenas o territorios del Estado. Como decía antes, si me falta el brazo pierdo la integridad; bueno, dentro del territorio argentino hay 38 naciones originarias, con su lengua, su cultura. ¿Hay plurinacionalidad más fuerte que esta? Si el Estado argentino respetara eso, sería indestructible, insobornable, poderoso. Pero no. Hoy prevalecen el Estado transnacional minero, el Estado transnacional sojero y el Estado transnacional energético. Esta es la realidad. Si no la asumimos, sucede como el alcohol. Si uno no acepta que es alcohólico cuando lo es, está en problemas…”.

Alguien podría decirle que la realidad es subjetiva.

Lo que debemos es dejar de obsesionarnos con la verdad y con la razón, porque eso sí depende de dónde te pares. Vos me podés decir: “Yo le doy de comer a mi familia con lo que trabajo en Vaca Muerta” y es la verdad y tenés razón. Pero mirá la realidad, estás matando el futuro de tu misma familia. Si no vemos la realidad nunca vamos a tener certeza. Asumir la realidad no es fácil ni difícil, es necesario. Es entender que el coraje no tiene nada que ver con la fuerza ni el ímpetu que uno tenga con algo; el coraje empieza por tener coraje para escuchar, porque hay gente que dice “no, mejor no me contés nada porque no quiero ni saber”. No tiene coraje para escuchar, se niega a la realidad. Es el coraje para pensar, para fijar una posición. Y si han estado equivocados, reconocerlo, porque hay muchos errores que no se corrigen por la necedad de persistir.

¿Cómo analiza esa realidad de las comunidades originarias en relación a las políticas públicas actuales?

Hay tres pasos concretos que el Estado debería ejecutar en pos de una política pública abarcativa: voluntad política, decisión administrativa y presupuesto. El resto, como la educación, el trabajo, no es política pública, son prestaciones del Estado que debe hacerse cargo. Vemos que se busca recolonizar, y eso es repetir fórmulas que no se sostienen y llevan a seguir desbarrancando. La personería jurídica que se pide a las comunidades es una cárcel del Estado. Lo que te reconoce es la lucha, ser realmente representativo, no la personería jurídica, no ser un mero representante que va a levantar la mano y cuando no conviene se abstiene; de representantes estamos hartos. Necesitamos gente representativa para ser autoridad, lo otro es autoritarismo. Con un decreto, una resolución, una norma, ponen enfrente a alguien que no corresponde para negociar con los pueblos originarios. Es importante conocer bien al Estado para saber quién es mi oponente, saber cuál es el rango jurídico político institucional del Estado equivalente con nuestras autoridades-instituciones. Y ahí uno se da cuenta de que un cacique está a la altura de un gobernador o de un presidente y que un ministro está por debajo. Sin embargo, cuando van a tratar un convenio entre el pueblo indígena y el Estado te mandan un cuatro de copas, pero eso sí, llega en una camioneta con algunos regalitos…

El secreto de una idea

Hay una palabra en la que el referente diaguita hace hincapié en muchas de sus respuestas. Es una palabra tan particular que tiene cuatro letras y tres sílabas: idea. “Vamos por la idea”, “Cuidemos la idea”, “Compartamos la idea” suele decir.

Al inicio de esta charla mencionaste que no es central pensar en el futuro, sino en la idea. ¿Por qué?

Porque hay que preservarla. Si hoy estamos hablando de esto y con más fuerza, es que a pesar de todos los desastres atravesados, todos esos olvidos inducidos, la idea sigue viva. Quizá nos acordemos de ciertas personas notables, grandes luchadores y los reconocimientos están bien, pero lo que vale es la idea que dejaron ellos; los derechos que defendieron. Yo creo que este momento es la hora de los pueblos.

¿Por qué?

Es como una imposición de la historia. Al pueblo lo salva el pueblo, no conozco pueblo que haya sido salvado por su héroe; eso está en los libros, en las historietas. Es la hora de los pueblos porque la idea está en todos los territorios y al escuchar a los más chicos te das cuenta de que van a lo profundo con lo que dicen y en la defensa de sus comunidades. Da esperanzas porque las cosas pueden ser muy caóticas, pero la idea está y la realidad la refuerza.

¿Hay algo que no hayamos hablado y que le parezca importante agregar?

La sustancia de este tipo de entrevistas es que la opinión pública que lee los artículos referidos a que los pueblos originarios somos la RAM o ejércitos sediciosos que quieren el poder para derrocar a la Argentina, sepan que no es así, que los pueblos originarios somos los más sencillos, gente que quiere vivir bien, como el resto. Hoy la gran mayoría de la población sigue preguntando si los mapuches eran chilenos o argentinos y ese desconocimiento de la nación originaria por parte del Estado argentino es inadmisible. La población ha sido educada bajo un patriotismo barato y la creación de héroes que no existen, que en realidad son víctimas. Los héroes de Malvinas esencialmente son víctimas. ¡Víctimas! Y solo se los reconoce cuando hay un rédito político que sacar. ¿Pero cuánto han tenido que penar para que le den su jubilación?

Marcos asegura que no hay nada que agradecerle por esta charla. “Es parte de la lucha” dice con una sonrisa y un abrazo, y luego sale despacio con su mano rebelde a ese mundo en el que lo que cuenta es qué hacemos hoy con las ideas.

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Parir memoria: Teresa Laborde

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Nació en un móvil policial, en plena dictadura. Ella y su madre, Adriana Calvo, sobrevivieron al secuestro gracias a los cuidados de cinco mujeres en cautiverio. Adriana dedicó su vida a testimoniar y buscar a los hijos de esas desaparecidas. Uno de ellos, hijo de Cristina Navajas, es el nieto 133. Y el hermano de ese nieto es la actual pareja de Teresa. Memoria, verdad, justicia y amor: una historia conmovedora y el arte como proyecto para recuperar el futuro.

Texto: Claudia Acuña

La sonrisa de Teresa Laborde es nuestro trofeo, nuestra Copa Mundial, nuestro Oscar.

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Corazón mirando al sur: Agroecología y comercialización en la Comarca Andina

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La experiencia del Corredor Patagónico Soberano de la UTT (Unión de Trabajadoras y Trabajadores de la Tierra) contada desde El Hoyo y El Bolsón: dos almacenes de ramos generales, 5.000 km de ruta de productos agroecológicos y cooperativos, respuesta gremial y organización del sector. Texto: Lucas Pedulla.

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Corazón mirando al sur: Agroecología y comercialización en la Comarca Andina

“El sistema alimentario de una nación representa su historia, cultura, pasado, presente y futuro. Por eso, en un contexto global de desigualdad, convocamos a dar los debates y luchas necesarias para comprender que el comer bien es un derecho que relaciona a la salud, el trabajo y las oportunidades de desarrollo individual y social”. Así lo plantea la Mesa Agroalimentaria Argentina, una red sectorial que nuclea organizaciones cooperativas, movimientos campesinos e indígenas y de pequeños y medianos productores.

La Mesa organizó la Expo Alimentaria, se movilizó al Congreso, pasando por la Secretaría de Agricultura entre tractorazo y verdurazos, para presentar el “Programa Agrario para el Alimento”, que incluye propuestas como la Ley de Acceso a la Tierra, la Ley de Arrendamiento Rural, la Ley de Protección de Territorios de Familias Campesinas e Indígenas, la Ley de Segmentación Impositiva Agraria, la creación de una Empresa Pública de Alimentos, un Plan Nacional de Abastecimiento Alimentario, un Plan de Financiamiento Cooperativo, un Programa Nacional de Impulso a la Agroecología y un Plan Nacional de Creación de Mercados de Cercanía.

La Unión de Trabajadoras y Trabajadores de la Tierra (UTT) es una de las organizaciones de esa Mesa, y Erika Benavente, con sus 31 años, sus dulces agroecológicos y sus cuentas que lleva prolijamente desde el área de Comercialización en la regional patagónica del gremio, en el municipio chubutense de El Hoyo, sabe bien qué significa ese “desarrollo individual y social”: integra la logística del llamado “Corredor Patagónico Soberano”, un recorrido de 5.000 km que distribuye alimentos sanos en Buenos Aires, Neuquén, Río Negro y Chubut. “Y llegamos hasta Santa Cruz”, acota con una sonrisa.

Detrás de esa sonrisa, hay un movimiento que demuestra modos diferentes de actuar y de interactuar para crear otros estilos de relación y de consumo.

La naranja mecánica

La Patagonia –o la “Línea Sur”, como le llaman en la UTT– es  de las experiencias “más nuevitas” dentro del gremio que nuclea a 25 mil familias campesinas, según refiere Juan Pablo Acosta, su coordinador regional. Acosta –más conocido como Pocho– se  vino con su familia desde La Plata en 2016. “Había ganado Macri, era todo un quilombo”, rememora. De a poco, la comercialización la fueron aprendiendo de la práctica de una cooperativa mapuche en la meseta chubutense. Hasta manejaban fondos rotatorios, un instrumento de gestión de financiamiento que lleva adelante una organización para rotar recursos en forma de crédito. “Tienen un galpón, exportan lana, y así compran forraje y comida para el invierno”. La respuesta organizativa y gremial que aportó la UTT fue la comercialización de corderos: “Nunca una organización cooperativa lo había hecho”. Así arrancó un camino.

Antes de la apertura del Almacén de Ramos Generales de El Hoyo, habían vendido 800 mil kilos de alimento cooperativo en compras comunitarias, lo cual implicó una logística importante. “No es fácil la Patagonia –cuenta–. Tiene un estatus sanitario donde no era sencillo entrar frutas, verduras ni carnes”. Por ejemplo, para ingresar el morrón debían gasearlo con bromuro de metilo por controles fitosanitarios para evitar posibles plagas. Juan Pablo razona: “Nos rompimos el alma produciendo agroecológicamente, tomamos tierras, hicimos biofábrica, pero ¿vamos a venir  acá y le ponemos veneno? Decidimos no traerlo entonces hasta encontrar la vuelta”. Descubrieron la posibilidad de dejarlo 30 días en cámara con frío, lo que le agrega valor: “Es una logística: un pallet de naranjas de Entre Ríos, por ejemplo, lo dejás en una cámara en Bahía Blanca, y que luego un camión la traiga. Pero lo fuimos logrando: la naranja llega impecable y la gente la recibe muy bien”.

El almacén de El Hoyo es uno de los 15 que la UTT tiene en todo el país. Este año inauguraron otro en El Bolsón (Río Negro), en un predio recuperado donde había un galpón abandonado, propiedad de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), con la guarda administrativa del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). “Lo pusimos en valor y hoy está al servicio de la comunidad”, celebra Pocho.

Durante el verano, los almacenes se abastecen en gran medida con producción local, pero en invierno el camión de Buenos Aires llega cada 15/20 días. Erika: “Sacás una publicación que dice que llegó el camión y a las cuatro de la tarde tenés cola esperando llevarse verdura fresca y sin químicos, que es lo que consumimos en verano de chacras de la zona”. Los meses fuertes de producción local son de noviembre a marzo. El Hoyo es la capital nacional de la fruta fina: “Empieza la primera floración de la frambuesa. También hay mora, algunos tienen frutilla. Después otros tienen arvejas. Hojas como lechuga, espinaca, rúcula, acelga. Pak choi, kale, repollo. La manzana obviamente, duraznos, membrillo”. Pocho explica que la producción local se organiza más fácil: “El productor pone su precio, y lo que hacemos es compararlo: no me vendas más caro un tomate que si lo traigo de La Plata. Ese es el límite”. A esas discusiones les llaman “paritarias” y la actualizan cada tres meses.

De abril a octubre, ya empiezan a llegar los camiones. Pocho: “No hay tantas hectáreas puestas en producción. Algunos trabajos del INTA en pueblos de la cordillera dicen que no producen el 20 por ciento de lo que comen. En la Patagonia no nos abastecemos. En todo Chubut la cordillera es una franjita de 50 km a lo largo de la provincia. Después, el 95 por ciento es meseta. Y de esa franja cordillerana, la zona productiva es poquita, porque tenés mucha montaña”.

El Hoyo tiene ese nombre porque está ubicado en una depresión de la cordillera, a 200 metros sobre el nivel del mar: “Es el mejor lugar de la Patagonia para producir”. Sin embargo, cuentan que la producción, generalmente familiar (“son producciones chiquitas que cultivan un poquito de cada cosa”), está perdiendo terreno con la urbanización. Erika y la experiencia propia: “La chacra de mi abuelo era de 45 hectáreas. Luego, entre los hermanos, se la dividieron. Y se viene dando un proceso donde termina ganando la urbanización”. Cuentan que la puja se está dando entre producción familiar y desarrollo inmobiliario, también con fines turísticos: “El mejor suelo para producir es donde hoy están los barrios. Pero, de a poco, se fueron convirtiendo en loteos. Y no se produce”.

Agroecología: A mi manera

Este trabajo permitió a la UTT iniciar el “Corredor Patagónico” con 5.000 km de “ruta soberana”, como le llaman, cruzando La Pampa, Neuquén, Río Negro y Chubut: los productos patagónicos llegan así a los almacenes en Buenos Aires y, con el invierno, llegan los camiones que parten desde Buenos Aires. Erika enumera los alimentos locales: “Fideos de harina de maíz saborizados con rosa mosqueta, harina de trigo molida por familias en sus molinos, muchos dulces, mostazas, propóleo, pepinillos encurtidos”.

El último camión que partió tenía 500 frascos de dulces y 600 de miel. “Para los productores, en esta época, es un montón. El invierno es un período donde no hay trabajo. La gente busca changas”. Pocho vuelve al punto anterior: “La matriz económica está cambiando a más turística. Si la plata de la temporada no te alcanzó, y no te armaste, se hace difícil”. Erika explica: “Para que la tierra te rinda para vivir, necesitás superficie, y eso ya no está. Tenés un pedacito pero te alcanza para guardar para vos y vender el excedente. Y después, tenés que hacerte la cabaña para alquilar por día en verano, para sacar la tranquilidad de los días de lluvia que no podés trabajar”.

Erika, con su compañero, tuvo que encontrar esa vuelta: además de la chacra, hacen cabalgatas en el bellísimo paraje Puerto Patriada, a metros de la costa norte de la belleza del Lago Epuyén. El trabajo con las cabalgatas va del 20 de diciembre al 20 de febrero. En esos meses, a su vez, juntan leña para vender en invierno. “Nuestra calefacción es a leña, así que es para vender y para uso personal. Después, en primavera empezamos con la huerta, la fruta va al freezer, y así también tenés para invierno. Y, en el medio, está la cosecha de hongos de pino, que vienen a buscarlos en octubre”. Este máster en gestión y planificación, que jamás se estudiará en Harvard, aplica Erika a la comercialización UTT.

La proyección es seguir aún más hacia el sur expandiéndose en Santa Cruz, a donde ya llegaron en Pico Truncado, ciudad petrolera. Ese trabajo es fruto de la producción de alimentos agroecológicos de más de 25 mil familias que integran la organización, distribuidas en 21 provincias. En Patagonia, la organización promovió una red de productores que se afilian al gremio abonando una cuota cuyo valor es el equivalente a dos litros de nafta, con el beneficio que le aporta la representación de una organización nacional, además de descuento en las compras en almacenes. Pocho: “Ahora se están conformando delegados de base para discutir política gremial en la UTT. Hasta este momento eso no pasaba, no hay muchas organizaciones como la nuestra acá en la zona. Es algo medio nuevo que a veces no se entiende. No somos el Estado. En un momento había una interpelación a la organización como que teníamos que resolver todos los problemas. Les decíamos que somos un gremio, no una organización del Estado: vení y militá. Tampoco somos una fundación que ayuda gente, porque capaz venía un productor y decía: ‘Comprame’”. 

Para Erika, esa confusión se suele dar porque, desde la UTT se resolvieron problemas que el Estado no estaba encarando: un ejemplo son los fondos rotatorios. “El productor, en general, es cliente del almacén, entonces se asocia a la red, participa de nuestras jornadas, y puede plantear: ‘No tengo plata, pero tengo fruta y azúcar. Si me dan un fondo rotatorio para frascos, cuando hago los envíos los pago a valor del día’”. De esa manera, los productores pueden continuar su circuito de comercialización, mientras el fondo sigue rotando entre las familias que lo necesiten.

La propia Erika utilizó el fondo para poder comprar los fardos para que los caballos se alimenten. “Gracias a la UTT pudimos acceder a insumos y vender nuestros productos regionales”. Su familia siempre trabajó la chacra. Ella es técnica agropecuaria y cursó estudios de Producción Vegetal Orgánica. Hace un año trabaja en la comercialización.

¿Por qué es importante? “En esta zona, que no haya intermediarios ayuda mucho al precio, tanto al productor como al consumidor. Y la posibilidad de vender productos en invierno, como hablábamos, es una súper mano cuando está todo quieto. Podés acompañar y mejorar la economía local en un momento que no se mueve tanto”.

¿Y por qué la agroecología? Erika mira el bellísimo lago que tiene frente a sus ojos: “Más que el no uso de productos de síntesis química, tiene que ver con una forma de vida. El uso de recursos de forma sustentable y sostenible”. Esto es: sin químicos, sin venenos, cuidando el ambiente, la salud y también mejorando la producción. “Eso es lo que necesitamos para seguir viviendo de esta manera”.

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Corazón mirando al sur: Agroecología y comercialización en la Comarca Andina

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Abajo el cáncer: Resistencia al asbesto en el subte

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Vagones envenenados con un material prohibido –descartados en España– fueron comprados durante la era Macri en la ciudad de Buenos Aires. Muchos trabajadores en contacto con el asbesto contrajeron enfermedades. Algunos murieron, otros sobreviven en la incertidumbre. El gremio está en conflicto para dar visibilidad a un crimen hasta ahora impune. La empresa y el Estado no brindan respuesta, salvo amenazas a quienes reclaman. Los datos, voces, sombras y luces de una batalla por la salud.

Texto: Anabella Arrascaeta

Cuando Horacio Ortiz, 55 años, vio que el asado de fin de año con sus compañeros de trabajo terminaba y cada uno se iba a su casa, lloró desconsolado.

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