Nota
¿Dónde está Santiago Maldonado?
A Santiago Maldonado lo vieron por última vez durante la represión de Gendarmería en el Pu Lof mapuche de Cushamen. Tiene 28 años, es de 25 de Mayo, hace tres meses estaba viviendo en El Bolsón. Había llegado a Esquel el día anterior a la represión. Acompañados de organismos de derechos humanos, familiares y amigos exigieron en una conferencia su aparición con vida. El jefe de escuadrón de Gendarmería dijo que no tienen información. El CELS advierte: “Hay elementos suficientes para entender que se trata de una desaparición forzada”. El Juzgado decretó el secreto de sumario. Germán, su hermano, exige: “Que Macri y Bullrich den una respuesta ya: tengo derecho a saber qué pasó con mi hermano”.
“Mi hermano era un muchacho de 28 años, estaba desarmado, estaba corriendo y trataba de refugiarse para que no lo maten. Era mochilero, estaba de paso. Había llegado el día anterior: no había estado ni 24 horas en el lugar”. Germán Maldonado habla en la conferencia de prensa que organismos de derechos humanos convocaron en la sede de la Federación Judicial Argentina para exigir la aparición con vida de su hermano, Santiago, que fue visto por última vez al martes en la represión de Gendarmería en el Pu Lof en Resistencia del Departamento de Cushamen, huyendo de los disparos de las fuerzas nacionales.
La represión a la comunidad que desde el 13 de marzo de 2015 inició una recuperación de tierras ancestrales en una de las estancias de la corporación Benetton, fue el segundo operativo represivo que vivió el pueblo mapuche esta semana. La Policía de Seguridad Aeroportuaria –con el apoyo de Gendarmería- reprimió el lunes en Bariloche una protesta que exigía la liberación del lonko Facundo Jones Huala, detenido desde el 27 de junio. Hubo nueve personas detenidas que fueron liberadas recién durante la tarde-noche del miércoles.
En el medio, Gendarmería entró a los tiros al Pu Lof de Cushamen, en el paraje Vuelta del Río, reprimió a las familias y quemó las instalaciones de la comunidad. Algunos medios comerciales dijeron que Santiago Maldonado era terrorista y lo ligaron a la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM, organización denunciada por ataques en campos cordilleranos). Germán contó quién era su hermano: “Era mochilero, le gustaba la naturaleza, le gustaba viajar. Se creó una bola de nieve, lo tratan de terrorista. Ni siquiera sabía nadar. ¿Terrorista de qué? ¿Un tipo que tiene barba y rasta es un terrorista? A través de la estética hacemos prejuicio. Yo lo que quiero es que aparezca. Y lo queremos vivo”.
Represiones, allanamientos y detenidos: continúa la represión al pueblo mapuche
“Desaparición forzada”
La abogada Elizabeth Gómez Alcorta -una de las defensoras del lonko Jones Huala- brindó información sobre el operativo de Gendarmería: “Comenzó alrededor de las 7:30 de la mañana y terminó entre las 5 y las 6 de la tarde. Eran entre 80 y 100 efectivos de Gendarmería de, por lo menos, los destacamentos de Esquel y El Maitén. Llegaron con móviles, ingresaron y el momento en que se vio que estaban golpeando a una persona, seguramente Santiago, fue en el horario del mediodía. Hay varios testigos que vieron este hecho, que vieron que no cruzó el río (algunos integrantes de la comunidad, para refugiarse de los tiros, se habían arrojado)”.
Gómez Alcorta subrayó que, una vez que los gendarmes se fueron del territorio, la comunidad tomó conocimiento que Santiago no estaba. “Hicieron una búsqueda minuciosa: se llevó a cabo hasta las 4 de la mañana del miércoles. Continuó luego durante todo el día”. La abogada apunta que fueron a los destacamentos de Leleque, El Maitén y Esquel a preguntar por el paradero de Santiago: “No recibieron ninguna respuesta”.
La directora del Área de Justicia y Seguridad del CELS, Paula Litvachky, agregó que es importante la descripción del operativo. “Eso implica para nosotros que la última vez que Santiago tuvo contacto con alguien fue en el marco de un proceso de represión de Gendarmería”. Organismos de derechos humanos y la Defensoría Federal de Esquel presentaron habeas corpus ante el Juzgado Federal de la ciudad para exigir la aparición del joven. En el marco del procedimiento que habilita el habeas como herramienta jurídica ante una desaparición, el Juzgado Federal -a cargo del doctor Guido Otranto- convocó a una audiencia que se desarrolló el viernes a las 10 de la mañana. La abogada del CELS dijo que el jefe de escuadrón de Gendarmería en Esquel sostuvo allí que Santiago “no estuvo formalmente detenido y que no saben qué pasó”. Los organismos confirmaron a lavaca que Otranto decretó el secreto de sumario.
Litvachky: “Hay elementos suficientes para entender que se trata de una desaparición forzada. El juez Otranto está investigando el habeas en ese contexto: dijo que estaba investigando sobre la base del protocolo de actuación del Ministerio Público Fiscal en casos de desaparición forzada. Esto implica que el Estado tiene obligaciones específicas de investigar cuando se presume que una persona desapareció en manos de fuerzas de seguridad. Es obligación de todos los poderes del Estado ponerse a disposición y emplear todos los medios para investigar y sacar a la Gendarmería del medio de la investigación. Es importante que el Ejecutivo fije una posición y dé información oficial sobre qué están haciendo”.
La Defensoría Pública de Esquel–patrocinando a miembros del Pu Lof- presentó otro habeas corpus en la Justicia provincial, que fue rechazado por “incompetente” por el juez José Colabelli. La Cámara Penal confirmó la incompetencia, pero a pedido de la Defensoría ordenó a la Policía provincial la búsqueda de Santiago.
Las presunciones del funcionario
Litvachky recordó que el jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad de la Nación, Pablo Noceti, estuvo en Chubut cuando se desataron los dos operativos represivos. En declaraciones a Radio Nacional de Esquel, Noceti admitió que armó una coordinación de fuerzas federales y provinciales de Río Negro y Chubut para comenzar a “tomar intervención y detener a todos y cada uno de los miembros del RAM que produzcan delitos en vía pública en flagrancia”.
Y agregó: “A partir de ahora cada vez que se produzca algún daño como se produjo el otro día en el Juzgado Federal, o corte de ruta, que sepan la gente del RAM que van a ser inmediatamente detenidos y judicializados. Que estos hechos no van a quedar impunes”.
Noceti habla de los “daños” en el Juzgado Federal de Bariloche durante la protesta por la liberación de Jones Huala y que justificaron la represión y las nueve detenciones. “Fueron muy violentas”, dice a lavaca Marina Shifrin, abogada. “Les pegaron mucho. Hay una chica que tiene los dientes partidos, personas con las piernas muy golpeadas. Muchos hematomas. Pedimos la excarcelación y pudimos ver qué les imputaban. Les van a quedar causas por daño agravado, por haber roto vidrios, pero el centro de la cuestión no es ese, sino que están luchando contra Benetton para recuperar las tierras vendidas al extranjero”.
Nocetti reconoció que la coordinación es una disposición de la ministra Patricia Bullrich y que “el Presidente también está preocupado por la existencia del RAM”. De todos modos, dijo que les “cuesta mucho” identificar a los miembros de la organización: “Presuponemos que son los mismos que se van a manifestar al juzgado y van al corte de ruta”.
Según publicó Página/12, Noceti fue socio del estudio de Alfredo Battaglia y Luis Fernando Velasco, miembros de la Corporación de Abogados Católicos que calificaron a los juicios por delitos de lesa humanidad como “instrumentos de revancha y de represalia política”. Battaglia también fue abogado defensor del represor Leopoldo Galtieri. En 2003, en la apelación al procesamiento del teniente coronel Fabio Carlos Iriart (excomandante de la subzona militar 14 y máximo responsable de la represión en La Pampa), Nocetti escribió que los juicios eran la “legalización de una venganza”. Hoy es la mano derecha de Patricia Bullrich.
Litvachky: “Es un punto muy preocupante: el jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad estuvo presente en la ciudad al mismo tiempo de estos procedimientos violentos. Y con declaraciones justificó que se realicen con este tipo de violencia”.
El Estado es responsable
En ese contexto a Santiago Maldonado lo quisieron vincular como “terrorista”. Su hermano Germán dice a lavaca que sólo era un joven que le gusta viajar y conocer lugares: “Tiene espíritu de navegante, buscaba experiencias de vidas en diferentes medios geográficos”. Santiago tiene 28 años, dos hermanos y es de 25 de Mayo, provincia de Buenos Aires. Desde 2013 empezó a recorrer el país (Misiones, Córdoba, el norte argentino) mientras intercalaba estudios de Bellas Artes en La Plata y Botánica. Viajó por Uruguay y por Chile en bicicleta. Cuando volvió trabajó durante varios meses como tatuador: “Era el oficio con el que sustentaba económicamente sus viajes”.
Germán cuenta que en octubre volvió a Chile (esta vez en micro, a Valparaíso) y desde allí viajó a la Patagonia: “Hacía tres meses que estaba en El Bolsón”. En la conferencia repitió una y otra vez había llegado a Cushamen el día anterior a la represión: “Quiero hacer hincapié en la desaparición física. ¿Cómo puede desaparecer gente en 2017? Es algo que no me entra en la cabeza. Escucho casos, pero ahora me toca a mí. No puede ser que esto pase en democracia”.
Otra de las personas que habló fue Eliana, una amiga que Santiago conoció en sus viajes. “Lo dejé hace un mes y medio en El Bolsón y quedamos en reencontrarnos para seguir viajando. Me dolió mucho que digan las cosas que dijeron de él. Nosotros queremos que aparezca con vida. Queremos que aparezca. Siempre acompañamos estos reclamos porque son justos y legítimos: hoy me toca estar acá como amiga”.
En la conferencia participaron Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, y Rosa Schonfeld, mamá de Miguel Bru, dos de los casos más resonantes de desaparición forzada en democracia.
Germán: “Estamos en la nada, seguimos en la incertidumbre. Me llaman a mí, la llaman a mi mamá y llega un momento en que el estrés te desgasta. Uno se va muriendo de a poco con todos esos llamados. Se hace eterno. Sólo quiero que Macri y Bullrich entreguen con vida a mi hermano. Eso es lo que quiero: que Macri y Bullrich den una respuesta hoy. Lo exijo como ciudadano argentino. Tengo derecho a saber qué pasó con mi hermano”.
Nota
Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.
Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.
Por Sergio Ciancaglini
A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org
Sonrisas junto al paraíso
Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
Madre de la bombacha roja
Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
El día que se distanciaron
Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
La hora del secreto
Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


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Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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