Nota
Represión a cartoneros: «Si a la policía le das luz verde, hace lo que quiere»
La Defensora del Pueblo de la Ciudad Alicia Pierini denunció penalmente a la Comisaría 33º por la represión absurda a familias de cartoneros que se habían instalado en Pampa y la vía desde que el 28 de diciembre les quitaron el Tren Blanco. Detalles sobre el negocio, los silencios judiciales, y lo que pasa cuando hasta el mercado de la basura tiene más lógica que los funcionarios de la “nueva política”.
El relato hace equilibrio entre la formalidad de texto dictado en oficina pública, y la tomografía de las entrañas de una época. Se trata de un cartonero refiriéndose a la represión policial en Pampa y la vía, ante la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.
- – “La gente comenzó a ponerse nerviosa por la situación, estaban siendo rodeados por el lado de las vías por personal de policía ferroviaria. La gente les pedía que no tocaran a los chicos. Mientras tanto el personal policial comenzó a ponerse los chalecos anaranjados y a formarse en fila, mientras otros que tenían escudos y bastones largos hacían lo mismo.
- – “A medida que el personal policial avanzaba hacia donde se encontraba la gente, esta comenzó a gritar debido a que el personal policial de sexo masculino había comenzado a pegarle a la gente que se encontraba rodeada, en un momento dado el personal uniformado tomó de los pelos a la señora Lucía Cristina Vitellio y a medida que la llevaban entre cuatro uniformados, le pegaban con los puños.
- – “Como la gente vió lo que sucedió con Vitellio la gente se enfureció y comenzó un enfrentamiento. A medida que se sucedían los hechos, el personal con chalecos anaranjados y el personal de infantería los rodeaban de tal forma que los iban separando en grupos.
- -“Una vez que los encerraron un policía se abalanzó sobre el dicente, tirándolo al piso, a pesar de que el dicente le pedía por favor que no le hiciera daño debido a que tiene artrosis en la espina dorsal, lo agarraron entre cuatro policías y lo llevaron a una camioneta, agrediéndolo con palabras y en forma física.
- ”Una vez dentro de la camioneta pudo observar desde la misma la brutalidad con que el personal policial maltrataba a la gente que estaba en el lugar, entre los que también se encontraban vecinos que apoyaban a los cartoneros”.
Así relató Roberto Carlos Rodríguez el modo en que la policía agredió a unas 25 familias indefensas en Pampa y la vía, para cumplir una orden irregularmente emitida por el Gobierno de la Ciudad. El gobierno buscaba desalojar a esas 90 personas, la mayoría mujeres y menores, de un espacio público, y acaso enviar una señal sobre el contenido de lo que sus publicistas llaman “nueva política”. Relatos como el de Roberto ante la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, llevaron a la titular de ese organismo Alicia Pierini a efectuar una denuncia penal que quedó radicada en el juzgado de Instrucción 49 a cargo del doctor Facundo Cubas.
La conducta y los secuestradores
La denuncia es contra la Comisaría 33º, encabezada por Julio César Federico Fernández, por abuso de la fuerza pública, lesiones, abuso de autoridad, violación de los deberes del funcionario público y privaciones ilegítimas de la libertad cometidas por las llamadas fuerzas del orden, el 22 de febrero a partir de las 5 de la mañana.
Hasta el horario parece haberse decidido como un modo de pavimentar la represión. “Nadie se enteró de nada hasta media mañana, cuando prácticamente todo había terminado” dijo a lavaca Alicia Pierini.
El organismo tomó declaraciones, se ocupó de confirmar que el grupo de nueve detenidos quedase en libertad, y comenzó a investigar el origen de la orden de desalojo: “Viendo los noticieros ya se veía que el procedimiento había sido de una violencia inesperada e innecesaria, que violó incluso el Código de Conducta para funcionarios públicos, donde se plantea para estos casos una escala que va de la persuasión, la intimación y muy en último lugar el uso de la violencia”.
La Defensora agrega una observación lapidaria: “Incluso suelen tener más capacidad de persuasión cuando negocian con delincuentes con rehenes que la que tuvieron ese día, cuando no acataron ninguna de las normas que normalmente se deberían tomar en cuenta en una institución democrática”.
¿Qué se le quita a los cartoneros?
El propio horario revela que las familias que acampaban en Pampa y la vía estaban durmiendo. “Trabajan de noche” abunda Pierini. “La gente estaba durmiendo o levantándose. Trabajan de noche, a las 6 de la mañana dormían con las mujeres y los chicos.
Otra cuestión es la orden emanada del Ministerio de Medio Ambiente y Espacios Públicos, encabezado por Juan Carlos Piccardo. “La orden era incompleta, firmada por un funcionario de cuarta línea, pero al menos terminaron haciéndose cargo de disponer un desalojo administrativo –explica Pierini-. El problema es que la propia orden dice que tenían que estar presente el SAME, que no estuvo, y la Escribanía del Gobierno por los bienes de los desalojados, que tampoco estuvo. Así, les llevaron la ropa, los remedios, los carritos y todo. Como no estuvo el SAME los heridos tuvieron que ir al Pirovano”.
Por la incautación de las pertenencias de los cartoneros, la Defensoría tuvo que abrir otra actuación destinada a recuperar lo que la policía se llevó de un modo que resulta no solo ilegítimo, sino ilegal.
“La orden sólo dice que se dispone el desalojo y que en caso de resistencia se podrá hacer uso de la fuerza pública. Pero el órgano administrativo no le puede dar órdenes a la policía sobre cómo actuar. La forma en que auxilie la policía, ya es asunto de la propia institución”.
La dictadura y Modart
Pierini observa el presente sin perder la memoria: “Nosotros hicimos hincapié en la denuncia sobre que la modalidad que se empleó es digna de otras épocas, sin ninguna consideración sobre que había familias, sin ninguna intimación previa, sin ninguno de los requisitos que se suponen para estos casos”.
-Al hablar de “otras épocas”, ¿en qué está pensando?
-La represión en época de la dictadura, o incluso los tiempos de Alfonsín, siempre me acuerdo de lo de Modart, aquella marcha en el centro reprimida en 1988 (“servicios” y agentes de civil infiltrados en la marcha rompieron negocios justificando así la represión contra manifestantes). Cuando a la policía le das luz verde, hacen lo que quieren. Hay que tenerla con la soga corta.
-Pero en este caso, no funcionó la soga sino el semáforo. ¿el responsable no es el poder político?
– Y los jueces de instrucción penal, ellos son en última instancia los garantes de hacer cumplir las leyes. Y en estos casos de abusos policiales no lo hacen seguido.
-¿Tendrían que actuar de oficio?
-Los fiscales sí. Pero no está muy de moda.
El contexto
Otro debate es que la policía depende del Ministerio del Interior nacional: “Pero yo no cargo culpas hacia arriba, porque el comisario tuvo dominio del hecho. Si le dieron luz verde o una orden de arriba, que lo diga, y si no que se haga cargo. Para eso hay que hacer la investigación de este caso”.
Sobre la propia situación de los cartoneros, Pierini cree que hay que considerar que el campamento en el espacio público puede ser comprensible, pero no es legal. “Ellos no tienen el derecho de hacer eso, pero tampoco la represión es el modo de sacarlos, habida cuenta de que hay un contexto que explica por qué estaban allí. Les habían cortado el tren blanco y no tenían otro lugar en el cual estar. La conducta que tuvieron no es legal, pero es perdonable, en lenguaje jurídico es exculpable.
La actual Defensora fue una de las legisladoras que votó la Ley 992 de la Ciudad, que buscaba dar un encuadre legal al tema de los cartoneros. No ahorra una mirada crítica: “La ley estaba bien, le da carácter de trabajador al reciclador urbano, busca incorporarlo al sistema de la ciudad y ordena una serie de medidas. Pero quedó en palabras. Como tantas cosas: proyectos bárbaros, pero sin gestión real en la práctica. Con lo cual una buena ley termina siendo otra frustración y una responsabilidad que todos compartimos, donde las cosas se desmadran, y donde la consecuencia de todo este desastre la paga el eslabón más débil, los pobres. Que además en este caso es gente totalmente pacífica que lo único que quiere es poder trabajar”.
Pierini también rechaza algunos argumentos según los cuales existía un supuesto peligro público, por la supuesta existencia de una supuesta camioneta supuestamente rociada con nafta en esa zona donde había cartones… (cuando los funcionarios se ponen creativos, pueden llegar a exhibir argumentos lisérgicos). “De nada de todo eso hay constancia alguna”.
-¿Cuál es la sensación que le queda de todo este episodio?
-Nosotros tenemos una mirada global. Esta manera de actuar de la 33º fue opuesta a otra comisaría que ese mismo día desalojó 220 familias en Bolivar al 400. Se negoció, se las reubicó, se les dieron elementos, y no hubo un solo incidente. Quiere decir que cuando quieren hacer las cosas bien, algunos lo hacen y otros no. Me cuesta generalizar. Hay momentos en que percibimos mucha violencia, y en otros no. Depende también del señor que ejerce la fuerza pública. Además, no parece claro el programa de la Ciudad, que no engarza con la realidad de los cartoneros.
Viva la pepa, o el cementerio
Alicia Pierini interpreta que el tema del espacio público oscila en el desequilibrio. “Cuando hay un viva la pepa, y cualquiera cree que puede hacer lo que quiere, aparece la reacción contraria que busca el orden de los cementerios”.
El otro desequilibrio es el que ocurre, cree la Defensora, entre los programas oficiales y la realidad. “Los cartoneros me explicaron en donde está la brecha, y cómo es el mercado. Hay unos 1.000 cartoneros que trabajan para empresas de la ciudad. Y unos 7.000 que no quieren saber nada de agruparse, agremiarse ni emplearse en blanco, porque les conviene mucho más llenar el carrito. Llegan a ganar el doble. Lo único estructurado es el reparto de las zonas. Vienen con su familia, y venden en provincia porque les dan mejor precio”. Para Pierini son un producto del libre mercado: “Son como cosecheros que juntan y venden al mejor postor. La ciudad quiere regular esto y ahí está el eje del conflicto, porque los muchachos lo ven como pura pérdida. Son liberales y cuentapropistas que no quieren gremio. Ni siquiera aceptan la alternativa que les ofreció la Ciudad de ponerles camiones en lugar del Tren Blanco, porque no quieren quedar subordinados al gremio de camioneros”.
Esa es la realidad, estima Pierini, bastante más consistente que ciertas leyes o miradas utópicas. “Vuelvo a la ley que hicimos: si ese señor tiene que abrir bolsas de basura y ensucia o se lastima, también es porque no dividimos la basura en origen. Si lo hiciéramos, la basura no estaría ahora desparramada por la vereda. Entonces capaz que no hay que bochar el plan de recicle, pero sí mantener la idea de separación en origen” (que los vecinos separen la basura orgánica, los papeles, los vidrios).
Otra alerta de Pierini es contra la discriminación hacia los cartoneros, que en este caso parece haber sido más obra de la policía y los funcionarios porteños que de los vecinos. “Yo noto que en muchos lugares se respeta al cartonero. No sé en Belgrano. Pero se lo respeta porque lo ven trabajar con su grupo familiar. A veces me preguntan por qué no hablo del trabajo infantil, y no lo hago porque esos chicos están con los padres. Es como las familias que cosechan la fruta.
-¿Puede haber un aumento en la tendencia a solucionar los problemas sociales mediante la represión?
-Qué sé yo. Aquí se ha puesto al espacio público como un eje de gestión. Yo espero que no, pero podría haber una tendencia más represiva.
Nota
Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.
Por Claudia Acuña
Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.
Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.
Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.
A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Hasta lograrlo.
Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.
Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.
Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.
Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.
Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.
Quizá.
Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.
Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.
La presentación
Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.
Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.
Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».
El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.
Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Nota
La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.
Por Francisco Pandolfi
Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.
La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”.
Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».
Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.
Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.
Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”.
En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.
La causa, sin avances
Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.
Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”.
La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.
Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.
Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.
Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.
Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.
Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.
Nota
La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.
Por Franco Ciancaglini.
La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo.
En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso.
“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.
La que habla es una de sus hijas, Paula.
El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10.
Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.
El arma y la palabra
Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.
Es jubilada.
Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.
Tiene tres hijas.
Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.
Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.
Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.
La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.
Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.
El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.
Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.
Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.
Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.
“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.
Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.
Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.
Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.
Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.
La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”.
¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.
La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.
¿Necesitan algo? “Sí: paz”.
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